sábado, 14 de octubre de 2017

A los hambrientos los colma de bienes: + Fr. Santiago Agrelo Arzobispo de Tánger

Hoy, profecía, salmo y evangelio hablan de un banquete.

En nuestra sociedad sobrealimentada, es difícil imaginar que alguien sueñe con un banquete. Ese sueño sólo es posible para pobres: es el sueño del mendigo y llagado Lázaro, y lo será también del epulón cuando, atrapado en la soledad de su infierno, una gota de agua le parecerá un banquete más deseable que todo lo que ha banqueteado en los días de la abundancia.
Hoy hemos de hablar de salvación a hombres y mujeres que no saben que la necesitan, que es como hablar de pan a quien le sobra de todo.
Que a nadie le sorprenda que los invitados al banquete de boda desprecien la invitación y se vayan cada uno a sus tierras, a sus negocios, a sus intereses, a su mundo, y que incluso lleguen a maltratar, hasta matarlos, a los criados que llevan la invitación.
Pero tú, Iglesia de Cristo, has llenado con tus hijos –con tus pobres- la sala del banquete de Dios: Tú has creído que tu Dios vendría a ti, que aniquilaría la muerte para siempre, que enjugaría las lágrimas de todos los rostros, que alejaría el oprobio de su pueblo, que vendría a ti con su salvación. Tú te has sentado a la mesa que tu Dios ha preparado para ti. Tú nada temes, pues tu Dios va contigo, su bondad y su misericordia te acompañan todos los días de tu vida.
Hoy, la fe evoca el misterio de la encarnación: Tú has creído y, en Cristo Jesús tu Señor, ves cumplido lo que en profecías y salmos se te había prometido: En Jesús, tu Dios ha venido a ti como tu salvador; en Jesús, tu Dios te ha perdonado, ha borrado la ignominia de tu culpa, ha enjugado con su compasión tus lágrimas, y ha aniquilado tu muerte, pues con Cristo Jesús has resucitado, en Cristo Jesús has sido enaltecida, por Cristo Jesús has sido glorificada.
Hoy, Iglesia de Cristo, en el misterio de la eucaristía vuelves a sentarte con tus pobres a la mesa de tu Señor: y no sólo recuerdas y recibes lo que has creído, sino que se te desvela el misterio de la esperanza a la que eres llamada: el que ahora es tu pastor, mañana será tu plenitud; el que ahora te conduce y repara tus fuerzas, él mismo será la meta de tu camino; el que ahora es tu alimento, mañana lo será todo para ti.

Feliz domingo.


jueves, 12 de octubre de 2017

Angelus, Papa Francisco Domingo, 8 de octubre de 2017 - 27 del tiempo ordinario, Ciclo A



Ø  Conversión. La Parábola de los viñadores. Angelus de Papa Francisco (8 de octubre de 2017) (Mateo 21, 33-43). Los viñadores asumen una actitud posesiva «Y cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» (v. 40). Dios no se venga, espera para perdonar. Solo hay un impedimento ante la voluntad tenaz y tierna de Dios: ¡nuestra arrogancia y nuestra presunción, que a veces llega hasta la violencia! Nos llama a convertirnos


v  Angelus, Papa Francisco

Domingo, 8 de octubre de 2017 -  27 del tiempo ordinario, Ciclo A

Queridos hermanos y hermanas, buenos días. La liturgia de este domingo nos propone la parábola de los viñadores, a los que el dueño confía la viña que había plantado y luego se va (cfr. Mateo 21,33-43).

v  Lo viñadores asumen una actitud posesiva

o   «Y cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» (v. 40).

§  Dios no se venga, espera para perdonar
Solo hay un impedimento ante la voluntad tenaz y tierna de Dios: ¡nuestra arrogancia y nuestra presunción, que a veces llega hasta la violencia!
Nos llama a convertirnos

Así se pone a prueba la lealtad de esos viñadores: la viña es confiada a ellos, que deben protegerla, hacerla fructificar y entregar al dueño la cosecha. Llegado el tiempo de la vendimia, el dueño manda a sus siervos a recoger los frutos. Pero los viñadores asumen una actitud posesiva: no se consideran simples gestores, sino propietarios, y se niegan a entregar la cosecha. Maltratan a los siervos, hasta el punto de matarlos. El dueño se muestra paciente con ellos: manda a otros siervos, más numerosos que antes, pero el resultado es el mismo. Al final, con su paciencia, decide mandar a su propio hijo; pero aquellos viñadores, prisioneros de su comportamiento posesivo, matan también al hijo pensando que así se quedarían con la herencia.

Este relato ilustra de manera alegórica los reproches que los Profetas habían dicho sobre la historia de Israel. Es una historia que nos pertenece: se habla de la alianza que Dios quiso establecer con la humanidad y a la que también nos ha llamado a participar. Pero esa historia de alianza, como toda historia de amor, conoce sus momentos positivos, pero también está marcada por traiciones y rechazos. Para hacer comprender cómo Dios Padre responde a los que se oponen a su amor y a su propuesta de alianza, el texto evangélico pone en labios del dueño de la viña una pregunta: «Y cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?» (v. 40). Esta pregunta subraya que la desilusión de Dios por el comportamiento malvado de los hombres no es la última palabra. Aquí está la gran novedad del cristianismo: un Dios que, aunque desilusionado por nuestros errores y nuestros pecados, no pierde su palabra, no se detiene y, sobre todo, ¡no se venga!

Hermanos y hermanas, ¡Dios no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera
para perdonarnos, para abrazarnos. A través de las “piedras desechadas” –y Cristo es la primera piedra que los constructores desecharon–, a través de situaciones de debilidad y de pecado, Dios continúa poniendo en circulación el «vino nuevo» de su viña, o sea, la misericordia; ese es el vino nuevo de la viña del Señor: la misericordia. Solo hay un impedimento ante la voluntad tenaz y
tierna de Dios: ¡nuestra arrogancia y nuestra presunción, que a veces llega hasta la violencia! Ante estas actitudes y donde no se producen frutos, la Palabra de Dios conserva toda su fuerza de reproche y de advertencia: «se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos» (v. 43).

La urgencia de responder con frutos de bien a la llamada del Señor, que nos llama a convertirnos en su viña, nos ayuda a entender qué hay de nuevo y de original en la fe cristiana. Que no es solo la suma de preceptos y normas morales, sino que es en primer lugar una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús, hizo y sigue haciendo a la humanidad. Es una invitación a entrar en esa historia de amor, convirtiéndonos en una viña viva y abierta, llena de frutos y de esperanza para todos. Una viña cerrada puede volverse salvaje y producir uvas amargas. Estamos llamados a salir de la viña para ponernos al servicio de los hermanos que no están con nosotros, para removernos mutuamente y animarnos, para recordarnos que debemos ser viña del Señor en todo ambiente, incluso en los más alejados e incómodos.

Queridos hermanos y hermanas, invoquemos la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a ser en todas partes, especialmente en las periferias de la sociedad, la viña que el Señor plantó para el bien de todos y llevar el vino nuevo de la misericordia del Señor.


miércoles, 11 de octubre de 2017

Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Año A, 15 de octubre de 2017




[Chiesa/Testi/Omelie1/RegnoDio/28A14ParábolasReinoDios(1)InvitaciónBanquete(2)TrajeBodaConversión]

Ø Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Año A (2017). La Parábola de los invitados al banquete de

bodas del hijo de  un rey  y la del invitado que no tenía traje de boda. El banquete es una imagen de la comunión de vida con Dios y con los hermanos. Es necesario participar en el banquete con el «traje de boda», que es  la caridad que brota de un corazón limpio, una conciencia buena y una fe sincera”; “hacerse discípulo de Cristo”; “la conversión del corazón de las costumbres anteriores”.


v  Cfr. Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Año A, 15 de octubre de 2017

                  Isaías 25,6-10; Filipenses 4,12-14.19-20; Mateo 22,1-14; Salmo 23/22

Isaías 25, 6-10: 6 El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos los pueblos, en este monte, un banquete de sabrosos manjares, un banquete de vinos añejos: manjares suculentos, y vinos exquisitos. 7 Y eliminará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, y el manto que recubre a todas las naciones. 8 Eliminará para siempre la muerte. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros, y apartará el oprobio de su pueblo en toda la tierra, porque el Señor  ha hablado. 9 Se dirá aquel día: «Aquí está  nuestro Dios. En Él esperábamos para que nos salvara; es el Señor  en quien esperábamos: exultemos y gocémonos de por su salvación». 10 Porque la mano del Señor descansará en este monte.
Salmo 23. R/. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar: me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
Mateo 22,1-14: 1 Jesús les habló de nuevo en parábolas diciendo: 2 El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró las bodas de su hijo, 3 y envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas; pero éstos no querían acudir. 4 Nuevamente envió a otros criados ordenándoles: Decid a los invitados: mirad que tengo preparado ya mi banquete, se ha hecho la matanza de mis terneros y reses cebadas, y todo está a punto; venid a las bodas. 5 Pero ellos, sin hacer caso, se marcharon uno a sus campos, otro a sus negocios; 6 los demás echaron mano a los siervos, los maltrataron y dieron muerte. 7 El rey se encolerizó y, enviando a sus tropas, acabó con aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad. 8 Luego dijo a sus criados: Las bodas están preparadas pero los invitados no eran dignos. 9 Id, pues, a los cruces de los caminos y llamad a las bodas a cuantos encontréis. 10 Los criados, saliendo a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y se llenó de comensales la sala de bodas. 11 Entró el rey para ver a los comensales, y se fijó en un hombre que no vestía traje de boda; 12 y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda? Pero él se calló. 13 Entonces dijo el rey a sus servidores: Atadlo de pies y manos y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. 14 Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos.

EL REINO DE DIOS
¿Cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda?
(Cfr. Evangelio: vv. 11-14)

El traje de boda

Cf. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno A, Piemme 1995  pp. 274-279

El traje de boda es el “revestimiento de Cristo”;
“la caridad que brota de un corazón limpio, una conciencia buena y una fe sincera”;
“hacerse discípulo de Cristo”;
“la conversión del corazón de las costumbres anteriores,
para participar en el banquete”.
de la comunión con Dios”.

v  Significado del vestido de boda

o   La conversión del corazón de las costumbres anteriores: Cristo exige un vestido totalmente nuevo para participar en el banquete de la comunión con Dios.

§  “El vestido de lino son las obras buenas de los santos”.
El Evangelio no es un remiendo nuevo para coser en un vestido viejo, sino una novedad absoluta de  «hábito» y de vida (Marcos 2,21). (p. 279)
·         Cfr. Ravasi, o.c. pp. 276 y 279: «En las grandes fiestas el invitado, ayer y hoy, se presenta con
vestido de ceremonia. En el pasado, le lavaban los pies nada más llegar a la casa del que invitaba, se le perfumaba la cabeza con bálsamo, se le coronaba con flores, era acogido con un beso. En muchas partes de la Biblia se demuestra la existencia de este rito de acogida en la antigüedad, en Oriente Medio. El vestido es signo evidente de una personalidad como muestran en nuestros tiempos, para el bien o para el mal, la moda y el vestuario. Antes de considerar que el vestido sirve para cubrirnos, indica nuestra mentalidad, expresa nuestra identidad y nuestro gusto, bueno o malo. Se intuye, por tanto, el valor de la segunda simbología evocada por Jesús.
»Sin cambio de «hábito», es decir, sin la conversión del corazón de las costumbres anteriores, sin una
nueva personalidad no se puede participar en el banquete de la comunión con Dios. El Evangelio no es un remiendo nuevo para coser en un vestido viejo, sino una novedad absoluta de  «hábito» y de vida (Marcos 2,21). (p. 279)
»Cristo exige un vestido totalmente nuevo y en el Apocalipsis (19, 8) leemos esta frase: “El vestido
de lino son las obras buenas de los santos”». (p. 276).

o   Se requiere una conversión, un estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas de Jesús

·         Cfr. Comentario al Nuevo Testamento, La Casa de la Biblia 1995, Mt 22, 1-14: Para participar en el
banquete, es necesario cambiar de vestido, es decir, se requiere una transformación interior, una conversión. Para entrar en el banquete del reino, “no es suficiente con haber aceptado la invitación”, “es necesario un estilo de vida que ponga en práctica las enseñanzas de Jesús”.

o   El traje de boda y el bautismo

§  El traje de boda: el cristiano, por el bautismo, se reviste de Cristo. El «hombre viejo» y el «hombre nuevo».
·         Gálatas 3,27: “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo”.
·         Efesios, 4,24: “Revestíos del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y santidad de la
verdad”. (Cfr. 4, 17-32: la vida nueva en Cristo).
- Biblia de Jerusalén, Ef 4,24: “Todos los hombres deben revestirse del «Hombre Nuevo» (Efesios 2,15+), para ser en él re-creados (ver Gálatas 3,27; Romanos 13,14). En otros lugares Pablo habla en este sentido de «nueva creación» (2 Corintios 5,17).  
·         Colosenses, 3, 9-11: “No os engañéis unos a otros, ya que os habéis despojado del hombre viejo con sus
obras y os habéis revestido del hombre nuevo, que se renueva para lograr un conocimiento pleno según la imagen de su creador, para quien no hay  griego o judío, circuncisión o no circuncisión, bárbaro o escita, siervo o libre, sino que Cristo es todo en todos”.
- Sagrada Biblia, Nuevo Testamento, Eunsa 1999, Col 3, 5-11: “El «hombre viejo» (v. 9) es el que se deja dominar por las inclinaciones de la concupiscencia desordenada. El discípulo de Cristo, que ha sido renovado y vive para el Señor, posee un nuevo y más perfecto conocimiento de Dios y del mundo, ve las cosas con una perspectiva más alta, con visión sobrenatural, que no es sino «dejarse mover y poseer por la poderosa mano del autor de todo bien» (S. Ignacio de Loyola, Epist. 4, 561-562).
- Biblia de Jerusalén, Col 3,10: “El hombre creado (Génesis 1, 26s+), se perdió buscando el conocimiento del bien y del mal fuera de la voluntad divina (Génesis 2,17+). Desde entonces, convertido en esclavo del pecado y de sus apetencias (Romanos 5,12+), el hombre viejo quedó condenado a morir (Romanos 6,6; Efesios 4,22). El hombre nuevo, re-creado en Cristo (Efesios 2,15+), que es imagen de Dios (Romanos 8,29+), vuelve a encontrar la rectitud anterior y el verdadero conocimiento moral (1,9; Hebreos 5,14).

o   El vestido de boda son los preceptos del Señor y las obras que se realizan en el espíritu de la Ley y del Evangelio

·         S. Jerónimo (343-420) (In Matt. III, 22, 8-11): “El vestido de boda son los preceptos del Señor y
las obras que se realizan en el espíritu de la Ley y del Evangelio. Estos son el vestido del hombre nuevo. Si alguien que lleva el nombre de cristiano, en el momento del juicio se encontrará sin el vestido de boda, es decir, sin el vestido del hombre celeste, y  llevará un vestido manchado, es decir el vestido del hombre viejo, será capturado inmediatamente y se le preguntará: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin llevar traje de boda»? (Mateo 22, 12). 

o   El vestido de boda “«es la caridad que brota de un corazón limpio, una conciencia buena y una fe sincera»

·         San Agustín (354-430) (Sermón 90.,6): el vestido de boda “«es la caridad que brota de un corazón
limpio, una conciencia buena y una fe sincera» (1 Tim 1,5). (...) En un mismo individuo existen dos impulsos del alma: la caridad y la codicia. Que nazca en ti la caridad, si todavía no ha nacido; y, si ya ha nacido, que sea cultivada y alimentada, y así crezca. Por lo que se refiere a la codicia, no  puede ser eliminada totalmente en esta vida – «pues si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros» (1 Jn 1,8) -. Nosotros cometemos pecados en cuanto que tenemos la codicia; hagamos que crezca la caridad y que disminuya la codicia, con el fin de que la caridad sea llevada a la perfección un día, y la codicia sea reducida a la extinción”.

o   Entra a la boda, pero sin vestido de boda, quien formando parte de la Iglesia tiene fe, pero no tiene la caridad

·         San Gregorio Magno (540-604) (Homilía 38):  “Hermanos, puesto que, por gracia de Dios,
habéis ya entrado en la sala del banquete de bodas, es decir en la santa Iglesia, procurad que cuando entre el rey non tenga motivos para llamaros la atención en lo referente al vestido de vuestra alma. (...) ¿Cuál es el significado del vestido nupcial? Si decimos que el vestido nupcial es el bautismo o la fe, ¿quién ha ido a estas bodas sin el bautismo o la fe? Está excluido, en efecto quien todavía no tiene la fe. Por tanto, ¿qué podemos entender por vestido nupcial si no es la caridad?  Entra a la boda, pero sin vestido de boda, quien formando parte de la Iglesia tiene fe, pero no tiene la caridad.”

o   No basta haber entrado en la Iglesia para estar seguro de la salvación eterna: «Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de bodas?» (Mateo 22,12), pregunta el rey a uno de los invitados.

Cfr. Juan Pablo II, Audiencia General 18 de septiembre de 1991
§  El “traje” de bodas es el mandamiento nuevo.
·         No basta haber entrado en la Iglesia para estar seguro de la salvación eterna: «Amigo, ¿cómo
has entrado aquí sin traje de bodas?» (Mateo 22,12), pregunta el rey a uno de los invitados. La parábola, que en este punto parece pasar del problema del rechazo histórico de la elección por parte del pueblo de Israel al comportamiento individual de todo aquel que es llamado, y al juicio que se pronunciará sobre él, no especifica el significado de ese «traje». Pero se puede decir que la explicación se encuentra en el conjunto de la enseñanza de Cristo. El Evangelio, en particular el sermón de la montaña, habla del mandamiento del amor, que es el principio de la vida divina y de la perfección según el modelo del Padre: «Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial» (Mt 5,48). Se trata del «mandamiento nuevo» que, como enseña Cristo, consiste en esto: «Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34). Por ello, parece posible colegir que el «traje de bodas», como condición para participar en el banquete, es precisamente ese amor.

o   Jesús quiere hechos, no sólo palabras

·         Es Cristo que pasa, n. 180: “La salvación, que predica Nuestro Señor Jesucristo, es una invitación
dirigida a todos: acontece lo que a cierto rey, que celebró las bodas de su hijo y envió a los criados a llamar a los convidados a las bodas (Mateo 22,2-3). Por eso, el Señor revela que el reino de los cielos está en medio de vosotros (Lucas 17,21).
            Nadie se encuentra excluido de la salvación, si se allana libremente a las exigencias amorosas de Cristo: nacer de nuevo  (Cfr. Juan 3,5), hacerse como niños, en la sencillez de espíritu (Cfr. Mc 10,15; Mateo 18,3; 5,3); alejar el corazón de todo lo que aparte de Dios (En verdad os digo que difícilmente un rico entrará en el reino de los cielos – Mateo 19,23). Jesús quiere hechos, no sólo palabras (Cfr. Mateo 7,21). Y un esfuerzo denodado, porque sólo los que luchan serán merecedores de la herencia eterna (El reino de los cielos se alcanza a viva fuerza y los que la hacen lo arrebatan – Mateo 12,12)”.

o   No un remiendo, sino un vestido totalmente nuevo

·         Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno A Piemme noviembre 1995, p. 276.:.  “Aquel
que grita «Señor, Señor» pero no hace concretamente la voluntad del Padre, es quien ha puesto solamente «un remiendo de tela nueva sobre un vestido viejo». Cristo, sin embargo, exige un vestido totalmente nuevo y en el Apocalipsis leemos esta frase: «Alegrémonos, saltemos de júbilo; démosle gloria, pues llegaron las bodas del Cordero y se ha engalanado su esposa; le han regalado un vestido de lino deslumbrante y puro: el lino son las buenas obras de los santos» (19, 8).

o   El vestido de boda es hacerse discípulo de Cristo

·         CEC n. 546: Jesús llama a entrar en el Reino a través de las parábolas, rasgo típico de su enseñanza
(Cf Mc 4, 33-34). Por medio de ellas invita al banquete del Reino (Cf Mt 22, 1-14), pero exige también una
elección radical para alcanzar el Reino, es necesario darlo todo (Cf Mt 13, 44-45); las palabras no bastan,
hacen falta obras (Cf Mt 21, 28-32). Las parábolas son como un espejo para el hombre: ¿acoge la palabra
como un suelo duro o como una buena tierra (Cf Mt 13, 3-9)? ¿Qué hace con los talentos recibidos (Cf Mt
25, 14-30)? Jesús y la presencia del Reino en este mundo están secretamente en el corazón de las parábolas.
Es preciso entrar en el Reino, es decir, hacerse discípulo de Cristo para «conocer los Misterios del Reino de
los cielos» (Mt 13, 11). Para los que están «fuera» (Cf Mc 4, 11), la enseñanza de las parábolas es algo
enigmático (Cf Mt 13, 10-15).

o   Jesús se refiere en esta parábola – en la invitación a un banquete de boda – a la invitación que Dios nos hace a la comunión transformante con Él.  El traje adecuado consiste en las buenas obras que deben acompañar nuestra fe.

§  Los invitados no aceptaron la invitación probablemente porque con inaudita presunción y autosuficiencia juzgaron el banquete inútil o, al menos, inferior a las propias exigencias y pretensiones. En efecto, fueron los pobres quienes aceptaron la invitación, aquellos que estaban parados “en los cruces de los caminos... buenos y malos”.
              Cfr. San Juan Pablo II, Homilía, 11-10-1981
Deseo a cada uno de vosotros y a todos que, ante la invitación al “banquete de la boda de su hijo”, no os comportéis como hemos escuchado en el Evangelio.
Efectivamente, los primeros invitados no quisieron ir (Mt 22,3); después otros no hicieron caso (Ib., 22,5); otros hasta insultaron o mataron a los criados que llevaban la invitación (Ib., 22,6). Todos ellos “no se lo merecían” probablemente porque con inaudita presunción y autosuficiencia juzgaron el banquete inútil o, al menos, inferior a las propias exigencias y pretensiones. En efecto, fueron los pobres quienes aceptaron la invitación, aquellos que estaban parados “en los cruces de los caminos... buenos y malos” (Ib., 22,9-10) esto es aquellos que en su humildad conocieron la riqueza inmerecida del don de Dios, y lo aceptaron con sencillez. Es preciso que nosotros seamos conscientes de la invitación que se nos hace a una comunión transformante con el Señor, invitación que se nos hace por la Palabra de Dios y la predicación de la Iglesia; y además que sepamos acogerla con todo el corazón, con plena disponibilidad, en la certeza de que el Señor sólo quiere nuestra salvación. Finalmente como sugiere la alegoría del traje nupcial con la que se concluye la parábola, también estamos llamados a presentarnos al Señor llevando un traje adecuado; consiste en las buenas obras que deben acompañar nuestra fe como nos advierte el mismo Jesús: “Si vuestra justicia (esto es, vuestra vida real) no supera a la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Ib., 5,20). Pero si esto se realiza, entonces la fiesta es plena e intensa.

             

Vida Cristiana

 Domingo 28 del tiempo ordinario, Año a (15 de octubre de 2017). El Señor es el Buen Pastor.




Ø Domingo 28 del tiempo ordinario, Año a (15 de octubre de 2017). El Señor es el Buen Pastor.


Salmo responsorial 23: El señor es mi pastor, nada me falta (…) Me guía por el sendero justo (Tu bondad y misericordia me acompañan todos los días de mi vida (…) etc.

v  Yo soy el buen Pastor

·         Juan 10, 11- 14: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. 12 El asalariado, el
que no es pastor y al que no pertenecen las ovejas, ve venir el lobo, abandona la ovejas y huye –y el lobo las arrebata y las dispersa -, 13 porque es  asalariado y no le importan las ovejas.  14 Yo soy el buen pastor, conozco las mías y las mías me conocen. 15 Como el Padre me conoce a mí, así yo conozco al Padre, y doy mi vida por las ovejas”.  
Juan 10, 1-11: 1 En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; 2 pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. 3 A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. 4 Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: 5 a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». 6 Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: 7 «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. 8 Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. 9 Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. 10 El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.

o   Jesús se presenta como ese Buen Pastor que cuida de sus ovejas.

-          (…) “Los profetas, especialmente Jeremías y Ezequiel (Jeremías 23, 1-6; Ezequiel 34, 1-31), ante la
infidelidad de los reyes y sacerdotes, a quienes también se aplicaba el nombre de pastores, prometen unos pastores nuevos. Más aún: Ezequiel señala que Dios iba a suscitar un Pastor único, semejante a David, que apacentaría sus ovejas, de modo que estuvieran seguras (Ezequiel 34, 23-31). Jesús se presenta como ese Buen Pastor que cuida de sus ovejas. Se cumplen por tanto en El las antiguas profecías. El arte cristiano se inspiró muy pronto en esta figura entrañable del Buen Pastor, y dejó así representado el amor de Cristo por cada uno de nosotros”.  (Cfr. Nuevo Testamento, Comentario a Juan 10, 1-21, EUNSA 2004). 

o   Explicación histórica acerca del único redil para pasar la noche varios rebaños

-          (…) “Para comprender mejor las palabras de Jesús en los vv. 3-5, conviene recordar que en aquellos
tiempos era costumbre reunir al oscurecer varios rebaños en un mismo recinto. Allí permanecían toda la noche bajo la custodia de un guarda. Al amanecer, cada pastor llegaba, le abría el guarda, y llamaba a sus ovejas, que se incorporaban y salían del aprisco tras él; les hacía oír frecuentemente su voz para que no se perdieran, y caminaba delante para conducirlas a los pastos. El Señor hace uso de esta imagen, tan familiar a sus oyentes, para hacerles una advertencia importante: ante voces extrañas, es necesario reconocer la voz de Cristo – actualizada de continuo por el Magisterio de la Iglesia – y seguirle, para encontrar el alimento abundantes de nuestras almas. Las palabras de Jesús tienen especial significación para quienes ejercen en la Iglesia el oficio de pastores: «Yo soy el buen Pastor. Con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen pastor, si no llega a ser un sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor» (Santo Tomás de Aquino, Super Evangelium Ioannis, ad hoc). (Cfr. Nuevo Testamento, Comentario a Juan 10, 1-21, EUNSA 2004). 

o   También para los pastores Cristo es la puerta.

-          “Cristo se aplica la imagen de la puerta (v. 7) por la que se entra en el aprisco de las ovejas que es la
Iglesia. Al redil entran los pastores y las ovejas. Tanto uno como otras han de entrar por la puerta, que es Cristo. «Yo – predicaba san Agustín – queriendo llegar hasta vosotros, es decir, a vuestro corazón, os predico a Cristo: si predicara otra cosas, querría entrar por otro lado. Cristo es para mí la puerta para entrar en vosotros: por Cristo entre no en vuestras casas, sino en vuestros corazones. Por Cristo entro gozosamente y me escucháis hablar de él. ¿Por qué? Porque sois ovejas de Cristo y habéis sido comprados con su sangre» (In Ioannis Evangelium 47, 2,3).  (Cfr. Nuevo Testamento, Comentario a Juan 10, 1-21, EUNSA 2004). 


VIDA CRISTIANA

domingo, 8 de octubre de 2017

Fiesta de La Virgen del Pilar. Eucaristía el Jueves 12/10/2017 a las 11:30h


 La vida: su sentido y su valor. Discurso de Francisco (5/10/2017).

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Ø     La vida: su sentido y su valor. Discurso de Francisco (5/10/2017). No es justa – para la dignidad de la persona -  la hipótesis de neutralizar radicalmente la diferencia sexual, el concepto de hombre y de mujer. La utopía de lo “neutro” elimina a la vez tanto la dignidad humana de la constitución sexualmente diferente, como la calidad personal de la trasmisión generativa de la vida.


DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LA ASAMBLEA GENERAL DE LOS

MIEMBROS DE LA PONTIFICIA ACADEMIA POR LA VIDA

Jueves, 5 de octubre de 2017

Excelencia, Ilustres Señoras y Señores, me alegra encontraros con ocasión de vuestra anual Asamblea Plenaria y agradezco a Monseñor Paglia su saludo y su introducción. Os agradezco la contribución que dais y que, con el paso del tiempo, revela cada vez mejor su valor tanto en la profundización de los conocimientos científicos, antropológicos y éticos, como en el servicio a la vida, en particular en el cuidado de la vida humana y de la creación, nuestra casa común.
El tema de la sesión: “Acompañar la vida. Nuevas responsabilidades en la era tecnológica”, es un reto y a la vez necesario. Afronta el cruce de oportunidades y críticas que interpela el humanismo planetario, en referencia a los recientes desarrollos tecnológicos de las ciencias de la vida. La potencia de las biotecnologías, que ya ahora permite manipulaciones de la vida hasta ayer
impensables, plantea cuestiones formidables.
Es urgente, por eso, intensificar el estudio y el diálogo sobre los efectos de dicha evolución de la sociedad en sentido tecnológico para articular una síntesis antropológica que esté a la altura de ese gran desafío. El área de vuestra cualificada consulta no puede limitarse a la solución de las cuestiones planteadas por específicas situaciones de conflicto ético, social o jurídico. La inspiración de conductas coherentes con la dignidad de la persona humana afecta a la teoría y la práctica de la ciencia y de la técnica en su complejo enfoque en relación a la vida, a su sentido y su valor. Y precisamente en esa perspectiva deseo ofreceros hoy mi reflexión.
LA VIDA: SU SENTIDO Y SU VALOR

v     Las antiguas y siempre nuevas preguntas sobre el sentido de la vida humana, sobre su origen y su destino.

o     El rápido difundirse de una cultura obsesivamente centrada en la soberanía del hombre.

§         Hay quien habla incluso de egolatría, o sea de un verdadero y auténtico culto al yo, sobre cuyo altar todo se sacrifica, hasta los afectos más queridos.
1. La criatura humana parece hallarse hoy en un especial paso de su historia que se cruza, en un contexto inédito, con las antiguas y siempre nuevas preguntas sobre el sentido de la vida humana, sobre su origen y su destino. El rasgo emblemático de este paso puede reconocerse sintéticamente en el rápido difundirse de una cultura obsesivamente centrada en la soberanía del
hombre —en cuanto especie y en cuanto individuo— respecto a la realidad.
Hay quien habla incluso de egolatría, o sea de un verdadero y auténtico culto al yo, sobre cuyo altar todo se sacrifica, hasta los afectos más queridos. Esta perspectiva no es inocua: plasma un sujeto que se mira continuamente al espejo, hasta volverse incapaz de dirigir los ojos a los demás y al mundo. La difusión de esta actitud tiene consecuencias gravísimas para todos los afectos
y vínculos de la vida (cfr. Enc. Laudato si’, 48).
No se trata, naturalmente, de negar o reducir la legitimidad de la aspiración individual a la calidad de vida y la importancia de recursos económicos y medios técnicos que pueden favorecerla. Sin embargo, no se puede silenciar el materialismo sin escrúpulos que caracteriza la alianza entre la economía y la técnica, y que trata la vida como recurso a explotar o a descartar en función del poder y del beneficio.
Desgraciadamente, hombres, mujeres y niños de todas partes del mundo experimentan con amargura y dolor las ilusorias promesas de ese materialismo tecnocrático. También porque, en contradicción con la propaganda de un bienestar que se difundiría automáticamente con el ampliarse del mercado, aumentan en cambio los territorios de la pobreza y del conflicto, del descarte y del abandono, del resentimiento y de la desesperación. Un auténtico progreso científico y tecnológico debería, por el contrario, inspirar políticas más humanas.

La fe cristiana nos empuja a retomar la iniciativa, rechazando toda concesión a la nostalgia y al lamento. La Iglesia, además, tiene una vasta tradición de mentes generosas e iluminadas, que han abierto caminos para la ciencia y la conciencia en su época. El mundo necesita creyentes que, con seriedad y alegría, sean creativos y propositivos, humildes y valientes, resueltamente determinados a recomponer la fractura entre las generaciones. Esa fractura interrumpe la trasmisión de la vida. De la juventud se exaltan sus entusiastas potenciales: pero, ¿quién les guía al cumplimiento de la edad adulta? La condición adulta es una vida capaz de responsabilidad y amor, tanto hacia la generación futura, como hacia la pasada. La vida de los padres y madres en edad avanzada espera ser honrada por lo que generosamente ha dado, y no ser descartada por lo que ya no tiene.
Una teología de la Creación y de la Redención
que sepa traducirse en palabras
y en gestos de amor por toda vida y durante toda la vida,
aparece hoy más necesaria que nunca.
2. La fuente de inspiración por esa recuperación de iniciativa, una vez más, es la Palabra de Dios, que ilumina el origen de la vida y su destino. Una teología de la Creación y de la Redención que sepa traducirse en palabras y en gestos de amor por toda vida y durante toda la vida, aparece hoy más necesaria que nunca para acompañar el camino de la Iglesia en el mundo que
ahora habitamos.

v     La recuperación de la mirada de Dios y del hombre sobre el mundo, a partir del gran relato de revelación que se nos ofrece en los primeros capítulos del Libro del Génesis.

o     Cada uno de nosotros es una criatura querida y amada por Dios por sí misma, y no solo un amasijo de células bien organizadas y seleccionadas en el curso de la evolución de la vida.

§         La bendición divina del origen y la promesa de un destino eterno, que son el fundamento de la dignidad de toda vida, son de todos y para todos.
La Encíclica  Laudato si’  es como un manifiesto de esa recuperación de la mirada de Dios y del hombre sobre el mundo, a partir del gran relato de revelación que se nos ofrece en los primeros capítulos del Libro del Génesis. Allí dice que cada uno de nosotros es una criatura querida y
amada por Dios por sí misma, y no solo un amasijo de células bien organizadas y seleccionadas en el curso de la evolución de la vida. Toda la creación está como inscrita en el especial amor de Dios por la criatura humana, que se extiende a todas las generaciones de las madres, de los padres y de sus hijos.
La bendición divina del origen y la promesa de un destino eterno, que son el fundamento de la dignidad de toda vida, son de todos y para todos. Los hombres, las mujeres, los niños de la tierra —de eso están hechos los pueblos— son la vida del mundo que Dios ama y quiere llevar a salvo, sin excluir a nadie.

v     Un gesto del amor de Dios que confía, a la alianza del hombre y de la mujer, la creación y la historia.

o     El entendimiento de los hombres y las mujeres sobre el sentido de la vida y sobre el camino de los pueblos.

§         Es una invitación a la responsabilidad por el mundo, en la cultura y en la política, en el trabajo y en la economía; y también en la Iglesia.
El entendimiento de los hombres y las mujeres sobre el sentido de la vida y sobre el camino de los pueblos.
El relato bíblico de la Creación debe releerse siempre de nuevo, para apreciar toda la amplitud y la profundidad del gesto del amor de Dios que confía, a la alianza del hombre y de la mujer, la creación y la historia.
Esa alianza está ciertamente sellada por la unión de amor, personal y fecunda, que marca el camino de la trasmisión de la vida a través del matrimonio y la familia. Esta, sin embargo, va mucho más allá de ese sello. La alianza del hombre y de la mujer está llamada a tomar en sus manos el gobierno de toda la sociedad. Esto es una invitación a la responsabilidad por el mundo, en la cultura y en la política, en el trabajo y en la economía; y también en la Iglesia.

o     El hombre y la mujer no están llamados solo a hablarse de amor, sino a hablarse, con amor, de lo que deben hacer para que la convivencia humana se realice a la luz del amor de Dios por toda criatura.

§         Juntos pecaron, por su presunción de sustituir a Dios; juntos, con la gracia de Cristo, vuelven a la presencia de Dios, para honrar el cuidado del mundo y de la historia que Él les confió.
No se trata simplemente de igualdad de oportunidades o de reconocimiento recíproco. Se trata sobre todo de entendimiento de los hombres y las mujeres sobre el sentido de la vida y sobre el camino de los pueblos. El hombre y la mujer no están llamados solo a hablarse de amor, sino a hablarse, con amor, de lo que deben hacer para que la convivencia humana se realice a la luz del
amor de Dios por toda criatura. Hablarse y aliarse, porque ninguno de los dos —ni el hombre solo, ni la mujer sola— es capaz de asumir esa responsabilidad.
Juntos fueron creados, en su diferencia bendita; juntos pecaron, por su presunción de sustituir a Dios; juntos, con la gracia de Cristo, vuelven a la presencia de Dios, para honrar el cuidado del mundo y de la historia que Él les confió.

v     Una verdadera y auténtica revolución cultural.

o     No es justa – para la dignidad de la persona -  la hipótesis neutralizar radicalmente la diferencia sexual, el concepto de hombre y de mujer.

§         La utopía de lo “neutro” elimina a la vez tanto la dignidad humana de la constitución sexualmente diferente, como la calidad personal de la trasmisión generativa de la vida.
La manipulación biológica y psíquica de la diferencia sexual, que la tecnología biomédica deja entrever como completamente disponible a la elección de la libertad, corre el riesgo de desmantelar la fuente de energía que alimenta la alianza del hombre y la mujer y la hace creativa y fecunda.
3. En definitiva, es una verdadera y auténtica revolución cultural la que está en el horizonte de la historia de este tiempo. Y la Iglesia, en primer lugar, debe hacer su parte.
En esa perspectiva, se trata ante todo de reconocer honestamente los retrasos y las faltas. Las formas de subordinación que tristemente han marcado la historia de las mujeres deben ser abandonadas definitivamente. Un nuevo inicio debe escribirse en el ethos de los pueblos, y eso puede hacerlo una renovada cultura de la identidad y de la diferencia.
La hipótesis recientemente avanzada de reabrir la senda por la dignidad de la persona neutralizando radicalmente la diferencia sexual y, por tanto, el concepto de hombre y de mujer, no es justa. En vez de contrarrestar las interpretaciones negativas de la diferencia sexual, que mortifican su irreducible valencia por la dignidad humana, se quiere borrar de hecho esa diferencia, proponiendo técnicas y prácticas que la hagan irrelevante para el desarrollo de la persona y para las
relaciones humanas. Pero la utopía de lo “neutro” elimina a la vez tanto la dignidad humana de la constitución sexualmente diferente, como la calidad personal de la trasmisión generativa de la vida. La manipulación biológica y psíquica de la diferencia sexual, que la tecnología biomédica deja entrever como completamente disponible a la elección de la libertad —¡cuando que no lo es!—, corre el riesgo de desmantelar la fuente de energía que alimenta la alianza del hombre y la mujer y la hace creativa y fecunda.
El misterioso vínculo de la creación del mundo con la generación del Hijo, que se revela al hacerse hombre el Hijo en el seno de María —Madre de Jesús, Madre de Dios— por amor nuestro, nunca dejará de dejarnos estupefactos y conmovidos. Esta revelación ilumina definitivamente el misterio del ser y el sentido de la vida. La imagen de la generación irradia, a partir de aquí, una
sabiduría profunda respecto a la vida. En cuanto es recibida como un don, la vida se exalta en el don: generarla nos regenera, gastarla nos enriquece. Hay que recoger el reto planteado por la intimidación ejercida respecto a la generación de la vida humana, como una mortificación de la mujer y una amenaza para el bienestar colectivo.
§         La alianza generativa del hombre y de la mujer es un seguro para el humanismo, no un hándicap.
La alianza generativa del hombre y de la mujer es un seguro para el humanismo planetario de los hombres y mujeres, no un hándicap. Nuestra historia no será renovada si rechazamos esta verdad.

v     La pasión por el acompañamiento y el cuidado de la vida, pide la rehabilitación de la compasión o de la ternura para la generación y la regeneración de la humano en su diferencia.

4. La pasión por el acompañamiento y el cuidado de la vida, a lo largo de todo el arco de su historia individual y social, pide la rehabilitación de un ethos de la compasión o de la ternura para la generación y regeneración de lo humano en su diferencia.
Se trata, ante todo, de recuperar la sensibilidad por las diversas edades de la vida, en particular por las de los niños y de los ancianos. Todo lo que en ellas es delicado y frágil, vulnerable y corruptible, no es un asunto que afecte exclusivamente a la medicina y al bienestar. Están en juego partes del alma y de la sensibilidad humana que piden ser escuchadas y reconocidas, protegidas y apreciadas, desde el individuo a la comunidad.
Una sociedad en la que todo eso puede ser solamente comprado y vendido, burocráticamente regulado y técnicamente predispuesto, es una sociedad que ya ha perdido el sentido de la
vida. No lo trasmitirá a sus hijos pequeños, no lo reconocerá en sus padres ancianos. Por eso, casi sin darnos cuenta, ya edificamos ciudades cada vez más hostiles a los niños y comunidades cada vez más inhóspitas para los ancianos, con muros sin puertas ni ventanas: deberían proteger, pero en
realidad ahogan.
El testimonio de la fe en la misericordia de Dios, que afina y cumple toda justicia, es condición esencial para la circulación de la verdadera compasión entre las diversas generaciones. Sin ella, la cultura de la ciudad secular no tiene ninguna posibilidad de resistir a la anestesia y al envilecimiento del humanismo.
En ese nuevo horizonte es donde veo situada la misión de la renovada Pontificia Academia por la Vida. Comprendo que es difícil, pero también emocionante. Estoy seguro de que no faltan hombres y mujeres de buena voluntad, como también estudiosas y estudiosos, de diversa orientación en cuanto a la religión y con diversas visiones antropológicas y éticas del mundo, que comparten la necesidad de recuperar una más auténtica sabiduría de la vida por la atención de los pueblos, en vista del bien común. Un diálogo abierto y fecundo puede y debe instaurarse con los muchos que se preocupan por la búsqueda de razones válidas para la vida del hombre.
§         El acompañamiento responsable de la vida humana, de su concepción y de toda su vida hasta el final natural es labor de discernimiento e inteligencia de amor por hombres y mujeres libres y apasionados, y por pastores no mercenarios.
El Papa, y toda la Iglesia, os agradecen el compromiso que os disponéis a honrar. El  acompañamiento responsable de la vida humana, de su concepción y de toda su vida hasta el final natural es labor de discernimiento e inteligencia de amor por hombres y mujeres libres y apasionados, y por pastores no mercenarios.
Dios bendiga vuestro propósito de sostenerlos con la ciencia y la conciencia de la que sois capaces. Gracias, y no olvidéis de rezar por mí.

VIDA CRISTIANA
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