Ø Tiempo de
Navidad. Epifanía del Señor (2019). ¿Quiénes eran los Magos? No a todos los que
eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les vino la
idea de un rey en Judá. Sólo quien tiene una cierta inquietud interior, un
hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los
hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»;
representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí
mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero
Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. Estos
hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios
de todos los tiempos. Es la fe, la fuerza interior de la Epifanía, lo que llevó a esos personajes a reconocer al Mesías.
Nuestra vida es una peregrinación exterior e interior: pedimos al Señor que nos
haga encontrar las señales justas, Para abandonar los propios proyectos y
dejarse conducir por un camino desconocido. Herodes estaba atenazado por el
miedo de perder el poder que le proporcionaba la ilusión de vivir.
v
Cfr. Solemnidad de la Epifanía del Señor, 6 de
enero de 2019.
Isaías 60, 1-6; Efesios 3,
2-3.5-6; Mateo 2, 1-12.
·
Isaías 60, 1-6- La gloria del Señor amanece sobre ti! - ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la
gloria del Señor amanece sobre ti! Mira: las tinieblas
cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos, pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti. Y
caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta
la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti; tus hijos
llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces lo verás, radiante
de alegría; tu corazón se asombrará, se ensanchará, cuando vuelquen sobre ti
los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de
Madián y de Efá. Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro, y proclamando
las alabanzas del Señor.
·
Salmo responsorial - Sal
71, 1-2. 7-8. 10-11. 12-13 (R.: cf. 11)
- R. Se postrarán ante ti, Señor, todos los
pueblos de la tierra.
Dios mío, confía tu juicio al rey, tu justicia al hijo de reyes, para que rija
a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. R. Que en sus días
florezca la justicia y la paz hasta que falte la luna; que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R. Que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo. Que los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; que
se postren ante él todos los reyes, y que todos los pueblos le sirvan. R. Él
librará al pobre que clamaba, al afligido que no tenía protector; él se
apiadará del pobre y del indigente, y salvará la vida de los pobres. R.
·
Efesios 3, 2-3a. 5-6 - Ahora
ha sido revelado que también los gentiles son coherederos de la promesa
Hermanos: Habéis oído hablar de la distribución de la
gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro.
Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, que no había sido manifestado
a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a
sus santos apóstoles y profetas: que
también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y
partícipes de la promesa en Jesucristo, por el Evangelio.
·
Aleluya Mt 2, 2 - Hemos visto salir su estrella y venimos a adorar al Señor.
·
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente a adorar al Rey. Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey
Herodes.
Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: -«
¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» Al
enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los
sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que
nacer el Mesías. Ellos le contestaron: -«En Belén de Judea, porque así lo ha
escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos
la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el
pastor de mi pueblo Israel."» Entonces Herodes llamó en secreto a los
magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y
los mandó a Belén, diciéndoles: -«Id y averiguad cuidadosamente qué hay del
niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de
oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto
salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el
niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa,
vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después,
abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo
recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a
su tierra por otro camino.
Los Magos: la búsqueda de
Cristo
como meta de nuestra
salvación
1.
Breve
introducción de San Agustín a la Solemnidad de la Epifanía del Señor
-
“Hace
pocos días hemos celebrado el nacimiento del Señor; hoy, en cambio, celebramos,
con
solemnidad no menos
merecida, su primera manifestación a los gentiles. En aquel día lo vieron
recién nacido los pastores judíos; hoy lo adoraron los Magos llegados de
Oriente” (San Agustín, predicación en la fiesta de la Epifanía).
2.
Significado de la palabra epifanía.
- Epifanía es una palabra griega que significa
«manifestación», en este caso de la
divinidad de Jesús, con el sucesivo
reconocimiento y adoración por parte de los «gentiles», es decir por parte de los «paganos», por parte de personas que no eran israelitas, que no
pertenecían al pueblo elegido. «Gentil» era el centurión del cual dijo el
Señor: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande»
(cfr. Mateo 8, 5-10); «Gentil» era también la mujer cananea a la que el Señor dijo:
«Mujer, grande es tu fe» (Cfr. Mateo 15, 21-28).
3.
La figura de los Reyes Magos
Cfr. Benedicto
XVI, La infancia de Jesús, Capítulo IV
o
Cuadro histórico y geográfico de la narración
Difícilmente
habrá otro relato bíblico que haya estimulado tanto la fantasía, pero también
la investigación y la reflexión, como la historia de los «Magos» venidos de
«Oriente», una narración que el evangelista Mateo pone inmediatamente después
de haber hablado del nacimiento de Jesús: «Jesús nació en Belén de Judá en tiempos
del rey Herodes. Entonces, unos Magos [astrólogos] de Oriente se presentaron en
Jerusalén preguntando: "Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo"» (2,1 s).
Con
la mención del rey Herodes y el lugar del nacimiento, Belén, encontramos aquí
primero una neta determinación del contexto histórico. Se indica un personaje
bien conocido de la época y un lugar geográfico fácilmente reconocible. (…)
Belén
es el pueblo natal del rey David. El significado teológico de aquel lugar se
esclarecerá todavía con mayor nitidez en el curso de la narración mediante la
respuesta que dan los escribas a Herodes acerca del lugar en el que debía nacer
el Mesías. También podría comportar una intención teológica el que la
localización geográfica se precise aún más, añadiendo «de Judá». En la
bendición de Jacob, el patriarca dice a su hijo Judá de manera profética: «No
se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas,
hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos»
(Gn 49,10). En una narración que trata de la llegada del David definitivo, del
recién nacido rey de los judíos que salvará a todos los pueblos, se ha de
percibir de algún modo esta profecía como trasfondo.
(…)
4.
¿Quiénes eran los «Magos»
Cfr. Benedicto XVI, La infancia de Jesús,
Capítulo IV
Pero
ahora es preciso preguntarse ante todo: ¿Qué clase de hombres eran esos que
Mateo describe como «Magos» venidos de «Oriente»? El término «magos» (mágoi) tiene una considerable gama de
significados en las diversas fuentes, que se extiende desde una acepción muy
positiva hasta un significado muy negativo.
v
Cuatro acepciones
o
a) «Magos»
son los pertenecientes a la casta sacerdotal persa
La
primera de las cuatro acepciones principales designa como «magos» a los
pertenecientes a la casta sacerdotal persa. En la cultura helenista eran
considerados como «representantes de una religión auténtica»; pero se sostenía
al mismo tiempo que sus ideas religiosas estaban «fuertemente influenciadas por
el pensamiento filosófico», hasta el punto de que se presenta con frecuencia a
los filósofos griegos como adeptos suyos (cf. Delling, ThWNT, IV, p. 360).
Quizá haya en esta opinión un cierto núcleo de verdad no bien definido; después
de todo, también Aristóteles había hablado del trabajo filosófico de los magos
(cf. ibid.).
o
b) Otros significados: dotadores de saberes y
poderes sobrenaturales, brujos, embaucadores y seductores.
Los
otros significados mencionados por Gerhard Delling designan a los dotados de
saberes y poderes sobrenaturales, y también a los brujos. Y, finalmente, a los
embaucadores y seductores. En los Hechos de los Apóstoles encontramos este
último significado: Pablo califica a un mago llamado Barjesús «hijo del diablo,
enemigo de toda justicia» (13, 10), manteniéndolo así a raya.
Los diversos significados del
término «mago» que encontramos aquí hacen ver también la ambivalencia de la
dimensión religiosa en cuanto tal. La religiosidad puede ser un camino hacia el
verdadero conocimiento, un camino hacia Jesucristo. Pero cuando ante la
presencia de Cristo no se abre a él, y se pone contra el único Dios y Salvador,
se vuelve demoníaca y destructiva.
o
c) Dos significados en el Nuevo Testamento
En
el Nuevo Testamento vemos estos dos significados de «mago»: en el relato de san
Mateo sobre los Magos, la sabiduría religiosa y filosófica es claramente una
fuerza que pone a los hombres en camino, es la sabiduría que conduce en
definitiva a Cristo. Por el contrario, en los Hechos de los Apóstoles
encontramos otro tipo de mago. Éste contrapone el propio poder al mensajero de
Jesucristo, y se pone así de parte de los demonios que, sin embargo, ya han
sido vencidos por Jesús.
La primera acepción vale evidentemente para los Magos en
Mateo 2, al menos en sentido amplio. Aunque no pertenecían exactamente a la
clase sacerdotal persa, tenían sin embargo un conocimiento religioso y
filosófico que se había desarrollado y aún persistía en aquellos ambientes.
o
d) Astrónomos
Se
ha tratado naturalmente de encontrar clasificaciones todavía más precisas. El
astrónomo vienés Konradin Ferrari d'Occhieppo ha mostrado que en la ciudad de
Babilonia, centro de la astronomía científica en épocas remotas, aunque ya en
declive en la época de Jesús, continuaba existiendo todavía «un pequeño grupo
de astrónomos ya en vías de extinción... Hay tablas de terracota con
inscripciones en caracteres cuneiformes con cálculos astronómicos.., que lo
demuestran con seguridad» (p. 27). La conjunción astral de los planetas Júpiter
y Saturno en el signo zodiacal de Piscis, que tuvo lugar en los años 7-6 a. C.
—considerado hoy como el verdadero período del nacimiento de Jesús— habría sido
calculada por los astrónomos babilonios y les habría indicado la tierra de Judá
y un recién nacido «rey de los judíos».
v
¿Qué tipo de hombres eran aquellos que se
pusieron en camino hacia el rey?
o
No a todos los que eran capaces de calcular la
conjunción de los planetas, y la veían, les vino la idea de un rey en Judá.
§ Para
que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un
vaticinio y en aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las
cuales surgiría en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio
Josefo interpreta como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó
a gozar de su favor
Sobre
la cuestión de la estrella volveremos de nuevo más adelante. Por ahora queremos
dedicarnos a la pregunta sobre qué tipo de hombres eran aquellos que se
pusieron en camino hacia el rey. Tal vez fueran astrónomos, pero no a todos los
que eran capaces de calcular la conjunción de los planetas, y la veían, les
vino la idea de un rey en Judá, que tenía importancia también para ellos. Para
que la estrella pudiera convertirse en un mensaje, debía haber circulado un
vaticinio como el del mensaje de Balaán. Sabemos por Tácito y Suetonio que en
aquellos tiempos bullían en el ambiente expectativas según las cuales surgiría
en Judá el dominador del mundo, una expectación que Flavio Josefo interpreta
como referida a Vespasiano, con el resultado de que éste pasó a gozar de su
favor (cf. De bello lud., III, pp. 399-408).
o
Varios factores podían haber concurrido a que se
pudiera percibir en el lenguaje de la estrella un mensaje de esperanza. Pero
todo ello era capaz de poner en camino sólo a quien era hombre de una cierta
inquietud interior, un hombre de esperanza, en busca de la verdadera estrella
de la salvación.
§ Los
hombres de los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»;
representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí
mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero
Dios, y por tanto filosofía en el sentido originario de la palabra.
Varios
factores podían haber concurrido a que se pudiera percibir en el lenguaje de la
estrella un mensaje de esperanza. Pero todo ello era capaz de poner en camino
sólo a quien era hombre de una cierta inquietud interior, un hombre de
esperanza, en busca de la verdadera estrella de la salvación. Los hombres de
los que habla Mateo no eran únicamente astrónomos. Eran «sabios»; representaban
el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un
dinamismo que es búsqueda de la verdad, la búsqueda del verdadero Dios, y por
tanto filosofía en el sentido originario de la palabra. La sabiduría sanea y
así también el mensaje de la «ciencia»: la racionalidad de este mensaje no se
contentaba con el mero saber, sino que trataba de comprender la totalidad,
llevando así a la razón hasta sus más elevadas posibilidades.
§ Estos
hombres son predecesores, precursores, de los buscadores de la verdad, propios
de todos los tiempos.
Basándonos
en todo lo que se ha dicho, podemos hacernos una cierta idea de cuáles eran las
convicciones y conocimientos que llevaron a estos hombres a encaminarse hacia
el recién nacido «rey de los judíos». Podemos decir con razón que representan
el camino de las religiones hacia Cristo, así como la autosuperación de la
ciencia con vistas a él. Están en cierto modo siguiendo a Abraham, que se pone
en marcha ante la llamada de Dios. De una manera diferente están siguiendo a
Sócrates y a su preguntarse sobre la verdad más grande, más allá de la religión
oficial. En este sentido, estos hombres son predecesores, precursores, de los
buscadores de la verdad, propios de todos los tiempos.
(…)
o
Los sabios de Oriente son un inicio, representan
a la humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una
procesión que recorre toda la historia.
Queda
la idea decisiva: los sabios de Oriente son un inicio, representan a la
humanidad cuando emprende el camino hacia Cristo, inaugurando una procesión que
recorre toda la historia. No representan únicamente a las personas que han
encontrado ya la vía que conduce hasta Cristo. Representan el anhelo interior
del espíritu humano, la marcha de las religiones y de la razón humana al
encuentro de Cristo [1].
5.
La estrella y la fe y la esperanza. ¿Qué es lo
que lleva a los Magos hacia el niño que nace en el pesebre?
v
a) Benedicto XVI, La infancia de Jesús, capítulo
IV
o
Hubo un fenómeno de extraordinaria intensidad en
el año verosímil del nacimiento de Jesús.
- Hay científicos astrónomos que aseguran que entre finales del año
7 y comienzos del 6 a.C.
(año verosímil del nacimiento
de Jesús), hubo un fenómeno de extraordinaria
luminosidad, que podría identificarse como la estrella de Belén. La
razón de este fenómeno fue, entre otras explicaciones, la conjunción o
encuentro entre planetas (Júpiter y Saturno).
Benedicto XVI afirma a este
respecto:
§ La
constelación estelar podía ser un impulso, una primera señal para la partida
exterior e interior. Pero no habría podido hablar a estos hombres si no
hubieran sido movidos también de otro modo: movidos interiormente por la
esperanza de aquella estrella que habría de surgir de Jacob (cf. Números m
24,17 [2]).
La gran conjunción de Júpiter y Saturno en el signo de
Piscis en los años 7-6 a. C. parece ser un hecho constatado. Podía orientar a
los astrónomos del ambiente cultural babilónico-persa hacia el país de Judá,
hacia un «rey de los judíos». Los pormenores de cómo aquellos hombres han
llegado a la certeza que los hizo partir y llevarlos finalmente a Jerusalén y a
Belén, es una cuestión que debemos dejar abierta. La constelación estelar podía
ser un impulso, una primera señal para la partida exterior e interior. Pero no
habría podido hablar a estos hombres si no hubieran sido movidos también de
otro modo: movidos interiormente por la esperanza de aquella estrella que
habría de surgir de Jacob (cf. Números 24,17).
§ El
cosmos habla de Cristo
Que los Magos fueran en busca del rey de los judíos
guiados por la estrella y representen el movimiento de los pueblos hacia Cristo
significa implícitamente que el cosmos habla de Cristo, aunque su lenguaje no
sea totalmente descifrable para el hombre en sus condiciones reales. El
lenguaje de la creación ofrece múltiples indicaciones. Suscita en el hombre la
intuición del Creador. Suscita también la expectativa, más aún, la esperanza de
que un día este Dios se manifestará. Y hace tomar conciencia al mismo tiempo de
que el hombre puede y debe salir a su encuentro. Pero e1 conocimiento que brota
de la creación y se concretiza en las religiones también puede perder la
orientación correcta, de modo que ya no impulsa al hombre a moverse para ir más
allá de sí mismo, sino que lo induce a instalarse en sistemas con los que
piensa poder afrontar las fuerzas ocultas del mundo.
§ La
estrella guía a los Magos sólo hasta Judea.
En nuestra narración pueden verse las dos
posibilidades: ante todo, la estrella guía a los Magos sólo hasta Judea. Es del
todo normal que en su búsqueda del recién nacido rey de los judíos fueran a la
ciudad regia de Israel y entraran en el palacio del rey. Era de suponer que el
futuro rey habría nacido allí. Después, para encontrar definitivamente el
camino hacia el verdadero heredero de David, necesitan la indicación de las
Sagradas Escrituras de Israel, las palabras del Dios vivo.
§ En
el mundo antiguo los cuerpos celestes eran considerados como poderes divinos
que decidían el destino de los hombres.
La fe en el Dios único que muestra la Biblia ha realizado muy pronto una
desmitificación al llamar con gran sobriedad al sol y a la luna —las grandes
divinidades del mundo pagano— «lumbreras» que Dios puso en la bóveda celeste.
Los Padres han destacado aún otro aspecto. Gregorio
Nacianceno dice que, en el momento mismo en que los Magos se postraron ante
Jesús, la astrología había llegado a su fin, porque desde aquel momento las
estrellas se moverían en la órbita establecida por Cristo (Poem. dogm., V,
55-64: PG 37, 428-429). En el mundo antiguo los cuerpos celestes eran
considerados como poderes divinos que decidían el destino de los hombres. Los
planetas tienen nombres de divinidades. Según la opinión de entonces, dominaban
de alguna manera el mundo, y el hombre debía tratar de avenirse con estos
poderes. La fe en el Dios único que muestra la Biblia ha realizado muy pronto
una desmitificación al llamar con gran sobriedad al sol y a la luna —las
grandes divinidades del mundo pagano— «lumbreras» que Dios puso en la bóveda
celeste (cf. Gn 1,1 6s).
§ Cristo
resucitado ha vencido a todo principado y poder del aire y domina todo el
universo.
No es la estrella la que determina el destino del Niño, sino el Niño quien
guía a la estrella.
Al entrar en el mundo pagano, la fe cristiana debía
volver a abordar la cuestión de las divinidades astrales. Por eso Pablo insiste
con vehemencia en sus cartas desde el cautiverio a los Efesios y a los
Colosenses en que Cristo resucitado ha vencido a todo principado y poder del
aire y domina todo el universo. También el relato de la estrella de los Magos
está en esta línea: no es la estrella la que determina el destino del Niño,
sino el Niño quien guía a la estrella. Si se quiere, puede hablarse de una
especie de punto de inflexión antropológico: el hombre asumido por Dios —como
se manifiesta aquí en el Hijo unigénito— es más grande que todos los poderes
del mundo material y vale más que el universo entero.
v
La fuerza interior de le Epifanía guía a los
Reyes Magos. Les permite reconocer al Mesías en el niño que yace en el pesebre.
Juan Pablo II, Homilía, 6/01/1984
Dice
el profeta a Jerusalén: “Caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al
resplandor de tu aurora.
Levanta
la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos
llegan de lejos” (Is 60,3-4).
Los guía la fe. Los guía la fuerza interior de la
Epifanía.
De
esta fuerza habla así el Concilio: “Quiso Dios, con su bondad y sabiduría,
revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (cf. Ef 1,9); por
Cristo, la Palabra
hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre
y participar de la naturaleza divina (cf. Col 1,15; 1 Tim 1,17), movido de
amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex 33,11; Jn 15,14-15), trata con
ellos (cf. Bar 3,38) para invitarlos y recibirlos en su compañía” (Dei Verbum,
2).
Los Magos de Oriente llevan en sí esa fuerza interior de la Epifanía. Les
permite reconocer al Mesías en el Niño que yace en el pesebre. Esta fuerza les
manda postrarse ante Él y ofrecerle los dones: oro, incienso y mirra (cf. Mt
2,11).
Los Magos son, al mismo tiempo, un anuncio de que la
fuerza interior de la
Epifanía se difundirá ampliamente entre los pueblos de la
tierra.
Dice el Profeta: “Entonces lo verás, radiante de
alegría;/ tu corazón se asombrará, se ensanchará,/ cuando vuelquen sobre ti los
tesoros del mar,/ y te traigan las riquezas de los pueblos” (Is 60,5).
6.
Nuestra vida es una peregrinación exterior e
interior: pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas.
o
Para abandonar los propios proyectos y dejarse
conducir por un camino desconocido. Herodes estaba atenazado por el miedo de
perder el poder que le proporcionaba la ilusión de vivir.
·
También en nuestro caso, como en el de los
Magos, a veces el camino es luminoso y sereno (se ve la
estrella); otras veces es difícil y oscuro: también en este
caso hemos de continuar como ellos, pidiendo un consejo o una información, si
hiciese falta; no podemos desalentarnos; así se explica S. Pablo: “Él hizo, de
un solo hombre, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de
la tierra. Y fijó las edades de su historia y los límites de los lugares en que
los hombres habían de vivir, para que buscasen a Dios, a ver si al menos a tientas lo encontraban, aunque no está lejos
de cada uno de nosotros ...” (Hechos 17,
26-27).
·
En cualquier caso, pedimos al Señor que nos haga
encontrar las señales justas ... ¡también en esto es
importante el problema de la señalización!: encontrar nuestra
estrella.
·
Omelie – Temi predicazioni, n. 107 Nuova serie,
Epifania, p. 182: “Las lecturas de hoy nos indican
una condición para que el encuentro con Cristo sea posible:
abandonar los propios proyectos y dejarse conducir por un camino desconocido.
Los sabios de Jerusalén no admitían que sus propios ideales fueran
trastornados. No podían aceptar la pobreza y la humildad de Belén. Y Herodes estaba atenazado por el
miedo de perder el poder, que le proporcionaba la ilusión de vivir”.
o
La tragedia de quien no descubre el sentido
profundo de la vida por medio de las señales oportunas. ¡El problema de la
señalización!, encontrar nuestra estrella.
§ St.Exupéry:
«Trabajan con tedio. // No les
falta nada//salvo el nudo divino//que une las cosas».
a)
Dios se revela a
nosotros también con hechos más o menos extraordinarios. Así lo dice San
Pablo: “El mismo Dios que
mandó: «Del seno de las tinieblas brille la luz», hizo brillar la luz en
nuestros corazones, para que irradien el conocimiento de la gloria de Dios que
está en el rostro de Cristo” (2 Cor 4,6). Sucede todas las veces en las
que “por un misterioso encuentro entre
la acción de Dios y nuestra libertad, se enciende dentro de nosotros una luz y
por medio de esa luz «reconocemos» a Jesucristo” (cfr. Raniero Canalamessa, La
parola e la vita, Anno C, Città Nuova 1996, pp. 61-62).
b)
Encontramos a
Jesús en nuestro corazón:
·
Cuando nos hemos
impuesto una privación, para obedecer al Evangelio o a nuestra
conciencia;
·
Cuando hemos
vuelto a rezar después de mucho tiempo;
·
Cuando frecuentamos
los sacramentos, leemos la Palabra de Dios, nos preocupamos por el prójimo (que
son los tres lugares de encuentro con Cristo);
·
Cuando
santificamos nuestra vida ordinaria (el trabajo, las relaciones sociales, la
vida familiar, las diversiones, etc.).
c)
También en
nuestro caso, como en el de los Magos, a veces el camino es luminoso y sereno
(se
ve la estrella); otras veces
es difícil y oscuro: también en este caso hemos de continuar como ellos,
pidiendo un consejo o una información, si hiciese falta; no podemos
desalentarnos; así se explica S. Pablo: “Él hizo, de un solo hombre, todo el
linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra. Y fijó las
edades de su historia y los límites de los lugares en que los hombres habían de
vivir, para que buscasen a Dios, a ver si al menos a tientas
los encontraban, aunque no está lejos de cada uno de nosotros .....” (Hechos
17, 26-27).
d)
En cualquier
caso, pedimos al Señor que nos haga encontrar las señales justas .... ¡también
en
esto es importante el problema
de la señalización!: encontrar nuestra estrella. El escritor St. Exupéry,
hablaba de la tragedia de quien no descubre el sentido profundo de la vida, que
deseamos encontrar todos por medio de las señales oportunas:
«
Trabajan con tedio. // No les falta nada// salvo el nudo divino // que une las
cosas.»
7.
Junto a la peregrinación exterior, los Magos
hicieron un camino espiritual que tiene dos aspectos.
Cfr. Juan Pablo
II, Homilía en la Epifanía
del 2001, clausura del grande Jubileo del año 2000.
v
Primer aspecto: cuando se encuentra a Cristo hay
que saber detenerse y gozar la alegría de su intimidad.
·
“El relato de los Magos puede, en cierto
sentido, indicarnos un camino espiritual. Ante todo ellos nos
dicen que, cuando se encuentra a Cristo, es necesario saber
detenerse y vivir profundamente la alegría de la intimidad con Él.
"Entraron en la casa, vieron al niño con María su Madre y, postrándose, lo
adoraron": sus vidas habían sido entregadas ya para siempre a aquella
Criatura por la cual habían afrontado las asperezas del viaje y las insidias de
los hombres. El cristianismo nace, y se regenera continuamente, a partir de
esta contemplación de la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo.
·
Un rostro para contemplar, casi vislumbrando en sus
ojos los "rasgos" del Padre y dejándose envolver
por el amor del Espíritu. La gran peregrinación jubilar nos
ha recordado esta dimensión trinitaria fundamental de la vida cristiana: en
Cristo encontramos también al Padre y al Espíritu. La Trinidad es el origen y
el culmen. Todo parte de la
Trinidad , todo vuelve a la Trinidad.
o
La contemplación del rostro de Cristo se centra
sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura.
“La
contemplación del rostro de Cristo se centra sobre todo en lo que de él dice la Sagrada Escritura
que, desde el principio hasta el final, está impregnada de este misterio,
señalado oscuramente en el Antiguo Testamento y revelado plenamente en el
Nuevo, hasta el punto que san Jerónimo afirma con vigor: « Ignorar las
Escrituras es ignorar a Cristo mismo » (« Ignoratio
enim Scripturarum ignoratio Christi est »: Comm. in Is., Prol.: PL
24, 17). Teniendo como fundamento la Escritura ,
nos abrimos a la acción del Espíritu (cf. Jn
15,26), que es el origen de aquellos escritos, y, a la vez, al testimonio de los Apóstoles (cf. ibíd., 27), que tuvieron la experiencia
viva de Cristo, la Palabra
de vida, lo vieron con sus ojos, lo escucharon con sus oídos y lo tocaron con
sus manos (cf. 1 Juan 1,1).
Lo
que nos ha llegado por medio de ellos es una visión de fe, basada en un
testimonio histórico preciso. Es un testimonio verdadero que los Evangelios, no
obstante su compleja redacción y con una intención primordialmente catequética,
nos transmitieron de una manera plenamente comprensible. (Cf. Conc. Ecum. Vat.
II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la
divina revelación, n. 19).”
v
Segundo aspecto: después hay que reemprender el
camino, para anunciar al Señor siendo sus testigos.
·
“Y, no obstante, como sucedió a los Magos, esta
inmersión en la contemplación del misterio no
impide caminar, antes bien obliga a reemprender un nuevo
tramo de camino, en el cual nos convertimos en anunciadores y testigos.
"Volvieron a su país por otro camino". Los Magos fueron en cierta
manera los primeros misioneros. El encuentro con Cristo no los bloqueó en
Belén, sino que les impulso nuevamente a recorrer los caminos del mundo. Es
necesario volver a comenzar desde Cristo, y por tanto, desde la Trinidad.
·
”Es necesario "recomenzar desde
Cristo", con el impulso de Pentecostés, con entusiasmo renovado.
Recomenzar desde Él ante todo en el compromiso cotidiano por
la santidad, poniéndonos en actitud de oración y de escucha de su palabra.
Recomenzar también desde Él para testimoniar el Amor mediante la práctica de
una vida cristiana marcada por la comunión, por la caridad, por el testimonio
en el mundo”.
Vida
Cristiana
[1] Nota de la redacción de Vida Cristiana. “La reina de Saba que
busca la sabiduría en la Jerusalén de Salomón y los Magos medos o de
Mesopotamia que se dirigen a la ciudad santa en búsqueda de un re-salvador son
dos personificaciones de la ansia eterna del hombre que sólo en Dios puede
encontrar la paz. El mismo cosmos, en su silencioso lenguaje (Salmo 19) es la primera guía en la búsqueda. He aquí,
en efecto, la estrella que tanta
importancia ha tenido en las especulaciones de los exégetas-astrónomos. Esta
guía luminosa, presente frecuentemente como motivo legendario en los anuncios
greco-romanos de nacimientos imperiales o excepcionales (Alejandro Magno, Mitrídates,
Rey del Ponto, Augusto), tiene un significado preciso en la Biblia”. (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno
C, Piemme p. 53).
“La estrella se convierte
cada vez más en símbolo del rey
mesiánico y el Apocalipsis llama a Cristo “la estrella de la mañana” (2,28;
22,16). En efecto, la luz es telón de fondo de toda aparición mesiánica, como
canta Isaías en su espléndido himno a Emanuel: «El pueblo que andaba a oscuras
vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre
ellos». La luz cancela las tinieblas,
símbolo de la nada (Génesis 1,2) y de la muerte, y da inicio a una nueva
creación”. (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme p. 53).
“La tradición cristiana de
la Epifanía se articula a la luz de la estrella, pero no buscando una precisa
colocación en los sistemas estelares sino más bien exaltando su valor de “luz”,
símbolo clásico de Dios. La misma fecha de la Navidad, el 25 de diciembre, como
es sabido fue elegida precisamente porque era la fiesta pagana del dios Sol. El solsticio de invierno
señalaba el inicio de la grande
ascensión de la luz solar, antes humillada en la oscuridad invernal. En
una estupenda homilía griega atribuida erróneamente a san Juan Crisóstomo,
grande Padre de la Iglesia de Capadocia, leemos este bello párrafo: «Después de
la fría estación invernal resplandece la luz de la templada primavera, la
tierra germina y reverdece la hierba, se adornan los Ramos de nuevos brotes y
el aire comienza a iluminarse por el
esplendor del sol. Pero para nosotros hay una primavera celeste, es Cristo que
surge como un sol del regazo de la Virgen. Él ha puesto en fuga las nubes
borrascosas del diablo y ha despertado a la los somnolientos corazones de los
hombres disolviendo con sus rayos la niebla de la ignorancia». (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno
C, Piemme p. 56).
“La sociedad actual busca
las luces resplandecientes de la publicidad natalicia, las cenas de la nochevieja, las apariencias resplandecientes
del consumismo; el cristiano sabe dónde encontrar la verdadera luz, su sol, su
estrella. Cuando en Roma …. por el nacimiento del dios Sol en diciembre se
encendían en la noche fuegos de alegría, cuando el pueblo se prostraba hacia el
sol que surgía al amanecer, la Iglesia
se reunía para celebrar la manifestación del verdadero sol, Cristo. «Alegrémonos
también nosotros - exhortaba san Agustín -
y dejemos que los paganos exulten: ya que este día para nosotros es
santificado no por el sol visible sino por su invisible Creador». (Gianfranco
Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme
p. 56).
[2] Números 24, 17: Lo veo,
aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una
estrella, un cetro surge de Israel.
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