sábado, 15 de febrero de 2020

Amar como Dios ama: por Santiago Agrelo

Si hablamos de Dios,  hablamos de amor.
El salmista lo dijo así: “Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura”.
Desde su experiencia personal de la misericordia y la compasión de Dios, el salmista nos invitaba a reconocerla como nuestra, a confesarla como universal. ¡Y no conocía al Mesías Jesús!
Pero tú has creído en Jesús, tú lo conoces.
Y en Cristo Jesús se te ha revelado el misterio de un amor sin medida.
Él es el compadecido, el curado, el rescatado, el colmado de gracia y de ternura. Él es el resucitado.
En Cristo Jesús, los verbos que expresan la acción misericordiosa de Dios, adquieren todos una dimensión de plenitud, de eternidad.
Decimos “en Cristo Jesús”, y decimos bien.
Pero la fe añade, y añade bien: “En Cristo” somos hijos de Dios; “por Cristo” tenemos acceso al Padre; “con Cristo” hemos sido crucificados, hemos sido sepultados, hemos resucitado, y estamos a la derecha de Dios en el cielo.
Y tú, Iglesia convocada a la eucaristía dominical, con el salmista y con Cristo bendices al Señor, pues te reconoces y confiesas compadecida, curada, rescatada, colmada de gracia y de ternura: ¡Resucitada!
Tú te reconoces y confiesas amada con un amor que los ríos no podrán anegar, que las aguas caudalosas no podrán apagar.
Y del amor sólo es digno el amor. El proverbio lo decía de aquella manera: «Amor con amor se paga
De ahí que el de amar sea el mandato que resume todos los mandatos: amar como Dios ama; amar como nos amó Jesús, “hasta el extremo”; amar sin fronteras; amar sin otra medida que la del amor que Dios nos tiene.
Y en ese amor entra el universo entero, la humanidad entera, también el enemigo –el corazón intuye que entra sobre todo el enemigo-.
Hoy lo cantamos con el Aleluya: “Quien guarda la palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a plenitud”. Que es como decir: La evidencia de que amamos a Dios es que guardamos la palabra de Cristo Jesús.
Amar, amar hasta que el amor se le haga herida a quien nos odia; amar hasta que el amor dé sentido a la existencia de quien sufre; amar hasta que el amor revele la dignidad divina de los humillados; amar hasta que seamos una evidencia de Dios compasivo y misericordioso; amar hasta que seamos una presencia viva del amor de Cristo Jesús.
Feliz comunión con Cristo resucitado.

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. (Domingo 6º del Tiempo Ordinario, Juan 3, 16, Antífona de la comunión) Ya en esta vida podemos participar de la vida eterna.



 

[Chiesa/Omelie1/Vita/ 6A20VidaEternaYaAhoraYBiológica]

Ø Domingo 6 del Tiempo Ordinario, Ciclo A. 16 de febrero de 2020.  La persona humana: un ser a la vez corporal y espiritual. La vida biológica y la vida eterna. Ya en esta vida podemos participar de la vida eterna.  En el Salmo Responsorial se alaban los beneficios de la ley divina (voluntad) del Señor.  Se adjunta un discurso de Benedicto XVI en un encuentro con jóvenes de Polonia (2006), en el que trata de Cristo como roca para la construcción de la casa de nuestra vida.


v  Cfr. Domingo 6º del Tiempo Ordinario, Ciclo A. – 16 de febrero de 2020

Eclesiástico 15, 16-21; 1 Corintios 2, 6-10; Mateo 5, 17-37, Forma breve: Mateo  5,20-
22a.27-28.33-34a.37

Antífona de entrada, Salmo 30, 3-4: Sé la roca de mi refugio, Señor, un baluarte donde me salve, tú que eras mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.
Eclesiástico 15, 16-21: Si quieres, guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad; ante ti están puestos fuego y agua: echa mano a lo que quieras; delante del hombre  están muerte y vida: le darán lo que él escoja. Es inmensa la sabiduría del Señor, es grande su poder y todo lo ve; los ojos de Dios ven las acciones, él conoce todas las obras del hombre; no mandó pecar al hombre, ni deja impunes a los mentirosos.
Evangelio según San Mateo 5,17-37.  El texto entre [ ] puede omitirse por razón de brevedad.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.] Pero quien los cumpla y enseñe, será grande en el Reino de los Cielos. Os lo aseguro: si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos. Habéis oído que se dijo a los antiguos: no matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.] Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: el que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el Abismo. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al Abismo. Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: el que se divorcie de su mujer -excepto en caso de prostitución- la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.] Sabéis que se mandó a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor». Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo]. A vosotros os basta decir sí o no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno.
Antífona de comunión, Juan 3,16: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Oración después de la comunión: Alimentados con el manjar del cielo te pedimos, Señor, que busquemos siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera. 

Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único,
para que no perezca ninguno de los que creen en él,
sino que tengan vida eterna.
(Domingo 6º del Tiempo Ordinario, Juan 3, 16, Antífona de la comunión)
Ya en esta vida podemos participar de la vida eterna.


1.    VIDA BIOLÓGICA Y VIDA ETERNA


v  No es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día.


o   Para evitar desde el principio algún equívoco, recordemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica, sobre la persona humana: un ser a la vez corporal y espiritual.

           a)  El hombre en su totalidad es querido por Dios
  • n. 362: La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual.
El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Génesis 2, 7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.   
             b) El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios"
  • n. 364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano
precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo del Espíritu (cf. 1Corintios 6, 19  - 20; 1Corintios 15, 44 - 45):
"Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día" (Gaudium et Spes 14, 1).
         c) Resumiendo otros números del Catecismo, podemos añadir:
·         la vida humana es sagrada: nn. 2258, 2319
·         sólo Dios es el Señor de la vida: n. 2258
         d)  De todo esto podemos sacar claras consecuencias sobre la importancia de la vida biológica (se podría decir vida fisiológica, etc.), del cuidado con el que, por designio de Dios, debemos rodearla, etc.
 

v  Pero, además, en la Antífona de comunión de hoy, se recuerda que estamos llamados

a la vida eterna, y así lo recogen algunos números  del Catecismo de la Iglesia Católica.

  

a)      Antífona de comunión, Juan 3,16: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único,
para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
b)     Así lo recogen algunos números del Catecismo de la Iglesia Católica
·         Dios quiere dar al hombre la vida eterna: n. 55;
·         El que come mi carne … tiene la vida eterna, nn. 1406, 1524;
·         La vida eterna como premio de los justos nn. 1038, 2002;
·         La vocación a la vida eterna como don gratuito de Dios, n. 1998

2.    EN VARIOS TEXTOS DEL EVANGELIO Y EN LA PRIMERA CARTA DE SAN JUAN SE PRECISA QUE YA EN ESTA VIDA PODEMOS PARTICIPAR DE LA VIDA ETERNA.


-          Es decir, quien cree tiene ya la vida eterna,  como primicia o germen, que llega a la plenitud en la
comunión plena y definitiva con Dios de los que se salvan. 

A. Juan 3, 16: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Cf. CCE 458).  

“La iniciativa procede de Dios (Jn 3,16), se realiza por medio del Hijo, que ha venido de su parte y que vuelve a él a través de la cruz-exaltación (Jn 3,14). El hombre se apropia de ella o la rechaza mediante la fe-incredulidad”. (La Casa de la Biblia, Nuevo Testamento, Nota a Jn 3, 1-21). 

B. Juan 3,36. «El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la ira  de Dios pesa sobre él».

 “Lo importante para el hombre es aceptarlo en la fe. Hacerlo así significa entrar en unas relaciones con Dios, que llevará a la plena participación en su vida. No hacerlo así equivale a despreciar la oferta divina, auto-excluirse de la vida, auto-juzgarse como indigno de la misma (Jn 3,18). Es la decisión existencial la única respuesta que Dios exige al hombre” (La Casa de la Biblia, Comentario al Nuevo Testamento, 6ª ed. 1995, nota a  Juan 3, 31-36)
C. Juan 5,24. «En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que de la muerte pasa a la vida».
 “Debe esperarse para el futuro la consumación o confirmación final de lo que ya es presente. No sabemos, sin embargo, qué aportará esta consumación final. Dentro de la escatología del cuarto evangelio, nada esencial; la plenitud de lo que ya poseemos”. (La Casa de la Biblia, Comentario al Nuevo Testamento, 6ª ed. 1995, nota a  Juan 5, 19-296)
D. Juan 6,47. «En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna».
E. Juan 4,9 «En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él» (Cf CCE 458)».

3.    EN EL SALMO RESPONSORIAL DE HOY SE ALABAN LOS BENEFICIOS DE LA LEY DIVINA [VOLUNTAD] DEL SEÑOR: Salmo Responsorial 118, 1-2; 4-5; 17-18; 33-34.

1 Dichosos los de conducta íntegra, los que caminan en la Ley del Señor. 2 Dichosos los que guardan sus preceptos y le buscan de todo corazón.
4 Tú ordenaste tus mandatos Para que se observen con cuidado. 5 Ojalá estén firmes mis caminos para observar tus preceptos.
17 Favorece a tu siervo para vivir y guardar tu palabra. 18 Abre mis ojos para contemplar las maravillas de tu Ley.
33 Enséñame, Señor, el camino de tus decretos, y lo seguiré hasta el fin. 34 Dame inteligencia para guardar tu Ley y observarla de todo corazón.

4.    SE ADJUNTA UN DISCURSO DE BENEDICTO XVI EN UN ENCUENTRO CON

JÓVENES DE POLONIA, EN EL QUE TRATA DE CRISTO COMO ROCA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA DE NUESTRA VIDA, EL 26 DE MAYO DE 2006, EN UN VIAJE A POLONIA.


Vida  Cristiana

LA ARDUA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA QUE SE LLAMA VIDA. JESÚS NOS EXHORTA A CONSTRUIR SOBRE ROCA: SOBRE CRISTO Y CON CRISTO. AMIGOS MÍOS NO TENGÁIS MIEDO DE APOSTAR POR CRISTO.


[Chiesa/Omelie1/Vita/ 6A20CristoRocaConstrucciónCasaVidaBXVI]

Ø Domingo 6 del Tiempo Ordinario, Ciclo A. (2020) Jesucristo es la roca de nuestras vidas, la fuente de donde brota la vida verdadera, la vida eterna. Es la roca para la construcción de la casa de nuestra vida. La transmisión de la fe cristiana es, ante todo, el anuncio de Jesucristo. Él no vino para juzgar, sino para salvar y dar la vida que hay en él.


v  Cfr. Domingo 6º del Tiempo Ordinario, Ciclo A.

            16/02/20
Eclesiástico 15, 16-21; 1 Corintios 2, 6-10; Mateo 5, 17-37, Forma breve: Mateo  5,20-
22a.27-28.33-34a.37
Antífona de entrada, Salmo 30, 3-4: Sé la roca de mi refugio, Señor, un baluarte donde me salve, tú que eras mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.
Antífona de comunión, Juan 3,16: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Oración después de la comunión: Alimentados con el manjar del cielo te pedimos, Señor, que busquemos siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera.  
Salmo Responsorial 118, 1-2;4-5; 17-18;33-34:
1 Dichosos los de conducta íntegra, los que caminan en la Ley del Señor. 2 Dichosos los que guardan sus preceptos y le buscan de todo corazón.
4 Tú ordenaste tus mandatos Para que se observen con cuidado. 5 Ojalá estén firmes mis caminos para observar tus preceptos.
17 Favorece a tu siervo para vivir y guardar tu palabra. 18 Abre mis ojos para contemplar  las maravillas de tu Ley.
33 Enséñame, Señor, el camino de tus decretos, y lo seguiré hasta el fin. 34 Dame inteligencia para guardar tu Ley y observarla de todo corazón.


LA ARDUA CONSTRUCCIÓN DE LA CASA QUE SE LLAMA VIDA.
JESÚS NOS EXHORTA A CONSTRUIR SOBRE ROCA:
SOBRE CRISTO Y CON CRISTO.
AMIGOS MÍOS NO TENGÁIS MIEDO DE APOSTAR POR CRISTO.

1. Eres mi roca, Señor, dirígeme y guíame. (Antífona de entrada)


v  Cristo es la roca para la construcción de la casa de nuestra vida

Cfr. Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con los jóvenes de Polonia, el sábado 26 de mayo de 2006.

Queridos jóvenes amigos: 
¡Os doy mi cordial bienvenida! Vuestra presencia me alegra. Doy gracias al Señor por este encuentro con el calor de vuestra cordialidad. Sabemos que "donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús, él está en medio de ellos" (cf. Mt 18, 20). ¡Pero vosotros sois hoy aquí muchos más! Por esto os doy las gracias a cada uno de vosotros. Así pues, Jesús está aquí con nosotros. Está presente entre los jóvenes de la tierra polaca, para hablar con ellos de una casa que no se desplomará jamás, porque está edificada sobre roca. Es la palabra evangélica que acabamos de escuchar (cf. Mt 7, 24-27).


o   Un deseo y una nostalgia que existe en los corazones jóvenes: una casa donde encontramos el amor, el perdón la necesidad de perdón … Esta nostalgia no es más que el deseo de una vida plena, feliz.


Amigos míos, en el corazón de cada hombre existe el deseo de una casa. En un corazón joven existe con mayor razón el gran anhelo de una casa propia, que sea sólida, a la que no sólo se pueda  volver  con alegría, sino también en la que se pueda acoger con alegría a todo huésped que llegue. Es la nostalgia de una casa en la que el pan de cada día sea el amor, el perdón, la necesidad de comprensión, en la que la verdad sea la fuente de la que brota la paz del corazón.
Es la nostalgia de una casa de la que se pueda estar orgulloso, de la que no se deba avergonzar y por cuya destrucción jamás se deba llorar. Esta nostalgia no es más que el deseo de una vida plena, feliz, realizada. No tengáis miedo de este deseo. No lo evitéis. No os desaniméis a la vista de las casas que se han desplomado, de los deseos que no se han realizado, de las nostalgias que se han disipado. Dios Creador, que infunde en un corazón joven el inmenso deseo de felicidad, no lo abandona después en la ardua construcción de la casa que se llama vida.

o   ¿Cómo construir esta casa? Es una pregunta necesaria que nos debemos hacer cada día.


Amigos míos, se impone una pregunta: "¿Cómo construir esta casa?". Es una pregunta que seguramente ya os habéis planteado muchas veces en vuestro corazón y que volveréis a plantearos muchas veces. Es una pregunta que es preciso hacerse a sí mismos no solamente una vez. Cada día debe estar ante los ojos del corazón: ¿cómo construir la casa llamada vida? Jesús, cuyas palabras hemos escuchado en el pasaje del evangelio según san Mateo, nos exhorta a construir sobre roca. En efecto, solamente así la casa no se desplomará.
§  Quiere decir, ante todo, construir sobre Cristo y con Cristo.
Pero ¿qué quiere decir construir la casa sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ante todo: construir sobre Cristo y con Cristo. Jesús dice:  "Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que construyó su casa sobre roca" (Mt 7, 24). Aquí no se trata de palabras vacías, dichas por una persona cualquiera, sino de las palabras de Jesús. No se trata de escuchar a una persona cualquiera, sino de escuchar a Jesús. No se trata de cumplir cualquier cosa, sino  de cumplir las palabras de Jesús.
§  Construir con Alguien ante quien somos preciosos, con Alguien que siempre es fiel, con Alguien que se inclina sobre el corazón herido del hombre y no nos condena, con Alguien que da su vida por nosotros.
Construir sobre Cristo y con Cristo significa construir sobre un fundamento que se llama amor crucificado. Quiere decir construir con Alguien que, conociéndonos mejor que nosotros mismos, nos dice:  "Eres precioso a mis ojos, ... eres estimado, y yo te amo" (Is 43, 4). Quiere decir construir con Alguien que siempre es fiel, aunque nosotros fallemos en la fidelidad, porque él no puede negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Quiere decir construir con Alguien que se inclina constantemente sobre el corazón herido del hombre, y dice: "Yo no te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (cf. Jn 8, 11). Quiere decir construir con Alguien que desde lo alto de la cruz extiende los brazos para repetir por toda la eternidad:  "Yo doy mi vida por ti, hombre, porque te amo".
§  Construir sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos, expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos.
Por último, construir sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos, expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos. Significa decirse a sí mismo, a la propia familia, a los amigos y al mundo entero y, sobre todo, a Cristo:  "Señor, en la vida no quiero hacer nada contra ti, porque tú sabes lo que es mejor para mí. Sólo tú tienes palabras de vida eterna" (cf. Jn 6, 68). Amigos míos, no tengáis miedo de apostar por Cristo. Tened nostalgia de Cristo, como fundamento de la vida. Encended en vosotros el deseo de construir vuestra vida con él y por él. Porque no puede perder quien lo apuesta todo por el amor crucificado del Verbo encarnado.

§   Construir sobre roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, que es la roca.
Construir sobre roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, que es la roca. En la primera carta a los Corintios san Pablo, hablando del camino del pueblo elegido a través del desierto, explica que todos "bebieron... de la roca espiritual que los acompañaba; y la roca era Cristo" (1 Co 10, 4). Ciertamente, los padres del pueblo elegido no sabían que esa roca era Cristo. No eran conscientes de que los acompañaba Aquel que, cuando llegaría la plenitud de los tiempos, se encarnaría, asumiendo un cuerpo humano. No necesitaban comprender que apagaría su sed el Manantial mismo de la vida, capaz de ofrecer el agua viva para saciar la sed de todo corazón. Sin embargo, bebieron de esta roca espiritual que es Cristo, porque sentían nostalgia del agua de la vida, la necesitaban.

o    Debemos ser conscientes de la presencia de Jesús mientras caminamos por las sendas de la vida: en los momentos felices y en las adversidades.


Mientras caminamos por las sendas de la vida, a veces quizá no somos conscientes de la presencia de Jesús. Pero precisamente esta presencia viva y fiel, la presencia en la obra de la creación, la presencia en la palabra de Dios y en la Eucaristía, en la comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido por la preciosa sangre de Cristo, esta presencia es la fuente inagotable de la fuerza humana. Jesús de Nazaret, Dios que se hizo hombre, está a nuestro lado en los momentos felices y en las adversidades, y desea esta relación, que es en realidad el fundamento de la auténtica humanidad. En el Apocalipsis leemos estas significativas palabras:  "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20).

o   La construcción sobre roca: es la construcción sobre Alguien que fue rechazado. Muchas veces Jesús es ignorado, escarnecido, proclamado rey del pasado pero no del hoy y mucho menos del mañana.


Amigos míos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca significa también construir sobre Alguien che fue rechazado. San Pedro habla a sus fieles de Cristo como de una "piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios" (1 P 2, 4). El hecho innegable de la elección de Jesús por parte de Dios no esconde el misterio del mal, a causa del cual el hombre es capaz de rechazar a Aquel que lo ha amado hasta el extremo. Este rechazo de Jesús por parte de los hombres, mencionado por san Pedro, se prolonga en la historia de la humanidad y llega también a nuestros días.
No se necesita una gran agudeza para descubrir las múltiples manifestaciones del rechazo de Jesús, incluso donde Dios nos ha concedido crecer. Muchas veces Jesús es ignorado, es escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y mucho menos del mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas de las que no se debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción de la casa de vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento sobre el que estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar las pruebas. Una fe viva debe crecer siempre. Nuestra fe en Jesucristo, para seguir siendo tal, debe confrontarse a menudo con la falta de fe de los demás.
§  Ser conscientes de que habrá dificultades. “Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos: son fenómenos naturales previsibles que son imagen de las múltiples contrariedades de la condición humana.
Queridos amigos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ser conscientes de que habrá contrariedades. Cristo dice: "Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa..." (Mt 7, 25). Estos fenómenos naturales no sólo son la imagen de las múltiples contrariedades de la condición humana; normalmente también son previsibles. Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá jamás un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para nosotros es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo que hemos construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo comprende la aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que sean. No os desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no queda exento de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el misterio del hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar.

o   Construir sobre roca quiere decir construir con sabiduría. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien construye de este modo no es prudente.


Amigos míos, permitidme que insista: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Quiere decir construir con sabiduría. Con razón Jesús compara a quienes oyen sus palabras y las ponen en práctica con un hombre sabio que ha construido su casa sobre roca. En efecto, es insensato construir sobre arena cuando se puede hacer sobre roca, teniendo así una casa capaz de resistir a cualquier tormenta. Es insensato construir la casa sobre un terreno que no ofrece garantías de resistir en los momentos más difíciles. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien construye de este modo no es prudente, porque quiere convencerse a sí mismo y a los demás de que en su vida no se desatará ninguna tormenta, de que ninguna ola se estrellará contra su casa. Ser sabio significa tener en cuenta que la solidez de la casa depende de la elección del fundamento. No tengáis miedo de ser sabios; es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca.

o   Construir sobre roca quiere decir también construir sobre Pedro y con Pedro


Amigos míos, una vez más:  ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir también construir sobre Pedro y con Pedro, pues a él el Señor le dijo:  "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Si Cristo, la Roca, la piedra viva y preciosa, llama a su Apóstol piedra, significa que quiere que Pedro, y con él toda la Iglesia, sean signo visible del único Salvador y Señor.
Ciertamente aquí, en Cracovia, la ciudad predilecta de mi predecesor Juan Pablo II, a nadie sorprenden las palabras acerca de construir con Pedro y sobre Pedro. Por eso os digo:  no tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con la Iglesia. Sentíos orgullosos del amor a Pedro y a la Iglesia a él encomendada. No os dejéis engañar por quienes quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia. Sólo hay una roca sobre la cual vale la pena construir la casa. Esta roca es Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual vale la pena apoyarlo todo. Esta piedra es aquel a quien Cristo dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18). Vosotros, los jóvenes, habéis conocido bien al Pedro de nuestro tiempo. Por eso, no olvidéis que ni aquel Pedro que está observando nuestro encuentro desde la ventana de Dios Padre, ni este Pedro que ahora está delante de vosotros, ni ningún Pedro sucesivo estará nunca contra vosotros, ni contra la construcción de una casa duradera sobre roca. Al contrario, con su corazón y con sus manos os ayudará a construir la vida sobre Cristo y con Cristo.

o   La última palabra de Cristo es una palabra de esperanza


Queridos amigos, meditando en las palabras de Cristo sobre la roca como fundamento adecuado para la casa, no podemos menos de notar que la última palabra es una palabra de esperanza. Jesús dice que, a pesar de la furia de los elementos, la casa no se desplomó, porque estaba fundada sobre roca. Con estas palabras nos infunde una extraordinaria confianza en la fuerza del fundamento, la fe que no teme ser desmentida porque está confirmada por la muerte y resurrección de Cristo. Esta es la fe que, años después, confesará san Pedro en su carta:  "He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa, y el que crea en ella no será confundido" (1 P 2, 6). Ciertamente "no será confundido...".
Queridos jóvenes amigos, el miedo al fracaso a veces puede frenar incluso los sueños más hermosos. Puede paralizar la voluntad e impedir creer que pueda existir una casa construida sobre roca. Puede persuadir de que la nostalgia de la casa es solamente un deseo juvenil y no un proyecto de vida. Como Jesús, decid a este miedo:  "¡No puede caer una casa fundada sobre roca!". Como san Pedro, decid a la tentación de la duda:  "Quien cree en Cristo, no será confundido". Sed testigos de la esperanza, de la esperanza que no teme construir la casa de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse en el fundamento que le impedirá caer:  Jesucristo, nuestro Señor.

2. La transmisión de la fe cristiana es, ante todo, el anuncio de Jesucristo. Él no vino para juzgar, sino para salvar y dar la vida que hay en él.


·         Catecismo de la Iglesia Católica, n. 425: «Anunciar... la inescrutable riqueza de Cristo» (Efesios
3, 8). La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para llevar a la fe en  El. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: «No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído» (Hechos 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida -pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó-, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo (1 Juan 1, 1-4).

·         Catecismo de la Iglesia Católica, n. 679: Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de
Juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. «Adquirió» este derecho por su Cruz. El Padre también ha entregado «todo juicio al Hijo» (Juan 5, 22) (Cf Juan 5, 27; Mateo 25, 31; Hechos 10, 42; 17, 31; 2 Timoteo 4, 1). Pues bien, el Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (Cf Juan 3, 17) y para dar la vida que hay en él (Cf Juan 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (Cf Juan 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (Cf 1 Corintios 3, 12-15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (Cf Mateo 12, 32; Hebreos 6, 4-6; 10, 26-31).




Vida Cristiana

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