Domingo 5 de Pascua, Año B (29 de abril de 2018). La imagen de la vid y los sarmientos[1] .
Permaneced en Mí. La vida en comunión
con Cristo. La vid significa la unión indisoluble de Jesús con los suyos, por
medio de Él y con Él se convierten todos en «vid», y su vocación es
«permanecer» en la vid. Cristo se convierte, en cierto sentido, en sujeto de
todas las acciones vitales del cristiano. El secreto de la fecundidad
espiritual es la unión con Dios, que se realiza sobre todo en la Eucaristía. Cada
uno de nosotros es como un sarmiento, que sólo vive si hace crecer cada día. La
vid ha de ser purificada constantemente. La poda/purificación es una operación
dolorosa pero necesaria. Por medio de las lágrimas de las persecuciones y de
las pruebas, brotan las piedras
preciosas de la primavera espiritual. Dios espera uva de su viña, un buen vino.
v
Cfr. 5 Pascua Año B 29 de abril de 2018
Juan 15, 1-8;
Hechos 9, 26-31; 1 Juan 3, 18-24
Juan 15, 1-8: 1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el
viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no
da fruto, lo corta, y todo el que da
fruto, lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a
la Palabra que os he anunciado. 4 Permaneced
en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto
por sí mismo, si no permanece en la
vid; así tampoco vosotros si no permanecéis
en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de
mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera,
como el sarmiento, y se seca; luego los
recogen, los echan al fuego y arden [2]. 7 Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que
queráis y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis
discípulos.
La vida cristiana es misterio de comunión con Jesús.
La imagen de la vid y los sarmientos significa
la unión indisoluble de Jesús con los
suyos.
El cristiano conforma sus pensamientos,
palabras y acciones
«con los sentimientos que tuvo Cristo».
1. La vid y los sarmientos es una de las grandes imágenes del Evangelio de
Juan.
Cfr. J. Ratzinger, Jesús
de Nazaret, cap. 8, 2: Las grandes
imágenes del Evangelio de Juan, La vid
y el vino, pp. 294-310
o
La vid significa la unión indisoluble de Jesús
con los suyos por medio de El y con Él; se convierten todos en «vid», y su
vocación es «permanecer» en la vid.
- “La vid (…) significa la unión indisoluble de Jesús con los suyos
que, por medio de El y con
Él, se convierten todos en
«vid», y que su vocación es «permanecer» en la vid. Juan no conoce la imagen de
Pablo del «cuerpo de Cristo». Sin embargo, la imagen de la vid expresa
objetivamente lo mismo: la imposibilidad de separar a Jesús de los suyos, su
ser uno con El y en El. Así, las palabras sobre la vid muestran el carácter
irrevocable del don concedido por Dios, que nunca será retirado. En la
encarnación Dios se ha comprometido a sí mismo; pero al mismo tiempo estas
palabras nos hablan de la exigencia de este don, que siempre se dirige de nuevo
a nosotros reclamando nuestra respuesta”.
o
La vid ha de ser purificada constantemente. Los actos de purificación son dolorosos pero
necesarios: Dios espera uva de su viña, un buen vino.
- “Hay que purificarla constantemente. Purificación, fruto,
permanencia, mandamiento, amor,
unidad: éstas son las grandes
palabras clave de este drama del ser en y con el Hijo en la vid, un drama que
el Señor con sus palabras nos pone ante nuestra alma. Purificación: la Iglesia y el individuo
siempre necesitan purificarse. Los actos de purificación, tan dolorosos como
necesarios, aparecen a lo largo de toda la historia, a lo largo de toda la vida
de los hombres que se han entregado a Cristo. En estas purificaciones está
siempre presente el misterio de la muerte y la resurrección. Hay que recortar
la autoexaltación del hombre y de las instituciones; todo lo que se ha vuelto
demasiado grande debe volver de nuevo a la sencillez y a la pobreza del
Señor mismo. Solamente a través de tales
actos de mortificación la fecundidad permanece y se renueva.
§ Un
buen vino: la justicia, la rectitud, que se alcanza viviendo en la palabra de
Dios, en la voluntad de Dios.
La
purificación tiende al fruto, nos dice el Señor. ¿Cuál es el fruto que El
espera? Veamos en primer lugar el fruto que El mismo ha producido con su muerte
y resurrección. Isaías y toda la tradición profética habían dicho que Dios
esperaba uvas de su viña y, con ello, un buen vino: una imagen para indicar la
justicia, la rectitud, que se alcanza viviendo en la palabra de Dios, en la
voluntad de Dios; la misma tradición habla de que Dios, en lugar de eso, no
encuentra más que agracejos inútiles y para tirar: una imagen de la vida
alejada de la justicia de Dios y que tiende a la injusticia, la corrupción y la
violencia. La vid debe dar uva de calidad de la que se pueda obtener, una vez
recogida, prensada y fermentada, un vino de calidad”.
v
El secreto de la fecundidad espiritual es la
unión con Dios, que se realiza sobre todo en la Eucaristía.
Benedicto XVI,
Regina caeli, 14 de mayo de 2016.
·
“En este V domingo de Pascua, la liturgia nos presenta la
página del evangelio de san Juan en la que
Jesús,
hablando a los discípulos durante la última Cena, los exhorta a permanecer
unidos a él como los sarmientos a la vid. Se trata de una parábola realmente
significativa, porque expresa con gran eficacia que la vida cristiana es misterio
de comunión con Jesús: "El que permanece en mí y yo en él —dice el
Señor—, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada" (Jn 15,
5). El secreto de la fecundidad espiritual es la unión con Dios, unión que se
realiza sobre todo en la Eucaristía, con razón llamada también
"Comunión". Me complace subrayar este misterio de unidad y de amor en
este período del año, en el que muchísimas comunidades parroquiales celebran la
primera Comunión de los niños. A todos los niños que en estas semanas se
encuentran por primera vez con Jesús Eucaristía quiero dirigirles un saludo
especial, deseándoles que se conviertan en sarmientos de la Vid, que es Jesús,
y crezcan como verdaderos discípulos suyos”.
v
Cada uno de nosotros es un sarmiento si …
Benedicto XVI,
Regina caeli, 6 de mayo de 2012.
·
(…) “Queridos amigos, cada uno de nosotros es como un
sarmiento, que sólo vive si hace crecer cada día
Con
la oración, con la participación en los sacramentos y con la caridad, su unión
con el Señor. Y quien ama a Jesús, la vid verdadera, produce frutos de fe para
una abundante cosecha espiritual”. (…)
2. La Iglesia es comunión con Jesús
Cfr. Catecismo de
la Iglesia Católica
v
La verdadera vid es Cristo, que da vida y
fecundidad a los sarmientos, es decir, a nosotros.
§ Jesús
asocia a sus discípulos a la misión que Él recibió del Padre
- n. 859 Jesús los asocia [a
sus discípulos] a su misión recibida del Padre: como "el Hijo no
puede
hacer
nada por su cuenta" (Juan 5,19; Juan 5,30), sino
que todo lo recibe del Padre que le ha enviado, así, aquellos a quienes Jesús
envía no pueden hacer nada sin Él (cf Juan 15,5) de quien reciben el encargo de
la misión y el poder para cumplirla. (…)
§ La
Iglesia – Cuerpo de Cristo, nuevo Israel – es comunión con Jesús, realidad que
tiene unas consecuencias.
- n. 787: “La Iglesia es comunión con Jesús Desde el
comienzo, Jesús asoció a sus
discípulos a su
vida (Cf Marcos
1, 16-20; 3, 13-19); les reveló
el Misterio del Reino (Cf Mateo 13, 10-17); les dio parte en su misión, en su alegría (Cf Lucas 10,
17-20) y en sus sufrimientos (Cf Lucas 22, 28-30). Jesús habla de una comunión todavía más íntima entre Él y
los que le sigan: «Permaneced en mí, como yo en vosotros... Yo soy la vid y
vosotros los sarmientos» (Juan 15, 4-5). Anuncia una comunión misteriosa y real
entre su propio cuerpo y el nuestro: «Quien come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y yo en él» (Juan 6, 56).”
§ La
verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos.
- n. 755: "La Iglesia es labranza o campo de Dios (1CO
3,9). En este campo crece el antiguo
olivo cuya raíz santa fueron
los patriarcas y en el que tuvo y tendrá lugar la reconciliación de los judíos
y de los gentiles (Romanos 11,13-26). El labrador del cielo la
plantó como viña selecta (Mateo 21,33-43 par.; cf. Is 5,1-7). La
verdadera vid es Cristo, que da vida y fecundidad a los sarmientos, es decir, a
nosotros, que permanecemos en él por medio de la Iglesia y que sin él no
podemos hacer nada (Juan 15,1-5)".
§ La
misión del Espíritu Santo es poner en comunión con Cristo. El Espíritu Santo es como la savia de la viña
del Padre que da su fruto en los sarmientos.
- n. 1108: La finalidad de la misión del Espíritu Santo en toda
acción litúrgica es poner en
comunión con Cristo para
formar su Cuerpo. El Espíritu Santo es como la savia de la viña del Padre que
da su fruto en los sarmientos (cf Juan 15,1-17 Gálatas 5,22). En la
Liturgia se realiza la cooperación más íntima entre el Espíritu Santo y la
Iglesia. El Espíritu de Comunión permanece indefectiblemente en la Iglesia, y
por eso la Iglesia es el gran sacramento de la comunión divina que reúne a los
hijos de Dios dispersos. El fruto del Espíritu en la Liturgia es inseparablemente
comunión con la Trinidad Santa y comunión fraterna (cf 1Juan 1,3-7).
§ Por
el poder del Espíritu Santo somos sarmientos unidos a la Vid que es él mismo.
- n. 1988: Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión
de Cristo, muriendo al
pecado, y en su Resurrección,
naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf 1
Corintios 12), sarmientos unidos a la Vid que es él mismo (cf Juan
15,1-4).
§ La
persona de Cristo viene a ser, por obra del Espíritu, la norma viva e interior
de nuestro obrar.
- n. 2074 "Sin mí no podéis hacer nada"» - Jesús
dice: "Yo soy la vid; vosotros los sarmientos.
El que permanece en mí como
yo en él, ése da mucho fruto; porque sin mí no podéis hacer nada" (Juan
15, 5). El fruto evocado en estas palabras es la santidad de una vida fecundada
por la unión con Cristo. Cuando creemos en Jesucristo, participamos en sus
misterios y guardamos sus mandamientos, el Salvador mismo ama en nosotros a su
Padre y a sus hermanos, nuestro Padre y nuestros hermanos. Su persona viene a
ser, por obra del Espíritu, la norma viva e interior de nuestro obrar.
"Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os
he amado" (Juan 15, 12).
3. Permanecer en el Señor - como el
sarmiento en la vid - nos lleva a que
Cristo esté presente en nosotros, en nuestras vidas.
o
En el Evangelio de hoy aparece siete veces la
palabra «permanecer» en el Señor.
- En la parte del Evangelio que leemos
hoy, siete veces aparece la palabra
«permanecer» en el Señor,
para
indicar que, para producir fruto, hemos de vivir la vida en Cristo, es decir,
estar en comunión con Él; de modo que produzcamos frutos de vida cristiana, de
vida eterna.
o
Cristo se convierte, en cierto sentido, en
sujeto de todas las acciones vitales del cristiano
- “Para mí el vivir es Cristo”
(Filipenses 1,21). Como consecuencia, Cristo se convierte, en
cierto sentido, en sujeto de
todas las acciones vitales del cristiano [3]. Se
trata de la vida según el Espíritu Santo, por el que hacemos morir en nuestras
vidas todo lo que es pecado, esclavitud (la concupiscencia mala, la avaricia,
la ira, la mentira, etc. ) para vivir, como criaturas nuevas, en la libertad de los hijos de Dios ( con
entrañas de misericordia, de paciencia, revestidos sobre todo con la caridad,
etc. ) [4].
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1694: “Incorporados
a Cristo por el Bautismo, los cristianos
«están «muertos al pecado y
vivos para Dios en Cristo Jesús» (Romanos 6, 11), participando así en la vida
del Resucitado (Cf Colosenses 2, 12).
Siguiendo a Cristo y en unión con él (Cf Juan 15, 5), los cristianos pueden ser
«imitadores de Dios, como hijos queridos y vivir en el amor» (Efesios 5, 1),
conformando sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con «los sentimientos
que tuvo Cristo» (Filipenses 2, 5) y siguiendo sus ejemplos (Cf Juan 13, 12-16)”.
4. Cristo se presenta como
la «verdadera» vid.
Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno B, 4ª edizione
settembre 1996 – V domenica di
Pasqua pp. 128-133
v
La vid y
los sarmientos: Cristo e Israel/Iglesia.
o
La viña, el árbol símbolo de la prosperidad y de
la alegría mesiánica.
- “La comunión entre Dios y el fiel es presentado por Jesús en el
evangelio de Juan con una
célebre parábola insertada en
el largo testamento que Cristo dejó a sus discípulos en la última tarde de su
vida terrena. Como punto central hay una imagen clásica en la Biblia, la de la
viña, el árbol símbolo de la prosperidad y de la alegría mesiánica, signo de
Israel fiel e infiel: léase, por ejemplo, el grandioso canto de la viña de
Isaías (5, 1-7) o el salmo 80 o la parábola de la viña pronunciada por Jesús
(Mc 12, 1-11). Uno de los adornos más vistosos del Templo erigido en Jerusalén
por Herodes y frecuentado también por Jesús era, precisamente, una vid de oro
con racimos altos como un hombre, mientras que el perfil de una vid con
sarmientos estaba grabada en las monedas acuñadas por los Hebreos durante la
primera revuelta antiromana del 66-70 d-C.
Jesús, sin embargo, realiza
una adaptación muy original sobre aquella imagen muy conocida por sus oyentes.
En efecto, Él se identifica explícitamente con la vid pero los sarmientos de
esta planta espiritual son los discípulos, es decir, la Iglesia.
Debemos observar, por lo
tanto, más atentamente los detalles de esta identificación. En primer lugar Cristo se presenta como la
«verdadera» vid, tal vez como una alusión a la «falsa» vid, es decir, al árbol
lleno de hojas pero capaz de producir solamente uva salvaje y amarga, como había
sucedido con el Israel pecador según Isaías. También Jeremías reprochaba al
pueblo infiel así: «Yo te había plantado de viña selecta, toda ella de pura
cepa. ¿Cómo es que te me mudaste en sarmientos de vid bastarda?» (2, 21)
o
La poda/purificación
§ a) operación
dolorosa pero necesaria. Por medio de las lágrimas de las persecuciones y de
las pruebas, brotan las piedras
preciosas de la primavera espiritual. pp. 129-130
En
las palabras de Jesús entra en la escena después el agricultor que poda el
sarmiento de la vid. Es una operación dolorosa pero necesaria. Por medio de las
lágrimas de las persecuciones y de las pruebas, brotan las piedras preciosas de la primavera
espiritual. En esta operación se configura el trágico destino del sarmiento
muerto, que es separado de la linfa vital de la vid. Es también Jeremías quien
describe esta realidad e identifica la causa: «Arrancad sus [de la casa de
Judá] sarmientos, que no son del Señor» (5,10). Ante los ojos de Jesús, aquella
tarde un sarmiento ya arrancado y sin fruto es el de Judá, entregado a la muerte
y al mal.
El principio fundamental de la vida cristiana es «permanecer» injertados en
la vid espiritual que es Cristo.
El principio fundamental de la
vida cristiana es «permanecer» [5]injertados en la
vid espiritual que es Cristo: si el discípulo permanece en Jesús a través de la
fe y del amor, Jesús permanece en él con su amor y con su fecundidad. (...) Si falta esta continua
osmosis de vida con Cristo, nuestra vida se vuelve árida y las acciones mecánicas, las palabras
religiosas son sólo sonidos vanos, la frialdad del corazón y la sequedad de la
conciencia nos atenazan. (...)
§ b) las manos de Dios son
manos de gracia o de dolor, pero siempre manos de amor. El acto de podar no es una nota desafinada
sino un gesto necesario, aunque sea fatigoso. p. 133
La poda que hace gemir la vida, es la purificación, es
una obra de amor y de favor a pesar del sufrimiento y de la aflicción que
genera. En efecto, después de pocas semanas, la vid vuelve a todo su esplendor.
La oscuridad del sufrimiento no es total; en su interior se abre un resquicio
de esperanza y de luz «Las manos de
Dios, escribía D. Bonhoeffer, son manos
en unos casos de gracia y en otros de dolor, pero siempre son manos de amor».
§ El
sufrimiento puede nacer del amor y producir amor.
El
acto de podar no es, por tanto, una nota desafinada sino un gesto necesario,
aunque sea fatigoso. En la misma tarde Jesús dijo, usando una imagen delicada:
«La mujer, cuando va a dar a luz, está triste porque ha llegado su hora, pero
una vez que ha dado a la luz un niño, ya no se acuerda del sufrimiento por la
alegría de que ha nacido un hombre en el mundo» (Juan 16,21). Y pocos días
antes había declarado, usando un símbolo de la agricultura: «En verdad, en
verdad os digo que si el grano de trigo no muere al caer en tierra, queda
infecundo; pero si muere, produce mucho fruto» (Juan 12,24). Entonces, el
discurso sobre la vid se convierte en un símbolo de amor y de dolor pero no de
forma antitética porque el sufrimiento puede nacer del amor y producir amor.
§ El símbolo
de la viña en el canto a la viña del profeta Isaías. p. 131
Isaías, en un admirable «canto de la viña» (5, 1-7)
escenifica la desilusión de Dios en relación a Israel, pero en otra página
lírica exalta la belleza: «3 Yo, el Señor, soy su guardián. A cada instante la
riego. Para que nadie le haga daño, día y noche la guardo. 5 A no ser que se acoja a mi protección, que haga la paz
conmigo, que conmigo haga la paz» (27, 3.5). Jeremías (5, 10; 6,9; 12, 10-11),
Ezequiel (15, 1-6; 17, 5-10; 19, 10-14), Oseas (10,1; 14,8) y otros profetas
celebran con pasión este símbolo. Y el mismo Jesús lo retomará en sus parábolas
de los obreros de la viña (Mt 20, 1-6), de los dos hijos (Mateo 21, 28-32),
de los viñadores homicidas (Mateo 21,
33-44), de la higuera plantada en la viña (Lucas 13, 6-9).
5. Los cristianos hemos sido llamados a convertirnos en una sola cosa con
Cristo, a participar de su misma vida divina.
o
No se trata de un encuentro fugaz entre Jesús y
sus discípulos.
Se
trata de una imagen que explica la profunda relación que hay – debe haber -
entre Jesús y sus discípulos: si los sarmientos son una prolongación de la vid,
en aquellos corre la misma linfa de la vid, y no pueden vivir separados de
ella. Es una estupenda imagen que nos hace comprender que nosotros, los
cristianos hemos sido llamados a convertirnos en una sola cosa con Cristo, a
participar de su misma vida divina.
Para
describir la necesidad absoluta de esa relación del discípulo con Él, Jesús usa
siete veces el verbo «permanecer» («menein»),
«habitar» en él, «estar» en él. Se trata de vivir uno en el otro, de una
permanencia recíproca (vv. 5 y 7). Dios quiere a los suyos unidos íntimamente a
él, para que den frutos, para que lleven
el fruto de esta presencia a los demás. No se trata, por tanto, de un encuentro
fugaz entre Jesús y sus discípulos. Para inculcar en los suyos esa necesidad de
vivir unidos a él, afirmará: «si alguno no permanece
en mí es echado fuera como los sarmientos y se seca; luego los recogen, los
echan al fuego y arden». Se trata de una sutil referencia al juicio final.
o
Permaneced en mí y yo en vosotros (v. 4)
En
las cartas de Pablo y en el Evangelio de Juan, son numerosas las alusiones a la
habitación del Señor dentro de nosotros. Pablo habla de hacer crecer la Palabra
de Dios en cada uno de los creyentes, con una referencia evidente a María, en
cinta por obra del Espíritu. San Ambrosio, el gran obispo de Milán y también
Orígenes, desarrollan esta idea que podría hacer referencia al profeta Ezequiel
del Antiguo Testamento. Este profeta, cerca de seis siglos antes de Cristo
dice: “Os daré un corazón nuevo y pondré dentro de vosotros un espíritu nuevo.
Quitaré de su carne ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Pondré
dentro de vosotros mi Espíritu y haré que caminéis según mis mandamientos, que
observéis mis leyes y que las pongáis en práctica.”( Ezequiel 36, 26-27). Se trata de un claro testimonio de hacer un
todo uno con nosotros.
o
Amemos de verdad y con las obras
2ª Lectura 1 Juan 3, 18-24
Cuando
los primeros cristianos se declaraban «santos» lo hacían no ciertamente porque
se creyesen perfectos, sino porque tenían conciencia de que disponían de la
íntima compañía del Señor y, por tanto, de una fecunda energía transmitida por
el Señor. Contaban con esta garantía
para saber que eran capaces de poner algo de su parte para llevar una
vida cristiana.
o
«Al que da fruto
lo poda para que dé más fruto»
Evangelio
Dada
la fragilidad de toda criatura, los sarmientos deben ser curados, podados, y
así no pierden nada de la energía de Dios. San Pedro explica lo mismo con otra
imagen: la del oro purificado por el fuego (cf. 1 Pedro 1, 6-9). Las diversas pruebas de la vida son el crisol
para la purificación, a fin de que se refuerce y nos llenemos de alegría; se
trata de una alegría inexplicable.
Vida Cristiana
[1] El sarmiento es el vástago
de la vid, largo, delgado, flexible y nudoso, de donde brotan las hojas y los
racimos; los
sarmientos son ramas alargadas, de unos
15-30 cm., y de 1-2cm. de grosor.
[2] Tras su poda, se someten a
un proceso de secado para perder humedad y facilitar su combustión. Son muy
apreciados
porque se queman pronto y producen brasas suficientes
para preparar las comidas.
[4] Cf. Colosenses 3, 1-17
[5] En la segunda Lectura del domingo 5 de Pascua (1 Juan
3, 18-24), se lee: El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y
Dios en él; y por esto conocemos que permanece
en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.
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