martes, 30 de enero de 2018

Domingo 5º del Tiempo ordinario Ciclo B (2018). La compasión de Jesús.


Ø Domingo 5º del Tiempo ordinario  Ciclo B (2018).   La compasión de Jesús. La miseria humana, signo de la debilidad del hombre, atrae la compasión de Cristo Salvador: su mirada nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres.


v  Cfr. Domingo 5º del tiempo ordinario ciclo B, 4 de febrero 2018

             Marcos 1, 29-39; 1 Corintios 9, 16-19. 22-23; Job 7, 1-4.6-7.
Marcos 1, 29-39: En aquel tiempo, 29 al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. 30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. 31 Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. 32 Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. 33 La población entera se agolpaba a la puerta. 34 Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. 35 Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. 36 Simón y sus compañeros fueron  37 y, al encontrarlo, le dijeron: - «Todo el mundo te busca.» 38 Él les respondió: - «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.» 39 Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.
1 Corintios 9, 16-19.22-23: 16 El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! 17 Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. 18 Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. 19 Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. 22 Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos. 23 Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

La compasión de Cristo
Jesús curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios
(Evangelio de hoy: Marcos 1, 34)
Me he hecho todo para todos
(Segunda Lectura: 1 Corintios 9, 22)

1.  La compasión según la sabiduría común

·         Se describe la compasión normalmente como un sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a
alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo. Revela amor por el prójimo.
·         Es una actitud del alma que nos hace sensibles al mal que padecen otros seres humanos, que lleva a comprender las
situaciones en las que se encuentran y al deseo de aliviar sus sufrimientos. Empuja, por tanto, a la solidaridad, superando el simple sentimiento de pena antes los males ajenos. Dostoevskij en El idiota afirma que «La compasión es la más importante y tal vez  la única ley de toda la humanidad». La compasión es un sentimiento que  lleva a salir de uno mismo para compartir gratuitamente lo que uno tiene con quien tiene necesidad. Se consideran sinónimos, entre otros, la lástima,  la conmiseración, la misericordia, la piedad …, y se consideran antónimos la  mofa y  la impiedad.
Entre otros, se suelen  considerar  como sinónimos la conmiseración, la piedad, la lástima, la condolencia,  la solidaridad … y como antónimos,  la crueldad y la insensibilidad.
·         Los actos del amor son muchos: conocer al otro, dialogar, compartir, acompañar, alegrarse,
perdonar, cuidar, curar, respetar, comprender, ser leal, confiar, regalar, honrar, enseñar, corregir, contemplar, etc. etc. Uno de entre estos actos  es  el compadecer [1].

2.  La compasión de Cristo. El Señor cura a muchos enfermos, expulsa demonios; reza, predica, todos le buscan. Características de la compasión de Cristo

·         «De ninguno de los antiguos se lee que haya curado tantas deformidades, tantas enfermedades y
tantas torturas humanas con un poder nunca semejante» (S. Agustín, In Ioannis Evangelium 91,3) [2].
·         Ante la grande actividad del Señor durante una jornada - la descripción de Marco ha sido calificada como
«24 horas típicas de Jesús» -,  podemos concluir,  entre otras cosas, que Jesús tiene compasión por las personas. Acerca de esa compasión el Catecismo de la Iglesia Católica señala una serie de características que nos ayudan a descubrir el rostro del Señor:
a) La compasión de Cristo es un signo maravilloso de que el Reino de Dios está muy cerca (n. 1503); la
liberación de los males terrenos (hambre, injusticia, enfermedad y muerte) son signos mesiánicos (n. 549); su compasión llega hasta identificarse con los enfermos («Estuve enfermo y me visitasteis» Mateo 25,36) (n. 1503);
b) Jesús tiene el poder para curar y también para perdonar los pecados, vino a curar al hombre entero, alma y cuerpo; la finalidad de su venida no fue para abolir todos los males aquí abajo, sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la  esclavitud del pecado, que es obstáculo  en la vocación de los hombres de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres o esclavitudes humanas (nn. 549; 1421);
c) con compasión Cristo proclama que «es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal,  salvar una vida en vez de destruirla» (Mc 3, 4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios  «El Hijo del hombre es Señor del sábado» (Mc 2, 28). (n. 2173);

o   La miseria humana es signo de la debilidad del hombre y atrae la compasión de Cristo Salvador.

·         «Bajo sus múltiples formas - indigencia material, opresión injusta, enfermedades físicas o psíquicas y,
por último, la muerte -, la miseria humana es el signo manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra el hombre tras el primer pecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseria humana atrae la compasión de Cristo Salvador, que la ha querido cargar sobre sí e identificarse con los "más pequeños de sus hermanos". (...) (n. 2448).

 

3. La compasión en los cristianos.

a) El número 1503 del Catecismo de la Iglesia Católica añade  que «el amor de predilección de Cristo para con
los enfermos no ha cesado, a lo largo de los siglos, de suscitar la atención muy particular de los cristianos hacia todos los que sufren en su cuerpo y en su alma. Esta atención dio origen a infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren».
El n. 2715 afirma: “La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres”.
El n. 1506 afirma que Jesús hace participar a sus discípulos de su  ministerio de compasión y que al seguirle adquieren una nueva visión sobre la enfermedad y sobre los enfermos.  
b) La vida y la salud física son bienes preciosos que Dios nos ha confiado, y debemos cuidar de ellos racionalmente, teniendo en cuenta  las necesidades de los demás y el bien común (n. 2288). El cuidado de la salud de los ciudadanos requiere la ayuda de la sociedad (n. 2288).
c) (...) Los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras de beneficencia, que siempre y en todo lugar continúan siendo indispensables» (CDF, instr. «Libertatis conscientia» 68). (n. 2448).
d) n. 2844: “el don de la oración no puede recibirse más que en un corazón acorde con la compasión divina”.

4. El peregrinaje del cristiano en el mundo debe ser un continuo servicio prestado siempre por amor a Dios y al prójimo.

·         Es Cristo que pasa, n. 98: “Ser cristiano no es algo accidental, es una divina realidad que se
inserta en las entrañas de nuestra vida, dándonos una visión limpia y una voluntad decidida para actuar como quiere Dios. Se aprende así que El peregrinaje del cristiano en el mundo ha de convertirse en un continuo servicio prestado de modos muy diversos, según las circunstancias personales, pero siempre por amor a Dios y al prójimo. (...) Se dan, a veces, algunas actitudes, que son producto de no saber penetrar en ese misterio de Jesús. Por ejemplo, la mentalidad de quienes ven el cristianismo como un conjunto de prácticas o actos de piedad, sin percibir su relación con las situaciones de la vida corriente, con la urgencia de atender a las necesidades de los demás y de esforzarse por remediar las injusticias.
            Diría que quien tiene esa mentalidad no ha comprendido todavía lo que significa que el Hijo de Dios se haya encarnado, que haya tomado cuerpo, alma y voz de hombre, que haya participado en nuestro destino hasta experimentar el desgarramiento supremo de la muerte. Quizá, sin querer, algunas personas consideran a Cristo como un extraño en el ambiente de los hombres”.
Vida Cristiana




[1] Cfr. Ricardo Yepes Stork, Fundamentos de Antropología, Eunsa 1996, p. 190.
[2] Cfr. Nuevo Testamento, Eunsa 2004, Cita Marcos 1, 32-34. 

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