La voluntad de Dios y Jesucristo
en el Catecismo de la Iglesia Católica
2822 «HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO».
La voluntad de nuestro Padre es "que todos los hombres se salven y lleguen
al conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2, 3 - 4). El "usa de
paciencia, no queriendo que algunos perezcan" (2P 3, 9; cf Mt 18, 14). Su
mandamiento que resume todos los demás y que nos dice toda su voluntad es que
"nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado" (Jn 13, 34; cf
1Jn 3; 4; Lc 10, 25 - 37).
2823 El nos ha dado a "conocer el Misterio de su
voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano … : hacer
que todo tenga a Cristo por Cabeza … a él por quien entramos en herencia,
elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a
la decisión de su Voluntad" (Ef 1, 9 - 11). Pedimos con insistencia
que se realice plenamente este designio benévolo, en la tierra como ya ocurre
en el cielo.
2824 En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la
voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jesús
dijo al entrar en el mundo: " He aquí que yo vengo, oh Dios, a hacer tu
voluntad" (Hb 10, 7; Sal 40, 7). Sólo Jesús puede decir: "Yo hago
siempre lo que le agrada a él" (Jn 8, 29). En la oración de su agonía,
acoge totalmente esta Voluntad: "No se haga mi voluntad sino la tuya"
(Lc 22, 42; cf Jn 4, 34; Jn 5, 30; Jn 6, 38). He aquí por qué Jesús "se
entregó a sí mismo por nuestros pecados según la voluntad de Dios" (Ga 1,
4). "Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación
de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10, 10).
2825 Jesús, "aun siendo Hijo, con lo que padeció,
experimentó la obediencia" (Hb 5, 8). ¡Con cuánta más razón la deberemos
experimentar nosotros, criaturas y pecadores, que hemos llegado a ser hijos de
adopción en él! Pedimos a nuestro Padre que una nuestra voluntad a la de su
Hijo para cumplir su voluntad, su designio de salvación para la vida del mundo.
Nosotros somos radicalmente impotentes para ello, pero unidos a Jesús y con el
poder de su Espíritu Santo, podemos poner en sus manos nuestra voluntad y
decidir escoger lo que su Hijo siempre ha escogido: hacer lo que agrada al
Padre (cf Jn 8, 29):
"Adheridos a Cristo, podemos llegar a ser un solo
espíritu con él, y así cumplir su voluntad: de esta forma ésta se hará tanto en
la tierra como en el cielo" (Orígenes, or. 26).
"Considerad cómo Jesucristo nos enseña a ser
humildes, haciéndonos ver que nuestra virtud no depende sólo de nuestro esfuerzo
sino de la gracia de Dios. El ordena a cada fiel que ora, que lo haga
universalmente por toda la tierra. Porque no dice 'Que tu voluntad se haga' en
mí o en vosotros 'sino en toda la tierra': para que el error sea desterrado de
ella, que la verdad reine en ella, que el vicio sea destruido en ella, que la
virtud vuelva a florecer en ella y que la tierra ya no sea diferente del
cielo" (San Juan Crisóstomo, hom. in Mt 19, 5).
2826 Por la oración, podemos "discernir cuál es la
voluntad de Dios" (Rm 12, 2; Ef 5, 17) y obtener "constancia para
cumplirla" (Hb 10, 36). Jesús nos enseña que se entra en el Reino de los
cielos, no mediante palabras, sino "haciendo la voluntad de mi Padre que
está en los cielos" (Mt 7, 21).
2827 "Si alguno cumple la voluntad de Dios, a ese le
escucha" (Jn 9, 31; cf 1Jn 5, 14). Tal es el poder de la oración de la
Iglesia en el Nombre de su Señor, sobre todo en la Eucaristía; es comunión de
intercesión con la Santísima Madre de Dios (cf Lc 1, 38. 49) y con todos los
santos que han sido "agradables" al Señor por no haber querido más
que su Voluntad:
"Incluso
podemos, sin herir la verdad, cambiar estas palabras: 'Hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo' por estas otras: en la Iglesia como en nuestro Señor
Jesucristo; en la Esposa que le ha sido desposada, como en el Esposo que ha
cumplido la voluntad del Padre" (San Agustín, serm. Dom. 2, 6, 24).
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