jueves, 6 de abril de 2017

Domingo tercero de Cuaresma, ciclo B (2012). Los mandamientos en el salmo 119: una ayuda para estimular la piedad de los israelitas hacia Dios, hacia la revelación divina.



1 Domingo tercero de Cuaresma, ciclo B (2012). Los mandamientos en el salmo 119: una ayuda para estimular la piedad de los israelitas hacia Dios, hacia la revelación divina. Cfr. 3 domingo de Cuaresma Ciclo B 11 de marzo 2012 Primera Lectura: Éxodo 20, 1-17 Éxodo 20, 1-17: En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.» En el Antiguo Testamento hay muchas alusiones a la Ley de Dios, que es denominada con diferentes palabras: los preceptos, los mandamientos, los decretos, los estatutos, los juicios, la palabra del Señor. Entre los numerosos lugares en los que podemos encontrar la veneración hacia la Ley de Dios, está un largo salmo, el 119, “compuesto después del destierro, más para ser leído y meditado personalmente con el fin de estimular la reverencia y la piedad hacia la Ley de Dios, que para ser proclamado en público. (...) es un salmo que lleva a desarrollar en la oración el agradecimiento, la súplica y la búsqueda de sabiduría al hilo de la contemplación de la bondad de Dios manifestada en la donación de la Ley”1 . Tiene 176 versículos, y se transcribe aquí una selección que refleja claramente esa finalidad de estimular la piedad israelita hacia la Ley de Dios, hacia la revelación divina 2 . 1 “Dichosos los de conducta íntegra, los que caminan en la Ley del Señor. 2 Dichosos los que guardan sus preceptos Y le buscan de todo corazón; 3 los que no cometen iniquidad, y andan por sus caminos. 14 En el camino de tus preceptos me deleito más que en todas las riquezas. 15 Quiero meditar en tus mandatos, y fijar la vista en tus senderos. 16 En tus estatutos pongo mi gozo, no olvidaré tus palabras. 18 Abre mis ojos para contemplar las maravillas de tu Ley. 19 Soy extranjero en la tierra: no me ocultes tus mandamientos. 23 Aunque los príncipes se sienten 1 Sagrada Biblia, Libros poéticos y sapienciales, Eunsa 2001, Nota a Salmo 119 2 Cf. Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer Bilbao 1998, comentario al Salmo 119. 2 para calumniarme, tu siervo medita en tus estatutos. 24 Pues tus preceptos son mi gozo, Y tus decretos mis consejeros. 32 Corro por el camino de tus mandamientos porque has dilatado mi corazón. 34 Dame inteligencia para guardar tu Ley, y observarla de todo corazón. 35 Encamíname por la senda de tus mandamientos, porque en ella me deleito. 45 Caminaré por vía espaciosa, pues estudio tus mandamientos. 46 Hablaré de tus preceptos ante los reyes, no me avergonzaré. 47 Me deleitaré en tus mandamientos, que tanto amo. 72 Mejor es para mí la Ley de tu boca que montones de oro y plata. 93 Jamás olvidaré tus mandatos, pues con ellos me das la vida. 94 Yo soy tuyo: sálvame, que voy buscando tus mandatos. 95 Me acechan los impíos para perderme, pero yo medito tus preceptos. 97 ¡Cuánto amo tu Ley, Señor! Es mi meditación el día entero. 98 Más sabio que mis enemigos me hace tu mandamiento, porque siempre me acompaña. 100 Tengo más discernimiento que los ancianos, porque guardo tus mandamientos. 103 ¡Qué dulces al paladar son tus palabras! Más que la miel en mi boca. 105 Antorcha es tu palabra ante mis pasos, luz en mi sendero. 125 Siervo tuyo soy: dame inteligencia para conocer tus preceptos. 130 La revelación de tus palabras ilumina, da inteligencia a los sencillos. 135 Haz brillar tu rostro sobre tu siervo y enséñame tus decretos. 155 Lejos de los impíos está la salvación, porque no buscan tus decretos. 174 Anhelo tu salvación, Señor; Tu Ley es mi gozo. 175 Viva mi alma para alabarte, que me socorran tus juicios. 176 Ando errante como oveja perdida: ven en busca de tu siervo, que no he olvidado tus mandamientos. www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana

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