sábado, 13 de octubre de 2018

Escuela de oración. Apertura del curso 2018 / 2019 el 24/10/2018 a las 20:30h





PRESENTACIÓN ESCUELA DE ORACION 2018-19 (OBJETIVOS)



 El valor de la vida espiritual

A un maestro en oración le preguntaron por que se necesitaba orar.
El maestro respondió: para poder apreciar las cosas que solo se ven con el corazón . Las estrellas no se ven durante el día, pero eso no significa que no existan. En la leche hay mantequilla pero ¿cómo adivinarlo solo con verla?. Para obtener mantequilla hay que batir la leche en un lugar fresco. Así para llegar a la visión de Dios hay que practicar ciertas disciplinas, para verle no basta con desearlo. A Dios solo se llega cuando le preparamos el camino para que El se manifieste.


         La realidad transparenta al Señor pero hay que estar despiertos y preparados para contemplar su presencia.

¿Por qué orar?, indudablemente la oración aporta paz y equilibrio en nuestra vida.

En primer lugar  la oración agrada a Dios y es una forma de servirle, “Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día”, (Lucas 2, 36-37); es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la Iglesia primitiva, “Muy de madrugada, cuando todo estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario donde se puso a orar” (Marcos 1,35); “Todos en un mismo espíritu se dedicaban a la oración junto con las mujeres, con los hermanos de Jesús y su madre María” ( Hechos 1,14). Además tenemos su promesa de que “La oración ferviente del justo puede lograr mucho” (Santiago 5).

El ritmo de la vida lleno a veces de superficialidad, prisa y tensión nos conduce a la ansiedad y la dispersión mental, de manera que puede haber momentos en los que nos encontremos perdidos y solos, sin estabilidad emocional y doloridos por las heridas de la vida, preocupados por lo material pero sin necesidad de cultivar nuestra interioridad, sin dimensión espiritual porque además muchas veces no sabemos como ni donde encontrarla.

Recogemos algunas definiciones de  santos  sobre la oración:

Ø  Sor Lucia de Fátima: “En la oración recibirás fuerza y luz. Nunca consideres mal gastado el tiempo que emplees en la oración. La causa del mal que hay en el mundo y de la tristeza de muchas personas proviene de la falta de oración”.

Ø  San Claudio de La Colombiére: “Cuenta tus penas a Jesucristo, que esta siempre cerca de ti”.


Ø  San José de Calasanz: “Sin la oración no se puede estar bien con Dios, porque es tan necesaria a la persona interior como el alimento corporal a la persona exterior”.

Ø  San Juan Bautista de la Salle: “La oración ha de ser tu principal apoyo, no la dejes nunca.

Ø  San Bernardo: “La oración nunca es infructuosa”.

      La Biblia es la historia del Pueblo de Dios y también nuestra propia historia.
Como en la Biblia, personalmente todos atravesamos un exilio, un desierto y este desierto es la vida misma que indudablemente nos  proporciona alegrías pero también un caminar fatigoso ante las dificultades.

Por eso Jesús habla tanto de la Paz y nos dice: “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré” (Mt. 11, 28).

La humanidad ha necesitado y necesitará siempre encauzar el dolor y Jesús se encarnó para dar sentido al sufrimiento.
           
El papa Francisco en su encíclica Evangelii Gaudium nos dice:

Ø  “En la sociedad, incluso en los mas incrédulos existe una espera por conocer la verdad sobre Dios, sobre el hombre y sobre el camino que lleva a la liberación del pecado y de la muerte”.

Ø  “Cristo siempre es joven, la propuesta cristiana nunca envejece”. 

Ø  “El evangelio es el mensaje mas hermoso que tiene este mundo”.

            El cristiano sabe de la importancia de la oración y de cómo reconforta el alma, en definitiva es la necesidad que el ser humano tiene de mantener el diálogo con su Creador como fuente de esperanza.

            Nuestra aportación en esta “Escuela de Oración” es la de ofrecer un método, si es que la oración se puede encasillar,  pues todos sabemos que la oración es gracia y el Señor lleva a cada persona por el camino que cree mas conveniente, las personas maduran espiritualmente en diferentes grados y al ritmo que el Señor considera.

            Hay quienes ni siquiera creen en los métodos, pero quizás lo que no se podría discutir es que ciertas disposiciones para orar no sobran y nos ayudarían a adquirir el hábito de la oración, pues todo aprendizaje conlleva una práctica, una disciplina, una ascesis.

            La escuela pretende ofrecer  unas pautas para orar: Leer de forma asidua lecturas bíblicas; reflexionar sobre textos del gran  patrimonio espiritual que nos han dejado grandes santos o grandes maestros de oración; suscitar la búsqueda del silencio exterior e interior; curar las heridas de la vida y por ultimo y como fin, darse a los demás, despertar la compasión con cada persona con la que nos cruzamos porque seguramente todo el mundo libra una dura batalla.
           
En los últimos años la escuela viene apoyándose, como un pilar importante, en los cuentos con valores o narraciones que dejen un mensaje, una lección de vida ya que la parábola o el cuento es una forma de aprender rápida, el cuento capta la atención inmediata del oyente, las palabras “erase una vez”, en un país lejano…, atraen la escucha inmediata, el cuento es un medio lúdico y muy moralizante.

A continuación describimos las etapas de la Escuela para este “curso” 2018-2019

ESTRUCTURA DE LA ESCUELA

                                              
1ª ETAPA

Personas orantes. Búsqueda del silencio

                                                                      
2ª ETAPA

El abandono. Sanar las heridas de la vida. Pacificación


3ª ETAPA

La entrega a los hermanos. Desarrollo de las virtudes.



Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Año B (2018). La Palabra de Dios.

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Ø Domingo 28 del Tiempo Ordinario, Año B (2018). La Palabra de Dios. La verdadera riqueza del cristiano es la Palabra de Dios. “Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios” (Benedicto XVI, “Porta fidei”, 3). Nacemos de nuevo “por medio de la palabra de Dios viva y verdadera.”. El Espíritu Santo es quien constituye a los bautizados en hijos de Dios y, al mismo tiempo, en miembros del Cuerpo de Cristo.


2ª Lectura , Hebreos 4, 12-13: “12 Ciertamente, la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que un espada de doble filo: penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. 13 No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de rendir cuenta”.
Marcos 10, 17-30: 17 Cuando salía para ponerse en camino, vino uno corriendo y, arrodillado ante él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? 18 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno, Dios. 19 Ya conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, no defraudarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre. 20 El respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi adolescencia. 21 Y Jesús, fijando en él su mirada, se prendó de él y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme. 22 Pero él, afligido por estas palabras, se marchó triste, pues tenía muchos bienes. 23 Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos quedaron impresionados por sus palabras. Y hablándoles de nuevo, dijo: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! 25 Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios. 26 Y ellos se asombraban aún más diciéndose unos a otros: Entonces, ¿quién podrá salvarse? 27 Jesús, fijándose en ellos, dijo: Para los hombres esto es imposible, pero no para Dios; pues para Dios todo es posible. 28 Comenzó Pedro a decirle: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. 29 Jesús respondió: En verdad os digo que no hay nadie que habiendo dejado casa, hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o campos por mí y por el Evangelio, 30 no reciba en esta vida cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y, en el siglo venidero, la vida eterna.

Mirad que habéis vuelto a nacer, por medio de la palabra de Dios,
viva y verdadera
(1 Pedro 1, 23)
Ciertamente, la palabra de Dios es viva y eficaz
 (Hebreos 4, 12, 2ª Lectura de hoy)
Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra Dios y la guardan
(Lucas 11, 28)

v  Cfr. Domingo 28 del Tiempo Ordinario, año B.

14 de octubre de 2018
Sabiduría 7, 7-11; Salmo 89, 12-17; Hebreos 4, 12-13; Marcos 10, 17-30

1.    La verdadera riqueza del cristiano es la Palabra de Dios. (2ª  Lectura)


v  Hemos vuelto a nacer por medio de la palabra de Dios viva y verdadera.

  • 1 Pedro 1, 23: “Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una
inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y verdadera” [1].
  • Juan Pablo II, Christifideles laici, 11: San Pedro “designa a los cristianos como aquellos que «no
han sido reengendrados de un germen corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente» (1 Pedro 1,23).

§  Cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída a orillas del río Jordán
Por el santo Bautismo somos hechos hijos de Dios en su Unigénito Hijo, Cristo Jesús. Al salir de las aguas de la sagrada fuente, cada cristiano vuelve a escuchar la voz que un día fue oída a orillas del río Jordán: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Lucas 3,22); y entiende que ha sido asociado al Hijo predilecto, llegando a ser hijo adoptivo (cf. Gálatas 4,4-7) y hermano de Cristo. Se cumple así en la historia de cada uno el eterno designio del Padre: «a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el primogénito entre muchos hermanos» (cf.  Romanos  8; Romanos 29).
§  El Espíritu Santo es quien constituye a los bautizados en hijos de Dios y, al mismo tiempo, en miembros del Cuerpo de Cristo.
El Espíritu Santo es quien constituye a los bautizados en hijos de Dios y, al mismo tiempo, en miembros del Cuerpo de Cristo. Lo recuerda Pablo a los cristianos de Corinto: «En un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo» (1Corintios 12,13); de modo tal que el apóstol puede decir a los fieles laicos: «Ahora bien, vosotros sois el Cuerpo de Cristo y sus miembros, cada uno por su parte» (1Corintios 12,27); «La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo» (Gálatas 4,6 cf.  Romanos 8,15-16).
§  Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios.
  • Benedicto XVI, Porta fidei, n. 3:  “Debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos
con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos (cfr. Juan 6, 51). Creer en Jesucristo es el camino para poder llegar de modo definitivo a la salvación”. Ningún texto de espiritualidad alcanza la riqueza de la Escritura.
§  Que cada jornada nuestra esté marcada por el encuentro renovado con Cristo, Verbo del Padre hecho carne. Meditemos sobre la Palabra de Dios.
  • Benedicto XVI, Verbum Domini, 124: Así pues, que cada jornada nuestra esté marcada por
el encuentro renovado con Cristo, Verbo del Padre hecho carne. Él está en el principio y en el fin, y «todo se mantiene en él» (Colosenses 1,17). Hagamos silencio para escuchar la Palabra de Dios y meditarla, para que ella, por la acción eficaz del Espíritu Santo, siga morando, viviendo y hablándonos a lo largo de todos los días de nuestra vida. De este modo, la Iglesia se renueva y rejuvenece siempre gracias a la Palabra del Señor que permanece eternamente (cf. 1Pedro1,25 Isaías 40,8). Y también nosotros podemos entrar así en el gran diálogo nupcial con que se cierra la Sagrada Escritura: «El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven!”. Y el que oiga, diga: “¡Ven!”... Dice el que da testimonio de todo esto: “Sí, vengo pronto”. ¡Amen! “Ven, Señor Jesús”» (Apocalipsis 22,17.20).

o   Ningún texto de espiritualidad o de literatura puede alcanzar el valor y la riqueza contenida en la Sagrada Escritura

Cfr. Benedicto XVI, Exhortación apostólica  Verbum Domini (30 septiembre 2010)
  • n. 69: “«Ningún texto de espiritualidad o de literatura puede alcanzar el valor y la riqueza
contenida en la Sagrada Escritura, que es Palabra de Dios».
  • n. 107: «El Señor ensalza la sencillez de corazón de quien reconoce a Dios como la verdadera
riqueza, pone en Él la propia esperanza, y no en los bienes de este mundo».

v  La Palabra de Dios es eficaz (v. 12).

Cfr. Temi di Predicazione – Omelie, Editrice Domenicana Italiana 5/2012, Domenica 28, pp. 15-16

            La verdadera riqueza del cristiano, según la Carta a los Hebreos, es la Palabra de Dios, porque es una llamada a la comunión con quien habla, que es Dios mismo. 
Es eficaz, como ya había anunciado el profeta Isaías (55,11):  “así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié”.
Así lo repitió san Pablo en su 1ª Carta a los Tesalonicenses (2, 13): “ Damos gracias a Dios sin cesar, porque cuando recibisteis la palabra que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino como lo que es en verdad, palabra divina, que actúa eficazmente en vosotros los creyentes”.

v  Es cortante como una espada de doble filo (v. 12).

Cfr. Temi di Predicazione – Omelie, Editrice Domenicana Italiana 5/2012, Domenica 28, pp. 15-16
Al hombre que está atenazado sobre todo por las falsas preocupaciones que proceden de la avidez o ansia del dinero, el Señor le regala como un instrumento para discernir y orientarse sobre los verdaderos valores de la vida. 

2. La Palabra de Dios crea comunión, con Dios y entre los creyentes y es fuente de alegría.

  • 1 Juan 1, 2-3: "Os anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre y se nos manifestó: lo
que hemos visto y oído os lo anunciamos a vosotros, a fin de que viváis también en comunión con nosotros, y esta comunión nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo" (1 Juan., 1, 2-3).

v  El sacerdote - ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del Reino y para conducir a los creyentes a la comunión con Dios -, debe ser el primero en cultivar una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios.

Cfr. Benedicto XVI, Exhortación apostólica  Verbum Domini (30 septiembre 2010)

  • n. 80 Respecto a los sacerdotes, quisiera también remitirme a las palabras del Papa Juan Pablo II, el
cual, en la Exhortación apostólica postsinodal «Pastores dabo vobis», ha recordado que «el sacerdote es, ante todo, ministro de la Palabra de Dios; es el ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del Reino, llamando a cada hombre a la obediencia de la fe y conduciendo a los creyentes a un conocimiento y comunión cada vez más profundos del misterio de Dios, revelado y comunicado a nosotros en Cristo». Por eso, el sacerdote mismo debe ser el primero en cultivar una gran familiaridad personal con la Palabra de Dios: «no le basta conocer su aspecto lingüístico o exegético, que es también necesario; necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva: “la mente de Cristo” (1 Corintios 2,16)». (n. 26).  Consiguientemente, sus palabras, sus decisiones y sus actitudes han de ser cada vez más una trasparencia, un anuncio y un testimonio del Evangelio; «solamente “permaneciendo” en la Palabra, el sacerdote será perfecto discípulo del Señor; conocerá la verdad y será verdaderamente libre».

o   Una condición indispensable para una fecunda labor pastoral es la relación personal con Cristo.

                           Cfr. Juan Pablo II, Mensaje durante el encuentro con los miembros de la
                         Conferencia Episcopal Polaca,  Varsovia, 11 de junio de 1999.
§  Los pastores deben abrirse a la luz y a la fuerza de la palabra de Dios: quien ha recibido el ministerio de la palabra se convierte en vano  predicador  exterior de la palabra de Dios si no la escucha interiormente.
  • 4.  (…) Una condición indispensable para una fecunda labor pastoral es la relación personal con
Cristo, que se manifiesta ante todo en la oración y en el amor, lleno de espíritu de sacrificio, a la Iglesia, nuestra Madre. «Porque me devora el celo por tu casa, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí» (PS 69,10).
  • 5. En la base de toda renovación está la palabra de Dios, «que tiene poder para construir el edificio y
daros la herencia con todos los santificados» (AC 20,32). Sigue siendo siempre actual la exhortación del concilio ecuménico Vaticano II, según la cual «toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con la sagrada Escritura. En los libros sagrados, el Padre, que está en el cielo, sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos» (Dei Verbum, DV 21).  
A la luz y a la fuerza de la palabra de Dios deben abrirse ante todo los pastores, para que, como recomienda san Agustín, aquel a quien se ha encomendado el santo ministerio de la palabra no se convierta en vano predicador exterior de la palabra de Dios, si no la escucha interiormente (cf. Sermón 179, 1: PL 38, 966). «La palabra de Dios es viva y eficaz» (Hebeos 4,12). Que esa palabra alimente vuestra espiritualidad y se transforme en fuente de un apostolado fecundo, de acuerdo con el principio de santo Tomás: «contemplata aliis tradere». La palabra de Dios es un medio insustituible de salvación para los hombres de todos los tiempos. «Y es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual» (Dei Verbum, DV 21).

v  El anuncio de la Palabra crea comunión y es fuente de alegría. Una alegría profunda que brota del corazón mismo de la vida trinitaria y que se nos comunica en el Hijo.

Cfr. Benedicto XVI, Exhortación apostólica  Verbum Domini (30 septiembre 2010)

o   Una alegría que es un don inefable que el mundo no puede dar. Se pueden organizar fiestas, pero no la alegría. Según la Escritura, la alegría es fruto del Espíritu Santo (cf. Gálatas 5,22)

  • 123  El anuncio de la Palabra crea comunión y es fuente de alegría. Una alegría profunda
que brota del corazón mismo de la vida trinitaria y que se nos comunica en el Hijo. Una alegría que es un don inefable que el mundo no puede dar. Se pueden organizar fiestas, pero no la alegría. Según la Escritura, la alegría es fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22), que nos permite entrar en la Palabra y hacer que la Palabra divina entre en nosotros trayendo frutos de vida eterna. Al anunciar con la fuerza del Espíritu Santo la Palabra de Dios, queremos también comunicar la fuente de la verdadera alegría, no de una alegría superficial y efímera, sino de aquella que brota del ser conscientes de que sólo el Señor Jesús tiene palabras de vida eterna (cf. Juan 6,68).

o   La íntima relación entre la Palabra de Dios y la alegría se manifiesta claramente en la Virgen.

  • 124 Esta íntima relación entre la Palabra de Dios y la alegría se manifiesta claramente en
la Madre de Dios. Recordemos las palabras de santa Isabel: «Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lucas 1,45). María es dichosa porque tiene fe, porque ha creído, y en esta fe ha acogido en el propio seno al Verbo de Dios para entregarlo al mundo. La alegría que recibe de la Palabra se puede extender ahora a todos los que, en la fe, se dejan transformar por la Palabra de Dios. El Evangelio de Lucas nos presenta en dos textos este misterio de escucha y de gozo. Jesús dice: «Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra» (Lucas 8,21). Y, ante la exclamación de una mujer que entre la muchedumbre quiere exaltar el vientre que lo ha llevado y los pechos que lo han criado, Jesús muestra el secreto de la verdadera alegría: «Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen» (Lucas 11,28). Jesús muestra la verdadera grandeza de María, abriendo así también para todos nosotros la posibilidad de esa bienaventuranza que nace de la Palabra acogida y puesta en práctica. Por eso, recuerdo a todos los cristianos que nuestra relación personal y comunitaria con Dios depende del aumento de nuestra familiaridad con la Palabra divina. Finalmente, me dirijo a todos los hombres, también a los que se han alejado de la Iglesia, que han abandonado la fe o que nunca han escuchado el anuncio de salvación. A cada uno de ellos, el Señor les dice: «Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos» (Apocalipsis 3,20).

v  Por la revelación, Dios invisible (cf. Colosenses, 1, 15; 1 Timoteo, 1, 17), movido por su gran amor, habla a los hombres como amigos.

o   Cfr. Conc. Vaticano II, const. «Dei Verbum».


2. Quiso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef., 1, 9), mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf. Ef., 2, 18; 1 Pe., 1, 4). Así, pues, por esta revelación Dios invisible (cf. Col., 1, 15; 1 Tim., 1, 17), movido por su gran amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex., 33, 11; Jn., 15, 14-15) y trata con ellos (cf. Bar., 3, 38), para invitarlos y recibirlos a la comunión con El. Este plan de la revelación se realiza con palabras y hechos intrínsecamente conexos entre sí, de modo que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas. Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación (Cf. Mateo 11, 27; Juan 1, 14 y 17; 14, 6; 17, 1-3; 2 Corintios, 3, 16; 4, 6; Efesios 1, 3-14.).

v  Todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de rendir cuenta.

o   Incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá.

  • Catecismo de la Iglesia Católica, n. 302: (…) Dios guarda y gobierna por su providencia todo
lo que creó, "alcanzando con fuerza de un extremo al otro del mundo y disponiéndolo todo con dulzura" (SG 8,1). Porque "todo está desnudo y patente a sus ojos" (HE 4,13), incluso lo que la acción libre de las criaturas producirá (Cc. Vaticano I: DS 3003).



Vida Cristiana


[1] Cfr. Lumen Gentium, 9: “Pues los que creen en Cristo, renacidos de germen no corruptible, sino incorruptible, por la palabra de Dios vivo (1Pedro 1,23), no de la carne, sino del agua y del Espíritu Santo (Juan 3,5-6), son hechos por fin "linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo de adquisición… que en un tiempo no era pueblo, y ahora pueblo de Dios" (1 Pedro 2,9-10). Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1228: El Bautismo es, pues, un baño de agua en el que la "semilla incorruptible" de la Palabra de Dios produce su efecto vivificador (cf. 1Pedro 1,23 Efesios 5,26). S. Agustín dirá del Bautismo: "Accedit verbum ad elementum, et fit sacramentum" ("Se une la palabra a la materia, y se hace el sacramento", ev. Io. 80,3); n. 2475: Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del Hombre Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad’ (Efesios 4,24). ‘Desechando la mentira’ (Efesios 4,25), deben ‘rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias’ (1Pedro 2,1); n. 2769: En el Bautismo y la Confirmación, la entrega ["traditio"] de la Oración del Señor significa el nuevo nacimiento a la vida divina. Como la oración cristiana es hablar con Dios con la misma Palabra de Dios, "los que son engendrados de nuevo por la Palabra del Dios vivo" (1Pedro 1,23) aprenden a invocar a su Padre con la única Palabra que él escucha siempre. Y pueden hacerlo de ahora en adelante porque el Sello de la Unción del Espíritu Santo ha sido grabado indeleble en sus corazones, sus oídos, sus labios, en todo su ser filial. Por eso, la mayor parte de los comentarios patrísticos del Padre Nuestro están dirigidos a los catecúmenos y a los neófitos. Cuando la Iglesia reza la Oración del Señor, es siempre el Pueblo de los "neófitos" el que ora y obtiene misericordia (cf 1Pedro  2,1-10).

viernes, 12 de octubre de 2018

Llamados a ser evangelio para los pobres: por Santiago Agrelo

A la Iglesia de Dios que peregrina en Tánger: Paz y bien.
Queridos: La Paz y el Bien que con vosotros comparto en el Señor cada vez que os saludo, son el evangelio que deseo reciban también los emigrantes –hombres, mujeres y niños en busca de un futuro mejor- cada vez que se encuentren con nosotros en el camino de la vida.
Sobre ellos, desde que han salido de sus casas, se abatido una ola de violencia, que es institucional antes de ser mafiosa, y que es siempre inhumana si no es simplemente criminal.
En los últimos tiempos, la violencia institucional se ha hecho más arrogante y más cruel, tal vez porque sabe que cuenta ya con el soporte de la aprobación social: En todos los continentes, las sociedades se inclinan sin pudor hacia propuestas políticas egoístas, supremacistas, xenófobas, racistas.
Esas sociedades están cavando la fosa en la que han de ser enterradas.
Todo ello hace ineludible una señal de alarma, una palabra de discernimiento de opciones a la luz de la fe, una palabra de solidaridad con los pobres y de compromiso personal y comunitario en defensa de los derechos de los emigrantes, que por ser personas particularmente vulnerables, han de ser particularmente protegidas.

Grabado a fuego en la conciencia:
Vosotros, que sois de Cristo, recordáis el evangelio que habéis recibido, y el evangelio dice que a nuestro lado, a la puerta de nuestras vidas, no hay sin papeles, no hay ilegales, no hay clandestinos, no hay irregulares; sólo hay alguien a quien hemos de amar como a nosotros mismos.
He dicho “alguien”. Podría haber dicho “otro”, podría decir “personas”, podría decir “emigrantes”; y todas las palabras se me quedarían pobres, pues ninguna guarda memoria de lo que han vivido, de lo que han sufrido, de lo que han perdido esos hermanos que Dios nos ha confiado para que en nosotros encuentren luz, esperanza, ternura y pan.
Para eso hemos nacido, para eso hemos sido ungidos por el Espíritu de Dios, ésa es la misión que el mismo Espíritu nos ha confiado: la de ser buena noticia de Dios para los pobres.
El que llama a mi puerta no es un extraño sino un hermano, y aunque sea otro, no deja de ser yo mismo, pues es mi propia carne.
Y si, para acogerlo y acudirlo, esa identificación del otro conmigo no me pareciese manifiesta, entonces la fe recuerda todavía que a mi puerta está mi hermano mayor, Jesucristo el Señor, en quien creo, en quien espero, a quien amo.
Dichoso quien se apiada del pobre, porque habrá hospedado a Dios en su corazón.

Acerca de Dios y de los pobres:
Esta carta, que quiere ser una llamada al compromiso de todos con los últimos, está dictada por el sufrimiento de los emigrantes y la pasión de Dios en favor de sus hijos pobres.
En torno al sufrimiento de los emigrantes, la información ha levantado un muro de silencio, coronado por una concertina de mentiras y calumnias, crueldad ésta que se añade a la violencia extrema –física y moral- que de forma continuada se ejerce sobre  mujeres, hombres y niños indefensos y vulnerables.
Cuando se dice que las fronteras matan, lo que se quiere decir es que matamos quienes las pretendemos impermeables para los pobres.
Las vallas fronterizas son evidencia de nuestra pretensión de dominio sobre la tierra y sobre los pequeños de la tierra.
Y así, en las vallas de Ceuta y Melilla, las puertas que debieran haber servido para regular y ordenar la entrada de emigrantes en un recinto de serena esperanza, han servido y sirven para perpetrar la iniquidad de las devoluciones en caliente desde territorio español a territorio marroquí.
Las vallas saben de heridas, fracturas, mutilaciones y muertes, todo ello silenciado aceleradamente o falseado interesadamente por los medios de comunicación, de modo que una sociedad desinformada interiorice que en las fronteras no hay emigrantes, no hay violencia contra los emigrantes, no hay sufrimiento de los emigrantes, no hay humanidad vejada y humillada.
A la desinformación, se añadirá la burla atroz y criminal de representar a los emigrantes como mafiosos, como violentos, como vagos, como aprovechados, como ladrones.
Y así, el racismo, la xenofobia, la aporofobia, terminan por ser opciones democráticas, que miden con exactitud la degradación que sufre en nuestras sociedades la humanidad.
Pero, más allá de desinformaciones, representaciones y degradaciones, la realidad es que en la frontera sur de España, en la frontera norte de Marruecos, a la vista de todos en esta Iglesia, los emigrantes están viviendo una tragedia sin fin.
Hace años, a los que esperaban en el bosque de Beliones una oportunidad para pasar a Ceuta, los veíamos dispersos en pequeños grupos a lo largo de la autovía que va del puerto de Tánger a la ciudad autónoma. Allí, a quienes pasaban, y sin que a nadie molestasen y nadie los molestase, pedían la ayuda de una caridad.
Detrás de aquella normalidad rutinaria y serena, había sin embargo mucho sufrimiento, pues aquellos mendigos de color azabache, ya morían en las vallas, ya pasaban frío y hambre en los bosques, ya cargaban sobre los hombros las penalidades de un presente improvisado y la incertidumbre de un futuro imprevisible.
De repente, aquella rutina serena se rompió, y la situación de los inmigrantes se hizo más penosa.
Las razones del cambio habrá que intuirlas, porque nadie las da.
Y lo que se intuye es que Europa paga para que los gendarmes del norte de África mantengan lejos de las fronteras europeas a los pobres que han llagado hasta ellas buscando un espacio de serena libertad.
En ese nuevo contexto institucional, el inmigrante urbano continuó gozando de una cierta tranquilidad; pero los moradores de los bosques sufrieron desde entonces el acoso de las fuerzas del orden, y vieron dificultado en gran manera incluso su acceso a los alimentos necesarios para sobrevivir.
Ahora, desde hace unos meses, la situación ha vuelto a cambiar, y lo ha hecho todavía a peor para la población inmigrante, ya que, en el altar de supuestos intereses europeos, se ha sacrificado el derecho de toda persona a la protección jurídica y social.
Desaparecida la distinción entre emigrantes urbanos y moradores de los bosques, se ha procedido a detenerlos a todos, deportarlos a todos lejos de las fronteras –devolviendo a muchos de ellos a sus países de origen-, y eso se ha hecho con violencia física y moral sobre las personas y con desprecio de sus derechos fundamentales.
Queridos: El que ha puesto la tierra en nuestras manos para que fuésemos continuadores de su obra creadora, no dejará de preguntarnos por lo que hacemos con ella y, sobre todo, no dejará de preguntarnos por lo que hacemos con sus hijos, con nuestros hermanos: “¿Dónde está tu hermano”.
Y no valdrá que respondamos: “No lo sé; ¿soy yo el guardián de mi hermano?”
Lo queramos o no, en la conciencia resonará el eco de la palabra inapelable: “¿Qué has hecho? La sangre de tu hermano me está gritando desde el suelo”.
Los pobres –los oprimidos, los vejados, los últimos- están en el corazón de Dios, y de lo que hay en su corazón habla su palabra:
Cuando haya entre los tuyos un pobre… no endurezcas tu corazón ni cierres tu mano a tu hermano pobre”.
Nunca dejará de haber pobres en la tierra; por eso, yo te mando: Abre tu mano a tu hermano, al indigente, al pobre de tu tierra”.
Hijo, no prives al pobre del sustento, ni seas insensible a los ojos suplicantes. No hagas sufrir al hambriento, ni exasperes al que vive en su miseria… no retardes la ayuda al indigente. No rechaces la súplica del atribulado, ni vuelvas la espalda al pobre. No apartes los ojos del necesitado”.
Dichoso quien se apiada del pobre”.
Y entre los pobres, un lugar del todo especial en el corazón de Dios lo ocupan el huérfano, la viuda y el extranjero:
Dios hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al emigrante dándole pan y vestido”.
Maldito quien viole el derecho del emigrante, del huérfano y de la viuda. Y todo el pueblo dirá: Amén”.
Si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda… entonces habitaré con vosotros en este lugar”.
No oprimáis a viudas y huérfanos, a emigrantes y pobres, y que nadie ande pensando el mal que va a hacer a su prójimo”.
Pero la revelación más desconcertante de la relación de Dios con los pobres la encontramos en el evangelio de Mateo: en los pobres es Cristo quien sale a nuestro encuentro, es Cristo quien tiene hambre y sed, es Cristo quien es extranjero, es Cristo quien se encuentra desnudo, o enfermo, o encarcelado; es Cristo quien es presa de los ricos; es Cristo el pobre al que los ricos aborrecen.

Acerca de los pobres y de la Iglesia:
La Iglesia es un cuerpo, el cuerpo de Cristo, y, en Cristo, también ella fue ungida por el Espíritu Santo y enviada a evangelizar a los pobres.
Por si alguno sintiese la tentación de espiritualizar esa misión, y por evangelizar entendiese algo así como adoctrinar al personal para que sea bueno, enseñar el Catecismo o explicar el Credo o disponer el ánimo para participar en una procesión, será oportuno recordar lo que un sábado, en la sinagoga de Nazaret, Jesús leyó y declaró cumplido.
Esto es lo que leyó:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”.
Y éste es el comentario que hizo:
Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír”.
Leído sin glosa, el texto no deja lugar a espiritualizaciones: El evangelio que hemos de llevar a los pobres está hecho de libertad para cautivos y oprimidos, de luz para ciegos, de gracia de Dios que se ofrece a todos en un año jubilar que no tendrá fin.
Para Jesús y para la Iglesia, ese evangelio es garantía de autenticidad de la misión recibida:
Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados”.
Si ignoramos a los pobres, no sólo olvidamos la misión que hemos recibido, sino que ignoramos también y olvidamos –aunque no la podamos borrar- la unción del Espíritu que nos ha hecho “de Cristo”.
Si ignoramos a los pobres, no somos el cuerpo de Cristo.
Si ignoramos a los pobres, no somos de Cristo.
La encarnación del Hijo de Dios evidencia la opción de Dios por los pobres: Se fijó en ellos, vio su opresión, y bajó a liberarlos. Es como si el hombre fuese lo absoluto de Dios.
Y es el mismo Dios quien nos invita a que hagamos nuestra su opción.
Esa opción nos hará frágiles como los pobres, vulnerables como ellos, despreciados como ellos, señalados como ellos, odiados como ellos, perseguidos como ellos.
Y sólo si somos “como ellos” –sólo si somos pobres- podremos ser también buena noticia para ellos.
A la Iglesia de Cristo, o se la encuentra entre los pobres, o no se la encuentra de ninguna manera.

Acerca de Cristo y de la Iglesia:
A los hijos de la Iglesia, como a su único Hijo –a su Unigénito-, Dios nos ha puesto pobres en los caminos de los pobres.
Al corazón del evangelio pertenece, no sólo la opción de Dios por los pobres, sino también su opción por la pobreza, que es opción por la pequeñez, la ultimidad, la fragilidad, la humildad, la sencillez, la indefensión.
Esa pobreza se nos muestra inseparable de la vida de Jesús de Nazaret.
Al nacer, Jesús es recibido en el regazo de la dama pobreza, con ella vive desposado, y morirá abrazado a ella.
Aquí es necesario recordar la revelación escandalosa que la carta a los Filipenses hace del proyecto divino de salvación –de evangelización de los pobres-:
Cristo Jesús… siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y un muerte de cruz”.
Acuérdate de Jesucristo, pobre y crucificado, y para ti, que eres su Iglesia y que estás unida a él en una sola carne, no pretendas más grandeza que la de servir, no pretendas más gloria que la de ser última entre los pequeños de la tierra, no pretendas más forma de vida que la pobreza y la cruz de tu Señor.

Orad:
Lo dijo el Señor a sus discípulos:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre”.
Así pues, hermanos míos muy queridos, orad, pues sólo en la oración podemos aprender lo que queremos ser en la vida.
Orad, pues de nada seremos capaces si no nos capacita la confianza en el Señor.
Orad por los que os persiguen y calumnian, y así seréis hijos de vuestro Padre celestial.
Orad por los pobres, para que no se pierdan de ánimo en los caminos de la vida.
Orad por los que odian a los pobres, los ignoran, los humillan, los crucifican; orad por ellos, porque no saben lo que hacen, ¡no saben lo que se hacen!
Y orad por mí para que sea fiel en el ministerio que se me ha confiado.
Tánger, 8 de octubre de 2018.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Dichosos los pobres. Se buscan locos: por Santiago Agrelo

Me pregunto si esa bienaventuranza: “Dichosos los pobres”, la dicta la locura o la sabiduría.
Como propuesta bancaria de futuro, no atraería a un cliente.
Y como propuesta para seguir a Jesús por los caminos del reino de Dios, continúa teniendo el mismo atractivo, y es Jesús mismo quien la declara imposible  de aceptar: “Imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo”.
Así que, pongámonos de acuerdo: ese “dichosos los pobres” es una locura.
Según el relato evangélico, al joven rico Jesús le propone que recorra, con él y a su modo, el camino que lleva a la vida: “Anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme”.
Jesús sabía que ése era el camino real por el que se va al reino de Dios. Lo sabía, porque se había movido siempre en él y ya estaba alcanzando la meta.
Había salido de Dios y volvía a Dios.
Se había despojado de todo, también de sí mismo, para darlo todo a los pobres, para darse todo a los pobres.
Jesús conocía por dentro la dicha de aquel camino.
Pero al joven rico la propuesta le pareció exceso, demasía, locura; apenas la oyó, “frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico”.
Dejó el camino de la pobreza que Jesús conocía, y volvió al camino de la riqueza que él conocía.
Jesús se quedó con su bienaventuranza experimentada; y el joven se marchó con un pesar recién estrenado.
Aquel día, el apóstol Pedro, seguramente que de buena fe, le dijo a Jesús una mentira piadosa: “Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”.
Y Jesús hizo como que había escuchado una verdad toda entera.
Pero el hecho es que sólo Jesús puede decir con verdad eso de “darlo todo”, porque sólo él lo ha vivido: sólo él es puro don; sólo él es imagen visible del Amor invisible de Dios; sólo él se despojó incluso de sí mismo, y tomó la condición de esclavo haciéndose semejante a los pobres, bajando hasta la muerte y una muerte de cruz.
Y de ese camino propio de Jesús, que baja desde Dios hasta los pobres y sube con los pobres hasta Dios, es sacramento la Eucaristía que celebramos y comulgamos.
Hoy el Señor resucitado, también a nosotros nos mira con cariño y nos invita a seguirlo de aquella manera suya, que parece locura y es sabiduría.
Queridos: El mundo tiene demasiados ricos tristes, y demasiados pobres que aspiran a ser ricos tristes, y anda falto de locos dispuestos a vivir la alegría de amar.
¡Se buscan locos!

Feliz domingo.

domingo, 7 de octubre de 2018

Solemne Eucaristía por la fiesta de la Virgen del Pilar. Viernes 12/10/2018 11:00h

Domingo 27 del Tiempo ordinario. Año B. 7 de octubre de 2018




Ø El matrimonio. Domingo 27 del tiempo ordinario, Año B (2018). El proyecto matrimonial al inicio de la creación. Una carne: la comunión interpersonal entre iguales, entre hombre y mujer. La mujer no es inferior, ni un ídolo fetiche o una esclava, ni un juguete precioso. El amor conyugal comporta una totalidad. La sexualidad. La dureza de corazón. 

v  Domingo 27 del Tiempo ordinario. Año B. 7 de octubre de 2018

Génesis 2, 18-24; Sal 127; Hebreos 2, 9-11;  Marcos 10, 2-16
Cfr. Ravasi Gianfranco, Secondo la Scrittura, Anno B Piemme  1996 pp. 295-300

·         Génesis 2, 18-24: 18 Dijo luego Yahveh Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda
adecuada.» 19 Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre  para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. 20 El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. 21 Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. 22 De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. 23 Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» 24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
·         Marcos 10, 2-16: 2 Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: ¿Puede el marido repudiar
a la mujer?» 3 El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?» 4 Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.» 5 Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. 6 Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra. 7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, 8 y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino  una sola carne. 9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.» 10         Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. 11 Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; 12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio». [13 Y se fue otra vez a la orilla del mar. Y toda la muchedumbre iba hacia él, y les enseñaba. 14 Al pasar, vio a Leví el de Alfeo sentado en el telonio, y le dijo: Sígueme. Él se levantó y le siguió. 15 Y ocurrió que, estando a la mesa en casa de éste, se sentaron con Jesús y sus discípulos muchos publicanos y pecadores, pues eran muchos y le seguían. 16 Los escribas de los fariseos, viendo que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos: ¿Por qué come con los publicanos y pecadores? 

Y se  hacen una sola carne
(Génesis 2, 18-24 y Evangelio Marcos 10, 2-16)
Hueso de mis huesos y carne de mi carne
(Igualdad del hombre y de la mujer: Génesis)

I. Al inicio de la creación

  • Encontramos el proyecto fundamental de Dios sobre el matrimonio en Génesis 2, 18-24
(primera Lectura), cuando creó el hombre y la mujer. Es el proyecto del que Jesús habla en el Evangelio que hemos leído hoy, Marcos 10, 2-16.

v  1. El Señor, para fundamentar el matrimonio, se remonta al inicio, al Génesis. 

o   El amor se inscribe en la carne viva, es decir en la misma existencia del hombre y de la mujer.

·         Cfr. Gianfranco Ravasi o.c., p. 296: En el diálogo con los fariseos sobre el divorcio, Jesús, en la
discusión con los fariseos,   “abandona el terreno negativo de la crisis, y lleva a sus interlocutores hacia el horizonte positivo del amor matrimonial perfecto. De las indicaciones que se encuentran  en el  Deuteronomio[1], que se refieren al proceso que hay en la ley de Moisés sobre el divorcio con el certificado oficial de repudio, el Señor se remonta al texto luminoso del Génesis en el que el amor se inscribe en la carne viva, es decir en la misma existencia del hombre y de la mujer. Por tanto nosotros debemos también partir del texto del capítulo 2 del Génesis, que surge probablemente en el siglo X a.C.”  

o   Las palabras, al comienzo de la creación, dejan claro que Jesús fundamenta la enseñanza de la indisolubilidad y unidad del matrimonio en lo que Dios ha hecho y que atestigua el libro del Génesis.

·         César Franco, Alfa y Omega, 5-X-2000:  “La pregunta del Evangelio de este domingo, acerca
del divorcio, pone a Jesús en un aprieto: contradecir el permiso de repudio, dado por Moisés, significaba situarse por encima de él, es decir, con autoridad divina, puesto que Moisés había recibido la ley del mismo Dios. Jesús, por tanto, podía ser acusado de heterodoxia ante el tribunal judío.
            Como en otras ocasiones, Jesús esquiva la trampa mediante un giro que apunta al corazón de sus interlocutores y los pone al descubierto. Salva la autoridad de Moisés apelando a la dureza del corazón que le obligó,  no a prescribir el divorcio, sino a permitir el libelo de repudio, que, de alguna manera, protegía los derechos de la mujer despedida ante un futuro marido. Pero lo más interesante de la respuesta de Jesús es la interpretación que hace de la voluntad de Dios sobre el hombre y la mujer, apelando al acto mismo de la creación. Las palabras, al comienzo de la creación, dejan claro que Jesús fundamenta la enseñanza de la indisolubilidad y unidad del matrimonio en lo que Dios ha hecho y que atestigua el libro del Génesis. Esta acción de Dios en el principio del orden creado no puede ser puesta en entredicho ni por Moisés, ni por hombre alguno que pretende corregir, no una letra escrita, sino la voluntad expresa de Dios inscrita por su amor y verdad en el corazón del hombre”.

v  2. «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» Génesis 2,18.

·         Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó
ante el hombre  para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera (Génesis 2, 19).
·         El hombre se sentía solo, sin una ayuda «semejante» y el Señor crea y le presenta animales, aves ... y
el hombre les impone el nombre  (en el lenguaje de la Escritura, poner el nombre: quiere decir que penetra en los secretos de un ser, que  descubre la estructura y la finalidad de esos seres... es la experiencia de la ciencia, del trabajo, de la cultura); pero cuando ha hecho ese trabajo, el hombre se siente insatisfecho, no ha encontrado la «ayuda adecuada».

v  3. La imagen de la costilla. “Es hueso de mis huesos y carne de mi carne”. Génesis 2, 22-24.

o   Con la imagen de la costilla se nos quiere indicar que el hombre y la mujer están formados de la misma sustancia, non son extraños entre sí ...

·         “ 22 De la costilla que Yahveh Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el
hombre. 23 Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» 24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne”.
§  La unicidad insustituible de la mujer, la complementariedad de los dos sexos y la relación de amor se celebran  con el estupor del hombre enamorado que eleva al cielo el primer y eterno canto de amor.
·         Cfr. Gianfranco Ravasi, o.c. pp. 296-297: “La aparición  de la mujer suprime toda soledad; los
dolores, las alegrías, las ansias, las incógnitas del hombre ahora se transfunden en el  corazón de otra
criatura, verdaderamente «semejante a él». La unicidad insustituible de la mujer, la complementariedad de
los dos sexos y la relación de amor se celebran  con el estupor del hombre enamorado que eleva al cielo el
primer y eterno canto de amor: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne». Entre los
dos se ha establecido una verdadera homogeneidad, una comunión tan profunda que les hace una única
existencia, «una sola carne», una unidad que no se extinguirá ni siquiera con la muerte, porque «fuerte como
la muerte es el amor» (Cantar 8,6).”
§  Hay paridad entre hombre y mujer, comunión real y no una subordinación.
·         Del mismo modo, la exclamación  de Adán «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi
carne» significa parentesco, pertenencia; significa que hay paridad entre los dos, una comunión real, no una subordinación. La ayuda no se entiende en sentido subordinado o instrumental. 
Cfr. Gianfranco Ravasi o.c. p. 297: “Si la relación de comunión interpersonal se resquebrajase, si el diálogo se suprimiese, si la mujer fuese reducida a un ídolo fetiche o a un juguete precioso –semejante a las cosas a las que el hombre da el nombre, dominándolas – entonces la humanidad volvería a ser demolida profundamente, incompleta y abandonada a la soledad”.
§  La donación integral exige empeño, seriedad, amor auténtico que no puede ser abrogado fácilmente por un “permiso”, o por una dispensa como la que fue introducida en la ley del Deuteronomio.
·         Cfr. Gianfranco Ravasi o.c., pp. 297-298: “Las palabras de Jesús se sobreponen a las del antiguo
autor del Génesis y dan un golpe a las complicadas controversias que había alrededor de la legislación divorcista del antiguo Israel: interpretaciones restrictivas, como las de la celebre escuela del rabbí Shammai, se contraponían a las interpretaciones liberales y demasiado permisivas de la otra escuela teológica del judaísmo de la época de Jesús, la del rabbí Hillel. Cristo, por el contrario, no fija su atención sobre el fracaso, sobre la casuística negativa, sino sobre la norma fundamental positiva que está en la raíz del encuentro de amor matrimonial que había sido formulada espléndidamente en el Génesis. Jesús en su constante propuesta de radicalidad y totalidad (¡pensemos en el Discurso de la Montaña!) presenta a su discípulo el proyecto ideal del matrimonio cristiano. Un ideal de donación integral que exige empeño, seriedad, amor auténtico, y que no puede ser abrogado fácilmente por un “permiso”, o por una dispensa como la que fue introducida en la ley del Deuteronomio.
§  La  meta que el cónyuge  cristiano debe tener siempre en el horizonte de su vida matrimonial es la de una pura plenitud de amor y la de una fidelidad alimentada continuamente.
            Ciertamente, los reglamentos concretos alguna vez pueden ser exigidos por la limitación del hombre, por su fragilidad, y la comprensión amorosa debe ser la regla de oro de la Iglesia como fue para Jesús en el caso de la mujer adúltera (Juan  8, 1-11). Pero la  meta que el cónyuge  cristiano debe tener siempre en el horizonte de su vida matrimonial es la de una pura plenitud de amor y la de una fidelidad alimentada continuamente. (...)
§  El amor debe transfigurar la sexualidad y el eros en comunión perfecta y signo del amor divino.
            Todas las parejas cristianas son invitadas a descubrir el esplendor de su donación de amor, que a veces ha sido recubierta por las cenizas de la rutina. El hombre tiene la posibilidad y el derecho de vivir su sexualidad, pero el sexo solo es una cualidad animal y biológica y como tal ciego e instintivo. El hombre tiene la posibilidad de exaltar el sexo junto con el eros, que es sentimiento, belleza y pasión, realidades imposibles para el animal. Pero el eros solo puede ser egoísta  y reducir  el  otro a un objeto. Entre todos los seres, solamente el hombre puede vivir el amor que transfigura la sexualidad y el eros en comunión perfecta, en signo del amor divino».       

II. El amor conyugal comporta una totalidad


v  1. Catecismo de la Iglesia Católica


o   El ser humano tiene la dignidad de persona: es capaz de conocerse, de poseerse, de darse libremente y entrar en comunión con otras personas.

·         CEC 357: Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es
solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar.
§  El amor conyugal: comporta … mira a … exige … se abre a …
·         CEC 1643: Los bienes y las exigencias del amor conyugal - «El amor conyugal comporta una
totalidad en la que entran todos los elementos de la persona -reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración del espíritu y de la voluntad -; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación recíproca definitiva; y se abre a la fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos» ( Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 13).
§  La sexualidad se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor por el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre si hasta la muerte.
·         CEC 2361: «La sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los
actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte» (Juan Pablo II, Familiaris Consortio,  11):
Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: «Levántate, hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos salve». Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a salvo. Comenzó él diciendo: «¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres... tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: "no es bueno que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él". Yo no tomo a ésta mi hermana con deseo impuro, más con recta intención. Ten piedad de mí y de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad». Y dijeron a coro: «Amén, amén». Y se acostaron para pasar la noche (Tobías 8, 4-9).
§  La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de su cuerpo y de su alma.
·         CEC 2332: La sexualidad abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de
su cuerpo y de su alma. Concierne particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear y, de manera más general, a la aptitud para establecer vínculos de comunión con otro.
§  Exclusividad, unidad e indisolubilidad
·         CEC 1611: Contemplando la Alianza de Dios con Israel bajo la imagen de un amor conyugal
exclusivo y fiel (Cf Os 1-3; Is 54. 62; Jr 2-3. 31; Ez 16, 62; 23), los profetas fueron preparando la conciencia del Pueblo elegido para una comprensión más profunda de la unidad y de la indisolubilidad del matrimonio (Cf Mal 2, 13-17). Los libros de Rut y de Tobías dan testimonios conmovedores del sentido hondo del matrimonio, de la fidelidad y de la ternura de los esposos. La Tradición ha visto siempre en el Cantar de los Cantares una expresión única del amor humano, puro reflejo del amor de Dios, amor «fuerte como la muerte» que «las grandes aguas no pueden anegar» (Ct 8, 6-7).

o   El amor de Dios y el amor de los padres

§   Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada.
·         CEC 219: El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Cf Os 11, 1). Este
amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos (Cf Is 49, 14-15).  Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada (Cf Is 62, 4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (Cf Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más precioso: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Jn 3, 16).
§  La ternura  paternal de Dios se expresa mediante la imagen de la paternidad y de la maternidad. 
·         CEC 239: Al designar a Dios con el nombre de «Padre», el lenguaje de la fe indica principalmente dos
aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad trascendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresada también mediante la imagen de la maternidad (Cf Is 66, 13; Sal 131, 2.) que indica más expresivamente la inmanencia de Dios, la intimidad entre Dios y su criatura. El lenguaje de la fe se sirve así de la experiencia humana de los padres que son en cierta manera los primeros representantes de Dios para el hombre. Pero esta experiencia dice también que los padres humanos son falibles y que pueden desfigurar la imagen de la paternidad y de la maternidad. Conviene recordar, entonces, que Dios trasciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Trasciende también la paternidad y la maternidad humanas (Cf Sal 27, 10), aunque sea su origen y medida (Cf Ef 3, 14; Is 49, 15): nadie es padre como lo es Dios.

v  2. Juan Pablo II, Homilía

En  Kinshasa, República Democrática del Congo, 3-V-1980

v  La unión de los cuerpos, de los caracteres, de los corazones, de las inteligencias y de la voluntad, de las almas.           

·         Conformándose con Cristo, que se entregó por amor a su Iglesia, es como los esposos llegan día a
día al amor de que nos habla el Evangelio: «Amaos unos a otros como Yo os he amado», y más precisamente a la perfección de la unión indisoluble en todos los planos. Los esposos cristianos han prometido comunicarse cuanto son y cuanto tienen. ¡Es el contrato más audaz que pueda existir, y asimismo el más maravilloso!
            La unión de sus cuerpos, querida por Dios mismo cual expresión de la comunión todavía más profunda de sus espíritus y corazones, realizada con tanto respeto cuanto ternura, renueva el dinamismo y la juventud de su compromiso solemne, de su primer «sí».
            La unión de sus caracteres: pues amar a un ser es amarlo tal cual es, es amarlo hasta el punto de cultivar en sí el antídoto de sus debilidades o defectos, por ejemplo, la calma y la paciencia si al otro le faltan de modo notorio.
            ¡La unión de los corazones! Los matices que diferencian el amor del hombre  del de la mujer son innumerables. Cada una de las partes no puede  no puede exigir ser amado como él ama. Es importante renunciar – una y otra – a los reproches secretos que separan los corazones y liberarse de esta pena en el momento más propicio. Hay una puesta en común que es muy unificadora, la de las alegrías y, más aún, la de los sufrimientos del corazón. Pero es sobre todo en el amor común a los hijos donde se fortifica la unión de los corazones.
            ¡La unión de las inteligencias y de las voluntades! Los esposos son asimismo dos fuerzas diversificadas y , a la vez, ensambladas en el servicio recíproco y en el servicio de su hogar, de su ambiente social y en el servicio a Dios. El acuerdo esencial debe manifestarse en la determinación y prosecución de objetivos comunes. La parte más enérgica debe respaldar la voluntad de la otra, suplirla a veces, y hacer de palanca con habilidad, como educando.
            En fin, ¡la unión de almas, almas unidas ellas mismas a Dios! Cada uno de los esposos debe reservarse momentos de soledad con Dios, de «corazón a corazón», donde el otro cónyuge no sea la preocupación primera. Esta vida personal del alma con Dios, que es indispensable, está lejos de excluir la puesta en común de toda la vida conyugal y familiar. Por el contrario, estimula a los cónyuges cristianos a buscar juntos a Dios, a descubrir juntos su voluntad y a cumplirla concretamente con las luces y energías que han sacado de Dios mismo”. 

III. La dureza del corazón - esclerocardia [2]-hace que el hombre no sea capaz de entender el proyecto de Dios ni de realizarlo.

·         El pecado hace que el hombre no sea capaz de entender el proyecto de Dios, que no sea capaz de
realizarlo. Por tanto “dureza de corazón” quiere decir insensibilidad de la conciencia, y, como consecuencia, desobediencia a Dios.
·         Cfr. Gianfranco Ravasi o.c. p. 299: Jesús,  encuentra una causa excusante de la posibilidad de
divorciar reconocida en la Ley biblica: “la esclerocardìa, la «dureza de corazón», una terminología clásica en el Antiguo Testamento, que indicaba la insensibilidad de la conciencia, la fragilidad pecadora, la obstinada desobediencia a Dios. En este sentido es ejemplar el llamamiento del Deuteronomio: «Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz» (10,16). Se trataba, por tanto, de un gesto de tolerancia y de aguante por parte de Dios, que, sin embargo, no justifica el acto en sí, del mismo modo que el haber permitido alguna vez la violencia «sagrada» no avala automáticamente el odio, la guerra, la hostilidad”

Vida Cristiana




[1] Deuteronomio 24, 1-4: 1 Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, y resulta que esta mujer no halla gracia a sus ojos, porque descubre en ella algo que le desagrada, le redactará un libelo de repudio, se lo pondrá en su mano y la despedirá de su casa. 2 Si después de salir y marcharse de casa de éste, se casa con otro hombre, 3 y luego este otro hombre le cobra aversión, le redacta un libelo de repudio, lo pone en su mano y la despide de su casa (o bien, si llega a morir este otro hombre que se ha casado con ella), 4 el primer marido que la repudió no podrá volver a tomarla por esposa después de haberse hecho ella impura. Pues sería una abominación a los ojos de Yahveh, y tú no debes hacer pecar a la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia.
[2] "Esclero" (del griego sklerós) significa "duro". "Cardia" se refiere al corazón, al órgano. Según los diccionarios, la esclerosis es un endurecimiento patológico de un órgano o tejido que  ocasiona trastornos sensoriales y del control muscular. La “Esclerocardia” se refiere al corazón. Éste se endurece, se cansa, se embota: se agota la vida. 
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