12 de Julio del 2015
Escucha
y profetiza:
Continuamos
hablando de profetas.
Sabes
que Dios te ha hablado en el hijo despreciado de un carpintero, en un
rey de burlas crucificado; y has aprendido a reconocer la voz de tu
Señor en los despreciados y escarnecidos.
Pero
también sabes que has sido llamado a decir palabras de Dios.
Eso
no es privilegio sino responsabilidad, no es prebenda sino
crucifixión.
Porque
eres profeta, eres un desarraigado: “El Señor me sacó de junto al
rebaño y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel”.
Porque
eres profeta, vives a la escucha de Dios: “Voy a escuchar lo que
dice el Señor”.
Alguien
escribió: “Las ideologías no son mutables; pueden imponerse con
vigor, pueden conquistar países e idiomas, pero carecen de oído”.
Me asalta la sospecha de que los llamados a ser profetas del Altísimo
nos reducimos una y otra vez al papel de ideólogos de Dios y de la
religión, ideólogos carentes de oído, mera apariencia de profetas.
Escucha
y profetiza. No anuncies lo que no hayas oído a tu Señor. No calles
lo que él te haya revelado.
Escucha
y profetiza. El que te ha llamado, el que te ha desarraigado, el que
te ha enviado a recorrer los caminos de los hombres, el que te ha
querido libre para él y para la misión, te ha confiado un tesoro
que a todos has de ofrecer. Irás sin pan ni alforja ni dinero en la
faja, rico de justicia y de paz, de salvación y de gloria, de
misericordia y de fidelidad.
Escucha
y profetiza, porque Dios nos ha bendecido en Cristo con toda clase de
bienes espirituales y celestiales. Lluvia de bendiciones es la que
Dios nos ha dado, para que nuestra tierra diese una cosecha de
justicia y de salvación que los pecadores nunca hubiéramos podido
soñar.
Escucha
y profetiza: “Dios nos eligió en la persona de Cristo para que
fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha
destinado en la persona de Cristo a ser sus hijos. Por este Hijo
hemos recibido la redención… El tesoro de su gracia ha sido un
derroche para con nosotros”.
Si
escuchas como profeta, saldrás a los caminos de los hombres llevando
la palabra del que te envía, el pan de su vida para repartir, irás
con su autoridad para liberar, llevarás el aceite de su misericordia
para curar.
“Dichosos
los que viven en tu casa, Señor de los ejércitos, rey y Dios mío”,
gorriones y golondrinas que han encontrado un nido al abrigo de tu
presencia. Dichosos, Señor, los hombres y mujeres que viven a la
escucha de tu palabra. Dichosos, Señor, tus profetas.
Feliz
domingo.
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