sábado, 18 de enero de 2020

Carmen Fernández de la Cigoña dirige el Instituto de Estudios de la Familia CEU San Pablo Pablo J. Ginés/ReL - 17 enero 2020



Inicio/Vida y Familia

o   Carmen Fernández de la Cigoña dirige el Instituto de Estudios de la Familia del CEU San Pablo

«En nuestra sociedad todo es muy efímero,
pero familia y matrimonio requieren constancia y empeño»

Carmen Fernández de la Cigoña dirige el Instituto de Estudios de la Familia CEU San Pablo

Carmen Fernández de la Cigoña dirige el Instituto de Estudios de la Familia CEU San Pablo

Pablo J. Ginés/ReL - 17 enero 2020
Los cambios en la estructura familiar en España, y en Occidente, son vertiginosos. Los españoles se casan muy mayores y, por lo tanto, poco fértiles: las mujeres a los 35 y los hombres a los 38. Hay apenas 1,3 hijos por mujer en edad fértil, y solo gracias a la aportación de las inmigrantes. Una sociedad sana necesitaría 2,1 hijos por mujer fértil, pero hace 30 años que eso no pasa en España. Desde 2016 hay más muertes que nacimientos en el país.
Además, hace apenas diez años la mitad de las bodas en España aún se hacían por la Iglesia. Hoy son aproximadamente un 20%. Jaén, la provincia más pobre de España, es la única en que las bodas católicas superan el 50%. En algunas provincias las bodas católicas son anecdóticas, un 3 o 4%. De hecho, pocas parejas se atreven a casarse, incluso por lo civil: apenas unas 160.000 bodas al año, mientras que en el año 2000 superaban las 200.000.
En este panorama desconcertante, más gaseoso que líquido, resulta imprescindible estudiar qué sucede con la institución familiar y como afecta a la sociedad en su conjunto. Esa es una de las tareas del Instituto CEU de Estudios de la Familia, con sede en Madrid.
El instituto tiene 3 líneas de actuación:
- el trabajo académico sobre la familia como institución: estudios, publicaciones, formación para profesores y académicos...
- el trabajo transversal con los alumnos: incluye el Gabinete de Atención psicológica y acompañamiento, pero también iniciativas para promover la reflexión entre los jóvenes (concursos de cortos o de ensayos, propuestas de estudios, etc...), reflexiones sobre la familia en distintas disciplinas...
- la colaboración con otras entidades: las asociaciones de familias numerosas, el Foro de la Familia, la Fundación Renacimiento Demográfico, etc...
"La sociedad necesita cada vez más revalorizar la familia", exhorta Carmen Fernández de la Cigoña, la directora del Instituto CEU de Estudios de la Familia. "En nuestra sociedad todo es muy efímero, todo depende de cada momento... pero para proteger y fortalecer nuestra familia debemos estar convencidos de que merece la pena esforzarse en ella, con constancia".
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"Son muchas las presiones hoy que debilitan el proyecto de una vida matrimonial, de estar juntos para siempre, abiertos a la fecundidad. Tenemos que volver a proponer el matrimonio indisoluble, su estabilidad y su permanencia. Al descender el número de matrimonios, también civiles, habrá menos estabilidad familiar y eso tendrá efectos en toda la sociedad", advierte.
Acompañar, y tener testimonios
En 2018, con motivo del Sínodo de la Familia, una y otra vez voces en la Iglesia hablaban de la importancia de acompañar a los novios, a los matrimonios novatos y también a los veteranos. ¿Cuánto de eso se ofrece en la Iglesia española?
"Cada diócesis española presenta un panorama distinto", señala Fernández de la Cigoña. "Hay más acompañamiento familiar en algunos movimientos de Iglesia que tienen más conciencia de esa importancia. Los laicos debemos reclamar a la Iglesia este acompañamiento. Es necesario que las familias tengamos referentes. Ya se hace, y es bueno, que en los cursillos prematrimoniales haya matrimonios cristianos experimentados que cuenten su testimonio, su experiencia de alegría y dificultades. Pero no sólo los cristianos tienen que pedir a la Iglesia que se implique. También la sociedad civil debe reclamar más protección y apoyo para la institución familiar".
parejas
La formación es importante, "con los pies en la tierra"
Recientemente, la Conferencia Episcopal ha publicado materiales de un curso muy largo, de hasta 3 años, para parejas de novios. ¿Es realista un itinerario tan largo? La directora del Instituto CEU de la Familia cree que hay que dar formación adaptada a la realidad de la gente.
 "Casarse, el compromiso matrimonial, ¡es la mayor aventura de la vida! Así que es muy importante formarse, conocer lo que implica la vida en común. Pero puede haber noviazgos cortos que 3 años antes no tenían ni idea de que se casarían, y pueden lograr matrimonios muy buenos. Mejor formación no necesariamente es más tiempo. Cada pareja de novios es distinta. Y la fe de cada pareja cristiana ha de ir creciendo, antes y después de casarse. La formación es importantísima, pero con los pies en la tierra. La vida cotidiana va a ser complicada, va a afectar a nuestra relación familiar, y vale la pena prepararse".
Se necesita el apoyo de otras familias
La familia cristiana no puede ser aislacionista. En un entorno muy hostil, necesitará el sostén y el ejemplo de otras familias cristianas, explica esta experta. "Una familia necesitará crecer acompañada en un ambiente donde reciba apoyo, formación, y no se sienta continuamente juzgada o presionada. La familia combina mucha libertad con mucha conciencia y empeño en tirar adelante, en mejorar. La vida familiar no sale sola: requiere trabajo y constancia. Habrá momentos mejores y momentos peores, pero sin tirar nunca la toalla".
Si ser fiel y trabajador implicó un esfuerzo para los matrimonios de todas las épocas, en nuestro siglo XXI digitalizado se suman retos nuevos. "La tecnología hay que saber usarla bien. Hoy la pérdida de relaciones personales, presenciales, es un problema. Hay cosas que no se aprenden en tutoriales en YouTube, sino en el trato personal: solidaridad, empatía, compartir, ¡lo que hace una familia! En la vida presencial, real, hay peleas y perdón, risa y llanto... lo que aprendes viviéndolo en casa es lo que te afectará toda tu vida".
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25 años de la Evangelium Vitae
En 2020 el Instituto CEU de Estudios de la Familia está atento a un aniversario especial. Se cumplen 25 años desde que San Juan Pablo II publicó su Encíclica Evangelium Vitae. En ella, el Papa expresaba un deseo: "que resurja o se refuerce a cada nivel el compromiso de todos por sostener la familia, para que también hoy —aun en medio de numerosas dificultades y de graves amenazas— ella se mantenga siempre, según el designio de Dios, como santuario de la vida".
El Instituto aún examina el formato concreto con el que celebrará este aniversario, pero incluirá actividades para recordar sus enseñanzas, "tanto entre profesores y académicos como entre un público más amplio", adelanta su directora.




Vida Cristiana

Mary Eberstadt: la revolución sexual introdujo en las relaciones hombre/mujer una lógica homosexual



[Chiesa/Testi/SexoIdeologíaGéneroFeminismo]

Inicio/Cultura

o   Razones antropológicas explican su potencial destructivo

Mary Eberstadt: la revolución sexual introdujo en las relaciones hombre/mujer una lógica homosexual

Mary Eberstadt es una de las grandes estudiosas sobre los devastadores efectos de la revolución sexual, en curso en Occidente desde los años 60, sobre la familia y la persona. En la imagen, su intervención en julio de 2019 en un encuentro de la Fundación Edmund Burke.

Mary Eberstadt es una de las grandes estudiosas sobre los devastadores efectos de la revolución sexual, en curso en Occidente desde los años 60, sobre la familia y la persona. En la imagen, su intervención en julio de 2019 en un encuentro de la Fundación Edmund Burke.

ReL - 17 enero 2020

La capacidad de destrucción social que ha demostrado la revolución sexual en Occidente obedece a razones antropológicas y psicológicas profundas. La ensayista norteamericana Mary Eberstadt lo ha estudiado en profundidad en varias de sus obras, donde quedan de manifiesto también los estrechos vínculos entre fe y familia. Es el análisis de Alberto Frigerio en Tempi:
Revolución sexual, fe, familia y sociedad
En 2019, Mary Eberstadt, Senior Research Fellow en el Faith and Reason Institute de Washington D.C. y colaboradora en revistas y periódicos como Los Angeles Times y el Wall Street Journal, publicó el ensayo Primal Screams. How the Sexual Revolution created Identity Politics.
Este libro da un paso adelante en el recorrido iniciado por Eberstadt sobre el tema de la revolución sexual, objeto de la investigación de esta escritora y ensayista estadounidense, que se centra en sus implicaciones en relación a la fe, la familia y la sociedad. La obra de Mary Eberstadt ofrece claves de lectura para la comprensión de nuestro tiempo.
Revolución sexual
Eberstadt describe el fenómeno de la revolución sexual, iniciado a partir de los años 60 del siglo XX, como el proceso de progresiva "desestigmatización" de todas las variedades de prácticas sexuales no conyugales, propiciada por la difusión de las técnicas modernas de anticoncepción.
La revolución sexual está históricamente vinculada a la Reforma, el Romanticismo y el Feminismo. La interpretación negativa del eros, entendido como fruto de la concupiscencia pecaminosa, llevó, en el ámbito protestante, a secularizar la sexualidad a través de la desacralización del matrimonio. Ante la represión puritana de los afectos, que se abrió paso en ámbito católico a traves del jansenismo, en los siglos XVIII y XIX se desarrolló en el ámbito alemán el Romanticismo, cuya intención inicial era revalorizar el elemento afectivo de la relación amorosa, pero que acabó por reducir el amor a sentimiento. La crisis del puritanismo explotó cuando surgió el heterogéneo movimiento feminista, cuyo fin era reivindicar la igualdad entre el hombre y la mujer, pero que acabó siendo la búsqueda de lo que es específicamente femenino y llevando a que algunas de sus ramificaciones degeneraran en la afirmación de una generalizada indiferenciación sexual.
Según los promotores y defensores de la revolución sexual, la píldora y, como plan B, el aborto (aunque la anticoncepción atenta contra la castidad conyugal y el aborto contra la justicia, ambas circunstancias morales no están privadas de conexión, dado que el aborto se realiza a menudo como anticoncepción de emergencia) liberarían a la humanidad al liberar a la mujer de las cadenas de la fertilidad y a las minorías sexuales de la prisión de la moral tradicional.
De manera más detallada, en el libro-manifiesto de la revolución sexual Die Sexualität im Kulturkampf. Zur sozialistischen Umstrukturierung des Menschen (1936), el psicoanalista austriaco Wilhelm Reich teorizó el conflicto entre el instinto sexual y los principios morales, y propuso la superación de la familia monógama tradicional, considerada una institución social represiva, en la que la líbido es mortificada en aras del elemento procreador. En esta óptica, la práctica de la sexualidad solo se entiende en virtud de la búsqueda del placer sexual, y la liberación coincidiría con la mera satisfacción de los instintos sexuales.
En su coloquio con el periodista y escritor Vittorio Messori, el entonces cardenal Ratzinger describía la revolución sexual como un fenómeno caracterizado por una triple fracturaentre sexualidad y matrimonio, que abre la vía en ámbito civil a la equiparación del matrimonio a otras formas de relación heterosexual; entre sexualidad y procreación, eliminando la diferencia sexual y poniendo las bases para la equiparación de las relaciones heterosexuales y homosexuales; entre sexualidad y amor, reducido a fenómeno fisiológico que hay que apoyar hedonísticamente [Informe sobre la fe, 1985].
Para comprender a fondo el cambio radical que se está llevando a cabo, vale la pena recordar el papel que ha tenido la acción/saber tecnológico, copartícipe de la triple factura descrita y del avance en ámbito sexual de una lógica consumista. Junto a la difusión de las técnicas anticonceptivas, que separan la sexualidad de la procreación, hay que recordar la difusión de las técnicas de reproducción asistida, que separan la procreación de la sexualidad. Ambos métodos han abierto el camino al doble movimiento from sex without babies to babies without sex [del sexo sin bebés, a los bebés sin sexo], introduciendo en las relaciones heterosexuales una lógica homosexual, caracterizada por una sexualidad privada del elemento procreador, y por prácticas procreadoras privadas del ejercicio de la sexualidad. En este sentido, se comprende lo que escribió el filósofo Augusto del Noce, según el cual el pensamiento moderno tiene carácter nihilista y es incapaz de captar la diferencia, también en términos sexuales, como "otra" presencia positiva distinta a uno mismo, por lo que acaba concibiendo la experiencia amorosa, también heterosexual, en términos homosexuales, como prolongación del yo [Carta a Rodolfo Quadrelli, 1984].
Implicaciones
La revolución sexual favoreció la proliferación de una serie de comportamientos que, hasta ese momento, eran escasos y considerados inaceptables: relaciones prematrimoniales, relaciones extraconyugales, rupturas familiares. En lugar de propiciar una auténtica liberación, la revolución sexual ha contribuido a la difusión de una inestabilidad afectiva perjudicial, como atestiguan a nivel macroscópico los datos correspondientes a las convivencias, separaciones y divorcios, que provocan un gran sufrimiento en grandes y pequeños.
John Lennon y Yoko Ono en Amsterdam. Foto: Eric Koch/Wikimedia.
En el ensayo Home-Alone America (2004), Eberstadt evidencia las consecuencias de las rupturas familiares y la ausencia de la figura paterna en niños y adolescentes: incremento del índice de depresión, delincuencia y abuso de sustancias, inicio precoz de la actividad sexual con difusión de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Por último, la autora observa un aumento del 350%  en el número de abusos sexuales sobre niños a partir de 1980. Este último dato confirma lo que ha observado el Papa emérito Benedicto XVI que, en sus notas sobre los abusos sexuales publicadas en abril de 2019, pone en evidencia el vínculo entre revolución sexual, que no toleraba ninguna norma en materia de sexualidad, y la difusión de la pedofilia.
En Adán y Eva después de la píldora (2012), Mary Eberstadt observa el resultado paradójico de la revolución sexual para hombres y mujeres: a un crecimiento exponencial del sexo, cada vez más difundido y al alcance de todos, le corresponde una disminución significativa de satisfacción romántica.
En el texto Cómo el mundo occidental perdió realmente a Dios (2013), Eberstadt pone de manifiesto el vínculo entre fe y familia, doble hélice que constituye el ADN de la sociedad. La tesis clásica de la secularización, a saber: que la fe favorece la edificación de la familia y la crisis de fe la erosiona, es integrada con la afirmación de que el buen estado de salud de la familia alimenta la fe, y el malo dificulta el acceso a Dios. La perspectiva planteada por Eberstadt recuerda el ensayo Family and Civilization (1947) del sociólogo de Harvard Carle C. Zimmerman, según el cual el declive del mundo clásico estuvo caracterizado por el declive de la familia.
La autora defiende su tesis aportando algunos datos sociológicos (concomitancia en la segunda posguerra del boom religioso y familiar; marcada secularización en los países con un alto índice de personas que viven solas, como en los países escandinavos; debilitamiento de la práctica religiosa en las confesiones cristianas de matriz protestante al introducir cambios en el ámbito de la moral sexual y familiar a través de la anticoncepción, el divorcio y la homosexualidad) y avanzando consideraciones antropológicas (la generación es una experiencia trascendente que lleva a que las personas salgan de sí mismas; los padres buscan comunidades morales que les coadyuven en ámbito educativo; la fe es un apoyo al afrontar los sacrificios que requiere la vida familiar).
La familia tiene carácter sagrado, y esta es la razón por la que la crisis de la familia es expresión, y también motivo, de la secularización. La familia es el lugar de la transmisión de la fe, no sólo porque es en ella donde el hijo es introducido o no a una determinada tradición religiosa, sino también porque, y de manera más profunda, la experiencia familiar tiene un carácter religioso.
Las relaciones conyugales y paterno-filiales tienen un valor sagrado, puesto que se invita a las personas a tomar partido por un bien gratuito y lleno de significado, como es propio de la experiencia de fe: matrimonio y familia llevan a cabo la figura de la vida como dedicación a un plan trascendente. En la novela El hombre sin atributos (1930), que ataca una cierta visión burguesa del matrimonio, Robert Musil afirma: "Y sin embargo, hay algo de verdad en lo que se conoce como significado sagrado de la familia, en ese estar atraídos los unos por los otros, sirviéndose mutuamente".
La familia es una realidad creatural que proporciona el lenguaje a la fe, como muestra la Alianza bíblica, que tiene su ejemplificación en el acontecimiento nupcial, que nos habla de esponsalidad y generación. Véase, a título de ejemplo, el libro del profeta Oseas, que en el capítulo 2 interpreta la relación entre Dios y el pueblo a la luz de la unión entre marido y mujer ("Yo la persuado, la llevo al desierto, le hablo al corazón... Aquel día -oráculo del Señor- me llamarás 'esposo mío'... Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura"), mientras que en el capítulo 11 lo interpreta a la luz de la relación entre padres e hijos ("Cuando Israel era joven lo amé y de Egipto llamé a mi hijo... Pero era yo quien habría criado a Efraín, tomándolo en mis brazos... Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un  niño hasta sus mejillas. Me incliné hacia él para darle de comer").
En el libro It's Dangerous to Believe (2016), Mary Eberstadt denuncia la persecución soft [suave] llevada  a cabo por la ortodoxia laicista contra todo el que disienta del dogma progresista de la revolución sexual. El secularismo progresista considera que rechazar los postulados de la liberación sexual constituye una amenaza para la sociedad y merece ser castigado. En este sentido, es preocupante constatar que determinadas posiciones de quienes se sienten perplejos ante los denominados nuevos derechos respecto al ámbito bioético tienden a ser denigradas a priori al ser consideradas contrarias al pensamiento dominante. Preocupa también constatar que el derecho a la objeción de conciencia en relación a temáticas tan complejas y debatidas no sea acogido y protegido a nivel jurídico, causando graves dificultades al conjunto de determinadas categorías profesionales, sobre todo en ámbito sanitario.
En Primal Screams. How the Sexual Revolution created Identity Politics (2019), Mary Eberstadt aborda el tema de la identidad y de las políticas identitarias. La autora hace referencia al ensayo La cultura del narcisismo (1979), del sociólogo estadounidense Robert C. Lasch, sobre la difusión de la mentalidad narcisista, y al ensayo Solo en la bolera (2000), del politólogo estadounidense Robert D. Putman, sobre el declive de las comunidades y las asociaciones, e investiga los motivos centrando su mirada en el tema de la familia. La gran dispersión (great scattering) familiar provocada por la revolución sexual, afirma la autora, constituye el impedimento más significativo a la comprensión de uno mismo. La relación es camino de edificación de uno mismo, entre el yo y el uno mismo, diría el filósofo francés Paul Ricoeur; por esto, la crisis de las relaciones familiares complica el proceso identitario y la cuestión de la identidad se convierte en zona zero emotivo y político para una amplísima parte de la población.
La ruptura de los vínculos familiares y la búsqueda de la identidad encuentra ejemplificación en el panorama musical, que se divide entre quienes cantan la disgregación de la familia (Eminem, Papa Roach, Everclear, Blink-182, Good Charlotte, Eddie Vedder y Pearl Jam, Kurt Kobain y Nirvana, Tupac Shakur, Snoop Dogg) y lo que representan el mito del andrógino en la perspectiva de la ambigüedad sexual (David Bowie, FFC-Acrush, BTS).
Conclusión
La revolución sexual, aun partiendo de perspectivas de cambio en parte aceptables como la búsqueda de afecto y el amor solidario, anteriormente, en un segundo plano, ha provocado un deterioro del ethos sexual, marcado por una "mentalidad hedonista e irresponsable respecto a la sexualidad" (Juan Pablo II, encíclica Evangelium vitae n. 13). Es cuanto afirmaba Pablo VI proféticamente en la encíclica Humanae vitae, promulgada en el verano de 1968, en plena revolución sexual, afirmando que la introducción de las prácticas anticonceptivas llevaría a un disminución general de la moralidad (infidelidad conyugal, degradación de la dignidad de la mujer), mientras que la defensa de la moral conyugal en su totalidad es el camino a la edificación de una civilización verdaderamente humana (nn. 17-18).
Dos textos nos ayudan a comprender el alcance antropológico y social de la anticoncepción: el primero es Contraception and Chastity (1975), en el que Elizabeth Anscombe, filósofa británica discípula de Wittgenstein, ponía en evidencia la imposibilidad, implícita en la legitimación de la anticoncepción, de distinguir entre actos sexuales buenos y malos. Separar el significado unitivo del procreador, por ejemplo, impediría reconocer el aspecto crítico existente en el acto homosexual. El segundo es De la vie avant tout chose (1979), en el que Pierre Simon, ginecólogo ex Gran Maestre de la Gran Logia Masónica de Francia, declaraba la voluntad de subvertir las costumbres sociales occidentales de matriz clásica y judeocristiana a través de la anticoncepción, a la que añadía el aborto y la eutanasia. Estas tres prácticas, a la que hoy podríamos añadir muchas más (eugenesia, experimentación con embriones, fecundación asistida, maternidad subrogada, manipulación de los cuerpos) introducirían la noción de vida como algo material, vacío de todo significado intrínseco y a total disposición de la voluntad subjetiva.
La reflexión llevada a cabo por Mary Eberstadt nos ayuda a comprender el estrecho nexo entre fe y familia: por un lado, la fe en Dios pone las bases para una experiencia familiar sólida y, por el otro, la vida familiar lleva a Dios en cuanto lugar de cuidado en el que la persona vive vínculos de gratuidad y de bondad de carácter religioso. El hombre alcanza la conciencia siempre en la mediación de una experiencia práctica, actuando e implicándose en la realidad (Jn 3, 21); por lo tanto, la posibilidad de mantener vivas evidencias seculares como el carácter insuperable de la diferencia sexual, está relacionado con la tutela de experiencias fundamentales como la familia.
La Iglesia, al ocuparse y cuidar de la familia, fortalece el cuerpo eclesial y edifica al conjunto de la sociedad. El vínculo de ida y vuelta entre fe y familia nos dice que evangelizar a la familia implica anunciar la fe en el Dios de Jesucristo y, al mismo tiempo, el anuncio de la fe nos pide promover la familia jurídica y culturalmente, en cuanto la cultura es mediación de la conciencia y la ley es uno de los dispositivos culturales más poderosos.
Traducido por Elena Faccia Serrano.


Vida Cristiana

Domingo 2º del Tiempo Ordinario Año A, 19 de enero de 2020.




[Chiesa/Omelie1/Cristo/2A20CristoCorderoQuitaPecadoRestableceComuniónDios]

Ø Domingo 2º del Tiempo ordinario, Año A (2020).  Jesucristo es el Cordero de Dios que se ofrece libremente para quitar el pecado y llevar a Dios a sus hermanos en la carne. El cordero es el símbolo de la víctima y de la inocencia maltratada, y se convierte casi como el título simbólico fundamental de Cristo. La Redención que realiza Jesús es liberación del pecado, de la esclavitud, y divinización: el hombre no solamente es descargado de la culpa, del pecado, y del mal, sino que es transformado interiormente, hecho semejante a Cristo, hijo de Dios, «divinizado». Somos llamados a identificarnos con Jesucristo, ofreciendo nuestras vidas como culto espiritual agradable a Dios.


v  Cfr. Domingo 2º del  Tiempo Ordinario Año A, 19 de enero de 2020.

Isaías 49,3.5-6 – Salmo Responsorial  39,2 y 4ab; 7-8a; 8b-9; 10  -  1 Corintios 1,1-3  -  Evangelio Juan  1,29-34.
Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scriture, Anno, Piemme  III Edizione,  novembre 1995  pp. 139-144

Juan 1, 29-34: 29 Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «Este es  el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. 31 Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.». 32 Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. 33 Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo." 34 Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»
Salmo 39/40: 2  En Yahveh  puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. 4 Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos, al verlo, temerán y esperarán en el Señor 7 No quisiste sacrificio ni ofrenda, pero el oído me has abierto. No pediste holocausto ni sacrificio de expiación; 8 dije entonces: «Aquí estoy - como está escrito acerca de mí en el Libro - 9 para hacer tu voluntad, Dios mío». Ese es mi querer, pues llevo tu Ley dentro de mí. 10  He anunciado la justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios, Señor, tú lo sabes bien.
1 Corintios 1: 1 Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano, 2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos 3 gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo. 

Juan llama a Jesús “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
(Evangelio de hoy, v. 29).
Antecedentes. a) Isaías 53,7:
“Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca: como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca”.
b) Éxodo 12, 6-7.12-13
Lo guardaréis (animal que matarán) hasta el día catorce del mes y toda la asamblea de los hijos de Israel lo matará al atardecer”.
Tomaréis la sangre y rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo comáis.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto
y heriré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto (…).
La sangre será vuestra señal en las casas donde habitáis. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora,
cuando yo hiera a la tierra de Egipto.

A. Un testimonio preciso de Juan el Bautista sobre Jesús.


v  Juan se refiere a una realidad muy precisa: «He ahí el Cordero de Dios», con todo lo que evocaba la palabra cordero a los israelitas: Juan alude al sacrificio redentor de Cristo.

o   Isaías había comparado los sufrimientos del Siervo doliente, el Mesías, con el sacrificio de un cordero.

·         La presentación de Jesús como Cordero de Dios, es muy conocida por todos nosotros, ya que, con
frecuencia, nos  dirigimos así al Señor en la Celebración  Eucarística: en la recitación o canto del “Gloria”, durante la fracción del pan eucarístico y cuando somos invitados a recibir su Cuerpo como alimento verdadero.
También hay referencias a esta presentación en el Antiguo Testamento. Entre otras: en el libro del Éxodo (12,11-13), donde aparece el cordero de la Pascua antigua, su carne es alimento y su sangre salva de la muerte; en el Cántico del Siervo de Yahvé (Isaías 53,4-7.12), donde aparece el cordero inocente que carga con nuestras culpas.
·         Gianfranco Ravasi o.c., pp. 143-144: “El cordero se convierte también en el símbolo constante de
la víctima  y de la inocencia  maltratada, como declara autobiográficamente Jeremías: «Yo, como un  manso cordero llevado a inmolar, ignoraba las maquinaciones que tramaban contra mí…» (11,19).  El célebre canto cuarto del  Siervo del Señor, recogido en el libro del profeta Isaías, describe de la misma manera esa figura mesiánica misteriosa: «Fue maltratado, y él se dejó humillar, y no abrió su boca; como cordero llevado al matadero, y como oveja muda antes sus esquiladores, no abrió su boca» (53,7).
            “Si se acepta una hipótesis propuesta a propósito de este texto por un conocido estudioso alemán, J. Jeremías, en arameo, el idioma hablado por Juan el Bautista y por Jesús, hay un vocablo - talya’ -  que recoge en sí dos significados, «cordero» y «siervo».
            Juan el Bautista aludiría con una única expresión sea el cordero que al Siervo mesiánico: ¡He aquí el cordero del sacrificio de la de la nueva Pascua, he aquí el Siervo mesiánico que se inmola por el pecado del mundo!  En esta línea el Cristo glorioso del Apocalipsis es llamado 28 veces «el Cordero» por excelencia. 
            Por tanto este animal sencillo y manso se convierte en el Nuevo Testamento en el símbolo más luminoso para describir el sacrificio de Cristo y su Pascua perfecta y liberadora.
            Antes de dejar Galilea, nos paramos idealmente en la ribera del lago de Tiberíades, como hacen tantos peregrinos hoy. Al lado de una pequeña iglesia franciscana llamada  «del Primado de Pedro» y erigida con basalto negro, volvemos a escuchar también nosotros las últimas palabras terrenas (según el Evangelio de Juan), del gran pastor de nuestras almas, Cristo resucitado. En la ribera de aquel lago nos llama «sus corderos» y nos confía a la guía visible de Pedro. Le dijo Jesús a Simón Pedro: - Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Le respondió: Si, señor, tú sabes que te quiero. Le dijo: - Apacienta mis corderos» (21, 15)”.

o   Al llamar a Jesús Cordero de Dios (Evangelio de hoy, v. 29), Juan alude al sacrificio redentor de Cristo.

·         Nuevo Testamento, Eunsa 2004 (Nota a Juan 1, 19-34): “Juan testimonia no sólo que Jesús es el
Mesías, sino que Él, con su muerte sangrienta redime al mundo. (...) Al llamar a Jesús Cordero de Dios (v. 29), Juan alude al sacrificio redentor de Cristo. Isaías había comparado los sufrimientos del Siervo doliente, el Mesías, con el sacrificio de un cordero (Cfr. Isaías 53,7). Por otra parte, también la sangre del cordero pascual, rociada sobre las puertas de las casas, había servido para librar de la muerte a los primogénitos de los israelitas en Egipto (cfr. Éxodo 12, 6-7). Tras la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos testimoniamos que Él es el verdadero Cordero Pascual. Lo hacemos antes de recibir a Cristo en la sagrada comunión, es decir, a la hora de participar en la «cena de las bodas del Cordero» (Apocalipsis 19,9)”.

o   Toda la vida de Cristo expresa su misión: «Servir y dar su vida en rescate por muchos»

·         Catecismo de la Iglesia Católica, n. 608: «El cordero que quita el pecado del mundo» -  Juan
Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (Cf Lucas 3, 21; Mateo 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el «Cordero de Dios que quita los pecados del mundo» (Juan 1, 29) (Cf Juan 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Isaías 53, 7) (Cf Jeremías 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (Cf Isaías 53, 12), y el cordero pascual símbolo de la redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Éxodo 12, 3-14) (Cf Juan 19, 36; 1 Corintios 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión: «Servir y dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10, 45).

B. Breve comentario a cada una de las Lecturas de hoy.


v  a) Evangelio: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».

o   La liberación del pecado y el restablecimiento de la comunión con Dios.

§  El hombre no solamente es descargado de la culpa, del pecado, y del mal, sino que es transformado interiormente, hecho semejante a Cristo, hijo de Dios, «divinizado».
Es la filiación divina, que nos capacita para vivir como hijos de Dios en y a través del Hijo.
·         En la Nueva Alianza, el sacrificio del cordero (de Jesucristo)  libera del pecado y restablece la
comunión con Dios y, por tanto, la santidad de quien antes no la tenía. Restituye a Dios (y, por tanto, le hace santo) a quien se había alejado de Él; será Jesucristo  quien genera la vida comunicada por Dios a los hombres, que no nacen, como ha sido revelado (Juan 1,13), “del querer del hombre”.  La redención forma parte del designio divino de conducir a los hombres a la participación de la vida de Dios, a una comunión de amor. En previsión, desde toda la eternidad, de los pecados, Dios preparó en su Hijo encarnado el punto de encuentro entre los hombres y Dios.
·         César Izquierdo (dir.), Diccionario de Teología, Eunsa 2006, Jesucristo, p. 536: Cristo divinizador. La
salvación que  realiza Jesús consiste también en la integración del hombre en la vida de Dios. La divinización es el otro aspecto de la redención y liberación, el lado «positivo» de la redención. El hombre no solamente es descargado de la culpa, del pecado, y del mal, sino que es transformado interiormente, hecho semejante a Cristo, hijo de Dios, «divinizado». La divinización que realiza Jesús tiene lugar como un nuevo nacimiento -del agua y del Espíritu (cf. 1Pedro 1, 3)-, que es para nosotros el fruto de la resurrección del Señor. El nuevo nacimiento trae asimismo la filiación divina que nos hace hijos en el Hijo (cf. Romanos 8, 14-29; Gálatas 3, 26; Gálatas 4, 6-7); y la vida nueva en cuanto vida en Cristo y participación en la vida trinitaria (cf. Romanos 6, 23; Filipenses 1, 21; Colosenses 3, 4; 1 Corintios 15, 42-55).  

v  b)  Salmo Responsorial: «No quisiste sacrificio ni ofrenda, pero el oído me has abierto», para que obedezca a tu voluntad.

o   La obediencia a la voluntad de Dios

·         Indica la capacidad que da el Señor de comprender profundamente sus palabras, y de obedecer a su
voluntad con corazón consciente. “En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón”. La ley de Dios está en lo profundo del corazón no como conjunto de normas, sino como transformación profunda del hombre a imagen de Dios que ofrece su alianza.

o   Es el culto espiritual: el ofrecimiento a Dios de nuestras vidas como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.

·         Se trata de el culto espiritual instaurado en plenitud por Jesucristo, al que nos exhorta san Pablo en
su carta a los Romanos (12,1): “Os pido, por la misericordia de Dios, que os ofrezcáis (que ofrezcáis vuestras vidas) como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. Según se pedía en el AT (Éxodo 23,15; Deuteronomio 16,16), nadie debía presentarse a Dios con las manos vacías. La oblación se expresaba mediante la ofrenda de cosas: dones y sacrificios externos, frutos o animales, que debían ser expresión de las buenas disposiciones internas del oferente, con referencia a Dios y a los demás, que se consideraban indispensables (cfr. 1 Samuel 15, 22). 
Jesús  inauguró el  nuevo culto: se ofrece a sí mismo a Dios para cumplir la voluntad del Padre. Se presenta al Padre “no con sangre de machos cabríos ni de toros, sino con su propia sangre” (Hebreos 9,12).

o   Los sacrificios exteriores deben ser signos de la obediencia a Dios.   

·         Cfr. Libros poéticos y sapienciales, Eunsa 2004, salmo 40, 6-9: (...) “El Señor pide obediencia a
Él, y a su Ley (v. 9). No quiere decir que excluya o desprecie los sacrificios, sino que estos han de ser signos de aquella obediencia (cfr. 1 Samuel 15,22; Isaías  10,20; Miqueas 6, 6-8). «Me abriste el oído» (literalmente me «cavaste el oído»), puede entenderse como horadar las orejas en el sentido de me «hiciste tu siervo de por vida» (Cfr. Éxodo 21,6; Deuteronomio 15,7); o en el de «me hiciste escuchar y conocer», a la manera de lo que el maestro hace con el discípulo (cfr. Isaías 48,8; 50, 4-5).

o   Cumplimos la voluntad de Dios en y a través de Cristo.

Joseph Ratzinger – Benedicto XXVI, Jesús de Nazaret, pp. 185-186: “Jesucristo es precisamente en quien, y a través de quien, se cumple plenamente la voluntad de Dios. Mirándole a El, aprendemos que por nosotros mismos no podemos ser enteramente «justos»: nuestra voluntad nos arrastra continuamente como una fuerza de gravedad lejos de la voluntad de Dios, para convertirnos en mera «tierra». El, en cambio, nos eleva hacia sí, nos acoge dentro de El y, en la comunión con El, aprendemos también la voluntad de Dios”.

v  c) Segunda Lectura, de la 1ª Carta a los Corintios. Introducción: “Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios”.  Descubre su vocación.

o   Aparece, en esta introducción de la 1ª Carta a los Corintios, la conciencia clara que tenía el Apóstol de la llamada de Dios: en la carta a los Filipenses lo expresa diciendo que ha sido  “alcanzado” por Cristo.  

·         Benedicto XVI, Pablo, Apóstol por vocación, Audiencia 25/10/2006: “En el camino hacia
Damasco, a inicios de los años treinta, Saulo, según sus palabras, fue « alcanzado por Cristo Jesús» (Filipenses 3, 12). Mientras Lucas cuenta el hecho con abundancia de detalles --la manera en que la luz del Resucitado le alcanzó, cambiando fundamentalmente toda su vida-- en sus cartas él va directamente a lo esencial y habla no sólo de una visión (Cf. 1 Corintios 9,1), sino de una iluminación (Cf. 2 Corintios 4, 6) y sobre todo de una revelación y una vocación en el encuentro con el Resucitado (Cf. Gálatas 1, 15-16). De hecho, se definirá explícitamente «apóstol por vocación» (Cf. Romanos 1, 1; 1 Corintios 1, 1) o «apóstol por voluntad de Dios» (2 Corintios 1, 1; Efesios 1,1; Colosenses 1, 1), como queriendo subrayar que su conversión no era el resultado de bonitos pensamientos, de reflexiones, sino el fruto de una intervención divina, de una gracia divina imprevisible. A partir de entonces, todo lo que antes constituía para él un valor se convirtió paradójicamente, según sus palabras, en pérdida y basura (Cf. Filipenses 3, 7-10). Y desde aquel momento puso todas sus energías al servicio exclusivo de Jesucristo y de su Evangelio. Su existencia se convertirá en la de un apóstol que quiere «hacerse todo a todos» (1 Corintios 9,22) sin reservas”.

v  d) Segunda Lectura: San Pablo se dirige “a los santificados en Cristo Jesús”, “llamados a ser santos”.

o   Hemos sido hechos partícipes de la naturaleza divina y llamados a configurarnos con Cristo.

§  Estamos obligados a testimoniar con la vida y el testimonio de la palabra al nombre nuevo del que estamos revestidos por el bautismo, y la fuerza  del Espíritu Santo que nos  ha fortalecido con la confirmación, para que todos los demás, al contemplar las buenas obras, glorifiquen al Padre  y perciban con mayor plenitud  el sentido auténtico de la vida humana.
·         El Apóstol expresa claramente la acción de Dios, que reivindica a los bautizados como suyos, los
reserva para su servicio; somos llamados a ser santos aunque – como el mismo Pablo referirá más adelante (1, 11-12; 5, 1 ss, etc.) -, los cristianos dejemos que desear desde el punto de vista moral. Dios nos perdona y renueva si nos acercamos a Él. Hemos sido hechos participantes de la naturaleza divina, y, al mismo tiempo,  somos llamados a configurarnos cada vez más con Cristo.
·         San Agustín exhortaba a los fieles de este modo: “¡Cristiano, conviértete en lo que eres!”,
Entendiendo que debemos realizar del mejor  modo posible lo que ya somos.
·         “Todos los  cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su
vida y el testimonio de la palabra al nombre nuevo de que se revistieron por el bautismo, y la fuerza  del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación, de tal manera que todos los demás, al contemplar sus buenas obras, glorifiquen al Padre (Cf. Mateo 5, 16)  y perciban con mayor plenitud  el sentido auténtico de la vida humana y el vínculo universal  de la comunión de  los hombres”  (Conc. Vaticano II, decreto  Ad gentes, n. 11).  

o   Lo que el Señor espera de nosotros los cristianos

·         “Que vivamos de tal manera que quienes nos traten, por encima de nuestras miserias, errores y
deficiencias, adviertan el eco del drama de amor del Calvario. Todo lo que tenemos lo hemos recibido de Dios, para ser sal que sazone, luz que lleve a los hombres la nueva alegre de que El es un padre que ama sin medida. El cristiano es sal y luz del mundo no porque venza o triunfe, sino porque da testimonio del amor de Dios; y no será sal, si no sirve pasa salar; no será luz si, con su ejemplo y con su doctrina, no ofrece un testimonio de Jesús, si pierde lo que constituye la razón de su vida”  (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 100).



Vida Cristiana

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