sábado, 20 de julio de 2019

Domingo 16 del tiempo ordinario – Ciclo C


[Chiesa/Omelie1/16C19MartaMaríaAcogenSeñorEnSuCasaDosActitudesDiversas]
Ø Domingo 16 del tiempo ordinario, Ciclo C (21 de julio de 2019). María y Marta: dos actitudes diversas al acoger a Jesús  en su casa; la escucha del Señor y andar afanada con numerosos quehaceres. En el Aleluya antes del Evangelio de hoy se citan unas palabras de San Lucas (8, 15): “Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la palabra de Dios y dan  fruto perseverando”. Por qué Jesús reprendió a Marta.

v  Cfr. Domingo 16 del tiempo ordinario – Ciclo C

                  Gn 18,1-10; Sal 14, 2-3ab.3cd-4ab.5; Col 1,24-28; Lc 10,38-42.

Lucas 19, 38-42: 38 Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 41 Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; 42 solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

 

María escucha la palabra del Señor

y Marta andaba afanada con numerosos quehaceres.

No debe haber oposición entre las dos actitudes.
El Señor corrige la inquietud de Marta.
El trabajo no debe absorbernos
de tal forma que no dispongamos de tiempo
para escuchar la Palabra de Dios.


1.    Acoger a Jesús en nuestras vidas

      Cfr. Juan Pablo II, Homilía, en la Misa a los empleados de las villas pontificias en
      Castelgandolfo (17-VII-1983)

v  Marta y María

o   Marta “se multiplicaba para dar abasto con el servicio”: “María sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”.

Hemos escuchado en la lectura del Evangelio según San Lucas el conocido e instructivo episodio de las dos hermanas, Marta y María, que un día acogieron a Jesús en su casa. Una de ellas, Marta, “se multiplicaba para dar abasto con el servicio” (Lc 10,40), hasta el punto de desentenderse casi de la presencia tan cercana del Maestro: un ejemplo de excesiva generosidad, que se preocupa más de las actividades externas que de sensibilizarse ante el significado transformador de Aquel que está presente para hacerse escuchar y para interrogarnos a cada uno de nosotros.
María, en cambio, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” (ib., 10,39). Y es precisamente esta actitud, contrapuesta ante todo a la anterior, la que recibe el elogio de Jesús. En María está personificado, en efecto, el discípulo atento y vigilante: no tanto el que se vigila a sí mismo, lo que sería aún un modo de replegarse sobre la propia personalidad, cuanto el que se siente captado por la presencia y la Palabra del Señor, hasta el punto de olvidarse de sí mismo. Porque el verdadero discípulo no piensa en sí mismo, sino que enseguida y ante todo se vuelve a su Maestro y se siente como transportado hacia Él, según un movimiento que le hace como salir de sí mismo; subyugado con su palabra, forma parte de aquellos que Jesús proclama “dichosos”, porque “oyen la Palabra de Dios y la guardan” (ib., 11,28).

o   Necesidad de la vida interior

§  Que ninguna otra palabra, venga de donde venga, nos distraiga de nuestra adhesión de fe y de amor al Señor Jesús.
Por ello Jesús advierte amorosamente a Marta: “Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la quitarán” (ib., 10,42). Esta frase debe ser entendida en un doble nivel: por una parte, alude a la exigencia de una sobriedad en la mesa, que Jesús en aquella ocasión no quería excesivamente abastecida; por otra, verifica el tránsito o un significado más profundo, referido a la vida espiritual: también en este ámbito es innecesario y puede ser incluso peligroso, perderse en diversas tentativas y buscar por demasiados caminos la inspiración que unifique la propia vida interior. “Sólo una cosa es necesaria”, y es la actitud de María, hecha a base de escuchar la Palabra de Jesús, teniendo sus ojos y su corazón, vueltos hacia Él, no sólo atentos, sino disponibles para cuanto Él dice. Como ora el Salmista: “Señor, mis ojos están vueltos a Ti; en Ti me refugio, no me dejes indefenso” (Sal 141,8).
Tratemos de llevar a nuestra vida diaria esta lección del Evangelio de San Lucas. Que ninguna otra palabra, venga de donde venga, nos distraiga de nuestra adhesión de fe y de amor al Señor Jesús. Extraigamos de su voz la fuerza necesaria para afrontar y superar todas las dificultades que se interponen en nuestro camino. Para hacerlo así, acojámoslo en nuestra casa, como lo hicieron Marta y María, y reconozcámosle el puesto de honor que le corresponde. De su presencia y de su disponibilidad nace y se consolida el sentido de nuestra existencia, y dimana la alegría que siempre necesitamos para hacer más llevadero el camino de la vida.

2.    Marta y María no son el símbolo de dos estados externos de vida, como

frecuentemente se ha pensado, «sino dos actitudes interiores».


v  A) La tradición cristiana: ha presentado Marta y María como una oposición entre vida activa y vida contemplativa

La tradición cristiana ha visto María como símbolo de la contemplación, y a Marta como símbolo de la actividad y del trabajo. Como símbolos de dos estados externos de vida, como una oposición entre la «vida activa», considerada además como inferior, como una existencia de «bajo nivel», y la «vida contemplativa», considerada como una noble experiencia, de altura espiritual.
“El Tintoretto, por ejemplo, en un cuadro que se conserva en Munich,  representa a Cristo que habla con María que está atenta, mientras Marta interviene, con petulancia, molestando la conversación entre los dos para pedir la colaboración doméstica de  la hermana” (p. 234)

o   Sin embargo, el texto evangélico presenta otra antítesis.

§  “No es relevante el estar en un ciudad abarrotada de gente, en una cocina, in una oficina, en un aula escolar, en un monasterio, en un lugar sagrado. En todos los lugares podemos ser absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad. Pero en todos los lugares se puede estar con una ventana del alma abierta, por la que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra”.
Marta y María no son el símbolo de dos estados externos de vida, como frecuentemente se ha pensado, «sino de dos actitudes interiores». Por una parte está Marta «afanada con numerosos quehaceres .. preocupada e inquieta por muchas cosas». “Se acentúa la totalidad de una absorción, el obrar se convierte en un absoluto, el frenesí de las cosas colma a la persona enteramente no dejando ningún espacio abierto. Por otra parte se encuentra María cuya representación ideal non es tanto su posición material («sentada a los pies del Señor»),  sino la del significado simbólico de un gesto que en el lenguaje bíblico indica el hecho de ser un discípulo. En efecto, la frase fundamental que describe a María es «escuchaba su palabra». Se llega así a la cumbre de la enseñanza  de Jesús, a  aquella «mejor parte», a «aquella sola cosa necesaria»  (p. 235).
            - “Hace falta tener siempre abierto un canal de escucha hacia el infinito en medio de los acontecimientos de la vida. Es necesario impedir que nuestro ser venga «cogido» totalmente por las cosas y el hacer. No es relevante el estar en un ciudad abarrotada de gente, en una cocina, in una oficina, en un aula escolar, en un monasterio, en un lugar sagrado. En todos los lugares podemos ser absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad. Pero en todos los lugares se puede estar con una ventana del alma abierta, por la que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra”. (pp. 235-236)

v  Es necesario impedir que las cosas nos absorban y nos atenacen con su peso.

o   Podemos estar apretujados entre la muchedumbre de un vagón del metro o implicados en las  mil ocupaciones de la jornada y conservar un corazón puro y abierto a Dios, generoso en relación con los demás, sereno y “en actitud de escucha”. 

            - Ravasi  pp. 232-233:  El punto fundamental de interpretación de este pasaje del evangelio. “No se ha de buscar tanto en la diversa «profesión» o en el ámbito en el que se desarrolla la acción de las dos mujeres, sino más bien en la actitud de fondo con la que se ponen en relación con su actividad. María, en efecto, es  representada casi plásticamente en la actitud simbólica del discípulo: ella está «a los pies del Señor».
            No se trata de celebrar la superioridad de la contemplación sobre la acción, sino de afirmar una necesidad básica que debe estar presente en todo estado de vida y en toda situación, la de la “escucha” interior de la palabra de Dios. Marta está como envuelta en la torre de marfil de las cosas y arrollada por ellas; María exalta el primado y la necesidad vital de tener abierto el horizonte del infinito y del espíritu. 
            En cualquier situación, en cualquier profesión o compromiso, es necesario tener siempre abierto ese canal de escucha interior que nos mete en Dios y en el misterio de la vida. Es necesario impedir que las cosas nos absorban y nos atenacen con su peso. Por esto, podemos estar en el más silencioso de los retiros y tener la mente devastada por las nostalgias, distraída por los rumores, atormentada por las preocupaciones, conquistada por las imágenes. Y podemos estar apretujados entre la muchedumbre de una carroza del metro o implicados en las  mil ocupaciones de la jornada y conservar un corazón puro y abierto a Dios, generoso en relación con los demás, sereno y “en actitud de escucha”. 
-   Ravasi pp. 235-236: No es relevante estar en una ciudad abarrotada,  en una cocina, en una oficina, en una aula escolástica, en un monasterio, en un espacio sagrado. En todos los lugares podemos estar absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad. Pero en todos los lugares se puede tener abierta la ventana del alma, por la que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra.

3.    Jesús reprocha la ansiedad


v  A. En el Evangelio no se dice que esté mal trabajar para preparar el almuerzo, como prueba de hospitalidad. 

·         En el caso de Marta se desaprueba el hecho de la agitación desordenada no el hecho de su entrega, entre
otras cosas porque  - como escribe un autor -  «sin los sacrificios de Marta, ni siquiera María podría permitirse el ocuparse solamente de escuchar al Maestro».
·         Raniero Cantalamessa, La parola e la vita, Anno C. Città Nuova editrice, gennaio 1996, p.
288: “Lo que se reprocha tácitamente a Marta , no es su voluntad de servicio, su entrega  al huésped: esto entra dentro del mandamiento del amor al prójimo, y todos sabemos cómo esto es querido por  Jesús. Lo que  Jesús corrige a Marta es que se deja arrastrar por las ocupaciones, su preocupación excesiva, la importancia excesiva que da a las cosas exteriores y materiales y a su propio trabajo, hasta perder el sentido de la proporción y de los valores”.

v  B. Escuchar al Señor ayuda a purificar las acciones

·         Raniero Cantalamessa, o.c. pp. 288-289:  Por otra parte, “el escuchar atentamente la palabra de Dios, el
tener fijos los ojos en el Señor, la costumbre de la oración y de la reflexión, incluso la contemplación, purifica la acción, impide la busca de uno mismo también cuando se vive la caridad con los demás; permite darse cuenta y respetar la prioridad; hace que se haga todo con calma, lo cual  es el mejor sistema para hacer las cosas bien y para hacer más cosas”.

4.    Algunos textos de San Josemaría sobre el encuentro del Señor en la vida

ordinaria

 

v  La acción del Espíritu Santo en los cristianos, a partir de todas las circunstancias corrientes y materiales de la existencia.

·         «Se trata de un movimiento ascendente que el Espíritu Santo, difundido en  nuestros corazones, quiere
provocar en el mundo: desde la tierra, hasta la gloria del Señor (…) Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia de Dios» (cfr. Conversaciones  …, nn. 115-16)

v  O encontramos en nuestra vida ordinaria el Señor o no lo encontraremos nunca.

·         «Dios nos espera cada día. Sabedlo bien; hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más
comunes, que toca a cada uno de nosotros descubrir (...) No hay otro camino, hijos míos: o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver - a la materia y a las situaciones que parecen más vulgares – su noble y original sentido, ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas medio y ocasión  de nuestro encuentro continuo con Jesucristo» (Conversaciones … ,  n. 114).

v  Las ocupaciones diarias, vereda y motivo para amar a Dios.

·         “«Me alzaré y rodearé la ciudad: por las calles y las plazas buscaré al que amo» (Cant III,2 ... Y no sólo
la ciudad: correré de una parte a otra del mundo - por todas las naciones, por todos los pueblos, por senderos y trochas – para alcanzar la paz de mi alma. Y la descubro en las ocupaciones diarias, que no me son de estorbo; que son - al contrario – vereda y motivo para amar más y más, y más y más unirme a Dios” (Amigos de Dios, 310 – Homilía hacia la santidad).

v  La vida ordinaria, verdadero «lugar» de la existencia cristiana.

·         «Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo,
vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres». (Conversaciones… , n. 113).

5.    Un breve comentario de San Agustín sobre las actitudes de Marta y María

 

Las palabras de Jesús no son tanto un reproche a Marta  como un elogio encendido de la actitud de María que escucha la palabra del Señor: «Aquélla se agitaba, ésta se alimentaba; aquélla disponía muchas cosas, ésta atendía a una.  Ambas ocupaciones eran buenas» (S. Agustín, Serm 103,3).  

6.    Un comentario de Papa Francisco: Por qué Jesús reprendió a Marta

Cfr. Rezo del Angelus, 21 de julio de 2013
“¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa cosa sola que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en profunda unidad y armonía. Pero entonces, ¿por qué Marta recibe la reprensión, si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial sólo lo que estaba haciendo, es decir, estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María— a los pies de Jesús, con la actitud del discípulo. Y por esto es que se reprende a Marta”. 



www.parroquiasantamonica.com

Vida Cristiana



[1] Traducción de la redacción de Vida Cristiana

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