viernes, 2 de junio de 2017
Fe. La tempestad calmada en el mar de Galilea. Domingo 12 del Tiempo Ordinario, año B, 21 de junio de 2015. La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida. Las tempestades de nuestra vida; son las pruebas de la vida. Vamos a la otra orilla: el paso de esta vida a la eterna: sólo es posible realizarlo acompañados por Cristo, que nos abre el camino, y fiados de la fe.
1 Fe. La tempestad calmada en el mar de Galilea. Domingo 12 del Tiempo Ordinario, año B, 21 de junio de 2015. La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida. Las tempestades de nuestra vida; son las pruebas de la vida. Vamos a la otra orilla: el paso de esta vida a la eterna: sólo es posible realizarlo acompañados por Cristo, que nos abre el camino, y fiados de la fe. Cfr. Domingo 12 del Tiempo Ordinario, Ciclo B, 21 de junio de 2015. Job 38, 8-11; 2 Corintios 5, 14-17; Marcos 4, 35-41 2 Corintios 5, 14-17: Hermanos, 14 nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. 15 Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. 16 De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. 17 Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Marcos 4, 35-41: 35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla. » 36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él. 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. 38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: « Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» 39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: « ¡Calla, enmudece! » El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. 40 . Y les dijo: « ¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe? » 41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: « Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? La confianza en Dios ante las pruebas o dificultades de la vida. 1. La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida. A) El Señor fue despertado y regañado por los Apóstoles o Nos podemos encontrar en plena tempestad por un achaque grande en la salud, por un revés financiero, por la pérdida del trabajo, por las dificultades familiares propias de un hijo, o del cónyuge … • Hoy el evangelio nos narra un hecho, sucedido en el mar de Galilea, que se puede calificar como emblemático. Los discípulos tienen dificultades y parece que el Señor no se da cuenta, duerme tranquilamente. • Tal vez todos podemos pensar que estamos sobre aquella barca, sobre todo cuando también nosotros nos sentimos amenazados por pequeñas y grandes tempestades, incluso con el riesgo de naufragar. La travesía del mar es la travesía de nuestra vida, el mar es el trabajo, la familia, la salud, cualquier meta que nos proponemos, de cualquier tipo; las pruebas, la oscuridad, las contradicciones ... • Nos podemos encontrar en plena tempestad por un achaque grande en la salud, por la pérdida del trabajo, por las dificultades familiares, propias o de un hijo, o del cónyuge … Y probablemente pensaremos que Jesús nos puede ayudar … él no nos ha prometido que desaparecerán las dificultades pero nos puede dar la fuerza para superarlas si se lo pedimos. • Los discípulos lo despertaron y también, aunque no sabemos el tono que emplearon, lo regañaron : Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Recurren a él cuando parece que han perdido toda esperanza humana. o La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida Raniero Cantalamessa, ofmcap., 25 junio 2006 (ZENIT.org).- • “La travesía del mar de Galilea indica la travesía de la vida. El mar es mi familia, mi comunidad, mi corazón mismo. Pequeños mares, en los que se pueden desencadenar, como sabemos, tempestades grandes e imprevistas. ¿Quién no ha conocido algunas de estas tempestades, cuando todo se oscurece y la barquita de nuestra vida comienza a hacer agua por todas las partes, mientras Dios parece que está ausente o duerme? Un diagnóstico alarmante del médico, y nos encontramos de repente en plena tempestad. Un hijo que emprende un mal camino dando de qué hablar y ya tenemos a los padres en plena tempestad. Un revés financiero, la pérdida del trabajo, el amor del novio, del cónyuge, y nos encontramos en plena tempestad. ¿Qué hacer? ¿A qué podemos agarrarnos y hacia qué lado podemos tirar el ancla? Jesús no nos da la receta mágica para 2 escapar de todas las tempestades. No nos ha prometido que evitaremos todas las dificultades; nos ha prometido, sin embargo, la fuerza para superarlas, si se lo pedimos”. o Aunque pueda parecer que Cristo duerme y deja su barca a merced de las olas encrespadas, se pide a la Iglesia en Europa que cultive la certeza de que el Señor, por el don de su Espíritu, está siempre presente y actúa en ella y en la historia de la humanidad. Cfr. Juan Pablo II, Exhortac. Apostólica Ecclesia in Europa, 28 de junio de 2003, n. 27 • “A pesar de que a veces, como en el episodio evangélico de la tempestad calmada (cf. Marcos 4, 35- 41; Lucas 8, 22-25), pueda parecer que Cristo duerme y deja su barca a merced de las olas encrespadas, se pide a la Iglesia en Europa que cultive la certeza de que el Señor, por el don de su Espíritu, está siempre presente y actúa en ella y en la historia de la humanidad. Él prolonga en el tiempo su misión, constituyendo a la Iglesia como una corriente de vida nueva, que fluye dentro de la vida de la humanidad como signo de esperanza para todos”. o Los milagros son señales por las que Jesús quiere inculcar en nosotros la fe en su presencia operante y protectora en nuestras vidas. Cfr. Juan Pablo II, Catequesis: “Los milagros de Jesús como signos salvíficos” (2/12/1987): • “La tempestad calmada en el lago de Genesaret puede releerse como "señal" de una presencia constante de Cristo en la "barca" de la Iglesia, que, muchas veces, en el discurrir de la historia, esta sometida a la furia de los vientos en los momentos de tempestad. Jesús, despertado por sus discípulos, orden a los vientos y al mar, y se hace una gran bonanza. Después les dice: "¿Por qué sois tan tímidos? ¿Aún no tenéis fe?" (Marcos 4,40). En éste, como en otros episodios, se ve la voluntad de Jesús de inculcar en los Apóstoles y discípulos la fe en su propia presencia operante y protectora, incluso en los momentos más tempestuosos de la historia, en los que se podría infiltrar en el espíritu la duda sobre la asistencia divina. De hecho, en la homilética y en la espiritualidad cristiana, el milagro se ha interpretado a menudo como "señal" de la presencia de Jesús y garantía de la confianza en Él por parte de los cristianos y de la Iglesia”. B) “Pasemos a la otra orilla” (Marcos 4, 35): más allá del milagro de la tempestad calmada. Cfr. David Amado Fernández, Palabra de Dios para el domingo, Junio 2015, n. 139, pp. 304-305 o En el mandato de Jesús: Vamos a la otra orilla, algunos autores han visto prefigurado el paso de esta vida a la eterna. Sólo es posible realizarlo acompañados por Cristo, que nos abre el camino, y fiados de la fe. “El Señor, al usar su poder para silenciar el viento y amansar la mar, nos quiere llevar a reconocer un misterio aún mayor: no se conforma con ser el «señor de las tormentas» o el «apaciguador de los temporales». De ahí que se suscite en sus apóstoles la pregunta: ¿Quién es éste? (Marcos 4, 41) (…) En el mandato de Jesús: Vamos a la otra orilla, algunos autores han visto prefigurado el paso de esta vida a la eterna, paso que sólo es posible realizar acompañados por Cristo, que nos abre el camino, y fiados de la fe. (…) Pero ese caminar de toda la vida es también un tránsito por la fe en cada momento. Así lo explica san Pablo en la segunda lectura cuando dice: No valoramos a nadie con criterios humanos, es decir, en todos los acontecimientos, en todas las personas, está Cristo escondido de alguna manera, ero se deja reconocer por la fe. El silencio de Dios. Entonces hay que volver a Cristo y llamarlo. Cristo dormido sobre el almohadón es imagen de Jesús clavado en la cruz, cuando aparentemente fue desposeído de todo poder y fue vencido. En la vida también podemos encontrarnos con este silencio de Dios. El evangelio de hoy nos enseña que siempre hay que volver a Cristo y llamarlo. Es decir, debe despertar de nuevo en nuestro corazón por la fe. Él conduce la barca (imagen de la Iglesia) para que pueda llegar a la otra orilla. Con Cristo avanzamos hacia la vida eterna. Pero ya aquí podemos experimentar la verdad de esa vida, por la que son vencidas las tribulaciones y las tentaciones contra la fe. Así el cuadro que nos queda es que con Cristo avanzamos hacia la vida eterna. Pero ya aquí podemos experimentar la verdad de esa vida, por la que son vencidas las tribulaciones y las tentaciones contra la fe. La tempestad se apacigua cada vez que se impone la caridad de Cristo. En este sentido, san Pablo dice que nos apremia el amor de Cristo (2 Corintios 5, 14). Al contemplar lo que el Señor ha hecho por nosotros, vemos 3 cómo nos ama y de qué manera destruye el mal. La pregunta del evangelio: ¿No te importa que nos hundamos? (Marcos 4, 38), se transforma en otra: Señor, ¿qué debo hacer para agradecer tu amor? 2. La fe no es sólo pura adhesión intelectual sino también confianza y obediencia. Cfr. Biblia de Jerusalén, comentario a Romanos 1, 16 • La fe no es pura adhesión intelectual; es también confianza y obediencia (Romanos 1,5, Romanos 6,17, Romanos 10,16, Romanos 16,26; ver Hechos 6,7) a una verdad de vida (2Tesalonicenses 2,12s) que compromete a todo el ser mediante la unión con Cristo (2 Corintios 13,5, Gálatas 2,16, Gálatas 2,20, Efesios 3,17) …. o Es esencial que pidamos al Señor que aumente nuestra fe, que la madure. a) Aprendamos que el Señor quiere ser despertado, que hace falta seguirlo, que no renunciemos a su presencia. b) La madurez en nuestra fe proviene de que llevemos a Jesús en la barca de la propia vida, por medio de la oración, de la vida sacramental, de la observancia de sus preceptos, etc. 3. Las pruebas en la vida de los cristianos. Estar rodeados de pruebas es para los cristianos un gran gozo • Carta de Santiago 1, 2-4.12: "Considerar como un gran gozo, hermanos míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada que desear". ¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman". En las pruebas (el desánimo, la tribulación, la noche en el alma, etc.), pedimos al Señor que haga nacer en nosotros la sed de ver su rostro. Cfr. Amigos de Dios, n. 310 “Me alzaré y rodearé la ciudad: por las calles y las plazas buscaré al que amo 1 ... Y no sólo la ciudad: correré de una parte a otra del mundo —por todas las naciones, por todos los pueblos, por senderos y trochas— para alcanzar la paz de mi alma. Y la descubro en las ocupaciones diarias, que no me son estorbo; que son —al contrario— vereda y motivo para amar más y más, y más y más unirme a Dios. Y cuando nos acecha —violenta— la tentación del desánimo, de los contrastes, de la lucha, de la tribulación, de una nueva noche en el alma, nos pone el salmista en los labios y en la inteligencia aquellas palabras: con El estoy en el tiempo de la adversidad 2 . ¿Qué vale, Jesús, ante tu Cruz, la mía; ante tus heridas mis rasguños? ¿Qué vale, ante tu Amor inmenso, puro e infinito, esta pobrecita pesadumbre que has cargado Tú sobre mis espaldas? Y los corazones vuestros, y el mío, se llenan de una santa avidez, confesándole — con obras— que morimos de Amor 3 . Nace una sed de Dios, una ansia de comprender sus lágrimas; de ver su sonrisa, su rostro... Considero que el mejor modo de expresarlo es volver a repetir, con la Escritura: como el ciervo desea las fuentes de las aguas, así te anhela mi alma, ¡oh Dios mío! Y el alma avanza metida en Dios, endiosada: se ha hecho el cristiano viajero sediento, que abre su boca a las aguas de la fuente. Cuándo Dios libra de las pruebas o tribulaciones • “Dios libra de las tribulaciones no cuando las hace desaparecer (…), sino cuando con la ayuda de Dios no nos abatimos al sufrir tribulación”. (Orígenes - Alejandría 185-254 -, Padre de la Iglesia oriental, De oratione 30,1) www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana 1 Cant III, 2 2 Sal 90,15 3 Cfr. Cant V,8
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