[Chiesa/Omelie1/16C19MartaMaríaAcogenSeñorEnSuCasaDosActitudesDiversas]
Ø Lázaro,
Marta y María, los amigos de Betania.
Jesús
y sus amigos
Tres
hermanos que tienen una gran amistad con Jesús.
Su
casa será en aquellos meses
un
lugar de hospitalidad y reposo.
Betania
Cerca de Jerusalén -a tres kilómetros- está Betania.
Allí viven Lázaro, Marta y María. Tres hermanos que tienen una gran amistad con
Jesús. Su casa será en aquellos meses un lugar de hospitalidad y reposo para
los días que le esperan.
En el trayecto a Jerusalén Jesús pasa por Betania. La
actividad de los días anteriores había sido intensa. El camino que lleva de
Jericó a Betania es empinado, requiere una ascensión continua y transcurre por
terreno desértico. Jesús y los suyos debieron llegar cansados. Allí fue
recibido por Lázaro, Marta y María.
La amistad
Hay amistad
con Jesús en aquella casa. Quizá tenga que ver con la conversión de María unos
meses antes. Lo cierto es que todos actúan con naturalidad. No se percibe ni el
envaramiento previsible en las visitas de algún personaje importante, ni la
curiosidad o el recelo ante el desconocido, menos aún la frialdad ante la
presencia de alguien que se considera inoportuno. Marta y María actúan y se
mueven con sencillez; no se dice nada de Lázaro en esta ocasión, pero es normal
pensar que estaba allí.
Los tres hermanos son diferentes
No es
infrecuente que los hermanos se parezcan y al mismo tiempo sean muy distintos.
Marta es activa, diligente, hacendosa, está en todo; es una buena ama de casa,
con ella se puede encontrar una casa que es ese hogar donde todo está en su
sitio. María es más apasionada: todo corazón, sensible, en su vida no caben
medias tintas, sino entrega sin condiciones. Sabe querer. Los temperamentos de
las dos hermanas son ocasión para que Jesús deje una joya preciosa de sus
enseñanzas, casi como de pasada. Sus palabras parecen dichas al vuelo.
El desarrollo de los acontecimientos
Los hechos
transcurrieron así: “una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Tenía ésta
una hermana llamada María que, sentada también a los pies del Señor, escuchaba
su palabra. Marta estaba afanada en los múltiples quehaceres de la casa y
poniéndose delante dijo: Señor, ¿nada te importa que mi hermana me deje sola en
el trabajo de la casa? Dile, pues, que me ayude. Pero el Señor le respondió:
Marta, Marta, tú te preocupas y te inquietas por muchas cosas. En verdad una
sola cosa es necesaria. Así, pues, María ha escogido la mejor parte, que no le
será arrebatada”.
La importancia de la oración
Jesús aprovechó la sencillez y la
confianza de Marta para dejar sentado el orden de lo necesario y lo superfluo.
Primero la oración y, unida a ella, el trabajo, lo demás puede esperar. Jesús
revela como la oración es el núcleo y la raíz de toda actividad para que de
ésta resulte algo vivo y sano.
La queja de Marta
Es fácil comprender la actitud de Marta. Es una mujer
responsable. Está en los detalles, se ocupa en algo necesario que alguien tiene
que hacer: dar de comer y beber a mucha gente, procurar que descansen. No
cuesta verla subir y bajar, mandar y ordenar. Es en medio de esa actividad
cuando una inquietud empieza a dibujarse en su interior. Primero sería una
mirada furtiva a su hermana. Poco a poco iría juzgándola con severidad
creciente.
Decididamente no comprende a María; tenía razones, pero le faltaba
darse cuenta de que la inactividad de María es sólo aparente. Por otra parte se
le está ocultando que su actividad es un servicio que permite a los demás gozar
de las palabras del Maestro, también su hermana. Hasta que llega un momento en
que no puede más, se planta delante del Señor, le interrumpe ante un público
verdaderamente absorto en sus palabras, y se queja.
La sencillez de la queja de Marta es encantadora, confiada,
aunque revele falta de caridad; y con toda espontaneidad le dice al Maestro:
“¿nada te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo de la casa? Dile,
pues, que me ayude”. Su queja va contra María, pero también afecta al mismo
Jesús, que no se da cuenta de que ella era una mártir y su hermana una
comodona. Es la explosión de algo que ha ido incubándose poco a poco, y estalla
de repente. Está realmente enfadada; ha perdido la calma y en ella se ha
introducido el espíritu crítico falta a la caridad y la humildad. Sus buenos
deseos de servir se han visto enturbiados por el enfado creciente, agresor de
la paz de su alma.
La respuesta de Jesús
El tono de la respuesta de Jesús se puede deducir del modo con
que empieza a hablarle: Marta, Marta, ¡cuánto cariño hay en la repetición de
este nombre!. Es como decirle: “Mujer, calma”, “claro que te comprendo, pero te
has puesto nerviosa”. Es una contestación que revela amor y buen humor; le
recuerda su carácter, y hace que reflexione un poco. No la riñe, sino que le
hace reflexionar. Primero sobre sí misma: tú te preocupas y te inquietas por muchas
cosas.
Luego, Jesús le aclara la conducta de María y el camino que debe
seguir para no perder los estribos con sus quejas. Y le dice: “En verdad una
sola cosa es necesaria”. Cosas importantes hay muchas en la vida, y Marta
estaba haciendo una de ellas: procurar servir alimento y descanso. Pero
conviene tener bien dispuesto el orden de los valores. Lo necesario siempre
será lo más importante, y sólo amar a Dios sobre todas las cosas lo es; al lado
de lo necesario todo lo que llamamos importante pasa a un segundo lugar.
¿Quiere decir esto que está mal la actividad de Marta? No. Quiere decir que
debe trabajar de una manera distinta, con una paz, respaldada por la oración. Y
en caso de dudar sobre qué es más urgente, elegir primero la oración.
Lo mejor no es lo contrario de lo malo
María ha
escogido la mejor parte. Cuando Jesús dice que la oración es lo mejor, conviene
recordar que lo mejor no es lo contrario de lo malo, sino de algo menos bueno.
La bondad de las diversas actividades dependerá del amor a Dios que sean
capaces de acoger. “No le será quitada la mejor parte”. La oración es así hacer
actos de amor. No se pierde ninguno. Todo acto de amor a Dios permanece en el
seno del Amante, que es Dios.
Vida Cristiana
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