sábado, 16 de junio de 2018

Catequesis sobre el Bautismo. 2. La señal de la fe cristiana



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Ø El sacramento del Bautismo. Catequesis de Papa Francisco (2018). (2) La señal de la fe cristiana.

El Bautismo es el comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Y es como si

fuese el segundo cumpleaños. El Bautismo enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se

desarrollará toda la vida. E implica una respuesta personal y no prestada, de “corta y pega”. La vida

cristiana está entretejida por una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue pronunciando nuestro

nombre en el curso de los años, haciendo sonar de mil modos su llamada a conformarnos a su Hijo Jesús.

Ser cristianos es un don que viene de lo alto.   La fe no se puede comprar, pero sí pedir y recibir como

don. “Señor, regálame el don de la fe”, es una bonita oración. Si los catecúmenos adultos manifiestan en

primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por sus padres,

con los padrinos. «La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre

el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz».

¿Nuestros niños saben hacer bien la señal de la cruz?  Hacer la señal de la cruz en otros momentos de

nuestra vida.

 

v  Cfr. Catequesis de Papa Francisco, Audiencia General

Miércoles, 18 de abril de 2018

                Catequesis sobre el Bautismo. 2. La señal de la fe cristiana


1.    Es el comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Y es como si fuese el segundo cumpleaños.

Prosigamos, en este Tiempo de Pascua, las catequesis sobre el Bautismo. El significado del Bautismo destaca claramente por su celebración, por eso dirigimos a ella nuestra atención. Considerando los gestos y las palabras de la liturgia, podemos captar la gracia y el compromiso de este Sacramento, que siempre debemos redescubrir. Lo recordamos en la aspersión con el agua
bendita que se puede hacer los domingos al inicio de la Misa, así como en la renovación de las promesas bautismales durante la Vigilia Pascual.

Y es que cuanto sucede en la celebración del Bautismo suscita una dinámica espiritual que atraviesa toda la vida de los bautizados; es el comienzo de un proceso que permite vivir unidos a Cristo en la Iglesia. Por tanto, volver a la fuente de la vida cristiana nos lleva a comprender mejor el don recibido el día de nuestro Bautismo y a renovar el compromiso de corresponder en nuestra situación actual. Renovar el compromiso, comprender mejor ese don, que es el Bautismo, y recordar el día de nuestro Bautismo.

El miércoles pasado pedí que cada uno hiciera la tarea en casa de recordar el día del Bautismo, qué día fue bautizado. Yo sé que algunos de vosotros lo saben, otros, no; los que no lo
saben, que pregunten a sus parientes, a los padrinos, a las madrinas…, que pregunten: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?” Porque es un renacimiento el Bautismo, y es como si fuese el segundo cumpleaños. ¿Entendido? Hacer esatarea en casa, preguntar: “¿Cuál es la fecha de mi bautismo?”.

2.    En el rito de acogida, se pregunta el nombre del candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona.

v  Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos singularmente, en lo concreto de nuestra historia.

o   El Bautismo enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará toda la vida.

§  E implica una respuesta personal y no prestada, de “corta y pega”.
La vida cristiana está entretejida por una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue pronunciando nuestro nombre en el curso de los años, haciendo sonar de mil modos su llamada a conformarnos a su Hijo Jesús.
            En primer lugar, en el rito de acogida, se pregunta el nombre del candidato, porque el nombre indica la identidad de una persona. Cuando nos presentamos decimos en seguida nuestro nombre: “Yo me llamo así”, para salir del anonimato —el anónimo es el que no tiene nombre—. Para salir del anonimato inmediatamente decimos nuestro nombre. Sin nombre somos unos
desconocidos, sin derechos ni deberes. Dios llama a cada uno por su nombre, amándonos singularmente, en lo concreto de nuestra historia. El Bautismo enciende la vocación personal a vivir como cristianos, que se desarrollará toda la vida. E implica una respuesta personal y no prestada, de “corta y pega”. La vida cristiana está entretejida por una serie de llamadas y respuestas: Dios sigue pronunciando nuestro nombre en el curso de los años, haciendo sonar de mil modos su llamada a conformarnos a su Hijo Jesús. ¡El nombre es importante! ¡Es muy importante! Los padres piensan en el nombre que van aponer al hijo antes del nacimiento: y eso también forma parte de la espera de
un hijo que, en su nombre propio, tendrá su identidad original, también para la vida cristiana unida a Dios.

3.    Ser cristianos es un don que viene de lo alto.   La fe no se puede comprar, pero sí pedir y recibir como don. “Señor, regálame el don de la fe”, es una bonita oración.

v  Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por sus padres, con los padrinos.

Claro que ser cristianos es un don que viene de lo alto (cfr. Jn 3,3-8). La fe no se puede comprar, pero sí pedir y recibir como don. “Señor, regálame el don de la fe”, es una bonita oración. “Que yo tenga fe”, es una bonita oración. Pedirla como don, pero no se puede comprar, se pide. Pues, «el Bautismo es el sacramento de aquella fe, con la cual los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo» (Rito del Bautismo de Niños, Introducción general, n. 3).
A suscitar y despertar una fe sincera en respuesta al Evangelio tienden la formación de los catecúmenos y la preparación de los padres, como la escucha de la Palabra de Dios en la misma celebración del Bautismo.
Si los catecúmenos adultos manifiestan en primera persona lo que desean recibir como don de la Iglesia, los niños son presentados por sus padres, con los padrinos. El diálogo con ellos les permite expresar la voluntad de que los pequeños reciban el Bautismo y a la Iglesia la intención de celebrarlo. «Expresión de todo esto es la señal de la cruz, que el celebrante y los padres
trazan sobre la frente de los niños» (Rito del Bautismo de Niños, Introducción., n. 16).

4.    «La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz».

v  ¿Nuestros niños saben hacer bien la señal de la cruz?

o   La cruz es el distintivo que manifiesta quiénes somos: nuestro hablar, pensar, mirar, hacer… está bajo la señal de la cruz, o sea bajo la señal del amor de Jesús hasta el fin.

§  Los niños son signados en la frente. Los catecúmenos adultos son signados en los oídos, en los ojos, en la boca, en el pecho, en los hombros.
«La señal de la cruz, al comienzo de la celebración, señala la impronta de Cristo sobre el que le va a pertenecer y significa la gracia de la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1235). En la ceremonia hacemos sobre los niños la señal de la cruz. Pero me gustaría volver a un tema del que ya os he hablado. ¿Nuestros niños saben hacer bien la señal de la cruz? Muchas veces he visto niños que no saben hacer la señal de la cruz. Y vosotros, padres, madre, abuelos, abuelas, padrinos, madrinas, debéis enseñar a hacer bien la señal de la cruz porque es repetir lo que se hizo en el Bautismo. ¿Lo habéis entendido bien? Enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Si lo aprenden de niños lo harán bien después, de grandes. La cruz es el distintivo que manifiesta quiénes somos: nuestro hablar, pensar, mirar, hacer… está bajo la señal de la cruz, o sea bajo la señal del amor de Jesús hasta el fin.

Los niños son signados en la frente. Los catecúmenos adultos son signados también en los sentidos, con estas palabras: «Recibid la señal de la cruz en los oídos para escuchar la voz del Señor»; «en los ojos para ver el esplendor del rostro de Dios»; «en la boca, para responder a la
palabra de Dios»; «en el pecho, para que Cristo habite por medio de la fe en vuestros corazones»; «en los hombros, para sostener el yugo suave de Cristo» (Rito de la iniciación cristiana de adultos, n. 85). Nos hacemos cristianos en la medida en que la cruz se imprime en nosotros como una marca “pascual” (cfr. Ap 14,1;22,4), haciendo visible, también exteriormente, el modo cristiano de
afrontar la vida.

5.    Hacer la señal de la cruz en otros momentos de nuestra vida.

Hacer la señal de la cruz cuando nos despertamos, antes de comer, ante un peligro, como defensa contra el mal, por la noche antes de dormir, significa decirnos a nosotros mismos y a los demás a quién pertenecemos, quién queremos ser. Por eso es tan importante enseñar a los
niños a hacer bien la señal de la cruz. Y, como lo hacemos al entrar en la iglesia, podemos hacerlo también en casa, conservando en un pequeño vaso adecuado un poco de agua bendita. Algunas familias lo hacen: así, cada vez que entran o salen, haciendo la señal de la cruz con esa agua recordamos que estamos bautizados. No olvidarlo, repito: enseñar a los niños a hacer la señal de la cruz.



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