Ø Principios y orientaciones sobre la piedad popular y la liturgia del Adviento
v cfr. Vaticano, Directorio de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, de 9 de abril de 2002
cfr. Almudi.org: Selección de
los textos más significativos que se refieren el Adviento
o Tiempo de Adviento
96 El Adviento es tiempo de espera,
de conversión, de esperanza:
-
espera-memoria de la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne
mortal; espera-súplica de la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la
historia y Juez universal;
-
conversión, a la cual invita con frecuencia la Liturgia de este tiempo,
mediante la voz de los profetas y sobre todo de Juan Bautista:
"Convertios, porque está cerca el reino de los cielos" (Mt 3,2);
- esperanza
gozosa de que la salvación ya realizada por Cristo (cfr. Rom 8,24-25) y las
realidades de la gracia ya presentes en el mundo lleguen a su madurez y
plenitud, por lo que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y
"nosotros seremos semejantes a Él porque le veremos tal cual es" (1
Jn 3,2)
97 La piedad popular es sensible al
tiempo de Adviento, sobre todo en cuanto memoria de la preparación a la venida
del Mesías. Está sólidamente enraizada en el pueblo cristiano la conciencia de
la larga espera que precedió a la venida del Salvador. Los fieles saben que
Dios mantenía, mediante las profecías, la esperanza de Israel en la venida del
Mesías.
A la piedad
popular no se le escapa, es más, subraya llena de estupor, el acontecimiento
extraordinario por el que el Dios de la gloria se ha hecho niño en el seno de
una mujer virgen, pobre y humilde. Los fieles son especialmente sensibles a las
dificultades que la Virgen María tuvo que afrontar durante su embarazo y se
conmueven al pensar que en la posada no hubo un lugar para José ni para María,
que estaba a punto de dar a luz al Niño (cfr. Lc 2,7).
Con
referencia al Adviento han surgido diversas expresiones de piedad popular, que
alientan la fe del pueblo cristiano y transmiten, de una generación a otra, la
conciencia de algunos valores de este tiempo litúrgico.
o La Corona de Adviento
98 La colocación de cuatro cirios
sobre una corona de ramos verdes, que es costumbre sobre todo en los países
germánicos y en América del Norte, se ha convertido en un símbolo del Adviento
en los hogares cristianos.
La Corona
de Adviento, cuyas cuatro luces se encienden progresivamente, domingo tras
domingo hasta la solemnidad de Navidad, es memoria de las diversas etapas de la
historia de la salvación antes de Cristo y símbolo de la luz profética que iba
iluminando la noche de la espera, hasta el amanecer del Sol de justicia (cfr.
Mal 3,20; Lc 1,78).
o Las Procesiones de Adviento
99 En el tiempo de Adviento se
celebran, en algunas regiones, diversas procesiones, que son un anuncio por las
calles de la ciudad del próximo nacimiento del Salvador (la "clara
estrella" en algunos lugares de Italia), o bien representaciones del
camino de José y María hacia Belén, y su búsqueda de un lugar acogedor para el
nacimiento de Jesús (las "posadas" de la tradición española y
latinoamericana).
o Las "Témporas de invierno"
100 En el hemisferio norte, en el tiempo de
Adviento se celebran las "témporas de invierno". Indican el paso de
una estación a otra y son un momento de descanso en algunos campos de la
actividad humana. La piedad popular está muy atenta al desarrollo del ciclo
vital de la naturaleza: mientras se celebran las "témporas de
invierno", las semillas se encuentran enterradas, en espera de que la luz
y el calor del sol, que precisamente en el solsticio de invierno vuelve a
comenzar su ciclo, las haga germinar.
Donde la
piedad popular haya establecido expresiones celebrativas del cambio de
estación, consérvense y valórense como tiempo de súplica al Señor y de
meditación sobre el significado del trabajo humano, que es colaboración con la
obra creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común,
actualización del plan de la Redención.
o La Virgen María en el Adviento
101 Durante el tiempo de Adviento, la
Liturgia celebra con frecuencia y de modo ejemplar a la Virgen María: recuerda
algunas mujeres de la Antigua Alianza, que eran figura y profecía de su misión;
exalta la actitud de fe y de humildad con que María de Nazaret se adhirió,
total e inmediatamente, al proyecto salvífico de Dios; subraya su presencia en
los acontecimientos de gracia que precedieron el nacimiento del Salvador.
También la piedad popular dedica, en el tiempo de Adviento, una atención
particular a Santa María; lo atestiguan de manera inequívoca diversos
ejercicios de piedad, y sobre todo las novenas de la Inmaculada y de la
Navidad.
Sin
embargo, la valoración del Adviento "como tiempo particularmente apto para
el culto de la Madre del Señor" no quiere decir que este tiempo se deba
presentar como un "mes de María".
En los
calendarios litúrgicos del Oriente cristiano, el periodo de preparación al
misterio de la manifestación (Adviento) de la salvación divina (Teofanía) en
los misterios de la Navidad-Epifanía del Hijo Unigénito de Dios Padre, tiene un
carácter marcadamente mariano. Se centra la atención sobre la preparación a la
venida del Señor en el misterio de la Deípara. Para el Oriente, todos los
misterios marianos son misterios cristológicos, esto es, referidos al misterio
de nuestra salvación en Cristo. Así, en el rito copto durante este periodo se
cantan las Laudes de María en los Theotokia; en el Oriente sirio este tiempo es
denominado Subbara, esto es, Anunciación, para subrayar de esta manera su
fisonomía mariana. En el rito bizantino se nos prepara a la Navidad mediante
una serie creciente de fiestas y cantos marianos.
102 La solemnidad de la Inmaculada (8
de Diciembre), profundamente sentida por los fieles, da lugar a muchas
manifestaciones de piedad popular, cuya expresión principal es la novena de la
Inmaculada. No hay duda de que el contenido de la fiesta de la Concepción
purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al nacimiento de
Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite
a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo
Testamento, empleados también en la Liturgia del Adviento.
Donde se
celebre la Novena de la Inmaculada se deberían destacar los textos proféticos
que partiendo del vaticinio de Génesis 3,15, desembocan en el saludo de Gabriel
a la "llena de gracia" (Lc 1,28) y en el anuncio del nacimiento del
Salvador (cfr. Lc 1,31-33).
Acompañada
por múltiples manifestaciones populares, en el Continente Americano se celebra,
al acercarse la Navidad, la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de
Diciembre), que acrecienta en buena medida la disposición para recibir al
Salvador: María "unida íntimamente al nacimiento de la Iglesia en América,
fue la Estrella radiante que iluminó el anunció de Cristo Salvador a los hijos
de estos pueblos".
o La Novena de Navidad
103 La Novena de Navidad nació para
comunicar a los fieles las riquezas de una Liturgia a la cual no tenían fácil
acceso. La novena navideña ha desempeñado una función valiosa y la puede
continuar desempeñando. Sin embargo en nuestros días, en los que se ha
facilitado la participación del pueblo en las celebraciones litúrgicas, sería
deseable que en los días 17 al 23 de Diciembre se solemnizara la celebración de
las Vísperas con las "antífonas mayores" y se invitara a participar a
los fieles. Esta celebración, antes o después de la cual podrían tener lugar
algunos de los elementos especialmente queridos por la piedad popular, sería
una excelente "novena de Navidad" plenamente litúrgica y atenta a las
exigencias de la piedad popular. En la celebración de las Vísperas se pueden
desarrollar algunos elementos, tal como está previsto (p. ej. homilía, uso del
incienso, adaptación de las preces).
o El Nacimiento
104 Como es bien sabido, además de las
representaciones del pesebre de Belén, que existían desde la antigüedad en las
iglesias, a partir del siglo XIII se difundió la costumbre de preparar pequeños
nacimientos en las habitaciones de la casa, sin duda por influencia del
"nacimiento" construido en Greccio por San Francisco de Asís, en el
año 1223. La preparación de los mismos (en la cual participan especialmente los
niños) se convierte en una ocasión para que los miembros de la familia entren
en contacto con el misterio de la Navidad, y para que se recojan en un momento
de oración o de lectura de las páginas bíblicas referidas al episodio del
nacimiento de Jesús.
o La piedad popular y el espíritu del Adviento
105 La piedad popular, a causa de su comprensión
intuitiva del misterio cristiano, puede contribuir eficazmente a salvaguardar
algunos de los valores del Adviento, amenazados por la costumbre de convertir
la preparación a la Navidad en una "operación comercial", llena de
propuestas vacías, procedentes de una sociedad consumista.
La piedad
popular percibe que no se puede celebrar el Nacimiento de Señor si no es en un
clima de sobriedad y de sencillez alegre, y con una actitud de solidaridad para
con los pobres y marginados; la espera del nacimiento del Salvador la hace
sensible al valor de la vida y al deber de respetarla y protegerla desde su
concepción; intuye también que no se puede celebrar con coherencia el
nacimiento del que "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21) sin
un esfuerzo para eliminar de sí el mal del pecado, viviendo en la vigilante
espera del que volverá al final de los tiempos.
Vida Cristiana