domingo, 11 de junio de 2017

Sobre la fe y la razón. ¿Por qué ha perdido incidencia el cristianismo en el mundo? ¿Es porque faltan cristianos convencidos y convincentes, de ésos que no se dejan su fe en casa? ¿Acaso es la apatía general? ¿Hemos perdido la capacidad de asombro y de preguntarnos por el sentido de lo que nos rodea? El mundo necesita con urgencia testimonios que le saquen del letargo: éste es el diagnóstico que más ha podido escucharse en la última edición del Encuentromadrid, la propuesta cultural que, cada primavera, organiza el movimiento Comunión y Liberación. Se ha dado un fuerte empobrecimiento cultural en Occidente, paradójicamente en un tiempo de grandes avances tecnológicos.



1 Sobre la fe y la razón. ¿Por qué ha perdido incidencia el cristianismo en el mundo? ¿Es porque faltan cristianos convencidos y convincentes, de ésos que no se dejan su fe en casa? ¿Acaso es la apatía general? ¿Hemos perdido la capacidad de asombro y de preguntarnos por el sentido de lo que nos rodea? El mundo necesita con urgencia testimonios que le saquen del letargo: éste es el diagnóstico que más ha podido escucharse en la última edición del Encuentromadrid, la propuesta cultural que, cada primavera, organiza el movimiento Comunión y Liberación. Se ha dado un fuerte empobrecimiento cultural en Occidente, paradójicamente en un tiempo de grandes avances tecnológicos. Cfr. Se ha celebrado el Encuentromadrid 2011 - La fe ensancha la razón Alfa y Omega, n. 732, 7 de abril de 2011 ¿Por qué ha perdido incidencia el cristianismo en el mundo? ¿Es porque faltan cristianos convencidos y convincentes, de ésos que no se dejan su fe en casa? ¿Acaso es la apatía general? ¿Hemos perdido la capacidad de asombro y de preguntarnos por el sentido de lo que nos rodea? El mundo necesita con urgencia testimonios que le saquen del letargo: éste es el diagnóstico que más ha podido escucharse en la última edición del Encuentromadrid, la propuesta cultural que, cada primavera, organiza el movimiento Comunión y Liberación Un momento del acto de clausura del Encuentromadrid 2011 El lema de la edición del Encuentromadrid 2011, Inteligencia de la fe, inteligencia de la realidad, está tomando de un discurso del Papa Benedicto XVI al Consejo Pontificio para los Laicos. Se trata -explicó el Delegado del Gran Canciller para las instituciones académicas San Dámaso, don Javier Prades- de «recuperar la incidencia de la fe en la vida social», perdida o debilitada a raíz del divorcio entre fe y razón desde la modernidad. A la vez, es preciso resolver el divorcio en la propia vida personal de cada uno, de modo que la fe no quede relegada a una pequeña parcela. Una fe así no es relevante. «A nadie le interesa una fe que en mí mismo no abarca toda la realidad», añadió. No es un problema que deba preocupar sólo a los cristianos. El resultado de este proceso ha sido un fuerte empobrecimiento cultural en Occidente, paradójicamente en un tiempo de grandes avances tecnológicos. A raíz de esta secularización, el profesor Prades describe un debilitamiento de la razón, que se refleja «en la dificultad para reconocer y acoger la realidad tal como nos aparece inmediatamente, es decir, manifestando su fundamento misterioso, sin plegarla a una medida de lo que yo ya creo saber de antemano». Dicho así -reconoce- , el asunto «parece muy filosófico, pero las consecuencias son muy reales para la vida de todos nosotros. Nuestra experiencia del amor, de la enfermedad o de la muerte...», por ejemplo, cambian radicalmente cuando no se excluye de antemano ese misterio, que se nos aparece tras cada realidad, «como manifestando algo más». La propia concepción del hombre se ha empobrecido. «Si se debilita la percepción que tengo de la realidad, si me quedo en las apariencias, se debilita también la percepción que tengo de mí mismo. Se hace difícil que me perciba en toda la profundidad de lo que soy». o Pasión por el mundo 2 Una joven de los numerosos visitantes que acudieron a contemplar la exposición sobre el cardenal Newman Sólo una fe sin miedo a medirse con las exigencias de la razón, como pide el Papa, es capaz de llenar ese vacío. Así lo afirma el comunicado final de este Encuentromadrid, celebrado del 1 al 3 de abril, en la Casa de Campo: «Hemos podido experimentar que es posible ensanchar la razón más allá de los límites en los que habitualmente está encerrada por indiferencia, inercia, o por ciertos prejuicios culturales», se lee en el documento. «Cuando la dimensión religiosa se convierte en criterio de juicio crítico, se abre la perspectiva de liberación a que el hombre moderno aspira. Es esa búsqueda del sentido de las cosas la que puede responder a los retos históricos, la que nos pone en la mejor condición para afrontar los problemas que tiene nuestro país, la que nos permite encontrarnos con todos». Esa fe, explicó el filósofo italiano Massimo Borghesi, no puede ser autoritaria ni simple fruto de la costumbre; debe ser «una fe personal y libre», enraizada en el sentido religioso del hombre, en su inclinación natural a la búsqueda de sentido. Una fe así hace que «no seamos conformistas, sino inquietos». Y esto sólo puede ocurrir si existe una «pasión por el mundo», ya que, «si no amamos, el sentido religioso no tiene lugar. Es el afecto por una porción de la realidad lo que nos mueve». Y eso es justamente lo que ha querido mostrar el Encuentromadrid -explicó su Presidente, don Rafael Gerez-, «a través de la presencia de personas que documentan una humanidad distinta en todos los campos de la vida social: escuela y universidad, trabajo y empresa, política y compromiso en las instituciones». El caso de la educación, presente en todas las ediciones del Encuentro, refleja este planteamiento con claridad. «Educar es enseñar a conocer la realidad», afirma don Juan Ramón de la Serna, director del colegio John Henry Newman, de Madrid. «El fracaso escolar es el fracaso existencial, es la pérdida del interés por la vida; no puede reducirse a no superar una etapa académica». Todas las propuestas de Encuentromadrid presuponen, además, un modelo social participativo, de modo que cada cual aporte lo mejor de sí mismo. Ha destacado, en este sentido, la presencia de Philip Blond, asesor del Gobierno británico e ideólogo del proyecto Big Society. Frente al estatalismo asfixiante que promueve la izquierda, y el individualismo exacerbado que ha promovido a veces la derecha, Blond propone fomentar la participación a través del asociacionismo. «Si las personas se encuentran, se puede afrontar cualquier situación», dijo. Ricardo Benjumea Acogida a los inmigrantes Buscar la verdadera belleza une a los hombres Seis millones de inmigrantes viven en España. La mayoría han venido en busca de trabajo, pero también hay refugiados que huyen de la guerra y la tortura, con historias terribles a sus espaldas. Convivimos con ellos. Es algo que nos toca a todos a diario. Y podemos verlos como un problema o, por el contrario, acogerlos y 3 descubrirlos como posibilidad de un bien para nuestra vida. A partir de este planteamiento, Encuentromadrid abordó la cuestión de la inmigración en una mesa redonda en la que se mostraron tres experiencias de acogida que parten de la fe cristiana. El Centro de Integración y Participación hispano-dominicano en Tetuán, que gestiona la ONG Cesal, ha atendido a 6.000 inmigrantes, en sus cuatro años de actividad. Su director, don Raúl Jiménez, explicó que el método que sigue el centro es «partir de cada persona que se nos pone delante; de sus necesidades, capacidades, deseos y preocupaciones». A su juicio, éste es el único modo de reconstruir la vida de quienes escapan de las bandas violentas, o acuden a este lugar asfixiados por las enormes dificultades. Doña Maria Thèrèse Mitsindo, refugiada ruandesa e iniciadora de la Cooperativa Karibú que acoge en Roma mujeres que han sido víctimas de la violencia o de las redes de prostitución, relató: «Cuando una de estas mujeres llama a nuestra puerta, le preguntamos: ¿Quién eres tú verdaderamente?» Así comienza una relación que las ayuda a recuperar una estima por su propia vida y su historia. Y el sacerdote don Antonio Anastasio, párroco de San Juan Bautista, en Fuenlabrada (Madrid), habló de la insólita amistad que se ha fraguado entre algunos de sus feligreses y los inmigrantes musulmanes del barrio, que atraviesan por una situación dramática debido a la crisis y el paro. «No somos totalmente iguales ni totalmente diferentes. Somos iguales en el punto más determinante de nuestra humanidad: todos deseamos ser felices. La búsqueda de la verdadera belleza une a todos los hombres». Ignacio Santa María «Nuestro catolicismo es triste y burgués» Es el día de Navidad en Paraguay. El padre don Aldo trabaja con jóvenes delincuentes entre 13 y 16 años. Algunos han cometido delitos de sangre. El sacerdote don Julián de la Morena, de la Fraternidad San Carlos Borromeo -responsable de Comunión y Liberación en Iberoamérica-, celebró con ellos la festividad del Nacimiento de Jesús: «Ellos me ayudaron a entender qué era la Navidad: Dios envió a su Hijo al mundo por amor, sin que nosotros hiciésemos ningún mérito. Del mismo modo, nosotros estábamos amando a aquellos chicos. En aquel lugar había más conciencia celebrando la cena de Navidad que en muchas familias católicas». Éste es un testimonio de que La fe abre la inteligencia a la realidad, lema con el que rezaba el acto conclusivo del Encuentromadrid 2011. «La belleza del testimonio -que es la fe abierta a la inteligencia de la realidad- está en la caridad. Que alguien se movilice frente a la necesidad del otro es un hecho que puede llegar a fulminar toda la ideología del mundo», constató el sacerdote. Doña Marta Cartabia, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad Bicocca, de Milán, aclaró que el problema radica en «entender la religión como un moralismo», lo que impide a la fe «irradiar luz sobre toda la vida de una persona». Muchos católicos tienen la personalidad dividida: «En casa tienen una cara; en el trabajo, otra; en la Iglesia otra...» Esta debilidad provoca que «nos encontremos al albur de la mentalidad que domina los ambientes en los que nos encontramos. Los católicos vamos a nuestros círculos a decir lo que no nos atrevemos a decir en público». En España, según don Julián de la Morena, abunda «un catolicismo triste y burgués. Como la sociedad está mal, buscamos oasis para vivir la fe», y puso de ejemplo la búsqueda de «buenos colegios para nuestros hijos, donde aislarlos del mundo, esperando que pase el temporal. Pero la Iglesia debe estar en la ciudad, y la vida cotidiana dentro de la Iglesia». Cristina Sánchez Protagonistas de la vida Se proyecta un video. Hablan pacientes de enfermedades muy graves, la mayoría terminales. Hablan sus familiares, con un dolor desgarrador. Alguna madre que ha visto morir a su hijo en brazos, tras una larga enfermedad. Hablan los profesionales sanitarios que trabajan día a día ante el sufrimiento y la enfermedad. Se hace un silencio contenido en la sala. El espectador piensa que no está preparado para mirar de frente el dolor y la muerte. ¡Qué fácil es hacer lo que hacen todos: mirar para otro lado! Sin embargo, los organizadores de este encuentro, sanitarios integrantes de la Asociación Medicina y Persona, han querido mirarlos de frente y mostrar esa cadena de testimonios que 4 certifican que la enfermedad es un drama, pero no una tragedia, y que, aun en las situaciones de mayor gravedad, el paciente puede ser protagonista de su vida. También se lo han querido mostrar a sus colegas, los profesionales sanitarios; aquellos que empezaron a ejercer su profesión con mucho ímpetu y vocación, pero que, tras convivir mucho tiempo con el dolor, se han terminado quemando y se olvidan de acompañar a los pacientes en su sufrimiento. Frente a la mentalidad que les recomienda no implicarse y no mojarse, hay sanitarios que han abrazado hasta el fondo a sus pacientes, mirando su Destino. Los han llevado de la mano, a lo largo de la enfermedad, a ellos y a sus familiares, hasta el último aliento. Si estuviéramos en los últimos meses o semanas de nuestra vida, ¿quién no quisiera ser cuidado así? Puede parecer el fin, pero cuando alguien nos mira así, aparece otra posibilidad en el horizonte: que la muerte no sea el fin, sino el inicio de una vida nueva, como señalaba el cardiólogo italiano Felice Achilli. Raquel Martín www.parroquiasantamonica.com

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