sábado, 9 de noviembre de 2019

Somos ya lo que esperamos ser: por Santiago Agrelo

Queridos: En este domingo, en el que la palabra de Dios nos acerca al misterio de la resurrección de los muertos, no esperéis de mí una reflexión sobre la naturaleza de este acontecimiento salvador o el significado que puede tener para cada uno de nosotros y para la comunidad eclesial. Sólo pretendo que podamos decir con verdad: “Creo en la resurrección de los muertos”, de modo que esta fe, no sea una ilusión proyectada sobre un futuro incierto, sino una luz que, iluminando el presente, nos ayude a discernir en cada circunstancia de la vida lo que es justo, lo que es bueno, lo que es verdadero, lo que es santo.
Cuando digo: “Creo en la resurrección de los muertos”, en realidad estoy confesando el poder creador de Dios, la libertad de su amor infinito, la fidelidad del Rey del universo a su palabra, a sus promesas, a su alianza.
Cuando digo: “Creo en la resurrección de los muertos”, confieso que el Señor se ha comprometido conmigo para librarme de la opresión del pecado y de mi servidumbre a la muerte.
Cuando digo: “Creo en la resurrección de los muertos”, todo mi ser confiesa que mi Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.
Y porque he confesado lo que creo, he puesto sobre roca firme el fundamento de la esperanza, y puedo decir con verdad, como aquellos siete hermanos a quienes un rey inicuo amenaza con la muerte: Dios mismo nos resucitará; de él recibiremos multiplicado lo que en la vida nosotros le entregamos; de él recobraremos lo que ahora con violencia un rey malvado nos pueda arrebatar. Y porque confesamos lo que creemos, y esperamos lo que la fe nos promete, de la fe y la esperanza recibiremos la fuerza que necesitamos para guardar con fidelidad la ley del Señor.
Nosotros decimos: “Creo en la resurrección de los muertos”. Y es como si en el corazón de cada uno se hallase recogida toda la esperanza del salmista: “Al despertar, me saciaré de tu semblante, Señor”. En realidad, aquel “creo en la resurrección de los muertos”,  es nuestro modo de decir: “al despertar, me saciaré de tu semblante, Señor”.
Contemplad ahora, queridos, al salmista, a los siete hermanos que mueren por su fidelidad a la ley del Señor, a Jesús de Nazaret que está llegando al final de su éxodo de este mundo al Padre, y poned en el corazón y en los labios de cada uno de ellos las palabras del salmo con el que hemos orado, y sacad a la luz los tesoros de fe, esperanza y amor que cada corazón encierra.
Escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, a la sombra de tus alas escóndeme”. Para el salmista, para los mártires, para Jesús, también para nosotros, ¡cuánta tensión y cuánta paz!, ¡qué cerca la muerte y qué cierta la vida! En verdad, Dios “nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza”.
Al despertar, me saciaré de tu semblante”, dice el salmista, el inocente injustamente acusado, que acude al tribunal de Dios, justo juez, y espera que en la mañana será admitido a su presencia. “Al despertar, me saciaré de tu semblante”, dicen los mártires, los fieles del Señor dispuestos a morir antes que quebrantar su ley y su alianza, pues para ellos habrá una mañana  de Dios en la que despertarán de la muerte a la vida, y recibirán de la justicia divina lo que les ha arrebatado la injusticia de los malvados. “Al despertar, me saciaré de tu semblante”, dice Jesús de Nazaret, el inocente crucificado, y lo dice con palabras de Hijo que, sufriendo, aprende la perfección de la obediencia y la esperanza: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
Al despertar, me saciaré de tu semblante”, decimos nosotros, y nuestra vida se ilumina entera con la luz de Cristo resucitado, y volvemos los ojos y el corazón hacia esa mañana de Dios, en la que, resucitados con Cristo, despertaremos del sueño de la muerte y se manifestará, también en nosotros, la gloria del Señor.
Queridos, vosotros sois el pueblo de los que siguen a Cristo resucitado y esperan que amanezca el día en que resucitaréis con Cristo.
Mientras tanto, sois hombres y mujeres del domingo, que hacen comunión con Aquel a quien siguen, y en Él ya son, de modo misterioso y verdadero, lo que esperan ser.
¡Feliz espera! ¡Feliz domingo!

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Los casos de violación son unos de los grandes argumentos para defender y legalizar el aborto ReL - 06 noviembre 2019






o   Los argumentos los ofrece una mujer concebida en una violación, y cuya madre siguió adelante

Cuatro preguntas y respuestas para rebatir a los que defienden el aborto en casos de violación

Los casos de violación son unos de los grandes argumentos para defender y legalizar el aborto

Los casos de violación son unos de los grandes argumentos para defender y legalizar el aborto

ReL - 06 noviembre 2019
Pam Stenzel fue concebida en una violación. Cuando tenía 15 años su madre fue víctima de un violador. Sin embargo, en vez de abortar decidió seguir adelante con el embarazo y dar a luz. Y después entregó a su hija en adopción.
Gracias a la decisión de su madre, Pam está viva, y ella no lo olvida. La adopción fue la salida para esta adolescente que no optó por el aborto. Y décadas después, Stenzel se dedica en cuerpo y alma en su lucha a favor de la vida, para que personas como ella no sean asesinadas en el vientre de su madre bajo el pretexto de la violación.
Además, esta hija concebida en una violación sabe que precisamente este es uno de los principales supuestos que se utilizan para legislar a favor del aborto. Y por ello, está volcada en poner rostro a estos supervivientes como ella, que gracias a la valentía de sus madres han logrado nacer y ser felices.
Por ello, Pam Stenzal ha publicado en Salvar el 1 un escrito dirigido a políticos pero también para todo aquel que quiera tener un argumentario cuando se generan debates sobre el aborto y se justifica precisamente por los casos de violación.
Pam Stenzel fue concebida en una violación
De este modo, esta mujer afirma que “estos consejos provienen directamente de aquellos que han estado en la tesitura de tener que responder a estas preguntas regularmente porque fueron concebidos en violación y comparten sus historias públicamente. Siempre debemos estar preparados para dar una respuesta”.
Argumentos a rebatir:
-¿No es extremo oponerse al aborto en caso de violación?
Pam ofrece estas dos posibles respuestas:
1-“Creo que es extremo decirle a otro ser humano vivo que es ‘basura’, que no merecen vivir y que no son dignos de protección”.
2- “Desafío a mi oponente a mirar alguien como (persona concebida en una violación) a los ojos y decirle que no debería haber estado protegido que, según sus estándares, debería estar muerta en este momento y todos verán quién es el verdadero extremista. Hay personas reales que están siendo atacadas y devaluadas y tienen tanto valor como cualquier otra persona”.
-¿…el bebé del violador?
1- “Ese niño no es el ‘bebé del violador’, sino el hijo de su madre. La mayoría de los supervivientes de violación eligen criar a sus hijos que fueron concebidos en una violación. Después de todo lo que ha sufrido la víctima de violación, qué insulto para ella sugerir que de alguna manera la identidad principal de su hijo está definida como el ‘bebé del violador’ y qué estigma injusto atribuido a un niño inocente”.
2- “Estoy cansado de que estos niños sean demonizados así. Las mujeres son capaces de dar un gran amor por sus hijos y se les debe dar más crédito por esto”.
-¿Sin excepciones?
- “No creo que sea correcto discriminar a un niño inocente. Éste es un problema de derechos civiles, y estos niños son posiblemente algunos de los miembros más demonizados y marginados de nuestra sociedad, nacidos o no nacidos. Nuestras palabras y nuestras posiciones expresarán valor en la vida de nuestros conciudadanos estadounidenses o servirán para devaluar aún más a estos niños sin culpa propia”.
-¿Qué pasa en casos de violación?
1“Según la Corte Suprema de los Estados Unidos, los violadores no merecen la pena de muerte, ni siquiera los abusadores de menores porque es un castigo cruel e inusual condenarlos a muerte.  Ciertamente, no creo que una niña inocente merezca la pena de muerte por los crímenes de su padre.  Así como la pena de muerte no puede deshacer una violación, tampoco lo hará un aborto".
2- “La violación y el aborto están mal por la misma razón: ambos son actos violentos de agresión contra otra persona. Me importan las víctimas de violación, así que quiero asegurarme de que estén protegidas del violador y no del bebé inocente.  Más violencia dentro de su cuerpo no es la respuesta. Las víctimas de violación necesitan ayuda real: para protegerse asegurando que el violador no tenga derechos parentales, para asegurarse de que la madre víctima de violación pueda recibir ayuda gubernamental, incluso si no puede nombrar a quién la violó. Trágicamente, la retórica que rodea el aborto ha dejado a la mayoría de las madres víctimas de violación sin protección porque muchos parecen pensar que una víctima de violación real no podría querer a su hijo, cuando esto simplemente no es cierto.   Trabajaré para proteger a las víctimas de violación y sus hijos”. 
Vida Cristiana


Domingo 32 del tiempo ordinario, Ciclo C (2019). Sobre la vida eterna. El salmo responsorial 17/16.



[Chiesa/Omelie1/Risurrezione/32C19VidaEternaContemplaciónRostroDiosEnCristo]

Domingo 32 del tiempo ordinario, Ciclo C (2019). Sobre la vida eterna. El salmo responsorial 17/16. Estamos llamados a contemplar  el rostro del Señor ya ahora en esta tierra, para contemplarlo en plenitud en la vida eterna. Podemos contemplar el rostro de Dios en el rostro de Cristo, ya ahora en esta vida. La contemplación del rostro de Cristo se centra en lo que dice de él la Escritura. Si descubrimos a Jesús en la Eucaristía, aprenderemos a descubrirlo en los demás, enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo. El rostro doliente de Cristo, el rostro del Resucitado, el rostro eucarístico. El rostro de Cristo en el prójimo: amar no es sólo un sentimiento; es un acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante el bien del otro al bien propio: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Juan 15, 13).


v  Cfr. 32 Tiempo Ordinario Ciclo C

            10 noviembre 2019 -  Lucas 20, 37-38; Salmo 17(16) 1; 5-6; 8b y 15.

Lucas 20, 27-38: 27 Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le preguntaron: 28 «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano. 29 Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos; 30 y la tomó el segundo, 31 luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos. 32 Finalmente, también murió la mujer. 33Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por mujer.» 34 Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido; 35 pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, 36 ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. 37 Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor = el Dios de  Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. = 38 No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven.»
Salmo Responsorial, Salmo 17 (16)  1; 5-6; 8b y 15.
R/. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.
1 Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.
5 Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
6 Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío,
inclina el oído y escucha mis palabras.
8 b  A la sombra de tus alas escóndeme.
15 Yo, en justicia, contemplaré tu rostro, 
Y, al despertar, me saciaré de tu presencia.

Contemplaré tu rostro,
y, al despertar, me saciaré de tu presencia.
(Salmo 17)

No es un Dios de muertos,

sino de vivos, porque para él todos viven.

(Lucas 20, 38)

1. Estamos llamados a contemplar  el rostro del Señor ya ahora en esta tierra, para contemplarlo en plenitud en la vida eterna.

·         El tema común de las lecturas de este domingo 32 del tiempo ordinario es el destino último de los hijos
de Dios. Cuando deseamos conocerlo, no se trata de satisfacer una curiosidad sino, más bien y con la gracia de Dios, de vivir el presente de una cierta manera, de modo que ejercitemos nuestra libertad tomando decisiones que tengan un pleno significado.
·         En el salmo responsorial somos invitados a estar firmemente convencidos de que Dios es preferible al
mundo entero y de que la más grande felicidad consiste en vivir con Él – que se nos haga presente ya en esta vida - , en la espera del momento en el que se abrirán nuestros ojos para contemplar para siempre y en plenitud su rostro.
   

2. El Salmo responsorial de hoy: al despertar, Señor, contemplaré tu rostro y me saciaré de tu presencia.


o   El «despertar»: se puede entender en sentido propio (al llegar la mañana), o en sentido figurado (al despertar de la muerte).

§  El bien supremo del hombre trasciende los bienes de este mundo y está en la contemplación gozosa de Dios.
·         Libros poéticos y sapienciales, Eunsa 2001, Salmo 17, 13-15: “Las últimas palabras del salmo «al
despertar...» pueden ser entendidas en sentido propio  - al llegar la mañana – como en Sal 3,6; 5,4 [1], o en sentido metafórico  - despertar de la muerte – como en Daniel 12,2; Isaías 26, 19. En cualquier caso, igual que en Sal 16,10, manifiestan la esperanza de que el bien supremo del hombre trasciende los bienes de este mundo y está en la contemplación gozosa de Dios” (cfr. Gaudium et spes, n. 19).
Vivir en comunión con Dios es la razón más alta de la dignidad humana.
·         Gaudium et spes, 19: «La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a
la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador».
Dos tipos de saciedad: el hartarse de bienes materiales y el llenarse «de tu semblante».
·         Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, La esfera de los libros 2007, p. 256: «De tu
despensa les llenarás el vientre, se saciarán sus hijos... Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante» (Sal 17, 14s). Aquí se contraponen dos tipos de saciedad: el hartarse de bienes materiales y el llenarse «de tu semblante», la saciedad del corazón mediante el encuentro con el amor infinito. «Al despertar» hace referencia en definitiva al despertar a una vida nueva, eterna; pero también se refiere a un «despertar» más profundo ya en este mundo: despertar a la verdad, que ya ahora da al hombre una nueva forma de saciedad.

3.  Podemos contemplar el rostro de Dios en el rostro de Cristo, ya ahora en esta vida.

v  Cfr. San Juan 14, 7-11

·         7 Si me habéis conocido a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora le conocéis y le habéis visto.
8 Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 9 Jesús le contestó: Felipe, ¿tanto tiempo como llevo con vosotros y no me has conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: Muéstranos al Padre? 10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo por mí mismo. El Padre, que está en mí, realiza sus obras. 11 Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas.

v  Cfr. Carta Apostólica Novo millennio ineunte, Juan Pablo II, al concluir el jubileo del año 2000, 6 de enero de 2001


o   En Cristo Dios ha hecho «brillar su rostro sobre nosotros»

·         n.23 « Señor, busco tu rostro » (Sal 27/26,8). El antiguo anhelo del Salmista no podía recibir una
respuesta mejor y sorprendente más que en la contemplación del rostro de Cristo. En él Dios nos ha bendecido verdaderamente y ha hecho « brillar su rostro sobre nosotros » (Sal 6766,3).

o   La contemplación del rostro de Cristo se centra en lo que dice de él la Escritura

·         n.17 “La contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada
Escritura (...) Teniendo como fundamento la Escritura, nos abrimos a la acción del Espíritu (cf. Jn 15,26), que es el origen de aquellos escritos, y, a la vez, al testimonio de los Apóstoles (cf. ibíd., 27), que tuvieron la experiencia viva de Cristo, la Palabra de vida, lo vieron con sus ojos, lo escucharon con sus oídos y lo tocaron con sus manos (cf. 1 Jn 1,1). ”

o   Llegamos a la contemplación del rostro del Señor sólo dejándonos guiar por su gracia.

n. 19 (...) A Jesús no se llega verdaderamente más que por la fe, a través de un camino cuyas etapas nos presenta el Evangelio en la bien conocida escena de Cesarea de Filipo (cf. Mt 16,13-20). A los discípulos, como haciendo un primer balance de su misión, Jesús les pregunta quién dice la « gente » que es él, recibiendo como respuesta: « Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas » (Mt 16,14). Respuesta elevada, pero distante aún — ¡y cuánto! — de la verdad. El pueblo llega a entrever la dimensión religiosa realmente excepcional de este rabbí que habla de manera fascinante, pero que no consigue encuadrarlo entre los hombres de Dios que marcaron la historia de Israel. En realidad, ¡Jesús es muy distinto! Es precisamente este ulterior grado de conocimiento, que atañe al nivel profundo de su persona, lo que él espera de los « suyos »: « Y vosotros ¿quién decís que soy yo? » (Mt 16,15). Sólo la fe profesada por Pedro, y con él por la Iglesia de todos los tiempos, llega realmente al corazón, yendo a la profundidad del misterio: « Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo » (Mt 16,16).

n. 20 ¿Cómo llegó Pedro a esta fe? ¿Y qué se nos pide a nosotros si queremos seguir de modo cada vez más convencido sus pasos? Mateo nos da una indicación clarificadora en las palabras con que Jesús acoge la confesión de Pedro: « No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos » (16,17). La expresión « carne y sangre » evoca al hombre y el modo común de conocer. Esto, en el caso de Jesús, no basta. Es necesaria una gracia de « revelación » que viene del Padre (cf. ibíd.). Lucas nos ofrece un dato que sigue la misma dirección, haciendo notar que este diálogo con los discípulos se desarrolló mientras Jesús « estaba orando a solas » (Lc 9,18). Ambas indicaciones nos hacen tomar conciencia del hecho de que a la contemplación plena del rostro del Señor no llegamos sólo con nuestras fuerzas, sino dejándonos guiar por la gracia.

o   Rostro doliente

§  La contemplación del rostro de Cristo nos lleva así a acercarnos al aspecto más paradójico de su misterio, como se ve en la hora extrema, la hora de la Cruz.
El Salmista presenta unidos, en un conjunto conmovedor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza.
n. 25 La contemplación del rostro de Cristo nos lleva así a acercarnos al aspecto más paradójico de su misterio, como se ve en la hora extrema, la hora de la Cruz. Misterio en el misterio, ante el cual el ser humano ha de postrarse en adoración.
Pasa ante nuestra mirada la intensidad de la escena de la agonía en el huerto de los Olivos. Jesús, abrumado por la previsión de la prueba que le espera, solo ante Dios, lo invoca con su habitual y tierna expresión de confianza: « ¡Abbá, Padre! ». Le pide que aleje de él, si es posible, la copa del sufrimiento (cf. Mc 14,36). Pero el Padre parece que no quiere escuchar la voz del Hijo. Para devolver al hombre el rostro del Padre, Jesús debió no sólo asumir el rostro del hombre, sino cargarse incluso del « rostro » del pecado. « Quien no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él » (2 Co 5,21).
Nunca acabaremos de conocer la profundidad de este misterio. Es toda la aspereza de esta paradoja la que emerge en el grito de dolor, aparentemente desesperado, que Jesús da en la cruz: « "Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?" — que quiere decir — "¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?" » (Mc 15,34). ¿Es posible imaginar un sufrimiento mayor, una oscuridad más densa? En realidad, el angustioso « por qué » dirigido al Padre con las palabras iniciales del Salmo 22, aun conservando todo el realismo de un dolor indecible, se ilumina con el sentido de toda la oración en la que el Salmista presenta unidos, en un conjunto conmovedor de sentimientos, el sufrimiento y la confianza. En efecto, continúa el Salmo: « En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste... ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! » (22/21, 5.12).

o   El rostro del resucitado

§  La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberle renegado y retomó su camino confesando, con comprensible temor, su amor a Cristo: «Tú sabes que te quiero».
Lo hace unida a Pablo, que lo encontró en el camino de Damasco y quedó impactado por él: « Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia».
n. 28 (...) Pero esta contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado! Si no fuese así, vana sería nuestra predicación y vana nuestra fe (cf. 1 Co 15,14). La resurrección fue la respuesta del Padre a la obediencia de Cristo, como recuerda la Carta a los Hebreos: « El cual, habiendo ofrecido en los días de su vida mortal ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas al que podía salvarle de la muerte, fue escuchado por su actitud reverente, y aun siendo Hijo, con lo que padeció experimentó la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen » (5,7-9).
La Iglesia mira ahora a Cristo resucitado. Lo hace siguiendo los pasos de Pedro, que lloró por haberle renegado y retomó su camino confesando, con comprensible temor, su amor a Cristo: « Tú sabes que te quiero» (Jn 21,15.17). Lo hace unida a Pablo, que lo encontró en el camino de Damasco y quedó impactado por él: « Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia » (Flp 1,21).
Después de dos mil años de estos acontecimientos, la Iglesia los vive como si hubieran sucedido hoy. En el rostro de Cristo ella, su Esposa, contempla su tesoro y su alegría. « Dulcis Iesu memoria, dans vera cordis gaudia »: ¡cuán dulce es el recuerdo de Jesús, fuente de verdadera alegría del corazón! La Iglesia, animada por esta experiencia, retoma hoy su camino para anunciar a Cristo al mundo, al inicio del tercer milenio: Él « es el mismo ayer, hoy y siempre » (Hb 13,8).

o   El rostro eucarístico

Cfr. Juan Pablo II, Encíclica «Ecclesia de Eucharistia», nn. 6, 9, 18 y 20
§  Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron».
Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida eterna.

n. 6 “Contemplar a Cristo implica saber reconocerle dondequiera que Él se manifieste, en sus multiformes presencias, pero sobre todo en el Sacramento vivo de su cuerpo y de su sangre. La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de fe y, al mismo tiempo, «misterio de luz». Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia de los dos discípulos de Emaús: «Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron» (Lc 24, 31)”.
n. 9 (...) La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su alimento espiritual,
es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la historia.
n. 18 Quien se alimenta de Cristo en la Eucaristía no tiene que esperar el más allá para recibir la vida
eterna: la posee ya en la tierra como primicia de la plenitud futura, que abarcará al hombre en su totalidad. 
n. 20 La Eucaristía ... “da impulso a nuestro camino histórico, poniendo una semilla de viva esperanza en
la dedicación cotidiana de cada uno a sus propias tareas.  .... los cristianos se sienten más que nunca comprometidos a no descuidar los deberes de su ciudadanía terrenal. Es cometido suyo contribuir con la luz del Evangelio a la edificación de un mundo habitable y plenamente conforme al designio de Dios”.

o   Si descubrimos a Jesús en la Eucaristía, sabremos descubrirlo también en los demás, enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo.

 Cfr. Mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Juventud 2004
§  El olvido de sí no es fácil; aleja del amor posesivo y narcisista para abrir al hombre a la alegría del amor que se entrega. La eucaristía enseña a superar las emociones superficiales para arraigarse firmemente en lo que es verdadero y bueno; libera de la cerrazón en uno mismo y predispone a la apertura a los demás; enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo.
Porque amar no es sólo un sentimiento; es un acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante el bien del otro al bien propio: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Juan 15, 13).
Jesús nos enseña a encontrarle en los demás, en primer lugar en el rostro desfigurado del pobre.
“Buscadle con los ojos de la carne en los acontecimientos de la vida y en el rostro de los demás; pero buscadle también con los ojos del alma a través de la oración y de la meditación de la Palabra de Dios pues «la contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura» («Novo millennio ineunte», 17).” (...)
Queridos amigos, si aprendéis a descubrir a Jesús en la Eucaristía, sabréis descubrirlo también en vuestros hermanos y hermanas, en particular en los más pobres. La Eucaristía recibida con amor y adorada con fervor se convierte en escuela de libertad y de caridad para realizar el mandamiento del amor. Jesús nos habla el lenguaje maravilloso de la entrega de sí y del amor hasta el sacrificio de la propia vida. ¿Es algo fácil? No, ¡lo sabéis! El olvido de sí no es fácil; aleja del amor posesivo y narcisista para abrir al hombre a la alegría del amor que se entrega. Esta escuela eucarística de libertad y de caridad enseña a superar las emociones superficiales para arraigarse firmemente en lo que es verdadero y bueno; libera de la cerrazón en uno mismo y predispone a la apertura a los demás; enseña a pasar de un amor afectivo a un amor efectivo. Porque amar no es sólo un sentimiento; es un acto de voluntad que consiste en preferir de manera constante el bien del otro al bien propio: «Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos» (Juan 15, 13).
Con esta libertad interior y esta ardiente caridad Jesús nos enseña a encontrarle en los demás, en primer lugar en el rostro desfigurado del pobre. A la beata Teresa de Calcuta le gustaba entregar una «tarjeta de visita» en la que estaba escrito: «Fruto del silencio es la oración; fruto de la oración la fe, fruto de la fe el amor, fruto del amor el servicio, fruto del servicio la paz». Este es el camino del encuentro con Jesús. Salid al paso de todos los sufrimientos humanos con el empuje de vuestra generosidad y con el amor que Dios infunde en vuestros corazones por medio del Espíritu Santo: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mateo 25, 40). ¡El mundo tiene necesidad urgente del gran signo profético de la caridad fraterna! No es suficiente, de hecho, «hablar» de Jesús; en cierto sentido hay que hacérselo «ver» con el testimonio elocuente de la propia vida (Cf. «Novo millennio ineunte», 16).




Vida Cristiana



[1]  Salmo 3,6: Me acuesto y puedo dormir/ y despertarme, porque el Señor me sostiene. Salmo 5,4: ¡Señor! De mañana oyes mi voz, / de mañana me presento a Ti / y me quedo esperando.  Libros poéticos y sapienciales, Eunsa 2001, comentario al Salmo 3, 5-7: El sueño del que, gracias al Señor, se despierta el salmista simboliza el sueño de la muerte del que despertó Jesucristo por el poder de Dios que le resucitó de entre los muertos (cfr. Romano 1,4). «En los salmos hallamos profetizado no sólo el nacimiento de Jesús, sino también su pasión salvadora, su reposo en el sepulcro, su resurrección, su ascensión y su glorificación a la derecha del Padre. El salmista anuncia lo que nadie se hubiera atrevido a decir, aquello mismo que luego, en el Evangelio, proclamó el Señor en persona.» (S. Ambrosio, Enarrationes in XII Psalmos 1,8).

CONSTUIR LA CASA DE LA VIDA SOBRE LA ROCA DE CRISTO Encuentro de Benedicto XVI con un millón de jóvenes en Polonia CRACOVIA, sábado 27 mayo de 2006





[Chiesa/Testi/Cristo/ConstruirVidaSobreRocaCristo BXVI Polonia]

CONSTUIR LA CASA DE LA VIDA SOBRE LA ROCA DE CRISTO

Encuentro de Benedicto XVI con un millón de jóvenes en Polonia
CRACOVIA, sábado 27 mayo de  2006 (ZENIT.org).- Saludo del  Papa a un millón de jóvenes con los que se reunió en el parque Blonie, en Cracovia.
Queridos jóvenes amigos:


v  La nostalgia de una casa que sea sólida, que no se desplomará jamás: una vida plena, feliz, realizada.


                ¡Os doy mi cordial bienvenida! Vuestra presencia me alegra. Doy gracias al Señor por este encuentro con el calor de vuestra cordialidad. Sabemos que "donde están dos o tres reunidos en el nombre de Jesús, él está en medio de ellos" (cf. Mt 18, 20). ¡Pero vosotros sois hoy aquí muchos más! Por esto os doy las gracias a cada uno de vosotros. Así pues, Jesús está aquí con nosotros. Está presente entre los jóvenes de la tierra polaca, para hablar con ellos de una casa que no se desplomará jamás, porque está edificada sobre roca. Es la palabra evangélica que acabamos de escuchar (cf. Mt 7, 24-27).
            Amigos míos, en el corazón de cada hombre existe el deseo de una casa. En un corazón joven existe con mayor razón el gran anhelo de una casa propia, que sea sólida, a la que no sólo se pueda volver con alegría, sino también en la que se pueda acoger con alegría a todo huésped que llegue. Es la nostalgia de una casa en la que el pan de cada día sea el amor, el perdón, la necesidad de comprensión, en la que la verdad sea la fuente de la que brota la paz del corazón.
            Es la nostalgia de una casa de la que se pueda estar orgulloso, de la que no se deba avergonzar y por cuya destrucción jamás se deba llorar. Esta nostalgia no es más que el deseo de una vida plena, feliz, realizada. No tengáis miedo de este deseo. No lo evitéis. No os desaniméis a la vista de las casas que se han desplomado, de los deseos que no se han realizado, de las nostalgias que se han disipado. Dios Creador, que infunde en un corazón joven el inmenso deseo de felicidad, no lo abandona después en la ardua construcción de la casa que se llama vida.

v  ¿Cómo construir la casa que se llama vida? Jesús exhorta a construir la casa sobre roca. Solamente así no se desplomará.

                Amigos míos, se impone una pregunta: "¿Cómo construir esta casa?". Es una pregunta que seguramente ya os habéis planteado muchas veces en vuestro corazón y que volveréis a plantearos muchas veces. Es una pregunta que es preciso hacerse a sí mismos no solamente una vez. Cada día debe estar ante los ojos del corazón: ¿cómo construir la casa llamada vida? Jesús, cuyas palabras hemos escuchado en el pasaje del evangelio según san Mateo, nos exhorta a construir sobre roca. En efecto, solamente así la casa no se desplomará.

§  Ante todo se debe construir sobre Cristo y con Cristo
                Pero ¿qué quiere decir construir la casa sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ante todo: construir sobre Cristo y con Cristo. Jesús dice: "Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que construyó su casa sobre roca" (Mt 7, 24). Aquí no se trata de palabras vacías, dichas por una persona cualquiera, sino de las palabras de Jesús. No se trata de escuchar a una persona cualquiera, sino de escuchar a Jesús. No se trata de cumplir cualquier cosa, sino de cumplir las palabras de Jesús.
            Construir sobre Cristo y con Cristo significa construir sobre un fundamento que se llama amor crucificado. Quiere decir construir con Alguien que, conociéndonos mejor que nosotros mismos, nos dice: "Eres precioso a mis ojos, ...eres estimado, y yo te amo" (Is 43, 4). Quiere decir construir con Alguien que siempre es fiel, aunque nosotros fallemos en la fidelidad, porque él no puede negarse a sí mismo (cf. 2 Tm 2, 13). Quiere decir construir con Alguien que se inclina constantemente sobre el corazón herido del hombre, y dice: "Yo no te condeno. Vete, y en adelante no peques más" (cf. Jn 8, 11). Quiere decir construir con Alguien que desde lo alto de la cruz extiende los brazos para repetir por toda la eternidad: "Yo doy mi vida por ti, hombre, porque te amo".
            Por último, construir sobre Cristo quiere decir fundar sobre su voluntad todos nuestros deseos, expectativas, sueños, ambiciones, y todos nuestros proyectos. Significa decirse a sí mismo, a la propia familia, a los amigos y al mundo entero y, sobre todo, a Cristo: "Señor, en la vida no quiero hacer nada contra ti, porque tú sabes lo que es mejor para mí. Sólo tú tienes palabras de vida eterna" (cf. Jn 6, 68). Amigos míos, no tengáis miedo de apostar por Cristo. Tened nostalgia de Cristo, como fundamento de la vida. Encended en vosotros el deseo de construir vuestra vida con él y por él. Porque no puede perder quien lo apuesta todo por el amor crucificado del Verbo encarnado.
            Construir sobre roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, que es la roca. En la primera carta a los Corintios san Pablo, hablando del camino del pueblo elegido a través del desierto, explica que todos "bebieron... de la roca espiritual que los acompañaba; y la roca era Cristo" (1 Co 10, 4). Ciertamente, los padres del pueblo elegido no sabían que esa roca era Cristo. No eran conscientes de que los acompañaba Aquel que, cuando llegaría la plenitud de los tiempos, se encarnaría, asumiendo un cuerpo humano. No necesitaban comprender que apagaría su sed el Manantial mismo de la vida, capaz de ofrecer el agua viva para saciar la sed de todo corazón. Sin embargo, bebieron de esta roca espiritual que es Cristo, porque sentían nostalgia del agua de la vida, la necesitaban.

§  La presencia viva de Jesús mientras caminamos por las sendas de la vida: en la obra de la creación, en la palabra de Dios y en la Eucaristía, en la comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido ... en los momentos felices y en las adversidades.
                Mientras caminamos por las sendas de la vida, a veces quizá no somos conscientes de la presencia de Jesús. Pero precisamente esta presencia viva y fiel, la presencia en la obra de la creación, la presencia en la palabra de Dios y en la Eucaristía, en la comunidad de los creyentes y en todo hombre redimido por la preciosa sangre de Cristo, esta presencia es la fuente inagotable de la fuerza humana. Jesús de Nazaret, Dios que se hizo hombre, está a nuestro lado en los momentos felices y en las adversidades, y desea esta relación, que es en realidad el fundamento de la auténtica humanidad. En el Apocalipsis leemos estas significativas palabras: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3, 20).

§  Construir sobre Alguien que fue rechazado
                Amigos míos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca significa también construir sobre Alguien che fue rechazado. San Pedro habla a sus fieles de Cristo como de una "piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios" (1 P 2, 4). El hecho innegable de la elección de Jesús por parte de Dios no esconde el misterio del mal, a causa del cual el hombre es capaz de rechazar a Aquel que lo ha amado hasta el extremo. Este rechazo de Jesús por parte de los hombres, mencionado por san Pedro, se prolonga en la historia de la humanidad y llega también a nuestros días.
                No se necesita una gran agudeza para descubrir las múltiples manifestaciones del rechazo de Jesús, incluso donde Dios nos ha concedido crecer. Muchas veces Jesús es ignorado, es escarnecido, es proclamado rey del pasado, pero no del hoy y mucho menos del mañana; es arrumbado en el armario de cuestiones y de personas de las que no se debería hablar en voz alta y en público. Si en la construcción de la casa de vuestra vida os encontráis con los que desprecian el fundamento sobre el que estáis construyendo, no os desaniméis. Una fe fuerte debe superar las pruebas. Una fe viva debe crecer siempre. Nuestra fe en Jesucristo, para seguir siendo tal, debe confrontarse a menudo con la falta de fe de los demás.

§  Habrá contrariedades
                Queridos amigos, ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir ser conscientes de que habrá contrariedades. Cristo dice: "Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa..." (Mt 7, 25). Estos fenómenos naturales no sólo son la imagen de las múltiples contrariedades de la condición humana; normalmente también son previsibles. Cristo no promete que sobre una casa en construcción no caerá jamás un aguacero; no promete que una ola violenta no derribará lo que para nosotros es más querido; no promete que vientos impetuosos no arrastrarán lo que hemos construido a veces a costa de enormes sacrificios. Cristo no sólo comprende la aspiración del hombre a una casa duradera, sino que también es plenamente consciente de todo lo que puede arruinar la felicidad del hombre. Por eso, no debéis sorprenderos de que surjan contrariedades, cualesquiera que sean. No os desaniméis a causa de ellas. Un edificio construido sobre roca no queda exento de la acción de las fuerzas de la naturaleza, inscritas en el misterio del hombre. Haber construido sobre roca significa tener la certeza de que en los momentos difíciles existe una fuerza segura en la que se puede confiar.

§  Construir con sabiduría: es insensato fundar nuestra vida sobre arenas movedizas
                Amigos míos, permitidme que insista: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Quiere decir construir con sabiduría. Con razón Jesús compara a quienes oyen sus palabras y las ponen en práctica con un hombre sabio que ha construido su casa sobre roca. En efecto, es insensato construir sobre arena cuando se puede hacer sobre roca, teniendo así una casa capaz de resistir a cualquier tormenta. Es insensato construir la casa sobre un terreno que no ofrece garantías de resistir en los momentos más difíciles. Tal vez sea más fácil fundar nuestra vida sobre las arenas movedizas de nuestra visión del mundo, construir nuestro futuro lejos de la palabra de Jesús, y a veces incluso contra ella. Sin embargo, es evidente que quien construye de este modo no es prudente, porque quiere convencerse a sí mismo y a los demás de que en su vida no se desatará ninguna tormenta, de que ninguna ola se estrellará contra su casa. Ser sabio significa tener en cuenta que la solidez de la casa depende de la elección del fundamento. No tengáis miedo de ser sabios; es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca.

§  Construir sobre Pedro y con Pedro; en la Iglesia y con la Iglesia
                Amigos míos, una vez más: ¿qué quiere decir construir sobre roca? Construir sobre roca quiere decir también construir sobre Pedro y con Pedro, pues a él el Señor le dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). Si Cristo, la Roca, la piedra viva y preciosa, llama a su Apóstol piedra, significa que quiere que Pedro, y con él toda la Iglesia, sean signo visible del único Salvador y Señor.

            Ciertamente aquí, en Cracovia, la ciudad predilecta de mi predecesor Juan Pablo II, a nadie sorprenden las palabras acerca de construir con Pedro y sobre Pedro. Por eso os digo: no tengáis miedo de construir vuestra vida en la Iglesia y con la Iglesia. Sentíos orgullosos del amor a Pedro y a la Iglesia a él encomendada. No os dejéis engañar por quienes quieren contraponer a Cristo y a la Iglesia. Sólo hay una roca sobre la cual vale la pena construir la casa. Esta roca es Cristo. Sólo hay una piedra sobre la cual vale la pena apoyarlo todo. Esta piedra es aquel a quien Cristo dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16, 18). Vosotros, los jóvenes, habéis conocido bien al Pedro de nuestro tiempo. Por eso, no olvidéis que ni aquel Pedro que está observando nuestro encuentro desde la ventana de Dios Padre, ni este Pedro que ahora está delante de vosotros, ni ningún Pedro sucesivo estará nunca contra vosotros, ni contra la construcción de una casa duradera sobre roca. Al contrario, con su corazón y con sus manos os ayudará a construir la vida sobre Cristo y con Cristo.

§  Una palabra de esperanza: si se construye con el fundamento de la fe, la casa no se desplomará
                Queridos amigos, meditando en las palabras de Cristo sobre la roca como fundamento adecuado para la casa, no podemos menos de notar que la última palabra es una palabra de esperanza. Jesús dice que, a pesar de la furia de los elementos, la casa no se desplomó, porque estaba fundada sobre roca. Con estas palabras nos infunde una extraordinaria confianza en la fuerza del fundamento, la fe que no teme ser desmentida porque está confirmada por la muerte y resurrección de Cristo. Esta es la fe que, años después, confesará san Pedro en su carta: "He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa, y el que crea en ella no será confundido" (1 P 2, 6). Ciertamente "no será confundido...".
            Queridos jóvenes amigos, el miedo al fracaso a veces puede frenar incluso los sueños más hermosos. Puede paralizar la voluntad e impedir creer que pueda existir una casa construida sobre roca. Puede persuadir de que la nostalgia de la casa es solamente un deseo juvenil y no un proyecto de vida. Como Jesús, decid a este miedo: "¡No puede caer una casa fundada sobre roca!". Como san Pedro, decid a la tentación de la duda: "Quien cree en Cristo, no será confundido". Sed testigos de la esperanza, de la esperanza que no teme construir la casa de la propia vida, porque sabe bien que puede apoyarse en el fundamento que le impedirá caer: Jesucristo, nuestro Señor.






Vida Cristiana

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