sábado, 11 de mayo de 2019

¿Qué quiso decir Jesús con “yo soy el buen Pastor”?



[Chiesa/Testi/Gesucristo/JesucristoEsElBuenPastorAleteia]

¿Qué quiso decir Jesús con “yo soy el buen Pastor”?


Roberto Mena | May 07, 2017

A eso es lo que debería aspirar

cualquier cristiano con alguien a su cargo


“Yo soy el buen pastor” (Juan 10,11) es la cuarta de las siete declaraciones “Yo soy” de Jesús registradas sólo en el Evangelio de Juan. Estas proclamas “Yo soy” apuntan a Su identidad y propósito único y divino. Inmediatamente después de declarar que Él es “la puerta” en Juan 10, 7, Jesús declara: “Yo soy el buen pastor”. Él se describe a sí mismo no sólo como “el Pastor”, sino como “el Buen Pastor”.
Debe entenderse que Jesús es “el Buen Pastor, no simplemente “un buen pastor, como otros pueden ser, sino que es único en su carácter (Salmo 23, Zacarías 13, 7, Hebreos 13,20, 1 Pedro 2:,25; 1 Pedro 5, 4).
La palabra griega kalos, traducida como “buena”, describe lo que es noble, sano, bueno y bello, en contraste con lo malo y desagradable. Significa no sólo lo que es bueno interiormente, sino también lo que es atractivo exteriormente. Es una bondad innata.
Por lo tanto, al usar la frase “el buen pastor”, Jesús está haciendo referencia a Su bondad inherente, Su justicia y Su belleza. Como el pastor de las ovejas, Él es el que protege, guía y nutre a su rebaño.
Como lo hizo al declarar que Él es “la puerta de las ovejas” en Juan 10:,7, Jesús está haciendo un contraste entre Él y los líderes religiosos, los fariseos (Juan 10, 12-13). Los compara con un “mercader” o “mano contratada” que no se preocupa por las ovejas.
En Juan 10, 9, Jesús habla de ladrones y ladrones que trataron de entrar sigilosamente en el rebaño. En ese pasaje los líderes judíos (fariseos) se contrastan con Cristo, que es la Puerta. Aquí, en Juan 10,12, el mercenario se contrasta con el pastor verdadero o fiel que voluntariamente da su vida por las ovejas.
El que es un “asalariado” trabaja por salarios, que son su principal consideración. Su preocupación no son las ovejas sino él mismo.
Curiosamente, los pastores de la antigüedad no eran generalmente los dueños del rebaño. Sin embargo, se esperaba que ellos ejercieran el mismo cuidado y preocupación que los propietarios. Esto era característico de un verdadero pastor. Sin embargo, algunos de los mercenarios pensaban sólo en sí mismos. Como resultado, cuando un lobo apareció -la amenaza más común a las ovejas en ese día- el mercader abandonó el rebaño y huyó, dejando las ovejas para ser esparcidas o muertas (Juan 10, 12-13).
Primero, para comprender mejor el propósito de un pastor durante los tiempos de Jesús, es útil darse cuenta de que las ovejas son totalmente indefensas y totalmente dependientes del pastor. Las ovejas están siempre sujetas a peligro y siempre deben estar bajo la atenta mirada del pastor mientras pastan.
Por los valles, precipitaciones de agua repentinas y fuertes pueden arrastrarlas, los ladrones pueden robarlas y los lobos pueden atacar al rebaño. David cuenta cómo mató a un león y a un oso mientras defendía el rebaño de su padre como pastor (1 Samuel 17,36).
Conduciendo nieve en invierno, polvo cegador y arenas ardientes en verano, largas y solitarias horas cada día, todo esto el pastor aguarda pacientemente por el bienestar del rebaño. De hecho, los pastores eran frecuentemente sometidos a un grave peligro, a veces incluso dando sus vidas para proteger a sus ovejas.
Igualmente, Jesús dio Su vida en la cruz como “el Buen Pastor” por su cuenta. El que salvaría a otros, aunque tuviera el poder, no escogió salvarse a sí mismo. “El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20,28).
Por medio de su sacrificio voluntario, el Señor hizo posible la salvación para todos los que acuden a Él con fe. Al proclamar que Él es el Buen Pastor, Jesús habla de “dar” Su vida por Sus ovejas (Juan 10,15, 17-18).
La muerte de Jesús fue divinamente designada. Sólo por medio de Él recibimos la salvación. “Soy el buen pastor; Y conozco mis ovejas, y soy conocido por los míos“(Juan 10,14).
Además, Jesús deja claro que no fue sólo para los judíos que Él dio su vida, sino también para las “otras ovejas que tengo que no son de este pliegue; también yo los traeré, y oirán mi voz; Y habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10,16). Las “otras ovejas” claramente es una referencia a los gentiles. Como resultado, Jesús es el Buen Pastor de todos, judíos y gentiles, los que llegan a creer en Él (Juan 3,16).



Vida Cristiana

Domingo 4 de Pascua, Año C, llamado del «buen pastor». (2019).








Ø Cfr. Domingo 4 de Pascua, Año C, llamado del «buen pastor». (2019). Cfr. San Josemaría Escrivá, «Es Cristo que pasa»,  La lucha interior, Responsabilidad de los pastores

       (Homilía pronunciada el 4-IV-1971, Domingo de Ramos)

n. 81.

o   Responsabilidad de los pastores

En la Iglesia de Dios, el tesón constante por ser siempre más leales a la doctrina de Cristo, es obligación de todos. Nadie está exento. Si los pastores no luchasen personalmente para adquirir finura de conciencia, respeto fiel al dogma y a la moral -que constituyen el depósito de la fe y el patrimonio común-, cobrarían realidad las proféticas palabras de Ezequiel: Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza, diciéndoles: así habla el Señor Yavé: ¡ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Los pastores no son para apacentar el rebaño? Vosotros comíais la grosura de las ovejas, os vestíais de su lana... No confortasteis a las flacas, no curasteis a las enfermas, no vendasteis a las heridas, no redujisteis a las descarriadas, no buscabais a las que se habían perdido, sino que dominabais a todas con violencia y dureza [Ezequiel 34, 2-4].
Son reprensiones fuertes, pero más grave es la ofensa que se hace a Dios cuando, habiendo recibido el encargo de velar por el bien espiritual de todos, se maltrata a las almas, privándoles del agua limpia del Bautismo, que regenera al alma; del aceite balsámico de la Confirmación, que la fortalece; del tribunal que perdona, del alimento que da la vida eterna.
¿Cuándo puede suceder esto? Cuando se abandona esta guerra de paz. Quien no pelea, se expone a cualquiera de las esclavitudes, que saben aherrojar los corazones de carne: la esclavitud de una visión exclusivamente humana, la esclavitud del deseo afanoso de poder y de prestigio temporal, la esclavitud de la vanidad, la esclavitud del dinero, la servidumbre de la sensualidad...
Si alguna vez, porque Dios puede permitir esa prueba, tropezáis con pastores indignos de este nombre, no os escandalicéis. Cristo ha prometido asistencia infalible e indefectible a su Iglesia, pero no ha garantizado la fidelidad de los hombres que la componen. A estos no les faltará la gracia -abundante, generosa- si ponen de su parte lo poco que Dios pide: vigilar atentamente empeñándose en quitar, con la gracia de Dios, los obstáculos para conseguir la santidad. Si no hay lucha, también el que parece estar alto puede estar muy bajo a los ojos de Dios. Conozco tus acciones, tu conducta; sé que tienes nombre de viviente y estás muerto. Está atento y consolida lo que queda de tu grey, que está para morir, pues no he hallado tus obras cabales en presencia de mi Dios. Recuerda, qué cosas has recibido y oíste, y guárdalas y arrepiéntete [Apocalipisis 3, 1-3].
Son exhortaciones del apóstol San Juan, en el siglo primero, dirigidas a quien tenía la responsabilidad de la Iglesia en la ciudad de Sardis. Porque el posible decaimiento del sentido de la responsabilidad en algunos pastores no es un fenómeno moderno; surge ya en tiempos de los apóstoles, en el mismo siglo en el que había vivido en la tierra Jesucristo Nuestro Señor. Y es que nadie está seguro, si deja de pelear consigo mismo. Nadie puede salvarse solo. Todos en la Iglesia necesitamos de esos medios concretos que nos fortalecen: de la humildad, que nos dispone a aceptar la ayuda y el consejo; de las mortificaciones, que allanan el corazón, para que en él reine Cristo; del estudio de la Doctrina segura de siempre, que nos conduce a conservar en nosotros la fe y a propagarla.

n. 34.

o   Buen pastor, buen guía. 

Si la vocación es lo primero, si la estrella luce de antemano, para orientarnos en nuestro camino de amor de Dios, no es lógico dudar cuando, en alguna ocasión, se nos oculta. Ocurre en determinados momentos de nuestra vida interior, casi siempre por culpa nuestra, lo que pasó en el viaje de los Reyes Magos: que la estrella desaparece. Conocemos ya el resplandor divino de nuestra vocación, estamos persuadidos de su carácter definitivo, pero quizá el polvo que levantamos al andar -nuestras miserias- forma una nube opaca, que impide el paso de la luz.
¿Qué hacer, entonces? Seguir los pasos de aquellos hombres santos: preguntar. Herodes se sirvió de la ciencia para comportarse injustamente; los Reyes Magos la utilizan para obrar el bien. Pero los cristianos no tenemos necesidad de preguntar a Herodes o a los sabios de la tierra. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas para orientar, para conducir, para traer a la memoria constantemente el camino. Disponemos de un tesoro infinito de ciencia: la Palabra de Dios, custodiada en la Iglesia; la gracia de Cristo, que se administra en los Sacramentos; el testimonio y el ejemplo de quienes viven rectamente junto a nosotros, y que han sabido construir con sus vidas un camino de fidelidad a Dios.
Permitidme un consejo: si alguna vez perdéis la claridad de la luz, recurrid siempre al buen pastor. ¿Quién es el buen pastor? El que entra por la puerta de la fidelidad a la doctrina de la Iglesia; el que no se comporta como el mercenario que viendo venir el lobo, desampara las ovejas y huye; y el lobo las arrebata y dispersa el rebaño [103]. Mirad que la palabra divina no es vana; y la insistencia de Cristo -¿no veis con qué cariño habla de pastores y de ovejas, del redil y del rebaño?- es una demostración práctica de la necesidad de un buen guía para nuestra alma.
Si no hubiese pastores malos, escribe San Agustín, El no habría precisado, hablando del bueno. ¿Quién es el mercenario? El que ve el lobo y huye. El que busca su gloria, no la gloria de Cristo; el que no se atreve a reprobar con libertad de espíritu a los pecadores. El lobo coge una oveja por el cuello, el diablo induce a un fiel a cometer adulterio. Y tú, callas, no repruebas. Tú eres mercenario; has visto venir al lobo y has huido. Quizá él diga: no; estoy aquí, no he huido. No, respondo, has huido porque te has callado; y has callado, porque has tenido miedo [104].
La santidad de la Esposa de Cristo se ha demostrado siempre -como se demuestra también hoy- por la abundancia de buenos pastores. Pero la fe cristiana, que nos enseña a ser sencillos, no nos induce a ser ingenuos. Hay mercenarios que callan, y hay mercenarios que hablan palabras que no son de Cristo. Por eso, si el Señor permite que nos quedemos a oscuras, incluso en cosas pequeñas; si sentimos que nuestra fe no es firme, acudamos al buen pastor, al que entra por la puerta ejercitando su derecho, al que, dando su vida por los demás, quiere ser, en la palabra y en la conducta, un alma enamorada: un pecador quizá también, pero que confía siempre en el perdón y en la misericordia de Cristo.
Si vuestra conciencia os reprueba por alguna falta -aunque no os parezca grave-, si dudáis, acudid al Sacramento de la Penitencia. Id al sacerdote que os atiende, al que sabe exigir de vosotros fe recia, finura de alma, verdadera fortaleza cristiana. En la Iglesia existe la más plena libertad para confesarse con cualquier sacerdote, que tenga las legítimas licencias; pero un cristiano de vida clara acudirá -¡libremente!- a aquel que conoce como buen pastor, que puede ayudarle a levantar la vista, para volver a ver en lo alto la estrella del Señor.


Vida Cristiana


4º Domingo de Pascua, Ciclo C. 12 de mayo de 2019







Ø Domingo 4 de Pascua, Año C, llamado «del buen pastor». (2019). El buen pastor es Cristo. La vocación cristiana comienza con una voz que resuena en el exterior de nosotros: es una gracia que precede la historia de cada uno. Los cristianos debemos escuchar la voz del Señor y seguirle. «Escuchar» en el lenguaje bíblico tiene unas resonancias específicas: la adhesión gozosa, la elección de vida.  Conocer no es solamente una acción intelectual sino una relación cordial, que lleva a la comunión, a una presencia que acaba en el amor. Se ama a quien se conoce y se conoce a quien se ama. La meta de la vocación cristiana es la vida eterna, es decir, la comunión de vida con Dios.  El conocimiento del Señor como pastor implica el reconocimiento de su soberanía divina y la aceptación de sus exigencias. Es decir, tiene implicaciones éticas. El verdadero conocimiento lleva a la comunión. Jornada mundial por las vocaciones.. "La razón más profunda de la dignidad humana, - leemos en el documento conciliar Gaudium et spes,- está en la vocación del hombre a la comunión de Dios. Vocación es la palabra que da sentido al existir cotidiano, mientras estamos en camino hacia la plenitud de la vida. Considerar la vida como vocación favorece la libertad interior, estimulando en la persona el deseo de futuro, conjuntamente con el rechazo de una concepción de la existencia pasiva, aburrida y banal.


v  Cfr. 4º Domingo de Pascua, Ciclo C.  12 de mayo de 2019

            Evangelio: Juan 10, 27-30; 2ª Lectura: Apocalipsis 7, 9.14-17;
      Cfr. Temi di predicazione – Omelie – editrice dominicana italiana – n. 102 Nuova Serie – IV Domenica di Pasqua;
      Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C, Piemme, I edizione economica 1999, IV Domenica del Tempo di
      Pasqua.

Segunda Lectura, Apocalipsis 7, 9.14b-17: 9 Yo, Juan, vi una gran multitud que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie ante el trono y ante el Cordero, vestidos con túnicas blancas, y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, los que han lavado sus túnicas y las han blanqueado con la sangre del Cordero. 15 Por eso están ante el trono de Dios y le sirven día y noche en su templo, y el que se sienta en el trono habitará en medio de ellos. 16 Ya no tendrán hambre, ni tendrán sed, no les agobiará el sol, ni calor alguno, 17 pues el Cordero, que está en medio del trono, será su pastor, que los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.
Evangelio, Juan 10, 27-30: 27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.
Aleluya antes del Evangelio: Juan 10, 14: Yo soy el buen Pastor – dice el Señor -, conozco mis ovejas, y las mías me conocen.

JESUCRISTO ES EL BUEN PASTOR

Mis ovejas escuchan mi voz

Yo las conozco y ellas me siguen

(Juan 10, 27)
·         Jesucristo, Buen Pastor, nos conoce a cada uno de nosotros. En el Evangelio de hoy nos dice:
“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10,27-29).


1. «Escuchar» (Juan 10, 27) en el lenguaje bíblico tiene unas resonancias específicas: la adhesión gozosa, la elección de vida. 

v  Quien ha escuchado y se ha dado a conocer y ha conocido a Dios «sigue» a Cristo como a su único Pastor

·         Ravasi o.c.: “El hombre debe «escuchar» y sabemos que en el lenguaje bíblico ese verbo está cargado
de resonancias ulteriores que implican también la adhesión gozosa, la obediencia, la elección de vida”.   p. 121
            “Se establece una comunicación íntima y profunda entre Cristo y el discípulo, que es definida por una grande palabra bíblica: «conocer». Esta palabra abraza de una manera tan intensa  la mente y el corazón, la acción y el ser entero del hombre, que llega a ser, en los labios de Jesús, la misma definición que la de vida eterna: “Ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien  Tú has enviado” (Juan 17,3).   p. 121
“Quien ha escuchado y se ha dado a conocer y ha conocido a Dios «sigue» a Cristo como a su único Pastor.  Este seguimiento debe ser cotidiano y continuo, también cuando en el horizonte se entrevé  la pesadilla del lobo que se para ante nosotros dispuesto a devorar nuestra carne y a torturar nuestro espíritu. En esos momentos salen a relucir en nuestra mente otras dos verbos del párrafo del Pastor: nunca «pereceremos», y nadie nos podrá «arrebatar» de la mano segura y omnipotente de Cristo”.  p. 121

2. “Yo les doy la vida eterna” (Juan 10, 28)

v  La meta de la vocación cristiana es la vida eterna no la que enseñaban los griegos, sino la comunión de vida con Dios.

Cfr. Gianfranco Ravasi o.c.
“La meta de la vocación  cristiana, en efecto, nos es ni oscura ni  incierta, sino que se encuentra en la frase última pronunciada por  Cristo Pastor: «Yo les doy vida eterna» (Juan 10, 28). En el lenguaje de Juan «vida eterna» no alude a un infinita extensión de años, a una inmortalidad del alma como la enseñaban los Griegos;  se trata, en cambio, de la misma vida divina, es la comunión de vida, de paz, de estar con Dios mismo”.  p. 122

o   Encontramos  la descripción simbólica de esta experiencia de la vida eterna  en la segunda Lectura de hoy, del libro del Apocalipsis. La comunión perfecta con Dios cara cara.

“La descripción simbólica de esta experiencia la tenemos delante de nosotros en la segunda Lectura de hoy, que presenta a nuestra mente un grandioso fresco del Apocalipsis. En él una inmensa multitud de discípulos pertenecientes a todas las regiones, a todos los tiempos y a todas las culturas de nuestro planeta, no tiene  en adelante hambre y sed, no es herida por los sucesos externos del clima y de la historia, no conoce en adelante el amargo sabor de las lágrimas, no bebe ya el veneno de la muerte, porque Dios, a sus fieles. Les ha abierto «la fuente de las aguas de la vida»”.  p. 122
“Es el momento de la comunión perfecta con Dios. Ha quedado a las espaldas el tiempo en el que  ellos, los fieles, debían sumergirse en la sangre de la prueba, del sufrimiento y de la tribulación participando en la pasión de Cristo.  Ahora ellos se visten con el vestido cándido y resplandeciente del angel pascual (Lucas 24,4). Ellos están ya en la felicidad y sobre ellos se extiende la tienda estrellada del cielo, imagen del Templo celeste perfecto en el que Dios estará presente no ya como en un reflejo para contemplar como en un espejo, sino que se mostrará cara a cara (1 Corintios 13,12)”. pp. 122-123


v  Una aclaración acerca de la imagen de las ovejas en la época actual.

o   El uso de la imagen de las ovejas, no tiene nada que ver con el sentido actual a veces peyorativo.

·         Los discípulos se llaman así  porque «aprenden»: «discere» en latín significa aprender. El uso de la
imagen de las ovejas, no tiene nada que ver con el sentido actual a veces peyorativo; responde más bien a la cultura de la época en que hablaba el Señor, a una sociedad como la hebrea donde ser pastor y tener ovejas era señal de una buena situación social, señal de riqueza y de bienestar. Los verdaderos discípulos acogen dócilmente sus palabras, es decir, permiten al Maestro que enseñe («docere», en latín, significa enseñar). Los verdaderos discípulos son dóciles en cuanto que  aprender a vivir como su modelo, Cristo, pastor ejemplar.

3. El conocimiento en  la Biblia

v  A) Conocer no es solamente una acción intelectual sino una relación cordial, que lleva a la comunión, a una presencia que acaba en el amor.

o   Se ama a quien se conoce y se conoce a quien se ama.

·         El verbo «conocer» no indica solamente una acción intelectual, sino una relación cordial y afectiva.
Jesús nos conoce en el sentido de que ama a las personas que están ligadas a Él. Por analogía, nosotros le conocemos en cuanto que le amamos. Se trata de una relación mutua y recíproca: se ama a quien se conoce y se conoce a quien se ama.

o   El verdadero conocimiento en la Biblia lleva a la comunión.

·         Biblia de Jerusalén, comentario a  Juan 10,14: “En la Biblia (ver Os 2,22+), el «conocimiento» no
procede de una actividad puramente intelectual, sino de una «experiencia», de una presencia (comparar Juan 10, 14-15 y 14,20; 17, 21-22; ver 14, 17; 17,3; 2 Jn 1-2); acaba necesariamente en el amor (ver Oseas 6,6+ y 1 Jn 1,3+, 10,16)”. 
·         Biblia de Jerusalén, comentario a 1 Juan 1,3: El verdadero «conocimiento» en la Biblia lleva a la
«comunión». “El término «comunión»  (ver 1 Corintios 1,9+; 2 Pedro 1,4), expresa uno de los temas  principales de la mística joánica (Jn 14,20; 15, 1-6; 17, 11.20-26); unión de la comunidad cristiana basada en la unión de cada fiel con Dios, en Cristo. Esta unión se expresa bajo diversas formas: el cristiano «permanece en Dios y Dios permanece en él» (1 Juan 2, 5.6.24.27; 3,6.24; 4, 12.13.15.16; ver Juan 6,56+), ha nacido de Dios (2,29; 3,9; 4,7; 5, 1.18), es de Dios (2,16; 3,10; 4,4.6; 5,19), conoce a Dios (2, 3.13.14; 3,6; 4, 7-8) (sobre conocimiento y presencia, ver también: Juan 14,17; 2 Juan 1,2).

v   B) Nuestro conocimiento del Señor como pastor implica el reconocimiento de su soberanía divina y la aceptación de sus exigencias.

·         Esta identidad divina justifica el que el Señor afirmase en cierta ocasión  una exigencia absoluta:
 “Quien no está conmigo está contra mí” (Mateo 12,30) (cfr. CEC n. 590). No le reconocieron como Dios hecho hombre y veían en Él a “un hombre que se hace Dios” (Juan 10, 33), y, por tanto, lo juzgaron como un blasfemo (cfr. CEC n. 594).

o   Es decir, implica un comportamiento ético. La obediencia concreta a su voluntad.

·         Cfr. Comentario al Nuevo Testamento, la Casa de la Biblia, 3ª edición 1995, Juan 10, 1-6 y 7-21:
El conocimiento del Señor como pastor implica el reconocimiento de la soberanía divina y la aceptación de sus exigencias (Is 1,2ss; Jr 9, 3-5; 31,34), y la garantía del verdadero conocimiento es la obediencia concreta a su voluntad (Jr 16,11). “Implica, por tanto, el comportamiento ético adecuado, el aspecto moral, del que prescindían los gnósticos. Igualmente el evangelio de Juan habla de un conocimiento activo, de una relación personal entre el pastor y sus ovejas, «como» la que existe entre el Padre y el Hijo. Así como éste se expresa en el amor del Padre por el Hijo (Jn 3,35; 10,17; 15,9 ...) y en la obediencia del Hijo del Padre (Jn 4,34; 6,39 ...), del mismo modo el conocimiento del pastor se manifiesta en el amor por las ovejas (Jn 13,1; 15,12-13) y en la confianza que las ovejas tienen en el pastor (Jn 10, 25-30.37-38). La fe se  traduce aquí por el seguimiento de las ovejas al pastor (Jn 14, 21-24).”
  

4. El significado de dar la vida

     Cfr. Evangelio, Juan  10,28 y 2ª Lectura, del libro del Apocalipsis.

v  Dos significados.

·         El conocimiento de sus discípulos por parte del Señor se aclara con lo que afirma en Juan 10, en el v. 28: “yo
les doy vida eterna”.  
“Dar la vida” tiene dos significados: por una parte, Jesús da la propia vida en el sentido de que la pierde; y por otra, en el sentido de que comunica su vida, permitiendo así a los discípulos de tener una vida plena. También  hay que tener en cuenta que el adjetivo “eterna” en Juan indica plenitud y totalidad, no solamente duración infinita. Vida eterna por tanto es plena realización de la vida, completa madurez humana. Primariamente no significa una realidad contraria a temporal, sino más bien participación en la vida misma de Dios.

o   Todos somos llamados a participar de esa vida eterna. Nuestra condición actual.

·         Todos somos llamados a participar de esa vida eterna. En la segunda lectura se nos habla de “una
muchedumbre tan grande que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca y llevaban palmas en las manos. (...) Han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero (...) el Cordero que está en el trono será su pastor y los conducirá a las fuentes del agua de la vida, y Dios enjugará de sus ojos toda lágrima”.
En cuanto hombres destinados a la vida eterna, debemos considerar provisional nuestra condición  terrestre, y también que nuestra debilidad y fragilidad son una situación límite de la que seremos liberados.
·         JPII, Catequesis 16-12-1998: “Esta "vida eterna" no es mas que la participación de los creyentes en
la vida misma de Jesús resucitado y consiste en ser insertados en la circulación de amor que une al Padre y al Hijo, que son uno (Juan 10,30; 17,21-22).
·         Ravasi o.c: “En el lenguaje de Juan «vida eterna» no alude tanto a una infinita prolongación de los
años, a una inmortalidad del alma como era enseñado por los Griegos; en cambio, es la misma vida divina, y la comunión de vida, de paz, de ser con  Dios mismo”.  p. 122

5. La vida como vocación


v  Cfr. Juan Pablo II, Mensaje para la 38 jornada mundial por las vocaciones, 6 de mayo de 2001. 4º Domingo de Pascua. 

o   A)  “La razón más profunda de la dignidad humana, - leemos en el documento conciliar Gaudium et spes,- está en la vocación del hombre a la comunión de Dios”.

§  Vocación es la palabra que da sentido al existir cotidiano, mientras estamos en camino hacia la plenitud de la vida.
1. – (…)
La palabra "vocación" cualifica muy bien las relaciones de Dios con cada ser humano en la libertad del amor, porque "cada vida es vocación" (Pablo VI, carta Enc. Populorum progressio, 15). (...)
Vocación es la palabra que introduce a la comprensión de los dinamismos de la revelación de Dios y descubre al hombre la verdad sobre su existencia: "La razón más profunda de la dignidad humana, - leemos en el documento conciliar Gaudium et spes,- está en la vocación del hombre a la comunión de Dios. Ya desde su nacimiento es invitado el hombre al diálogo con Dios: pues, si existe, es porque, habiéndole creado Dios por amor, por amor le conserva siempre, y no vivirá plenamente conforme a la verdad, si no reconoce libremente este amor y si no se entrega a su Creador". (N° 19). Es en este diálogo de amor con Dios que se funda la posibilidad para cada uno de crecer según líneas y características propias, recibidas como don y capaces de " dar sentido" a la historia y a las relaciones fundamentales de su existir cotidiano, mientras se está en camino hacia la plenitud de la vida.

o   B) Considerar la vida como vocación favorece la libertad interior, estimulando en la persona el deseo de futuro, conjuntamente con el rechazo de una concepción de la existencia pasiva, aburrida y banal.

2. - Considerar la vida como vocación favorece la libertad interior, estimulando en la persona el deseo de futuro, conjuntamente con el rechazo de una concepción de la existencia pasiva, aburrida y banal. La vida asume así el valor del "don recibido, que tiende por naturaleza a llegar a ser bien dado" (Doc. Nuevas vocaciones para una nueva Europa, 1997,16, b). El hombre muestra ser renovado en el Espíritu (cfr. Jn. 3, 3.5) cuando aprende a seguir el camino del nuevo mandamiento "que os améis los unos a los otros, como yo os he amado" ( cfr. Jn 15,12). Se puede afirmar que, en cierto sentido, el amor es el DNA de los hijos de Dios; es la " la vocación santa" con la que hemos sido llamados "según su propósito y su gracia, gracia que nos fue dada en Cristo Jesús, antes de los tiempos eternos y manifestada en el presente por la aparición de nuestro Salvador, Jesucristo " (2 Tm 1,9.10).

o   C) En el origen de todo camino vocacional, está Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

§  Él nos revela que no estamos solos construyendo nuestra vida, porque Dios camina con nosotros en medio de nuestros quehaceres y si nosotros lo queremos, entreteje con cada cual una maravillosa historia de amor, única e irrepetible.
En el origen de todo camino vocacional está Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Él nos revela que no estamos solos construyendo nuestra vida, porque Dios camina con nosotros en medio de nuestros quehaceres y si nosotros lo queremos, entreteje con cada cual una maravillosa historia de amor, única e irrepetible. Y al mismo tiempo, en armonía con la humanidad y con el mundo entero.
Descubrir la presencia de Dios en la propia historia, no sentirse nunca huérfano sino siendo consciente de tener un Padre del que podemos fiarnos totalmente: este es el gran cambio que transforma el horizonte simplemente humano y lleva al hombre a comprender, como afirma la Gaudium et spes, que no puede " encontrarse plenamente a sí mismo sino en la entrega sincera de sí mismo" (N°24). En estas palabras del Concilio Vaticano II está encerrado el secreto de la existencia cristiana y de toda la auténtica realización humana.

o   D. La necesidad del testimonio de hombres y mujeres: a) que muestren la fecundidad de una existencia que tiene en Dios su fuente; b) en la docilidad a la acción del Espíritu su fuerza; c) en la comunión con Cristo y con la Iglesia, que es garantía del sentido auténtico de la fatiga cotidiana.

§  Conviene que en la Comunidad cristiana, cada uno descubra su personal vocación y responda con generosidad.
3. - Hoy, sin embargo, esta lectura cristiana de la existencia debe hacer el balance de algunos comportamientos de la cultura occidental, en la que Dios es prácticamente marginado del vivir cotidiano. He aquí porqué es necesario un compromiso acorde de toda la comunidad cristiana para "reevangelizar la vida". Conviene a esta fundamental obligación pastoral el testimonio de hombres y mujeres que muestren la fecundidad de una existencia que tiene en Dios su fuente, en la docilidad a la acción del Espíritu su fuerza, en la comunión con Cristo y con la Iglesia la garantía del sentido auténtico de la fatiga cotidiana. Conviene que en la Comunidad cristiana, cada uno descubra su personal vocación y responda con generosidad. Cada vida es una vocación,  y todo creyente es invitado a cooperar en la edificación de la Iglesia. (…).





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