viernes, 14 de julio de 2017
Domingo 25 del Tiempo ordinario, Ciclo C (2016). La sagacidad. La parábola del administrador infiel. Jesús alaba la sagacidad de un administrador infiel y enseña a sus discípulos que deben servirse de la sagacidad y del ingenio para la extensión del Reino de Dios. El evangelio no nos presenta al administrador infiel como modelo a seguir en su injusticia, sino como ejemplo a imitar por su astucia previsora para que hagamos el bien. La sagacidad se demuestra en el cuidado de todo lo que se refiere al tesoro que hemos recibido: la fe. El primero de los diez mandamientos “nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella”
1 Domingo 25 del Tiempo ordinario, Ciclo C (2016). La sagacidad. La parábola del administrador infiel. Jesús alaba la sagacidad de un administrador infiel y enseña a sus discípulos que deben servirse de la sagacidad y del ingenio para la extensión del Reino de Dios. El evangelio no nos presenta al administrador infiel como modelo a seguir en su injusticia, sino como ejemplo a imitar por su astucia previsora para que hagamos el bien. La sagacidad se demuestra en el cuidado de todo lo que se refiere al tesoro que hemos recibido: la fe. El primero de los diez mandamientos “nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella”. Cfr. Domingo 25 del tiempo ordinario Ciclo C, 18 septiembre 2016 Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture C, Piemme 1999, XXV Domenica. Lucas 16, 1-13: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dij o: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." 8 Y el amo alabó al administrador infiel, por haber actuado sagazmente; porque los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz. 9 Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? 13 Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y a las riquezas.» Amós 8, 4-7: 4 Escuchad esto los que pisoteáis al pobre y queréis suprimir a los humildes de la tierra, 5 diciendo: ¿Cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, par achicar la medida y aumentar el peso, falsificando balanzas de fraude, 6 para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano? 7 Ha jurado Yahvé por el orgullo de Jacob: ¡Jamás he de olvidar todas sus obras! 8¿No se estremecerá por ello la tierra, y hará duelo todo lo que en ella habita, subirá toda entera como el Nilo, se encrespará y bajará como el Nilo de Egipto? SAGACIDAD Y VIDA CRISTIANA Y el amo alabó al administrador infiel, por haber actuado sagazmente; porque los hijos de este mundo son más sagaces en lo suyo que los hijos de la luz. (Lucas 16,8) 1. Qué es la sagacidad Es sagaz quien “prevé y previene las cosas”. • Comúnmente se suele entender como lucidez para advertir la importancia de algo y prontitud para tomar una decisión y realizarla. En nuestro caso el Señor pide que tengamos sagacidad para descubrir el reino de Dios y realizarlo con la gracia de Dios. • La palabra sagacidad “en griego se expresa con la palabra phronimos, vocablo que alude a la lucidez de advertir la gravedad/importancia de una situación, la prontitud en la búsqueda de una solución en el momento en que se presenta la oportunidad que difícilmente se presentará de nuevo, el coraje de tomar decisiones. Los discípulos de Jesús deben ser phrosimoi al trabajar por el Reino de Dios”. • Según el Diccionario de la Real Academia Española, sagaz es quien “prevé y previene las cosas”. • Según el Diccionario de Maria Moliner, sagaz “se aplica al que percibe la verdadera naturaleza de las 2 cosas y lo que hay oculto en ellas”. • Algunas de las palabras que se citan en la literatura que tienen una semejanza con sagacidad: perspicacia, agudeza, astucia, inteligencia, clarividencia, etc. Aunque a veces se relacione a la sagacidad con situaciones deshonestas, en sí misma no tiene que ver la sagacidad con la deshonestidad; otra cosa es la utilización que las personas podemos hacer de ella a favor de malas acciones. El término sagaz se usa para referirse a quien se distingue por su previsión y prudencia. A la persona sagaz no se le anticipan o sorprenden los sucesos, porque sabe tomar las pertinentes previsiones. 2. La sagacidad en cuanto «que percibe la verdadera naturaleza de las cosas», tiene que ver con el don de la sabiduría que concede el Espíritu Santo: juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. • Juan Pablo II, Angelus, 9 abril 1989: «El primero y mayor de tales dones es la sabiduría, la cual es luz que se recibe de lo alto: es una participación especial en ese conocimiento misterioso y sumo, que es propio de Dios. En efecto, leemos en la Sagrada Escritura: “Supliqué y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría. Y la preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza” (Sb 7, 7-8). Esta sabiduría superior es la raíz de un conocimiento nuevo, un conocimiento impregnado por la caridad, gracias al cual el alma adquiere familiaridad, por así decirlo, con las cosas divinas y prueba gusto en ellas. Santo Tomás habla precisamente de “un cierto sabor de Dios” (Summa Theol. II-II, q. 45, a. 2, ad. 1), por lo que el verdadero sabio no es simplemente el que sabe las cosas de Dios, sino el que las experimenta y las vive. Además, el conocimiento sapiencial nos da una capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios, a la luz de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades del mundo: nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios.» o La sagacidad o sabiduría también se demuestra en el cuidado de todo lo que se refiere al tesoro que hemos recibido: la fe. • La sagacidad o sabiduría también se demuestra en el cuidado de todo lo que se refiere al tesoro que hemos recibido: la fe. Es consecuencia del conocimiento de la voluntad de Dios y de la identificación con los planes divinos (cfr. Carta a los Efesios 5, 15-17). Somos administradores, no propietarios, del misterio de la vida y corresponsables de lo que sucede. También por lo que se refiere a la fe. Es necesario reconocer el fin último de la vida: conocer, amar y servir al Señor. Hacer su voluntad, dar gloria al Señor. • Algunas afirmaciones de la Escritura en las que se refiere a la sagacidad: “Todos los cautos (sagaces) obran cono conocimiento, pero el estúpido reparte necedad” (Proverbios 13, 16); “El cauto distingue sus pasos” (Proverbios 14,15); “Yo , la sabiduría, habito con la sagacidad” (Proverbios 8, 12) o La solercia, solicitud o sagacidad • Sucede a veces que no podemos pedir consejo ni detenernos a deliberar durante mucho tiempo sobre una acción a realizar. Para que tal actuación no sea precipitada se necesita la solercia (del latín solers, hábil, ingenioso, de dónde deriva solicitud), que es una fácil y pronta apreciación para encontrar los medios que hemos de poner. La sagacidad es una de las partes integrantes de la prudencia. La sagacidad se entiende como agudeza, perspicacia. 3. El elogio que hace Jesús del administrador infiel. o A) El evangelio no nos presenta al administrador infiel como modelo a seguir en su injusticia, sino como ejemplo a imitar por su astucia previsora. Cfr. Benedicto XVI, Homilía, 23 de septiembre de 2007 • “También hoy, con una parábola que suscita en nosotros cierta sorpresa porque en ella se habla de un administrador injusto, al que se alaba (cf. Lc 16,1-13), analizando a fondo, el Señor nos da una enseñanza seria y muy saludable. Como siempre, el Señor toma como punto de partida sucesos de la crónica diaria: 3 habla de un administrador que está a punto de ser despedido por gestión fraudulenta de los negocios de su amo y, para asegurarse su futuro, con astucia trata de negociar con los deudores. Ciertamente es injusto, pero astuto: el evangelio no nos lo presenta como modelo a seguir en su injusticia, sino como ejemplo a imitar por su astucia previsora. En efecto, la breve parábola concluye con estas palabras: "El amo felicitó al administrador injusto por la astucia con que había procedido" (Lucas 16,8)”. • Así, en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 2088), se dice: “El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella”. (...) o B) Lucas 16, 8: En qué consiste la sagacidad e ingenio del mayordomo infiel. • Biblia de Jerusalén: “Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos de los bienes de su amo y, como no percibía sueldo, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como de un excedente que representaba a su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario, que había negociado. Su «injusticia», v. 8, no está, pues, en la reducción de los recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que han motivado su despido (v. 1).” o C) Jesús no intenta presentar como modelo el fraude de aquel administrador infiel, sino más bien alaba el estilo de prontitud con la que ha realizado ese fraude. • Gianfranco Ravasi, o.c. p. 286: “Evidentemente no intenta presentar como modelo el fraude de aquel administrador infiel, sino más bien alaba el estilo de prontitud con la que él ha realizado ese fraude. Parece como si Jesús nos amonestase diciendo: « ¿Por qué vosotros, hijos de la luz, no comprendéis la urgencia de esta hora en la que estáis viviendo? ¿Por qué os mantenéis inertes, desprendidos y distraídos, y no recurrís al remedio drástico y decisivo de la conversión y de la escucha activa de la palabra del Evangelio?» No podemos vivir como niños caprichosos o perezosos, que no se ponen de acuerdo sobre el juego que deben hacer y, de ese modo, dejan que se desvanezca el tiempo de la alegría (cf. Lc 7, 31-35). Jesús mira con tristeza la larga fila de las personas indiferentes, amorfas, banales, superficiales, que tienden solamente hacia las cosas y sobre todo al bienestar y a la riqueza”. • Nuevo Testamento, Eunsa, Lucas 16, 1-15: (...) “El Señor da por supuesta la inmoralidad de la actuación del administrador; pero quiere enseñar a sus discípulos que deben servirse de la sagacidad y el ingenio (v.8) para la extensión del Reino de Dios”. • Camino 317: « ¡Qué afán ponen los hombres en sus asuntos terrenos!: ilusiones de honores, ambición de riquezas, preocupaciones de sensualidad. – Ellos y ellas, ricos y pobres, viejos y hombres maduros y jóvenes y aún niños: todos igual. – Cuando tú y yo pongamos el mismo afán en los asuntos de nuestra alma tendremos una fe viva y operativa: y no habrá obstáculo que no venzamos en nuestras empresas de apostolado. 4. Sagacidad: el cuidado de la fe en el Catecismo de la Iglesia Católica o Debemos alimentar la fe con la Palabra de Dios y pedir al Señor que la aumente. • 162: La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; S. Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1Tmoteo 1, 18 - 19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que la aumente (cf. Marcos 9, 24; Lucas 17, 5; Lucas 22, 32) (…) • 1102: "La fe se suscita en el corazón de los no creyentes y se alimenta en el corazón de los creyentes con la palabra de la salvación. Con la fe empieza y se desarrolla la comunidad de los creyentes" (Presbyterorum ordinis 4). (…) • 1154: La liturgia de la Palabra es parte integrante de las celebraciones sacramentales. Para nutrir la fe de los fieles, los signos de la Palabra de Dios deben ser puestos de relieve: el libro de la Palabra (leccionario o evangeliario), su veneración (procesión, incienso, luz), el lugar de su anuncio (ambón), su lectura audible e 4 inteligible, la homilía del ministro, la cual prolonga su proclamación, y las respuestas de la asamblea (aclamaciones, salmos de meditación, letanías, confesión de fe…). La Palabra de Dios constituye firmeza de fe • 131: "Es tan grande el poder y la fuerza de la palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual" (DV 21). "Los fieles han de tener fácil acceso a la Sagrada Escritura" (DV 22). Debemos guardar la fe con prudencia y vigilancia, y rechazando todo lo que se opone a ella. • 2088: El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. (…) o Los padres en la familia Primeros “anunciadores de la fe” de los hijos • 2225: Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe de los que ellos son para sus hijos los "primeros anunciadores de la fe" (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante la vida entera, serán auténticos preámbulos y apoyos de una fe viva. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. • 2226: La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres. • 1656. En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. (…) En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagrada" (Lumen Gentium 11). o La vida sacramental y el cuidado de la fe • 1123: (…) No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan con palabras y acciones; por se llaman sacramentos de la fe" (Sacrosanctum Concilium 59). o El testimonio de la vida cristiana ayuda a la educación de la fe • 2044: La fidelidad de los bautizados es una condición primordial para el anuncio del evangelio y para la misión de la Iglesia en el mundo. Para manifestar ante los hombres su fuerza de verdad y de irradiación, el mensaje de la salvación debe ser autentificado por el testimonio de vida de los cristianos. "El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural son eficaces para atraer a los hombres a la fe y a Dios" (Apostolicam actuositatem 6). www.parroquiasantamonica.com Vida Cristiana
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