viernes, 14 de julio de 2017

Abusos sexuales a menores en Alemania, en las instituciones de la Iglesia, desde 1995. Cada año, se producen un millón de casos de abusos sexuales a menores en Alemania, según el Instituto de Criminología de Hannover. En las instituciones de la Iglesia, desde 1995, se han detectado 94. Un solo caso siempre sería ya demasiado, y la Iglesia no ahorra esfuerzos para investigarlos todos a fondo.


1 Abusos sexuales a menores en Alemania, en las instituciones de la Iglesia, desde 1995. Cada año, se producen un millón de casos de abusos sexuales a menores en Alemania, según el Instituto de Criminología de Hannover. En las instituciones de la Iglesia, desde 1995, se han detectado 94. Un solo caso siempre sería ya demasiado, y la Iglesia no ahorra esfuerzos para investigarlos todos a fondo. Cfr. El Papa y los obispos alemanes plantan cara a los abusos sexuales - «Queremos la verdad» Alfa y Omega, n. 681, 18 de marzo de 2010 Cada año, se producen un millón de casos de abusos sexuales a menores en Alemania, según el Instituto de Criminología de Hannover. En las instituciones de la Iglesia, desde 1995, se han detectado 94. Un solo caso siempre sería ya demasiado, y la Iglesia no ahorra esfuerzos para investigarlos todos a fondo. Mientras, algunos aprovechan para tratar de ensuciar la imagen de la Iglesia, lanzando incluso sus dardos contra el Papa El Papa recibe, el pasado viernes, al Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana Informaba el 10 de marzo la agencia Associated Press: «Los escándalos de abuso a niños en Alemania han alcanzado al hermano mayor del Papa Benedicto XVI y están cercando al propio Pontífice». La bomba la había lanzado el diario Süddeutsche Zeitung: a comienzos de los años 80, siendo arzobispo de Munich el cardenal Ratzinger, la archidiócesis acogió a un sacerdote de Essen, con precedentes de abuso sexual, y le reintegró pasado un tiempo en el ministerio; unos años después, el sacerdote abusó sexualmente de menores. La archidiócesis de Munich pudo dar respuesta inmediata a esta noticia, porque había investigado todo lo relativo a este viejo caso, que ahora el diario muniqués desempolvaba para arremeter contra el Papa. El entonces arzobispo Ratzinger se limitó a acepar que el sacerdote -explicó la archidiócesis- se sometiera en Munich a un tratamiento terapéutico, y fue ajeno a la decisión de reintegrarle al ministerio, que tomó el Vicario General, pensando que el sacerdote estaba curado, mientras el cardenal Ratzinger se disponía a mudarse a Roma. Unos días antes, el nombre del hermano del Papa apareció en la prensa vinculado al escándalo de los escándalos sexuales: siendo director musical del Coro de Ratisbona, se produjo al menos un caso de abuso sexual en la residencia de estudiantes. Georg Ratzinger niega tener conocimiento de ello, y así lo han avalado varios testigos, pero bastó su confesión a una emisora de radio de haber propinado algún cachete a algún chico, para que se le haya presentado como a un hombre irascible y maltratador de menores. «Es evidente que algunos han buscado -con un cierto ensañamiento, en Ratisbona y Munichelementos para involucrar personalmente al Santo Padre en las cuestiones de los abusos», dijo el pasado domingo, en un comentario emitido en Radio Vaticano, el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Información de la Santa Sede. «Para todo observador objetivo, queda claro que estos esfuerzos han fracasado», prosiguió. Estas maniobras mediáticas, sin embargo, no apartan al Papa y a los obispos alemanes de su objetivo, según el padre Lombardi: «Reconocer la verdad y ayudar a las víctimas, reforzar la 2 prevención y la colaboración de una manera contractiva junto a las autoridades». De hecho, «el Santo Padre ha alentado la línea de los obispos alemanes, que puede ser considerada un modelo muy útil e inspirador para otras Conferencias Episcopales que tengan que afrontar problemas análogos». La primera premisa es la transparencia. «Queremos descubrir la verdad y llegar a una aclaración legal, incluso cuando se nos presentan casos que se remontan a un pasado lejano. Las víctimas tienen este derecho», explicó, en un comunicado, el arzobispo de Friburgo y Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, monseñor Robert Zollitsch, tras reunirse el viernes con el Papa, a quien informó sobre la reciente Asamblea Plenaria del Episcopado alemán. El Papa conoce bien las medidas que se aplican en Alemania, desde donde -como marca la norma para toda la Iglesia- deben derivarse los casos a Roma, si el obispo detecta indicios de culpabilidad. Así lo estableció Benedicto XVI, en 2001, siendo Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Lo ha recordado estos días la Santa Sede, con la difusión de una entrevista al diario Avvenire de monseñor Charles J. Scicluna, promotor de justicia en la Congregación. La Canciller alemana, Angela Merkel, también ha reconocido los esfuerzos del Papa y los obispos. El próximo 23 de abril, la Iglesia participará, en Berlín, en la Mesa redonda para abordar la prevención de abusos, con los grupos sociales más relevantes en el sistema educativo alemán, convocada por los Ministerios de Familia y Cultura. La trifulca política ha estallado por unas palabras de la ministra de Justicia, Sabine LeutheusserSchnarrenberger, acusando a la Iglesia de obstaculizar la acción de los jueces. La ministra pertenece al socio menor de la coalición, los liberales, y la Canciller no ha querido desacreditarla, a diferencia de la ministra de Familia, Kristina Schroeder, de la CDU. Y no sólo ella. La nueva Secretaria General del Partido Socialdemócrata, Andrea Nahles, en declaraciones al diario Frankfurter Allgemeine, ha pedido a la ministra que «no haga como si sólo debieran buscarse culpables en la Iglesia». Desde el episcopado, el obispo de Ratisbona, monseñor Müller, calificó la acusación de «falsa y difamatoria». Y en declaraciones al diario italiano La Stampa, sacó a relucir la pertenencia de la ministra a «un tipo de asociación masónica, que quiere normalizar la pedofilia y despenalizarla», dijo, en referencia a la Unión Humanista. Ese asunto estaba ya en el debate público, porque en línea con los postulados sesentayochistas, algunos llegan a proponer reformas en la Ley Fundamental para incluir la libertad de los menores a elegir su identidad sexual. En las últimas semanas, estas voces han enmudecido. Ricardo Benjumea

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