domingo, 19 de mayo de 2019

El amor hace nuevo el universo: por Santiago Agrelo

Considéralo el uniforme de la institución, la señal por la que puedan ser reconocidos los discípulos de Jesús: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Cada vez que celebramos la Eucaristía nos sumergimos en ese misterio de amor que hemos de imitar en la vida: confesamos el amor que Dios nos tiene, entramos en comunión con el Hijo de Dios que, en el don sacramental, nos manifiesta el amor extremo que había manifestado en la entrega de su vida.
Cada vez que celebramos la Eucaristía entramos en esa escuela de amor para recibir, con el cuerpo de Cristo, su forma de amar: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Se acercan ya los días de la separación. Jesús, glorificado, exaltado a la derecha de Dios, vuelve al Padre. Vuelve, pero se queda. Vuelve al Padre y se queda con nosotros en el amor con que nos amamos.
Ése es el camino que lleva al mundo nuevo, a la nueva humanidad: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Ése es también el testamento de Jesús, el mandato nuevo, su mandato, el que da a los suyos cuando ya le queda poco de estar con ellos: “Que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Acogido, abrazado, cumplido, ese mandato hace nueva la tierra, nuevo el cielo, nueva la ciudad santa.
Este mandato, acogido, abrazado, cumplido, hace de ti, Iglesia de Cristo, la morada del amor, la morada de Dios con los hombres
El amor que es Dios, enjugará las lágrimas de los que lloran: “Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor”.
El amor que es Dios, el amor con que eres amada en Cristo, el amor con que Dios ama en ti, ese amor hace nuevo el universo.
Escucha el mandato. Comulga el mandato. Entra por la Eucaristía en la novedad del mundo.
Feliz domingo, Iglesia discípula del amor.

Domingo 5º de Pascua, Ciclo C. (19 de mayo de 2019). La fe y las tribulaciones en la vida cristiana.







[Chesa/Omelie1/Pasqua/5PascuaC19FeTribulaciones]
Domingo 5º de Pascua, Ciclo C. (19 de mayo de 2019). La fe y las tribulaciones en la vida
cristiana.

Cfr. Domingo 5º de Pascua, Ciclo C.
19 de mayo de 2019
Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno C, Piemme 1999, pp. 126-132; Temi di Predicazione – Omelie, 49 Nuova Serie Ciclo C, Editrice Domenicana Italiana, pp. 56-64

1ª Lectura, Hechos de los apóstoles 14, 21b-27 : En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquia, animando a los discípulos y  exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que es preciso que entremos  en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Predicaron en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían enviado, con la gracia de Dios, a la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
2ª Lectura, Apocalipsis 21, 1-5a : 1 Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. 2 Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. 3 Y escuché una voz potente que decía desde el trono: «Ésta es la morada de Dios con los hombres: Habitará con ellos y ellos serán su pueblo, y Dios, habitando realmente en medio de ellos, será su Dios. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. 4 Y enjugará toda lágrima de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado.» 5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: - «Todo lo hago nuevo.»
Evangelio, San Juan 13, 31-33a. 34-35: Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: - «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»


LA FE Y LAS PRUEBAS/TRIBULACIONES DE LA VIDA

Pablo y Bernabé animaban a los discípulos de Jesús
a “perseverar en la fe” diciéndoles
“que es preciso que entremos en el reino de Dios
a través de muchas tribulaciones”
(1ª Lectura) 
1. La fe y las tribulaciones 
- Son elementos de nuestra identidad cristiana. La fuerza de la fe ayuda a afrontar las  dificultades de la vida con la fuerza que viene de Dios. La fuerza de la fe es alimentada por la memoria de los beneficios recibidos de Dios. Pablo y Bernabé exhortan  a perseverar en la fe, diciendo: «es preciso que entremos  en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones». (1ª Lectura, Hechos 14, 21b-27.)

Las tribulaciones o pruebas se dan en la vida de todo hombre y también, por tanto, del cristiano
o Significado del vocablo “prueba”
Acerca de la prueba - la palabra griega  peirasmós es muy frecuente en la Escritura -  se ha escrito
que originariamente significa “exploración”, “intento”. Se trata de comprobar lo que uno vale, su fidelidad, su resistencia, su fuerza. A este sentido originario se añaden otros dos en la Biblia: a) la tentación, que empuja al pecado; b) la prueba a la que se refiere Jesús  , que son las dificultades que con frecuencia encontramos en nuestra vida,  que pueden venir incluso de parte de Dios. Estas dificultades se pueden llamar de diversos modos (pruebas, tribulaciones, etc.) y forman parte de la vida del hombre sobre la tierra. Job dice: ¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra? (7,1).
o Los servidores del Señor contamos con las dificultades en nuestra vida
     cotidiana.
Cfr. San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 60
¡Cómo ha sido desfigurado el cristianismo, cuando ha querido hacerse de él una vía cómoda!
El cristiano conoce todo y se enfrenta con todo, lleno de
                                               entereza humana y de la fortaleza que recibe de Dios.
(…) Comportémonos en todas las cosas como servidores del Señor. Si te das como El quiere,
la acción de la gracia se manifestará en tu conducta profesional, en el trabajo, en el empeño para hacer
a lo divino las cosas humanas, grandes o pequeñas, porque por el Amor todas adquieren una nueva
dimensión.
(…) No podemos olvidar que querer ser servidores de Dios no es fácil. Sigamos con el texto de San Pablo, que recoge la Epístola de la Misa de este domingo  , para recordar las dificultades: Como servidores de Dios — escribe el Apóstol —, con mucha paciencia en medio de tribulaciones, de necesidades, de angustias, de azotes, de cárceles, de sediciones, de trabajos, de vigilias, de ayunos; con pureza, con doctrina, con longanimidad, con mansedumbre, con Espíritu Santo, con caridad sincera, con palabras de verdad, con fortaleza de Dios ( 2 Corintios 6, 4-7).
En los momentos más dispares de la vida, en todas las situaciones, hemos de comportarnos como servidores de Dios, sabiendo que el Señor está con nosotros, que somos hijos suyos. Hay que ser conscientes de esa raíz divina, que está injertada en nuestra vida, y actuar en consecuencia.
Estas palabras del Apóstol deben llenaros de alegría, porque son como una canonización de vuestra vocación de cristianos corrientes, que vivís en medio del mundo, compartiendo con los demás hombres, vuestros iguales, afanes, trabajos y alegrías. Todo eso es camino divino. Lo que os pide el Señor es que, en todo momento, obréis como hijos y servidores suyos.
Pero esas circunstancias ordinarias de la vida serán camino divino, si de verdad nos convertimos, si nos entregamos. Porque San Pablo habla un lenguaje duro. Promete al cristiano una vida difícil, arriesgada, en perpetua tensión. ¡Cómo ha sido desfigurado el cristianismo, cuando ha querido hacerse de él una vía cómoda! Pero también es una desfiguración de la verdad pensar que esa vida honda y seria, que conoce vivamente todos los obstáculos de la existencia humana, sea una vida de angustia, de opresión o de temor.
El cristiano es realista, con un realismo sobrenatural y humano, que advierte todos los matices de la vida: el dolor y la alegría, el sufrimiento propio y el ajeno, la certeza y la perplejidad, la generosidad y la tendencia al egoísmo. El cristiano conoce todo y se enfrenta con todo, lleno de entereza humana y de la fortaleza que recibe de Dios.
o Se trata, por la acción del Espíritu Santo, ni más ni menos, que de la experiencia de la paternidad divina por parte de los hijos de Dios.
 Cfr. San Josemaría Escrivá, Carta 9-I-1959, n. 60. En “Vida cotidiana y santidad en
la  enseñanza de San Josémaría, Vol. 2, Rialp 1911, p. 31. 
“Qué confianza, que descanso y que optimismo os dará, en medio de las dificultades, sentiros
hijos de un Padre, que todo lo sabe y todo lo puede”.

3. Relación entre  la fe y las pruebas y el Reino de Dios
Lo relaciona el mismo Señor: dos textos significativos.
Cfr. Juan 12, 24. Es la ley de la semilla que debe dar fruto: el grano de trigo caído en tierra.
Lucas 22, 28-29: «Vosotros sois los que habéis permanecido junto a mí en mis tribulaciones  . Por
eso yo os preparo un Reino como mi Padre me lo preparó a mí».
o En la predicación de los Apóstoles
Pablo y Bernabé
Los apóstoles Pablo y Bernabé , en la 1ª Lectura, exhortan, animan, a perseverar en la fe, «
diciendo que es preciso que entremos  en el reino de Dios a través de muchas tribulaciones».
Gianfranco Ravasi, o.c. “Secondo le Scritture ….”,  p. 130: Es la ley de la semilla que debe
morir para dar fruto. “Cristo ha venido para poner en tensión las conciencias, despertándolas del torpor; su mensaje es desconcertante y provoca los lugares comunes, lo equilibrios artificiales, los cómodos egoísmos de los hombres. 
Cuando [Cristo] todavía era niño, Él  desencadena a su alrededor el odio cruel del poder de Herodes y el «profeta» Simeón con una sola frase consigue desvelar el «escándalo» que la presencia de Cristo provocará en la historia: «Éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel, y para signo de contradicción» (Lc 2,34). Y hasta el último instante su presencia será la de  «la piedra que rechazaron los constructores  pero que llega a ser piedra angular ...; quien caiga sobre esta piedra se despedazará, y al que le caiga encima lo aplastará» (Mt 21, 42.44). También el discípulo sabe que es signo de contradicción. Graham Greene, famoso escritor inglés fallecido en 1991,  afirmaba que «si no habéis dicho jamás alguna cosa que desagrade a alguien, es señal de que no habéis dicho siempre la verdad». Para el cristiano existe el riesgo de aguar el vino puro del mensaje evangélico; existe la tentación de la uniformidad y del compromiso con una sociedad cada vez más post-cristiana; existe el deseo de huir de las tribulaciones que se deben padecer a favor de los hermanos y del Reino de Dios”.
Pedro, Pablo, Santiago
Además de la exhortación de Pablo y Bernabé en los Hechos, también hay otros numerosos
textos de la predicación de los Apóstoles: resaltan  la alegría o el gozo que da el Espíritu Santo, en medio de las tribulaciones que producen frutos.
1 Pedro 1,  3-7: 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran
misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva, 4 a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento. 6 Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, 7a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
2 Pedro 2,9: el Señor sabe librar de las pruebas a los piadosos y guardar a los impíos para
castigarles en el día del Juicio
Pablo en Hechos 20, 18-19: «18 Vosotros sabéis cómo me comporté siempre con vosotros, desde
el primer día que entré en Asia, 19 sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas y con las pruebas que me vinieron por las asechanzas de los judíos».
Santiago 1, 2-3: 2 Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, 3 sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento.
1 Tesalonicenses 1, 6-7: 6 . Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la Palabra con gozo del Espíritu Santo en medio de muchas tribulaciones. 7 De esta manera os habéis convertido en modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
1 Tesalonicenses 3, 2-7: Os enviamos a Timoteo, hermano nuestro y colaborador de Dios en el
Evangelio de Cristo, para afianzaros y daros ánimos en vuestra fe, 3 para que nadie vacile en esas tribulaciones. Bien sabéis que este es nuestro destino: 4 ya cuando estábamos con vosotros os predecíamos que íbamos a sufrir tribulaciones, y es lo que ha sucedido, como sabéis. 5 Por lo cual también yo, no pudiendo soportar ya más, le envié para tener noticias de vuestra fe, no fuera que el tentador os hubiera tentado y que nuestro trabajo quedara reducido a nada. 6 Nos acaba de llegar de ahí Timoteo y nos ha traído buenas noticias de vuestra fe y vuestra caridad; y dice que conserváis siempre buen recuerdo de nosotros y que deseáis vernos, así como nosotros a vosotros. 7 Así pues, hermanos, hemos recibido de vosotros un gran consuelo, motivado por vuestra fe, en medio de todas nuestras congojas y tribulaciones.
2 Corintios 6, 3-10: 3 . A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que no se haga
mofa del ministerio, 4 . antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios: con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias; 5 en azotes, cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos, ayunos; 6 en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera, 7 en la palabra de verdad, en el poder de Dios; mediante las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda; 8 en gloria e ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores, siendo veraces; 9 como desconocidos, aunque bien conocidos; como quienes están a la muerte, pero vivos; como castigados, aunque no condenados a muerte; 10 . como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos.
2 Corintios 7, 4: 4 Tengo plena confianza en hablaros; estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy
lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.
Romanos 5, 3-5: 3 Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la
tribulación engendra la paciencia; 4 la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, 5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.
Cfr. además: 2 Corintios 7, 5; 8,2;  2 Tesalonicences 1,4;  Hechos 7, 10; 20,23; Colosenses 1,24;
Efesios 3,13; Hebreos 10, 33.
o En el Catecismo de la Iglesia Católica
En la adhesión total  a Dios no habrá ni penas ni pruebas
CEC n. 45: El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha.
 «Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá ya para mí penas ni pruebas, y mi vida, toda llena de ti, será plena» (S. Agustín, conf. 10, 28, 39).
La llegada a la gloria no se consuma sin grandes pruebas; la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios
CEC 769: La Iglesia «sólo llegará a su perfección en la gloria del cielo» (LG 48), cuando Cristo
 vuelva glorioso. Hasta ese día, «la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios» (S. Agustín, civ. 18, 51; cf LG 8). Aquí abajo, ella se sabe en exilio, lejos del Señor (Cf 2 Co 5, 6; LG 6), y aspira al advenimiento pleno del Reino, «y espera y desea con todas sus fuerzas reunirse con su Rey en la gloria» (LG 5). La consumación de la Iglesia en la gloria, y a través de ella la del mundo, no sucederá sin grandes pruebas. Solamente entonces, «todos los justos descendientes de Adán, "desde Abel el justo hasta el último de los elegidos" se reunirán con el Padre en la Iglesia universal» (LG 2).
En las pruebas, los Macabeos confesaron su fe en la resurrección
CEC 992: La resurrección de los muertos fue revelada progresivamente por Dios a su Pueblo.  La
esperanza en la resurrección corporal de los muertos se impuso como una consecuencia intrínseca de la fe en un Dios creador del hombre todo entero, alma y cuerpo. El creador del cielo y de la tierra es también Aquel que mantiene fielmente su Alianza con Abraham y su descendencia. En esta doble perspectiva comienza a expresarse la fe en la resurrección. En sus pruebas, los mártires Macabeos confiesan: El Rey del mundo, a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna (2 M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él (2 M 7, 14) (Cf 7, 29; Dn 12, 1-13).

4. La virtud de la fortaleza,  que viene de la caridad de Dios que se ha derramado en nuestros corazones, hace frente a las pruebas 
CEC 1808: La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la
constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. «Mi fuerza y mi cántico es el Señor» (Sal 118, 14). «En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).

5. La prueba no es señal de que Dios nos ha abandonado
     Cfr. Nueva Biblia de Jerusalén, 1998, Desclée de Brouwer, Hebreos 12,7
“A los ojos de la fe, las pruebas de esta vida forman parte de la pedagogía paternal de
Dios con respecto a sus hijos. La argumentación descansa en la noción bíblica de educación, mûsar, paideia, que significa instrucción por medio de la corrección. Ver Job 5, 5,17; 33,19; Salmo 94,12; Sirácida 1,27;4,17; 23.2+: aquí se considera la tribulación como una corrección que supone, y, por tanto,  manifiesta la paternidad de Dios.”

6. Un ejemplo, en el AT, de las pruebas que puede pedir el Señor para realizar su designio. El caso de Abrán.
Cfr. Gianfranco Ravasi, Guía espiritual del Antiguo Testamento, El libro del Génesis (12-50), Herder Ciudad Nueva 1994

Abraham se marchó conforme le había mandado el Señor.
o    A) El relato del Génesis 12, 1-4:
1Yahveh dijo a Abrán: «Vete de tu tierra y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré; 2 De ti haré un gran pueblo, te bendeciré, y engrandeceré tu nombre que servirá de bendición. 3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan; en  ti serán  bendecidos todos los pueblos de la tierra.» 4 Marchó, pues, Abrán, tal como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abram 75 años cuando salió de Jarán.

B) La triple ruptura de Abrán: deja su tierra, su patria, la casa de su padre  (Ravasi  cap. 1 La certeza, pp. 33-35)
- Abrán es el hombre de la fe pronta y desnuda, de la fe sin objeciones ni vacilaciones,
totalmente consagrado a la misión recibida (Cfr. Ravasi, p. 30)
- Ravasi, pp. 33-34: Tierra: “su horizonte material, sus propiedades, sus bienes, las
pequeñas y grandes cosas a que estaba acostumbrado, los paisajes y los objetos, los amaneceres y los atardeceres dentro de un marco conocido, ese cálido rincón que es la vida cotidiana” (Ravasi, 33); patria: “el «lugar natal», es decir, el horizonte humano y cultural, los usos y costumbres, la religión nacional, el estilo social de vida, la propia identidad general, modelada por el entorno humano y sus valores” (Ravasi, 33); casa de su padre: “la familia, el clan, con toda su red de relaciones humanas, afectivas, hereditarias, morales, económicas, tradicionales. Es aquí donde la vida continúa y donde el «nombre» se conserva asegurando la inmortalidad en la memoria de sus miembros, que se suceden de generación en generación a través de las cadenas de las genealogías, de las que el Génesis nos ofrece una amplia documentación”. Este último nivel de renuncia es, absolutamente hablando, el más áspero, genera miedo y soledad, es un auténtico desgarro, porque es como salir de un seno cálido y protegido para afrontar la oscuridad y la incertidumbre del mundo exterior”.


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