martes, 12 de noviembre de 2019

El «derecho a la eutanasia» entra de nuevo en campaña electoral



v  El «derecho a la eutanasia» entra de nuevo en campaña electoral

o   Pedro pensó en la eutanasia para su mujer, pero conoció los paliativos: «Empezamos a vivir otra vez»


Cfr.  Religión en Libertad

 

Pedro cuenta la experiencia, que no cambiaría, que vivió con su mujer enferma terminal en un centro de cuidados paliativos

Pedro cuenta la experiencia, que no cambiaría, que vivió con su mujer enferma terminal en un centro de cuidados paliativos

J.L. / ReL - 09 octubre 2019

Queda apenas un mes para unas nuevas elecciones generales en España y los partidos políticos ya van dando a conocer las propuestas que llevarán en sus programas o que promocionarán especialmente con el objetivo de ganar votos de cara al 10-N.
Al igual que en abril la eutanasia volverá a entrar en campaña. Ya se ha encargado el propio PSOE de que así sea al presentar sus “35 compromisos sociales”. En el número 13 aparece la “regulación de la eutanasia” donde aparece que “es necesario avanzar en materia de derechos civiles. Nos comprometemos a aprobar la ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona ante el proceso final de su vida que entre otros aspectos regulará el derecho a la eutanasia”.
Ni una sola mención hace de los cuidados paliativos, principal petición de los médicos y de numerosas familias. 

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Más paliativos y menos eutanasia
Sin embargo, mientras se intenta imponer el “derecho a la eutanasia” siguen sin implantarse como debieran los cuidados paliativos, que donde se llevan a cabo hacen un bien inmenso. Así lo atestiguan los pacientes y sus familias.
Un ejemplo es el de Pilar y su familia. Esta mujer, esposa y madre de familia, fue diagnosticada de un tumor cerebral muy agresivo e inoperable. Finalmente, acabó en el centro de cuidados paliativos de la Fundación Vianorte-Laguna, donde falleció, y este final de la vida fue completamente diferente a lo que esperaban. Pero para mejor, mucho mejor.
Su marido, Pedro, recuerda exploraron todas las opciones, llegando incluso a plantearse la eutanasia como una opción. Finalmente, en los cuidados paliativos encontraron todo lo que necesitaban. “Empezamos a vivir otra vez”, explica.
En una entrevista publicada en Alfa y Omega, Pedro recuerda que su esposa acudió al médico a realizarse una revisión rutinaria porque cada vez tenía más dolores de cabeza y más fuertes. Era joven, tenía  44 años, y fue entonces cuando le diagnosticaron un tumor cerebral en un TAC. Ese día, él no había acompañado a su mujer a la consulta, pero al quedar ingresada acudió rápidamente.

"Eutanasia y que deje de sufrir"
Entonces recibió el mazazo. “Me dieron la noticia –señala- de que era un tumor inoperable y de los peores que hay, con una esperanza de seis meses. La calidad de vida iba a ser muy mala, con todas las consecuencias: fallo respiratorio, fallo multiorgánico, silla de ruedas, sin oír ni hablar… Cuando te dicen eso se te cae el mundo encima. Primero piensas en buscar otro diagnóstico. Y luego cuando se confirma, te planteas: para que esté sufriendo, lo mejor es que muera. Eutanasia y que deje de sufrir”.
Sin embargo, echando la vista atrás su pensamiento es completamente diferente. Afirma que aquella primera opción que se planteó con la eutanasia era la vía “fácil”. De hecho, Pedro reconoce que “debido al sistema de vida y a la velocidad que llevamos, no nos paramos a pensar. Pero ahora sé que hay 200.000 cosas que no son la eutanasia y que son infinitamente mejores. El enfermo va a estar atendido y no va a sufrir, esa es mi experiencia”.
"En paliativos empezamos a vivir otra vez"
“Lo más digno –agrega el marido de Pilar- es cuidarle y luchar, hasta los últimos momentos. Tuvimos la suerte de caer en paliativos de Laguna después de un año de desatenciones por parte de médicos que decían que, como ya no se podía curar, no podían hacer nada. Cuando entramos en paliativos empezamos a vivir otra vez".
Paradójicamente esta familia asocia ahora paliativos a vida. “Puede parecerlo, pero quien lo haya vivido me entenderá. Recuerdo cuando llegamos con la ambulancia que la imagen que teníamos era que esto es el final. Y fue todo lo contrario: mi mujer se encontró atendida, querida y cuidada. Y nosotros también. Ella vivía. La gente que hay en el hospital se deja la vida entera”.

Unos momentos inolvidables y para toda la vida
Sus hijos tienen también una tremenda experiencia de lo vivido con su madre en aquel tiempo en cuidados paliativos. Pedro reconoce que “mis hijos son una generación de su tiempo, y tienen opiniones muy modernas sobre muchas cosas. Pero respecto a la eutanasia están en contra por lo que han vivido. Mi hija Lorena, por ejemplo, venía y tocaba la guitarra y el piano para su madre, porque en este hospital hay piano. Y su madre la escuchaba. Eso le quedará a ella para siempre. Son minutos llenos de intensidad”.
Al mismo Pedro la enfermedad y muerte de su mujer le ha cambiado la forma de ver la vida. “Me ha reforzado más en mis creencias. Yo he vivido otras situaciones en las que la gente se ha enfadado pero a mí me pasó lo contrario, ahora necesito rezar a la Virgen. Tengo la costumbre de entrar a verla cuando paso cerca de una iglesia y, cuando la veo, lloro”.
También tiene palabras para los políticos que tienen la capacidad de legislar sobre el final de la vida, a los que les pide que se “informen”. Les recuerda que “los paliativos existen en nuestro país porque hay médicos y profesionales excepcionales que se preocupan, trabajan con personas que están en una situación difícil y dolorosa. Muchas veces trabajan sin médicos suficientes, sin ser valorados socialmente ni tomados en cuenta… Necesitan más ayudas para poder atender tanto a los enfermos, como a quienes los rodeamos. Si hacen una ley, necesitamos una ley para la vida. Para las familias necesitamos bajas laborales que se puedan tramitar rápidamente. Por ejemplo, en mi caso, estuve cinco años sin faltar al trabajo, y en los últimos meses de enfermedad de mi mujer, la empresa te echa. Y la ley de dependencia debería contemplar los paliativos”.

Miles de muerte sin acceso a los paliativos
Según la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), 80.000 personas fallecen cada año en España sin acceso a servicios de cuidados paliativos, lo que les genera un sufrimiento innecesario, con síntomas descontrolados. En definitiva, se ven privados del derecho fundamental a la salud.
Sin embargo, no todo son sombras. Se ha detectado una creciente implantación de servicios paliativos para niños en Europa (de 29 países en 2013 a 38 en 2019) y en España (de 5 a 10 servicios en 6 años); además, se están generalizando marcos legales que regulan la provisión de paliativos (leyes específicas, decretos-leyes, o planes y estrategias nacionales).

El doctor Manuel Martínez-Sellés es jefe de Cardiología del Gregorio Marañón Un prestigioso médico ofrece 4 claros motivos por los que la eutanasia es siempre «inaceptable»



LA EUTANASIA

o  El doctor Manuel Martínez-Sellés es jefe de Cardiología del Gregorio Marañón

Un prestigioso médico ofrece 4 claros motivos por los que la eutanasia es siempre «inaceptable»

El doctor Manuel Martínez Sellés es jefe de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de MadridEl doctor Manuel Martínez Sellés es jefe de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid

J. Lozano / ReL/ 11 noviembre 2019

El doctor Manuel Martínez-Sellés es catedrático de Medicina y jefe de Cardiología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, uno de los más importantes de España.  A lo largo de su larga trayectoria ha estado en contacto de manera diaria con el dolor y el sufrimiento.  Y por ello ha querido tratar un tema de especial gravedad y que amenaza de nuevo con ser el centro del debate social y político: la eutanasia y el intento de legalizarla en España.
Este experto médico lo ha hecho a través de libro Eutanasia, un análisis a la luz de la ciencia y la antropología (Rialp) y en él habla también sobre la muerte, los transplantes de órganos, la sedación, el coma y el estado vegetativo, los sentimientos del enfermo terminal y de su familia, los deseos del paciente, el ensañamiento terapéutico, el suicidio asistido y los cuidados paliativos.
Con este pequeño libro, el doctor Martínez-Sellés se introduce en un debate sobre la eutanasia, el sentido del sufrimiento y la libertad de elección a través de su propia experiencia con argumentos científicos y bioéticos.
En uno de los capítulos, que le ofrecemos íntegro a continuación, este cardiólogo resume a partir de su experiencia profesional y de lo que está ocurriendo en otros países de manera breve y general en cuatro puntos los motivos por los que la eutanasia es inaceptable:

1. Pendiente resbaladiza.
La historia nos demuestra lo rápido que se llega a la eutanasia en enfermos psiquiátricos, dementes, ancianos vulnerables y recién nacidos discapacitados. En Holanda la eutanasia se aplica ya no sólo a enfermos, sino simplemente a gente que no quiere vivir, sin que exista razón médica. Además, la eutanasia tiende a hacerse especialmente accesible y es dirigida de forma prioritaria a las clases económicamente más débiles, los grupos étnicos desfavorecidos y a las personas más vulnerables. Como veremos en el tercer punto, al limitar la oferta en cuidados paliativos, estos se pueden convertir en un lujo para aquellos con determinado poder adquisitivo.
2. Falta de autodeterminación real.
Frecuentemente los enfermos, y más aquellos con enfermedades avanzadas o que se encuentran en una situación terminal, pueden atravesar estados de depresión durante un cierto tiempo. Si en este tiempo solicitan que acaben con su vida lo habrán hecho en unas condiciones en las que no están mentalmente sanos, por lo que su autonomía es cuestionable.
Expresiones como ‘me quiero morir’ o ‘no quiero seguir luchando’ dependen mucho del estado de ánimo del paciente y de sus sentimientos cambiantes. En un país sin eutanasia, los médicos y otros profesionales sanitarios se esforzarán por curar esta depresión y devolver las ganas de vivir, y frecuentemente tienen éxito si el entorno ayuda. Por el contrario, en un país con eutanasia, en vez de esforzarse por eliminar la depresión, tenderán a eliminar al paciente deprimido. Además, la causa fundamental que impele a solicitar la eutanasia no es la enfermedad en sí, sino la falta de reconocimiento humano, comprensión y, tantas veces, la soledad.
Muchos pacientes sienten que sobran, que son una carga o una molestia para su familia, que son ignorados, o que están solos. Este es un caldo de cultivo para solicitar la eutanasia. Nuestra tarea como médicos y como sociedad debe ser reconducir esa situación con cariño y acompañamiento.

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3. Reducción de los cuidados paliativos.
Estos cuidados son la respuesta médica adecuada al dolor y al sufrimiento. Las atenciones paliativas no alargan la vida. Ocasionalmente, como efecto colateral, pueden acortarla algo. Los cuidados paliativos buscan controlar los síntomas del paciente y, en la enorme mayoría de ocasiones, lo consiguen. La aceptación de la eutanasia conlleva una disminución de los medios destinados a estos cuidados. También, con una eutanasia legalizada, los incentivos para investigar nuevos tratamientos de cuidados paliativos son menores, por lo que, a efectos prácticos, la eutanasia limita el desarrollo de este tipo de cuidados paliativos es caro. Lo barato es la eutanasia.

4. Deformación del sentido médico.
El deber de todo médico de intentar curar y/o mejorar a sus pacientes desaparece con la eutanasia que, además, deteriora la confianza médico-paciente. Es frecuente que ancianos cambien de país de residencia por no fiarse de las prácticas de ciertos médicos. La eutanasia es contraria al juramento hipocrático e implica una ruptura deontológica con grandes consecuencias sobre la profesión médica. ¿Cómo confiar en que el médico va a intentar curarme si mis familiares y/o sociedad presionan en un sentido contrario? Los médicos que entran en una mentalidad eutanásica la incorporan a toda su visión profesional, y puede ser un camino de no retorno. El galeno deja de ser un “salvavidas” y se transforma en “quitavidas”: su sentido cambia por completo.
Yo, que tengo dos hijos estudiando Medicina, solo espero que a las nuevas generaciones de médicos y profesionales sanitarios se les siga transmitiendo que nuestro fin es prevenir la enfermedad y cuidar a quienes la padecen.





Vida Cristiana

Expertos belgas en salud denuncian la falta de autonomía del paciente La eutanasia real, allí donde se aplica: el «derecho a morir» se transforma en «obligación de morir»



   

Martes, 12 de noviembre de 2019

Religión en Libertad


o   Expertos belgas en salud denuncian la falta de autonomía del paciente

La eutanasia real, allí donde se aplica: el «derecho a morir» se transforma en «obligación de morir»

Los defensores de la eutanasia afirman que refuerza la autonomía del paciente. La realidad, allí donde se aplica, es justo la contraria.

Los defensores de la eutanasia afirman que refuerza la autonomía del paciente. La realidad, allí donde se aplica, es justo la contraria.

ReL / 18 septiembre 2019

En Bélgica, uno de los países pioneros en la legalización de la eutanasia y su gran banco de pruebas, un equipo de personas del ámbito de la salud y la bioética cuestionan desde su conocimiento de la realidad cotidiana práctica el mito de que la decisión de morir sea totalmente individual. Lo cuenta Ferdinando Cancelli en Il Foglio:
No hay modo mejor de comprender lo que podría suceder en nuestro país si se aprobara la ley que despenaliza la eutanasia y el suicido asistido, que hacer referencia a la experiencia directa de personas que trabajan en el sector sanitario de un país en el que las cosas son muy distintas desde hace mucho tiempo. Bélgica es un óptimo modelo. Algunos médicos y enfermeros belgas han publicado recientemente un libro, Euthanasie, l’envers du décor (que se podría traducir como Eutanasia, la otra cara de la medalla), en el que recogen sus testimonios, respaldados por referencias bibliográficas y documentales. (Pincha aquí para ver una entrevista con dos de los autores.)


El texto, disponibile por ahora sólo en francés, merece ser leído con atención y ofrece algunos hechos dolorosamente interesantes.
En primer lugar, se descubre que antes de la aprobación de la ley belga del año 2002 había muchas dudas, expresadas por instituciones importantes y relacionadas con los riesgos de deriva. "Pensamos que cualesquiera que puedan ser las precauciones que la ley quiera adoptar, existe un peligro real de que la petición de eutanasia no refleje la verdadera voluntad del individuo, o esté fácilmente condicionada por circunstancias o presiones externas", escribía ya en 1983 la Comisión de reforma del derecho en Canadá. Y sigue: "Existe un peligro real de que el procedimiento puesto en marcha para permitir matar a quien siente que es un peso para sí mismo sea desviado gradualmente de su objetivo principal, y acabe siendo utilizado para eliminar a quienes son un peso para otros y para la sociedad". En la práctica, ya entonces se vislumbraba lo que es, actualmente, una realidad en un país como Bélgica.


Dos de los autores del libro. A la izquierda, Timothy Devos, hematólogo e internista en el hospital universitario de Lovaina, coordinador de la obra. A la derecha, Eric Vermeer, enfermero especializado en cuidados paliativos.
Eric Vermeer, enfermero especializado en cuidados paliativos y psiquiatría lo dice con claridad en el libro. A finales de 2001, la Comisión que trabajó en el que era entonces el proyecto de ley sobre la eutanasia había afirmado, sin ningún tipo de ambigüedad, que el sufrimiento psíquico del paciente, sólo, nunca debería llevar a la muerte por petición. A fecha de hoy, el séptimo informe de registro de las eutanasias en Bélgica indica 113 casos de muertes por eutanasia por motivos psiquiátricos como depresión, demencia -incluso en una fase muy inicial-, trastornos bipolares, esquizofrenia y otras enfermedades mentales. Esta deriva se aplica también a los casos pediátricos. Vermeer hace referencia a la petición que hicieron los mejores pediatras del mundo reunidos en el congreso internacional de cuidados paliativos pediátricos de Bombay, en la India, en 2014. Dirigiéndose directamente al gobierno belga, pedían la puesta en marcha de los cuidados paliativos, afirmando que "la eutanasia no forma parte de la terapia paliativa pediátrica y no constituye una alternativa".
Otro aspecto fundamental que se deduce del libro es el de las motivaciones económicas que respaldan el interés político por la "muerte dulce", un argumento del que no se habla, a propósito, en los debates a favor de acortar la vida. Un estudio detallado de 2017 llevado a cabo por la universidad de Calgary, en Canadá, demostró que si el estado norteamericano alcanzaba el porcentaje de muertes por eutanasia de Bélgica en relación a la población, podría ahorrarse cada año 130 millones de dólares, el dinero que serviría para curar a quien, en cambio, "debería hacerse a un lado".
An Haekens, psiquiatra, también participa en este volumen sobre la eutanasia en Bélgica.
An Haekens, psiquiatra belga, directora de la clínica Alexianen, en Tienen, refiere las palabras de un compañero de profesión, el doctor Boudewijn Chabot, un militante pro-eutanasia de los inicios. "Se observa -tiene que reconocer también Chabot- un cambio cultural inquietante a propósito de la muerte elegida de acuerdo con el médico" y surge, continúa, "un vínculo creciente entre las peticiones de eutanasia y la crisis financiera de la sanidad que amenaza la calidad de los cuidados de las personas, sobre todo de las que sufren enfermedades psíquicas, en especial si son de larga duración".
Cada vez más, el "derecho a morir" se transforma en una "obligación de morir"; los médicos objetores de conciencia (aspecto previsto por la ley belga) se sienten cada vez más discriminados y sufren presiones para que se adapten al pensamiento dominante; cada vez más la lógica de la "calidad de vida", creciente también en nuestro trabajo diario en Italia, ejerce un sutil pero pérfido y continuo "impulso amable" para que convenzamos a nuestros pacientes de que su vida vale poco, seguramente menos de la de las personas que están sanas o son "curables". Este condicionamiento forma ya parte de la mentalidad de los médicos y el personal sanitario hasta tal punto que muchos corren el riesgo, también en nuestro país, de no ser conscientes de los riesgos que algunos cuestionarios aparentemente "inocentes" pueden esconder para los pacientes. A menudo presentados como instrumentos de valoración para mejorar la calidad de los cuidados, los cada vez más frecuentes listados de preguntas y su correspondiente puntuación acaban siendo clasificaciones artificiales de "dignidad", a menudo sin el conocimiento de quien los distribuye rutinariamente, o porque el "sistema de calidad así lo solicita".

Patrick Verspieren, jesuita.
El experto en bioética Patrick Verspieren, profesor de Filosofía moral en el centro Sèvres, a  menudo recordaba el hecho de que no existe un "yo" que no dependa de los otros. "Recurrir a la  noción de libertad individual, escribía, es por lo tanto, en este campo de elección entre la vida y la muerte, en parte ilusorio. Ese enfermo desea verdaderamente morir; sin embargo, ese deseo no es el resultado únicamente de su libertad, sino que con frecuencia puede ser la traducción de la actitud de su ambiente, si no de toda la sociedad, que ya no cree en el valor de su vida y se lo hace comprender con todo tipo de mensajes. Es una paradoja suprema: se rechaza a alguien de la comunidad de los vivos y él mismo piensa que desea personalmente la muerte. (…) Lo que soy y lo que quiero depende de la mirada y de la actitud de los otros".
A partir de esta tesis, las palabras de uno de los padres fundadores de la sociología moderna, Emile Durkheim, a propósito del suicidio, escritas hace más de un siglo, nos provocan: "El índice de suicidios no se explica sociológicamente. Es la construcción moral de la sociedad la que fija en cada momento el contingente de muertes voluntarias. Existe una corriente 'suicidógena' que actúa en cada sociedad, que influye en el deseo o no de vivir".
Hay que tener los ojos bien abiertos, nos dicen desde Bélgica estos compañeros. Hay que atesorar el camino recorrido por algunos "pioneros" y no caer en el error de pensar que somos mejores que ellos. Al cabo de algunos años de camino, éste es cada vez más oscuro y resbaladizo de lo que algunos podían pensar. Es el momento, como pidió en una ocasión el cardenal Angelo Bagnasco a los jóvenes genoveses, de caminar contracorriente.



Traducción de Elena Faccia Serrano.




Vida Cristiana

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