domingo, 30 de diciembre de 2018

Fiesta de la S. Familia (30 de diciembre de 2018) Año C.




[Chiesa/Omelie 1/Famiglia/CFamilia18ConvivenciaFamiliar)

Ø Fiesta de la S. Familia (30 de diciembre de 2018) Año C. 


v  Cfr. Fiesta de la S. Familia

30 de diciembre de 2018, Año C
            Eclesiástico (Siracida) 3,3-7. 14-17;  Colosenses 3,12-21; Lucas 2, 41-52

Lucas, 2, 41-52: 41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. 42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta           43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen  su padres. 44 Suponiendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino buscándolo  entre los parientes y conocidos; 45     y al no encontrarlo,  volvieron a Jerusalén en su busca. 46 Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; 47 todos los que le oían, quedaban admirados de su sabiduría  y de sus respuestas. 48 Al verlo se maravillaron , y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que  tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.» 49 Y él les dijo: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?» 50 Pero ellos no comprendieron lo que les dijo. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba  sujeto. Su madre conservaba todas estas cosas en su corazón. 52 Jesús crecía en sabiduría, en edad  y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Colosenses 3, 12-21: Hermanos: 12 como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. 13 Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. 14 Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. 15 Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también agradecidos. 16 La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. 17 Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. 18 Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo.

LA CONVIVENCIA FAMILIAR
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo …
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón …
La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza …
Sea todo en nombre de Jesús …

A.   Algunos datos que nos da el Evangelio
El Evangelio da varios datos que configuran la familia cristiana. Comunión en el amor («Te
buscábamos angustiados»). Unidos en la prueba (desandan el camino para la búsqueda del Niño). Cumplimiento del deber religioso (el hecho de subir a celebrar la Pascua y las palabras de Cristo «no sabíais que debo ocuparme en las cosas de mi Padre») y escuela de realización personal («Jesús iba creciendo en sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres»).

B. La convivencia en la familia se construye si todos los miembros de la familia procuramos tener los mismos sentimientos que Cristo.

·         La convivencia se construye si todos procuramos tener los mismos sentimientos que Cristo y somos
compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Refiriéndose no ya solamente a la sociedad en general, sino a la familia en particular,  Pablo se dirige a las mujeres y a los maridos, a los padres y a los hijos, y les anima a vivir según conviene "en el Señor". Aunque en el pensamiento de Pablo podamos encontrar ideas que corresponden a la concepción del matrimonio de su tiempo, encontramos aquí el nuevo espíritu de la fraternidad cristiana. Pablo señala no sólo los deberes de la mujer hacia el marido sino también los deberes del marido respecto a su mujer y de los padres respecto a sus hijos respecto a los padres.

C.   Un hecho dramático

·         Con ocasión de la lectura del Evangelio que se ha leído hoy, podemos meditar sobre un hecho que se
puede calificar como dramático: un niño se pierde  ... los padres lógicamente se angustian. Y cuando encuentran al niño, ellos le preguntan: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.». Y Jesús les respondió: : «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi Padre?».
·         Jesús tenía doce años. A esta edad los hebreos celebraban lo que hoy los israelitas llaman el «bar-
mitzvah», es decir llegaban a la mayoría de edad y, por tanto, en el caso de los varones, a la plenitud de la responsabilidad  en relación con la Ley y la religión.

v  Jesús deja entrever su consagración total a la misión encomendada por su Padre, y la Virgen conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.

·         Catecismo de la Iglesia Católica, n. 534: El hallazgo de Jesús en el Templo (Cf Lc 2, 41-52) es el
único suceso que rompe el silencio de los Evangelios sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a una misión derivada de su filiación divina: «¿No sabíais que me debo a los asuntos de mi Padre?»  María y José «no comprendieron» esta palabra, pero la acogieron en la fe, y María «conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón», a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria.
·         CEC n. 583: (…)  A la edad de doce años, decidió quedarse en el Templo para recordar a sus padres que
se debía a los asuntos de su Padre (Cf Lc 2, 46-49). (…)

v  Y nos dice el Evangelio que  «ellos no comprendieron lo que les dijo»

o   No debe maravillarnos el que María y José no comprendieran las palabras de Jesús. 

a)      porque  Dios en su revelación sigue el método pedagógico de la gradualidad; su fe no estaba privada de
la oscuridad;
b)      porque el hecho de no comprender no quiere decir que no aceptaban las palabras de Jesús;
c)       porque también su fe debía seguir el proceso del descubrimiento y la profundización  progresivos;
Cfr. CEC n. 534: (…) María y José  «no comprendieron» esta palabra, pero la acogieron en la fe, y María «conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón», a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria.
d) Cuando Jesús se pondrá al servicio de Dios más adelante (cfr. Juan 7,5; Marcos 3, 21,31), deberá superar los contrastes con sus parientes.
e) El mismo evangelio nos dice que, después «su madre conservaba todas estas cosas en su corazón».  Seguramente ha entendido que no puede considerar a su hijo como posesión suya, sino como un don con quien debe colaborar en el cumplimiento de su misión.

D.   Jesús tiene deberes particulares  que cumplir en cuanto Hijo de Dios: debe seguir su vocación

a)       Jesús estaba sometido a sus padres (lo dice el Evangelio), pero, al mismo tiempo, tenía deberes
particulares en cuanto Hijo de Dios.
b)      Si los hijos deben acoger con respeto y devoción a sus padres, éstos deben saber que sus hijos tienen una
vocación, una llamada personal de Dios, que cada hijo deben descubrir, y el cometido de los padres es ayudar a los hijos a descubrir su vocación. Es justo que los padres piensen en el futuro de los hijos, pero dejándoles libres para que busquen lo que el Señor quiere de ellos.
c)       En la familia cristiana los padres no consideran a los hijos como su propiedad. 

E.   El deber específico de los padres cristianos con referencia a los hijos: «introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios» (Familiaris consortio, 60) 


·         60. En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar
a sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con Él: «Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracia y los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos aprendan desde los primeros años a conocer y a adorar a Dios y a amar al prójimo según la fe recibida en el bautismo». ( Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana de la juventud Gravissimum educationis, 3; cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Catechesi tradendae, 36: AAS 71 (1979), 1308.)

v  El contenido de la educación cristiana

·         “El Concilio Vaticano II precisa así el contenido de la educación cristiana: «La cual no persigue
solamente la madurez propia de la persona humana... sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan más conscientes cada día del don recibido de la fe, mientras se inician gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación; aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad (cf. Jn 4, 23), ante todo en la acción litúrgica, formándose para vivir según el hombre nuevo en justicia y santidad de verdad (Ef 4, 22-24), y así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4, 13), y contribuyan al crecimiento del Cuerpo místico. Conscientes, además, de su vocación, acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza que hay en ellos (cf. 1 Pe 3, 15) y a ayudar a la configuración cristiana del mundo».( Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre la educación cristiana de la juventud Gravissimum educationis, 2.)”  (Familiaris consortio, 39, 2)

v  Los padres llegan a ser plenamente padres cuando generan a la vida cristiana

·         “En virtud del ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son los primeros
mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más, rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo —eucarístico y eclesial— de Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es decir engendradores no sólo de la vida corporal, sino también de aquella que, mediante la renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo. (Familiaris consortio, 39,4)”

F.    Un hecho histórico

·         «Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no escuchan ya los consejos de los
mayores. El fin de los tiempos está próximo».
  • La frase no procede de un autor de nuestra era, sino de un anónimo caldeo del 2000 a.C.



Vida Cristiana

sábado, 29 de diciembre de 2018

Preguntas para mi Navidad: por Santiago Agrelo


“Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres”. Si lo crees, no lo digas sin asombro, y, si te asombras, no dejes de contemplar el misterio que has creído.
Considera el porqué de esa Navidad: entrarás en un abismo de amor, insondable como el abismo de Dios.
Mira en el espejo de esa Navidad: entrarás en un abismo de humildad, de pobreza, de debilidad, insondable como el abismo del hombre.
Considera lo que en esa Navidad se te ofrece: entrarás en el misterio de la justicia que tu corazón añora, de la paz que todo tu ser desea, de la alegría que cada sufrimiento te hace recordar, de una vida que sólo ese nacimiento puede revestir de inmortalidad.
Y no dejes de considerar lo que del hombre recibe ese Dios que apareció en el mundo: entrarás en el abismo del pecado, que es rechazo del amor, rechazo del don de Dios, rechazo de Dios.
Considera cómo se ha presentado Dios entre los hombres, y te adentrarás en el misterio de la fe: misterio del Dios escondido, misterio de una búsqueda que es hermana de oscuridades y sufrimientos.
Los padres de Jesús lo buscaron angustiados porque lo amaban, lo habían perdido, y no lo encontraban.
También Herodes lo buscó, pero sólo para matarlo.
Como Herodes, lo buscaron quienes tramaron su muerte y lo mataron.
Otros lo buscaron para escuchar su palabra, que dejaba la vida empapada en esperanza. Otros, porque esperaban ser curados. Otros, casi todos, como el posadero de Belén, ni siquiera cayeron en la cuenta de que Dios había aparecido en el mundo y vivía entre ellos.
“Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió entre los hombres”. Me pregunto si he aprendido a conjugar en tiempos de presente los verbos de esta confesión, me pregunto si también yo puedo encontrar a Dios en mis caminos.
El que a Belén llegó pidiendo posada desde el seno de una joven madre, el que a unos pastores se mostró envuelto en pañales y recostado en un pesebre, llama a la puerta de mi casa cada día, pidiendo entrar y que cenemos juntos.
Me pregunto en qué voz podré reconocer su palabra, en qué llanto su queja, en qué cuerpo su necesidad, en qué rostro su presencia.
Me pregunto si alguna vez lo he reconocido en la Eucaristía y en los pobres. ¡Me pregunto si lo amo!

domingo, 23 de diciembre de 2018

LA OBEDIENCIA DE LA FE

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1
[Chiesa/Omelie1 /4AdvC18ObedienciaFeEscrituraCatecismo]
 Obediencia de la fe. “«Obediencia de la fe» significa la aceptación del Evangelio, cuyo
alcance supera la inteligencia humana y sólo puede ser aceptado por la fe en Dios que lo ha
revelado”. "Por la fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que
había de recibir en herencia, y salió sin saber adónde iba"
Hebreos 10, 5-10 (2ª Lectura): Por eso, al entrar en este mundo, dice: «Sacrificio y ofrenda no quisiste,
pero me has preparado un cuerpo; 6 los holocaustos y sacrificios por el pecado no te han agradado. 7 Entonces
dije: ¡He aquí que vengo, como está escrito de mí al comienzo del libro, para hacer, oh Dios, tu voluntad!» 8
Después de haber dicho antes: «No quisiste ni te agradaron sacrificios y ofrendas ni holocaustos y víctimas
expiatorias por el pecado - cosas que se ofrecen según la Ley -, 9 añade luego: He aquí que vengo a hacer tu
voluntad. Abroga lo primero para establecer el segundo.10 Y en virtud de esta voluntad somos santificados,
merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo. 1
LA OBEDIENCIA DE LA FE
1. Escritura
 “«Obediencia de la fe» significa la aceptación del Evangelio, cuyo alcance
supera la inteligencia humana y sólo puede ser aceptado por la fe en Dios
que lo ha revelado”.
 Romanos 1,5:
"Por quien" – [Jesucristo nuestro Señor resucitado de entre los muertos] - "recibimos la
gracia y el apostolado, para predicar la obediencia de la fe a gloria de su nombre entre todos
los gentiles".
- “«Obediencia de la fe» significa la aceptación del Evangelio, cuyo alcance supera
la inteligencia humana y sólo puede ser aceptado por la fe en Dios que lo ha
revelado”. (Nuevo Testamento, Eunsa 1991, nota a Rm 1, 1-15).
- “Como adhesión de fe” (cf. Heh 6,7; Rm 6, 16-17; 10,16; 15,18; 16, 19-26; 2 Co
10, 5-6; 2 Ts 1,8; 1 P 1,22; Hb 5,9; 11,8) (Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer
1998, nota a Romanos 1,5).
 Hebreos 5,9:
El concepto se ha expresado también en la Carta a los Hebreos, donde se dice que el Hijo
de Dios "llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que
le obedecen"
 Hebreos 11,8:
Pero también los antiguos padres se salvaron a través de la obediencia y de la escucha: "Por la
fe, Abraham, al ser llamado por Dios, obedeció y salió para el lugar que había de recibir en
herencia, y salió sin saber adónde iba"
- “En Abraham, la fe motivó su salida hacia lo desconocido, la espera del nacimiento de
Isaac, el sacrificio de este hijo único”. (Biblia de Jerusalén, Desclée De Brouwer 1998, nota
a Hebreos 11,8).
1Cfr. Salmo 40, 7-9: 7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides
holocaustos ni sacrificios expiatorios; entonces yo digo: «Aquí estoy - como está escrito en mi libro - para
hacer tu voluntad; Oseas 6,6: Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos;
Mateo 9, 13: Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a
justos sino a pecadores».
2
 Apertura a los designios de Dios
- “La fe se apoya en una palabra recibida de Dios que anuncia una realidad invisible
y futura. Esto se muestra en la existencia de Israel, que comienza con el éxodo de Abrahán y
se continúa a través de los siglos; esta fe puede ser sometida a duras pruebas, como cuando se
exige a Abrahán que sacrifique a su hijo, como demuestra también el hecho de que todos los
representantes de la Antigua Alianza «murieron sin haber recibido la tierra prometida” (Hans
Urs Von Balthasar, Luz de la Palabra, Ediciones Encuentro 1994, pp. 275-276)
- “La familia que se funda tanto en la Antigua como en la Nueva Alianza, es en las
dos lecturas [Natividad del Señor, Ciclo A: Gen 15, 1-6; 21, 1-3; Hb 11, 8.11-12.17-19] una
nueva obra de Dios; el cuerpo de Abrahán está ya viejo, Sara, su mujer, es estéril y Abrahán
ha designado ya como heredero un criado de casa, el hijo de su esclava. Pero Dios cambia el
destino: los padres se vuelven fecundos milagrosamente y el hijo de la promesa será un puro
don de Dios. Este episodio constituye por así decirlo el distintivo de todos los matrimonios de
Israel: su fecundidad, orientada hacia el Mesías, recibirá siempre algo de la gracia
sobrenatural de Dios: el hijo es un don de Dios, en el fondo le pertenece y sirve para que sus
planes se cumplan; a la familia no le está permitido cerrarse en sí misma, sino que, al igual
que Dios la ha abierto en el origen, así también debe permanecer abierta a los designios de
Dios. (Hans Urs Von Balthasar, Luz de la Palabra, Ediciones Encuentro 1994, p.129)
- El sacrificio de Abrahán. Esto llega hasta lo incomprensible, raya en lo intolerable
humanamente hablando, con la prueba a que se somete a Abrahán, cuando Dios le exige que
le sacrifique al hijo de la promesa, a cuya existencia el propio Dios había vinculado sus
promesas (descendencia tan numerosa como «la estrellas del cielo»). Israel ha considerado
siempre este episodio como uno de los más importantes de su historia. Dios entra en la familia
que él mismo ha fundado milagrosamente y la destruye. Humanamente hablando, Dios se
contradice claramente a sí mismo; pero como se trata de Dios, Abrahán obedece y se dispone
a devolver a Dios lo más precioso para él, lo que el mismo Dios le ha dado”. (Hans Urs Von
Balthasar, Luz de la Palabra, Ediciones Encuentro 1994, pp. 129-130)
 Dejar que Dios cumpla sus designios cuando quiera.
- Abraham esperó una ciudad símbolo de todo lo seguro, perduradero y protector. Pero el
cumplimiento de la promesa se retardó. La ciudad prometida no apareció; Abraham murió sin
verla. También sus hijos y sus nietos bajaron al sepulcro sin poder vivir en ella. Pero no
abandonaron su fe. Dejaron que Dios cumpliera sus promesas cuando quisiera. Cada vez se
hizo más evidente que Dios no pensaba en su cumplimiento cercano, sino en un tardío
cumplimiento, que el último cumplimiento trascendía todas las ciudades e incluso
posibilidades de este mundo. "En la fe murieron todos sin recibir las promesas; pero viéndolas
de lejos y saludándolas y confesándose peregrinos y huéspedes sobre la tierra, pues los que
tales cosas dicen dan bien a entender que buscan la patria. Que si se acordaran de aquella de
donde habían salido, tiempo tuvieron para volverse a ella. Pero deseaban otra mejor, esto es,
la celestial. Por eso Dios no se avergüenza de llamarse Dios suyo, porque les tenía preparada
una ciudad" (M. SCHMAUS TEOLOGIA DOGMATICA VII LOS NOVISIMOS RIALP.
MADRID 19617.Pág. 265-277)
 Hay que estar, pues, preparados y atentos a la multiplicidad de
manifestaciones de la vida y hablar y actuar como creyentes en Jesucristo
allí donde estamos.
-Proceso de fe "Por su fe son recordados los antiguos". "La fe es seguridad de lo que se
espera". Seguimos el camino de fe de Abrahán, que resulta verdaderamente interesante y
aleccionador, como lo plantea la carta a los cristianos Hebreos.
3
a) "Por fe obedeció Abrahán a la llamada". Siempre somos llamados por Dios. Debemos tener
muy fino el oído para escuchar la llamada de Dios e iniciar nuestra ruta por la fe.
b) "Salió sin saber adonde iba". La fe es una aventura arriesgada. No hay certezas ni
seguridades. Nunca sabemos adonde nos llevará la vida. Es en cada momento que debemos
hacernos la gran pregunta: ahora y aquí, ¿qué debo hacer?
c) "Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas". Debemos vivir
en un sitio concreto, en una tierra, en un pueblo y estar ahí, es decir, participar en la vida del
pueblo, potenciar todo lo que ayude a que la vida sea más agradable; siempre con la
conciencia clara de que ninguna situación es definitiva.
d) "Mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser
Dios". Es alentador y sumamente gratificante saber que cualquier gesto, cualquier acto de
bondad construye el Reino, nos acerca a la ciudad de Dios, hacia aquella región donde "no
habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor".
e) "Por fe también Sara, cuando ya le había pasado la edad, obtuvo fuerza para fundar un
linaje". La fe, siempre "fecunda", siempre engendra vida. No vale moverse por los caminos
del desencanto, de la inactividad, diciendo que todo está perdido, que no se puede hacer
nada...
f) "Por fe Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac". La fe nos lleva al corazón de la vida y
ésta es muy complicada a veces, muy variada, muy dura. Y ante cada situación debemos
preguntarnos qué nos exige nuestra fe y ser consecuentes con la respuesta. De otro modo
viviríamos un cristianismo puramente teórico y desde la teoría se justifica y se explica todo:
ser cristiano y llevar una vida de lujo, ser cristiano y rico, ser cristiano y hacer negocios poco
transparentes.
Debemos tener muy claro que hay que tener un orden de valores que evidentemente no
es coincidente con el orden de valores de nuestro mundo. Es más bien un ir contracorriente, es
lo de "haceos talegas que no se echen a perder". "un tesoro inagotable en el cielo" del
evangelio de hoy. "Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá", debemos hacer lo que el
Señor quiere. Hay que estar, pues, preparados y atentos a la multiplicidad de manifestaciones
de la vida y hablar y actuar como creyentes en Jesucristo allí donde estamos. (VICENÇ FIOL
MISA DOMINICAL 1989, 16)
 Que podamos discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno,
agradable y perfecto
 Romanos 12, 1-2:
- Os exhorto, por tanto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis vuestros
cuerpos como ofrenda viva, santa, agradable a Dios: éste es vuestro culto espiritual. Y no os
amoldéis a este mundo, sino, por el contrario, transformaos con una renovación de la mente,
para que podáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, agradable y perfecto.
- Cuerpo = vida.
- “En los vv. 1-2 el Apóstol introduce la invitación a dar Dios un culto espiritual, como
consecuencia de la nueva condición dada por el Bautismo”. (Nuevo Testamento, Eunsa
1991, nota a Rm 1, 1-15).
- “Todos, por el Bautismo, hemos sido constituidos sacerdotes de nuestra propia existencia
«para ofrecer víctimas espirituales, que sean agradables a Dios por Jesucristo» (1 P 2,5), para
realizar cada una de nuestra acciones en espíritu de obediencia a la voluntad de Dios,
perpetuando así la misión del Dios-Hombre” (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 96)
 El designio del Dios eterno es dado a conocer a todas las gentes por la
obediencia de la fe
4
 Romanos 16, 25-26
- “Al que tiene el poder de confirmaros según mi evangelio y la predicación de Jesucristo,
según la revelación del misterio oculto por los siglos eternos, pero ahora manifestado a través
de las Escrituras proféticas conforme al designio del Dios eterno, dado a conocer a todas las
gentes por la obediencia de la fe, a Dios, el único sabio, a Él la gloria por medio de Jesucristo
por los siglos de los siglos. Amén.” (Final de la Carta a los romanos: alabanza o doxología)
2. Catecismo
 Obediencia de la fe es la respuesta del hombre al Dios que revela
o n. 143:
“Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su
ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (Cf DV 5). La Sagrada Escritura llama
«obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (Cf Rom 1, 5; 16,
26).”
 Obediencia en la fe: es el sometimiento libre a la palabra escuchada
porque su verdad está garantizada por Dios
o n. 144:
“LA OBEDIENCIA DE LA FE - Obedecer («ob-audire») en la fe, es someterse libremente
a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma.
De esta obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen
María es la realización más perfecta de la misma.
 Abraham
o n . 145:
Abraham, «el padre de todos los creyentes» - La carta a los Hebreos, en el gran elogio de la fe
de los antepasados insiste particularmente en la fe de Abraham: «Por la fe, Abraham
obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba»
(Hb 11, 8) (Cf Gn 12, 1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra
prometida (Cf Gn 23, 4). Por la fe, a Sara se otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la
fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (Cf Hb 11, 17).
 Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios
o n. 2087:
La fe - Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. S. Pablo
habla de la «obediencia de la fe» (Rm 1, 5; 16, 26) como de la primera obligación. Hace ver
en el «desconocimiento de Dios» el principio y la explicación de todas las desviaciones
morales (Cf Rm 1, 18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en El y dar testimonio de El.
 La vida de oración: es esencial la obediencia del corazón a Dios; la
oración de Abraham se expresa primeramente con hechos.
o n. 2570:
La Promesa y la oración de la fe - Cuando Dios lo llama, Abraham se pone en camino «como
se lo había dicho el Señor» (Gn 12, 4): todo su corazón se somete a la Palabra y obedece. ö La
obediencia del corazón a Dios que llama es esencial a la oración, las palabras tienen un valor
relativo. Por eso, la oración de Abraham se expresa primeramente con hechos: hombre de
silencio, en cada etapa construye un altar al Señor. Solamente más tarde aparece su primera
oración con palabras: una queja velada recordando a Dios sus promesas que no parecen
cumplirse (6). De este modo surge desde el principio uno de los aspectos de la tensión
dramática de la oración: la prueba de la fe en Dios que es fiel.
5
 La contemplación es escucha de la palabra de Dios: no es pasiva, es
obediencia de la fe, acogida y adhesión.
o n. 2716
La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la
obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en
el «sí» del Hijo hecho siervo y en el «fiat» de su humilde esclava.
 Por la fe el hombre se entrega; la fe se actúa en la caridad
o n. 1814:
(...) Por la fe «el hombre se entrega entera y libremente a Dios» (DV 5). Por eso el creyente se
esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. «El justo vivirá por la fe» (Rm 1, 17). La fe
viva «actúa por la caridad» (Ga 5, 6).
 La obediencia de la fe en la Virgen
o n. 148:
“María: «Dichosa la que ha creído» - La Virgen María realiza de la manera más perfecta la
obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel
Gabriel, creyendo que «nada es imposible para Dios» (Lc 1, 37) (Cf Gn 18, 14) y dando su
asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38). Isabel
la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte
del Señor!» (Lc 1, 45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (Cf
Lc 1, 48).”
o n. 494:
«Hágase en mí según tu palabra…» - Al anuncio de que ella dará a luz al «Hijo del Altísimo»
sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (Cf Lc 1, 28-37). María respondió por «la
obediencia de la fe» (Rm 1, 5), segura de que «nada hay imposible para Dios»: «He aquí la
esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 37-38). ö Así dando su
consentimiento a la palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo
corazón la voluntad divina de salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí
misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para servir, en su dependencia y con él,
por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (Cf LG 56):
Ella, en efecto, como dice S. Ireneo, «por su obediencia fue causa de la salvación
propia y de la de todo el género humano». Por eso, no pocos Padres antiguos, en su
predicación, coincidieron con él en afirmar: «el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la
obediencia de María. Lo que ató la virgen Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María
por su fe». ö Comparándola con Eva, llaman a María "Madre de los vivientes" y afirman con
mayor frecuencia: «la muerte vino por Eva, la vida por María» (LG 56).”
o n. 511:
“La Virgen María «colaboró por su fe y obediencia libres a la salvación de los hombres». (LG
56) Ella pronunció su «fiat» «loco totius humanae naturae» («ocupando el lugar de toda la
naturaleza humana»): (S. Tomás de A., s. th. 3, 30, 1) Por su obediencia, ella se convirtió en
la nueva Eva, madre de los vivientes.”
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Vida Cristiana

Domingo 4º de Adviento, Ciclo C 23 de diciembre de 2018

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[Chiesa/Omelie1/4AdvC18ObedienciaFeSacrificioVoluntadDios]
 Domingo 4 de Adviento, Ciclo C. (2018) El sacrificio de la voluntad y del corazón. Aprendamos
del Hijo de Dios para hacer la voluntad de Dios Padre: esta es la vocación cristiana. “Aquí estoy … ¡oh
Dios!, para hacer tu voluntad”. (Segunda Lectura). Nuestra redención se ha inaugurado con dos «heme
aquí», «aquí estoy»: el de Cristo y el de María. Es necesario aprender a comprender la voluntad de
Dios. «Cuando Dios revela, el hombre tiene que “someterse con la fe”. La «obediencia de la fe». La
obediencia a la voluntad de Dios vale más que los sacrificios.
 Cfr. Domingo 4º de Adviento, Ciclo C
23 de diciembre de 2018
Miqueas 5, 1-4a; Salmo 79 2ac.3b.15-16.18.19; Hebreos 10, 5-10; Lucas 1, 39-40
Lucas 1, 39-45: 39 Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una ciudad
ubicada en los cerros de Judá. 40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Al oír Isabel su
saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se llenó del Espíritu Santo 42 y exclamó en alta voz:
«¡Bendita tú eres entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! 43 ¿Cómo he merecido yo que
venga a mí la madre de mi Señor? 44 Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría en
mis entrañas. 45 ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas del Señor!»
Hebreos 10, 5-10 (2ª Lectura): Por eso, al entrar en este mundo, dice: «Sacrificio y ofrenda no
quisiste, pero me has preparado un cuerpo; 6 los holocaustos y sacrificios por el pecado no te han
agradado. 7 Entonces dije: ¡He aquí que vengo, como está escrito de mí al comienzo del libro, para
hacer, oh Dios, tu voluntad!» 8 Después de haber dicho antes: «No quisiste ni te agradaron
sacrificios y ofrendas ni holocaustos y víctimas expiatorias por el pecado - cosas que se ofrecen
según la Ley -, 9 añade luego: He aquí que vengo a hacer tu voluntad. Abroga lo primero para
establecer el segundo.10 Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de
una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo. 1
LA «OBEDIENCIA DE LA FE»
He aquí que vengo a hacer tu voluntad.
(Hebreos 10,9)
El "Heme aquí" del Hijo encuentra un eco fiel en el "Heme aquí" de la Madre (cf. He 10,7),
al igual que en el "Heme aquí" de todos los hijos adoptivos en el Hijo, es decir, de todos nosotros.
(Benedicto XVI, Homilia, 7 de septiembre de 2008)
1. Nuestra redención se ha inaugurado con dos «heme aquí», «aquí estoy».
 a) Jesús vino a este mundo para hacer la voluntad de su Padre Dios.
Cfr. Juan Pablo II, Homilía del Domingo IV de Adviento, ciclo C, 22/12/1985
o El Padre envía al Hijo. El Hijo acoge la misión: «Aquí estoy... ¡oh Dios!, para
hacer tu voluntad» (Segunda Lectura, Hebreos 10,7).
 El amor significa la unidad de las voluntades. La voluntad del Padre y la
voluntad del Hijo se unen.
1Cfr. Salmo 40, 7-9: 7 Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides holocaustos ni
sacrificios expiatorios; entonces yo digo: «Aquí estoy - como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad; Oseas
6,6: Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos; Mateo 9, 13: Andad, aprended lo
que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
2
A través de la lectura de la Carta a los Hebreos percibimos las palabras del Hijo de Dios: “Aquí estoy... Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo... Aquí estoy... ¡oh Dios!, para hacer tu
voluntad” (Hebreos 10,5,7).
En estas palabras, la venida de Dios en medio de los hombres toma la forma del misterio de la Encarnación.
Dios ha preparado este misterio desde la eternidad, y ahora lo realiza. El Padre manda al Hijo. El Hijo acoge la
misión. Por obra del Espíritu Santo se hace hombre en el seno de la Virgen de Nazaret. “Y el Verbo se hizo
carne” (Jn 1,14). El Verbo es el Hijo eternamente amado y eternamente amante. El amor significa la unidad de
las voluntades. La voluntad del Padre y la voluntad del Hijo se unen. El fruto de esta unión es el Amor personal,
el Espíritu Santo. El fruto del Amor personal es la Encarnación: “me has preparado un cuerpo”.
 b) El Misterio de la Encarnación, se hace también por obra de la criatura, en
este caso, por obra de María, que dice «Sí, hágase en mí según tu palabra» al
proyecto de Dios: esto se llama la «obediencia de la fe».
Cfr. Juan Pablo II, Homilía del Domingo IV de Adviento, ciclo C, 22/12/1985
o María oye las palabras de Dios, por las que descubre su vocación, lo que Dios
quiere de ella, y las acepta, obedece a Dios.
(…) “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el santo
que va a nacer se llamará Hijo de Dios” (Lucas 1,35).
El Espíritu Santo con su fuerza divina actúa ante todo en el corazón de María. De este modo la fuente del
misterio de la Encarnación se hace la fe de Ella: obediencia de la fe. “Aquí está la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra” (Lc 1,38). En la Visitación -de la que habla el Evangelio de hoy-, Isabel alaba antes de nada
la fe de María: “¡Dichosa tú que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45).
En efecto, en la anunciación María pronuncia su “fiat” en la obediencia de la fe. Este “fiat” es el momento
clave. El misterio de la Encarnación es misterio divino y al mismo tiempo humano. Efectivamente, Aquél
que asume el cuerpo es Dios-Verbo (Dios-Hijo). Y al mismo tiempo el cuerpo que asume es humano.
“Admirable commercium”.
En este momento, cuando la Virgen de Nazaret pronuncia su “fiat” (hágase en mí según tu palabra), el Hijo
puede decir al Padre: “Me has preparado un cuerpo”.
El Adviento de Dios se realiza también por obra del hombre. Mediante la obediencia de la fe. (…)
 c) El misterio de la Encarnación significa el comienzo del nuevo sacrificio: del
perfecto sacrificio. Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad” (Hebreos 10,5-
7). Agrada a Dios el sacrificio en el que se expresa toda la verdad interior del
hombre: el sacrificio de la voluntad y del corazón.
Cfr. Juan Pablo II, Homilía del Domingo IV de Adviento, ciclo C, 22/12/1985
o Durante el período de la Navidad aprendamos del Hijo de Dios a hacer la
voluntad del Padre. En efecto, ésta es la vocación de los que se han
convertido en “hijos en el Hijo”. Esta es vuestra vocación cristiana. Este es
fruto del Adviento de Dios en la vida humana.
Cuando Cristo entró en el mundo dijo: “Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un
cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije...: Aquí estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu
voluntad” (Hebreos 10,5-7).
El misterio de la Encarnación significa el comienzo del nuevo sacrificio: del perfecto sacrificio. El que
es concebido en el seno de la Virgen por obra del espíritu Santo, que nace en la noche de Belén, es Sacerdote
Eterno. Lleva al Sacrificio y realiza el Sacrificio ya en su Encarnación. Es decir, el Sacrificio que “es agradable a
Dios”.
Agrada a Dios el sacrificio en el que se expresa toda la verdad interior del hombre: el sacrificio de
la voluntad y del corazón. El Hijo de Dios asume la naturaleza humana, el cuerpo humano, precisamente para
comenzar dicho sacrificio en la historia de la humanidad.
Lo realizará definitivamente mediante su “obediencia hasta la muerte” (cfr. Filipenses 2,8). Sin
embargo, el comienzo de esta obediencia está ya en el seno de la Virgen María. Ya en la noche de Belén: “Aquí
estoy, ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad”.
Al rodear al recién nacido, en la noche de Belén y durante todo el período de Navidad, demos desahogo
a la necesidad de nuestros corazones.
Gocemos de esa alegría, que el tiempo de Navidad lleva consigo.
3
Cantemos “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama” (Lucas 2,14).
Y sobre todo: aprendamos hasta el final la verdad contenida en este misterio penetrante: “Aquí
estoy... ¡oh Dios!, para hacer tu voluntad”.
Aprendamos del Hijo de Dios a hacer la voluntad del Padre. En efecto, ésta es la vocación de los que
se han convertido en “hijos en el Hijo”. Esta es vuestra vocación cristiana. Este es fruto del Adviento de Dios en
la vida humana.
 d) La aclamación antes del Evangelio (Lucas 1, 38) y la segunda Lectura de la
Carta a los Hebreos (10,9): «aquí estoy».
Raniero Cantalamessa, La parola e la vita, Anno C, Cittá Nuova 1998, IV Domenica di Avvento, pp. 31-
32.
o Aclamación antes del Evangelio
 “La aclamación antes del Evangelio nos ha puesto ante la respuesta de María al obrar de Dios:
Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. En el párrafo del Evangelio Isabel declara
bienaventurada a la Madre del Señor precisamente por aquel «Aquí estoy» pronunciado en la Anunciación:
Bienaventurada porque has creído. En el fondo de todas las bienaventuranzas está la de la fe:
Bienaventurados los que crean sin haber visto (Juan 20, 29). Creer es fiarse de Dios, es confiarse a Dios;
María se ha fiado de Dios, sin «ver», es decir, sin entender todo y enseguida lo que estaba sucediendo y
cómo habría terminado”.
o Segunda Lectura
 Nuestra redención se ha inaugurado con dos «He aquí», con dos «sí»
dichos a Dios: el de Jesús y el de María; ellos han interrumpido,
respectivamente, los dos «no» antiguos: el de Adán y el de Eva.
 “Si releemos con atención la segunda lectura, descubrimos que también nos habla de un «he aquí»: Al
entrar en este mundo, Cristo dice: ¡He aquí que vengo, … para hacer, oh Dios, tu voluntad! Nuestra
redención se ha inaugurado con dos «He aquí», con dos «sí» dichos a Dios: el de Jesús y el de María; ellos
han interrumpido, respectivamente, los dos «no» antiguos: el de Adán y el de Eva. El sí de María es
radicalmente diverso del sí de Cristo: el de María expresa solamente la humilde aceptación de la criatura y
es fruto del sí de Cristo. Y sin embargo, misteriosamente, este sí que María pronuncia en nombre de todos
nosotros, era también indispensable, porque expresa el consentimiento de la libertad humana que Dios
respeta. Dios no derriba nuestra libertad , sino que la salva”.
2. Evangelio: el encuentro entre María y su prima Isabel
 Entre otras cosas, se pueden resaltar, de este encuentro, las palabras dirigidas
a María: “eres bendita” (v. 42) y “¡dichosa tú (v. 45), por haber creído
[obedecido] que se cumplirían las promesas del Señor!
o Por encima de la maternidad física, Jesús proclama la fidelidad espiritual de
María
 Se pueden relacionar con las alabanzas del mismo Señor (Lucas 11, 27-28): «bienaventurados
más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan». Isabel precisa que la grandeza de María es total
porque María acompañó su maternidad física con la fe en el cumplimiento de las palabras del Señor.
 Nuevo Testamento, Eunsa, 1999, nota Lucas 11, 27-28): “Tal como lo ha entendido la tradición
De la Iglesia, estas frases (vv. 27-28) son un elogio de la grandeza de Santa María. «Por encima de su
maternidad física, Jesús proclama su fidelidad espiritual. Era el elogio de su Madre, de su fiat (Lucas 1,38),
del hágase sincero, entregado, cumplido hasta las últimas consecuencias, que no se manifestó en acciones
aparatosas, sino en el sacrificio escondido y silencioso de cada jornada» (San Josemaría Escrivá, Es Cristo
que pasa, 172)”.
o Bienaventurada porque has creído
 “El contenido de la bienaventuranza dirigida a María se expresa en el original griego con un
participio que tiene casi como la función de una definición, la «creyente». María es bienaventurada no sólo
porque engendra físicamente a Cristo, como lo entenderá “la mujer entre el gentío”: «Bienaventurado el
vientre que te llevó y los pechos que te criaron». Sino, como replicará Jesús, es bienaventurada porque «ha
escuchado la palabra de Dios y la ha puesto en práctica». La bendición y la bienaventuranza está unidas entre
sí precisamente por el vínculo de la fe, como ya se decía en el Antiguo Testamento: «Si escuchas de verdad
4
la voz del Señor, tu Dios, observando y cumpliendo todos los preceptos que yo te mando hoy, será bendito
el fruto de tu vientre» (Deuteronomio 28, 1.4).
El retrato de María «la creyente» por excelencia, que emerge en el breve himno de Isabel, es la
referencia continua de los Evangelios y de la tradición cristiana (meditemos, por ejemplo, en el hecho de que
en la encíclica mariana de Juan Pablo II la bienaventuranza a «la que ha creído» se repite más de veinte
veces). Por esto, frecuentemente los Padres de la Iglesia han unido María no sólo a Eva, «la madre de todos
los vivientes», sino también a Abrahán, «nuestro padre en la fe». La vida del patriarca ha sido una continua
peregrinación en la fe como sucederá en la de María. Y las etapas de este itinerario se sucederán
frecuentemente en la oscuridad, como en la escena del Calvario, última cita de María en los Evangelios”.
(Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno C, Piemme 1999, IV Domenica di Avvento, pp. 31-32).
 Es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios.
Cfr. Benedicto XVI, Homilía al clausurar el Año Paulino, 28 de junio de 2009, en la celebración de las
primeras vísperas de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo
o Se trata, por tanto, de un viraje de fondo en nuestra orientación espiritual.
Dios debe entrar en el horizonte de nuestro pensamiento: aquello que Dios
quiere y el modo según el cual Él ha ideado al mundo y me ha ideado.
 “Debemos aprender a pensar de manera profunda. Qué significa eso. Lo dice san Pablo en la
segunda parte de la frase 2: es necesario aprender a comprender la voluntad de Dios, de modo que plasme
nuestra voluntad, para que nosotros queramos lo que Dios quiere, porque reconocemos que aquello que Dios
quiere es lo bello y lo bueno. Se trata, por tanto, de un viraje de fondo en nuestra orientación espiritual. Dios
debe entrar en el horizonte de nuestro pensamiento: aquello que Dios quiere y el modo según el cual Él ha
ideado al mundo y me ha ideado. Debemos aprender a participar en la manera de pensar y querer de
Jesucristo. Entonces seremos hombres nuevos en los que emerge un mundo nuevo”.
 «Cuando Dios revela, el hombre tiene que “someterse con la fe”.
Cfr. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica «Verbum Domini», n. 25
 25. “«Cuando Dios revela, el hombre tiene que “someterse con la fe” (cf. Romanos 16,26;
Romanos 1,5; 2 Corintios 10,5-6), por la que el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece “el
homenaje total de su entendimiento y voluntad”, asintiendo libremente a lo que él ha revelado».[76: Conc.
Ecum. Vaticano II, Const. Dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 5 ] Con estas palabras, la
Constitución dogmática Dei Verbum expresa con precisión la actitud del hombre en relación con Dios. La
respuesta propia del hombre al Dios que habla es la fe. En esto se pone de manifiesto que «para acoger la
Revelación, el hombre debe abrir la mente y el corazón a la acción del Espíritu Santo que le hace
comprender la Palabra de Dios, presente en las sagradas Escrituras».[77: Propositio 4]”
 La obediencia a la voluntad de Dios vale más que los sacrificios.
 Hacer su voluntad: Biblia de Jerusalén Salmo 40,9: “La obediencia vale más que el sacrificio
(1 Samuel 15,22) 3. Los profetas alertaron con frecuencia a Israel contra prácticas que no empeñaban el
corazón (Amós 5,21+; ver Génesis 8,21+), o contra una confianza presuntuosa en la presencia de Dios en su
Templo (ver Jeremías 3-4+). En el Judaísmo posterior al destierro, sea cual fuere aún la importancia del
Templo como señal de salvación (Za 1,16), el culto interior se va afinando más y más, y las disposiciones del
corazón, la oración, la obediencia, el amor, cobran por sí mismas valor de culto (Salmos 50; 51,19; 69, 31-
32; 141,2; Proverbios 21,3; ver también Tobías 4,11; Sirácida 34,18-35,10). Esta evolución prepara la
supervivencia del Judaísmo después de la destrucción del Templo y proseguirá en el NT (Romanos 1,9+;
12,1+).”
3. Catecismo de la Iglesia Católica: la obediencia de la fe.
 Un resumen
 A) La obediencia de la fe es la respuesta del hombre al Dios que revela. n. 143: “Por la fe,
2 Romanos 12, 2: "No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra
mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios...".
3 1 Samuel 15, 22: ¿Pero Samuel dijo: ¿Acaso se complace Yahvé en los holocaustos y los sacrificios tanto como en la
obediencia a la palabra de Yahvé? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros”.
5
el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. Con todo su ser, el hombre da su
asentimiento a Dios que revela (Cf Dei Verbum 5). La Sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta
respuesta del hombre a Dios que revela (Cf Romanos 1, 5; 16, 26)”.
 B) La obediencia en la fe es el sometimiento libre a la palabra escuchada porque su verdad
está garantizada por Dios. n. 144: “La obediencia de la fe - Obedecer («ob-audire») en la fe, es someterse
libremente a la palabra escuchada, porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. De esta
obediencia, Abraham es el modelo que nos propone la Sagrada Escritura. La Virgen María es la realización
más perfecta de la misma.
 C) n. 1831: [Los siete dones del Espíritu Santo]Hacen a los fieles dóciles para obedecer con
prontitud a las inspiraciones divinas.
 D) n. 2087: La fe - Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. S.
Pablo habla de la "obediencia de la fe" (Romanos 1, 5; Romanos 16, 26) como de la primera obligación. (…)
Nuestro deber para con Dios es creer en él y dar testimonio de él.
 E) n. 2716: La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es
la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el "sí" del
Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava.
 F) n. 2825: Jesús, "aun siendo Hijo, con lo que padeció, experimentó la obediencia" (Hebreos 5, 8).
¡Con cuánta más razón la deberemos experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser
hijos de adopción en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su Hijo para cumplir su
voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo. Nosotros somos radicalmente impotentes para
ello, pero unidos a Jesús y con el poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad
y decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al Padre (cf Jn 8, 29): "Adheridos
a Cristo, podemos llegar a ser un solo espíritu con él, y así cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hará
tanto en la tierra como en el cielo" (Orígenes, or. 26).
 La “obediencia de la fe” en María
o "Por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de todo el género
humano"
 n. 494 : "Hágase en mí según tu palabra… " - Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del
Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo (cf. Lucas 1, 28 - 37), María respondió por "la
obediencia de la fe" (Romanos 1, 5), segura de que "nada hay imposible para Dios": "He aquí la esclava del
Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lucas 1, 37 - 38). Así dando su consentimiento a la palabra de Dios,
María llegó a ser Madre de Jesús y , aceptando de todo corazón la voluntad divina de salvación, sin que
ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y a la obra de su Hijo, para
servir, en su dependencia y con él, por la gracia de Dios, al Misterio de la Redención (cf. Lumen Gentium
56):
"Ella, en efecto, como dice S. Ireneo, "por su obediencia fue causa de la salvación propia y de la de
todo el género humano". Por eso, no pocos Padres antiguos, en su predicación, coincidieron con él en
afirmar "el nudo de la desobediencia de Eva lo desató la obediencia de María. Lo que ató la virgen
Eva por su falta de fe lo desató la Virgen María por su fe". Comparándola con Eva, llaman a María
`Madre de los vivientes' y afirman con mayor frecuencia: "la muerte vino por Eva, la vida por
María". "(Lumen gentium. 56).
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Vida Cristiana

viernes, 21 de diciembre de 2018

Feliz Navidad: por Santiago Agrelo

Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz para los amados de Dios: paz para los pequeños, los humildes, los pobres.
Creer que Dios se ha hecho carne, es una locura.
Creer que, en Cristo, la humanidad ha sido enaltecida hasta Dios, es una locura.
Creer que el amor es la forma de vida de los hijos de Dios, es una locura.
Creer que el reino de Dios es de los pobres, es una locura.
Creer que, con Cristo Jesús, ha comenzado un mundo nuevo y que lo habita una humanidad nueva, es una locura.
Creer que la justicia y la paz nos habitan y nadie nos las puede arrebatar, es una locura.
Ser cristiano es una locura.
Bien venidos todos a la locura de creer.
Bien venidos todos a la Navidad.


jueves, 13 de diciembre de 2018

Estad siempre alegres en el Señor: por Santiago Agrelo

No parece que la parábola del rico necio tenga mucho que ver con el tiempo de Adviento, y, sin embargo, necesito recordarla antes de entrar en el misterio de este domingo:
“Las tierras de un hombre rico dieron una gran cosecha… Entonces se dijo: Amigo, tienes muchos bienes almacenados para muchos años: túmbate, come, bebe y date la buena vida”.
De este hombre se podría decir aquello de que “era tan pobre que sólo tenía riquezas”.  Este hombre, aunque nadie en aquella noche le hubiese reclamado la vida, habría sido en todo caso un condenado al aburrimiento: túmbate, come, bebe, deja de preocuparte, disfruta la vida.
Necesitaba recordar esa parábola porque nos ofrece la contrafigura perfecta del Adviento, nos acerca al hombre del Adviento imposible, a un insensato atrapado en el espejismo de su granero lleno. Intenta, si puedes, dejarle el mensaje del Adviento: “Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca”. Serán para él palabras sin sentido. Él no espera a nadie; él no espera nada: ¡Tiene el granero lleno!
“Estad siempre alegres en el Señor”: Las palabras del mandato son palabras para pobres, para hombres y mujeres de granero escaso en bienes y con espacio para la esperanza; son palabra para expertos en zozobras, en incertidumbres, en debilidades, en humanidad;  son palabras de gracia para ti, Iglesia amada de Dios, para ti que estás en expectación y te preguntas por la venida de tu Señor.
“Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito: estad alegres. El Señor está cerca”. Está cerca el que te ama: “Él se goza y se complace en ti”. Está cerca el que tú amas: “¡Qué grande en medio de ti el Santo de Israel!” Está cerca tu salvador.
La palabra profética anuncia su venida, la eucaristía la prefigura y la realiza, tus pobres la anticipan para ti. Hoy, por la fe y la caridad, tú escuchas la palabra del que esperas, lo recibes en comunión, lo abrazas en tus pobres. Hoy, por la fe y la caridad, el Señor está tan cerca de ti que está para siempre contigo en la palabra inspirada que escuchas y acoges, en el pan consagrado que comulgas, en el pobre a quien abrazas y cuidas.
“Estad siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca”. En esa tierra tuya de comunidad pobre, verdea ya la mies de la justicia y la fidelidad: ¡El Señor será tu cosecha! ¡Y tú serás cosecha de Dios!
Feliz domingo.


3º Domingo de Adviento (2018). Dos hilos conductores con colores contrastantes: la alegría de la Navidad y las exigencias de Jesús.




Ø    3º Domingo de Adviento (2018). Dos hilos conductores con colores contrastantes: la alegría de la Navidad  y las exigencias  de Jesús. La alegría en el Señor. Dos metáforas: a) El Señor es semejante al agricultor que con el bieldo eleva la paja para que se la lleve el viento, separándola del trigo; es decir, distingue entre el grano y la paja de nuestras vidas; b) como el fuego libera de las escorias lo metales preciosos, Cristo hace desparecer las escorias de nuestra vida.

v  Cfr. Tercer Domingo de Adviento, Ciclo C. - 16 de diciembre de 2018

            Sofonías 3, 14-18a; Filipenses 4, 4-7; Lucas 3, 10-18

Salmo responsorial. Isaías 12,2-3. 4bcd. 5-6: R/ Gritad jubilosos: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» El Señor es mi Dios y salvador; confiare y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas.    Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

2ª Lectura (Filipenses 4,4-7): Hermanos míos: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.  Que vuestra comprensión sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. No os preocupéis  por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presentad a Dios vuestras peticiones con acción de gracias. Y la paz de Dios que supera  todo entendimiento custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Lucas 3, 10-18: 10 La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?»     11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que  haga lo mismo.» 12 Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?» 13 El les dijo: «No exijáis más de lo que os está fijado.» 14 Preguntáronle también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.» 15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; 16 respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17 En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»  18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.

La alegría de la Navidad: «alegraos siempre en el Señor»
(Segunda Lectura)
 y las exigencias de Jesús:
«pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».
(Evangelio)

1. San Pablo nos pide que estemos alegres en el Señor. Juan el Bautista afirma que el Señor «quemará la paja con fuego que no se apaga». El grano y la paja de nuestras vidas.


v  El Señor es semejante al agricultor que con el bieldo eleva la paja para que se la lleve el viento, separándola del trigo.


o   El bieldo: el Señor distingue entre el grano y la paja de nuestras vidas.

Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, III domenica di Avvento, I ed economica 1999.
§  El bieldo: es un utensillo agrícola que sirve para separar el grano de trigo y la paja.
·         El Señor tiene el bieldo: Lucas 3, 17 «En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo
en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».
- El bieldo es un utensillo agrícola a modo de tenedor, constituido por varios dientes insertos en una pieza a la que va unido un mango largo, que se emplea para diversas operaciones agrícolas: por ejemplo, para aventar o para izar y cargar los haces de mies. En este caso, para aventar (bieldar) el grano de modo que se separe de la paja que se lleva el viento. Esta imagen era muy bien entendida por los que escuchaban a Juan el Bautista. El Señor que viene  (el Niño Dios que festejaremos en la Navidad) distinguirá entre grano y paja, es decir, entre el grano y la paja en nuestras vidas ...  
- El salmo 1 (v.4) nos habla del siguiente modo sobre el hombre impío: ¡No así los impíos, no así!  Que ellos son como paja que se lleva el viento. 

v  Como el fuego libera de las escorias lo metales preciosos, Cristo hace desparecer las escorias de nuestra vida.

o   La acción de quemar la paja no tiene como meta la destrucción sino la liberación del mal del hombre en su raíz.

                          Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, III domenica di Avvento, I ed economica 1999.
·         El fuego es bastante más potente para hacer desaparecer las escorias y que brillen los  metales preciosos.
Corroe hasta la raíz la realidad que entra en contacto con él.
Esta presentación de la figura del Señor que hace Juan el Bautista, puede parecer, a primera vista, negativa. En realidad, tiene un valor radical muy preciso que es una novedad que introduce Cristo: él libera totalmente al hombre de su mal, atacando en la raíz su fuerza destructiva. La acción de quemar no tiene como meta la destrucción sino la liberación.

o   El símbolo del fuego en el Catecismo de la Iglesia Católica: el anuncio de Cristo como el que «bautizará en el Espíritu Santo y el fuego».

·         n. 696: El fuego. Mientras que el agua significaba el nacimiento y la fecundidad de la Vida dada en el
Espíritu Santo, el fuego simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu Santo. El profeta Elías que «surgió como el fuego y cuya palabra abrasaba como antorcha» (Sirácida 48, 1), con su oración, atrajo el fuego del cielo sobre el sacrificio del monte Carmelo (Cf 1 Reyes 18, 38-39), figura del fuego del Espíritu Santo que transforma lo que toca. Juan Bautista, «que precede al Señor con el espíritu y el poder de Elías» (Lucas 1, 17), anuncia a Cristo como el que «bautizará en el Espíritu Santo y el fuego» (Lucas 3, 16), Espíritu del cual Jesús dirá: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese encendido!» (Lucas 12, 49). En forma de lenguas «como de fuego» se posó el Espíritu Santo sobre los discípulos la mañana de Pentecostés y los llenó de él (Hechos 2, 3-4). La tradición espiritual conservará este simbolismo del fuego como uno de los más expresivos de la acción del Espíritu Santo (Cf S. Juan de la Cruz, Llama de amor viva). «No extingáis el Espíritu» (1 Tesalonicenses 5, 19).

v  Cristo y las imágenes del bieldo y el fuego: de este modo su figura no es vaporosa y dulzona.

Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, III domenica di Avvento, I ed economica 1999.
·         Esa imagen del fuego hace que Cristo no se reduzca a una figura como vaporosa y dulzona, ya que nos
pone ante elecciones que con más o menos frecuencia son desgarradoras, como se deduce del oráculo que pronunció Simeón ante el niño Jesús: « Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción» (Lc 2,34). También dijo: 34 « No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada». 

o   Podemos aplicar la imagen del bieldo y del fuego a la conciencia del hombre.

§  El Señor no acepta componendas ni tolera medias medidas.
- El Señor no acepta componendas, no permite fugas estratégicas, no tolera medias medidas y equilibrismos, no se puede estar con él y con su adversario.
- Todo creyente debe dirigir a su conciencia la pregunta que hacen a Juan el Bautista algunas personas: ¿qué debemos hacer?
- Dostoevskij, en Memorias del subsuelo (1865): “El hombre es una criatura frívola e incoherente, y tal vez, como el jugador de ajedrez, ama sólo el desarrollo del juego, pero no la conclusión”.
- El compromiso moral no es un “optional” sino que se da en el corazón mismo del mensaje cristiano; san Pablo en todas sus Cartas, después de la parte teológica dedica una segunda parte al compromiso concreto y cotidiano.  

v  Ese Niño, cuya figura contemplaremos especialmente durante la Navidad, se propondrá a sí mismo como «camino, verdad y vida».  

“Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por  mí»” (Juan 14,6);  como la piedra descartada por los constructores (Mateo 21, 42; cfr. Salmo 118,22), que fue elegida por Dios (cfr. Isaías 28, 16), como roca sobre la que se construye  la Iglesia, nuevo pueblo de Dios;
·         su venida es una llamada a que nos convirtamos a El. En esa oferta  radica la alegría, y la felicidad;
·         seremos  juzgados con relación a esa oferta que nos hará el Niño Dios; dicho con otras palabras,
Jesús nos pide que nos convirtamos a El; y, a través de él, que nos convirtamos a Dios Padre;  precisamente esta conversión, aceptar su salvación, sus leyes, sus preceptos, su proyecto,  es el fundamento de la alegría.

2. La alegría en el Señor: Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos (segunda Lectura).


v  Los proyectos del Señor, su providencia, sus preceptos son oferta de salvación; motivo de alegría. Así se expresan los salmos y otros textos de la Escritura

§  En el salmo responsorial de hoy
·         Quien se decide por seguir las palabras exigentes del Señor, experimenta una paz y una serenidad
profundas, y el miedo se transforma en confianza.
- A esto se refiere el salmo Responsorial de hoy, tomado del libro de Isaías (12, 2-6): “He aquí  a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción, él es mi salvación.  Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación. y diréis aquel día: Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas, pregonad que es sublime su nombre. Cantad  a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de saberse en toda la tierra.  Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de Israel.
§  En la segunda Lectura de hoy
- También encontramos esa llamada a alegrarnos en el Señor en la segunda Lectura (Filipenses 4, 6-7): Gozaos siempre en el Señor; otra vez os digo, gozaos.  .... No tengáis solicitud  de cosa alguna [no os agobiéis por cosa alguna]   ... la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guarde vuestros corazones y vuestros sentimientos en Jesucristo.
§  En otros textos de la Escritura
·         La alegría es fruto del Espíritu Santo: Gálatas 5,22; “No consiste el Reino de Dios en comer ni beber,
sino que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo” (Romanos 14, 17); “Los discípulos quedaron llenos de alegría en el Espíritu Santo” (Hechos 13,52).
§  El salmo 1
·         La ley de Dios (su proyecto, su providencia, sus preceptos, etc.) es una oferta de salvación: oferta de
amor que da frutos; si la aceptamos, somos dichosos, felices; y daremos buenos frutos   «como árboles plantados junto al río»;  pero,  si no aceptamos su oferta, terminamos  como la paja que se lleva el viento.  Es lo que leemos en el salmo 1, viernes de la segunda semana de Adviento, en la liturgia de la Misa:   
1 ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni se entretiene  en la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los necios,  2 sino que pone su gozo en la ley del Señor, meditándola día y noche! 3 Es como un árbol plantado junto al río, que da a su tiempo el fruto, y sus hojas no se marchitan; todo lo que hace le sale bien.4 No sucede lo mismo con los malvados, que son como paja que se lleva el viento. 5 No prevalecerán en el juicio los malvados ni los pecadores en la asamblea  de los justos. 6 Porque el Señor  conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos conduce a la perdición.

o   La alegría se manifiesta incluso en medio de las adversidades

·         La alegría se manifiesta incluso en medio de las adversidades: los Apóstoles, después de haber sido
azotados por orden del Sanedrín, cuando fueron dejados libres se marcharon “contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el nombre del Señor” (Hechos 5,41);    Santiago en su carta, dice que los cristianos deben considerar como una gran gozo el estar “rodeados por toda clase de pruebas” (Santiago 1, 2); San Pablo dice a los cristianos de Corinto: “Estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7,4). 


Vida Cristiana
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