Ø Las bienaventuranzas. La pobreza de espíritu. El evangelista propone a nuestra atención más que una condición social de pobreza, una actitud que es propia de quien confía exclusivamente en Dios. Acogen el reino de Dios, sobre todo, quienes tienen un corazón libre y disponible. Pobre es quien confía en el Señor, quien no busca la seguridad en sí mismo. Dichoso/Bienaventurado el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
v
Cfr. 6º Domingo tiempo
ordinario Año C 17 de febrero de 2019
Jeremías 17, 5-8 [1]:
5 Así dice Yahveh: Maldito sea quien confía en el hombre, que en él [en la
carne] pone su fuerza, y aparta de
Yahveh en su corazón. 6 Será como un
cardo en la estepa, que no disfruta del agua cuando llueve, vivirá en la aridez
del desierto, en una tierra salobre e inhabitable.7 Bendito sea aquel que fía
en Yahveh, y en él pone su confianza. 8
Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente
echa sus raíces. No temerá cuando viene el calor, y sus hojas se conservarán
siempre verdes; en año de sequía no se marchitará ni dejará
de dar frutos.
Salmo 1, 1-2.3.4 y 6:
R/. Dichoso el
hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
1 Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos, 2 sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
ni se sienta en la reunión de los cínicos, 2 sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
3 Será como un árbol
plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón, y no se marchitan sus
hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. 4 No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, 6 pero el camino de los impíos acaba mal.
y cuanto emprende tiene buen fin. 4 No así los impíos, no así: serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, 6 pero el camino de los impíos acaba mal.
Lucas 6, 20-26:
20 Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los
pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. 21 Bienaventurados los que tenéis
hambre ahora, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora,
porque reiréis. 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando
os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como maldito, por causa
del Hijo del hombre. 23 Alegraos en aquel día y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo; pues de este modo se comportaban sus padres con los profetas. 24 «Pero ¡ay de
vosotros, los ricos!, porque ya habéis
recibido vuestro consuelo. 25 ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!,
porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque gemiréis y lloraréis. 26 ¡Ay cuando los hombres hablen
bien de vosotros!, pues de ese modo se comportaban sus padres con los falsos profetas.
1. Introducción
El Discurso de la Montaña (en Mateo caps. 5-7) es el primero de los
cinco grandes discursos en los que S. Mateo reúne las enseñanzas de Jesús sobre
el Reino de Dios. En este primero aparece una síntesis de quiénes son los que
pertenecen al Reino de Dios (5, 1-12) y qué actitudes deben guardar con
respecto a la Ley (5, 17-48; 6, 16-18), a Dios (6, 25-34), al prójimo (6, 1-4;
7, 1-5), y en la oración (6,7-14; 7, 7-11). (Cfr. Nuevo Testamento, Eunsa Mt 5,
1,7-7,29).
Las bienaventuranzas (Mateo 5, 1-11) son el «pórtico»
del Discurso de la Montaña. CCE 1717:
Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles
asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida
cristiana; son promesas paradójicas que
sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya
incoadas; quedan inauguradas en la
vida de la Virgen María y de todos los santos.
La «bienaventuranza» era una forma
literaria que en el AT se usaba para celebrar la felicidad del justo que confía
su vida al camino indicado por Dios, sin
dejarse seducir por la fascinación del mal. “Feliz quien no sigue el
consejo de malvados … sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley
día y noche. Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su
fronda no se agosta”. (Salmo 1).
2. Dos modos de
concebir la vida: o en función exclusivamente de esta vida, o en función
también de la vida eterna.
·
Raniero Cantalamessa, Passa Gesù di
Nazaret, Piemme 1999, p. 73: “Jesús subraya, en esta página,
dos modos de concebir la
vida: o «para el reino de Dios», o «para la
propia consolación»; es decir, o en función exclusivamente de esta vida, o en
función también de la vida eterna. Esto es lo que resalta el esquema de Lucas:
«Bienaventurados vosotros - «ay de vosotros».
«Bienaventurados
los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios ...
¡Ay
de vosotros los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ...
Dos
categorías, dos mundos. (...)
Jesús no canoniza simplemente todos los
pobres, los hambrientos, los que lloran o los que son
perseguidos, como no demoniza simplemente a todos los
ricos, los que viven saciados, los que ríen o los que son aplaudidos. La
distinción es más profunda; se trata de
saber sobre lo que cada uno funda la propia seguridad, sobre qué terreno está
construyendo el edificio de su vida: si sobre lo que es pasajero o sobre lo que
no es pasajero. Una pista valiosa para entender las Bienaventuranzas se
encuentra en la primera Lectura, donde Jeremías dice:
«5
Maldito sea quien confía en el hombre, que en él [en la carne] pone su fuerza, y aparta de Yahveh en su corazón. 6 Será como un cardo en la
estepa ....
7
Bendito sea aquel que fía en Yahveh, y
en él pone su confianza. 8 Es como árbol plantado a las orillas del agua ...
v
Otro comentario al Salmo 1: toda
la jornada puede ser tiempo de oración
·
Es Cristo que pasa, 119: El
justo encuentra en la ley de Yavé su
complacencia y a acomodarse a esa
ley tiende,
durante el día y durante la noche (Salmo 1,2). Por la mañana pienso en ti (Cf. Salmo 62,7); y, por la tarde, se dirige hacia ti mi
oración como el incienso (Cf. Salmo 140,2). Toda la jornada puede ser tiempo de
oración: de la noche a la mañana y de la mañana a la noche. Más aún: como nos
recuerda la Escritura Santa, también el sueño debe ser oración (Cf. Deuteronomio
6, 6 y 7).
4. Comentarios al texto del Evangelio.
v Algunas consecuencias de la fe en el Dios único en el Catecismo
o
Usar bien de las cosas
creadas y confiar en Dios en todas las circunstancias
- n. 226: Es usar bien de las cosas creadas: La fe en Dios, el
Único, nos lleva a usar de todo lo que no es El en la medida en que nos acerca
a El, y a separarnos de ello en la medida en que nos aparta de El (Cf Mateo 5,
29-30; 16, 24; 19, 23-24):
Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de
ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios
mío, despójame de mí mismo para darme todo a ti (S. Nicolás de Flüe, oración).
- n. 227: Es confiar en Dios en todas
las circunstancias, incluso en la adversidad. Una oración de Santa Teresa de
Jesús lo expresa admirablemente:
Nada te turbe, / Nada te espante, Todo se pasa, / Dios
no se muda, La paciencia / Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene / Nada le falta: ö Sólo Dios basta (Poes. 30).
v Bienaventurados los pobres.
S. Mateo añade: «de espíritu». (Mateo 5,3)
·
El
evangelista propone a nuestra atención más que una condición social de pobreza,
una actitud de
humildad, que es
propia de quien confía exclusivamente en Dios.
5. Acogen el reino de Dios, sobre todo,
quienes tienen un corazón libre y disponible.
·
Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture
Anno C, Piemme 1999, p. 178: “La provocación de Jesús es
evidente. El no
quiere tanto exaltar un estado social que sobre todo humilla al hombre y que él
mismo ha intentado sanar durante su itinerario terrenal. Jesús quiere, por el
contrario, hacer ver que el escuchar y acoger el reino de Dios se da,
sobre todo, entre los últimos y los
humildes, porque ellos tienen el corazón libre y disponible. Los ricos, los
que se han saciado, los que están satisfechos, los poderosos están demasiado
llenos de sí y de las cosas, de modo que no consiguen acoger algo más; en
concreto, no saben hacer florecer sobre
el terreno demasiado exuberante de su conciencia el árbol del Reino de Dios y del amor. Y ésta
es, por el contrario, la capacidad de los «pobres del Señor», que saben acoger
y donar, escuchar y poner en práctica, creer y amar. Es éste un tema apreciado
por Lucas, que en la riqueza, símbolo de toda posesión egoísta y de todo poder
orgulloso, ve el obstáculo radical para acceder al Reino de Dios”.
6. Un comentario al texto de la primera lectura de Jeremías
v
El sentido de las bienaventuranzas
se refiere a una pregunta fundamental que nos podemos hacer todos: ¿dónde pongo
mi corazón en esta vida? ¿En quién confío?
o
¿Confío en la carne o en el Señor?
§ El amor humano es un bien pero no es suficiente
para satisfacer las aspiraciones del corazón.
a) Este
texto de la primera lectura, nos ayuda a comprender la radicalidad y el sentido
de las
bienaventuranzas, que se refieren a una pregunta fundamental en la vida del
hombre: ¿dónde pongo mi corazón?, ¿dónde pongo mi esperanza para vivir, para
trabajar, para encontrar la felicidad?
b) Confiar en
la carne, es decir confiar en uno mismo, en el hombre, es buscar la seguridad
en esta vida exclusivamente en una
situación social limitada: en la situación económica, en el prestigio, en la
familia, etc. La carne en sentido bíblico es el hombre con sus límites, en su
debilidad, en la caducidad y corruptibilidad.
c) La misma
sabiduría encontramos en el salmo número 1, el salmo responsorial: también se
nos dice que es “dichoso el hombre que
confía en el Señor”. (vid. el texto).
d) Toda
condición social, económica, etc. debe ser valorada a la luz del Reino de Dios.
El
bien y el mal derivan del uso que
hacemos, según que esas realidades sean instrumento o bien obstáculo para la salvación. Desprenderse
o renunciar a las realidades terrenas cuando sea necesario es indispensable en
la medida en que obstaculicen la propia salvación.
e) El amor humano, la
abundancia de bienes, la técnica la ciencia, la cultura .... deberían ser
un bien para todos, para la felicidad de
cada uno y de los pueblos, pero no serán suficientes para satisfacer las
aspiraciones del corazón.
7. Los «pobres» o «humildes» en la Biblia. La
pobreza viene a parecerse a la «infancia espiritual» necesaria para entrar en
el Reino. Pobre es quien confía en el Señor, no busca la seguridad en sí mismo.
v Pobre de espíritu: es quien
confía en el Señor, no en los bienes, en las propias capacidades etc.
o
La pobreza espiritual es lo
contrario a la autosuficiencia, al
orgullo
·
"Los
pobres en el espíritu" son aquellos, a los que se refiere el Profeta
Sofonías , diciendo: "el pueblo
pobre y humilde, que
confía en el Señor". No es posible vivir las Bienaventuranzas sin
confiar en el Señor. No es simplemente el miserable, porque se puede ser
indigente y egoísta apegado a la única moneda que se posee. Es quien no fundamenta su seguridad y su
confianza en los bienes que posee, en el triunfo, en el orgullo, en los ídolos
del oro y del poder. Su corazón está abierto a Dios y a los hermanos. A
esto se refiere San Pablo (1 Cor 1, 26-31) cuando dice: “26 Considerad, si no
hermanos, vuestra vocación; porque no hay entre vosotros muchos sabios según la
carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios escogió la
necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del
mundo para confundir a los fuertes; 28 escogió Dios a lo vil, a los
despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir a lo que es, 29 de
manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios”.
“Pobres” son los que se sienten nada sin
Dios, los que se saben que nada pueden sin Dios. La pobreza espiritual es lo
contrario a la auto-suficiencia, al orgullo, al creer que todo se puede lograr,
y que basta proponérselo.
“Quien es soberbio no es pobre de
espíritu: por tanto el humilde es el pobre de espíritu. Es alto el reino de los
cielos: «pero quien se humilla será exaltado” (Lc 14,11). (San Agustín, Sermón 53, 1-6.9)
v b) Pobre de espíritu es quien se somete a la voluntad de Dios.
Sofonías 2,3: “«Humildes»o «pobres», en hebreo ‘anawîm’.
Los pobres tienen gran importancia en la Biblia. Si la literatura sapiencial
tiende a considerar la pobreza, rêš,
como efecto de la pereza (Pr 10,4 – pero ver Pr 14,21; 18,12-), los profetas
saben que los pobres son ante todo los oprimidos, ‘aniyyîm; reclaman justicia para los débiles y pequeños, dal-lîm, y los indigentes, ‘eboyônîm’
(Am 2,6; Is 10,2; ver Jb 34, 28ss; Si 4,1 s.). El Deuteronomio, siguiendo a Ex
22,20-26; 23,6, les hace eco con su
legislación humanitaria, Dt 24, 10s. Con
Sofonías, el vocabulario de la pobreza toma un colorido moral y
escatológico (3, 11s; ver Is 49,13; 57, 14,21; 66,2; Sal 22,27; 34, 3s.;
37,11s; 69,34; 74,19; 149,4; ver también Mt 5,3+; Lc 1,52; 6,20; 7,22. Los ‘anawîm
son en una palabra los israelitas sumisos a la voluntad divina. (...) A los pobres es a quienes será enviado
el Mesías (Is 61,1; ver 11,4; Sal 72,12s; Lc 4,18). Él mismo será humilde y
manso (Za 9,9; ver Mt 11,29; 21,5), y será incluso oprimido (Is 53,4; Sal
22,25). (Biblia de Jerusalén).
v c) La pobreza de espíritu viene a parecerse a la infancia
espiritual.
Mateo 5,3: “Cristo recoge la palabra «pobre» con el matiz moral perceptible ya en
Sofonías (ver So 2,3+)), hecho aquí explícito por la expresión «de espíritu»,
ausente en Lc 6,20. Indefensos y
oprimidos, los «pobres» o los «humildes» están a punto para el Reino de los
Cielos; tal es el tema de la Bienaventuranzas (ver Lc 4,18; 7,22=Mt 11,5;
Lc 14,13; St 2,5). La pobreza viene a
parecerse a la «infancia espiritual» necesaria para entrar en el Reino (Mt
18, 1s;Mc 9,33s; ver Lc 9,46; Mt 19,13sp; 11,25sp (el misterio revelado a los
«pequeños», nêpioi, ver Lc 12,32; 1
Cor 1,26). A los «pobres», ptojôi,
corresponden también los «humildes», tapeinoi,
Lc 1,48.52; 14,11; 18,14; Mt 23,12; 18,4, los «últimos» opuestos a los
«primeros», Mc 5,35, los «pequeños» opuestos a los «grandes» (Lc 9,48; ver Mt
19,30p; 20, 26p – ver Lc 17,10). Si bien la fórmula de Mt 5,3 subraya el espíritu de pobreza, tanto en el
rico como en el pobre, a lo que Cristo se refiere generalmente es a una pobreza
efectiva, en especial para sus discípulos (Mt 16, 19s; ver Lc 12, 33s; Mt 6,
25p; 4, 18 sp – ver Lc 5 1s -; 9,9p; 19,21 p; 19,27 – ver Mc 10, 28p -; ver Hch
2,44s; 4,32s -). Él mismo da ejemplo de pobreza (Lc 2,7; Mt 8,20p), y de
humildad (Mt 11,29; 20,28p; 21,5; Jn 13,12s; ver 2 Co 8,9; Flp 2,7s). Se
identifica con los pequeños y los desdichados (Mt 25,45; ver 18,5sp).
8. No poner la esperanza en .....
·
1 Timoteo 6, 17-19: 17 A los ricos de este mundo
ordénales que no sean engreídos y que no
pongan su
esperanza en las riquezas
perecederas, sino en Dios, que nos provee de todo con abundancia para que lo
disfrutemos; 18 que practiquen el bien, que se enriquezcan en buenas obras, que sean generosos al dar y hacer a otros
partícipes de sus bienes, 19 que atesoren para el futuro unos sólidos fondos
con los que ganar la vida verdadera.
9. San Agustín (354-430), De civit. Dei, 1,29
v
La certeza de los cristianos:
el cristiano usa de los bienes terrenos sin hacerse esclavo.
·
“La familia
del sumo y verdadero Dios tiene su consuelo, no engañoso, no fundado
en la esperanza de
bienes caducos e incierto; y no debe angustiarse por la misma
vida temporal en la que viene amaestrada para la vida eterna; como peregrina, usa
de los bienes terrenos sin hacerse
esclava, mientras los males de la tierra son para ella prueba o corrección. Pero los que se quejan por esta prueba y cuando sufren algún dolor
temporal se preguntan «¿Dónde está tu Dios?» (Salmo 42/41), respondan ellos
mismos dónde están sus dioses a los cuales adoran o pretenden que todos los adoren, cuando sufren aquellos
males que pretenden evitar. La familia de Dios responde: mi Dios está
presente en todas las partes, está todo en cada lugar y en ningún lugar está
encerrado; puede estar presente en lo
secreto y puede estar lejos sin moverse. Cuando El me pone a prueba con las
adversidades, o examina mis méritos o castiga mis pecados, y me reserva un premio eterno por los males
que he soportado piadosamente aquí.”
Vida Cristiana
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