Ø La
fecundidad es siempre un don de Dios (2017). La fecundidad material y
espiritual. Dar vida.
¡Ay de nosotros, si
no somos fecundos con las buenas obras! El diablo quiere la esterilidad.
Nuestro corazón es una cuna. ¿Está vacío, siempre vacío, o está abierto para
recibir continuamente vida y dar vida?
LA FECUNDIDAD
v
Cfr. Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
Martes, 19 de
diciembre de 2017
Las lecturas de
hoy presentan el anuncio del nacimiento
de Sansón (Jueces 13,2-7.24- 25a) y de San Juan Bautista (Lucas 1,5-25) hecho
por el ángel a dos mujeres estériles o demasiado avanzadas en años, como en el
caso de Isabel. Una vergüenza, la esterilidad en aquellos tiempos; una gracia y
un don de Dios el nacimiento de un hijo. En la Biblia hay muchas mujeres
estériles, que desean ardientemente un hijo, o madres que lloran la pérdida del
hijo porque se han quedado sin descendencia: Sara, Noemí, Ana, Isabel, etc.
o
La fecundidad es siempre un don de Dios
“¡Llenad la tierra, sed
fecundos!”, fue el primer mandamiento que Dios dio a nuestros padres. Donde
está Dios, hay fecundidad. Me vienen a la mente, así de paso, algunos países
que han elegido la vía de la esterilidad y padecen esa enfermedad tan fea que
es el invierno demográfico. Los conocemos... No tienen hijos. “Es que el
bienestar, es que esto, es que lo otro…”. Países vacíos
de niños, y eso no es una bendición. Pero eso es algo de
paso. La fecundidad siempre es una bendición de Dios, la fecundidad material y
espiritual. Dar vida.
o
¡Ay de nosotros, si no somos fecundos con las
buenas obras!
§ El
diablo quiere la esterilidad
Una persona puede incluso no
casarse, como los sacerdotes y los consagrados, pero debe vivir dando vida a
los demás. ¡Ay de nosotros, si no somos fecundos con las buenas obras!
La fecundidad es un signo de Dios. Los profetas escogen
símbolos bellísimos, como el desierto. Qué hay más estéril que un desierto; sin
embargo, dicen que hasta el desierto florecerá, la aridez se llenará de agua.
Es precisamente la promesa de Dios. Dios es fecundo. Es verdad, el diablo
quiere la esterilidad, quiere que cada uno de nosotros no viva para dar vida,
ni física ni espiritual, a
los demás; que viva para sí mismo: el egoísmo, la soberbia,
la vanidad. Engrasar el alma sin vivir para los demás. El diablo es el que hace
crecer la cizaña del egoísmo y no nos hace fecundos.
o
Es una gracia tener hijos que nos cierren los
ojos en nuestra muerte.
Es una gracia tener hijos que nos
cierren los ojos en nuestra muerte. Un anciano misionero de la Patagonia, con
noventa años, decía que su vida se le había pasado en un soplo, pero tenía
muchos hijos espirituales junto a sí en su última enfermedad.
o
Nuestro corazón es una cuna.
§ ¿Está
vacío, siempre vacío, o está abierto para recibir continuamente vida y dar
vida?
Aquí hay una cuna vacía, la
podemos ver. Puede ser símbolo de esperanza porque vendrá el Niño, o puede ser
un objeto de museo, vacía toda la vida. Nuestro corazón es una cuna. ¿Cómo es
mi corazón? ¿Está vacío, siempre vacío, o está abierto para recibir continuamente
vida y dar vida? ¿Para recibir y ser fecundo? ¿O será un corazón conservado
como un objeto de museo que nunca estuvo abierto a la vida ni a dar la vida?
Os sugiero mirar esta cuna vacía
y decir: “Ven Señor, llena la cuna, llena mi corazón y empújame a dar vida, a
ser fecundo”.
Vida Cristiana
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