Ø Domingo 23 del Tiempo Ordinario, Ciclo A (2017).
La vigilancia en el Antiguo y
Nuevo
Testamento. La vigilancia en la vida cristiana es responsabilidad de todos los
cristianos. "Debemos
siempre velar, velar contra el engaño, contra la seducción del maligno".
Aspectos sobre la vigilancia que
encontramos en el Catecismo de la Iglesia Católica.
Todos debemos sentiros
corresponsables de la vida de los demás, de sus éxitos o de sus fracasos.
v Cfr. Dom. 23 del Tiempo Ordinario Ciclo A – 10 de septiembre de 2017.
Ezequiel 33,
7-9; Romanos 13, 8-10; Mateo 18, 15-20
Cfr. Sagrada
Biblia, Libros proféticos, Eunsa 2002, Ezequiel 33.
Lectura
del Profeta Ezequiel 33,7-9: Esto dice el Señor: 7 A ti, hijo de hombre, te
he puesto de centinela sobre la casa de Israel: escucharás la palabra de mi
boca y les advertirás de mi parte. 8
Si yo digo al impío: «Impío, vas a
morir», y no hablas para advertir al impío de su camino, este impío morirá por
su culpa, pero reclamaré su sangre de tu mano. 9 Pero si tú adviertes al impío para que se aparte de su camino y
no se aparta, él morirá por su culpa pero tú habrás salvado tu vida.
Mateo 18, 15-20: 15 « Si tu hermano llega a pecar, vete y
repréndele, a solas tú con él. Si te
escucha, habrás ganado a tu hermano. 16 Si no te
escucha, toma todavía contigo uno o dos,
para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. 17 Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad.
Y si hasta a la comunidad desoye, sea
para ti como el gentil y el publicano. 18 « Yo os aseguro: todo lo que atéis en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará
desatado en el cielo. 19 « Os aseguro también que
si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que
fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
A ti, hijo de
hombre, te he puesto de centinela sobre la casa de Israel:
escucharás la
palabra de mi boca y les advertirás de mi parte.
(Primera Lectura, Ezequiel
33, 79)
En líneas
generales,
las lecturas de
hoy nos hablan de la preocupación por el hermano,
como una
consecuencia del mandato del amor al prójimo, es decir,
de sentirse
corresponsable de su vida, de sus éxitos o sus fracasos.
1. La vigilancia en el Antiguo Testamento
v El profeta/centinela en la Biblia: su función de vigilancia. “Escucharás la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte”
·
La
Casa de la Biblia, Comentario al Antiguo
Testamento II, 1997 p. 220: “Ya Jeremías
hablaba de estos
centinelas que el Señor ha dado a su pueblo para que den la alerta en caso de
peligro (Jeremías 6,17). De profetas
centinelas también hablan Oseas (5,8; 6,5), Habacuc (2,1) e Isaías (21,6).
(...) Los falsos profetas son adivinos, magos y embusteros; el profeta
verdadero es el centinela que vigila y está atento a la palabra de Dios; no
adivina, sino que lee los acontecimientos de la historia para iluminarlos a
través de la palabra de Dios que anuncia”
·
El
profeta invitará frecuentemente a la conversión, porque el Señor quiere la vida
del
hombre y no su
muerte (cfr. Ezequiel 33,11).
2. La vigilancia en el Nuevo Testamento.
v
La vigilancia es fundamental en la vida
cristiana
o La enseñanza de Jesús en el Catecismo de la
Iglesia Católica
n. 2612: «En Jesús "el Reino de Dios está próximo",
llama a la conversión y a la fe pero
también a la
vigilancia». (…)
n. 2621 : “En su enseñanza, Jesús instruye a sus discípulos
para que oren con un corazón
purificado, una
fe viva y perseverante, una audacia filial. Les insta a la vigilancia y les
invita a presentar sus peticiones a Dios en su Nombre. El mismo escucha las
plegarias que se le dirigen”.
n. 2730.Mirado positivamente, el combate contra
el yo posesivo y dominador consiste en la
vigilancia. Cuando
Jesús insiste en la vigilancia, es siempre en relación a Él, a su Venida, al
último día y al "hoy". El esposo viene en mitad de la noche; la luz
que no debe apagarse es la de la fe: "Dice de ti mi corazón: busca su
rostro" (Sal 27, 8).
n. 2863 : Al decir: «No nos dejes caer en la
tentación», pedimos a Dios que no nos permita
tomar el camino
que conduce al pecado. Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de
fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.
La vigilancia es
"guarda del corazón", y Jesús pide al Padre que "nos guarde en
su Nombre". Pedimos a Dios que no nos permita tomar el camino del pecado
n. 2849 : (…) La vigilancia del corazón es
recordada con insistencia en comunión con la
suya (cf Mc 13,
9. 23. 33 - 37; Mc 14, 38; Lc 12, 35 - 40). La vigilancia es "guarda del
corazón", y Jesús pide al Padre que "nos guarde en su Nombre"
(Jn 17, 11). El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta
vigilancia (cf 1Co 16, 13; Col 4, 2; 1Ts 5, 6; 1P 5, 8). Esta petición adquiere
todo su sentido dramático referida a la tentación final de nuestro combate en
la tierra; pide la perseverancia final. "Mira que vengo como ladrón.
Dichoso el que esté en vela" (Ap 16, 15).
o Otros aspectos sobre la vigilancia que encontramos en el Catecismo de la Iglesia Católica
n. 2088:
“El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con
prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a
ella”. (…)
Con referencia al amor a Dios hay que estar atentos - vigilar -
a la indiferencia, la ingratitud, la
tibieza, la pereza espiritual.
n. 2094: Se puede
pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia olvida
o rechaza la
consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su
fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y
devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o una negligencia en
responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento
de la caridad. La acedia o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene
de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio de Dios tiene su origen
en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque
condena el pecado e inflige penas.
o El descuido de la vigilancia lleva a la acedia [1]: una forma de aspereza o de desabrimiento.
·
n. 2733: Otra tentación
a la que abre la puerta la presunción es la acedia. Los Padres
espirituales
entienden por ella una forma de aspereza o de desabrimiento debidos al
relajamiento de la ascesis, al descuido de la vigilancia, a la negligencia del
corazón. "El espíritu está pronto pero la carne es débil" (Mt 26,
41). El desaliento, doloroso, es el reverso de la presunción. Quien es humilde
no se extraña de su miseria; ésta le lleva a una mayor confianza, a mantenerse
firme en la constancia.
o Primera Carta de San Pedro
·
San Pedro, al final de su
primera Carta, hace una indicación precisa a todos: “Sed
sobrios y vigilad, porque vuestro
adversario, el diablo, como un león rugiente, ronda buscando a quien devorar.
Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos dispersos por el
mundo soportan los mismos padecimientos” (5, 8-9).
o Las parábolas de Jesús sobre la vigilancia
No olvidemos las conocidas parábolas sobre
la vigilancia que encontramos en los capítulos 24 y 25 de San Mateo: la
parábola del siervo fiel, la de las vírgenes necias y prudentes, la de los
talentos.
3. "Debemos siempre velar, velar contra el engaño, contra la seducción del maligno".
Homilía de
Papa Francisco en la Casa Santa Marta - Viernes 11 de octubre de 2013,
comentando el Evangelio del día, Lucas 11, 15-26.
(…)
o ¿Vigilo sobre mí? ¿Sobre mi corazón? ¿Sobre mis sentimientos? ¿Sobre mis pensamientos? ¿Custodio el tesoro de la gracia? ¿Custodio la presencia del Espíritu Santo en mí?
El Papa observó que Jesús nos ofrece algunos criterios
para entender la presencia del maligno y reaccionar.
Último criterio es el de la vigilancia. "Debemos
siempre velar, velar contra el engaño, contra la seducción del maligno",
exhortó el Pontífice. Y volvió a citar el Evangelio: "Cuando un hombre
fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Y nosotros
podemos hacernos la pregunta: ¿yo vigilo sobre mí? ¿Sobre mi corazón? ¿Sobre mis
sentimientos? ¿Sobre mis pensamientos? ¿Custodio el tesoro de la gracia?
¿Custodio la presencia del Espíritu Santo en mí?". Si no se custodia
-añadió, citando otra vez el Evangelio-, "llega otro que es más fuerte y
lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín".
Son estos, por lo tanto, los criterios para responder
a los desafíos planteados por la presencia del diablo en el mundo: la certeza
de que "Jesús lucha contra el diablo"; "quien no está con Jesús
está contra Jesús"; y "la vigilancia". Hay que tener presente
-dijo también el Papa- que "el demonio es astuto: jamás es expulsado para
siempre, sólo lo será el último día". Porque cuando "el espíritu
inmundo sale del hombre -recordó, citando el Evangelio-, da vueltas por lugares
áridos, buscando un sitio para descansar, y al no encontrarlo dice: volveré a
mi casa de donde salí. Al volver se la encuentra barrida y arreglada. Entonces
va y toma otros siete espíritus peores que él y se mete a vivir allí. Y el
final de aquel hombre resulta peor que el principio".
He aquí por qué es necesario velar. "Su
estrategia es ésta -advirtió el Papa Francisco-: tú te has hecho cristiano, vas
adelante con tu fe, y yo te dejo, te dejo tranquilo. Pero después, cuando te
has acostumbrado y no estás muy alerta y te sientes seguro, yo vuelvo. El
Evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y acaba con el demonio que
vuelve. San Pedro lo decía: es como un león feroz que ronda a nuestro
alrededor". Y esto no son mentiras: "es la Palabra del Señor".
"Pidamos al Señor -fue su oración conclusiva- la
gracia de tomar en serio estas cosas. Él ha venido a luchar por nuestra
salvación, Él ha vencido al demonio".
VIDA CRISTIANA
[1] Nota de la Redacción de Vida
Cristiana sobre la acedia. Es la pereza
– o torpor, modorra o aburrimiento - en el
plano espiritual y religioso. Santo Tomás de Aquino precisa que es tristeza ante
el bien espiritual que quita el gusto de la acción sobrenatural. Es
una desazón o flacidez espiritual ante las realidades espirituales que empuja a abandonar toda actividad de la vida
espiritual. El Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2094) dice “Se puede pecar
de diversas maneras contra el amor de Dios. (…) La acedia o pereza espiritual
llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino
(…)”. Se suelen referir como sinónimos de la palabra “desabrimiento” que
aparece en el Catecismo: el desagrado, la aspereza en el trato, la brusquedad,
la hosquedad, la adustez.
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