Ø La Eucaristía. Papa Francisco inicia una nueva serie de catequesis - en las Audiencias generales de los miércoles - sobre la Eucaristía, el “corazón” de la Iglesia. La Eucaristía hace de nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de agradecimiento y hace de nosotros un solo cuerpo con Cristo. Crecer en el conocimiento del gran don que Dios nos ha dado en la Eucaristía. Participar en la Misa «es vivir otra vez la pasión y la muerte redentora del Señor”. Tantas veces vamos allí, miramos las cosas, chismorreamos entre nosotros mientras el sacerdote celebra la Eucaristía. ¿Por qué se hace la señal de la cruz y el acto penitencial al inicio de la Misa? Hay que enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. ¿Porqué las Lecturas en la Misa? ; ¿porqué se dice “Levantemos el corazón”? y se levantan los móviles para hacer una foto? Es muy importante volver a los fundamentos, redescubrir lo que es esencial.
La Eucaristía, “corazón” de la Iglesia
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Cfr. Papa Francisco, Audiencia General, La Santa
Misa (1) Introducción
Miércoles, 8 de noviembre de 2017
Queridos hermanos y hermanas,
buenos días. Iniciamos hoy una nueva serie de catequesis, que dirigirá la
mirada al “corazón” de la Iglesia, es decir, la Eucaristía. Es fundamental para
los cristianos comprender bien el valor y el significado de la Santa Misa, para
vivir cada vez más plenamente nuestro trato con Dios.
No podemos olvidar el gran número
de cristianos que, en el mundo entero, en dos mil años de historia, han
resistido hasta la muerte por defender la Eucaristía; y cuántos, todavía hoy,
arriesgan su vida por participar en la Misa dominical.
En el año 304, durante las
persecuciones de Diocleciano, un grupo de cristianos del norte de África fue
sorprendido mientras celebraban la Misa en una casa y fueron arrestados. El
procónsul romano, en el interrogatorio, les preguntó por qué lo habían hecho,
sabiendo que estaba absolutamente prohibido. Y respondieron: «Sin el domingo no
podemos vivir», que quería
decir: si no podemos celebrar la Eucaristía, no podemos
vivir, nuestra vida cristiana moriría.
En efecto, Jesús dijo a sus
discípulos: «Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre,
no tendréis vida en vosotros. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la
vida eterna y yo lo resucitaré en el último día» (Jn 6,53-54).
Aquellos cristianos del norte de
África fueron asesinados porque celebraban la Eucaristía. Han dejado el
testimonio de que se puede renunciar a la vida terrena por la Eucaristía,
porque esta nos da la vida eterna, haciéndonos partícipes de la victoria de
Cristo sobre la muerte. Un testimonio que nos interpela a todos y pide una
respuesta sobre qué significa para cada uno de nosotros participar en el
Sacrificio de la Misa y acercarnos a la Mesa del Señor.
v
La Eucaristía hace de nuestra vida un sacrificio
espiritual de alabanza y de agradecimiento y hace de nosotros un solo cuerpo
con Cristo.
¿Estamos buscando esa fuente que
“mana agua viva” para la vida eterna, que hace de nuestra vida un sacrificio espiritual
de alabanza y de agradecimiento y hace de nosotros un solo cuerpo con Cristo?
Ese es el sentido más profundo de la sagrada Eucaristía, que significa “acción
de gracias”: agradecimiento a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos implica
y nos transforma en su
comunión de amor.
En las
próximas catequesis quisiera dar respuesta a algunas preguntas importantes
sobre la Eucaristía y la Misa, para redescubrir, o descubrir, cómo a través de
este misterio de la fe brilla el amor de Dios.
El Concilio Vaticano II estuvo
fuertemente animado por el deseo de llevar a los cristianos a comprender la
grandeza de la fe y la belleza del encuentro con Cristo. Por ese motivo, era
necesario ante todo llevar a cabo, con la guía del Espíritu Santo, una adecuada
renovación de la Liturgia, porque la Iglesia continuamente vive de ella y se
renueva gracias a ella.
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Fin de este ciclo de catequesis: crecer en el
conocimiento del gran don que Dios nos ha dado en la Eucaristía.
Un tema central que los Padres
conciliares subrayaron fue la formación litúrgica
de los fieles, indispensable para una verdadera renovación.
Y ese es precisamente también el fin de este ciclo de catequesis que hoy
iniciamos: crecer en el conocimiento del gran don que Dios nos ha dado en la
Eucaristía.
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Participar en la Misa «es vivir otra vez la
pasión y la muerte redentora del Señor”.
o
Tantas veces vamos allí, miramos las cosas,
chismorreamos entre nosotros mientras el sacerdote celebra la Eucaristía.
La Eucaristía es un
acontecimiento maravilloso en el que Jesucristo, nuestra vida, se hace
presente. Participar en la Misa «es vivir otra vez la pasión y la muerte
redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar
para ser ofrecido al Padre por la salvación del mundo» (Homilía en Santa Marta,
10-II- 2014). El Señor está ahí con nosotros, presente. Tantas veces
vamos allí, miramos las cosas, chismorreamos entre nosotros
mientras el sacerdote celebra la Eucaristía…, y no celebramos cerca de Él.
¡Pero es el Señor! Si hoy viniese aquí el Presidente de la República o alguna
persona muy importante del mundo, es seguro que todos estaríamos cerca de él,
que nos gustaría saludarlo. Pues piensa: cuando vas a Misa, ¡allí está el
Señor! Y tú estás distraído. ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto. “Padre, es
que las misas son aburridas” —“Pero qué dices, ¿el Señor es aburrido?” —“No,
no, la Misa no, los curas” —“Ah, pues que se conviertan los curas, ¡pero es el
Señor el que está ahí!”. ¿Entendido? No lo olvidéis. «Participar en la Misa es
vivir otra
vez la pasión y la muerte redentora del Señor».
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¿Por qué se hace la señal de la cruz y el acto
penitencial al inicio de la Misa?
o
Hay que enseñar a los niños a hacer bien la
señal de la cruz.
Probemos
ahora a plantearnos algunas preguntas sencillas. Por ejemplo, ¿por qué se hace
la señal de la cruz y el acto penitencial al inicio de la Misa? Y aquí quisiera
hacer un paréntesis. ¿Habéis visto cómo los niños hacen la señal de la cruz? No
sabes lo que hacen, si es la señal de la cruz o un garabato. Hacen así [hace un
gesto confuso]. Hay que enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz.
Así comienza la Misa, así comienza la vida, así comienza la jornada. Eso quiere
decir que somos redimidos con la cruz del Señor. Mirad a los niños y enseñadles
a hacer bien la señal de la cruz.
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¿Porqué las Lecturas en la Misa? ; ¿porqué se
dice “Levantemos el corazón”? y se levantan los móviles para hacer una foto?
Y las Lecturas, en la Misa, ¿porqué
están ahí? ¿Porqué se leen el domingo tres Lecturas y los demás días dos?
¿Porqué están ahí, qué significa la Lectura de la Misa? ¿Porqué se leen y
qué pintan ahí?
O bien, ¿porqué en determinado
momento el sacerdote que preside la celebración dice: “Levantemos el corazón?”.
No dice: “¡Levantemos los móviles para hacer una foto!”. ¡No, eso sería feo! Y
os digo que a mí me da mucha tristeza cuando celebro aquí en la Plaza o en la
Basílica y veo tantos móviles levantados, no solo de los fieles, también de
algunos curas e incluso obispos. ¡Por favor!
La Misa no es un espectáculo: es
ir a encontrar la pasión y la resurrección del Señor. Por eso el sacerdote
dice: “Levantemos el corazón”. ¿Qué quiere decir eso? Acordaos: ¡nada de
móviles!
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Es muy importante volver a los fundamentos,
redescubrir lo que es esencial.
Es muy importante volver a los
fundamentos, redescubrir lo que es esencial, a través de lo que se toca y se ve
en la celebración de los Sacramentos. La petición del apóstol santo Tomás (cfr.
Jn 20,25), de poder ver y tocar las heridas de los clavos en el cuerpo de Jesús,
es el deseo de poder de algún modo “tocar” a Dios para creer en Él. Lo que
santo Tomás pide al Señor es lo que todos necesitamos: verlo, tocarlo para
poderlo reconocer. Los Sacramentos salen al encuentro de esta exigencia humana.
Los Sacramentos, y la celebración eucarística de modo particular, son las
señales del amor de Dios, las vías privilegiadas para encontrarnos con Él.
Así, a través de estas catequesis
que hoy comienzan, quisiera redescubrir junto a vosotros la belleza que se
esconde en la celebración eucarística, y que, una vez desvelada, da sentido
pleno a la vida de cada uno.
Que la Virgen nos acompañe en
este nuevo tramo de camino. Gracias.
VIDA CRISTIANA
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