sábado, 29 de septiembre de 2018

26 domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B (2018). La envidia.






Ø 26 domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B  (2018). La envidia. «Maestro, hemos visto a uno que
expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (Evangelio de hoy). La envidia es un pecado capital: porque genera otros pecados. Nadie tiene el monopolio de la evangelización. Manifiesta tristeza ante el bien del prójimo.

v  Cfr. Domingo 26 del Tiempo Ordinario, ciclo B
Números 11, 25-29; Salmo 18,8-14; Santiago 5, 1-16; Marcos 9, 38-43.45.47-48;     
     30 de septiembre de  2018
1ª Lectura del libro de los Números 11,25-29: En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés. Tomó del Espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos. Cuando el Espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Se habían quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad. También sobre ellos se posó el Espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión, eran de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el campamento. Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de Moisés, le dijo: "Señor mío, prohíbeselo". Pero Moisés le respondió: "¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el Espíritu del Señor".
Evangelio, Marcos  9,38-43.45.47-48; En aquel tiempo, 38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí.40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» 41 «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su  recompensa.»         42 «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar. 43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. 45Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser  arrojado a la gehenna. 47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

1.    La envidia

v  a) Antecedentes

    Números 11, 1-15

·         El pueblo de Israel se lamenta continuamente ante Moisés, cuando están atravesando el desierto
camino hacia la tierra prometida, después de haber dejado Egipto:
1 El pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yahveh, y Yahveh lo oyó. ...   5 ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y ajos! 6 En cambio ahora tenemos el alma seca. No hay de nada. Nuestros ojos no ven más que el maná.» 
·         Y Moisés se dirige al Señor, cansado a causa del trabajo que debe soportar para llevar a cabo la
misión que Yahveh le había confiado:
       10 Moisés oyó llorar al pueblo, cada uno en su familia, a la puerta de su tienda. Se irritó mucho la ira de Yahveh. A Moisés le pareció mal, 11y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mí la carga de todo este pueblo? 12 ¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y lo ha dado a luz, para que me digas: "Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus padres?" 13 ¿De dónde voy a sacar carne para dársela a todo este pueblo, que me llora diciendo: Danos carne para comer? 14 No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado pesado para mí. 15 Si vas a tratarme así, mátame, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, para que no vea más mi desventura.»          
·         El Señor responde a Moisés diciéndole que reúna 70 ancianos del pueblo para que le ayuden
(vv. 16-17; 24-39) e infunde sobre ellos el espíritu de Moisés; y promete que tendrían  carne  en abundancia (vv. 18-23; 31-34). Los ancianos ayudarían a Moisés con su palabra (ayudando al pueblo de Israel a entender el designio de Dios) y con su ejemplo.
·         Pero resultó que hubo dos hombres que no habían ido a la reunión de los ancianos, y que
estaban en el campamento, que también profetizaban, según hemos oído en la primera lectura de hoy.

v  b) La envidia  

·         Josué, como hemos oído, pidió a Moisés que se lo prohibiese a estos dos; y la respuesta de
Moisés fue muy clara y tajante: "¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el Espíritu del Señor".
·         Algo parecido hemos leído en el Evangelio de hoy: “En aquel tiempo, 38 Juan le dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.»”
·         Y la respuesta de Jesús fue también muy clara: 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no
hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea  capaz de hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.»

2.    La envidia en el Catecismo de la Iglesia Católica

v  Es un pecado capital: porque genera otros pecados

o   En la Iglesia Católica nadie tiene el monopolio de la evangelización, o de la catequesis, nadie trabaja en exclusiva.

§  La envidia manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida.
·         CEC 1866: Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también
pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (Mor. 31, 45.). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza. En la Iglesia Católica nadie tiene el monopolio de la evangelización, o de la catequesis, nadie trabaja en exclusiva.
-          CEC 2539: La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del
prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal:
S. Agustín veía en la envidia el «pecado diabólico por excelencia» (Catech. 4, 8.). «De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza
   causada por su prosperidad» (S. Gregorio Magno, mor. 31, 45.).

v  Amenaza la paz y causa las guerras

·         CEC 2317: Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social, la envidia,
la desconfianza y el orgullo, que existen entre los hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan las guerras. Todo lo que se hace para superar estos desórdenes contribuye a edificar la paz y evitar la guerra:
En la medida en que los hombres son pecadores, les amenaza y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos por la caridad, superan el pecado, se superan también las violencias hasta que se cumpla la palabra: «De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará ya más la espada contra otra y no se adiestrarán más para el combate» (Isaías 2, 4) (Conc. Vaticano II, Const. Gaudium et spes,78).

v  La envidia puede conducir a las peores fechorías

·         CEC 2538: El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la envidia.
Cuando el profeta Natán quiso estimular el arrepentimiento del rey David, le contó la historia del pobre que sólo poseía una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico que, a pesar de sus numerosos rebaños, envidiaba al primero y acabó por robarle la cordera (Cf 2 S 12, 1-4.). La envidia puede conducir a las peores fechorías (Cf Génesis 4, 3-7; 1 Reyes 21, 1-29.). La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Cf Sabiduría 2, 24.).
Luchamos entre nosotros, y es la envidia la que nos arma unos contra otros... Si todos se afanan así por perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? Estamos debilitando el Cuerpo de Cristo... Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos devoramos como lo harían las fieras (S. Juan Crisóstomo, hom. in 2 Cor 28, 3-4.).

v  Representa un rechazo de la caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia.

·         CEC 2540: La envidia representa una de las formas de la tristeza y, por tanto, un rechazo de la
caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia. La envidia procede con frecuencia del orgullo; el bautizado ha de esforzarse por vivir en la humildad:
¿Querríais ver a Dios glorificado por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello Dios será glorificado por vosotros. Dios será alabado -se dirá- porque su siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegría en los méritos de otros (S. Juan Crisóstomo, hom. in Rom 7, 3.).

v  Es la tristeza que se experimenta ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de apropiárselo.

·         CEC 2553: La envidia es la tristeza que se experimenta ante el bien del prójimo y el deseo
desordenado de apropiárselo. Es un pecado capital.

v  Se combate la envidia mediante la benevolencia, la humildad y el abandono en la providencia de Dios.

·         CEC 2554: El bautizado combate la envidia mediante la benevolencia, la humildad y el
abandono en la providencia de Dios.

3. Unidad y diversidad en el edificación del reino de Dios, en el apostolado

v  Todos tenemos que ocuparnos del reino de Dios:

Conc. Vat. II Apostolicam actuositatem (Decreto sobre el apostolado de los laicos), n. 3:
«se impone a todos los cristianos la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra»

v  De diversos modos: individualmente o unidos a otros en diversísimas formas

Conc. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos .... nn. 15 y 16: «Los seglares pueden ejercer su acción apostólica como individuos o reunidos en varias comunidades o asociaciones» (n. 15); «Muchas son las formas de apostolado con que los seglares edifican la Iglesia y santifican el mundo, animándolo en Cristo» (n. 16).
·         Por lo tanto,  hay muchos modos de trabajar, diversos ...  Lo único que se nos pide a todos
es que estemos unidos a los Obispos y al Papa. Son los Obispos  en comunión con el Papa y el mismo Papa quienes garantizan que todos – aún por los caminos más diversos – hagamos la cosas correctamente. Y es bueno que haya diversidad, y nos alegramos cuando encontramos muchas personas que – aunque sea de modo diverso – están trabajando por el Señor. 


Vida Cristiana


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