sábado, 16 de junio de 2018

Catequesis sobre el Bautismo. 1. El fundamento de la vida cristiana




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Ø El sacramento del Bautismo. Catequesis de Papa Francisco (2018). (1) El fundamento de la vida cristiana. El Bautismo es el primero de los Sacramentos, en cuanto es la puerta que permite a Cristo Señor establecer su morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio. El Bautismo es un renacimiento. El Bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios, y haciendo nacer el hombre nuevo, recreado en Jesús. Todos debemos saber la fecha de nuestro Bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien pide el Bautismo. ¿Pero para qué bautizar a un niño que no entiende?

v  Cfr.Papa Francisco, Catequesis sobre el Bautismo,

Audiencia General - Miércoles, 11 de abril de 2018
Catequesis sobre el Bautismo. 1. El fundamento de la vida
cristiana

1.    Una reflexión  sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene del mismo Cristo.

v  Somos cristianos en la medida en que dejamos vivir a Jesucristo en nosotros.

o   El Bautismo es el primero de los Sacramentos, en cuanto es la puerta que permite a Cristo Señor establecer su morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.

§  El Bautismo es un renacimiento.
Los cincuenta días del tiempo litúrgico pascual son propicios para reflexionar sobre la vida cristiana que, por su naturaleza, es la vida que proviene del mismo Cristo. Somos, pues, cristianos en la medida en que dejamos vivir a Jesucristo en nosotros. ¿De dónde partir entonces para reavivar esa conciencia si no del principio, del Sacramento que encendió en nosotros la vida cristiana? Ese es el Bautismo. La Pascua de Cristo, con su carga de novedad, nos llega a través del Bautismo para transformarnos a su imagen: los bautizados son de Jesucristo, es Él el Señor de su existencia. El Bautismo es el «fundamento de toda la vida cristiana» (Catecismo de la Iglesia Católica, 1213). Es el primero de los Sacramentos, en cuanto es la puerta que permite a Cristo Señor establecer su morada en nuestra persona y a nosotros sumergirnos en su Misterio.

2.    El verbo griego “bautizar” significa “sumergir”.

v  En virtud del Espíritu Santo, el Bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios, y haciendo nacer el hombre nuevo, recreado en Jesús.

o   Todos debemos saber la fecha de nuestro Bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento.

§  El Bautismo es llamado también “regeneración”: creemos que Dios nos ha salvado «por su misericordia, mediante el baño de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo».
El verbo griego “bautizar” significa “sumergir” (cfr. Catecismo, 1214). El baño con el agua es un rito común a varias creencias para expresar el paso de una condición a otra, signo de purificación para un nuevo inicio. Pero a los cristianos no se nos debe escapar que si es el cuerpo el que es sumergido en el agua, es el alma la que es sumergida en Cristo para recibir el perdón del
pecado y brillar con luz divina (cfr. Tertuliano, Sobre la resurrección de los muertos, VIII, 3: CCL 2, 931; PL 2, 806).
En virtud del Espíritu Santo, el Bautismo nos sumerge en la muerte y resurrección del Señor, ahogando en la fuente bautismal al hombre viejo, dominado por el pecado que separa de Dios, y haciendo nacer el hombre nuevo, recreado en Jesús. En Él, todos los hijos de Adán están llamados a vida nueva. El Bautismo, pues, es un renacimiento. Estoy seguro, segurísimo de que todos nos acordamos de la fecha de nuestro nacimiento: seguro. Pero me pregunto yo, un poco dudoso, y os pregunto a vosotros: ¿se acuerda cada uno de cuál fue la fecha de su Bautismo? Algunos dicen que sí: está bien. Pero es un sí un poco débil, porque quizá muchos no se acuerdan. Pero si celebramos el día del nacimiento, ¿cómo no celebrar –al menos recordar– el día del renacimiento? Yo os pondré una tarea para casa, una tarea para hacer hoy en casa. Aquellos de vosotros que no se acuerden de la fecha del Bautismo, que pregunten a su madre, a los tíos, a los abuelos:“¿Tú sabes cuál es la fecha de mi Bautismo?”, y no olvidarla nunca. Y ese día dad gracias el Señor, porque es precisamente el día en que Jesús entró en mí, el Espíritu Santo entró en mí. ¿Habéis entendido bien la tarea para casa?
Todos debemos saber la fecha de nuestro Bautismo. Es otro cumpleaños: el cumpleaños del renacimiento. No olvidéis hacerlo, por favor.

Recordemos las últimas palabras del Resucitado a los Apóstoles; son un mandato preciso: «Id, pues,  haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19). A través del lavado bautismal, quien cree en Cristo viene inmerso en la vida misma de la Trinidad. No es pues un agua cualquiera la del Bautismo, sino el agua sobre la que es invocado el Espíritu «dador de vida» (Credo). Pensemos en lo que Jesús dijo a Nicodemo para explicarle el nacimiento a la vida divina: «Si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo nacido de la carne, carne es; y lo nacido del Espíritu, espíritu es» (Jn 3,5-6). Por eso el Bautismo es llamado también “regeneración”: creemos que Dios nos ha salvado «por su misericordia, mediante el baño de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo» (Tt 3,5).
§  El Bautismo es por eso signo eficaz de renacimiento, para caminar en novedad de vida.
El Bautismo es por eso signo eficaz de renacimiento, para caminar en novedad de vida. Lo recuerda san Pablo a los cristianos de Roma: «¿No sabéis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados para unirnos a su muerte? Pues fuimos sepultados juntamente con Él mediante el bautismo para unirnos a su muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de
entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva»  (Rm 6,3-4).

3.    El Bautismo nos hace también miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo

v  El Bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él, para colaborar con la Iglesia, cada uno según su propia condición, en la transformación del mundo.

o   El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien pide el Bautismo.

§  ¿Pero para qué bautizar a un niño que no entiende?
Sumergiéndonos en Cristo, el Bautismo nos hace también miembros de su Cuerpo, que es la Iglesia, y partícipes de su misión en el mundo (cfr. Catecismo, 1213). Los bautizados no estamos aislados: somos miembros del Cuerpo de Cristo. La vitalidad que mana de la fuente bautismal queda ilustrada por estas palabras de Jesús: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, ése da mucho fruto» (Jn 15,5). Una misma vida, la del Espíritu Santo, fluye desde Cristo a los bautizados, uniéndoles en un solo Cuerpo (cfr. 1Cor 12,13), ungido por la santa unción y alimentado en la mesa eucarística.
El Bautismo permite a Cristo vivir en nosotros y a nosotros vivir unidos a Él, para colaborar con la Iglesia, cada uno según su propia condición, en la transformación del mundo. Recibido una sola vez, el lavado bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros pasos hasta la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del Bautismo.
El Sacramento supone un camino de fe, que llamamos catecumenado, evidente cuando es un adulto quien pide el Bautismo. Pero también los niños, desde la antigüedad, son bautizados en la fe
de sus padres (cfr. Rito del Bautismo de niños, Introducción, 2). Y sobre esto yo querría deciros una cosa. Algunos piensan: ¿pero para qué bautizar a un niño que no entiende? Esperemos a que crezca, a que entienda y sea él mismo quien pida el Bautismo. Pero eso significa no tener confianza en el Espíritu Santo, porque cuando bautizamos a un niño, en ese niño entra el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo hace crecer en ese niño, desde pequeño, las virtudes cristianas que luego florecerán. Siempre se debe dar esa oportunidad a todos, a todos los niños, de tener dentro de ellos al Espíritu Santo que les guíe durante la vida. ¡No olvidéis bautizar a los niños! Nadie merece el Bautismo,
que es siempre don gratuito para todos, adultos y neonatos. Pero como sucede con una semilla llena de vida, ese don echa raíces y da fruto en un terreno alimentado por la fe. Las promesas bautismales que cada año renovamos en la Vigilia Pascual deben ser reavivadas cada día para que el Bautismo
“cristifique”: no debemos tener miedo de esa palabra; el Bautismo nos “cristifica”, quien ha ecibido el Bautismo y es “cristificado”, se parece a Cristo, se transforma en Cristo y lo hace de verdad otro Cristo.



Vida Cristiana

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