viernes, 19 de enero de 2018

La Eucaristía (2017). La Misa (5). Los ritos de introducción. Papa Francisco, Catequesis, Audiencia General Miércoles, 20 de diciembre de 2017


Ø La Eucaristía (2017). La Misa (5). Los ritos de introducción. La Misa comienza con la señal de la Cruz, con estos ritos introductorios, porque ahí comenzamos a adorar a Dios como comunidad. Y por eso es importante prever no llegar tarde, sino con antelación, para preparar el corazón a este rito, a esta celebración de la comunidad.


v  Papa Francisco, Catequesis, Audiencia General

Miércoles, 20 de diciembre de 2017

La Santa Misa - 5. Ritos de introducción


Queridos hermanos y hermanas, buenos días.

 

La celebración de la Misa se abre con los ritos introductorios.

v  Desde la entrada del celebrante hasta la oración colecta.

o   Su fin es lograr «que los fieles, reunidos juntos, formen una comunidad, y se dispongan a escuchar con fe la palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía».

Hoy quisiera entrar de lleno en la celebración eucarística. La Misa está compuesta por dos partes, que son la Liturgia de la Palabra y la Liturgia eucarística, tan estrechamente unidas entre sí que forman un único acto de culto (cfr. Sacrosanctum Concilium, 56; Ordenación General del Misal Romano, 28).
Introducida por algunos ritos preparatorios y concluida por otros, la celebración es un único cuerpo y no se puede separar, pero para una mejor comprensión intentaré explicar sus varios
momentos, cada uno de los cuales es capaz de tocar e implicar una dimensión de nuestra humanidad. Es necesario conocer estos santos signos para vivir plenamente la Misa y saborear toda su belleza.
Cuando el pueblo está reunido, la celebración se abre con los ritos introductorios, que incluyen la entrada de los celebrantes o del celebrante, el saludo –“El Señor esté con vosotros”, “La paz esté con vosotros”–, el acto penitencial –“Yo confieso”, donde pedimos perdón de nuestros pecados–, el Kyrie eleison, el himno del Gloria y la oración colecta: se llama “oración colecta”
no porque ahí se haga colecta de las ofrendas: es la colecta de las intenciones de oración de todos los pueblos; y esa colecta de la intención de los pueblos sube al cielo como oración. Su fin –de estos ritos introductorios– es lograr «que los fieles, reunidos juntos, formen una comunidad, y se dispongan a escuchar con fe la palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía» (Ordenación
General del Misal Romano, 46). No es buena costumbre mirar el reloj y decir: “Voy bien, llego después del sermón y con eso cumplo el precepto”. La Misa comienza con la señal de la Cruz, con estos ritos introductorios, porque ahí comenzamos a adorar a Dios como comunidad. Y por eso es importante prever no llegar tarde, sino con antelación, para preparar el corazón a este rito, a esta
celebración de la comunidad.
§  El saludo al altar que es figura de Cristo.
Mientras normalmente se realiza el canto de entrada, el sacerdote con los demás ministros llega procesionalmente al presbiterio, y saluda el altar con una inclinación y, en señal de veneración, lo besa y, cuando hay incienso, lo inciensa. ¿Por qué? Porque el altar es Cristo: es figura di Cristo. Cuando vemos el altar, vemos precisamente donde está Cristo. El altar es Cristo. Estos gestos, que corren el riesgo de pasar inadvertidos, son muy significativos, porque expresan desde el inicio que la Misa es un encuentro de amor con Cristo, el cual «con la inmolación de su cuerpo en la cruz […] se manifestó, a la vez, como sacerdote, altar y víctima» (prefacio pascual V).
El altar, en cuanto signo de Cristo, «es el centro de la acción de gracias que se cumple con la
Eucaristía» (Ordenación General del Misal Romano, 296), y toda la comunidad en torno al altar, que es Cristo; no para mirarse a la cara, sino para mirar a Cristo, porque Cristo está en el centro de la comunidad, no está lejos de ella.
§  La señal de la cruz
Luego viene la señal de la cruz. El sacerdote que preside lo traza sobre sí y lo mismo hacen todos los miembros de la asamblea, conscientes de que el acto litúrgico se cumple «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
Y aquí paso a otro tema pequeñísimo. ¿Habéis visto cómo los niños hacen la señal de la cruz? No saben lo que hacen: a veces hacen un garabato, que no es la señal de la cruz. Por favor: mamá y papá, abuelos, enseñad a los niños, desde el comienzo –desde pequeños– a hacer bien la señal de la cruz. Y explicadles qué es tener como protección la cruz de Jesús.
Y la Misa empieza con la señal de la cruz. Toda la oración se mueve, por así decir, en el espacio de la Santísima Trinidad –“En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo”–, que es espacio de comunión infinita; tiene como origen y como fin el amor de Dios Uno y Trino, manifestado y entregado a nosotros en la Cruz de Cristo. Su misterio pascual es don de la Trinidad, y la Eucaristía mana siempre de su corazón atravesado. Signándonos con la señal de la cruz, pues, no solo hacemos memoria de nuestro Bautismo, sino que afirmamos que la oración litúrgica es el encuentro con Dios en Cristo Jesús, que por nosotros se encarnó, murió en la cruz y resucitó glorioso.
§  El saludo del sacerdote y la respuesta del pueblo.
El sacerdote, luego, dirige el saludo litúrgico, con la expresión: «El Señor esté con vosotros» u otra similar –hay varias–; y la asamblea responde: «Y con tu espíritu». Estamos en diálogo; estamos al inicio de la Misa y debemos pensar en el significado de todos estos gestos y palabras. Estamos entrando en una “sinfonía”, en la que resuenan varias tonalidades de voces, incluidos tiempos de silencio, en vista a crear el “acorde” entre todos los participantes, o sea, reconocerse animados por un único Espíritu y por un mismo fin. En efecto, «el saludo sacerdotal y la respuesta del pueblo manifiestan el misterio de la Iglesia reunida» (Ordenación General del Misal Romano, 50). Se expresa así la común fe y el deseo mutuo de estar con el Señor y de vivir la unidad con toda la comunidad.
Y esta es una sinfonía orante, que se está creando y presenta en seguida un momento muy impactante, porque quien preside invita a todos a reconocer sus propios pecados. Todos somos pecadores. No sé, quizá alguno de vosotros no sea pecador… Si alguno no es pecador que levante la mano, por favor, y así lo vemos todos. Pero no hay manos alzadas, bueno: ¡tenéis la fe buena! Todos somos pecadores; y por eso al inicio de la Misa pedimos perdón. Es el acto penitencial. No se trata solamente de pensar en los pecados cometidos, sino mucho más: es la invitación a confesarse pecadores delante de Dios y delante de la comunidad, ante los hermanos, con humildad y sinceridad, como el publicano en el templo. Si verdaderamente la Eucaristía hace presente el
misterio pascual, es decir el paso de Cristo de la muerte a la vida, entonces lo primero que debemos hacer es reconocer cuáles son nuestras situaciones de muerte para poder resurgir con Él a una vida nueva. Esto nos hace comprender lo importante que es el acto penitencial. Y por eso, retomaremos el tema la próxima catequesis.
Vayamos paso a paso en la explicación de la Misa. Pero, repito: ¡enseñad bien a los niños a hacer la señal de la cruz, por favor!






Vida Cristiana

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