sábado, 25 de febrero de 2017

Domingo 8 Tiempo Ordinario Año A




Ø     Domingo 8º del Tiempo Ordinario, Ciclo A (26 de febrero de 2017). La esperanza cristiana. ¿Qué
quiere decir el Señor con las palabras “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura”? La búsqueda del Reino de Dios incluye también  nobles realidades humanas. Aquellas palabras del Señor, que ordena a los siervos de la parábola: “Negociad los talentos hasta que vuelva” (Lc 19, 13), no pueden ser entendidas en un sentido meramente espiritualista, como si el hombre fuera sólo alma. El abandono en la providencia de Dios y el desprendimiento, no suponen una alienación del mundo sino el descubrimiento de valores más profundos. La auténtica fe implica un profundo deseo de cambiar el mundo. Cristo nos previene frente al peligro de trastocar el orden de valores y amar a las criaturas por encima del Creador. Pero también nos advierte del peligro de la pereza y de la cobardía, del peligro de enterrar en tierra el talento otorgado por el Señor. En el desarrollo humano todos debemos ser protagonistas. El trabajo: vínculo de unión con los demás y participación en la obra creadora de Dios. 

v     Cfr. Domingo 8º  del Tiempo Ordinario Ciclo A

26 de febrero  de 2017
Isaías 49, 14-15; Salmo 61; 1 Corintios 4, 1-5; Mateo 6, 24-34

Mateo 6, 24-34: 24 Nadie puede servir a dos señores, porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o prestará su adhesión al primero y menospreciará al segundo: no podéis servir a Dios y a las riquezas. 25 Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? 26 Fijaos en las aves del Cielo, que no siembran, ni siegan, ni almacenan en graneros, y vuestro Padre Celestial las alimenta. ¿Es que no valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Quién de vosotros por mucho que cavile puede añadir un solo codo a su edad? 28 Y acerca del vestir, ¿por qué preocuparos? Contemplad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan, 29 y yo os digo que ni Salomón en toda su gloria pudo vestirse como uno de ellos. 30 Si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios la viste así, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! 31 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer, qué vamos a beber, con qué nos vamos a vestir? 32 Por todas esas cosas se afanan los paganos. Bien sabe vuestro Padre Celestial que de todo eso estáis necesitados.33 Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. 34 Por tanto, no os preocupéis por el mañana, porque el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su contrariedad.

Buscad, pues, primero el Reino de Dios y su justicia,
y todo lo demás se os dará por añadidura.
(Mateo 6, 33)
Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré
(Salmo responsorial, 61, 2-3.6-7. 8-9AB)

1.  LA ESPERANZA CRISTIANA

      Cfr. San Juan Pablo II, Homilía para las familias indígenas, Viaje a México, 11 de mayo de 1990

v     Jesús nos habla, en el evangelio de hoy, de la providencia divina y de la esperanza.

            Cfr. Mateo 6, 24-34
De esta providencia divina nos habla también Jesús en el evangelio: “Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro padre celestial las alimenta... Observad los lirios del campo, cómo crecen... Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?” (Mt 6, 26. 28. 30).
Estas palabras de Cristo constituyen un llamado a la esperanza. Si Dios se preocupa con paterna solicitud de las aves del cielo; si Dios viste a las hierbas del campo, ¿cómo dejará de preocuparse por el hombre? ¿Cómo podría abandonar a la única criatura de la tierra que ha amado por sí misma? (cf. Gaudium et spes, 24)

o     La esperanza cristiana tiene una meta que está más allá de esta vida, pero es también esperanza para esta vida. Nada de lo que se puede y debe realizar mediante el esfuerzo solidario de todos y la gracia divina en un momento dado de la historia, para hacer " más humana " la vida de los hombres, se habrá perdido ni habrá sido en vano.

§         “La Iglesia sabe bien que ninguna realidad temporal se identifica con el Reino de Dios, pero que todas ellas no hacen más que reflejar y en cierto modo anticipar la gloria de ese Reino, que esperamos al final de la historia, cuando el Señor vuelva.
Pero la espera no podrá ser nunca una excusa para desentenderse de los hombres en su situación personal concreta y en su vida.
La esperanza cristiana tiene, ante todo, una meta que está más allá de esta vida; es la virtud por la que ponemos nuestra confianza en Dios, el cual nos dará las gracias que necesitamos para llegar al cielo. Es allí, sobre todo, donde se harán realidad las palabras: “Convertiré todos mis montes en caminos, y mis calzadas serán levantadas” (Is 49, 11). “No tendrán hambre ni sed, ni les hará daño el bochorno ni el sol, pues el que tiene piedad de ellos los conducirá y a manantiales de agua los guiará” (Ibíd. 49, 10).
Sin embargo, la esperanza cristiana es también esperanza para esta vida. Dios quiere la felicidad de sus hijos, también aquí en este mundo.  
“La Iglesia —he escrito en la Encíclica “Sollicitudo Rei Socialis”— sabe bien que ninguna realidad temporal se identifica con el Reino de Dios, pero que todas ellas no hacen más que reflejar y en cierto modo anticipar la gloria de ese Reino, que esperamos al final de la historia, cuando el Señor vuelva. Pero la espera no podrá ser nunca una excusa para desentenderse de los hombres en su situación personal concreta y en su vida social, nacional e internacional, en la medida en que ésta —sobre todo ahora— condiciona a aquella. Aunque imperfecto y provisional, nada de lo que se puede y debe realizar mediante el esfuerzo solidario de todos y la gracia divina en un momento dado de la historia, para hacer " más humana " la vida de los hombres, se habrá perdido ni habrá sido en vano” (Sollicitudo Rei Socialis, 48).

v     ¿Qué quiere decir el Señor con las palabras “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura”?.

o     La búsqueda del Reino de Dios incluye también  nobles realidades humanas. Aquellas palabras del Señor, que ordena a los siervos de la parábola: “Negociad los talentos hasta que vuelva” (Lc 19, 13), no pueden ser entendidas en un sentido meramente espiritualista, como si el hombre fuera sólo alma.

“Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura”. (Mt 6, 33) ¿Qué quiere decir el Señor con estas palabras? ¿En qué consiste este objetivo primordial? ¿Qué hemos de hacer para buscar, en primer lugar, el Reino de Dios?
Conocéis bien la respuesta. Sabéis que para alcanzar la vida eterna es preciso cumplir los mandamientos, es preciso vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, que nos son transmitidas continuamente por su Iglesia. Por eso, queridos hermanos, os animo a comportaros siempre como buenos cristianos, a cumplir los mandamientos, a asistir a misa los domingos, a cuidar vuestra formación cristiana acudiendo a las catequesis que vuestros pastores imparten, a confesaros con frecuencia, a trabajar, a ser buenos padres y esposos fieles, a ser buenos hijos. No caigáis en la seducción de los vicios, como el abuso del alcohol, que tantos estragos causa: ni prestéis vuestra colaboración al narcotráfico, causa de la destrucción de tantas personas en el mundo.  
Y, acompañando ese esfuerzo por vivir cristianamente, habrá también un empeño por mejorar vuestra situación humana en sus más variados aspectos: cultural, económico, social y político. La búsqueda del Reino de Dios incluye también esas nobles realidades humanas. Aquellas palabras del Señor, que ordena a los siervos de la parábola: “Negociad los talentos hasta que vuelva” (Lc 19, 13), no pueden ser entendidas en un sentido meramente espiritualista, como si el hombre fuera sólo alma.
§         Cristo nos previene frente al peligro de trastocar el orden de valores y amar a las criaturas por encima del Creador. Pero también nos advierte del peligro de la pereza y de la cobardía, del peligro de enterrar en tierra el talento otorgado por el Señor. En el desarrollo humano todos debemos ser protagonistas.
Cristo nos previene frente al peligro de trastocar el orden de valores y amar a las criaturas por encima del Creador: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24); pero también nos advierte del peligro de la pereza y de la cobardía, del peligro de enterrar en tierra el talento otorgado por el Señor (cf. Ibíd. 25, 25). El desarrollo humano contribuye a la instauración del Reino (Gaudium et spes, 39). Y en ese desarrollo, cada uno debe ser protagonista (Populorum progressio, 55).
Deben serlo en primer lugar, aquellos a quienes incumbe una mayor responsabilidad social o posibilidades económicas. Estos han de recordar que son sólo administradores de esos bienes y que deberán dar cuenta de su administración (cf. Lc 16, 2).
Han de ser igualmente protagonistas los menos favorecidos. Lo que he escrito en la Encíclica “Sollicitudo Rei Socialis” haciendo referencia a los países (cf. Sollicitudo Rei Socialis, 44) , ha de aplicarse también a los individuos: el desarrollo humano exige espíritu de iniciativa por parte de las mismas personas que lo necesitan. Cada uno debe actuar de acuerdo con su propia responsabilidad, sin esperar todo de las estructuras sociales, asistenciales, o políticas, o de la ayuda de otras personas con más posibilidades. “Cada uno debe descubrir y aprovechar lo mejor posible el espacio de su propia libertad. Cada uno debería llegar a ser capaz de iniciativas que respondan a las propias exigencias de la sociedad” (Ibíd.).
Por tanto, queridos hermanos y hermanas, habéis de esforzaros en poner los medios que estén a vuestro alcance sabiendo, por otra parte, que hemos puesto en Dios toda nuestra confianza: “¿Quién de vosotros puede por más que se preocupe, añadir una hora al tiempo de su vida?” (Mt 6, 27).

2.  El trabajo: vínculo de unión con los demás. Fuente de recursos para  sostener la propia familia y medio de contribuir a la mejora de la sociedad.

v     El trabajo: participación en la obra creadora de Dios

            Cfr. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 47
El trabajo acompaña inevitablemente la vida del hombre sobre la tierra. Con él aparecen el esfuerzo, la fatiga, el cansancio: manifestaciones del dolor y de la lucha que forman parte de nuestra existencia humana actual, y que son signos de la realidad del pecado y de la necesidad de la redención. Pero el trabajo en sí mismo no es una pena, ni una maldición o un castigo: quienes hablan así no han leído bien la Escritura Santa.
Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su domino sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.
Para un cristiano, esas perspectivas se alargan y se amplían. Porque el trabajo aparece como participación en la obra creadora de Dios, que, al crear al hombre, lo bendijo diciéndole: Procread y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla, y dominad en los peces del mar, y en las aves del cielo, y en todo animal que se mueve sobre la tierra (Génesis 1,28). Porque, además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora.

v     El trabajo: ayuda a quien tiene necesidad

            Cfr. Ibid. Es Cristo que pasa, 49
El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas. Entre las indicaciones, que San Pablo hace a los de Éfeso, sobre cómo debe manifestarse el cambio que ha supuesto en ellos su conversión, su llamada al cristianismo, encontramos ésta: el que hurtaba, no hurte ya, antes bien trabaje, ocupándose con sus manos en alguna tarea honesta, para tener con qué ayudar a quien tiene necesidad (Efesios 4, 28).. Los hombres tienen necesidad del pan de la tierra que sostenga sus vidas, y también del pan del cielo que ilumine y dé calor a sus corazones. Con  vuestro trabajo mismo, con las iniciativas  que se promuevan a partir de esa tarea, en vuestras conversaciones, en vuestro trato, podéis y debéis concretar ese precepto apostólico.
Si trabajamos con este espíritu, nuestra vida, en medio de las limitaciones propias de la condición terrena, será un anticipo de la gloria del cielo, de esa comunidad con Dios y con los santos, en la que sólo reinará el amor, la entrega, la fidelidad, la amistad, la alegría. En vuestra ocupación profesional, ordinaria y corriente, encontraréis la materia —real, consistente, valiosa— para realizar toda la vida cristiana, para actualizar la gracia que nos viene de Cristo.
En esa tarea profesional vuestra, hecha cara a Dios, se pondrán en juego la fe, la esperanza y la caridad. Sus incidencias, las relaciones y problemas que trae consigo vuestra labor, alimentarán vuestra oración. El esfuerzo para sacar adelante la propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es esencial para el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos que existen siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más humildad, más comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el servicio de los demás y de Dios.

3. La auténtica fe implica un profundo deseo de cambiar el mundo

     Cfr. Papa Francisco, Evangelii gaudium, n. 183
·         “Una auténtica fe –que nunca es cómoda e individualista– siempre implica un profundo deseo de cambiar el
mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra. Amamos este magnífico planeta donde Dios nos ha puesto, y amamos a la humanidad que lo habita, con todos sus dramas y cansancios, con sus anhelos y esperanzas, con sus valores y fragilidades. La tierra es nuestra casa común y todos somos hermanos. Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est , n. 28, 25 diciembre 2005). Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor. De eso se trata, porque el pensamiento social de la Iglesia es ante todo positivo y propositivo, orienta una acción transformadora, y en ese sentido no deja de ser un signo de esperanza que brota del corazón amante de Jesucristo”. 

Vida Cristiana


“Para un agnóstico como yo, el concepto cristiano de redención resulta fascinante” . Roland Joffé, director de las películas “Los gritos del silencio”, “La Misión”, “Encontrarás dragones”, etc.




1 “Para un agnóstico como yo, el concepto cristiano de redención resulta fascinante” . Roland Joffé, director de las películas “Los gritos del silencio”, “La Misión”, “Encontrarás dragones”, etc. Roland Joffé habla de su última película, “Encontrarás dragones” El 25 de marzo se ha estrenado en España Encontrarás dragones (There Be Dragons), el retorno a la primera división de Roland Joffé, autor de clásicos modernos como Los gritos del silencio o La misión, y de películas notables como La ciudad de la alegría o Vatel. Jerónimo José Martín, Aceprensa, 18 Marzo 2011 El director, guionista y productor londinense desvela en esta entrevista algunas de las claves de esta producción internacional –mayoritariamente española–, en la que recrea libremente algunos episodios de la vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer durante la Guerra Civil española, pocos años después de fundar el Opus Dei. — ¿Cuáles han sido sus principales desafíos en esta película? — Por un lado, me ha costado recrear la España de la Guerra Civil. Y, por otro, equilibrar los diversos amores que se entrecruzan en el filme: el amor de un santo hacia Dios y un intenso amor humano en el contexto del odio de una guerra. La película intenta reflejar todos esos aspectos del ser humano, a veces contradictorios, que sólo pueden verse con claridad si se despliegan como una flor. — ¿Ha estudiado mucho la vida de San Josemaría? — He leído todo lo que he podido sobre él. Por supuesto, sus biografías, especialmente los tres tomos escritos por Andrés Vázquez de Prada y el testimonio de su sucesor, Álvaro del Portillo. Y también he tenido acceso a sus apuntes íntimos y a diversos diarios de los lugares donde vivió. o Un hombre con un don para unir — ¿Y qué le atrajo de él? — Muchas cosas, pero en la película he querido subrayar sobre todo su comprensión hacia todos, su capacidad para superar las discrepancias políticas y huir de la violencia en la defensa de las propias convicciones. Pienso que Josemaría tenía un don para unir, para integrar perspectivas aparentemente contradictorias. Por ejemplo, durante la Guerra Civil española decía a sus jóvenes seguidores: “Es cierto que están persiguiendo a la Iglesia, y que hemos de defendernos. Pero tampoco podemos olvidar las injusticias sociales que existen. Parecen aspectos divergentes, pero Dios nos ha dado un cerebro para encontrar el modo de hacerlos compatibles”. Haciendo honor a lo que él dijo, en la película su personaje insiste en que nunca hay que olvidar la humanidad de todas las personas. Uno de sus seguidores le pregunta: “¿Aunque estén equivocados?”. Y él responde: “Sí, aunque estén equivocados”. Esa premisa me acompañó en todo momento. No es un eslogan; es una idea muy importante que hay que estudiar a fondo: la plena dignidad de cada persona. En la película no quería adoptar posturas ideológicas, ni señalar con un dedo acusador a unos o a otros. Intenté hallar una forma de sumergirme en la guerra y mostrar dentro de ella a los personajes como auténticos seres humanos, y no como arquetipos políticos o ideológicos. “Un santo no es un supercristiano, un superhéroe que va por ahí con su capa” 2 A cada santo se le exigen respuestas específicas en razón de las circunstancias históricas que le toca vivir. En sus años de formación, Josemaría sintió la presión de las mismas posiciones políticas enfrentadas que luego estallaron en la Guerra Civil. Unas posiciones, por cierto, no muy distintas de las sufrieron los protagonistas de La misión doscientos años antes. o Capacidad de redención — Otro tema que subraya su película es la capacidad humana de redención y santidad, incluso en circunstancias de guerra tan terribles como usted muestra. — La guerra es una especie de brutalidad condensada. No cabe dulcificarla. Pero, para un agnóstico como yo, el concepto cristiano de redención resulta fascinante. Es un mensaje de perdón, de reconciliación, ante el que me quito el sombrero. Josemaría añadió a ese mensaje la idea de que todo ser humano es capaz de ser santo. Estudiando su vida, uno comprende que un santo no es un supercristiano, un superhéroe que va por ahí con su capa. De hecho, es un ser humano como los demás, pero que es capaz de hacer actos heroicos –de santidad– muy cotidianos, como cuentas que va engarzando en un hilo hasta formar un collar maravilloso. No son filosofías, sino obras palpables y contabilizables. De modo que un santo es lo más humano que hay. Y todo ser humano está llamado a esos niveles de excelencia, aunque a veces su ego o su odio no se lo permitan ver. En cierto modo, un agnóstico, cuando deja de serlo, lleva a cabo el acto más grande de reconciliación. — Pero usted se declara agnóstico, precisamente. ¿Acaso ha decidido cambiar de postura? — La verdad es que soy un agnóstico que flaquea con frecuencia. Ya mi propia formación británica me dificulta tomarme las cosas demasiado en serio. Cada vez que me acerco a aceptar algo, me entra la risa. Me encantaría que la ciencia demostrara la existencia de Dios; pero la ciencia no va de eso. En todo caso, mis propias tonterías me hacen consciente de la grandeza de las religiones. Para nada creo que la religión sea algo supersticioso u obsoleto. No se puede ser tan arrogante. Además, ¿cómo sé yo lo que pasa? Me atrae esa idea de la Ilustración del hombre noble, autosuficiente, que se crea a sí mismo. Pero, si la pienso con sinceridad, me resulta una idea burguesa y pedante. En realidad, soy un ser muy pequeño, con muy poca idea de cómo pasan las cosas. Y aquella otra idea ilustrada del perfecto salvaje maleado por la sociedad no me gusta. Los seres humanos no somos perfectos. Es muy arriesgado aceptar lo contrario, como se ha demostrado durante el siglo XX, cuando tantos no perfectos han sido sacrificados por los perfectos. Me gusta más el mensaje cristiano de que somos débiles, y amamos y somos amados precisamente por nuestra fragilidad y la de los demás. Es como si en un matrimonio ella dijera un día: “He descubierto que mi marido no es perfecto”. Desde el principio habría que reconocer que uno se casa con alguien imperfecto, para que no haya sorpresas ni sensación de traición. Hay un algo muy liberador en esa idea cristiana de aceptar la propia fragilidad. — ¿Cómo eligió a Charlie Cox para el papel de san Josemaría? “Hay algo muy liberador en la idea cristiana de aceptar la propia fragilidad” 3 — Charlie Cox estaba previsto para el papel de uno de esos primeros seguidores de Josemaría. Pero, al hacer su prueba, vi en él una dulzura, un humor, una ligereza que, en mi opinión, también tenía Josemaría. Y, una vez que lo seleccioné, hice con él como con Robert de Niro en La misión. En aquella película, pedí a un sacerdote de la teología de la liberación que asesorara al actor. Y aquí se lo pedí a un joven sacerdote estadounidense del Opus Dei, John Wauck. Charlie le podía preguntar lo que quisiera en cada momento, para saber de primera mano cómo actuaría Josemaría, como sacerdote, en tal o cual situación. Establecimos así una serie de minisesiones en las que cada personaje manifestaba su posicionamiento político, por su educación, su familia, etc. De este modo, intentamos conseguir la máxima sensación de veracidad y realismo. Artículos relacionados • Roland Joffé vuelve a brillar Alberto Fijo (23 Febrero 11)

Selección de cine en DVD (marzo 2011).




Selección de cine en DVD (marzo 2011) Una selección de películas editadas recientemente en DVD, con la idea de dar pistas para comprar o alquilar. Firmado por Aceprensa Fecha: 1 Marzo 2011 Todos • Las Crónicas de Narnia: la Travesía del Viajero del Alba La tercera película de la saga de Narnia recupera la amenidad, profundidad y simpatía de la primera película. Director: Michael Apted. Guión: Christopher Markus, Stephen McFeely y Michael Petroni. Intérpretes: Georgie Henley, Skandar Keynes, Ben Barnes, Will Poulter, Peter Dinklarge. 115 min. Jóvenes • Copia certificada Kiarostami rueda por primera vez en Occidente pero mantiene las señas de identidad de su cine pausado y hondo. Director: Abbas Kiarostami. Guión: Abbas Kiarostami. Intérpretes: Juliette Binoche, William Shimell, Jean-Claude Carrière, Agathe Natanson, Gianna Giachetti, Adrian Moore. 106 min. • Caza a la espía Doug Liman dirige un thriller poderoso en la narración y algo plano desde el punto de vista formal. Director: Doug Liman. Guión: John-Henry Butterworth, Jez Butterworth. Intérpretes: Sean Penn, Naomi Watts, Sam Shepard, Bruce McGill, David Andrews. 106 min. (V) • Wall Street: el dinero nunca duerme Cuidada producción de estudio que no tiene el aliento del original. Escasea el espacio para la tragedia y sobra para el convencionalismo dulzón. Director: Oliver Stone. Guión: Allan Loeb, Stephen Schiff. Intérpretes: Michael Douglas, Shia LaBeouf, Carey Mulligan, Susan Sarandon, Josh Brolin. 127 min. (D) Jóvenes-Adultos • The Town (Ciudad de ladrones) Ben Affleck dirige, escribe e interpreta una buena película del género atraco imperfecto con sorpresas. Director: Ben Affleck. Guión: Ben Affleck, Peter Craig, Sgeldon Turner. Intérpretes: Ben Affleck, Rebecca Hall, Jeremy Renner, Blake Lively, Chris Cooper. 125 min. (VSD) Adultos • Poesía Ganadora del premio al mejor guión en Cannes, esta película coreana tiene fuerza pero es desoladora. Director: Lee Chang-dong. Guión: Lee Chang-dong. Intérpretes: Yoon Jeong-hee, Ahn Nae-sang, Kim Hira, Lee Da-wit, Kim Yong-taek. 139 min. (X)

Cine. «Happy thank you more please» es una comedia romántica y fresca, sin grandes pretensiones, pero muy de agradecer, entre tanta propuesta de relaciones de usar y tirar. «En un mundo mejor», de la directora danesa Susanne Bier, que aborda, de forma impactante, el tema del perdón, aunque no consiga llegar al fondo.




1 Cine. «Happy thank you more please» es una comedia romántica y fresca, sin grandes pretensiones, pero muy de agradecer, entre tanta propuesta de relaciones de usar y tirar. «En un mundo mejor», de la directora danesa Susanne Bier, que aborda, de forma impactante, el tema del perdón, aunque no consiga llegar al fondo Cfr. Dos propuestas luminosas Alfa y Omega, n. 732, 7 de abril de 2011 Happy thank you more please es una comedia romántica y fresca, sin grandes pretensiones, pero muy de agradecer, entre tanta propuesta de relaciones de usar y tirar. Se estrena también En un mundo mejor, de la directora danesa Susanne Bier, que aborda, de forma impactante, el tema del perdón, aunque no consiga llegar al fondo Imagen de En un mundo mejor o Happy thank you more please Susanne Bier, que ya tiene una sólida trayectoria cinematográfica a sus espaldas, imita a los grandes autores revisitando sus temas de cabecera. Violencia, culpa, reconciliación... son las estrellas de la galaxia Bier, que en su último film, En un mundo mejor, se transforman en una subyugadora historia de venganza y perdón. Siempre de la mano de su guionista habitual, Anders Thomas Jensen, al que también debemos La duquesa. Dos niños son los ejes sobre los que se construye el drama. Uno, Christian, acaba de perder a su madre tras un cáncer muy doloroso; el otro, Elias, lleva dos pesadas cargas: la separación de sus padres y el acoso que padece por parte de sus compañeros de clase. Los dos chavales se conocerán en el colegio y sus destinos se unirán fatídicamente. Susanne Bier, de familia judía, saca la lupa y observa el fenómeno de la venganza: ante el mal infligido gratuitamente, parece justificarse la ley del Talión. Frente a esta lógica, Anton, el padre de Elias, encarna una versión profana del ofrecer la otra mejilla. No es un simple pacifista: está cierto de que la violencia no cambia nada, no mejora ni construye nada. Y su actitud es juzgada como cobarde por su hijo y por Christian. Lo interesante es que, en el pasado, Anton también proporcionó un inmenso dolor gratuito a su mujer, y sólo espera el perdón. Así se establece la tensión dramática del film, entre la venganza debida y la siempre imprevisible gratuidad del perdón. La propuesta es positiva, pero precaria, y deja una sensación agridulce de que ese perdón humano es de corto recorrido. A pesar de su final esperanzador, el espectador puede llevarse a casa el sordo rugido de un tsunami de mal. Y es que el perdón es algo de otro mundo. Otras cuestiones no menores envuelven la trama, como las dramáticas consecuencias de un padre ausente, la directa incidencia en los hijos de los conflictos de sus progenitores, el estado de coma del sistema educativo -patética la directora del colegio-, la universalidad de la maldad, la eutanasia... La palma en la interpretación se la lleva Mikel Persbrandt, que interpreta a nuestro héroe quijotesco, Anton, con un abrumador festival de planos cortos que enamoran al espectador. Los niños también sorprenden por su forma de encarnar conflictos más adultos que infantiles. En definitiva, aunque estamos ante una película 2 seria, impactante y llena de talento, hablamos de un film que es también áspero, duro y nada complaciente. Y su positividad, como hemos apuntado, está muy lejos de una concepción capriana de la vida. o Happy thank you more please Happy thank you more please De la mano del actor Josh Radnor, conocido por su papel en la serie Cómo conocí a vuestra madre, nos llega esta comedia indie, que no sólo protagoniza Radnor, sino que la escribe y dirige de manera convincente. El argumento gira en torno a un joven escritor llamado Sam Wexler, que está en un momento decisivo de su carrera. Sus mejores amigos son Annie, que padece alopecia y se ha quedado completamente calva, lo que le crea problemas de autoestima, y Mary Catherine, que está pasando momentos difíciles con su novio. La situación de inestabilidad afectiva que viven todos se va a ver afectada por un hecho insólito: Sam encuentra a un niño abandonado en el metro y se lo lleva a casa. La película es una comedia romántica sin más pretensiones. Todos los personajes buscan el amor verdadero, y la vida les va dando lo que desean, pero no en la forma que habían imaginado. Por tanto, aunque no hay nada original en la propuesta, funciona muy bien su aire fresco, su tono blanco, su sinceridad y falta de pretensiones. Además, resuelve de forma muy hermosa un embarazo que llega en el peor momento, y trata la cuestión del sexo con más delicadeza de lo habitual. El film habla del amor, no sólo en términos de pareja, sino que, gracias a la trama del niño, afirma que los vínculos generan responsabilidad hacia el otro. En un horizonte de relaciones de usar y tirar, el film va perfilando unas propuestas de amor para siempre, e incluso de matrimonio, que llega a ser presentado como posibilidad de esperanza a quien está marcado por el divorcio de sus padres. En fin, una deliciosa propuesta. Juan Orellana www.parroquiasantamonica.com

Cine. «Cartas a Dios»: la cuestión dramática de un niño que va a morir. «Una dulce mentira»: Emilie piensa que con una mentira puede levantar el ánimo de su madre, pero la mentirijilla se le va de las manos y acaba metida en un lío de dimensiones catastróficas.




1 Cine. «Cartas a Dios»: la cuestión dramática de un niño que va a morir. «Una dulce mentira»: Emilie piensa que con una mentira puede levantar el ánimo de su madre, pero la mentirijilla se le va de las manos y acaba metida en un lío de dimensiones catastróficas. Cfr. Cine: Cartas a Dios y Una dulce mentira. La última palabra la tiene la verdad. Juan Orellana, Alfa y Omega n. 733, 14 de abril de 2011 o Cartas a Dios Llega, mañana, a las pantallas Cartas a Dios, conmovedora película del director EricEmmabuel Schmitt, que tiene como protagonista a un niño de diez años, enfermo en estado terminal. El film llega precedido de un gran éxito en Francia, una prueba más de que la cuestión de Dios y las grandes preguntas acerca del hombre interesan al público de hoy Un momento de Cartas a Dios Después de Vivir para siempre, de Gustavo Ron, llega Cartas a Dios, de EricEmmabuel Schmitt, otra cinta que también trata sobre un niño aquejado de un cáncer terminal, pero en este caso, y a diferencia de la primera, con una desinhibida aproximación al sentido de la vida y al misterio de la muerte. Oscar está ingresado en un hospital junto a otros niños gravemente enfermos. Le queda muy poco tiempo de vida y sus padres han sucumbido a la desesperanza. Pero va a ser Rose, una vendedora de pizzas, la que logre empatizar con el niño, acompañarle en su tránsito y, sobre todo, descubrirle el rostro de Dios. El corazón de Oscar cambiará, y él transformará a su vez el corazón de los de su alrededor, especialmente de sus padres y de la propia Rose. Lo primero que hay que advertir es que esta película de Eric-Emmabuel Schmitt es distinta de la homónima del protestante australiano David Nixon (Prueba de fuego), que además tiene un argumento similar. El director Eric-Emmabuel Schmitt es un converso, dramaturgo y novelista francés (El señor Ibrahim y las flores del Corán), que ahora afronta su segundo largometraje adaptando su propia novela Oscar y la Dama de Rosa. Michéle Laroque, Max Von Sydow, Myléne Demoneot y Amira Casar componen el original y eficaz reparto de esta emotiva cinta. El film tiene un formato algo caleidoscópico, con recursos al onirismo y al realismo mágico, lo cual es habitual en las películas que adoptan el punto de vista de un niño. Es precisamente el recurso imaginativo al mundo de la lucha libre el punto narrativamente más débil del film; podríamos decir que esos momentos sobran. Quitando ese pequeño defecto, hay que decir que la cinta mira de frente la cuestión dramática de un niño que va a morir, y lo hace desde las certezas cristianas, presentadas con imbatibilidad, del personaje de Rose. Rose no es precisamente una mujer ejemplar, más bien al contrario, es una mujer agria, malhablada e intratable, pero la dureza de la vida le ha llenado de certezas sobre Dios, y el 2 sentido del sufrimiento. Una película simpática, divertida, y a la vez muy conmovedora y sobre todo, muy verdadera. o Una dulce mentira Audrey Tatou, en Una dulce mentira El veterano director Pierre Salvadori nos brinda una comedia muy francesa, pero gratificante, protagonizada por Audrey Tatou. El cineasta vuelve a la comedia de malentendidos que ya bordó en Un engaño de lujo. Tatou encarna a Emilie, una peluquera que trata de ayudar a su madre, la cual lleva cuatro años deprimida por el abandono de su esposo. Emilie piensa que con una mentira puede levantar el ánimo de su madre, pero la mentirijilla se le va de las manos y acaba metida en un lío de dimensiones catastróficas. La película tiene algo de fábula con moraleja, no sólo en el sentido de que muestra de forma muy divertida las consecuencias de la manipulación y la mentira, sino que perfila con mucho acierto cómo pueden cambiar las personas cuando se sienten utilizadas de forma instrumental. Afortunadamente, el cinismo no tiene la última palabra, y el final hace honores a la comedia romántica más clásica. Al portentoso trabajo de Audrey Tatou se añaden los magníficos trabajos de Nathalie Baye, y especialmente de Sami Bouajila, auténtica revelación del film. La película está rodada con mucho oficio, muy mimada su puesta en escena y con momentos brillantes, como el de las sombras chinescas. Aunque el final se demora en exceso y no se puede decir que la película sea eminentemente hilarante, lo cierto es que es entretenida, simpática y deja un buen sabor de boca. www.parroquiasantamonica.com

Cine. «El rito». Película sobre posesiones y exorcismos. Ridícula en sus tópicos sobre el Vaticano y las costumbres de la Iglesia, aunque interesante y ajena al cine de sabor esotérico. No le vendría mal un poquito más de realismo.




Cine. «El rito». Película sobre posesiones y exorcismos. Ridícula en sus tópicos sobre el Vaticano y las costumbres de la Iglesia, aunque interesante y ajena al cine de sabor esotérico. No le vendría mal un poquito más de realismo. Cfr. El rito Alfa y Omega n. 733, 14 de abril de 2011-04-30 Dentro del boom imparable del cine de posesiones y exorcismos, El rito, del sueco Mikael Halfstrom, caería en el saco de las películas serias, eso sí, no exenta de inexactitudes. Se abre con una cita de Juan Pablo II, y sin duda apuesta por la existencia del diablo y la verdad de los exorcismos católicos, pero la película es demasiado deudora de la madre de todas las películas diabólicas, El exorcista, y encontramos excesivos elementos comunes. Por otra parte, es ridícula en sus tópicos y anacronismos sobre el Vaticano y las costumbres de la Iglesia. Lo más destacado es el personaje de Anthony Hopkins. Sin duda, es interesante y ajena al cine de sabor esotérico, pero no le vendría mal un poquito más de realismo. www.parroquiasantamonica.com

Cine. «El amor y otras cosas imposibles». El mundo sentimental de la posmodernidad. La nueva película de Don Roos es un retrato del drama interior de las nuevas formas de familia y del irreductible deseo de sanación de quienes andan a la intemperie de la posmodernidad. Describe lo que ocurre en una sociedad que se construye al margen de cualquier significado verdadero y de cualquier ideal trascendente.




Cine. «El amor y otras cosas imposibles». El mundo sentimental de la posmodernidad. La nueva película de Don Roos es un retrato del drama interior de las nuevas formas de familia y del irreductible deseo de sanación de quienes andan a la intemperie de la posmodernidad. Describe lo que ocurre en una sociedad que se construye al margen de cualquier significado verdadero y de cualquier ideal trascendente. Cfr. Cine: El amor y otras cosas imposibles Juan Orellana, Alfa y Omega n. 734, 21 de abril de 201 La nueva película de Don Roos es un retrato del drama interior de las nuevas formas de familia y del irreductible deseo de sanación de quienes andan a la intemperie de la posmodernidad. Fotograma de El amor y otras cosas imposibles El director y guionista Don Roos siempre ha afrontado comedias que tocaban historias de pareja o dramas familiares, como Una pareja de tres; Lo opuesto al sexo; Algo que contar; Un final feliz... En esta ocasión, adapta una novela de la judía israelí Ayelet Waldman, consiguiendo una película de intensa carga dramática. Natalie Portman -que también es productora ejecutiva- encarna a Emilia, una joven abogada, hija de divorciados, que se enamora de su jefe, Jack, un hombre casado y con un hijo, William. Tras hacer fracasar su matrimonio, se queda embarazada de él y se casan rápidamente. Pero esa aparente felicidad tan abruptamente conseguida en seguida se va a enfrentar a un infierno de culpabilidades, dolor y reproches. La película tiene una gran virtud: su honradez. Hace un fiel retrato, sin falsos consuelos, del mundo sentimental de nuestra posmodernidad. Describe lo que ocurre en una sociedad que se construye al margen de cualquier significado verdadero y de cualquier ideal trascendente. Por un lado las relaciones se basan en puros sentimientos, y el matrimonio no tiene más valor que una complicidad coyuntural; por otro, la muerte es un mero dato biológico que sólo genera rencor y desesperación. Así, Emilia va dando tumbos entre lo que siente por su marido, su hijastro y su padre, y la sorda violencia que le genera la muerte prematura de su hija Isabel. Por otra parte, la cinta refleja la injusticia que es someter a los hijos al tira y afloja sentimental de padres y padrastros, y de hecho es William quién dará una lección de lealtad a sus desestabilizados padres biológicos o postizos. Esta honestidad nos lleva por caminos duros, pero interesantes. Por ejemplo, en el film se evidencia lo arbitrario que es decidir hasta qué momento el feto no es un ser humano, como pretende la ideología abortista; también se evidencia lo absurdo de inventarse alternativas místico-esotéricas que sustituyan al misterio de Dios. Obviamente, la película no propone soluciones convincentes, pero su valor reside en mostrar la tremenda precariedad del ser humano, incapaz de darse la paz, la felicidad y el amor verdadero. No estamos ante un film complaciente con un nihilismo ideológico. El deseo de sanación de los personajes es demasiado clamoroso. Y al final se bosqueja la necesidad de la misericordia como única hipótesis respirable. Los personajes son capaces de acoger al otro cuando se perdonan a sí mismos su ontológica fragilidad. www.parroquiasantamonica.com

LA CATEQUESIS EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.




1 LA CATEQUESIS EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA LA CATEQUESIS EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA ............................................ 1 Qué es la catequesis .................................................................................................................... 1 La catequesis y los Concilios ...................................................................................................... 2 El presente catecismo está destinado principalmente a los responsables de la catequesis ........ 2 La estructura del Catecismo de la Iglesia Católica .................................................................... 2 Los catecismos propios de cada lugar ............................................................................................... 2 La catequesis y la Escritura, el Nuevo y el Antiguo Testamento ................................................ 3 La catequesis y el Símbolo de la fe ............................................................................................. 3 Catequesis sobre la Trinidad ...................................................................................................... 3 Catequesis sobre la Creación ..................................................................................................... 3 En el centro de la catequesis encontramos a Cristo ................................................................... 4 Catequesis y liturgia ................................................................................................................... 5 Catequesis y sacramentos .................................................................................................................. 6 Catequesis y formas de piedad y religiosidad de los fieles ......................................................... 7 El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica describen los caminos hacia el Reino de los cielos ......................................................................................................... 7 El Magisterio en material moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación ................................................................................................................................. 7 La catequesis y los «diez mandamientos» ................................................................................... 7 La catequesis dada por los padres .............................................................................................. 8 Debe comenzar desde la más tierna infancia. .................................................................................... 8 Inicia con su testimonio de vida cristiana. ......................................................................................... 8 Precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe ............................................ 8 Los padres enseñan a orar a sus hijos, y a descubrir su vocación de hijos de Dios. .......................... 8 La parroquia ...................................................................................................................................... 8 La catequesis y las codicias pecaminosas .................................................................................. 8 Catequesis y oración ................................................................................................................... 8 La catequesis orienta a la meditación, en la oración personal, de la Palabra de Dios ........................ 8 Qué es la catequesis n. 4: TRANSMITIR LA FE: LA CATEQUESIS - Muy pronto se llamó catequesis al conjunto de los esfuerzos realizados en la Iglesia para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios a fin de que, por la fe, tengan la vida en su nombre, y para educarlos e instruirlos en esta vida y construir así el Cuerpo de Cristo (Cf Juan Pablo II, CT 1; 2). n. 5: «La catequesis es una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana» (CT 18). n. 6: Sin confundirse con ellos, la catequesis se articula dentro de un cierto número de elementos de la misión pastoral de la Iglesia, que tienen un aspecto catequético, que preparan para la catequesis o que derivan de ella: primer anuncio del Evangelio o predicación misionera para suscitar la fe; búsqueda de razones para creer; experiencia de vida cristiana: celebración de los sacramentos; integración en la comunidad eclesial; testimonio apostólico y misionero (Cf CT 18). n. 7: «La catequesis está unida íntimamente a toda la vida de la Iglesia. No sólo la extensión geográfica y el aumento numérico de la Iglesia, sino también y más aún su crecimiento interior, su correspondencia con el designio de Dios dependen esencialmente de ella» (CT 13). n. 8: Los períodos de renovación de la Iglesia son también tiempos fuertes de la catequesis. Así, en la gran época de los Padres de la Iglesia, vemos a santos obispos consagrar una parte importante de su ministerio a la catequesis. Es la época de S. Cirilo de Jerusalén y de S. Juan 2 Crisóstomo, de S. Ambrosio y de S. Agustín, y de muchos otros Padres cuyas obras catequéticas siguen siendo modelos. La catequesis y los Concilios n. 9: El ministerio de la catequesis saca energías siempre nuevas de los concilios. El Concilio de Trento constituye a este respecto un ejemplo digno de ser destacado: dio a la catequesis una prioridad en sus constituciones y sus decretos; de él nació el Catecismo Romano que lleva también su nombre y que constituye una obra de primer orden como resumen de la doctrina cristiana; este Concilio suscitó en la Iglesia una organización notable de la catequesis; promovió, gracias a santos obispos teólogos como S. Pedro Canisio, S. Carlos Borromeo, S. Toribio de Mogrovejo, S. Roberto Belarmino, la publicación de numerosos catecismos. n. 10: No es extraño, por ello, que, en el dinamismo del Concilio Vaticano II (que el Papa Pablo VI consideraba como el gran catecismo de los tiempos modernos), la catequesis de la Iglesia haya atraído de nuevo la atención. El «Directorio general de la catequesis» de 1971, las sesiones del Sínodo de los Obispos consagradas a la evangelización (1974) y a la catequesis (1977), las exhortaciones apostólicas correspondientes, «Evangelii nuntiandi» (1975) y «Catechesi tradendae» (1979), dan testimonio de ello. La sesión extraordinaria del Sínodo de los Obispos de 1985 pidió «que sea redactado un catecismo o compendio de toda la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral» (Relación final II, B a 4). El Santo Padre, Juan Pablo II, hizo suyo este deseo emitido por el Sínodo de los Obispos reconociendo que «responde totalmente a una verdadera necesidad de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares» (Juan Pablo II, Discurso del 7 de diciembre de 1985). El Papa dispuso todo lo necesario para que se realizara la petición de los padres sinodales. El presente catecismo está destinado principalmente a los responsables de la catequesis n. 12: El presente catecismo está destinado principalmente a los responsables de la catequesis: en primer lugar a los obispos, en cuanto doctores de la fe y pastores de la Iglesia. Les es ofrecido como instrumento en la realización de su tarea de enseñar al Pueblo de Dios. A través de los obispos, se dirige a los redactores de catecismos, a los sacerdotes y a los catequistas. Será también de útil lectura para todos los demás fieles cristianos. La estructura del Catecismo de la Iglesia Católica n. 13: LA ESTRUCTURA DEL «CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA» - El plan de este catecismo se inspira en la gran tradición de los catecismos, los cuales articulan la catequesis en torno a cuatro «pilares»: la profesión de la fe bautismal (el Símbolo), los Sacramentos de la fe, la vida de fe (los Mandamientos), la oración del creyente (el Padre Nuestro). n. 19: Con frecuencia, los textos de la Sagrada Escritura no son citados literalmente, sino indicando sólo la referencia (mediante cf). Para una inteligencia más profunda de esos pasajes, es preciso recurrir a los textos mismos. Estas referencias bíblicas son un instrumento de trabajo para la catequesis. n. 22: Al final de cada unidad temática, una serie de textos breves resumen en fórmulas condensadas lo esencial de la enseñanza. Estos «resúmenes» tienen como finalidad ofrecer sugerencias para fórmulas sintéticas memorizables en la catequesis de cada lugar. Los catecismos propios de cada lugar n. 24: Por su misma finalidad, este catecismo no se propone dar una respuesta adaptada, tanto en el contenido cuanto en el método, a las exigencias que dimanan de las diferencias de culturas, de 3 edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis. Estas indispensables adaptaciones corresponden a catecismos propios de cada lugar, y más aún a aquellos que toman a su cargo instruir a los fieles: El que enseña debe «hacerse todo a todos» (1 Co 9, 22), para ganarlos a todos para Jesucristo... ¡Sobre todo que no se imagine que le ha sido confiada una sola clase de almas, y que, por consiguiente, le es lícito enseñar y formar igualmente a todos los fieles en la verdadera piedad, con un único método y siempre el mismo! Que sepa bien que unos son, en Jesucristo, como niños recién nacidos, otros como adolescentes, otros finalmente como poseedores ya de todas sus fuerzas... Los que son llamados al ministerio de la predicación deben, al transmitir la enseñanza del misterio de la fe y de las reglas de las costumbres, acomodar sus palabras al espíritu y a la inteligencia de sus oyentes (Catech. R., prefacio, 11). La catequesis y la Escritura, el Nuevo y el Antiguo Testamento n. 129: Los cristianos, por tanto, leen el Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado. Esta lectura tipológica manifiesta el contenido inagotable del Antiguo Testamento. ö Ella no debe hacer olvidar que el Antiguo Testamento conserva su valor propio de revelación que nuestro Señor mismo reafirmó (Cf Mc 12, 29-31). Por otra parte, el Nuevo Testamento exige ser leído también a la luz del Antiguo. La catequesis cristiana primitiva recurrirá constantemente a él (Cf 1 Co 5, 6-8; 10, 1-11). Según un viejo adagio, el Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manifiesto en el Nuevo: «Novum in Vetere latet et in Novo Vetus patet» (S. Agustín, Hept. 2, 73; cf DV 16). n. 132: «La Escritura debe ser el alma de la teología. El ministerio de la palabra, que incluye la predicación pastoral, la catequesis, toda la instrucción cristiana y en puesto privilegiado, la homilía, recibe de la palabra de la Escritura alimento saludable y por ella da frutos de santidad» (DV 24). La catequesis y el Símbolo de la fe n. 188: La palabra griega «symbolon» significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaba como una señal para darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para verificar la identidad del portador. El «símbolo de la fe» es, pues, un signo de identificación y de comunión entre los creyentes. «Symbolon» significa también recopilación, colección o sumario. El «símbolo de la fe» es la recopilación de las principales verdades de la fe. De ahí el hecho de que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la catequesis. Catequesis sobre la Trinidad n. 249: LA SANTISIMA TRINIDAD EN LA DOCTRINA DE LA FE - La formación del dogma trinitario - La verdad revelada de la Santísima Trinidad ha estado desde los orígenes en la raíz de la fe viva de la Iglesia, principalmente en el acto del bautismo. Encuentra su expresión en la regla de la fe bautismal, formulada en la predicación, la catequesis y la oración de la Iglesia. Estas formulaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Co 13, 13) (Cf 1 Co 12, 4-6; Ef 4, 4- 6). Catequesis sobre la Creación n. 282: LA CATEQUESIS SOBRE LA CREACION - La catequesis sobre la Creación reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: «¿De dónde venimos?» «¿A dónde vamos?» «¿Cuál es nuestro origen?» «¿Cuál es nuestro fin?» «¿De dónde viene y a dónde va todo lo que existe?» Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables. Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar. 4 n. 289: Entre todas las palabras de la Sagrada Escritura sobre la creación, los tres primeros capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Desde el punto de vista literario, estos textos pueden tener diversas fuentes. Los autores inspirados los han colocado al comienzo de la Escritura de suerte que expresa, en su lenguaje solemne, las verdades de la creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación del hombre, finalmente, del drama del pecado y de la esperanza de la salvación. Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia, estas palabras siguen siendo la fuente principal para la catequesis de los Misterios del «comienzo»: creación, caída, promesa de la salvación. En el centro de la catequesis encontramos a Cristo n. 426: En el centro de la catequesis: Cristo - «En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros... Catequizar es... descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios... Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por El mismo» (CT 5). El fin de la catequesis: «conducir a la comunión con Jesucristo: sólo El puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad» (CT 5). n. 427: «En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca... Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo la misteriosa palabra de Jesús: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado" (Jn 7, 16)» (CT 6). n. 513: La catequesis, según las circunstancias, debe presentar toda la riqueza de los Misterios de Jesús. Aquí basta indicar algunos elementos comunes a todos los Misterios de la vida de Cristo (I), para esbozar a continuación los principales misterios de la vida oculta (II) y pública (III) de Jesús. n. 983: La catequesis se esforzará por avivar y nutrir en los fieles la fe en la grandeza incomparable del don que Cristo resucitado ha hecho a su Iglesia: la misión y el poder de perdonar verdaderamente los pecados, por medio del ministerio de los apóstoles y de sus sucesores: El Señor quiere que sus discípulos tengan un poder inmenso: quiere que sus pobres servidores cumplan en su nombre todo lo que había hecho cuando estaba en la tierra (S. Ambrosio, poenit. 1, 34). Los sacerdotes han recibido un poder que Dios no ha dado ni a los ángeles, ni a los arcángeles... Dios sanciona allá arriba todo lo que los sacerdotes hagan aquí abajo (S. Juan Crisóstomo, sac. 3, 5). Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no habría ninguna esperanza, ninguna expectativa de una vida eterna y de una liberación eterna. Demos gracias a Dios que ha dado a la Iglesia semejante don (S. Agustín, serm. 213, 8). n. 1696: El camino de Cristo «lleva a la vida», un camino contrario «lleva a la perdición» (Mt 7, 13) (Cf Dt 30, 15-20). La parábola evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. Significa la importancia de las decisiones morales para nuestra salvación. «Hay dos caminos, el uno de la vida, el otro de la muerte; pero entre los dos, una gran diferencia» (Didaché 1, 1). n. 1697: En la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias del camino de Cristo (Cf CT 29.). La catequesis de la «vida nueva» en El (Rm 6, 4) será: 5 - una catequesis del Espíritu Santo, Maestro interior de la vida según Cristo, dulce huésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida; - una catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y también por la gracia nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna; - una catequesis de las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo está resumido en las bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el corazón del hombre; - una catequesis del pecado y del perdón, porque sin reconocerse pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre sí mismo, condición del obrar justo, y sin el ofrecimiento del perdón no podría soportar esta verdad; - una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y el atractivo de las rectas disposiciones para el bien; - una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos; - una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Decálogo; - una catequesis eclesial, pues en los múltiples intercambios de los «bienes espirituales» en la «comunión de los santos» es donde la vida cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse. n. 1698: La referencia primera y última de esta catequesis será siempre Jesucristo que es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Contemplándole en la fe, los fieles de Cristo pueden esperar que El realice en ellos sus promesas, y que amándolo con el amor con que El nos ha amado realicen las obras que corresponden a su dignidad: Os ruego que penséis que Jesucristo, Nuestro Señor, es vuestra verdadera Cabeza, y que vosotros sois uno de sus miembros. El es con relación a vosotros lo que la cabeza es con relación a sus miembros; todo lo que es suyo es vuestro, su espíritu, su Corazón, su cuerpo, su alma y todas sus facultades, y debéis usar de ellos como de cosas que son vuestras, para servir, alabar, amar y glorificar a Dios. Vosotros sois de El como los miembros lo son de su cabeza. Así desea El ardientemente usar de todo lo que hay en vosotros, para el servicio y la gloria de su Padre, como de cosas que son de El (S. Juan Eudes, cord. 1, 5). Mi vida es Cristo (Flp 1, 21). n. 2145: El fiel cristiano debe dar testimonio del nombre del Señor confesando su fe sin ceder al temor (Cf Mt 10, 32; 1 Tm 6, 12). La predicación y la catequesis deben estar penetradas de adoración y de respeto hacia el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Catequesis y liturgia n. 1074: Catequesis y Liturgia - «La Liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza» (SC 10). Por tanto, es el lugar privilegiado de la catequesis del Pueblo de Dios. «La catequesis esta intrínsecamente unida a toda la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos, y sobre todo en la Eucaristía, donde Jesucristo actúa en plenitud para la transformación de los hombres» (CT 23). n. 1075: La catequesis litúrgica pretende introducir en el Misterio de Cristo (es «mistagogia»), procediendo de lo visible a lo invisible, del signo a lo significado, de los «sacramentos» a los «misterios». Esta modalidad de catequesis corresponde hacerla a los catecismos locales y regionales. El presente catecismo, que quiere ser un servicio para toda la Iglesia, en la diversidad de sus ritos y sus culturas (Cf SC 3-4), enseña lo que es fundamental y común a toda la Iglesia en lo que se refiere a la Liturgia en cuanto misterio y celebración (Primera sección), y a los siete sacramentos y los sacramentales (Segunda sección). n. 1094: Sobre esta armonía de los dos Testamentos (Cf DV 14-16) se articula la catequesis pascual del Señor (Cf Lc 24, 13-49), y luego la de los apóstoles y de los Padres de la Iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que permanecía oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio de Cristo. Es llamada catequesis «tipológica», porque revela la novedad 6 de Cristo a partir de «figuras» (tipos) que la anunciaban en los hechos, las palabras y los símbolos de la primera Alianza. Por esta relectura en el Espíritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras son explicadas (Cf 2 Co 3, 14-16). Así, el diluvio y el arca de Noé prefiguraban la salvación por el Bautismo (Cf 1 P 3, 21), y lo mismo la nube, y el paso del mar Rojo; el agua de la roca era la figura de los dones espirituales de Cristo (Cf 1 Co 10, 1-6); el maná del desierto prefiguraba la Eucaristía, «el verdadero Pan del Cielo» (Cf Jn 6, 32). n. 1095: Por eso la Iglesia, especialmente durante los tiempos de Adviento, Cuaresma y sobre todo en la noche de Pascua, relee y revive todos estos acontecimientos de la historia de la salvación en el «hoy» de su Liturgia. Pero esto exige también que la catequesis ayude a los fieles a abrirse a esta inteligencia «espiritual» de la economía de la salvación, tal como la Liturgia de la Iglesia la manifiesta y nos la hace vivir. Catequesis y sacramentos n. 1135: CAPITULO SEGUNDOLA CELEBRACION SACRAMENTAL DEL MISTERIO PASCUAL - La catequesis de la Liturgia implica en primer lugar la inteligencia de la economía sacramental (Capítulo primero). A su luz se revela la novedad de su celebración. Se tratará, pues, en este capítulo de la celebración de los sacramentos de la Iglesia. A través de la diversidad de las tradiciones litúrgicas, se presenta lo que es común a la celebración de los siete sacramentos. Lo que es propio de cada uno de ellos, será presentado más adelante. Esta catequesis fundamental de las celebraciones sacramentales responderá a las cuestiones inmediatas que se presentan a un fiel al respecto: - quién celebra, - cómo celebrar, - cuándo celebrar, - dónde celebrar. n. 1231: Desde que el bautismo de los niños vino a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis. n. 1233: Hoy, pues, en todos los ritos latinos y orientales, la iniciación cristiana de adultos comienza con su entrada en el catecumenado, para alcanzar su punto culminante en una sola celebración de los tres sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía (Cf AG 14; CIC can. 851; 865; 866). En los ritos orientales la iniciación cristiana de los niños comienza con el Bautismo, seguido inmediatamente por la Confirmación y la Eucaristía, mientras que en el rito romano se continúa durante unos años de catequesis, para acabar más tarde con la Confirmación y la Eucaristía, cima de su iniciación cristiana (Cf CIC can. 851, 2.º; 868). n. 1309: La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la Confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial. Esta última tiene una responsabilidad particular en la preparación de los confirmandos (Cf OCf, Praenotanda 3). n. 1454: Conviene preparar la recepción de este sacramento mediante un examen de conciencia hecho a la luz de la Palabra de Dios. Los textos más adaptados a este respecto se encuentran en la catequesis moral de los Evangelios y de las Cartas de los apóstoles: Sermón de la montaña y enseñanzas apostólicas (Cf Rm 12-15; 1 Co 12-13; Ga 5; Ef 4-6). 7 Catequesis y formas de piedad y religiosidad de los fieles n. 1674: La religiosidad popular - Además de la liturgia sacramental y de los sacramentales la catequesis debe tener en cuenta las formas de piedad de los fieles y de religiosidad popular. El sentido religioso del pueblo cristiano ha encontrado, en todo tiempo, su expresión en formas variadas de piedad en torno a la vida sacramental de la Iglesia: tales como la veneración de las reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, etc (Cf Cc. de Nicea II: DS 601; 603; Cc. de Trento: DS 1822). El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica describen los caminos hacia el Reino de los cielos n. 1724: El Decálogo, el Sermón de la Montaña y la catequesis apostólica nos describen los caminos que conducen al Reino de los cielos. Por ellos avanzamos paso a paso mediante los actos de cada día sostenidos por la gracia del Espíritu Santo. Fecundados por la Palabra de Cristo, damos lentamente frutos en la Iglesia para la gloria de Dios (Cf la parábola del sembrador: Mt 13, 3-23). n. 1971: Al Sermón del monte conviene añadir la catequesis moral de las enseñanzas apostólicas, como Rm 12-15; 1 Co 12-13; Col 3-4; Ef 4-5, etc. Esta doctrina transmite la enseñanza del Señor con la autoridad de los apóstoles, especialmente exponiendo las virtudes que se derivan de la fe en Cristo y que anima la caridad, el principal don del Espíritu Santo. «Vuestra caridad sea sin fingimiento... amándoos cordialmente los unos a los otros... con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación; perseverantes en la oración; compartiendo las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad» (Rm 12, 9-13). Esta catequesis nos enseña también a tratar los casos de conciencia a la luz de nuestra relación con Cristo y con la Iglesia (Cf Rm 14; 1 Co 5-10). n. 2033: El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación, con la ayuda de las obras de los teólogos y de los autores espirituales. Así se ha transmitido de generación en generación, bajo la dirección y vigilancia de los pastores, el «depósito» de la moral cristiana, compuesto de un conjunto característico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al Credo y el Padre Nuestro, el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todos los hombres. El Magisterio en material moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación n. 2049: El Magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y la predicación, tomando como base el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todo hombre. La catequesis y los «diez mandamientos» n. 2065: Desde S. Agustín, los «diez mandamientos» ocupan un lugar preponderante en la catequesis de los futuros bautizados y de los fieles. En el siglo XV se tomó la costumbre de expresar los preceptos del Decálogo en fórmulas rimadas, fáciles de memorizar, y positivas. Estas fórmulas están todavía en uso hoy. Los catecismos de la Iglesia han expuesto con frecuencia la moral cristiana siguiendo el orden de los «diez mandamientos». 8 La catequesis dada por los padres Debe comenzar desde la más tierna infancia. Inicia con su testimonio de vida cristiana. Precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe Los padres enseñan a orar a sus hijos, y a descubrir su vocación de hijos de Dios. La parroquia n. 2226: La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (Cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres. La catequesis y las codicias pecaminosas n. 2537: No se quebranta este mandamiento [el décimo] deseando obtener cosas que pertenecen al prójimo siempre que sea por medios justos. La catequesis tradicional señala con realismo «quiénes son los que más deben luchar contra sus codicias pecaminosas» y a los que, por tanto, es preciso «exhortar más a observar este precepto»: Los comerciantes, que desean la escasez o la carestía de las mercancías, que ven con tristeza que no son los únicos en comprar y vender, pues de lo contrario podrían vender más caro y comprar a precio más bajo; los que desean que sus semejantes estén en la miseria para lucrarse vendiéndoles o comprándoles... Los médicos, que desean tener enfermos; los abogados que anhelan causas y procesos importantes y numerosos. (Catech. R. 3, 37). Catequesis y oración La catequesis orienta a la meditación, en la oración personal, de la Palabra de Dios n. 2688: La catequesis de niños, jóvenes y adultos está orientada a que la Palabra de Dios se medite en la oración personal, se actualice en la oración litúrgica y se interiorice en todo tiempo a fin de fructificar en una vida nueva. La catequesis es también el momento en que se puede purificar y educar la piedad popular (Cf CT 54). La memorización de las oraciones fundamentales ofrece una base indispensable para la vida de oración, pero es importante hacer gustar su sentido (Cf CT 55). n. 2695: Los ministros ordenados, la vida consagrada, la catequesis, los grupos de oración, la «dirección espiritual» aseguran en la Iglesia una ayuda para la oración. www.parroquiasantamonica.com

Necesidad de una instrucción amplia y sana de la verdad de la fe: catequesis y cultura.




Necesidad de una instrucción amplia y sana de la verdad de la fe: catequesis y cultura Junto a los programas sólidos para la catequesis, se requiere cultivar también un modo de pensar, una "cultura" intelectual que sea auténticamente católica, que confía en la armonía profunda entre fe y razón, y dispuesta a llevar la riqueza de la visión de la fe en contacto con las cuestiones urgentes que conciernen el futuro de la sociedad americana. Benedicto XVI, Homilía en el Nationals Stadium en Washington, el 17 de abril de 2008 Se ha progresado mucho en el desarrollo de programas sólidos para la catequesis, pero queda por hacer todavía mucho más para formar los corazones y las mentes de los jóvenes en el conocimiento y en el amor del Dios. Los desafíos que se nos presentan exigen una instrucción amplia y sana en la verdad de la fe. Pero requieren cultivar también un modo de pensar, una "cultura" intelectual que sea auténticamente católica, que confía en la armonía profunda entre fe y razón, y dispuesta a llevar la riqueza de la visión de la fe en contacto con las cuestiones urgentes que conciernen el futuro de la sociedad americana. Los catequistas. Despertar el deseo de conocer mejor la fe y de practicarla con determinación. La ayuda a los jóvenes y sus familias para que experimenten la armonía entre fe, vida y cultura. Discurso en la Universidad Católica de América, 17 de abril de 2008 Quisiera igualmente expresar una especial palabra de ánimo a los catequistas, tanto laicos como religiosos, los cuales se esfuerzan por asegurar que los jóvenes cada día sean más capaces de apreciar el don de la fe. La educación religiosa constituye un apostolado estimulante y hay muchos signos entre los jóvenes de un deseo de conocer mejor la fe y practicarla con determinación. Si se quiere que se desarrolle este despertar, es necesario que los docentes tengan una comprensión clara y precisa de la naturaleza específica y del papel de la educación católica. Deben estar también preparados para capitanear el compromiso de toda la comunidad educativa de ayudar a nuestros jóvenes y a sus familias a que experimenten la armonía entre fe, vida y cultura. www.parroquiasantamonica.com

La educación en la fe de los hijos en la familia por parte de los padres.




La educación en la fe de los hijos en la familia por parte de los padres Catecismo de la Iglesia Católica • Debe comenzar desde la más tierna infancia. • Inicia con su testimonio de vida cristiana. • Precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe • Los padres enseñan a orar a sus hijos, y a descubrir su vocación de hijos de Dios. n. 2226: La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (Cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres. www.parroquiasantamonica.com

Catequesis: el catequista tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y seguirlo.


1 Catequesis: el catequista tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y seguirlo. Juan Pablo II, Homilía en el jubileo de los catequistas y profesores de religión, 10/12/2000 Catequesis: el catequista tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y seguirlo. ......... 1 Juan el Bautista: creyente con un exigente camino espiritual; desprendido y pobre; valiente; humilde. ............................................................................................................ 1 Semejanza entre el catequista y Juan el Bautista ............................................................. 1 Una catequesis conforme al Magisterio de la Iglesia ...................................................... 1 Unidad entre la fe profesada y la vida ............................................................................. 2 Renovación de la catequesis ............................................................................................ 2 La presencia de los sacerdotes ......................................................................................... 3 Los catequistas son motivo de consuelo y de esperanza para el Papa ............................. 3 Juan el Bautista: creyente con un exigente camino espiritual; desprendido y pobre; valiente; humilde. 1. "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos" (Lc 3, 4). Con estas palabras se dirige hoy a nosotros Juan el Bautista. Su figura ascética encarna, en cierto sentido, el significado de este tiempo de espera y de preparación para la venida del Señor. En el desierto de Judá proclama que ya ha llegado el tiempo del cumplimiento de las promesas y el reino de Dios está cerca. Por eso, es preciso abandonar con urgencia las sendas del pecado y creer en el Evangelio (cf. Mc 1, 15). (...) 2. En el Bautista encontráis hoy los rasgos fundamentales de vuestro servicio eclesial. Al confrontaros con él, os sentís animados a realizar una verificación de la misión que la Iglesia os confía. ¿Quién es Juan Bautista? Es, ante todo, un creyente comprometido personalmente en un exigente camino espiritual, fundado en la escucha atenta y constante de la palabra de salvación. Además, testimonia un estilo de vida desprendido y pobre; demuestra gran valentía al proclamar a todos la voluntad de Dios, hasta sus últimas consecuencias. No cede a la tentación fácil de desempeñar un papel destacado, sino que, con humildad, se abaja a sí mismo para enaltecer a Jesús. Semejanza entre el catequista y Juan el Bautista Como Juan Bautista, también el catequista está llamado a indicar en Jesús al Mesías esperado, al Cristo. Tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y a seguirlo, porque sólo él es el Maestro, el Señor, el Salvador. Como el Precursor, el catequista no debe enaltecerse a sí mismo, sino a Cristo. Todo está orientado a él: a su venida, a su presencia y a su misterio. El catequista debe ser voz que remite a la Palabra, amigo que guía hacia el Esposo. Y, sin embargo, como Juan, también él es, en cierto sentido, indispensable, porque la experiencia de fe necesita siempre un mediador, que sea al mismo tiempo testigo. ¿Quién de nosotros no da gracias al Señor por un valioso catequista -sacerdote, religioso, religiosa o laico-, de quien se siente deudor por la primera exposición orgánica y comprometedora del misterio cristiano? Una catequesis conforme al Magisterio de la Iglesia 3. Vuestra labor, queridos catequistas y profesores de religión, es muy necesaria y exige vuestra fidelidad constante a Cristo y a la Iglesia. En efecto, todos los fieles tienen derecho a recibir de quienes, por oficio o por mandato, son responsables de la catequesis y de la predicación respuestas no subjetivas, sino conformes al Magisterio constante de la Iglesia y a la 2 fe enseñada desde siempre autorizadamente por cuantos han sido constituidos maestros y vivida de modo ejemplar por los santos. A este propósito, quisiera recordar aquí la importante exhortación apostólica Quinque iam anni, que el siervo de Dios Papa Pablo VI dirigió al Episcopado católico cinco años después del concilio Vaticano II, es decir, hace treinta años, exactamente el 8 de diciembre de 1970. Él, el Papa, denunciaba la peligrosa tendencia a construir, partiendo de datos psicológicos y sociológicos, un cristianismo desligado de la Tradición ininterrumpida que le une a la fe de los Apóstoles (cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 10 de enero de 1971, p. 2). Queridos hermanos, también a vosotros os corresponde colaborar con los obispos a fin de que el esfuerzo necesario para hacer que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo comprendan el mensaje no traicione jamás la verdad y la continuidad de la doctrina de la fe (cf. ib., p. 3). Pero no basta el conocimiento intelectual de Cristo y de su Evangelio. En efecto, creer en él significa seguirlo. Por eso debemos ir a la escuela de los Apóstoles, de los confesores de la fe, de los santos y de las santas de todos los tiempos, que han contribuido a difundir y hacer amar el nombre de Cristo, mediante el testimonio de una vida entregada generosa y gozosamente por él y por los hermanos. Unidad entre la fe profesada y la vida 4. A este respecto, el pasaje evangélico de hoy nos invita a un esmerado examen de conciencia. San Lucas habla de "allanar los senderos", "elevar los valles", "abajar los montes y colinas", para que todo hombre vea la salvación de Dios (cf. Lc 3, 4-6). Esos "valles que deben elevarse" nos hacen pensar en la separación, que se constata en algunos, entre la fe que profesan y la vida que viven diariamente: el Concilio consideró esta separación como "uno de los errores más graves de nuestro tiempo" (Gaudium et spes, 43). Los "senderos que deben allanarse" evocan, además, la condición de algunos creyentes que, del patrimonio integral e inmutable de la fe, cortan elementos subjetivamente elegidos, tal vez a la luz de la mentalidad dominante, y se alejan del camino recto de la espiritualidad evangélica para tener como referencia vagos valores inspirados en un moralismo convencional e irenista. En realidad, aun viviendo en una sociedad multiétnica y multirreligiosa, el cristiano no puede menos de sentir la urgencia del mandato misionero que impulsó a san Pablo a exclamar: "¡Ay de mí si no anunciara el Evangelio!" (1 Co 9, 16). En todas las circunstancias, en todos los ambientes, favorables o desfavorables, hay que proponer con valentía el evangelio de Cristo, anuncio de felicidad para todas las personas, de cualquier edad, condición, cultura y nación. Renovación de la catequesis 5. La Iglesia, consciente de ello, en los últimos decenios ha puesto mayor empeño aún en la renovación de la catequesis según las enseñanzas y el espíritu del concilio Vaticano II. Basta mencionar aquí algunas importantes iniciativas eclesiales, entre las que figuran las Asambleas del Sínodo de los obispos, especialmente la de 1974 dedicada a la evangelización; y también los diversos documentos de la Santa Sede y de los Episcopados, editados durante estos decenios. Un lugar especial ocupa, naturalmente, el Catecismo de la Iglesia católica, publicado en 1992, al que siguió, hace tres años, una nueva redacción del Directorio general para la catequesis. Esta abundancia de acontecimientos y documentos testimonia la solicitud de la Iglesia que, al entrar en el tercer milenio, se siente impulsada por el Señor a comprometerse con renovado impulso en el anuncio del mensaje evangélico. 6. La misión catequística de la Iglesia tiene ante sí importantes objetivos. Los Episcopados están preparando los catecismos nacionales, que, a la luz del Catecismo de la Iglesia católica, presentarán la síntesis orgánica de la fe de modo adecuado a las "diferencias de culturas, de edades, de la vida espiritual, de situaciones sociales y eclesiales de aquellos a quienes se dirige la catequesis" (Catecismo de la Iglesia católica, n. 24). Un anhelo sube del 3 corazón y se convierte en oración: que el mensaje cristiano, íntegro y universal, impregne todos los ámbitos y niveles de cultura y de responsabilidad social. Y que, en particular, según una gloriosa tradición, se traduzca en el lenguaje del arte y de la comunicación social, para que llegue a los ambientes humanos más diversos. La presencia de los sacerdotes En este momento solemne, con gran afecto os animo a vosotros, comprometidos en las diversas modalidades catequísticas: desde la catequesis parroquial, que, en cierto sentido, es levadura de todas las demás, hasta la catequesis familiar y la que se imparte en las escuelas católicas, en las asociaciones, en los movimientos y en las nuevas comunidades eclesiales. La experiencia enseña que la calidad de la acción catequística depende en gran medida de la presencia pastoralmente solícita y afectuosa de los sacerdotes. Queridos presbíteros, en particular vosotros, queridos párrocos, que no falte vuestra diligente laboriosidad en los itinerarios de iniciación cristiana y en la formación de los catequistas. Estad cerca de ellos, acompañadlos. Es un servicio muy importante que la Iglesia os pide. Los catequistas son motivo de consuelo y de esperanza para el Papa 7. "Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio" (Flp 1, 4-5). Amadísimos hermanos y hermanas, de buen grado hago mías las palabras del apóstol san Pablo, que la liturgia de hoy vuelve a proponer, y os digo: vosotros, catequistas de todas las edades y condiciones, estáis siempre presentes en mis oraciones, y el recuerdo de vosotros, comprometidos en la difusión del Evangelio en todo el mundo y en todas las situaciones sociales, es para mí motivo de consuelo y esperanza. Junto con vosotros deseo hoy rendir homenaje a vuestros numerosos compañeros que han pagado con todo tipo de sufrimientos, y a menudo también con la vida, su fidelidad al Evangelio y a las comunidades a las que fueron enviados. Quiera Dios que su ejemplo sea estímulo y aliento para cada uno de vosotros. "Todos verán la salvación de Dios" (Lc 3, 6), así proclamaba en el desierto Juan el Bautista, anunciando la plenitud de los tiempos. Hagamos nuestro este grito de esperanza, celebrando el jubileo del bimilenario de la Encarnación. Ojalá que todos vean en Cristo la salvación de Dios. Para eso, deben encontrarlo, conocerlo y seguirlo. Queridos hermanos, esta es la misión de la Iglesia; esta es vuestra misión. El Papa os dice: ¡Id! Como el Bautista, preparad el camino del Señor que viene. Os guíe y asista María santísima, la Virgen del Adviento, la Estrella de la nueva evangelización. Sed dóciles, como ella, a la palabra divina, y que su Magníficat os impulse a la alabanza y a la valentía profética. Así, también gracias a vosotros, se realizarán las palabras del Evangelio: "Todos verán la salvación de Dios". ¡Alabado sea Jesucristo! www.parroquiasantamonica.com



viernes, 24 de febrero de 2017

Los padres sobreprotectores. El renombrado cuadro goyesco de “Saturno devorando a un hijo” se me antoja la metáfora más acertada para ciertos padres sobreprotectores de nuestra época, aunque con una diferencia: en lugar del título anterior, bien pudiera ser “Padre devorando a todos los que osen frustrar a su consentido hijo”. Porque progenitores así, los hay.

Familia. Los padres sobreprotectores. El renombrado cuadro goyesco de “Saturno devorando a
un hijo” se me antoja la metáfora más acertada para ciertos padres sobreprotectores de nuestra época, aunque con una diferencia: en lugar del título anterior, bien pudiera ser “Padre devorando a todos los que osen frustrar a su consentido hijo”. Porque progenitores así, los hay.

Niño blandito, fruto de hiperpadres
Aceprensa - LUIS LUQUE - 17.FEB.2017

El renombrado cuadro goyesco de “Saturno devorando a un hijo” se me antoja la metáfora más acertada para ciertos padres sobreprotectores de nuestra época, aunque con una diferencia: en lugar del título anterior, bien pudiera ser “Padre devorando a todos los que osen frustrar a su consentido hijo”. Porque progenitores así, los hay.


La periodista Eva Millet, autora del volumen Hiperpaternidad(Plataforma Editorial), cuenta en su blog Educa2 varios ejemplos en que los padres van a por todas cuando algo tiene visos de incordiar al menor: si no les gusta la persona del profesor, o que este ponga deberes, o que en el menú escolar haya hortalizas, o que el niño tenga que practicar natación, pues nada: queja al director o justificante en mano para librar del mal trago al pequeño –que es, desde luego, el eje en torno al cual giran todas las galaxias–.
“Los hiperpadres tienen como lema resolver sistemáticamente los problemas del hijo”
Son los hiperpadres, y esta es su época de esplendor. Para contarnos más sobre el fenómeno, Millet accedió a conversar con Aceprensa.
— ¿Qué es exactamente la hiperpaternidad?
— Básicamente es un tipo de crianza que se ha instalado en Occidente entre las clases medias y altas. Procede de EE.UU. y se basa en una atención excesiva a los hijos. Los hiperpadres tienen como motto resolver sistemáticamente los problemas del chico –incluso en cosas que el niño debería solucionar por sí mismo– e intervenir a la mínima ocasión en que este tenga una dificultad en el colegio. Están ahí siempre, dispuestos; son muy sobreprotectores con el hijo, lo justifican en todo momento y lo llevan desde muy pequeñito a muchas cosas. Les encanta la precocidad y la hiperactividad. El resultado: niños “híper”: hiperestimulados, hiperprotegidos, hiperasistidos, hiperatendidos…
También diría que este es un fenómeno mucho más urbano. Es en la ciudad donde se tiene una oferta más amplia: de escuelas, de deportes… La oferta es brutal y puedes invertir mucho en tu hijo, que, por otra parte, es visto como un producto, como un símbolo de estatus, como un reflejo de ti mismo. Eso es caro.
“¡Tu hijo puede ser un Mozart!”
— Décadas atrás los niños no éramos tan “especiales”. ¿En qué momento se produjo el viraje?
— En EE.UU. se empezó a hablar de esto a principios de siglo, cuando los responsables de las universidades vieron cómo llegaban nuevos alumnos, adultos que, a diferencia de los de antes, llegaban acompañados de papá y mamá.
Ahí se comienza a hablar de hiperpadres y se escriben libros y artículos de prensa sobre el tema. A España vino un poco más tarde –yo lo empiezo a detectar hace unos diez años aquí–, pero ha llegado como lo han hecho la Coca Cola y el Halloween.
¿Causas? La primera es la demográfica. Tenemos 1,3 hijos de media. Está claro que las opciones de tener un hijo que sea lo que nosotros queramos son más pequeñas. También los tenemos más tarde, y como muchas veces ya tenemos experiencia laboral, importamos técnicas de la oficina a la crianza –fíjate que hoy se habla de “gestionar hijos”–.
También hay mucha presión social, y mucha incertidumbre. Estamos muy nerviosos por el futuro. El niño tiene que estar hiperpreparado. Existe una oferta del mercado para que hagas de tu hijo lo que quieras: un Mozart, un Einstein, un deportista de élite. Y claro, como la maternidad y la paternidad tienen un componente de inseguridad muy fuerte y a veces no sabes muy bien por dónde hay que ir, entonces piensas que lo que hace el otro le va a funcionar mejor [a tu hijo], y acabas metido en esta espiral.
En algunos casos, el hijo es visto como un símbolo de estatus, y eso es caro
— Según me dices, la hiperpaternidad parece ser un fenómeno de clase media alta. Los que tienen menos recursos, ¿no pugnan también por tener “hiperhijos”, por aquello de que sean “lo que yo no pude ser”?
— Si para criar con normalidad a un hijo ya necesitas dinero, tiempo y esfuerzo, criar estos hiperhijos requiere una inversión mucho más fuerte. Pero también hay de estos casos; de “darle todo lo que yo no pude tener”, aunque nunca en grado tan exagerado. Mira, me acabo de leer un libro de una autora neoyorquina que explica cómo son las hipermadres en Manhattan, en la zona más rica de Manhattan, y cuenta sobre fiestas de 6.000 dólares, niños que van a escuelas que cuestan ni se sabe cuánto, pero que si no van a ellas no llegarán a tal universidad. Entonces sí que es verdad que el fenómeno existe en clases más humildes, pero en el abanico de características, lo más típico es que procedan de clases medias y altas, porque pueden invertir más.
Cómo saber si me estoy pasando
— ¿A qué extremos puede llegar el hiperpadre?
— Puede llegar hasta golpear a un profesor, insultar al árbitro del equipo contrario, organizar una huelga de deberes nacional, e incluso hacerle los deberes al chico. Está pasando: no es que se hagan los deberes con el hijo, sino que se hacen por él. Es hacer cualquier cosa que se pase de la normalidad de lo que es ser padre, y está ocurriendo.
— El adjetivo de “hiperpadre”, ¿les causa a estos progenitores algún tipo de molestia o, por el contrario, de orgullo? ¿Son conscientes de que lo son?
— En realidad, creo que hoy todos en general somos más “hiperpadres” que en su día los nuestros para con nosotros. Pero hay unos grados, unos signos que denotan que eres más o menos hiperpadre. Cuando escribí el libro, mi editora me dio la idea de hacer un test para padres, para ver cuáles eran los niveles; entonces elaboré un cuestionario de 30 preguntas, y hay cinco que son las más claras. Si contestas que sí a esas, ¡cómprate mi libro! (ríe).
“La hiperpaternidad implica una justificación cien por cien del hijo: el niño nunca se equivoca ni hace nada mal; es perfecto”
Por ejemplo, les pregunté si antes de que naciera el niño ya tenían diseñado para él un plan de vida: qué va a ser, dónde va a estudiar, con quién se va a casar… Si al hablar solían hacerlo en plural: tenemos examen, hemos aprobado, hemos suspendido –esto ocurre con mucha frecuencia–; si la agenda familiar la marcaban las actividades de los hijos; si les ayudaban a hacer los deberes o se los hacían por sistema, y si discrepaban a menudo con sus maestros y entrenadores. Porque la hiperpaternidad implica una justificación cien por cien del hijo: el niño nunca se equivoca, nunca hace nada mal, es perfecto. Es el resto del mundo el que no lo sabe entender. Para mí, si respondes afirmativamente a todo esto, eres un hiperpadre.
— ¿Pero lo llevan con orgullo o se ofenden con el calificativo?
— No se ofenden, sino que les hace gracia. A mí lo que me han comentado es que es bueno que alguien diga lo que está sucediendo. Pero no les molesta. Creo que está bien saber un poco por dónde vamos y por qué están pasando estas cosas, por qué estoy haciendo cosas que nunca hicieron por mí cuando fui niño, como hacer los deberes por mis hijos.
¿Y qué hay del juego y el tiempo libre?
— No sé si te has topado con algún caso de hiperpadres que ya tengan uno o dos hijos y los lleven en este tren de actividades y sobreprotección, y a quienes además les nazca un hijo con discapacidad. Supongo que puede producirles una gran frustración, ¿es así?
— No conozco ningún caso. Pero es verdad que un niño con discapacidad o con necesidades más especiales necesita más atención, más cuidados, obviamente. Lo que sí me resulta curioso es que muchas veces a estos niños se les pide mucho más que a los otros. Veo una discrepancia: por un lado, niños que lo están pasando fatal y a quienes se les pide mucho, y por otro lado a estos hiperniños que son los reyes de la casa como nunca antes.
Creo que, tengas el hijo que tengas, lo que debes enseñarles a tus hijos es a adquirir autonomía, que es la base para ir por la vida, y es lo que a veces se olvida respecto a los niños hiperatendidos. Con la mejor de las intenciones, los padres se están cargando la adquisición de la autonomía de los hijos. Como se están cargando el patrimonio de la infancia: el tiempo de jugar. Los niños juegan menos, y es un pecado, porque el juego es importantísimo para el desarrollo, bastante más que las clases de refuerzo o de inglés desde los dos años. Jugar es básico.
— ¿De qué manera estaría afectando a los niños la sobreprotección?
— La primera de todas es que estos niños poseen una noción inflada de ellos mismos. Entonces viven una contradicción importante: les han dicho que son “la pera”, los mejores, se les ha dado todo, se les ha consentido, y por otro lado, tienen incorporado el “yo no puedo”, porque sus padres siempre lo han hecho todo por ellos. Esto les provoca mucha inseguridad: son niños con un poco de prepotencia, y a la vez, inseguros. Una combinación explosiva.
De igual modo, también tienen muchos miedos, porque se los han maquillado. Y además, son niños hiperestimulados, con muy poca curiosidad, porque están un poco agobiados ya de tantas cosas. Han perdido la capacidad de asombrarse, y eso es grave, porque es importantísimo sentir curiosidad, quedarse parado con la boca abierta. Esos niños no: ya lo han visto todo.
“Le puedes dar mucho a tu hijo, pero no le des todo: dale noes de vez en cuando, ponle límites”
— Las consecuencias, sin embargo, además de para ellos, las habría para los propios padres y para la sociedad…
— Las familiares están clarísimas: hay estrés. La hiperpaternidad ataca el bienestar familiar porque ocasiona un estrés brutal de padres y de hijos, y sobre todo de madres, que son quienes llevan todavía el peso de la crianza. Un estudio en el Reino Unido demuestra que las madres que practican la crianza intensiva son más infelices que las otras, porque nunca se sienten lo suficientemente buenas.
Respecto a la sociedad, ahí no llego, pero lo que está claro es que se está lanzando al mundo una generación de niños blanditos, muy sobreprotegidos, y con muy baja tolerancia a la frustración, porque nunca se les ha dejado frustrarse. Para un hiperpadre, lo peor es que su hijo se frustre. Y eso afecta, porque tienes una sociedad más débil, con miedos, y a la larga esto puede tener un impacto.
“Tú atropella, que yo perdono”
— Imagino que conoces la historia de Ethan Couch, el chico norteamericano que atropelló mortalmente a varias personas, y que quedó inicialmente en libertad condicional, bajo el argumento de que padecía de “afluenza”, a saber, que la crianza consentida que recibió no le permitía actuar de otro modo. ¿Qué te parece un caso como este?
— Que es un ejemplo clarísimo de hiperpaternidad. Un niño mimadísimo, sin límites, que ha hecho lo que le ha dado la gana y al que se le ha dado todo. ¡Y se le sigue protegiendo…! El juez habló de la falta de límites, y eso te dice que los límites son muy importantes. Le puedes dar mucho a tu hijo, pero no le des todo: dale noes de vez en cuando, ponle límites. La educación tiene como pilares el amor y los límites, y hoy día estos están un poco pasados de moda; se confunden con autoritarismo, y no tienen nada que ver. Todos los necesitamos.
— Por último, ¿se puede decir que el hijo de hiperpadres es, en cierto sentido, una víctima?
— No me gusta hablar de víctimas ni de peligros, pero lo que sí se ve es que al niño se le está incapacitando de cierta manera. Si asistes a tu hijo en todo, si lo justificas siempre, si no le pones un límite y le das todo, lo estás volviendo una persona no autónoma, sin tolerancia a las frustraciones, de las que está lleno el mundo, por lo que no le estás dando las herramientas para ir por la vida tranquilo y feliz, ahora que se habla tanto de la felicidad. Que no es dárselo todo, sino los recursos para que llegue a serlo
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Vida Cristiana

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