sábado, 18 de marzo de 2017

Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Ciclo B, 25 de enero de 2015. La conversión. Convertíos y creed en el Evangelio: esta llamada a la conversión es uno de los momentos significativos de la vida pública de Jesús. En ella descubrimos el rostro de Cristo. La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, su amor que es paciente y benigno. El proceso de la conversión ha sido expuesto por Jesús en la parábola del «hijo pródigo». El «hijo prodigo» somos en cierto sentido los hombres de todos los tiempos. La conversión es un don del Espíritu Santo.



1 Domingo 3º del Tiempo Ordinario, Ciclo B, 25 de enero de 2015. La conversión. Convertíos y creed en el Evangelio: esta llamada a la conversión es uno de los momentos significativos de la vida pública de Jesús. En ella descubrimos el rostro de Cristo. La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, su amor que es paciente y benigno. El proceso de la conversión ha sido expuesto por Jesús en la parábola del «hijo pródigo». El «hijo prodigo» somos en cierto sentido los hombres de todos los tiempos. La conversión es un don del Espíritu Santo. Cfr. Domingo 3º Tiempo Ordinario Ciclo B 25 de enero de 2015 (La conversión de San Pablo) Jonás 3,1-5.10: En aquellos días, vino la palabra del Señor sobre Jonás: «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo.» Se levantó Jonás y fue a Nínive, como mandó el Señor. Nínive era una gran ciudad, tres días hacían falta para recorrerla. Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día, proclamando: - «¡Dentro de cuarenta días Nínive será destruida!» 5 Creyeron en Dios los ninivitas. Convocaron a un ayuno, y se vistieron de saco del mayor al más pequeño. 10 Y vio Dios sus obras, su conversión de su mala conducta; y se arrepintió Dios del mal que había dicho que les iba a hacer, y no lo hizo. Salmo responsorial - Sal 24, 4-5ab. 6-7bc. 8-9 (W.: 4a) - Señor, enséñame tus caminos. Señor, muéstrame tus caminos, enséñame tus sendas: haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. Acuérdate, Señor, de tu misericordia y de tu amor, que son eternos; acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor. El Señor es bueno y es recto, y enseña el camino a los secadores; hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. 1 Corintios 7, 29-31: 29 Digo esto, hermanos, el tiempo es corto. Por tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; 30 los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; 31 los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la figura de este mundo se termina. Marcos 1, 14-20: Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: - «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.» Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo:«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él. La conversión y la misericordia de Dios. El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio. Marcos 1, 15 1. Primera lectura: las gentes de Nínive creyeron en Dios y se convirtieron. De este episodio, se ha dicho que es “una enseñanza práctica de la misericordia de Dios”. o El Señor es clemente y misericordioso no sólo con el pueblo de Israel, sino con todos los pueblos, y perdona cuando se da la conversión del corazón. • Jesús recuerda la conversión a Dios de los Ninivitas por la predicación de Jonás, según nos refieren san Mateo (12,41) y san Lucas (11,32), para echar en cara a sus contemporáneos la falta de fe en su persona: los Ninivitas convirtieron ante la predicación de Jonás, y Jesús es más que Jonás y los judíos no le creen. De este episodio, se ha dicho que es “una enseñanza práctica de la misericordia de Dios”. El Señor es clemente y misericordioso no sólo con el pueblo de Israel, sino con todos los pueblos, y perdona cuando se da la conversión del corazón. • Los ninivitas han quedado, en la tradición cristiana, como modelo de penitencia. San Clemente Romano, 2 el tercer Papa después de San Pedro (88-97), escribe así en su carta a los Corintios: “Recorramos todos los tiempos, y aprendamos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que le escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser el pueblo elegido” (7, 5-7). San Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla (347-407) y Padre de la Iglesia, escribe: “No consideres el poco espacio de tiempo que tienes, sino el amor del maestro. El pueblo de Nínive apartó de sí la gran ira de Dios en tres días. El poco espacio de tiempo que tenían no les disuadió, sino que sus almas ansiosas conquistaron la bondad del maestro y después fueron capaces de cumplir toda obra” (De incomprensibile Dei natura, 6). 2. Convertíos y creed en el Evangelio: esta llamada a la conversión es uno de los momentos significativos de la vida pública de Jesús. En ella descubrimos el rostro de Cristo. o La invitación a la conversión y a la fe en el Evangelio es la frase con que Cristo comienza su acción pública. Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia. • Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1489: "Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres. Es preciso pedir este don precioso para sí mismo y para los demás". La llamada a la conversión es uno de los «misterios de luz» del Rosario • La llamada a la conversión por parte de Jesús al inicio de su ministerio público, es uno de los «misterios de luz» establecidos por Juan Pablo II para el rezo y la contemplación de los misterios del Rosario (Cfr. Carta Apostólica «Rosarium Virginis Mariae», nn. 19 y 21). El Papa propone esta llamada a la conversión como uno de los cinco momentos significativos de la que se llama “la vida pública de Jesús”, desde el Bautismo a la Pasión. Juan Pablo II: “es misterio de luz la predicación con la cual Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, iniciando así el ministerio de la misericordia que Él continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia” (n. 21). o La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, su amor que es paciente y benigno. • En esta llamada descubrimos el rostro de Cristo, del mismo modo que en la contemplación de los otros misterios de su vida; a través de esta contemplación nuestro comportamiento “se orienta cada vez más según la ‘lógica’ de Cristo”, somos introducidos “de modo natural en la vida de Cristo y nos hace como ‘respirar’ sus sentimientos” (cfr. Carta Apostólica «Rosarium Virginis Mariae», n. 15). En este misterio concreto, nuestra conversión nos lleva al descubrimiento del rostro de Jesús en cuanto «misericordioso»: como acabamos de ver Juan Pablo II relaciona la conversión «con el ministerio de la misericordia que Jesús continuará ejerciendo hasta el fin del mundo». Ya había hecho esta relación de una manera explícita, con tono categórico, en la Encíclica «Dives in misercordia»: “La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, es decir, ese amor que es paciente y benigno (cf 1 Corintios 13,4) a medida del Creador y Padre: el amor, al que « Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo » (2 Corintios 1,3) es fiel hasta las últimas consecuencias en la historia de la alianza con el hombre: hasta la cruz, hasta la muerte y la resurrección de su Hijo. La conversión a Dios es siempre fruto del « reencuentro » de este Padre, rico en misericordia.” (cf n. 13). “Creer en el Hijo crucificado significa «ver al Padre» (cf Juan 4,9), significa creer que el amor está presente en el mundo y que ese amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia”; (...) “La cruz de Cristo es también una revelación radical de la misericordia, es decir, del amor que sale al encuentro de lo que constituye la raíz misma del mal en la historia del hombre: al encuentro del pecado y de la muerte”. (cf nn. 7-8). o Hay muchos aspectos a considerar en la riquísima realidad de la relación entre la conversión y la misericordia de Dios • Para indicar esa realidad, podemos considerar ahora - en forma de esquema o enunciado – algunos de ellos: cf. La alegría del perdón, parte II, pp. 52-111. 3 - La conversión es un elemento esencial de la vida cristiana: se inculca repetidamente en la Escritura; es necesaria para entrar en el Reino; es una respuesta de amor a la misericordia de Dios; la penitencia es señal de vitalidad eclesial. - La penitencia es una poderosa medicina. - La conversión es pureza de alma: su significado es abrirse a la fe y creer en el Evangelio; tiene como fruto la reconciliación. - Hay muchos motivos para vivir la penitencia: es necesaria para amar a Dios y para dominar las pasiones; reconcilia con Dios y con la Iglesia. - La conversión fundamental se realiza y verifica en el corazón del hombre: convertirse significa poner a Dios en primer lugar; en la conversión el hombre deja los ídolos falsos. - La conversión debe ser una disposición habitual, hemos de vivir convirtiéndonos continuamente al Señor: el auténtico conocimiento de Dios misericordioso es una constante e inagotable fuente de conversión. - Son múltiples las formas exteriores de la penitencia cristiana en que desemboca la conversión o penitencia interior: ayuno, oración, limosna, las exigencias de la justicia y del amor, la fidelidad perseverante en los deberes de estado; la aceptación de las dificultades provenientes del trabajo y de la convivencia humana, la paciencia en las pruebas de la vida; la conversión se manifiesta también en el sacramento de la penitencia. - Una consideración específica acerca de la prontitud en la conversión: en el cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental; la infinita misericordia de Dios es limitada, por parte del hombre, solamente por la falta de prontitud en la conversión y en la penitencia; las etapas de la conversión. - La importancia de la vigilancia en la vida cristiana: qué significa vigilar; el reconocimiento de la voz del Señor que llama a nuestra puerta; es vivir el tiempo en la amorosa contemplación del Señor; sólo el amor vigila, Jesús quiere el amor y por esto pide vigilar. - La conversión es obra del Espíritu Santo: la vida cristiana es vivir y caminar según el Espíritu; entre los efectos sorprendentes de la acción del Espíritu están aquellos que transforman al hombre de pecador en justo, y sostiene interiormente al hombre nuevo; la primera gracia del Espíritu Santo es la conversión. 3. El proceso de la conversión ha sido expuesto por Jesús en la parábola del «hijo pródigo». o Sólo el corazón de Cristo pudo revelarnos la misericordia de Dios de una manera tan llena de simplicidad y de belleza. • Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1439: “El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada «del hijo pródigo», cuyo centro es «el padre misericordioso» (Lc 15, 11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos éstos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza”. 4. Dios perdona cualquier ofensa cuando nos arrepentimos y pedimos perdón. • San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, n. 64: “Dios no se escandaliza de los hombres. Dios no se cansa de nuestras infidelidades. Nuestro Padre del Cielo perdona cualquier ofensa, cuando el hijo vuelve de nuevo a El, cuando se arrepiente y pide perdón. Nuestro Señor es tan Padre, que previene nuestros deseos de ser perdonados, y se adelanta, abriéndonos los brazos con su gracia. Mirad que no estoy inventando nada. Recordad aquella parábola que el Hijo de Dios nos contó para que entendiéramos el amor del Padre que está en los cielos: la parábola del hijo pródigo. Cuando aún estaba lejos, dice la Escritura, lo vio su padre, y enterneciéronsele las entrañas y corriendo a su encuentro, le echó los brazos al cuello y le dio mil besos. Estas son las palabras del libro 4 sagrado: le dio mil besos, se lo comía a besos. ¿Se puede hablar más humanamente? ¿Se puede describir de manera más gráfica el amor paternal de Dios por los hombres?” 5. El «hijo prodigo» somos en cierto sentido los hombres de todos los tiempos. • San Juan Pablo II, Enc. Dives in misericordia, n. 5: “Aquel hijo, que recibe del padre la parte de patrimonio que le corresponde y abandona la casa para malgastarla en un país lejano, « viviendo disolutamente », es en cierto sentido el hombre de todos los tiempos, comenzando por aquél que primeramente perdió la herencia de la gracia y de la justicia original. La analogía en este punto es muy amplia. La parábola toca indirectamente toda clase de rupturas de la alianza de amor, toda pérdida de la gracia, todo pecado”. 6. La conversión en San Pablo en la segunda Lectura de hoy. Ante las realidades terrestres: no haya indiferencia, pero sin olvidar su carácter relativo. o 7, 31 Los que negocian en el mundo, vivan como si no disfrutaran de él: porque la figura de este mundo se termina. • Biblia de Jerusalén, 1 Corintios 7, 31: “Pablo no invita a la indiferencia con respeto a las realidades terrestres. Quiere evitar que nos sumerjamos en ellas y que olvidemos su carácter relativo en relación con Cristo y su reino que viene”. La conciencia de la transitoriedad de la «escena de este mundo» no exime de ninguna tarea histórica. • Compendio de Doctrina Social, n. 264: “La conciencia de la transitoriedad de la «escena de este mundo» (cf. 1Corintios 7,31) no exime de ninguna tarea histórica, mucho menos del trabajo (cf. 2 Tesalonicenses 3,7-15), que es parte integrante de la condición humana, sin ser la única razón de la vida. Ningún cristiano, por el hecho de pertenecer a una comunidad solidaria y fraterna, debe sentirse con derecho a no trabajar y vivir a expensas de los demás (cf. 2 Tesalonicenses 3,6-12). Al contrario, el apóstol Pablo exhorta a todos a ambicionar «vivir en tranquilidad» con el trabajo de las propias manos, para que «no necesitéis de nadie» (1Tesalonicenses 4,11-12), y a practicar una solidaridad, incluso material, que comparta los frutos del trabajo con quien «se halle en necesidad» (Efesios 4,28). Santiago defiende los derechos conculcados de los trabajadores: «Mirad; el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos» (Santiago 5,4). Los creyentes deben vivir el trabajo al estilo de Cristo, convirtiéndolo en ocasión para dar un testimonio cristiano «ante los de fuera» (1Tesalonicenses 4,12). o La relación del cristiano con los valores de la existencia: matrimonio, propiedades, costumbres. Cfr. Romano Guardini, El Señor, Ediciones Cristiandad, pp. 596 ss. • 1 Corintios 7, 29-31: 29 Os digo pues hermanos: el tiempo se acaba. Por tanto, los que tienen mujer, que vivan como si no la tuvieran; 30 los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; 31 los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la figura de este mundo se termina. • “Estas frases, que se citan con frecuencia, pueden dar la impresión de que Pablo no sentía gran aprecio por el mundo y por los valores de la existencia humana, en particular por el matrimonio. Pero, de hecho, no hay ninguna tonalidad despectiva. No se hace aquí ninguna afirmación genérica, ni se enuncian principios universales, sino que estas palabras son fruto de la convicción del propio Pablo de que el retorno del Señor era una realidad inminente. (…) Si el Señor está cerca, ¿de qué sirve acumular posesiones? (…) Tampoco se puede decir sin más que Pablo estuviera, en principio, contra el matrimonio. Él es, precisamente, quien pone a Dios como fundamento del matrimonio, y el que ve su simbolismo más excelso en la unión de Cristo con su esposa, la Iglesia (Efesios 5, 20-28) 1 . (…) Así es como la existencia cristiana adquiere ese carácter de intensidad que se percibe no sólo en los escritos de Pablo, sino también en los Hechos de los Apóstoles y en los primeros escritores cristianos. Vivir 1 Efesios 5: “20 Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo. Los esposos cristianos 21 Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: 22 las mujeres, a sus maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. 24 Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: 26 Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, 27 y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. 28 Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. 5 el cristianismo significa estar preparados para lo que está a punto de producirse. Los no cristianos están ciegos; viven como la humanidad antes del diluvio. El cristiano, en cambio, sabe lo que va a suceder, y vive preparado para ello. De ahí que mantenga su actitud alerta; y de ahí, también, su vigor y hasta su audacia”. (pp. 596-97). 7. Otros aspectos de la conversión en el Catecismo de la Iglesia Católica o La conversión es un don del Espíritu Santo n. 1098 La Asamblea debe prepararse para encontrar a su Señor, debe ser "un pueblo bien dispuesto". Esta preparación de los corazones es la obra común del Espíritu Santo y de la Asamblea, en particular de sus ministros. La gracia del Espíritu Santo tiende a suscitar la fe, la conversión del corazón y la adhesión a la voluntad del Padre. Estas disposiciones preceden a la acogida de las otras gracias ofrecidas en la celebración misma y a los frutos de Vida nueva que está llamada a producir. n. 1433 Después de Pascua, el Espíritu Santo "convence al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16, 8 - 9), a saber, que el mundo no ha creído en el que el Padre ha enviado. Pero este mismo Espíritu, que desvela el pecado, es el Consolador (cf Jn 15, 26) que da al corazón del hombre la gracia del arrepentimiento y de la conversión (cf Hch 2, 36 - 38; Juan Pablo II, DeV 27 - 48). o La conversión se realiza mediante gestos de reconciliación Los gestos: atención a los pobres, defensa de la justicia, reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, el examen de conciencia, la dirección espiritual, etc. n. 1435 La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Am 5, 24; Is 1, 17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (cf Lc 9, 23). o Fuentes y alimento de la conversión. La Eucaristía, la Lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad. n. 1436 Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; "es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales" (Cc. de Trento: DS 1638). n. 1437 La lectura de la Sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados. o Fragilidad humana y conversión La vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados. n. 1426 La conversión a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibidos como alimento nos han hecho "santos e inmaculados ante él" (Ef 1, 4), como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es "santa e inmaculada ante él" (Ef 5, 27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama concupiscencia, y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios (cf DS 1515). Esta lucha es la de la conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos (cf DS 1545; LG 40). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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