sábado, 16 de febrero de 2019

LAS BIENAVENTURANZAS EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA


LAS BIENAVENTURANZAS EN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

v  Las Bienaventuranzas evangélicas responden al deseo humano natural de felicidad

n.  1718: EL DESEO DE FELICIDAD
Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia él, el único que lo puede satisfacer:
"Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada" (S. Agustín, mor. eccl. 1, 3, 4).
"¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de ti" (S. Agustín, conf. 10, 20. 29).
"Sólo Dios sacia" (S. Tomás de Aquino, symb. 1).

n. 1725 : Las bienaventuranzas recogen y perfeccionan las promesas de Dios desde Abraham ordenándolas al Reino de los Cielos. Responden al deseo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón del hombre.
2548 IV. "QUIERO VER A DIOS"
El deseo de la felicidad verdadera aparta al hombre del apego desordenado a los bienes de este mundo, y se realizará en la visión y la bienaventuranza de Dios. "La promesa de ver a Dios supera toda felicidad. En la Escritura, ver es poseer. El que ve a Dios obtiene todos los bienes que se pueden concebir" (S. Gregorio de Nisa, beat. 6).

v  Las Bienaventuranzas evangélicas dan cumplimiento a las promesas divinas, 1725

v  Las Bienaventuranzas evangélicas descubren la meta de la existencia humana

1719: Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe.

v  Las Bienaventuranzas evangélicas perfilan el verdadero rostro de Jesús, 1717

1717 Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

v  Las Bienaventuranzas evangélicas como centro de la predicación de Jesús, 1716

1716 Artículo 2 NUESTRA VOCACION A LA BIENAVENTURANZA
I. LAS BIENAVENTURANZAS
Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos:
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
(Mt 5, 3  - 12).

v  La caridad de la Iglesia, inspirada en las Bienaventuranzas evangélicas, 2444

2444 "El amor de la Iglesia por los pobres… pertenece a su constante tradición" (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6, 20  - 22), en la pobreza de Jesús (cf Mt 8, 20), y en su atención a los pobres (cf Mc 12, 41  - 44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de "hacer partícipe al que se halle en necesidad" (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).

v  Catequesis de las Bienaventuranzas evangélicas, 1697

1697 En la catequesis es importante destacar con toda claridad el gozo y las exigencias de la vida de Cristo (cf CT 29). La catequesis de la "vida nueva" en él (Rm 6, 4) será:
 - una catequesis del Espíritu Santo, Maestro interior de la vida según Cristo, dulce huésped del alma que inspira, conduce, rectifica y fortalece esta vida;
 - una catequesis de la gracia, pues por la gracia somos salvados, y por la gracia también nuestras obras pueden dar fruto para la vida eterna;
 - una catequesis de las bienaventuranzas, porque el camino de Cristo está resumido en las bienaventuranzas, único camino hacia la dicha eterna a la que aspira el corazón del hombre;
 - una catequesis del pecado y del perdón, porque sin reconocerse pecador, el hombre no puede conocer la verdad sobre sí mismo, condición del obrar justo, y sin la oferta del perdón no podría soportar esta verdad;
 - una catequesis de las virtudes humanas que haga captar la belleza y el atractivo de las rectas disposiciones para el bien;
 - una catequesis de las virtudes cristianas de fe, esperanza y caridad que se inspire ampliamente en el ejemplo de los santos;
 - una catequesis del doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Decálogo;
 - una catequesis eclesial, pues es en los múltiples intercambios de los "bienes espirituales" en la "comunión de los santos" donde la vida cristiana puede crecer, desplegarse y comunicarse.

v  Cristo, ejemplo de las Bienaventuranzas evangélicas, 459, 1697

459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí … "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4  - 5). El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).

v  Doctrina emanada de las Bienaventuranzas evangélicas, 1726, 1728, 1820, 2546

1726 Las bienaventuranzas nos enseñan el fin último al que Dios nos llama: el Reino, la visión de Dios, la participación en la naturaleza divina, la vida eterna, la filiación, el descanso en Dios.
1728 Las bienaventuranzas nos colocan ante elecciones decisivas respecto a los bienes terrenos; purifican nuestro corazón para enseñarnos a amar a Dios por encima de todo.
1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en "la esperanza que no falla" (Rm 5, 5). La esperanza es "el ancla del alma", segura y firme, "que penetra… adonde entró por nosotros como precursor Jesús" (Hb 6, 19 - 20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: "Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación" (1Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: "Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación" (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.
2546 "Bienaventurados los pobres en el espíritu" (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres de quienes es ya el Reino (Lc 6, 20):
El Verbo llama "pobreza en el Espíritu" a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el Apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: "Se hizo pobre por nosotros" (2Co 8, 9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).

v  «Bienaventurados los pobres…», 2546-47, 2603, 2660, 2833

2546 "Bienaventurados los pobres en el espíritu" (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres de quienes es ya el Reino (Lc 6, 20):
El Verbo llama "pobreza en el Espíritu" a la humildad voluntaria de un espíritu humano y su renuncia; el Apóstol nos da como ejemplo la pobreza de Dios cuando dice: "Se hizo pobre por nosotros" (2Co 8, 9) (S. Gregorio de Nisa, beat, 1).

2547 El Señor se lamenta de los ricos porque encuentran su consuelo en la abundancia de bienes (Lc 6, 24). "El orgulloso busca el poder terreno, mientras el pobre en espíritu busca el Reino de los Cielos" (S. Agustín, serm. Dom. 1, 1). El abandono en la Providencia del Padre del Cielo libera de la inquietud por el mañana (cf Mt 6, 25  - 34). La confianza en Dios dispone a la bienaventuranza de los pobres: ellos verán a Dios.
2603 Los evangelistas han conservado dos oraciones más explícitas de Cristo durante su ministerio. Cada una de el las comienza precisamente con la acción de gracias. En la primera (cf Mt 11, 25 - 27 y Lc 10, 21 - 23), Jesús confiesa al Padre, le da gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen doctos y los ha revelado a los "pequeños" (los pobres de las Bienaventuranzas). Su conmovedor "¡Sí, Padre!" expresa el fondo de su corazón, su adhesión al querer del Padre, de la que fue un eco el "Fiat" de Su Madre en el momento de su concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre al "misterio de la voluntad" del Padre (Ef 1, 9).

2660 Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los secretos del Reino revelados a los "pequeños", a los servidores de Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero también es importante amasar con la oración las humildes situaciones cotidianas. Todas las formas de oración pueden ser esa levadura con la que el Señor compara el Reino (cf Lc 13, 20  - 21).

2833 Se trata de "nuestro" pan, "uno" para "muchos": La pobreza de las Bienaventuranzas entraña compartir los bienes: invita a comunicar y compartir bienes materiales y espirituales, no por la fuerza sino por amor, para que la abundancia de unos remedie las necesidades de otros (cf 2Co 8, 1  - 15).





Vida Cristiana

6º Domingo tiempo ordinario Año C 17 de febrero de 2019







Ø Las bienaventuranzas. La pobreza de espíritu. El evangelista propone a nuestra atención más que una condición social de pobreza, una actitud que es propia de quien confía exclusivamente en Dios. Acogen el reino de Dios, sobre todo,  quienes tienen un corazón libre y disponible. Pobre es quien confía en el Señor, quien no busca la seguridad en sí mismo. Dichoso/Bienaventurado  el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.


v  Cfr. 6º Domingo tiempo ordinario Año C  17 de febrero de  2019

Jeremías 17, 5-8; Salmo 1, 1-2.3.4-6; 1 Corintios  15, 12.16-20; Lucas 6, 17.20-26

Jeremías 17, 5-8 [1]: 5 Así dice Yahveh: Maldito sea quien confía en el hombre, que en él [en la carne]  pone su fuerza, y aparta de Yahveh  en su corazón. 6 Será como un cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve, vivirá en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh,  y en él pone su confianza. 8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y sus hojas se conservarán siempre verdes; en año de sequía no se marchitará  ni dejará  de dar frutos.
Salmo 1, 1-2.3.4 y 6: R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos, 2 sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
3 Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 4 No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, 6 pero el camino de los impíos acaba mal.
Lucas 6, 20-26: 20 Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. 21 Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como maldito, por causa del Hijo del hombre. 23 Alegraos en aquel día y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; pues de este modo se comportaban  sus padres con los profetas. 24 «Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque  ya habéis recibido vuestro consuelo. 25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque gemiréis  y lloraréis. 26 ¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo se comportaban  sus padres con los falsos profetas.

1. Introducción

El Discurso de la Montaña  (en Mateo caps. 5-7) es el primero de los cinco grandes discursos en los que S. Mateo reúne las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de Dios. En este primero aparece una síntesis de quiénes son los que pertenecen al Reino de Dios (5, 1-12) y qué actitudes deben guardar con respecto a la Ley (5, 17-48; 6, 16-18), a Dios (6, 25-34), al prójimo (6, 1-4; 7, 1-5), y en la oración (6,7-14; 7, 7-11). (Cfr. Nuevo Testamento, Eunsa Mt 5, 1,7-7,29).
Las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-11) son el «pórtico» del Discurso de la Montaña. CCE 1717: Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.
La «bienaventuranza» era una forma literaria que en el AT se usaba para celebrar la felicidad del justo que confía su vida al camino indicado por Dios, sin  dejarse seducir por la fascinación del mal. “Feliz quien no sigue el consejo de malvados … sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley día y noche. Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su fronda no se agosta”. (Salmo 1).

2. Dos modos de concebir la vida: o en función exclusivamente de esta vida, o en función también de la vida eterna.

·         Raniero Cantalamessa, Passa Gesù di Nazaret, Piemme 1999, p. 73: “Jesús subraya, en esta página,
dos modos de concebir la vida: o «para el reino de Dios», o «para la propia consolación»; es decir, o en función exclusivamente de esta vida, o en función también de la vida eterna. Esto es lo que resalta el esquema de Lucas: «Bienaventurados vosotros - «ay de vosotros».
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios ...
¡Ay de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ...
            Dos categorías, dos mundos. (...)
Jesús no canoniza simplemente todos los pobres, los hambrientos, los que lloran o los que son
perseguidos, como no demoniza simplemente a todos los ricos, los que viven saciados, los que ríen o los que son aplaudidos. La distinción es más profunda; se trata de saber sobre lo que cada uno funda la propia seguridad, sobre qué terreno está construyendo el edificio de su vida: si sobre lo que es pasajero o sobre lo que no es pasajero. Una pista valiosa para entender las Bienaventuranzas se encuentra en la primera Lectura, donde Jeremías dice:
«5 Maldito sea quien confía en el hombre, que en él [en la carne]  pone su fuerza, y aparta de Yahveh  en su corazón. 6 Será como un cardo en la estepa ....
7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh,  y en él pone su confianza. 8 Es como árbol plantado a las orillas del agua ...  

v  Otro comentario al Salmo 1: toda la jornada puede ser tiempo de oración

·         Es Cristo que pasa, 119: El justo encuentra en la ley de Yavé su complacencia y a acomodarse a esa
 ley tiende, durante el día y durante la noche (Salmo 1,2). Por la mañana pienso en ti (Cf. Salmo  62,7); y, por la tarde, se dirige hacia ti mi oración como el incienso (Cf. Salmo 140,2). Toda la jornada puede ser tiempo de oración: de la noche a la mañana y de la mañana a la noche. Más aún: como nos recuerda la Escritura Santa, también el sueño debe ser oración (Cf. Deuteronomio 6, 6 y 7).

4. Comentarios al texto del Evangelio.

v  Algunas consecuencias de la fe en el Dios único en el Catecismo

o   Usar bien de las cosas creadas y confiar en Dios en todas las circunstancias

-  n. 226: Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el Único, nos lleva a usar de todo lo que no es El en la medida en que nos acerca a El, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de El (Cf Mateo 5, 29-30; 16, 24; 19, 23-24):
Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mí mismo para darme todo a ti (S. Nicolás de Flüe, oración).
-  n. 227: Es confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de Jesús lo expresa admirablemente:
Nada te turbe, / Nada te espante, Todo se pasa, / Dios no se muda, La paciencia / Todo lo alcanza;  Quien a Dios tiene / Nada le falta: ö Sólo Dios basta (Poes. 30).

v   Bienaventurados los pobres. S. Mateo añade: «de espíritu». (Mateo 5,3)

·         El evangelista propone a nuestra atención más que una condición social de pobreza, una actitud de
humildad, que es propia de quien confía exclusivamente en Dios.

5. Acogen el reino de Dios, sobre todo, quienes tienen un corazón libre y disponible.

·         Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme 1999, p. 178:  “La provocación de Jesús es
evidente. El no quiere tanto exaltar un estado social que sobre todo humilla al hombre y que él mismo ha intentado sanar durante su itinerario terrenal. Jesús quiere, por el contrario, hacer ver  que el escuchar y acoger el reino de Dios se da, sobre todo, entre los últimos y los humildes, porque ellos tienen el corazón libre y disponible. Los ricos, los que se han saciado, los que están satisfechos, los poderosos están demasiado llenos de sí y de las cosas, de modo que no consiguen acoger algo más; en concreto, no saben hacer florecer  sobre el terreno demasiado exuberante de su conciencia  el árbol del Reino de Dios y del amor. Y ésta es, por el contrario, la capacidad de los «pobres del Señor», que saben acoger y donar, escuchar y poner en práctica, creer y amar. Es éste un tema apreciado por Lucas, que en la riqueza, símbolo de toda posesión egoísta y de todo poder orgulloso, ve el obstáculo radical para acceder al Reino de Dios”.

 

6. Un comentario al texto de la primera lectura de Jeremías

v  El sentido de las bienaventuranzas se refiere a una pregunta fundamental que nos podemos hacer todos: ¿dónde pongo mi corazón en esta vida? ¿En quién confío?

o    ¿Confío en la carne o en el Señor?

§  El amor humano es un bien pero no es suficiente para satisfacer las aspiraciones del corazón.
a)  Este texto de la primera lectura, nos ayuda a comprender la radicalidad y el sentido de las
bienaventuranzas, que se refieren a una pregunta fundamental en la vida del hombre: ¿dónde pongo mi corazón?, ¿dónde pongo mi esperanza para vivir, para trabajar, para encontrar la felicidad?
b) Confiar en la carne, es decir confiar en uno mismo, en el hombre, es buscar  la seguridad
en esta vida exclusivamente en una situación social limitada: en la situación económica, en el prestigio, en la familia, etc. La carne en sentido bíblico es el hombre con sus límites, en su debilidad, en la caducidad y corruptibilidad.
c) La misma sabiduría encontramos en el salmo número 1, el salmo responsorial: también se
nos dice que es “dichoso el hombre que confía en el Señor”. (vid. el texto).
d) Toda condición social, económica, etc. debe ser valorada a la luz del Reino de Dios. El
bien y el mal derivan del uso que hacemos, según que esas realidades sean instrumento o  bien obstáculo para la salvación. Desprenderse o renunciar a las realidades terrenas cuando sea necesario es indispensable en la medida en que obstaculicen la propia salvación.
e) El amor humano, la abundancia de bienes, la técnica la ciencia, la cultura .... deberían ser
un bien para todos, para la felicidad de cada uno y de los pueblos, pero no serán suficientes para satisfacer las aspiraciones del corazón.

7. Los «pobres» o «humildes» en la Biblia. La pobreza viene a parecerse a la «infancia espiritual» necesaria para entrar en el Reino. Pobre es quien confía en el Señor, no busca la seguridad en sí mismo.


v  Pobre de espíritu: es  quien confía en el Señor, no en los bienes, en las propias capacidades etc.

o   La pobreza espiritual es lo contrario a la autosuficiencia, al  orgullo

·         "Los pobres en el espíritu" son aquellos, a los que se refiere el Profeta Sofonías , diciendo: "el pueblo
pobre y humilde, que confía en el Señor". No es posible vivir las Bienaventuranzas sin confiar en el Señor. No es simplemente el miserable, porque se puede ser indigente y egoísta apegado a la única moneda que se posee. Es quien no fundamenta su seguridad y su confianza en los bienes que posee, en el triunfo, en el orgullo, en los ídolos del oro y del poder. Su corazón está abierto a Dios y a los hermanos. A esto se refiere San Pablo (1 Cor 1, 26-31) cuando dice: “26 Considerad, si no hermanos, vuestra vocación; porque no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; 28 escogió Dios a lo vil, a los despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir a lo que es, 29 de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios”.
“Pobres” son los que se sienten nada sin Dios, los que se saben que nada pueden sin Dios. La pobreza espiritual es lo contrario a la auto-suficiencia, al orgullo, al creer que todo se puede lograr, y que  basta proponérselo.
“Quien es soberbio no es pobre de espíritu: por tanto el humilde es el pobre de espíritu. Es alto el reino de los cielos: «pero quien se humilla será exaltado” (Lc 14,11). (San Agustín, Sermón 53, 1-6.9)

v  b) Pobre de espíritu es quien se somete a la voluntad de Dios.

Sofonías 2,3: “«Humildes»o «pobres», en hebreo  anawîm’. Los pobres tienen gran importancia en la Biblia. Si la literatura sapiencial tiende a considerar la pobreza, rêš, como efecto de la pereza (Pr 10,4 – pero ver Pr 14,21; 18,12-), los profetas saben que los pobres son ante todo los oprimidos, ‘aniyyîm; reclaman justicia para los débiles y pequeños, dal-lîm, y los indigentes, ‘eboyônîm’ (Am 2,6; Is 10,2; ver Jb 34, 28ss; Si 4,1 s.). El Deuteronomio, siguiendo a Ex 22,20-26; 23,6, les hace eco con  su legislación humanitaria, Dt 24, 10s. Con  Sofonías, el vocabulario de la pobreza toma un colorido moral y escatológico (3, 11s; ver Is 49,13; 57, 14,21; 66,2; Sal 22,27; 34, 3s.; 37,11s; 69,34; 74,19; 149,4; ver también Mt 5,3+; Lc 1,52; 6,20; 7,22. Los ‘anawîm son en una palabra los israelitas sumisos a la voluntad divina.  (...) A los pobres es a quienes será enviado el Mesías (Is 61,1; ver 11,4; Sal 72,12s; Lc 4,18). Él mismo será humilde y manso (Za 9,9; ver Mt 11,29; 21,5), y será incluso oprimido (Is 53,4; Sal 22,25). (Biblia de Jerusalén).

v  c) La pobreza de espíritu viene a parecerse a la infancia espiritual.

Mateo 5,3: “Cristo recoge la palabra «pobre» con el matiz moral perceptible ya en Sofonías (ver So 2,3+)), hecho aquí explícito por la expresión «de espíritu», ausente en Lc 6,20. Indefensos y oprimidos, los «pobres» o los «humildes» están a punto para el Reino de los Cielos; tal es el tema de la Bienaventuranzas (ver Lc 4,18; 7,22=Mt 11,5; Lc 14,13; St 2,5). La pobreza viene a parecerse a la «infancia espiritual» necesaria para entrar en el Reino (Mt 18, 1s;Mc 9,33s; ver Lc 9,46; Mt 19,13sp; 11,25sp (el misterio revelado a los «pequeños», nêpioi, ver Lc 12,32; 1 Cor 1,26). A los «pobres», ptojôi, corresponden también los «humildes», tapeinoi, Lc 1,48.52; 14,11; 18,14; Mt 23,12; 18,4, los «últimos» opuestos a los «primeros», Mc 5,35, los «pequeños» opuestos a los «grandes» (Lc 9,48; ver Mt 19,30p; 20, 26p – ver Lc 17,10). Si bien la fórmula de Mt 5,3 subraya el espíritu de pobreza, tanto en el rico como en el pobre, a lo que Cristo se refiere generalmente es a una pobreza efectiva, en especial para sus discípulos (Mt 16, 19s; ver Lc 12, 33s; Mt 6, 25p; 4, 18 sp – ver Lc 5 1s -; 9,9p; 19,21 p; 19,27 – ver Mc 10, 28p -; ver Hch 2,44s; 4,32s -). Él mismo da ejemplo de pobreza (Lc 2,7; Mt 8,20p), y de humildad (Mt 11,29; 20,28p; 21,5; Jn 13,12s; ver 2 Co 8,9; Flp 2,7s). Se identifica con los pequeños y los desdichados (Mt 25,45; ver 18,5sp). 

8. No poner la esperanza en .....

·         1 Timoteo 6, 17-19: 17 A los ricos de este mundo ordénales  que no sean engreídos y que no pongan su
esperanza  en las riquezas perecederas, sino en Dios, que nos provee de todo con abundancia para que lo disfrutemos; 18 que practiquen el bien, que se enriquezcan en  buenas obras, que  sean generosos al dar y hacer a otros partícipes de sus bienes, 19 que atesoren para el futuro unos sólidos fondos con los que ganar la vida verdadera.

 

9. San Agustín (354-430), De civit. Dei, 1,29


v  La certeza de los cristianos: el cristiano usa de los bienes terrenos sin hacerse esclavo.

·         La familia del sumo y verdadero Dios tiene su consuelo, no engañoso, no fundado en la esperanza  de
bienes caducos e incierto; y no debe angustiarse por la misma vida temporal en la que viene amaestrada para la vida eterna; como peregrina, usa de  los bienes terrenos sin hacerse esclava, mientras los males de la tierra son para ella prueba o corrección. Pero los que se quejan por  esta prueba y cuando sufren algún dolor temporal se preguntan «¿Dónde está tu Dios?» (Salmo 42/41), respondan ellos mismos dónde están sus dioses a los cuales adoran o pretenden  que todos los adoren, cuando sufren aquellos males que pretenden evitar. La familia de Dios responde: mi Dios está presente en todas las partes, está todo en cada lugar y en ningún lugar está encerrado; puede estar presente  en lo secreto y puede estar lejos sin moverse. Cuando El me pone a prueba con las adversidades, o examina mis méritos o castiga mis pecados,  y me reserva un premio eterno por los males que he soportado piadosamente aquí.” 



Vida Cristiana




[1] Jeremías: 605 antes de Cristo

miércoles, 13 de febrero de 2019

Definir el sexo por la biología ACEPRENSA - 29.ENE.2019




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Definir el sexo por la biología
ACEPRENSA  - 29.ENE.2019

La Administración Trump está sopesando recuperar en las leyes y políticas federales la definición de sexo según “una base biológica clara”, como informó The New York Times el pasado octubre. El debate ha vuelto a la actualidad con motivo de una reciente decisión del Tribunal Supremo. Resumimos una carta firmada por cuatro organizaciones médicas, en la que explican por qué partir de la biología para definir el sexo, y no de lo que cada cual siente que es su identidad de género, tiene base científica.

Una de las directivas más polémicas de la era Obama, firmada en 2016 por los Departamento de Justicia y Educación, instaba a las escuelas públicas a tratar a los estudiantes conforme a la identidad de género de su elección, al margen del sexo con el que habían nacido. Entre otras cosas, esto las obligaba –bajo la amenaza de perder los fondos públicos– a permitir el uso de los baños o los vestuarios según las preferencias de los alumnos.
La directiva fijó el criterio de tratar la autodefinición como equivalente al sexo. Y dio por sentado que la identidad de género “puede ser diferente o igual al sexo de la persona asignada al nacer”, una afirmación que carece del suficiente consenso científico. En febrero de 2017, los mismos Departamentos –ya bajo la batuta de Trump– revocaron esas directrices.
“XY y XX son marcadores genéticos del hombre y la mujer, respectivamente, y se encuentran en cada célula del cuerpo humano, incluido el cerebro”
Ahora, el gobierno se está planteando unificar los criterios vigentes para todos los organismos públicos, pues hubo instrucciones similares en otros ámbitos (cárceles, refugios para personas sin hogar...). Según la noticia del New York Times, el Departamento de Salud está considerando adoptar una definición de sexo que identifique a las personas como hombre o mujer en función de los rasgos biológicos observados al nacer. La información registrada en la partida de nacimiento podría modificarse con unas pruebas genéticas.
A la espera de que se concrete la propuesta, la cuestión ha resurgido de manera incidental por la decisión del Tribunal Supremo de levantar la suspensión temporal que tres tribunales federales habían puesto al veto de Trump a los transexuales en las fuerzas armadas. En un breve comunicado, la corte permite seguir adelante con la restricción hasta que los tribunales inferiores resuelvan la apelación. El veto no afecta a los transexuales que ya estén enrolados, siempre que actúen según su sexo biológico, ni a los diagnosticados con “disforia de género” que no requieran de un cambio de sexo, entre otras excepciones.
En abril de 2018, poco después de que Trump dictase una directiva con el veto, la asociación médica más grande del país escribió una carta al entonces secretario de Defensa, James Mattis, para decirle que “no hay una razón médica válida” para dejar fuera del ejército a los transexuales. Pero el presidente no alegó motivos médicos cuando anunció la medida a través de Twitter, en julio de 2017: “Nuestros militares deben centrarse en ganar y no pueden cargar con los tremendos costes médicos y la alteración que los transgéneros supondrán en el ejército”.

o   No hay un tercer sexo


Quien sí ha entrado al fondo del asunto –si es posible o no dar una definición del sexo con base científica– es el Colegio Americano de Pediatría, que ha escrito una carta en la que respalda el cambio que está considerando la Administración Trump. El texto está firmado por otras tres organizaciones médicas (la Asociación Americana de Obstetras y Ginecólogos Provida, la Asociación Médica Católica y las Asociaciones Médicas y Dentales Cristianas), así como por otras entidades de la sociedad civil.
Las personas con trastornos del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo, pues siguen siendo hombre o mujer desde el punto de vista biológico
El Colegio Americano de Pediatras, cuyas posiciones en algunos temas sensibles disienten de la otra gran asociación del ramo, la Academia Americana de Pediatras, ya se pronunció sobre este asunto en una declaración de 2016, publicada con motivo del boom de las terapias de reasignación sexual en menores. Sintetizamos las ideas principales del nuevo texto, que incluye citas a estudios en las que apoyan sus afirmaciones:

El sexo es un término biológico. “El sexo es un rasgo biológico que define a los seres vivos como masculino y femenino, en función del complemento de cromosomas sexuales y de la presencia de órganos reproductivos”.
El sexo es un rasgo binario, biológicamente determinado e inmutable. “XY y XX son marcadores genéticos del hombre y la mujer, respectivamente, y se encuentran en cada célula del cuerpo humano, incluido el cerebro. El sexo se determina en la concepción, se manifiesta en el útero y se reconoce en el nacimiento”.
Las diferencias sexuales son reales y tienen consecuencias. “Los cromosomas sexuales otorgan diferencias innatas entre hombres y mujeres a, literalmente, cada célula de nuestros cuerpos. Hay más de 6.500 genes compartidos que se expresan de forma diferente en hombres y mujeres. Estas diferencias repercuten en el cerebro, en el sistema orgánico, en la propensión a desarrollar ciertas enfermedades, en las diferentes respuestas a los medicamentos, las toxinas y el dolor, en los procesos cognitivos y emocionales, en los comportamientos, etc.”
Los trastornos congénitos del desarrollo sexual no son un tercer sexo. “El resultado final del desarrollo sexual en humanos es inequívocamente masculino o femenino en más del 99,98 % de los casos. ‘Intersexo’ es un término que abarca una variedad de trastornos congénitos del desarrollo sexual, que resultan en la ambigüedad sexual y/o en un desajuste entre los cromosomas sexuales y la apariencia. Estas alteraciones se producen en menos del 0,02% de todos los nacimientos”.
Las personas con trastornos del desarrollo sexual no constituyen un tercer sexo, pues “siguen siendo hombre o mujer desde el punto de vista biológico”. Por eso, a juicio de los firmantes, quienes se amparan en esa alteraciones para introducir una tercera casilla en el certificado de nacimiento están haciendo activismo, no ciencia. Y citan al biólogo evolucionista Colin Wright, de la Universidad de California: “La afirmación de que clasificar el sexo de una persona según su anatomía y su genética ‘no tiene base científica’ carece de apoyo en la realidad, ya que cualquier método que muestre un valor predictivo de más del 99,98% lo situaría entre los métodos más precisos de todas las ciencias de la vida”.
En su carta, el Colegio Americano de Pediatras alude a los posibles efectos adversos que podrían resultar de mantener en las leyes y las políticas federales una definición de sexo que da la espalda a la biología. Entre los principales perjudicados estarían los menores a los que se anima a operarse en cuanto se sienten del sexo opuesto, pese a que la mayoría termina identificándose con su sexo biológico en la madurez; o las mujeres, que se ven expuestas a agresiones sexuales en las instalaciones hasta ahora reservadas a ellas, dos riesgos que también identificó The Economist.

E incluso los transexuales satisfechos con su nueva identidad de género pueden salir perdiendo, si prescinden de tratamientos médicos que no tienen en cuenta su sexo biológico. Precisamente porque quien se autoidentifica como transexual sigue siendo hombre o mujer, dice la carta, este “hecho biológico objetivo” se manifiesta en diferentes síntomas ante una enfermedad o en desiguales reacciones a tratamientos. “Por ejemplo, es tres veces más probable que el fármaco para el corazón Betapace cause una taquicardia letal, conocida como torsades de pointes, en mujeres que en hombres”. De ahí que pueda ser necesario seguir recetando medidas preventivas y tratamientos médicos según su sexo real, al margen de la percepción subjetiva que tenga de su identidad de género.


Vida Cristiana


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