martes, 24 de octubre de 2017
Amor y miedo: Santiago Agrelo
El escriba preguntó: “¿Qué mandamiento es el primero de todos?” Y Jesús le respondió: “El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser»”.
Si entras en el misterio de la divina unidad, te habrás asomado al misterio de la divina plenitud, y allí se llenan de luz las palabras de aquel mandato primero que reclama la plenitud de tu amor: amarás… con todo el corazón, con toda el alma…
Hoy, en la asamblea eucarística, la palabra de Dios proclama y la fe confiesa la unidad divina “Yo soy el Señor y no hay otro”. Y la palabra escuchada se nos vuelve exigencia de que, en la relación con Dios, vivamos la plenitud del amor.
Un amor así es necesariamente perturbador, inquietante, peligroso; un amor así es vida que da muerte, es muerte que da vida.
Quienes niegan a Dios, como quienes viven ignorándolo, no rechazan la verdad de un enunciado doctrinal sino que huyen de un amor intuido como amenaza por su evidente pretensión de totalidad. Aunque no lo confesemos, el amor nos da miedo, ¡a todos!
Denominador común de ateísmo, agnosticismo, relativismo, indiferentismo, ritualismo, fundamentalismo, moralismo, fariseísmo, magia, es el miedo al amor.
Lo inaceptable de Dios no es que exista, sino que sea Uno, pues esa unicidad lleva aparejada la plenitud de su gloria, de su poder, de su grandeza, de su soberanía, de su dignidad. Por eso “dar a Dios lo que es de Dios” significa necesariamente “amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todo el ser”.
Todos lo intuimos, también los ateos, y así multiplicamos los dioses para dividir el amor.
Ahora, a ti que crees, te pido que recuerdes el misterio de tu comunión por la fe con Cristo Jesús, con el Hijo de Dios hecho carne, con el hombre en el que se nos ha manifestado el amor que Dios nos tiene, con el hombre en el que los pecadores le decimos a Dios el amor que le tenemos. Recuérdalo, pues sólo en Cristo podemos amar como tenemos que amar. No te apartes del amor de este Hijo si quieres guardar el precepto del amor al Padre.
Hoy, recibiendo a Cristo en comunión sacramental, recibes la moneda que el Espíritu de Dios acuñó para tu tributo, recibes el amor eterno con que has de amar a tu Dios.
Con todo, no es la de Dios la única imagen que has de reconocer en Cristo Jesús, pues en él se halla grabada también la imagen del hombre. Y si has de tributar a Dios todo tu amor, el hombre no ha de quedar fuera de ese tributo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
No tengas miedo: el que te pide amar es el que te da, con su Hijo, su Espíritu, para que ames a Dios con todo tu ser, y al prójimo como a ti mismo.
lunes, 23 de octubre de 2017
Domingo 29 del Tiempo Ordinario Año A. (2017) Celebramos hoy la Jornada Mundial de las Misiones para este año.
Ø Domingo 29 del Tiempo Ordinario Año A. (2017) Celebramos hoy la Jornada Mundial de las Misiones para este año. La misión de la Iglesia está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio, que ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, que se convierte en Camino, Verdad y Vida. Jesús entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. El Evangelio es una persona, que continuamente se ofrece y continuamente invita a los que la reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resurrección. Dios nos ha concedido a los hombres el poder participar libremente en su providencia; podemos llegar a ser plenamente colabores de Dios y, a menudo, somos cooperadores inconscientes de la voluntad divina, como sucedió en el caso de Ciro, rey de Persia. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial. Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una meta.
v
Cfr. Domingo 29 del Tiempo Ordinario, Año A
22 de octubre 2017 – Isaías 45, 1.4-6; Salmo 95; 1
Tesalonicenses 1, 1-5b; Mateo 22,
15-21
Jornada
Mundial de las Misiones 2017 y colecta por la Evangelización de los Pueblos.
Día del Domund: el lema de este año es: “Sé valiente, la misión te espera”. Es una Invitación
a comprometerse a fondo con la labor misionera de la Iglesia.
Con la Jornada Mundial de las Misiones, Domund, se apoya económica y
espiritualmente a
los territorios de misión, aquellos lugares del
mundo donde el Evangelio está en sus comienzos y la Iglesia aún no está
asentada. Estos territorios están confiados a la Congregación para la
Evangelización de los Pueblos, y dependen de la labor de los misioneros y del
sostenimiento económico de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de todo el
mundo. Es el día en que toda la Iglesia universal reza por la actividad
evangelizadora de los misioneros y misioneras, y colabora económicamente con
ellos en su labor, especialmente entre los más pobres y necesitados.
Isaías 45, 1.4-6: “1 Así dice el Señor a su
ungido, a Ciro, a quien he tomado por su diestra, para someter ante él las
naciones y desatar las cinturas de los reyes, par abrir ante él las puertas, y
que no se cierren las puertas de las ciudades. 4 A favor de mi siervo Jacob y
de Israel, mi elegido, te he llamado por
tu nombre, te he dado una alcurnia, aunque
tú no me conozcas. 5 Yo soy el Señor, y no hay ningún otro, fuera de mí no
hay dios. Yo te he ceñido, aunque tú no
me conozcas, 6 para que sepan, desde la salida del sol hasta el ocaso, que
no hay otro fuera de mí: Yo soy el
Señor, y no hay ningún otro.
Tesalonicenses 1, 1-5b: Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios
Padre y en el Señor Jesucristo. A vosotros, gracia y paz. Siempre damos gracias
a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante
Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el
esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo
nuestro Señor. Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido
y que cuando se proclamó el Evangelio entre vosotros no hubo sólo palabras,
sino además fuerza del Espíritu Santo y convicción profunda.
Yo soy el Señor, y no hay
ningún otro
(Primera Lectura de hoy, Isaías 45, 6)
Contad a los pueblos su
gloria, sus maravillas a todas las naciones
(Salmo Responsorial de hoy, n. 95)
Decid a los pueblos:
«El Señor gobierna a los
pueblos rectamente»
(Salmo Responsorial de hoy, n. 95)
1. Mensaje de Papa Francisco (4 de junio de 2017) con ocasión del Domund,
Día de las misiones, de 2017 Algunos párrafos de este documento.
o
La misión de la Iglesia está fundada sobre la fuerza
transformadora del Evangelio, que ofrece una vida nueva: la de Cristo
resucitado, que se convierte en Camino, Verdad y Vida.
Dios Padre desea esta transformación existencial de sus hijos e hijas;
transformación que se expresa como culto en espíritu y en verdad (cf. Jn 4,23-24), en una vida animada
por el Espíritu Santo en la imitación del Hijo Jesús, para gloria de Dios
Padre.
1. La misión de la Iglesia, destinada a todas las personas de buena
voluntad, está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. El
Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque
contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, comunicando
su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros (cf. Jn 14,6).
Es Camino que nos invita a seguirlo con confianza y valor. Al
seguir a Jesús como nuestro Camino, experimentamos la Verdad y
recibimos su Vida, que es la plena comunión con Dios Padre en la
fuerza del Espíritu Santo, que nos libera de toda forma de egoísmo y es fuente
de creatividad en el amor.
2. Dios Padre desea esta transformación existencial de sus hijos e
hijas; transformación que se expresa como culto en espíritu y en verdad
(cf. Jn 4,23-24), en una vida animada por el Espíritu Santo en
la imitación del Hijo Jesús, para gloria de Dios Padre. «La gloria de Dios es
el hombre viviente» (Ireneo, Adversus haereses IV, 20,7). De
este modo, el anuncio del Evangelio se convierte en palabra viva y eficaz que
realiza lo que proclama (cf. Is 55,10-11), es decir
Jesucristo, el cual continuamente se hace carne en cada situación humana
(cf. Jn 1,14).
o
La misión de la Iglesia no es la propagación de
una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime. Muchos
movimientos del mundo saben proponer grandes ideales o expresiones éticas
sublimes.
§ Jesús
entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo.
Recordemos siempre que «no se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una
Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva».
El Evangelio es una persona [Jesús], que continuamente se ofrece y
continuamente invita a los que la reciben con fe humilde y laboriosa a
compartir su vida mediante la participación efectiva en su misterio pascual de
muerte y resurrección.
3. La misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología
religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime. Muchos movimientos del
mundo saben proponer grandes ideales o expresiones éticas sublimes. A través de
la misión de la Iglesia, Jesucristo sigue evangelizando y actuando; por eso,
ella representa el kairos, el tiempo propicio de la salvación en la
historia. A través del anuncio del Evangelio, Jesús se convierte de nuevo en
contemporáneo nuestro, de modo que quienes lo acogen con fe y amor experimentan
la fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y
la creación, como la lluvia lo hace con la tierra. «Su resurrección no es algo
del pasado; entraña una fuerza de vida que ha penetrado el mundo. Donde parece
que todo ha muerto, por todas partes vuelven a aparecer los brotes de la
resurrección. Es una fuerza imparable» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 276).
4. Recordemos siempre que «no se comienza a ser cristiano por una
decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con
una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación
decisiva» (Benedicto XVI, Carta enc. Deus caritas est, 1). El Evangelio es una
persona, que continuamente se ofrece y continuamente invita a los que la
reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la
participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resurrección. El
Evangelio se convierte así, por medio del Bautismo, en fuente de
vida nueva, libre del dominio del pecado, iluminada y transformada por el
Espíritu Santo; por medio de la Confirmación, se hace unción
fortalecedora que, gracias al mismo Espíritu, indica caminos y estrategias
nuevas de testimonio y de proximidad; y por medio de la Eucaristía se
convierte en el alimento del hombre nuevo, «medicina de inmortalidad» (Ignacio
de Antioquía, Epístola ad Ephesios, 20,2).
o
El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo
como algo esencial. Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen
Samaritano, curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen
Pastor, buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos
tortuosos y sin una meta.
5. El mundo necesita el Evangelio de Jesucristo como algo esencial.
Él, a través de la Iglesia, continúa su misión de Buen Samaritano,
curando las heridas sangrantes de la humanidad, y de Buen Pastor,
buscando sin descanso a quienes se han perdido por caminos tortuosos y sin una
meta. Gracias a Dios no faltan experiencias significativas que dan testimonio
de la fuerza transformadora del Evangelio. Pienso en el gesto de aquel
estudiante Dinka que, a costa de su propia vida, protegió a un estudiante de la
tribu Nuer que iba a ser asesinado. Pienso en aquella celebración eucarística
en Kitgum, en el norte de Uganda, por aquel entonces, ensangrentada por la
ferocidad de un grupo de rebeldes, cuando un misionero hizo repetir al pueblo
las palabras de Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?», como expresión del grito desesperado de los hermanos y hermanas
del Señor crucificado. Esa celebración fue para la gente una fuente de gran
consuelo y valor. Y podemos pensar en muchos, numerosísimos testimonios de cómo
el Evangelio ayuda a superar la cerrazón, los conflictos, el racismo, el
tribalismo, promoviendo en todas partes y entre todos la reconciliación, la
fraternidad y el saber compartir.
o
Se trata de «salir de la propia comodidad y
atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio»
§ La
misión de la Iglesia estimula una actitud de continua
peregrinación a través de los diversos desiertos de la vida, a través
de las diferentes experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia.
6. La misión de la Iglesia está animada por una espiritualidad
de éxodo continuo. Se trata de «salir de la propia comodidad y
atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del
Evangelio» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 20). La misión de la
Iglesia estimula una actitud de continua peregrinación a
través de los diversos desiertos de la vida, a través de las diferentes
experiencias de hambre y sed, de verdad y de justicia. La misión de la Iglesia
propone una experiencia de continuo exilio, para hacer sentir
al hombre, sediento de infinito, su condición de exiliado en camino hacia la
patria final, entre el «ya» y el «todavía no» del Reino de los Cielos.
2. Primera lectura: Dios es uno, es único, no hay otros
dioses fuera del Señor
v
Los cambios de época, el sucederse de las
grandes potencias, están bajo el supremo dominio de Dios; ningún poder terreno
puede ponerse en su lugar.
Benedicto XVI, Homilía, Domingo
29 del tiempo ordinario, Misa para la Nueva Evangelización, 16 de octubre de
2011
o
No hay otros dioses fuera del Señor. Incluso el
poderoso Ciro, emperador de los persas, forma parte de un plan más grande que
sólo Dios conoce y lleva adelante.
Pasemos ahora a las lecturas
bíblicas, en las que hoy el Señor nos habla. La primera, tomada del libro de
Isaías, nos dice que Dios es uno, es único; no hay otros dioses fuera del
Señor, e incluso el poderoso Ciro, emperador de los persas, forma parte de un
plan más grande, que sólo Dios conoce y lleva adelante. Esta lectura nos da el
sentido teológico de la historia: los cambios de época, el sucederse de las
grandes potencias, están bajo el supremo dominio de Dios; ningún poder terreno
puede ponerse en su lugar. La teología de la historia es un aspecto importante,
esencial de la nueva evangelización, porque los hombres de nuestro tiempo, tras
el nefasto periodo de los imperios totalitarios del siglo XX, necesitan reencontrar
una visión global del mundo y del tiempo, una visión verdaderamente libre,
pacífica, esa visión que el concilio Vaticano II transmitió en sus documentos,
y que mis predecesores, el siervo de Dios Pablo VI y el beato Juan Pablo II,
ilustraron con su magisterio.
v
Ciro, rey de los persas, es elegido por Dios
como instrumento para la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en
Babilonia. Dios se vale, para realizar sus designios, de situaciones históricas
que pueden parecernos paradójicas.
·
Después de la
caída de Jerusalén (en el año 586 antes
de Cristo) por obra de los babilonios, los
israelitas son deportados a Babilonia, y comienza su
cautividad. 47 años después ( en el año 539 antes de Cristo), Ciro rey de los
persas se apodera de Babilonia, y un año después - en el 538 – hace un Decreto por el que autoriza a
los israelitas a regresar a sus hogares, a Jerusalén, y a reconstruir el
Templo. Así se describe al final del Libro Segundo de las Crónicas este hecho:
“En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de
Yahvé, por boca de Jeremías, movió Yahvé el espíritu de Ciro, Rey de Persia,
que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro,
rey de Persia: Yahvé, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
tierra. Él me ha encargado que le edifique un templo en Jerusalén, en Judá.
Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!»”
(36, 22-23).
·
Este hecho
histórico es una paradoja - notable y
que llama la atención - de la historia
de la salvación del
pueblo de Israel: Ciro
el libertador, que ejecutará la voluntad
salvífica de Dios con Israel sirviéndole de instrumento, es un rey extranjero,
que es calificado por Isaías, en la profecía que leemos hoy en la liturgia
eucarística, nada menos que como “ungido
de Dios” (Isaías 45, 1), un título reservado a los reyes de Israel. Y en los
versículos 4 y 5, del mismo texto de
Isaías, queda subrayada la paradoja, cuando se dice que ese título de “ungido”
se da a un soberano extranjero que no conocía al Dios del pueblo elegido. En
los versículos 2 y 3, que no recoge la liturgia de hoy, se afirma, incluso, que
“la misión y los éxitos del conquistador persa son debidos a una especial
providencia de Dios, que lo ha designado para liberar a Israel de la opresión
de otros pueblos”. Vale la pena que veamos estos dos versículos:
-
“2 Yo iré delante
de ti, // y allanaré los terrenos abruptos; //romperé los portones de bronce,
// y
partiré los cerrojos de hierro. // 3 Te daré
tesoros ocultos // y riquezas secretas,
// para que sepas que Yo soy el Señor, // el que te ha llamado por tu nombre,
el Dios de Israel”
·
Todo esto, “a la vuelta de los siglos, no deja de llamar
nuestra atención sobre los designios de Dios, que
a veces se vale de
situaciones históricas que pueden parecernos paradójicas”. (Sagrada Biblia,
Libros proféticos, Eunsa 2002, Isaías
45, 1-13).
3. Dios nos ha concedido a los hombres el poder
participar libremente en su providencia; podemos llegar a ser plenamente
colabores de Dios y, a menudo, somos cooperadores inconscientes de la
voluntad divina, como sucedió en el caso de Ciro, rey de Persia.
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 373: (...) A imagen del Creador, «que ama todo lo que
existe»
(Sabiduría 11, 24), el hombre
y la mujer son llamados a participar en la providencia divina respecto a las
otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha
confiado.
·
Catecismo …, n. 307:
Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en su
providencia confiándoles la
responsabilidad de «someter» la tierra y dominarla (Cf Génesis l, 26-28). Dios
da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra
de la Creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos.
Los hombres, cooperadores a menudo inconscientes de la voluntad divina, pueden
entrar libremente en el plan divino no sólo por su acciones y sus oraciones,
sino también por sus sufrimientos (Cf Colosenses l, 24). Entonces llegan a ser
plenamente «colaboradores de Dios» (l Corintos 3, 9; 1 Ts 3, 2) y de su Reino
(Cf Colosenses 4, 11).
·
Es Cristo que pasa, 113: “La obra de Cristo, la tarea que su Padre le
encomendó, se está realizando, su
fuerza atraviesa la historia
trayendo la verdadera vida, y cuando ya
todas las cosas estén sujetas a El, entonces el Hijo mismo quedará sujeto en
cuanto hombre al que se las sujetó todas, a fin de que en todas las cosas todo
sea Dios (1 Corintios 15, 28).
En
esa tarea que va realizando en el mundo, Dios ha querido que seamos
cooperadores suyos, ha querido correr el
riesgo de nuestra libertad”.
4. Una exhortación de San Pablo a los primeros
cristianos: que sepan valorar bien sus días, su tiempo, la historia de su vida,
descubriendo la voluntad del Señor, su designio para cada uno de nosotros.
·
Efesios 5,
15-17: 15 Así pues, mirad cómo vivís: no como necios
sino como sabios; 16 Aprovechando [1]
bien el tiempo presente,
porque los días son malos. 17 Por
tanto, no seáis insensatos, sino entended cuál es la voluntad de Señor.
·
Cfr. Nuevo Testamento, Eunsa 2004, Efesios 5, 8-20: “La vida nueva recibida en el
Bautismo se
caracteriza por la sensatez,
frente a la necedad de quienes se empeñan en vivir de espaldas a Dios (cfr. 1 Corintios 1,18). La consecuencia
inmediata es la de hacer buen uso del tiempo que Dios nos da para santificarnos
(v. 16). ”
Vida Cristiana
[1] Biblia de Jerusalén: v. 16,
literalmente “rescatando el tiempo”. Otras traducciones: “redimiendo el
tiempo”.
domingo, 22 de octubre de 2017
Discurso de Papa Francisco a Pontificio Colegio Pío-Brasileño de Roma Sábado, 21 de octubre de 2017
Ø Los cuatro pilares que sostienen la vida de un presbítero: la dimensión espiritual, la dimensión académica, la dimensión humana y la dimensión pastoral.
v
Cfr. Discurso de Papa Francisco a Pontificio
Colegio Pío-Brasileño de Roma
Sábado, 21 de octubre de 2017
Eminencias, Excelencias, queridos hermanos y hermanas, os
recibo hoy, con ocasión de los 300 años del hallazgo de la venerada Imagen de
Nuestra Señora de Aparecida. Agradezco al Cardenal Sérgio da Rocha las palabras
que me ha dirigido en nombre de toda la comunidad sacerdotal del Pontificio
Colegio Pío-brasileño, así como a las religiosas y empleados que colaboran para
hacer de
esa casa “un pedacito de Brasil en Roma”.
v
Los cuatro pilares que sostienen la vida de un
presbítero: la dimensión espiritual, la dimensión académica, la dimensión
humana y la dimensión pastoral.
¡Qué importante es sentirse en un ambiente acogedor, cada
vez que nos encontramos lejos de nuestra tierra y llenos de nostalgia, de
“saudades”! Un ambiente así ayuda también a superar las dificultades para
adaptarse a una situación donde la actividad pastoral no es el centro del día.
Ahora no sois párrocos ni vicarios parroquiales, sino curas estudiantes. Y esta
nueva condición puede acarrear el peligro de producir un desequilibrio entre
los cuatro pilares que sostienen la vida de un presbítero: la dimensión
espiritual, la dimensión académica, la dimensión humana y la dimensión
pastoral.
v
Cultivo de la vida espiritual
Naturalmente, en este particular periodo de vuestra vida, la
dimensión académica cobra protagonismo. Pero eso no puede significar un
descuido de las otras dimensiones. Es necesario cuidar la vida espiritual: la
Misa de cada día, la oración cotidiana, la lectio
divina, el encuentro personal con el Señor, el rezo del rosario.
v
Dimensión pastoral y dimensión humana
También la dimensión pastoral debe cuidarse: según las
posibilidades, es bueno y aconsejable realizar alguna actividad apostólica. Y
respecto a la dimensión humana, sobre todo hay que evitar, ante cierto vacío
provocado por la soledad –porque ahora se goza menos del consuelo del pueblo de
Dios que cuando se está en la diócesis–, que se pierda la perspectiva eclesial
y misionera de los estudios.
v
«Enfermedades» posibles del sacerdote
estudiante: el “academicismo” y los estudios simplemente como medio de
afirmación personal
El descuido en esas dimensiones abre las puertas a algunas
“enfermedades” que pueden afectar al sacerdote estudiante, como por ejemplo el
“academicismo” y la tentación de hacer de los estudios simplemente un medio de
afirmación personal.
o Se
ahoga la fe. ¡Antes de ser maestros y doctores, sois y debéis seguir siendo
sacerdotes, pastores del pueblo de Dios!
En ambos casos, se acaba ahogando la fe que, por el
contrario, tenemos la misión de proteger, como san Pablo pedía a Timoteo:
«Protege lo que se te ha encomendado; evita las conversaciones vanas y
perversas, y los argumentos de la falsa ciencia. Algunos, por haberla seguido,
se han desviado de la fe» (1Tm 6,20-21). ¡No olvidéis, por favor, que antes de
ser maestros y doctores, sois y debéis seguir siendo sacerdotes, pastores del
pueblo de Dios!
v
El mantenimiento del l equilibrio entre esos
cuatro pilares fundamentales de la vida sacerdotal
o El
remedio más eficaz es la fraternidad sacerdotal
§ La
murmuración, el chismorreo
¿Y cómo es posible entonces mantener el equilibrio entre
esos cuatro pilares fundamentales de la vida sacerdotal? Diría que el remedio
más eficaz contra el riesgo del desequilibrio es la fraternidad sacerdotal.
Esto no estaba escrito, pero quiero decirlo ahora, porque Pablo habla de
conversaciones vanas y perversas, de murmuraciones: lo que más destruye la
fraternidad sacerdotal es murmurar.
¡El chismorreo es un “acto terrorista”, porque con la
murmuración tiras una bomba, destruyes al otro y te vas tan tranquilo! Por eso,
hay que proteger la fraternidad sacerdotal. Por favor, nada de murmurar. Sería
bueno poner un cartel en la entrada: “No se murmura”. Aquí tenemos la imagen de
la Virgen del Silencio, en la planta baja del ascensor; la Virgen que dice: “No
se murmura”. Ese
es el mensaje para la Curia. Haced algo por el estilo para
vosotros.
o «El
primer ámbito donde se realiza la formación permanente es la fraternidad
presbiteral»: eje principal de la formación permanente.
§ Mediante
la Ordenación sacerdotal, participamos en el único sacerdocio de Cristo y
formamos una verdadera familia.
De hecho, la nueva Ratio
Fundamentalis para la formación sacerdotal, al afrontar el tema de la
formación permanente, afirma que «el primer ámbito donde se realiza la
formación permanente es la fraternidad presbiteral» (n. 82). Ese es pues, en
cierto modo, el eje principal de la formación permanente.
Y eso se basa en que, mediante la Ordenación sacerdotal,
participamos en el único sacerdocio de Cristo y formamos una verdadera familia.
La gracia del sacramento asume y eleva nuestras relaciones humanas,
psicológicas y afectivas y «se revela y se concreta en las más variadas formas
de ayuda mutua, no solo espirituales sino también materiales» (San Juan Pablo
II, Pastores dabo vobis, 74).
o El
primer objeto de nuestra caridad pastoral debe ser nuestro hermano en el
sacerdocio.
En la práctica, esto significa saber que el primer objeto de
nuestra caridad pastoral debe ser nuestro hermano en el sacerdocio –es el
primer prójimo que tenemos–: «llevad los unos las cargas de los otros –nos
exhorta el Apóstol–: así cumpliréis la ley de Cristo» (Gal 6,2). Rezar juntos,
compartir las alegrías y los retos de la vida académica, celebrar las fiestas,
beber una “cachacinha” 1* …
Todo eso está bien, muy bien; ayudar a los que sufren más la
nostalgia; salir justos a dar un paseo; vivir como una familia, como hermanos,
sin dejar a nadie de lado, incluidos los que están en crisis o quizá han tenido
actitudes censurables, porque «la fraternidad presbiteral no excluye a nadie» (Pastores dabo vobis, 74).
v
El pueblo de Dios desea ver y necesita ver que
sus curas se quieren y viven como hermanos
Queridos sacerdotes, el pueblo de Dios desea ver y necesita
ver que sus curas se quieren y viven como hermanos; y eso es aún más cierto
pensando en Brasil y en los retos, tanto religiosos como sociales, que os
esperan a la vuelta. De hecho, en este momento difícil de su historia nacional,
cuando tantas personas parecen haber perdido la esperanza en un futuro mejor a
causa de los enormes problemas sociales y de una escandalosa corrupción, Brasil
necesita que sus curas sean un signo de esperanza. Los brasileños necesitan ver
un clero unido, fraterno y solidario, donde los sacerdotes puedan afrontar
juntos los obstáculos, sin ceder a las tentaciones del protagonismo o de hacer
carrera. ¡Estad atentos a esto! Estoy seguro de que Brasil superará su crisis y
confío en que vosotros seréis protagonistas en esto.
v
Invocación a la Virgen
Para eso, contad siempre con una ayuda particular: la ayuda
de nuestra Madre del Cielo, que vosotros brasileños llamáis Nuestra Señora de
Aparecida. Me vienen a la cabeza las palabras de ese canto con que la saludáis:
«Virgen santa, Virgen bella; Madre amable, Madre querida; ampáranos,
socórrenos, oh Señora de Aparecida» («Virgem santa, Virgem bela; Mãe amável,
mãe querida; Amparai-nos, socorrei-nos; Ó Senhora Aparecida»). Que estas
palabras puedan hallar confirmación en la vida de cada uno de vosotros. Quiera
la Virgen María, con su amparo y socorro, ayudaros a vivir la fraternidad
presbiteral, haciendo que vuestro periodo de estudios en Roma produzca
abundantes frutos, además del título académico.
Que la Reina del Colegio Pío-brasileño ayude a hacer de esta
comunidad una escuela de fraternidad, haciendo de cada uno de vosotros fermento
de unidad en el seno de la respectiva diócesis, ya que la diocesanidad del
sacerdote secular se nutre directamente de la experiencia de fraternidad entre
los presbíteros.
Como confirmación de esos deseos, imparto de corazón a la
dirección, a los estudiantes, a las religiosas y a los empleados, a todos,
junto a todos vuestros familiares, la Bendición Apostólica, y os pido, por
favor, que no olvidéis de rezar por mí. Gracias.
* La cachaza (en portugués, cachaça) es una bebida
alcohólica destilada de Brasil. Se obtiene
como producto de la destilación del jugo de la caña de
azúcar fermentado (ndt).
VIDA CRISTIANA
Discurso de Papa Francisco al Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Sábado, 21 de octubre de 2017
Descargar
v
Cfr. Discurso de Papa Francisco al Pontificio
Consejo para la Nueva Evangelización.
1.
La dignidad de toda persona: asunción de
posiciones valientes par la inclusión
de cuantos viven con formas de discapacidad.
v
Todavía ha expresiones que lesionan la dignidad
de las personas discapacitadas.
o Una
visión de la vida narcisista y utilitarista. Sin ver en ellas su multiforme
riqueza humana y espiritual
2.
La fe es una gran compañera de vida cuando nos
permite palpar la presencia de
un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna
condición de su vida.
v
La catequesis, de modo particular, está llamada
a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus
dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su
camino a Jesús y abandonarse en Él con fe.
o El
reconocimiento de la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los
Sacramentos de la iniciación cristiana.
Ø La Nueva Evangelización: la catequesis y las personas con discapacidad. Discurso de Papa Francisco (Octubre 2017). La dignidad de toda persona: asunción de posiciones valientes par la inclusión de cuantos viven con formas de discapacidad. Todavía hay expresiones que lesionan la dignidad de las personas discapacitadas. Una visión de la vida narcisista y utilitarista, sin ver en ellas su multiforme riqueza humana y espiritual. La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite palpar la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna condición de su vida. La catequesis, de modo particular, está llamada a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a Jesús y abandonarse en Él con fe. El reconocimiento de la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los Sacramentos de la iniciación cristiana.
v
Cfr. Discurso de Papa Francisco al Pontificio
Consejo para la Nueva Evangelización.
Sábado, 21 de
octubre de 2017
Queridos hermanos y hermanas, me alegra recibiros, sobre
todo porque en estos días habéis afrontado un tema de gran importancia para la
vida de la Iglesia en su labor de evangelización y de formación cristiana: La
catequesis y las personas con discapacidad. Agradezco a S.E. Mons. Fisichella
su introducción, al Dicasterio por él presidido por su servicio y a todos
vosotros por
vuestro trabajo en este campo.
1.
La dignidad de toda persona: asunción de
posiciones valientes par la inclusión
de cuantos viven con formas de discapacidad.
v
Todavía ha expresiones que lesionan la dignidad
de las personas discapacitadas.
o Una
visión de la vida narcisista y utilitarista. Sin ver en ellas su multiforme
riqueza humana y espiritual
Conocemos el gran desarrollo que, en el curso de los últimos
años, se ha producido respecto a la discapacidad. El crecimiento en la
conciencia de la dignidad de toda persona, sobre todo de las más débiles, ha
llevado a asumir posiciones valientes para la inclusión de cuantos viven con
diversas formas de discapacidad, para que nadie se sienta extranjero en su
casa.
Sin embargo, a nivel cultural todavía hay expresiones que
lesionan la dignidad de estas personas por el prevalecer de una falsa
concepción de la vida. Una visión a menudo narcisista y utilitarista lleva,
desgraciadamente a no pocos, a considerar como marginales a las personas con
discapacidad, sin ver en ellas su multiforme riqueza humana y espiritual. Aún
es muy fuerte en la mentalidad
común una actitud de rechazo a esa condición, como si
impidiese ser felices y realizarse a sí mismos. Lo prueba la tendencia
eugenésica a suprimir a los nascituros que presentan alguna forma de
imperfección.
En realidad, todos conocemos a muchas personas que, con sus
fragilidades, incluso graves, han
encontrado, aun con esfuerzo, el camino de una vida buena y
rica en significado. ¡Como, por otra parte, conocemos personas aparentemente
perfectas y desesperadas! Además, es un peligroso engaño pensar que somos
invulnerables.
Como me decía una chica que encontré en mi reciente viaje a
Colombia, la vulnerabilidad pertenece a la esencia del hombre. La respuesta es
el amor: no el falso, blando y pietista, sino el verdadero,
concreto y respetuoso. En la medida en que se es acogido y
amado, incluido en la comunidad y acompañado a mirar al futuro con confianza,
se desarrolla el verdadero camino de la vida y se experimenta la felicidad
duradera. Esto –lo sabemos– vale para todos, pero las personas más frágiles son
como la prueba.
2.
La fe es una gran compañera de vida cuando nos
permite palpar la presencia de
un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna
condición de su vida.
La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite
palpar la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en
ninguna condición de su vida. La Iglesia no puede ser “afónica” ni “desafinada”
en la defensa y promoción de las personas con discapacidad. Su cercanía a las
familias les ayuda a superar la soledad en que a menudo tienden a encerrarse
por falta de atención y ayuda.
Esto vale aún más para la responsabilidad que posee en la
generación y en la formación de la vida cristiana. No pueden faltar en la
comunidad las palabras y sobre todo los gestos para encontrar y acoger a las
personas con discapacidad. Especialmente la liturgia dominical tendrá que
saberlas incluir, para que el encuentro con el Señor Resucitado y con la misma
comunidad pueda ser fuente de esperanza y de valor en el camino nada fácil de
la vida.
v
La catequesis, de modo particular, está llamada
a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus
dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su
camino a Jesús y abandonarse en Él con fe.
o El
reconocimiento de la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los
Sacramentos de la iniciación cristiana.
La catequesis, de modo particular, está llamada a descubrir
y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus
límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a
Jesús y abandonarse en Él con fe. Ningún límite físico y psíquico podrá jamás
ser un
impedimento para ese encuentro, porque el rostro de Cristo
brilla en lo más íntimo de cada persona.
Además, estemos atentos, especialmente nosotros los ministros
de la gracia de Cristo, a no caer en el error neo-pelagiano de no reconocer la
exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los Sacramentos de la
iniciación cristiana.
Aprendamos a superar el malestar y el miedo que a veces se
pueden sentir con las personas con discapacidad. Aprendamos a buscar y también
a “inventar” con inteligencia instrumentos adecuados para que a nadie le falte
la ayuda de la gracia. Formemos –ante todo con el ejemplo– catequistas cada vez
más capaces de acompañar a esas personas para que crezcan en la fe y den su
aportación genuina y original a la vida de la Iglesia. Por último, espero que
en la comunidad cada vez más las personas con discapacidad puedan ser ellas
mismas catequistas, también con su testimonio, para trasmitir la fe de modo más
eficaz.
Os agradezco vuestro trabajo de estos días y vuestro
servicio a la Iglesia. Que la Virgen os acompañe. Os bendigo de corazón. Y os
pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.
VIDA CRISTIANA
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