domingo, 22 de octubre de 2017

Discurso de Papa Francisco a Pontificio Colegio Pío-Brasileño de Roma Sábado, 21 de octubre de 2017




Ø Los cuatro pilares que sostienen la vida de un presbítero: la dimensión espiritual, la dimensión académica, la dimensión humana y la dimensión pastoral.


v  Cfr. Discurso de Papa Francisco a Pontificio Colegio Pío-Brasileño de Roma

                  Sábado, 21 de octubre de 2017

Eminencias, Excelencias, queridos hermanos y hermanas, os recibo hoy, con ocasión de los 300 años del hallazgo de la venerada Imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Agradezco al Cardenal Sérgio da Rocha las palabras que me ha dirigido en nombre de toda la comunidad sacerdotal del Pontificio Colegio Pío-brasileño, así como a las religiosas y empleados que colaboran para hacer de
esa casa “un pedacito de Brasil en Roma”.

v  Los cuatro pilares que sostienen la vida de un presbítero: la dimensión espiritual, la dimensión académica, la dimensión humana y la dimensión pastoral.


¡Qué importante es sentirse en un ambiente acogedor, cada vez que nos encontramos lejos de nuestra tierra y llenos de nostalgia, de “saudades”! Un ambiente así ayuda también a superar las dificultades para adaptarse a una situación donde la actividad pastoral no es el centro del día. Ahora no sois párrocos ni vicarios parroquiales, sino curas estudiantes. Y esta nueva condición puede acarrear el peligro de producir un desequilibrio entre los cuatro pilares que sostienen la vida de un presbítero: la dimensión espiritual, la dimensión académica, la dimensión humana y la dimensión pastoral.

v  Cultivo de la vida espiritual

Naturalmente, en este particular periodo de vuestra vida, la dimensión académica cobra protagonismo. Pero eso no puede significar un descuido de las otras dimensiones. Es necesario cuidar la vida espiritual: la Misa de cada día, la oración cotidiana, la lectio divina, el encuentro personal con el Señor, el rezo del rosario.

v  Dimensión pastoral y dimensión humana

También la dimensión pastoral debe cuidarse: según las posibilidades, es bueno y aconsejable realizar alguna actividad apostólica. Y respecto a la dimensión humana, sobre todo hay que evitar, ante cierto vacío provocado por la soledad –porque ahora se goza menos del consuelo del pueblo de Dios que cuando se está en la diócesis–, que se pierda la perspectiva eclesial y misionera de los estudios.

v  «Enfermedades» posibles del sacerdote estudiante: el “academicismo” y los estudios simplemente como medio de afirmación personal

El descuido en esas dimensiones abre las puertas a algunas “enfermedades” que pueden afectar al sacerdote estudiante, como por ejemplo el “academicismo” y la tentación de hacer de los estudios simplemente un medio de afirmación personal.

o   Se ahoga la fe. ¡Antes de ser maestros y doctores, sois y debéis seguir siendo sacerdotes, pastores del pueblo de Dios!

En ambos casos, se acaba ahogando la fe que, por el contrario, tenemos la misión de proteger, como san Pablo pedía a Timoteo: «Protege lo que se te ha encomendado; evita las conversaciones vanas y perversas, y los argumentos de la falsa ciencia. Algunos, por haberla seguido, se han desviado de la fe» (1Tm 6,20-21). ¡No olvidéis, por favor, que antes de ser maestros y doctores, sois y debéis seguir siendo sacerdotes, pastores del pueblo de Dios!

v  El mantenimiento del l equilibrio entre esos cuatro pilares fundamentales de la vida sacerdotal

o   El remedio más eficaz es la fraternidad sacerdotal

§  La murmuración, el chismorreo
¿Y cómo es posible entonces mantener el equilibrio entre esos cuatro pilares fundamentales de la vida sacerdotal? Diría que el remedio más eficaz contra el riesgo del desequilibrio es la fraternidad sacerdotal. Esto no estaba escrito, pero quiero decirlo ahora, porque Pablo habla de conversaciones vanas y perversas, de murmuraciones: lo que más destruye la fraternidad sacerdotal es murmurar.

¡El chismorreo es un “acto terrorista”, porque con la murmuración tiras una bomba, destruyes al otro y te vas tan tranquilo! Por eso, hay que proteger la fraternidad sacerdotal. Por favor, nada de murmurar. Sería bueno poner un cartel en la entrada: “No se murmura”. Aquí tenemos la imagen de la Virgen del Silencio, en la planta baja del ascensor; la Virgen que dice: “No se murmura”. Ese
es el mensaje para la Curia. Haced algo por el estilo para vosotros.

o   «El primer ámbito donde se realiza la formación permanente es la fraternidad presbiteral»: eje principal de la formación permanente.

§  Mediante la Ordenación sacerdotal, participamos en el único sacerdocio de Cristo y formamos una verdadera familia.
De hecho, la nueva Ratio Fundamentalis para la formación sacerdotal, al afrontar el tema de la formación permanente, afirma que «el primer ámbito donde se realiza la formación permanente es la fraternidad presbiteral» (n. 82). Ese es pues, en cierto modo, el eje principal de la formación permanente.

Y eso se basa en que, mediante la Ordenación sacerdotal, participamos en el único sacerdocio de Cristo y formamos una verdadera familia. La gracia del sacramento asume y eleva nuestras relaciones humanas, psicológicas y afectivas y «se revela y se concreta en las más variadas formas de ayuda mutua, no solo espirituales sino también materiales» (San Juan Pablo II, Pastores dabo vobis, 74).

o   El primer objeto de nuestra caridad pastoral debe ser nuestro hermano en el sacerdocio.

En la práctica, esto significa saber que el primer objeto de nuestra caridad pastoral debe ser nuestro hermano en el sacerdocio –es el primer prójimo que tenemos–: «llevad los unos las cargas de los otros –nos exhorta el Apóstol–: así cumpliréis la ley de Cristo» (Gal 6,2). Rezar juntos, compartir las alegrías y los retos de la vida académica, celebrar las fiestas, beber una “cachacinha” 1* …

Todo eso está bien, muy bien; ayudar a los que sufren más la nostalgia; salir justos a dar un paseo; vivir como una familia, como hermanos, sin dejar a nadie de lado, incluidos los que están en crisis o quizá han tenido actitudes censurables, porque «la fraternidad presbiteral no excluye a nadie» (Pastores dabo vobis, 74).

v  El pueblo de Dios desea ver y necesita ver que sus curas se quieren y viven como hermanos

Queridos sacerdotes, el pueblo de Dios desea ver y necesita ver que sus curas se quieren y viven como hermanos; y eso es aún más cierto pensando en Brasil y en los retos, tanto religiosos como sociales, que os esperan a la vuelta. De hecho, en este momento difícil de su historia nacional, cuando tantas personas parecen haber perdido la esperanza en un futuro mejor a causa de los enormes problemas sociales y de una escandalosa corrupción, Brasil necesita que sus curas sean un signo de esperanza. Los brasileños necesitan ver un clero unido, fraterno y solidario, donde los sacerdotes puedan afrontar juntos los obstáculos, sin ceder a las tentaciones del protagonismo o de hacer carrera. ¡Estad atentos a esto! Estoy seguro de que Brasil superará su crisis y confío en que vosotros seréis protagonistas en esto.

v  Invocación a la Virgen

Para eso, contad siempre con una ayuda particular: la ayuda de nuestra Madre del Cielo, que vosotros brasileños llamáis Nuestra Señora de Aparecida. Me vienen a la cabeza las palabras de ese canto con que la saludáis: «Virgen santa, Virgen bella; Madre amable, Madre querida; ampáranos, socórrenos, oh Señora de Aparecida» («Virgem santa, Virgem bela; Mãe amável, mãe querida; Amparai-nos, socorrei-nos; Ó Senhora Aparecida»). Que estas palabras puedan hallar confirmación en la vida de cada uno de vosotros. Quiera la Virgen María, con su amparo y socorro, ayudaros a vivir la fraternidad presbiteral, haciendo que vuestro periodo de estudios en Roma produzca abundantes frutos, además del título académico.

Que la Reina del Colegio Pío-brasileño ayude a hacer de esta comunidad una escuela de fraternidad, haciendo de cada uno de vosotros fermento de unidad en el seno de la respectiva diócesis, ya que la diocesanidad del sacerdote secular se nutre directamente de la experiencia de fraternidad entre los presbíteros.  

Como confirmación de esos deseos, imparto de corazón a la dirección, a los estudiantes, a las religiosas y a los empleados, a todos, junto a todos vuestros familiares, la Bendición Apostólica, y os pido, por favor, que no olvidéis de rezar por mí. Gracias.


* La cachaza (en portugués, cachaça) es una bebida alcohólica destilada de Brasil. Se obtiene
como producto de la destilación del jugo de la caña de azúcar fermentado (ndt).





VIDA CRISTIANA

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