viernes, 24 de enero de 2020

Domingo 3º del Tiempo ordinario (2020). Jesús es presentado en el evangelio






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Ø Domingo 3º del Tiempo ordinario (2020). Jesús es presentado en el evangelio - haciendo una alusión al libro de Isaías: “el pueblo vio una luz grande” – como luz que saca de las sombras y tinieblas, y llama a la conversión para que se instaure el Reino de Dios en cada uno de nosotros (cfr. también la alusión a la luz del salmo responsorial 27/26, 1). La palabra de Dios: Jesús inicia su ministerio recorriendo toda la Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio, curando enfermedades y dolencias del pueblo (cfr. final del Evangelio de hoy, Mateo 4, 23). Papa Francisco instituyó el 30 de noviembre del año pasado el tercer Domingo del Tiempo Ordinario como Domingo de la Palabra de Dios, dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios. El Papa celebrará en Roma el próximo domingo (26 de enero de 2020) por primera vez la fiesta de la Palabra de Dios.


v  Cfr. Domingo 3º del Tiempo ordinario, Ciclo A

26 de enero de 2020 -  Mateo 4, 12-23; Isaías 8,23b-9-4; 1 Corintios 1, 10-13.17.

Mateo 4, 12-23: 12 Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. 13 Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. 14 Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías: 15 «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles [1]. 16 El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» 17 Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»  18 Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red en el lago, pues eran pescadores. 19 Les dijo: -«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» 20 Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. 21 Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes. con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. 22 Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. 23 Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Isaías 9: 1 El pueblo que andaba a oscuras 2 vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se regocijan repartiendo botín. 3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la vara de su tirano - has roto, como el día de Madián. 4 Porque toda bota que taconea con ruido, y el manto rebozado en sangre serán para la quema, pasto del fuego.

Salmo Responsorial: Salmo 27 (Vg 26): 1  El Señor  es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? El Señor es  el refugio de mi vida, ¿de quién tendré miedo?  4 Una cosa he pedido al Señor, una cosa sólo busco: morar en la Casa del Señor , todos los días de mi vida, para gozar de las delicias del Señor y contemplar su Templo. 13  Estoy seguro de ver la bondad del Señor en la tierra de los vivos. 14 Espera en el Señor, sé recio, que se reanime tu corazón.
Evangelio de hoy. Inicio del ministerio de Jesús:
“recorría toda Galilea,
enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino,
y curando las enfermedades y dolencias del pueblo”.
(v. 23)


1.  Introducción: uno de los aspectos presentes en el inicio del ministerio de Jesús en Galilea es  la enseñanza y predicación de la Palabra de Dios.


             Iniciamos hoy la lectura del Evangelio según S. Mateo, que nos acompañará durante todo el año. Nos podemos fijar en dos de las realidades que quedan reflejadas en el Evangelio:
1) se describe el inicio del ministerio de Jesús (vv. 12-17). Jesús es presentado - haciendo una alusión al libro de Isaías – como luz que saca de las sombras y tinieblas, y llama a la conversión para que se instaure el Reino de Dios en cada uno de nosotros. Se narra la vocación de los primeros discípulos a los que llama el Señor (vv. 18-22), con los que formará más tarde el grupo de los Doce sobre los que fundará su Iglesia; 
2 )  al final del Evangelio de hoy encontramos una breve síntesis de la actividad del Señor (v. 23), que se refiere  a)  a la  predicación de la Palabra de Dios  (“recorría toda la Galilea enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino” ),  y  b) “curando de toda enfermedad y dolencia del pueblo”.

2.  En varios números del Catecismo de la Iglesia Católica encontramos afirmaciones precisas que tienen que ver con la predicación y acogida de la Palabra de Dios.  

 

-          la Palabra de Dios es “la luz de nuestro caminar” (cfr. n. 1785);
-    en otro número se dice algo semejante: “la Palabra de Dios es una luz para nuestros pasos (n.
1802)”.
-          y en estos dos números se nos recuerda que  “es preciso que asimilemos la Palabra de Dios en
la fe y en la oración, y la pongamos en práctica”;

 

o   La Palabra y el Reino de Dios

-          Todos los hombres estamos llamados a entrar en el Reino de Dios. (…) Para entrar en él, es
necesario acoger la Palabra de Jesús (cfr. n. 543);
-          El Reino de manifiesta en Cristo; este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las
obras y en la presencia de Cristo. Acoger la palabra de Jesús es acoger “el Reino”. (cfr. n. 764).

3. Una reciente institución de Papa Francisco: el III Domingo del Tiempo Ordinario se dedicará  a la celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios (Carta Apostólica “Aperuit illis”, del 30 de septiembre de 2019).

-         A) En el número 2 de esta Carta Apostólica, aludía Papa Francisco a la justificación del Documento: 
“Tras la conclusión del Jubileo extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en «un domingo completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo» (Misericordia et misera, 7). Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable”. (…)
“Por tanto, con esta Carta tengo la intención de responder a las numerosas peticiones que me han llegado del pueblo de Dios, para que en toda la Iglesia se pueda celebrar con un mismo propósito el Domingo de la Palabra de Dios”.

-           B) A continuación se ofrecen los resúmenes de los párrafos del mismo documento.

-          se recuerda que “ignorar las Escrituras es ignorancia de Cristo” (n. 1).
-          Jesús abre para nosotros el tesoro de su Palabra para que podamos anunciar por todo el mundo
esta riqueza inagotable (n. 1).
-          El Señor escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros pudiera
enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrar su reflexión (n. 1).
-          El Concilio Ecuménico Vaticano II dio un gran impulso al redescubrimiento de la Palabra de
Dios con la Constitución dogmática Dei Verbum (n. 2).
-          Benedicto XVI escribió la Exhortación apostólica “Verbum Domini” (Palabra del Señor) (n. 2).
-          El III Domingo del Tiempo Ordinario será dedicado a la celebración, reflexión y divulgación de
la Palabra de Dios. En ese domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para poner de relieve el servicio que se hace a la Palabra del Señor (n. 3).
-          La Biblia no puede ser sólo patrimonio de algunos, y mucho menos una colección de libros para
unos pocos privilegiados. Pertenece, en primer lugar, al pueblo convocado para escucharla y reconocerse en esa Palabra. La Palabra de Dios une a los creyentes y los convierte en un solo pueblo (n. 4).
-          La gran responsabilidad de los Pastores  de explicar y permitir que todos entiendan la Sagrada
Escritura. La función peculiar de la homilía: ayuda a profundizar en la Palabra de Dios. Es necesario dedicar el tiempo apropiado para la preparación de la homilía. No se puede improvisar el comentario de las lecturas sagradas. Que nunca nos cansemos de dedicar tiempo y oración a la Sagrada Escritura, para que sea acogida «no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como Palabra de Dios» (1Tesalonicenses 2,13). A los predicadores se nos pide el esfuerzo de no alargarnos desmedidamente con homilías pedantes o temas extraños (n. 5).
-          El encuentro de Jesús con dos discípulos que viajaban de Jerusalén a Emaús. A lo largo del
camino, el Señor los interroga, dándose cuenta de que no han comprendido el sentido de su pasión y su muerte; los llama «necios y torpes» (n. 6).
-          La Biblia, en cuanto Sagrada Escritura, habla de Cristo y lo anuncia como el que debe soportar
los sufrimientos para entrar en la gloria. Las Escrituras hablan de Cristo, y nos ayudan a creer que su muerte y resurrección no pertenecen a la mitología, sino a la historia y se encuentran en el centro de la fe de sus discípulos. La fe proviene de la escucha y la escucha está centrada en la palabra de Cristo (Romanos 10, 17). (n. 7).
-          El contacto frecuente con la Sagrada Escritura y la celebración de la Eucaristía hace posible el
reconocimiento entre las personas que se pertenecen. (n. 8)
-          Cuando los Sacramentos son introducidos e iluminados por la Palabra, se manifiestan más
claramente como la meta de un camino en el que Cristo mismo abre la mente y el corazón al reconocimiento de su acción salvadora. Es necesario, en este contexto, no olvidar la enseñanza del libro del Apocalipsis, cuando dice que el Señor está a la puerta y llama. (n. 8)
-          En la Segunda Carta a Timoteo, que constituye de algún modo su testamento espiritual, san
Pablo recomienda a su fiel colaborador que lea constantemente la Sagrada Escritura. Las verdades contenidas en la Escrituras sirven para nuestra salvación. El papel del Espíritu Santo en la Sagrada Escritura es fundamental. (n. 9).
-          Es necesario tener fe en la acción del Espíritu Santo que sigue realizando una peculiar forma de
inspiración cuando la Iglesia enseña la Sagrada Escritura, cuando el Magisterio la interpreta auténticamente y cuando cada creyente hace de ella su propia norma espiritual. (n. 10)
-          No separar la Sagrada Escritura de la Tradición, sin comprender que juntas forman la única
fuente de la Revelación. (n. 11)
-          Cuando la Sagrada Escritura se lee con el mismo Espíritu que fue escrita, permanece siempre
nueva. El Antiguo Testamento no es nunca viejo en cuanto que es parte del Nuevo, porque todo es transformado por el único Espíritu que lo inspira. (n. 12)
-          La  Sagrada Escritura causa dulzura y amargura. La dulzura de la Palabra de Dios nos impulsa a
compartirla con quienes encontramos en nuestra vida para manifestar la certeza de la esperanza que contiene (cfr. 1 Pedro  3,15-16).  Por su parte, la amargura se percibe frecuentemente cuando comprobamos cuán difícil es para nosotros vivirla de manera coherente, o cuando experimentamos su rechazo porque no se considera válida para dar sentido a la vida. (n. 12)
-          La Palabra de Dios nos señala constantemente el amor misericordioso del Padre que pide a sus
hijos que vivan en la caridad. Cuando Lázaro y el rico mueren, este último, al ver al pobre en el seno de Abrahán, pide ser enviado a sus hermanos para aconsejarles que vivan el amor al prójimo, para evitar que ellos también sufran sus propios tormentos. Escuchar la Sagrada Escritura para practicar la misericordia: este es un gran desafío para nuestras vidas. La Palabra de Dios es capaz de abrir nuestros ojos para permitirnos salir del individualismo que conduce a la asfixia y la esterilidad, a la vez que nos manifiesta el camino del compartir y de la solidaridad. (n. 13).
-          En el camino de escucha de la Palabra de Dios, nos acompaña la Madre del Señor, reconocida
como bienaventurada porque creyó en el cumplimiento de lo que el Señor le había dicho (cfr. Lc 1,45). Ningún pobre es bienaventurado porque es pobre; lo será si, como María, cree en el cumplimiento de la Palabra de Dios. “Son felices quienes oyen y custodian la Palabra de Dios”. «La Virgen es feliz porque custodia la Palabra misma de Dios mediante la que ha sido hecha y que en ella se hizo carne». (n. 15).




Vida Cristiana








[1] La predicación de Jesús se inicia en la "Galilea de los gentiles", en una región donde había una numerosa población pagana. Jesús predica, por tanto, en primer lugar, a los que aún no conocen la "luz" de la revelación porque viven en las "sombras" del paganismo. Por medio  de estos paganos, la predicación de Jesús se dirige a todas las naciones. Así como Samaria era un territorio "herético" (adoraban en Garizim y no en Jerusalén: Jn 4,9.20), para los habitantes de Judea, Galiea era un territorio mezclado, porque se había establecido en ella mucha población no judía. Galilea era considerada por Judea – es decir, por Jerusalén, celosa de la ley, luz de la que vendría la salvación - como una región medio pagana. ¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Juan 1,46).


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