domingo, 12 de febrero de 2017

Bioética. La ideología de género (2013). La ideología de género es una gotera que se filtra por las paredes de los dormitorios de nuestras casas, a través de la televisión, de las opiniones bienpensantes de nuestras amistades, de programas de educación sexual en las escuelas de nuestros hijos, de nuestro entorno cultural políticamente correcto... En nombre de los nuevos derechos sexuales, se quiere una sociedad atomizada, de radicales libres...: una sociedad de personas solas, sin amor y sin familia.



1 Bioética. La ideología de género (2013). La ideología de género es una gotera que se filtra por las paredes de los dormitorios de nuestras casas, a través de la televisión, de las opiniones bienpensantes de nuestras amistades, de programas de educación sexual en las escuelas de nuestros hijos, de nuestro entorno cultural políticamente correcto... En nombre de los nuevos derechos sexuales, se quiere una sociedad atomizada, de radicales libres...: una sociedad de personas solas, sin amor y sin familia. Cfr. ¿Está su familia a salvo de la ideología de género? - El género de la soledad Alfa y Omega, n. 816, 17 de enero de 2013 La revolución sexual y la ideología de género, que nacieron como un proceso de liberación de la mujer, han acabado por someterla. Al final, sólo le espera la soledad... Una tarde, una niña de diez años llega a su casa, después de una charla en el colegio y le entrega a su padre un pequeño frasco con un lubricante sexual de color rosa: «Papá, ¿qué tengo que hacer con esto que nos han dado en el cole?» En otra casa, un niño de 9 años le dice a su madre: «Mamá, mi amigo Antonio y yo nos hemos hecho novios». En el tablón de avisos de una comunidad de vecinos, un anuncio ofrece juguetes sexuales a mujeres, para despedidas de soltera y celebraciones de divorcio (sic). En un colegio religioso concertado, un grupo activista gay obtiene permiso para repartir condones entre los niños en el recreo, con instrucciones sobre cómo colocarlo en el pene y en la boca para obtener otras sensaciones... Son sólo algunos episodios sobre cómo la ideología de género -la última fase de la revolución sexual que nació en los 60- está llegando ya a los hogares españoles. Ya no se trata de las reivindicaciones de feministas o de homosexuales, sino que afecta de lleno a la relación hombre-mujer, a nuestros matrimonios, a nuestras relaciones familiares y a la educación de nuestros hijos. En las últimas semanas y meses, se han alzado varias voces contra los pronunciamientos del Papa y de los obispos en contra de la llamada ideología de género. Benedicto XVI, en su discurso a la Curia romana, la ha definido como «una nueva filosofía de la sexualidad», por la que «el hombre niega su propia naturaleza»; asimismo, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, defendió que «la estructura natural del matrimonio debe ser reconocida y promovida como la unión de un hombre y una mujer, frente a los intentos de equipararla desde un punto de vista jurídico con formas radicalmente distintas de unión». Por estas palabras, el lobby gay en Estados Unidos ha pedido que la Casa Blanca considere a la Iglesia católica como un grupo de odio. En nuestro país, el obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha sido el objetivo de la última campaña de acoso, por afirmar que la ideología de género «intenta destruir la familia» y que «está haciendo un daño tremendo en la conciencia de niños, adolescentes y jóvenes». o Objetivo: La mujer que no ama ¿Es realmente así? ¿La ideología de género destruye a la familia? ¿Son nuestros hogares inmunes a los postulados de esta forma de pensamiento, o más bien se está colando sibilinamente en nuestros 2 dormitorios? ¿Cómo afecta la ideología de género a nuestras relaciones con nuestro cónyuge y con nuestros hijos? Los riesgos son más altos de lo que podríamos pensar; y, paradójicamente, las primeras víctimas son las propias mujeres: lo que nació como un proceso de liberación de la mujer, ha acabado por someterla. María Lacalle, Directora del Centro de Estudios de la Familia, de la Universidad Francisco de Vitoria, denuncia que la ideología de género tiene para la mujer «una influencia demoledora». Para Lacalle, el modelo de mujer que propone esta ideología es «una mujer autosuficiente, que no depende de nadie, y nadie depende de ella», pero eso es «un ataque a la propia estructura natural de la mujer y a la maternidad, algo que pertenece a nuestro propio ser; lamentablemente, este rechazo de la maternidad afecta a la propia mujer y destruye su feminidad». El origen es una visión de la Historia que se percibe como una lucha entre hombres y mujeres, en la que «la mujer habría estado sometida, y el hombre habría sido el explotador y maltratador». Eso tiene consecuencias, pues, para igualarlos en derechos, «se quiere eliminar toda diferencia, incluida la maternidad; por eso, el aborto es la principal reivindicación de las feministas de género». Junto a ello, «la consigna de las feministas de género es abolir la familia, porque ahí se vive la masculinidad y la feminidad, la paternidad y la maternidad. El amor en la familia conlleva dependencia, y eso es lo que las feministas rechazan. El feminismo de género desprecia a la madre que lo da todo por su familia». En definitiva, «la mujer que quieren conseguir las feministas es la mujer que no ama», explica María Lacalle. Otro de los postulados de la ideología de género, que ya se ha filtrado en la concepción que las mujeres tienen de sí mismas, algo que reflejan las revistas femeninas y las series de televisión, es «el cuerpo entendido como pura libertad, y el sexo concebido exclusivamente como búsqueda de placer». Por eso, se extiende entre las mujeres solteras la búsqueda de relaciones sin un compromiso afectivo, por un lado, así como la anticoncepción y las relaciones infecundas entre las mujeres con pareja estable, por otro; no es difícil comprobar que una de las causas del suicidio demográfico que padece Occidente tiene que ver con los postulados de género. «Se destruye la familia incluso antes de que pueda haber nacido -constata María Lacalle-. Aún hay más: la ideología de género, incluso, no concibe la fidelidad, y llegan a pedir hasta el llamado poliamor, una especie de matrimonio en grupo». Por supuesto, sin hijos... o Acoso a la infancia En realidad, al final del camino, a la mujer sólo le espera la soledad: «Todo desemboca en la destrucción de la propia mujer, porque nos hacen renunciar a lo más femenino: el amor, la maternidad y la preocupación por el otro», señala Lacalle. Esta ideología destruye a la familia porque extirpa la naturaleza de la mujer y la intenta dotar de una falsa autonomía que, en realidad, la cierra al amor y a la vida, y la imposibilita para ser esposa, madre y, en definitiva, mujer. Los impulsores de la ideología de género no dudan en manchar la sagrada inocencia de los niños para introducir en su conciencia una visión de la sexualidad y de la familia ajena a la naturaleza. También es grave que, muchas veces, esto se hace a espaldas de los padres; en nuestro país se han editado, por ejemplo, Guías para chicas para repartir en los colegios, con las siguientes recomendaciones: «Si tienes la posibilidad de que alguien de tu confianza te dé masajes, relájate y abandónate..., seguramente te sentirás estar en otra galaxia»; o también: «Seguramente habrás oído que lo normal es que te gusten los chicos, pero, si te informas bien y piensas por tu cuenta, descubrirás que lo natural es que se dé el amor y la expresión sexual entre las personas, sean de distinto sexo o del mismo». Hace unos años, la Generalidad de Cataluña promovió dos campañas para regalar muñecas a los niños, y coches y balones a las niñas. Y el último episodio, en este sentido, es un acuerdo entre un centro cultural de Madrid, un grupo gay y CajaMadrid para «proporcionar recursos educativos y los conocimientos necesarios para tratar la diversidad afectivosexual y familiar en el entorno de la escuela». 3 Doña María Menéndez, portavoz de la plataforma de padres Madrid Educa en Libertad, denuncia que este tipo de propaganda «se da, sobre todo, en los colegios públicos, y a los padres no se les avisa ni se les dice nada». El contenido de estos programas educativos se basa siempre en «respetar la diferente orientación sexual, señalar que hay distintos tipos de familia, fomentar la promiscuidad sexual, el uso de anticonceptivos y el sexo sin freno ni límite...; también se anima a la masturbación y a experimentar con el cuerpo, diciendo a los niños que es algo tan saludable como comer fruta o verdura; se quiere crear empatía con la gente que tiene atracción por el mismo sexo; y se suelen dar a los niños preservativos e instrucciones sobre cómo ponerlos». o Hacia el corazón de los niños Un joven educado sin la autoridad fundada en el amor de su padre y de su madre desarrolla con mayor frecuencia una gran inseguridad para vivir en sociedad Otros fenómenos asociados a la imposición de género son, por ejemplo, la hipersexualización de las niñas y de la ropa que se diseña para ellas, la cada vez más temprana edad de iniciación sexual, la normalización del consumo de pornografía por los niños varones, o la confusión sobre la propia identidad sexual..., que no dejan de acarrear graves consecuencias en el corazón de los niños. El doctor Jokin de Irala, de la Universidad de Navarra, afirma que «los niños necesitan pautas y modelos fijos sobre lo que son y lo que deben ser. Sin esas pautas, determinadas experiencias pueden confundirles y determinar su desarrollo. Algunos piensan que las pautas quitan la libertad del niño; pero, si las quitamos, lo que sucede es que el niño pasa a depender del ambiente, de ciertas películas, del comportamiento de ciertos jóvenes... Se puede afirmar que un joven educado sin pautas y sin la autoridad fundada en el amor de su padre y de su madre desarrolla con mayor frecuencia una gran inseguridad para vivir en sociedad». Por eso, «si les decimos que aún no son niños ni niñas, sino que serán lo que ellos quieran, no harán una decisión libre, porque no están preparados, sino que su desarrollo dependerá del capricho de un momento, de sus amistades, de una experiencia concreta con niños o niñas de su entorno... La ideología de género es en realidad un pensamiento que ni siquiera se puede describir como científico: no tiene mucho sentido ignorar el hecho biológico de que existen dos sexos bien definidos», abunda el doctor De Irala. Más tarde, al llegar a la adolescencia, este adoctrinamiento puede condicionar incluso su vocación al amor: «Un chico con referencias claras distingue sin problemas el apego que siente por sus amigos chicos, de la atracción que siente por las chicas. En cambio, otro educado en la ideología de género puede interpretar mal lo que siente. Por ejemplo, si con las chicas está incómodo, pero tiene un amigo con el que se entiende perfectamente, puede pensar que eso es estar enamorado», concluye el doctor De Irala. 4 o La realidad, en los COF Si hay un lugar en el que se pueden comprobar los nefastos efectos que la ideología de género tiene para toda la familia son los Centros de Orientación Familiar (COF). Don José María Viñas, Director del COF Regina Familiae, de Alcalá de Henares, señala que «muchas de las crisis que vemos en las familias y matrimonios que acuden a los Centros de Orientación Familiar tienen su caldo de cultivo en la ideología de género: problemas de infidelidad, inmadurez afectiva, incapacidad para donarse, dificultad para estar abiertos a la vida, postergar o limitar los nacimientos, todos los temas relacionados con las técnicas de reproducción asistida, el vivir como solteros casados, la reivindicación excesiva de espacios y tiempos propios, el anteponer un proyecto personal al del matrimonio, la redefinición de los roles familiares, la disparidad de criterios en la educación de los hijos...» Y alerta del riesgo de que todos estos problemas contribuyen a crear el entorno cultural en el que nos movemos todos los días: «Lo curioso es que, si hacemos una encuesta entre las familias, pocos saben lo que es la ideología de género, pero la gran mayoría sufre sus consecuencias», destaca Viñas. o Una batalla cultural Pocos saben qué es la ideología de género..., pero forma parte de nuestro día a día. De hecho, está calando poco a poco, hasta en el lenguaje que utilizamos en nuestra vida cotidiana: nuevos derechos, salud sexual y reproductiva, opción sexual, tipos de familia... ¿Y quién no ha utilizado ya alguna vez la expresión matrimonio homosexual, como si eso fuera posible? Don José María Viñas reconoce que «los promotores y defensores de la ideología de género han tenido la habilidad de ganar la batalla de los medios de comunicación. Esto lo han conseguido presentando sus derechos desde un planteamiento victimista, para mover a la compasión del otro, atendiendo a aspectos puramente emotivistas, sin tener en cuenta la naturaleza y la verdad que hay detrás de cada persona, de sus relaciones y de los acontecimientos que vive. Los estereotipos que presentan los medios de comunicación -de forma concreta, las series de televisión- han ido calando en la población, de tal manera que condicionan su forma de ser y actuar». Un ejemplo: la serie más vista en Estados Unidos durante la temporada 2011-2012 ha sido Modern Family, una comedia sobre un hombre y una mujer casados en segundas nupcias, con hijos conflictivos, uno de los cuales es homosexual y ha adoptado a una niña, junto con su pareja. «La familia tradicional ya no es el único modelo a seguir», señala una descripción de la serie en Internet. En nuestro país, ya estamos acostumbrados a la cuota que parece obligar a que en cada serie de televisión aparezca un personaje abiertamente homosexual; hace poco, en estas mismas páginas, una familia natural, de padre y madre con tres hijos, se lamentaba: «Familias como la nuestra nunca aparecen en los medios de comunicación...» o Hay esperanza Los efectos de la ausencia del padre son tremendos,y se hacen patentes en desequilibrios psicológicos e,incluso, físicos, de los hijos 5 En esta deriva cultural, cada vez resulta más complicado oponerse a la dictadura de lo políticamente correcto. En la pasada legislatura, estuvo a punto de aprobarse en España una Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, al estilo de las que ya existen en otros países de Europa, que perseguiría cualquier opinión disidente de lo políticamente correcto en materia de moral. Se instauraría así el delito de opinión, por el que ya han sido arrestados y multados periodistas y clérigos en distintos países europeos, tal como ha denunciado recientemente el informe Censored, del Observatorio sobre la Intolerancia hacia los cristianos en Europa. ¿Libertad de expresión? Depende de lo que se diga: son ya numerosos los ataques sufridos por nuestros obispos por defender que el matrimonio está formado por un hombre y una mujer. Precisamente, el último caballo de batalla de la ideología de género es el mal llamado matrimonio gay. En 1994, el escritor y activista homosexual Michael Signorile reconocía abiertamente en Out Magazine: «Pedimos el derecho a casarnos no como una forma de adherirnos a los códigos morales de la sociedad, sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica [la familia]. La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas es transformar por completo la noción de familia». En éstas están..., y éste es el ambiente que se respira nada más pisar la calle, y nada más encender la televisión. Sería muy inocente pensar que la ideología de género nos queda lejos, o que es un asunto exclusivo de homosexuales y feministas radicales. Sin duda, el objetivo de la ideología de género y de todos los que la apoyan -lobby gay, feministas de género, izquierda sociológica, derecha liberal, hombres y mujeres sin formación- es destruir la familia; concretamente, una familia: la nuestra. Sin embargo, hay esperanza. En palabras de Benedicto XVI: «La verdad no envejece. Se puede olvidar durante algún tiempo, es posible encontrar otras cosas; pero la verdad como tal no desaparece. Las ideologías tienen un tiempo determinado. Parecen fuertes, irresistibles, pero después de un determinado período se consumen; pierden su fuerza porque carecen de una verdad profunda». Es la verdad profunda de la familia lo que hay que cuidar para sobrevivir a la dictadura ideológica de género. No se trata de ir contra nadie, sino de cuidar lo mejor que tenemos: nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestra familia. Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo El hombre, feminizado El nuevo modelo de mujer que propone la ideología de género también trae consigo un nuevo modelo de hombre. La profesora María Calvo, autora de La masculinidad robada (ed. Almuzara), señala que, en el origen de la ideología de género, está la revolución sexual del 68, «que fue, en realidad, una revuelta contra el padre y contra el varón. ¿Cómo ha afectado, en nuestros días, la ideología de género al hombre? Simplemente, suprimiéndolo», afirma con rotundidad. Y continúa en este sentido: «Los valores que se ensalzan hoy son los femeninos, y las políticas administrativas y culturales están destinadas a favorecer todo lo que tiene que ver con la mujer; ante ello, el hombre ha pasado a ser el enemigo a batir, o un estorbo. El hombre con sus actitudes clásicas -competitivo, valiente, racional, con autoestima, conquistador...- ha sido defenestrado. A ese tipo de hombre se le presume como un problema, como un sospechoso. Por el contrario, se ensalza un hombre con atributos femeninos: suave, delicado, con una afectividad muy feminizada... El hombre masculino es hoy profundamente incomprendido. Los hombres están hoy más desubicados que nunca, porque los medios de comunicación y las leyes que se están aprobando van en contra suya. No se atreven a actuar de una forma masculina por miedo a ser tachados de agresivos o autoritarios. Esto lo único que genera es frustración y desencanto». Así como la ideología de género fabrica mujeres que no pueden amar, también favorece la creación de hombres incapacitados para querer más allá de sí mismos: «Al admitir las relaciones homosexuales y separar la sexualidad de la afectividad y de la procreación, la ideología de género a 6 lo que único que conduce es a un individualismo atroz y a un egoísmo y un narcisismo exacerbados. Produce hombres y mujeres atomizados, ajenos a las necesidades de los demás -y, por supuesto, del cónyuge-. Estamos creando personas profundamente narcisistas y, por tanto, autodestructivos: el yome-mí-conmigo sólo conduce a la infelicidad personal más absoluta», señala María Calvo. A los cada vez menos hombres que llegan a formar una familia, «se les exige que sean una mamá bis. El papel del padre, en la familia, ha acabado por considerarse perfectamente prescindible, pues no habría diferencias entre los sexos. Además, estamos asistiendo a las sustitución del patriarcado por un filiarcado. Todo ello produce un desequilibrio en los hijos. Los efectos de la ausencia del padre son tremendos, y se hacen patentes en desequilibrios psicológicos e, incluso, físicos. El padre es necesario para dar libertad y autonomía a los hijos; en definitiva, para darles felicidad. En nuestros días, el gran aventurero del siglo XXI es el padre». Concluye la profesora Calvo que hoy «estamos en un momento histórico de la historia de la Humanidad, en el que se están negando las diferencias sexuales; sin embargo, en el ámbito científico se está demostrando que esas diferencias existen y que son maravillosas para llevarnos a una igualdad y una complementariedad plenas». www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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