[Chiesa/Omelie
1/Famiglia/CFamilia18ConvivenciaFamiliar)
Ø Fiesta de
la S. Familia (30 de diciembre de 2018) Año C.
v
Cfr. Fiesta de la S. Familia
30 de diciembre
de 2018, Año C
Eclesiástico (Siracida) 3,3-7.
14-17; Colosenses 3,12-21; Lucas 2,
41-52
Lucas, 2, 41-52: 41
Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. 42 Cuando
tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta 43 y, al volverse, pasados los días,
el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo advirtiesen su padres. 44 Suponiendo que iba en la
caravana, hicieron un día de camino buscándolo
entre los parientes y conocidos; 45 y
al no encontrarlo, volvieron a Jerusalén
en su busca. 46 Y al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en
medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles; 47 todos los que le
oían, quedaban admirados de su sabiduría
y de sus respuestas. 48 Al verlo se maravillaron , y su madre le dijo:
«Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que
tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.» 49 Y él les dijo: «¿Por qué
me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo esté en las cosas de mi
Padre?» 50 Pero ellos no comprendieron
lo que les dijo. 51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Su
madre conservaba todas estas cosas en su corazón. 52 Jesús crecía en
sabiduría, en edad y en gracia ante Dios
y ante los hombres.
Colosenses 3,
12-21: Hermanos:
12 como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable,
bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. 13 Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. 14 Y por encima
de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. 15 Que la paz de Cristo reine en vuestro
corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. Sed también
agradecidos. 16 La Palabra de Cristo
habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con
salmos, himnos y cánticos inspirados. 17 Y todo lo que de palabra o de obra
realicéis, sea todo en nombre de Jesús,
dando gracias a Dios Padre por medio de él. 18 Mujeres, sed sumisas a vuestros
maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no
seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso
agrada al Señor. 21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan
el ánimo.
LA CONVIVENCIA FAMILIAR
El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo …
Que la paz de Cristo reine
en vuestro corazón …
La Palabra de Cristo
habite entre vosotros en toda su riqueza …
Sea todo en nombre de
Jesús …
A.
Algunos
datos que nos da el Evangelio
El Evangelio da
varios datos que configuran la familia cristiana. Comunión en el amor («Te
buscábamos angustiados»).
Unidos en la prueba (desandan el camino para la búsqueda del Niño).
Cumplimiento del deber religioso (el hecho de subir a celebrar la Pascua y
las palabras de Cristo «no sabíais que debo ocuparme en las cosas de
mi Padre») y escuela de realización personal («Jesús iba creciendo en
sabiduría y gracia ante Dios y ante los hombres»).
B. La convivencia en la familia se construye si todos
los miembros de la familia procuramos tener los mismos sentimientos que Cristo.
·
La convivencia se construye si todos procuramos tener los mismos
sentimientos que Cristo y somos
compasivos,
magnánimos, humildes, afables y pacientes. Refiriéndose no ya solamente a la
sociedad en general, sino a la familia en particular, Pablo se dirige a las mujeres y a los maridos,
a los padres y a los hijos, y les anima a vivir según conviene "en el
Señor". Aunque en el pensamiento de Pablo podamos encontrar ideas que
corresponden a la concepción del matrimonio de su tiempo, encontramos aquí el
nuevo espíritu de la fraternidad cristiana. Pablo señala no sólo los deberes de
la mujer hacia el marido sino también los deberes del marido respecto a su
mujer y de los padres respecto a sus hijos respecto a los padres.
C.
Un hecho dramático
·
Con ocasión
de la lectura del Evangelio que se ha leído hoy, podemos meditar sobre un hecho
que se
puede calificar como dramático: un niño se
pierde ... los padres lógicamente se
angustian. Y cuando encuentran al niño, ellos le preguntan: «Hijo, ¿por qué nos
has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos.». Y Jesús
les respondió: : «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es necesario que yo
esté en las cosas de mi Padre?».
·
Jesús
tenía doce años. A esta edad los hebreos celebraban lo que hoy los israelitas
llaman el «bar-
mitzvah», es decir llegaban a la mayoría
de edad y, por tanto, en el caso de los varones, a la plenitud de la
responsabilidad en relación con la Ley y
la religión.
v
Jesús deja entrever su consagración total a la
misión encomendada por su Padre, y la Virgen conservaba cuidadosamente todas
las cosas en su corazón.
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 534: El hallazgo de Jesús en el
Templo (Cf Lc 2, 41-52) es el
único suceso que rompe el silencio de los Evangelios
sobre los años ocultos de Jesús. Jesús deja entrever en ello el misterio de su consagración total a
una misión derivada de su filiación divina: «¿No sabíais que me debo a los
asuntos de mi Padre?» María y José «no
comprendieron» esta palabra, pero la acogieron en la fe, y María «conservaba
cuidadosamente todas las cosas en su corazón», a lo largo de todos los años en
que Jesús permaneció oculto en el silencio de una vida ordinaria.
·
CEC n. 583: (…) A la edad de doce años, decidió quedarse en el
Templo para recordar a sus padres que
se debía a los asuntos de su
Padre (Cf Lc 2, 46-49). (…)
v
Y nos dice el Evangelio que «ellos no comprendieron lo que les dijo»
o
No debe maravillarnos el que María y José no
comprendieran las palabras de Jesús.
a)
porque Dios en su revelación sigue el método
pedagógico de la gradualidad; su fe no estaba privada de
la oscuridad;
b)
porque
el hecho de no comprender no quiere decir que no aceptaban las palabras de
Jesús;
c)
porque
también su fe debía seguir el proceso del descubrimiento y la profundización progresivos;
Cfr. CEC n. 534: (…) María y José «no comprendieron» esta palabra, pero la
acogieron en la fe, y María «conservaba cuidadosamente todas las cosas en su
corazón», a lo largo de todos los años en que Jesús permaneció oculto en el
silencio de una vida ordinaria.
d) Cuando
Jesús se pondrá al servicio de Dios más adelante (cfr. Juan 7,5; Marcos 3,
21,31), deberá superar los contrastes con sus parientes.
e) El mismo
evangelio nos dice que, después «su madre conservaba todas estas cosas en su corazón». Seguramente ha entendido que no puede
considerar a su hijo como posesión suya, sino como un don con quien debe
colaborar en el cumplimiento de su misión.
D.
Jesús tiene deberes particulares que cumplir en cuanto Hijo de Dios: debe
seguir su vocación
a)
Jesús
estaba sometido a sus padres (lo dice el Evangelio), pero, al mismo tiempo,
tenía deberes
particulares
en cuanto Hijo de Dios.
b)
Si
los hijos deben acoger con respeto y devoción a sus padres, éstos deben saber
que sus hijos tienen una
vocación, una
llamada personal de Dios, que cada hijo deben descubrir, y el cometido de los
padres es ayudar a los hijos a descubrir su vocación. Es justo que los padres
piensen en el futuro de los hijos, pero dejándoles libres para que busquen lo
que el Señor quiere de ellos.
c) En la familia cristiana los padres no consideran a los
hijos como su propiedad.
E.
El deber específico de los padres cristianos con
referencia a los hijos: «introducirlos progresivamente al descubrimiento del
misterio de Dios» (Familiaris consortio, 60)
·
60. En virtud de su dignidad y
misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar
a sus hijos en la plegaria,
de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del
coloquio personal con Él: «Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con
la gracia y los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos
aprendan desde los primeros años a conocer y a adorar a Dios y a amar al
prójimo según la fe recibida en el bautismo». ( Conc. Ecum. Vat. II,
Decl. sobre la educación cristiana de la juventud Gravissimum educationis, 3; cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Catechesi tradendae, 36: AAS 71 (1979), 1308.)
v
El contenido de la educación cristiana
·
“El Concilio
Vaticano II precisa así el contenido de la educación cristiana: «La cual no
persigue
solamente la madurez propia
de la persona humana... sino que busca, sobre todo, que los bautizados se hagan
más conscientes cada día del don recibido de la fe, mientras se inician
gradualmente en el conocimiento del misterio de la salvación; aprendan a adorar
a Dios Padre en espíritu y en verdad (cf. Jn
4, 23), ante todo en la acción litúrgica, formándose para vivir según el hombre
nuevo en justicia y santidad de verdad (Ef
4, 22-24), y así lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud de
Cristo (cf. Ef 4, 13), y contribuyan
al crecimiento del Cuerpo místico. Conscientes, además, de su vocación,
acostúmbrense a dar testimonio de la esperanza que hay en ellos (cf. 1 Pe 3, 15) y a ayudar a la
configuración cristiana del mundo».( Cfr. Conc. Ecum. Vat. II, Decl. sobre
la educación cristiana de la juventud Gravissimum
educationis, 2.)” (Familiaris consortio, 39,
2)
v
Los padres llegan a ser plenamente padres cuando
generan a la vida cristiana
·
“En virtud del
ministerio de la educación los padres, mediante el testimonio de su vida, son
los primeros
mensajeros del Evangelio ante los hijos. Es más,
rezando con los hijos, dedicándose con ellos a la lectura de la Palabra de Dios
e introduciéndolos en la intimidad del Cuerpo —eucarístico y eclesial— de
Cristo mediante la iniciación cristiana, llegan a ser plenamente padres, es
decir engendradores no sólo de la vida corporal, sino también de aquella que,
mediante la renovación del Espíritu, brota de la Cruz y Resurrección de Cristo.
(Familiaris consortio, 39,4)”
F.
Un hecho histórico
·
«Nuestra juventud
es decadente e indisciplinada. Los hijos no escuchan ya los consejos de los
mayores. El fin de los
tiempos está próximo».
- La frase no procede de un autor de nuestra era, sino de un anónimo
caldeo del 2000 a.C.
Vida Cristiana
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