martes, 28 de marzo de 2017

La Esperanza cristiana - 7. Jonás: esperanza y oración



1 Esperanza cristiana (7). Catequesis de Papa Francisco sobre la esperanza cristiana, en la Audiencia general del miércoles 18 de enero de 2017. La figura del profeta Jonás. Cuando Dios manda a Jonás a predicar en una ciudad, el profeta, que conoce la bondad del Señor y su deseo de perdonar, intenta alejarse de su tarea y huye. En su huida, durante la travesía por mar, estalla una tremenda tempestad, y Jonás baja a la bodega de la nave y se abandona al sueño. El capitán de la nave despierta a Jonás diciéndole: «¿Qué haces ahí dormido? ¡Levántate, invoca a tu Dios! A ver si Dios se ocupa de nosotros y no perecemos» (Jon 1,6). El instintivo horror de morir despierta la necesidad de esperar en el Dios de la vida. «A ver si Dios se ocupa de nosotros y no perecemos»: son las palabras de la esperanza que se convierte en oración, la súplica llena de angustia que sale de los labios del hombre ante un inminente peligro de muerte. Nos dirigimos a Dios en la necesidad como si fuese solo una oración interesada, y por eso imperfecta. Pero Dios conoce nuestra debilidad, sabe que nos acordamos de Él para pedir ayuda, y con la sonrisa indulgente de un padre, Dios responde benévolamente. Que el Señor nos haga entender este vínculo entre oración y esperanza. La oración te lleva adelante en la esperanza y cuando las cosas se ponen oscuras, ¡hace falta más oración! Y habrá más esperanza. Cfr. Papa Francisco, catequesis en la Audiencia General del miércoles 18 de enero de 2017- La Esperanza cristiana - 7. Jonás: esperanza y oración Queridos hermanos y hermanas, buenos días. En la Sagrada Escritura, entre los profetas de Israel, destaca una figura un poco anómala, un profeta que intenta desentenderse de la llamada del Señor, rechazando ponerse al servicio del plan divino de salvación. Se trata del profeta Jonás, de quien se narra su historia en un pequeño librito de solo cuatro capítulos, una especie de parábola portadora de una gran enseñanza, la de la misericordia de Dios que perdona. Jonás es un profeta “en salida” y ¡también un profeta en fuga! Es un profeta en salida al que Dios envía “a la periferia”, a Nínive, para convertir a los habitantes de aquella gran ciudad. Pero Nínive, para un israelita como Jonás, representaba una realidad amenazadora, el enemigo que ponía en peligro a la misma Jerusalén, y por tanto al que hay que destruir, y no precisamente salvar. Por eso, cuando Dios manda a Jonás a predicar a aquella ciudad, el profeta, que conoce la bondad del Señor y su deseo de perdonar, intenta alejarse de su tarea y huye. Durante su fuga, el profeta entra en contacto con paganos, los marineros de la nave en la que se había embarcado para alejarse de Dios y de su misión. Y huye lejos, porque Nínive estaba en la zona de Irak, y huye a España, huye en serio. Y es precisamente el comportamiento de esos hombres paganos, como luego será el de los habitantes de Nínive, el que nos permite hoy reflexionar un poco sobre la esperanza que, ante el peligro y la muerte, se expresa en oración. Porque durante la travesía por mar, estalla una tremenda tempestad, y Jonás baja a la bodega de la nave y se abandona al sueño. Los marineros en cambio, viéndose perdidos, «invocaron cada uno a su propio dios»: eran paganos (Jon 1,5). El capitán de la nave despierta a Jonás diciéndole: «¿Qué haces ahí dormido? ¡Levántate, invoca a tu Dios! A ver si Dios se ocupa de nosotros y no perecemos» (Jon 1,6). La reacción de esos “paganos” es la reacción normal ante la muerte, ante el peligro; porque es entonces cuando el hombre experimenta completamente su propia fragilidad y la necesidad de salvación. El instintivo horror de morir despierta la necesidad de esperar en el Dios de la vida. «A ver si Dios se ocupa de nosotros y no perecemos»: son las palabras de la esperanza que se convierte 2 en oración, la súplica llena de angustia que sale de los labios del hombre ante un inminente peligro de muerte. Demasiado fácilmente desdeñamos el dirigirnos a Dios en la necesidad como si fuese solo una oración interesada, y por eso imperfecta. Pero Dios conoce nuestra debilidad, sabe que nos acordamos de Él para pedir ayuda, y con la sonrisa indulgente de un padre, Dios responde benévolamente. Cuando Jonás, reconociendo las propias responsabilidades, se hace arrojar al mar para salvar a sus compañeros de viaje, la tempestad se aplaca. La muerte inminente lleva a esos hombres paganos a la oración, hizo que el profeta, a pesar de todo, viviese su propia vocación al servicio de los demás, aceptando sacrificarse por ellos, y ahora conduce a los sobrevivientes al reconocimiento del verdadero Señor y a la alabanza. Los marineros, que había rezado presos del miedo dirigiéndose a sus dioses, ahora, con sincero temor del Señor, reconocen al verdadero Dios y ofrecen sacrificios e hicieron votos. La esperanza, que les había llevado a rezar para no morir, se revela aún más poderosa y obra una realidad que va incluso más allá de lo que esperaban: no solo no perecen en la tempestad, sino que se abren al reconocimiento del verdadero y único Señor del cielo y de la tierra. Posteriormente, también los habitantes de Nínive, ante la perspectiva de ser destruidos, rezarán, movidos por la esperanza en el perdón de Dios. Harán penitencia, invocarán el Señor y se convertirán a Él, comenzado por el rey que, como el capitán de la nave, de voz a la esperanza diciendo: «¡Quién sabe si Dios se arrepiente, […] y no pereceremos!» (Jon 3,9). También para ellos, como para la tripulación en la tempestad, haber afrontado la muerte y haber salido salvos les llevó a la verdad. Así, bajo la misericordia divina, y más aún a la luz del misterio pascual, la muerte puede ser, como lo fue para san Francisco de Asís, “nuestra hermana muerte” y representar, para cada hombre y para cada uno de nosotros, la sorprendente ocasión de conocer la esperanza y de encontrar al Señor. Que el Señor nos haga entender este vínculo entre oración y esperanza. La oración te lleva adelante en la esperanza y cuando las cosas se ponen oscuras, ¡hace falta más oración! Y habrá más esperanza. Gracias. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Imprimir

Printfriendly