[Chiesa/Omelie1/16C19MartaMaríaAcogenSeñorEnSuCasaDosActitudesDiversas]
Ø
Domingo 16 del tiempo
ordinario, Ciclo C (21 de julio de 2019). María y Marta: dos actitudes diversas
al acoger a Jesús en su casa; la escucha
del Señor y andar afanada con numerosos quehaceres. En el Aleluya antes del Evangelio de hoy se citan unas palabras de San
Lucas (8, 15): “Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la
palabra de Dios y dan fruto
perseverando”. Por qué Jesús reprendió a Marta.
v Cfr. Domingo 16 del tiempo ordinario –
Ciclo C
Gn 18,1-10; Sal 14,
2-3ab.3cd-4ab.5; Col 1,24-28; Lc 10,38-42.
Lucas 19,
38-42: 38 Yendo ellos de camino, entró Jesús en una aldea, y una mujer
llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Marta, en cambio, andaba muy afanada con
los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa
que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». 41
Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con
muchas cosas; 42 solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte
mejor, y no le será quitada».
María
escucha la palabra del Señor
y Marta andaba afanada con numerosos
quehaceres.
No debe haber oposición
entre las dos actitudes.
El Señor corrige la
inquietud de Marta.
El trabajo no debe absorbernos
de tal forma que no dispongamos de tiempo
para escuchar la Palabra de Dios.
1. Acoger
a Jesús en nuestras vidas
Cfr. Juan Pablo II, Homilía, en la Misa a los
empleados de las villas pontificias en
Castelgandolfo (17-VII-1983)
v
Marta y María
o
Marta “se multiplicaba para dar abasto con el
servicio”: “María sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”.
Hemos
escuchado en la lectura del Evangelio según San Lucas el conocido e instructivo
episodio de las dos hermanas, Marta y María, que un día acogieron a Jesús en su
casa. Una de ellas, Marta, “se
multiplicaba para dar abasto con el servicio” (Lc 10,40), hasta el punto de
desentenderse casi de la presencia tan cercana del Maestro: un ejemplo de excesiva generosidad, que se
preocupa más de las actividades externas que de sensibilizarse ante el
significado transformador de Aquel que está presente para hacerse escuchar y
para interrogarnos a cada uno de nosotros.
María,
en cambio, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” (ib., 10,39). Y
es precisamente esta actitud, contrapuesta ante todo a la anterior, la que
recibe el elogio de Jesús. En María está
personificado, en efecto, el discípulo atento y vigilante: no tanto el que se
vigila a sí mismo, lo que sería aún un modo de replegarse sobre la propia
personalidad, cuanto el que se siente captado por la presencia y la Palabra del
Señor, hasta el punto de olvidarse de sí mismo. Porque el verdadero
discípulo no piensa en sí mismo, sino que enseguida y ante todo se vuelve a su
Maestro y se siente como transportado hacia Él, según un movimiento que le hace
como salir de sí mismo; subyugado con su palabra, forma parte de aquellos que
Jesús proclama “dichosos”, porque “oyen la Palabra de Dios y la guardan” (ib.,
11,28).
o
Necesidad de la vida interior
§ Que
ninguna otra palabra, venga de donde venga, nos distraiga de nuestra adhesión
de fe y de amor al Señor Jesús.
Por
ello Jesús advierte amorosamente a Marta:
“Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no se la
quitarán” (ib., 10,42). Esta frase debe ser entendida en un doble nivel: por
una parte, alude a la exigencia de una sobriedad en la mesa, que Jesús en
aquella ocasión no quería excesivamente abastecida; por otra, verifica el
tránsito o un significado más profundo, referido a la vida espiritual: también
en este ámbito es innecesario y puede ser incluso peligroso, perderse en diversas
tentativas y buscar por demasiados caminos la inspiración que unifique la
propia vida interior. “Sólo una cosa es
necesaria”, y es la actitud de María, hecha a base de escuchar la Palabra de
Jesús, teniendo sus ojos y su corazón, vueltos hacia Él, no sólo atentos, sino
disponibles para cuanto Él dice. Como ora el Salmista: “Señor, mis ojos
están vueltos a Ti; en Ti me refugio, no me dejes indefenso” (Sal 141,8).
Tratemos
de llevar a nuestra vida diaria esta lección del Evangelio de San Lucas. Que
ninguna otra palabra, venga de donde venga, nos distraiga de nuestra adhesión
de fe y de amor al Señor Jesús. Extraigamos de su voz la fuerza necesaria para
afrontar y superar todas las dificultades que se interponen en nuestro camino.
Para hacerlo así, acojámoslo en nuestra casa, como lo hicieron Marta y María, y
reconozcámosle el puesto de honor que le corresponde. De su presencia y de su
disponibilidad nace y se consolida el sentido de nuestra existencia, y dimana
la alegría que siempre necesitamos para hacer más llevadero el camino de la
vida.
2. Marta
y María no son el símbolo de dos estados externos de vida, como
frecuentemente se ha
pensado, «sino dos actitudes interiores».
v A) La tradición cristiana: ha
presentado Marta y María como una oposición entre vida activa y vida
contemplativa
La tradición cristiana ha
visto María como símbolo de la contemplación, y a Marta como símbolo de la
actividad y del trabajo. Como símbolos de dos estados externos de vida, como
una oposición entre la «vida activa», considerada además como inferior, como
una existencia de «bajo nivel», y la «vida contemplativa», considerada como una
noble experiencia, de altura espiritual.
“El Tintoretto, por ejemplo,
en un cuadro que se conserva en Munich,
representa a Cristo que habla con María que está atenta, mientras Marta
interviene, con petulancia, molestando la conversación entre los dos para pedir
la colaboración doméstica de la hermana”
(p. 234)
o
Sin embargo, el texto evangélico presenta otra antítesis.
§ “No es relevante el estar en un
ciudad abarrotada de gente, en una cocina, in una oficina, en un aula escolar,
en un monasterio, en un lugar sagrado. En todos los lugares podemos ser
absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad.
Pero en todos los lugares se puede estar con una ventana del alma abierta, por
la que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra”.
Marta y María no son el
símbolo de dos estados externos de vida, como frecuentemente se ha pensado,
«sino de dos actitudes interiores». Por una parte está Marta «afanada con
numerosos quehaceres .. preocupada e inquieta por muchas cosas». “Se acentúa la
totalidad de una absorción, el obrar se convierte en un absoluto, el frenesí de
las cosas colma a la persona enteramente no dejando ningún espacio abierto. Por
otra parte se encuentra María cuya representación ideal non es tanto su
posición material («sentada a los pies del Señor»), sino la del significado simbólico de un gesto
que en el lenguaje bíblico indica el hecho de ser un discípulo. En efecto, la
frase fundamental que describe a María es «escuchaba su palabra». Se llega así
a la cumbre de la enseñanza de Jesús,
a aquella «mejor parte», a «aquella sola
cosa necesaria» (p. 235).
- “Hace falta tener
siempre abierto un canal de escucha hacia el infinito en medio de los
acontecimientos de la vida. Es necesario impedir que nuestro ser venga «cogido»
totalmente por las cosas y el hacer. No es relevante el estar en un ciudad
abarrotada de gente, en una cocina, in una oficina, en un aula escolar, en un
monasterio, en un lugar sagrado. En todos los lugares podemos ser absorbidos
por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad. Pero en
todos los lugares se puede estar con una ventana del alma abierta, por la que
pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra”. (pp.
235-236)
v Es necesario impedir que las
cosas nos absorban y nos atenacen con su peso.
o Podemos estar apretujados entre
la muchedumbre de un vagón del metro o implicados en las mil ocupaciones de la jornada y conservar un
corazón puro y abierto a Dios, generoso en relación con los demás, sereno y “en
actitud de escucha”.
- Ravasi pp. 232-233:
El punto fundamental de interpretación de este pasaje del evangelio. “No
se ha de buscar tanto en la diversa «profesión» o en el ámbito en el que se
desarrolla la acción de las dos mujeres, sino más bien en la actitud de fondo
con la que se ponen en relación con su actividad. María, en efecto, es representada casi plásticamente en la actitud
simbólica del discípulo: ella está «a los pies del Señor».
No se trata de
celebrar la superioridad de la contemplación sobre la acción, sino de afirmar
una necesidad básica que debe estar presente en todo estado de vida y en toda
situación, la de la “escucha” interior de la palabra de Dios. Marta está como
envuelta en la torre de marfil de las cosas y arrollada por ellas; María exalta
el primado y la necesidad vital de tener abierto el horizonte del infinito y
del espíritu.
En cualquier
situación, en cualquier profesión o compromiso, es necesario tener siempre
abierto ese canal de escucha interior que nos mete en Dios y en el misterio de
la vida. Es necesario impedir que las cosas nos absorban y nos atenacen con su
peso. Por esto, podemos estar en el más silencioso de los retiros y tener la
mente devastada por las nostalgias, distraída por los rumores, atormentada por
las preocupaciones, conquistada por las imágenes. Y podemos estar apretujados entre la muchedumbre de una
carroza del metro o implicados en
las mil ocupaciones de la jornada y
conservar un corazón puro y abierto a Dios, generoso en relación con los demás,
sereno y “en actitud de escucha”.
- Ravasi pp. 235-236: No es
relevante estar en una ciudad abarrotada,
en una cocina, en una oficina, en una aula escolástica, en un
monasterio, en un espacio sagrado. En todos los lugares podemos estar
absorbidos por la distracción, por el frenesí de la acción, de la exterioridad.
Pero en todos los lugares se puede tener abierta la ventana del alma, por la
que pasen los vientos del cielo, en la que se asome Dios con su palabra.
3. Jesús
reprocha la ansiedad
v
A. En el Evangelio no se dice que esté mal
trabajar para preparar el almuerzo, como prueba de hospitalidad.
·
En el caso de Marta se desaprueba el hecho de la
agitación desordenada no el hecho de su entrega, entre
otras cosas porque -
como escribe un autor - «sin los
sacrificios de Marta, ni siquiera María podría permitirse el ocuparse solamente
de escuchar al Maestro».
·
Raniero
Cantalamessa, La parola e la vita,
Anno C. Città Nuova editrice, gennaio 1996, p.
288: “Lo que se reprocha tácitamente a Marta , no es su
voluntad de servicio, su entrega al huésped:
esto entra dentro del mandamiento del amor al prójimo, y todos sabemos cómo
esto es querido por Jesús. Lo que Jesús corrige a Marta es que se deja
arrastrar por las ocupaciones, su preocupación excesiva, la importancia
excesiva que da a las cosas exteriores y materiales y a su propio trabajo,
hasta perder el sentido de la proporción y de los valores”.
v
B. Escuchar al Señor ayuda a purificar las
acciones
·
Raniero Cantalamessa, o.c. pp. 288-289: Por otra parte, “el escuchar atentamente la palabra
de Dios, el
tener fijos los ojos en el Señor, la costumbre de la oración
y de la reflexión, incluso la contemplación, purifica la acción, impide la
busca de uno mismo también cuando se vive la caridad con los demás; permite
darse cuenta y respetar la prioridad; hace que se haga todo con calma, lo
cual es el mejor sistema para hacer las
cosas bien y para hacer más cosas”.
4. Algunos
textos de San Josemaría sobre el encuentro del Señor en la vida
ordinaria
v
La acción del Espíritu Santo en los cristianos,
a partir de todas las circunstancias corrientes y materiales de la existencia.
·
«Se trata de un movimiento ascendente que el
Espíritu Santo, difundido en nuestros
corazones, quiere
provocar en el mundo: desde la tierra, hasta la gloria del
Señor (…) Os aseguro, hijos míos, que cuando un cristiano desempeña con amor lo
más intrascendente de las acciones diarias, aquello rebosa de la trascendencia
de Dios» (cfr. Conversaciones …, nn. 115-16)
v O encontramos en nuestra vida
ordinaria el Señor o no lo encontraremos nunca.
·
«Dios nos espera cada día. Sabedlo bien; hay un algo santo, divino, escondido en las situaciones más
comunes,
que toca a cada uno de nosotros descubrir (...) No hay otro camino, hijos míos:
o sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria al Señor, o no lo encontraremos
nunca. Por eso puedo deciros que necesita nuestra época devolver - a la materia
y a las situaciones que parecen más vulgares – su noble y original sentido,
ponerlas al servicio del Reino de Dios, espiritualizarlas, haciendo de ellas
medio y ocasión de nuestro encuentro
continuo con Jesucristo» (Conversaciones
… , n. 114).
v Las ocupaciones diarias, vereda
y motivo para amar a Dios.
·
“«Me alzaré y rodearé la ciudad: por las calles
y las plazas buscaré al que amo» (Cant III,2 ... Y no sólo
la ciudad: correré de una parte a otra del mundo - por todas
las naciones, por todos los pueblos, por senderos y trochas – para alcanzar la
paz de mi alma. Y la descubro en las ocupaciones diarias, que no me son de
estorbo; que son - al contrario – vereda y motivo para amar más y más, y más y
más unirme a Dios” (Amigos de Dios, 310 – Homilía
hacia la santidad).
v La
vida ordinaria, verdadero «lugar» de la existencia cristiana.
·
«Allí donde están vuestros hermanos los hombres,
allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo,
vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro con
Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos
santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres». (Conversaciones… , n.
113).
5. Un
breve comentario de San Agustín sobre las actitudes de Marta y María
Las palabras de Jesús no son
tanto un reproche a Marta como un elogio
encendido de la actitud de María que escucha la palabra del Señor: «Aquélla se
agitaba, ésta se alimentaba; aquélla disponía muchas cosas, ésta atendía a
una. Ambas ocupaciones eran buenas» (S.
Agustín, Serm 103,3).
6. Un comentario de
Papa Francisco: Por qué Jesús reprendió a Marta
Cfr. Rezo del Angelus, 21 de julio de 2013
“¿Qué quiere decir Jesús? ¿Cuál es esa cosa
sola que necesitamos? Ante todo es importante comprender que no se trata de la
contraposición entre dos actitudes: la escucha de la Palabra del Señor, la
contemplación, y el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes
contrapuestas, sino, al contrario, son dos aspectos, ambos esenciales para
nuestra vida cristiana; aspectos que nunca se han de separar, sino vivir en
profunda unidad y armonía. Pero entonces, ¿por qué Marta recibe la reprensión,
si bien hecha con dulzura? Porque consideró esencial sólo lo que estaba
haciendo, es decir, estaba demasiado absorbida y preocupada por las cosas que
había que “hacer”. En un cristiano, las obras de servicio y de caridad nunca
están separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: es decir, la
escucha de la Palabra del Señor, el estar —como María— a los pies de Jesús, con
la actitud del discípulo. Y por esto es que se reprende a Marta”.
www.parroquiasantamonica.com
Vida Cristiana
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