domingo, 22 de octubre de 2017

Discurso de Papa Francisco al Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización. Sábado, 21 de octubre de 2017

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Ø La Nueva Evangelización: la catequesis y las personas con discapacidad. Discurso de Papa Francisco (Octubre 2017). La dignidad de toda persona: asunción de posiciones valientes par la inclusión de cuantos viven con formas de discapacidad. Todavía hay expresiones que lesionan la dignidad de las personas discapacitadas. Una visión de la vida narcisista y utilitarista, sin ver en ellas su multiforme riqueza humana y espiritual. La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite palpar la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna condición de su vida. La catequesis, de modo particular, está llamada a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a Jesús y abandonarse en Él con fe. El reconocimiento de la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los Sacramentos de la iniciación cristiana.


v  Cfr. Discurso de Papa Francisco al Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.

Sábado, 21 de octubre de 2017

Queridos hermanos y hermanas, me alegra recibiros, sobre todo porque en estos días habéis afrontado un tema de gran importancia para la vida de la Iglesia en su labor de evangelización y de formación cristiana: La catequesis y las personas con discapacidad. Agradezco a S.E. Mons. Fisichella su introducción, al Dicasterio por él presidido por su servicio y a todos vosotros por
vuestro trabajo en este campo.

1.    La dignidad de toda persona: asunción de posiciones valientes par la inclusión

de cuantos viven con formas de discapacidad.

v  Todavía ha expresiones que lesionan la dignidad de las personas discapacitadas.

o   Una visión de la vida narcisista y utilitarista. Sin ver en ellas su multiforme riqueza humana y espiritual

Conocemos el gran desarrollo que, en el curso de los últimos años, se ha producido respecto a la discapacidad. El crecimiento en la conciencia de la dignidad de toda persona, sobre todo de las más débiles, ha llevado a asumir posiciones valientes para la inclusión de cuantos viven con diversas formas de discapacidad, para que nadie se sienta extranjero en su casa.

Sin embargo, a nivel cultural todavía hay expresiones que lesionan la dignidad de estas personas por el prevalecer de una falsa concepción de la vida. Una visión a menudo narcisista y utilitarista lleva, desgraciadamente a no pocos, a considerar como marginales a las personas con discapacidad, sin ver en ellas su multiforme riqueza humana y espiritual. Aún es muy fuerte en la mentalidad
común una actitud de rechazo a esa condición, como si impidiese ser felices y realizarse a sí mismos. Lo prueba la tendencia eugenésica a suprimir a los nascituros que presentan alguna forma de imperfección.

En realidad, todos conocemos a muchas personas que, con sus fragilidades, incluso graves, han
encontrado, aun con esfuerzo, el camino de una vida buena y rica en significado. ¡Como, por otra parte, conocemos personas aparentemente perfectas y desesperadas! Además, es un peligroso engaño pensar que somos invulnerables.

Como me decía una chica que encontré en mi reciente viaje a Colombia, la vulnerabilidad pertenece a la esencia del hombre. La respuesta es el amor: no el falso, blando y pietista, sino el verdadero,
concreto y respetuoso. En la medida en que se es acogido y amado, incluido en la comunidad y acompañado a mirar al futuro con confianza, se desarrolla el verdadero camino de la vida y se experimenta la felicidad duradera. Esto –lo sabemos– vale para todos, pero las personas más frágiles son como la prueba.

2.    La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite palpar la presencia de

un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna condición de su vida.


La fe es una gran compañera de vida cuando nos permite palpar la presencia de un Padre que nunca deja solas a sus criaturas, en ninguna condición de su vida. La Iglesia no puede ser “afónica” ni “desafinada” en la defensa y promoción de las personas con discapacidad. Su cercanía a las familias les ayuda a superar la soledad en que a menudo tienden a encerrarse por falta de atención y ayuda.

Esto vale aún más para la responsabilidad que posee en la generación y en la formación de la vida cristiana. No pueden faltar en la comunidad las palabras y sobre todo los gestos para encontrar y acoger a las personas con discapacidad. Especialmente la liturgia dominical tendrá que saberlas incluir, para que el encuentro con el Señor Resucitado y con la misma comunidad pueda ser fuente de esperanza y de valor en el camino nada fácil de la vida.

v  La catequesis, de modo particular, está llamada a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a Jesús y abandonarse en Él con fe.

o   El reconocimiento de la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los Sacramentos de la iniciación cristiana.


La catequesis, de modo particular, está llamada a descubrir y experimentar formas coherentes para que cada persona, con sus dones, sus límites y sus discapacidades, incluso graves, pueda encontrar en su camino a Jesús y abandonarse en Él con fe. Ningún límite físico y psíquico podrá jamás ser un
impedimento para ese encuentro, porque el rostro de Cristo brilla en lo más íntimo de cada persona.

Además, estemos atentos, especialmente nosotros los ministros de la gracia de Cristo, a no caer en el error neo-pelagiano de no reconocer la exigencia de la fuerza de la gracia que viene de los Sacramentos de la iniciación cristiana.

Aprendamos a superar el malestar y el miedo que a veces se pueden sentir con las personas con discapacidad. Aprendamos a buscar y también a “inventar” con inteligencia instrumentos adecuados para que a nadie le falte la ayuda de la gracia. Formemos –ante todo con el ejemplo– catequistas cada vez más capaces de acompañar a esas personas para que crezcan en la fe y den su aportación genuina y original a la vida de la Iglesia. Por último, espero que en la comunidad cada vez más las personas con discapacidad puedan ser ellas mismas catequistas, también con su testimonio, para trasmitir la fe de modo más eficaz.

Os agradezco vuestro trabajo de estos días y vuestro servicio a la Iglesia. Que la Virgen os acompañe. Os bendigo de corazón. Y os pido, por favor, que no os olvidéis de rezar por mí. Gracias.


VIDA CRISTIANA

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