[Chiesa/Omelie1/VerdadVeracidad/8C19VerdadVeracidadReconocimientoPorFrutos]
La verdad o veracidad y los dones y los frutos del Espíritu Santo. La verdad o veracidad es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la simulación y la hipocresía. Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
Cfr. 8º domingo del tiempo ordinario, Ciclo C - 3 de marzo de 2019
Lucas
6, 39-45; Sirácide 24, 4-8 [cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le
Scritture Anno
C,
Piemme 1999]
Lucas
6, 39-45:
39 Les añadió una parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro
ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? 40 No está el discípulo por
encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su
maestro. 41 ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y
no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? 42 ¿Cómo puedes
decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la mota que hay en
tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo?
Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con
claridad cómo sacar la mota que hay en el ojo de tu hermano. 43
«Porque
no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni tampoco árbol malo que dé
fruto bueno. 44
Cada
árbol se conoce por su fruto.
No
se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se vendimian uvas.
45 El
hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo
de su mal saca lo malo: porque de la abundancia del corazón habla su
boca.
Cada árbol se
conoce por su fruto
(Evangelio de hoy: v. 44)
La verdad o
veracidad
es la virtud que
consiste en mostrarse veraz en los propios actos
y en decir verdad en
sus palabras,
evitando la
duplicidad, la simulación y la hipocresía.
(Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2468)
Dos números del Catecismo
La virtud de la verdad o veracidad en los propios actos: evitando la duplicidad, la simulación o la hipocresía.
CEC 2468:
La verdad como rectitud de la acción y de la palabra humana, tiene
por nombre veracidad, sinceridad o franqueza. La verdad o veracidad
es la virtud que consiste en mostrarse veraz en los propios actos y
en decir verdad en sus palabras, evitando la duplicidad, la
simulación y la hipocresía.
«Rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias»
CEC 2475:
III LAS OFENSAS A LA VERDAD
Los discípulos de Cristo se han «revestido del Hombre
Nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad»
(Ef 4, 24). «Desechando la mentira» (Ef 4, 25), deben «rechazar
toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de
maledicencias» (1 P 2, 1).
Una norma sapiencial
v.
39 del Evangelio
- «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
- El hombre, para ser guía de otro debe tener en sí una luz y una riqueza. En caso contrario,
será
causa de la ruina no sólo para sí sino también para los otros.
- Lucas aplica a los discípulos lo que Mateo (15,14) decía de los fariseos.
La mota en el ojo del hermano y la viga en el nuestro
vv.
41-42 del Evangelio
- Antes de erigirnos como árbitros y jueces de nuestros hermanos, es necesario mirar con
profundidad
nuestro propio corazón, para ver los límites, defectos, pecados
que hay dentro. Y antes que nada, debemos tener conciencia de
nuestra fragilidad.
Las apariencias – el follaje – y los frutos del árbol
vv.
42 a 44 del Evangelio
- El justo, quien es fiel al Señor, se reconoce por los frutos. La palabra «hipócrita» que el Señor
usa
en el v. 42 se adapta muy bien a quien juzga a su hermano
recubriéndose de apariencias. El vocablo «hipócrita» es de origen
griego, y hace referencia a quien recita en el teatro una figura que
no corresponde a su condición: viste y habla como un rey, pero es un
plebeyo; se presenta como un santo, pero es un delincuente.
- Las virtudes que el Señor nos propone como guía para el camino de nuestra vida son:
caridad/amor,
pureza - sencillez - de corazón, generosidad, transparencia,
alegría, paz, fidelidad ...
“Cada árbol se reconoce por su fruto”.
Es la enseñanza de Jesús
- Para juzgarnos a nosotros y a los demás, no debemos dejarnos llevar por las solas apariencias o
las
solas declaraciones. Hemos de mirar las obras y las realizaciones.
La pregunta que nos hacemos es si producimos frutos útiles,
sabrosos, provechosos para dar gloria a Dios y para ayudar a los
demás. ¿Los hermanos se dirigen a nosotros cuando necesitan un
consejo, una ayuda, un servicio?
Hay
otras palabras de Jesús, claras y contundentes: “No el que dice
´Señor, Señor´ entrará
en
el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre”
(Mateo 7,21).
- Al invocar al Señor en la Eucaristía, como consecuencia, procuraremos mejorar nuestra vida
de
cada día en el cumplimiento de la voluntad de Dios Padre, con amor
hacia los que nos rodean, y ayudando a los que lo necesiten si
estamos en condiciones de hacerlo.
- Al reunirnos para celebrar la Eucaristía no solamente realizamos unos cuantos ritos y oramos,
sino
que pedimos que madure nuestro corazón, y nuestra conducta y
nuestras costumbres en bien de los demás, precisamente como
consecuencia de la acción de la Eucaristía en nuestras vidas .
El Espíritu produce unos frutos.
Cfr. San Juan Pablo II:
Audiencia General del 13 de septiembre del 2000
- “La vida moral –como nos recuerda san Pablo– por el hecho de ser irradiada por el Espíritu
produce
frutos de «amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad,
fidelidad, mansedumbre, dominio de sí» (Gálatas 5, 22)”. En la
misma Catequesis afirmará san Juan Pablo II que “desde los
primeros instantes de la vida cristiana” el Espíritu delinea esa
“gama de virtudes que hace florecer en la existencia del fiel.”
Dones y frutos del Espíritu Santo
Cfr. Catecismo de la Iglesia
Católica
- n. 1831: Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza,
ciencia,
piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo, Hijo de
David (cf Is 11, 1-2). Completan y llevan a su perfección las
virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para
obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas.
- n. 1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como
primicias
de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce:
“caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad,
mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad”
(Ga 5,22-23, vulg.). (…)
Vida
Cristiana
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.