domingo, 19 de marzo de 2017
Necesidad de la conversión personal a Dios para la salvación. Ante las desgracias de los demás, más que dejarse llevar por especulaciones o escándalos farisaicos, hace falta una seria revisión de la propia vida, dispuestos a cambiar y mejorar. La conversión: examinar si nuestros programas de vida son ambiguos o mezquinos, considerar el proyecto de Dios, su voluntad, sobre nuestras vidas, lo cual es el criterio último de nuestras valoraciones y acciones. La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia.La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Cf Am 5, 24; Is 1, 17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos …
1 Necesidad de la conversión personal a Dios para la salvación. Ante las desgracias de los demás, más que dejarse llevar por especulaciones o escándalos farisaicos, hace falta una seria revisión de la propia vida, dispuestos a cambiar y mejorar. La conversión: examinar si nuestros programas de vida son ambiguos o mezquinos, considerar el proyecto de Dios, su voluntad, sobre nuestras vidas, lo cual es el criterio último de nuestras valoraciones y acciones. La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia.La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Cf Am 5, 24; Is 1, 17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos … Cfr. 3º Domingo Cuaresma Ciclo C 3 marzo 2013 Exodo 3, 1-8.13-15; 1 Corintios 10, 1-6.10-12; Lucas 13, 1-9 2ª Lectura (1Co 10,1-6.10-12) Hermanos: 1 No quiero que olviden que en el desierto nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, todos cruzaron el mar Rojo y 2 todos se sometieron a Moisés, por una especie de bautismo en la nube y en el mar. 3 Todos comieron el mismo alimento milagroso 4 y todos bebieron de la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo. 5 Sin embargo, la mayoría de ellos desagradaron a Dios y murieron en el desierto. 6 Todo esto sucedió como advertencia para nosotros, a fin de que no codiciemos cosas malas como ellos lo hicieron.10 No murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron a manos del ángel exterminador. 11Todas estas cosas les sucedieron a nuestros antepasados como un ejemplo para nosotros y fueron puestas en las Escrituras como advertencia para los que vivimos en los últimos tiempos. 12 Así pues, el que crea estar firme, tenga cuidado de no caer. Palabra de Dios. Salmo responsorial (102) R. El Señor es compasivo y misericordioso. L. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su Santo Nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios/R L. El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; El rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura /R. L. El Señor hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad, y sus prodigios al pueblo de Israel /R. L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia /R. Evangelio (Lc 13,1-9) 1. En aquel tiempo, algunos hombres fueron a ver a Jesús y le contaron lo de los galileos, cuya sangre mezcló Pilato con la de sus sacrificios. 2 Jesús les hizo este comentario: "¿Pensáis que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos? 3 Ciertamente que no; y si no os arrepentís perecereís de manera semejante. 4 Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? 5 Ciertamente que no; y si no os arrepentís, pereceréis de manera semejante". 6 Entonces les dijo esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo; fue a buscar higos y no los encontró. 7 Dijo entonces al viñador: `Mira, durante tres años seguidos he venido a buscar higos en esta higuera y no los he encontrado. Córtala. ¿Para qué ocupa la tierra inútilmente?' 8 El viñador le contestó: `Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, 9 para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré`".. 2 1. Dos hechos históricos de los que habla Jesús en el Evangelio, orientando a sus oyentes hacia la necesidad de la conversión personal. Una de las represiones de Pilato y el accidente de la Torre de Siloé. Las represiones de galileos por parte de Pilato • Habían llegado a Jerusalén unos galileos peregrinos para ofrecer sacrificios, y, en circunstancias no bien conocidas para nosotros, Pilato había ordenado a sus soldados que los matasen. Tal vez se trataba de una represión, porque los Galileos se mostraban especialmente hostiles a la ocupación de los romanos. Aunque el hecho no es confirmado por textos extrabíblicos, Flavio Josefo, historiador judío, describe a Pilato como un hombre inclinado hacia la violencia, dispuesto a todo con tal de conseguir lo que se propone. Flavio Josefo habla, por ejemplo, de dos represiones: a) de la represión de Pilatos, en Cesarea, el año 26 d.C., cuando se estaba construyendo un acueducto en esa ciudad que era la residencia del gobernador; b) de la matanza de samaritanos en el 36 d.C., en la cima de su monte sagrado, el Garizim. En el caso que narra el evangelio de hoy, además de homicidio se trataba de un sacrilegio ya que se había mezclado la sangre de esos hombres con la de los animales sacrificados a Dios. • El hecho es que los que lo refirieron a Jesús daban a entender que esos Galileos debían tener alguna culpa y esa desgracia era, ni más ni menos, que el castigo divino por su pecado. Según la mentalidad de aquella época, una muerte violenta era consecuencia de una vida poco coherente. 2. La respuesta de Jesús: su enseñanza será clara: no hay relación directa y precisa entre la culpa y la calamidad. Aunque las calamidades públicas puedan ser providenciales como invitación a la penitencia. a) Como veremos, en su respuesta, Jesús también se refiere a otra desgracia: un derrumbamiento de una torre, en el barrio de la conocida fuente de Siloé, que había matado a 18 personas. b) Refiriéndose a ambos casos, Jesús supera la interpretación de si se trataba de un castigo justo o injusto, o de una fatalidad ciega, etc. «"¿Pensáis que aquellos galileos, porque les sucedió esto, eran más pecadores que todos los demás galileos?» « Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis acaso que eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? Ciertamente que no; y si no os arrepentís, pereceréis de manera semejante"». o Jesús orienta la reflexión hacia la conversión personal. c) El Señor enseña que no hay relación directa y precisa entre la culpa y la calamidad (cfr. Juan 9,3), y, además, hace pensar a sus interlocutores, orientando la reflexión hacia la conversión personal: «si no os arrepentís pereceréis de manera semejante». Las calamidades también nos invitan a la penitencia, a la conversión. Ante las desgracias de los demás, más que dejarse llevar por especulaciones o escándalos farisaicos, hace falta una seria revisión de la propia vida, dispuestos a cambiar y mejorar. Se ha escrito que pueden y deben ser ocasión “para reflexionar sobre la precariedad de la vida, sobre la necesidad de estar preparados, de no apegarse exageradamente a lo que, de un día para otro, puede faltar”. La conversión en griego se expresa con el verbo metanoéö, del que proviene el sustantivo metánoia. La etimología es instructiva: metá (más allá de) y nús (mente): es necesario ir “más allá de nuestra mente”, en el sentido de superar nuestras posibles perspectivas miopes, examinando si nuestros programas de vida son ambiguos o mezquinos, para considerar el proyecto de Dios, su voluntad, sobre nuestras vidas, lo cual es el criterio último de nuestras valoraciones y acciones. 3. La parábola de la higuera esteril (Lc 13, 6-9) • Esta parábola nos muestra la paciencia de Dios y, al mismo tiempo, nos dice que el tiempo para la conversión no es eterno: hay una prórroga, después de la cual la higuera será cortada si no da fruto. • Nuevo Testamento, Eunsa 2004, Lc 13, 6-9: La parábola, para aquellos hombres, y para nosotros, 3 es una advertencia y un aviso: Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva (cfr. Ez 33,11), y «tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos se conviertan» (2P 3,9). ANTE EL AÑO DE LA FE El Catecismo de la Iglesia Católica presenta el desarrollo de la fe hasta abordar los grandes temas de la vida cotidiana. A través de sus páginas se descubre que todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia. o La conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos. La vida nueva recibida co el bautismo no suprime la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que es llamada concupiscencia. CEC 1426: La conversión a Cristo, el nuevo nacimiento por el Bautismo, el don del Espíritu Santo, el Cuerpo y la Sangre de Cristo recibidos como alimento nos han hecho «santos e inmaculados ante El» (Ef 1, 4), como la Iglesia misma, esposa de Cristo, es «santa e inmaculada ante El» (Ef 5, 27). Sin embargo, la vida nueva recibida en la iniciación cristiana no suprimió la fragilidad y la debilidad de la naturaleza humana, ni la inclinación al pecado que la tradición llama [cfr CEC 405 y 978] concupiscencia [cfr CEC 1264] , y que permanece en los bautizados a fin de que sirva de prueba en ellos en el combate de la vida cristiana ayudados por la gracia de Dios (Cf DS 1515). Esta lucha es la de la conversión con miras a la santidad y la vida eterna a la que el Señor no cesa de llamarnos (Cf DS 1545; LG 40). o La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón; comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. CEC 1431: La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversión del corazón va acompañada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron «animi cruciatus» (aflicción del espíritu), «compunctio cordis» (arrepentimiento del corazón) (Cf Cc. de Trento: DS 1676-1678; 1705; Catech. R. 2, 5, 4). o La conversión se realiza en la vida cotidiana. CEC 1435: La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (Cf Am 5, 24; Is 1, 17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (Cf Lc 9, 23). o El presuntuoso espera obtener el perdón de Dios sin conversión. CEC 2092: Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas, (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito). 4 www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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