Ø Domingo Segundo del Tiempo Ordinario, Ciclo B. (2018). La vida como vocación: el proyecto de Dios para cada uno de nosotros. La vocación de Samuel (primera Lectura); la de Andrés y de Simón (Evangelio). Este tiempo litúrgico que acaba de comenzar, nos invita a vivir nuestra vida ordinaria como un camino de santidad, es decir, de fe y de amistad con Jesús. Debemos redescubrir a Jesús continuamente como Maestro y Señor, Camino, Verdad, y Vida del hombre. Dios tiene un proyecto para todos, llama a todos, todos tenemos una vocación. Nuestra respuesta a esa llamada: ajustarnos al proyecto que Dios ha querido para cada uno de nosotros. Dios siempre tiene la iniciativa gratuita, y a veces se sirve de intermediarios para comunicar su proyecto.
v
Cfr. 2 Domingo Tiempo Ordinario Ciclo B 14 enero
de 2018
1 Samuel 3,
3-11; 1 Corintios 6, 13-15.17-20; Juan
1, 35-42.
1 Samuel 3, 3b-10. 19: En aquellos días, 3
Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. 4 El Señor llamó a Samuel, y él respondió:
«Aquí estoy.» 5 Fue corriendo a
donde estaba Elí y le dijo: - «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.»
Respondió Elí: - «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a
acostarse. 6 Volvió a llamar el
Señor a Samuel. Él se levantó y fue a donde estaba Elí y le dijo: - «Aquí
estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: - «No te he llamado, hijo
mío; vuelve a acostarte.» 7 Aún no
conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. 8 Por tercera vez llamó el Señor a
Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: - «Aquí estoy; vengo porque
me has llamado.» El comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, 9 y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla,
Señor, que tu siervo te escucha"» Samuel fue y se acostó en su sitio. 10 El Señor se presentó y le llamó como
antes: - «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: - «Habla, Señor, que tu siervo te escucha.» Samuel crecía, y el Señor
estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse. 19 Samuel creció. El Señor estaba con él, y no dejó que se
frustrara ninguna de sus palabras.
Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab. 7. 8~9. 10
(vv: 8a y 9a) Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me
puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R. Tú no quieres
sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio
expiatorio. R
Entonces Yo digo: «Aquí estoy - como está escrito en mi libro para hacer
tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R He
proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor,
tú lo sabes. R.
Juan 1, 35-42: 35 En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos
y, fijándose en Jesús que pasaba, dice: - «Éste es el Cordero de Dios.» Los dos
discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver
que lo seguían, les pregunta: - «¿Qué buscáis?» Ellos le contestaron: - «Rabí
(que significa Maestro), ¿dónde vives?»
39 Él les dijo: - «Venid y lo veréis.» Entonces fueron, vieron dónde vivía y se
quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde. Andrés, hermano
de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús;
encuentra primero a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías
(que significa Cristo).» Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le
dijo: - «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce
Pedro).»
Habla, Señor, que tu siervo escucha.
(Primera Lectura, 1
Samuel 3, 10)
Aquí estoy, para hacer tu voluntad
(Salmo Responsorial,
39)
Hemos encontrado al Mesías, al Cristo
(Aleluya antes del
Evangelio, Juan 1, 41)
Vieron donde vivía y se quedaron con él
(Evangelio, Juan 1,
39)
1. La vocación de Samuel (primera Lectura) y de los primeros Apóstoles.
Cfr. San Juan
Pablo II, Homilía en la parroquia romana de Santa Mª Liberadora (14-I-1979)
·
Dios llama por su nombre a un joven; lo llama
con voz perceptible, pronunciando su nombre.
Samuel oye la voz y despierta
tres veces del sueño, y por tres veces no logra comprender de quién es la voz
que lo llama por su nombre. Sólo la cuarta vez, aleccionado por Helí, da una
respuesta oportuna: “Habla Yavé, que tu siervo escucha” (1 Samuel 3,9).
Este pasaje
del libro de Samuel nos permite comprender más a fondo la vocación de los
primeros Apóstoles: de Andrés y de Pedro, llamados por Jesucristo. También
ellos aceptan la llamada, siguen a Jesús; primero Andrés que anuncia a su
hermano: “Hemos hallado al Mesías”; luego, a su vez, Simón, a quien Jesús, en
este primer encuentro, predice su nuevo nombre: “Cefas” (“que quiere decir
Pedro”, Juan 1,42). (…)
Dios que llama al hombre a su
servicio y le asigna una tarea, tiene sobre él el derecho fundamental, porque es
Creador y Redentor de cada uno de nosotros. Si nos llama, si nos invita a
seguir un determinado camino, lo hace para que no desvirtuemos su obra, para
que respondamos con nuestra misma vida al don que recibimos de Él, para que
vivamos de manera digna del hombre que es “templo de Dios”, para que seamos
capaces de cumplir el deber particular que quiere confiarnos.
v
Sólo a la cuarta vez Samuel descubre la
vocación.
Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture, Anno
B, p. 152
·
Se trata de una llamada progresiva, con varias
etapas, no de una irrupción tempestuosa y
deslumbrante, como fue para Pablo el camino hacia Damasco;
se trata de un lento aprendizaje que inicia con una primera llamada en la paz
nocturna del Templo «cuando la lámpara del arca todavía no se había apagado» y
el joven Samuel se había dejado llevar por el sueño sencillo y sereno de los
jóvenes. (…).
La adhesión
de Samuel es fresca, juvenil pero todavía ciega y, por tanto, decepcionante: Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: -
«Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: - «No te he llamado;
vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Será solamente a la cuarta vez, después de tres fracasos,
cuando Samuel descubre su verdadera vocación,
la de no ser un simple siervo de un sacerdote sino ministro del Dios viviente, su profeta y
portavoz. Del seno de aquella noche resurge un nuevo hombre con un nuevo
destino; en aquella alba, como Jacob en
las orillas del río Yaboc (Génesis 32), también Samuel nace de modo pleno y
auténtico.
v
Introducción a la liturgia de este domingo, y al
tiempo ordinario en general, que acaba de comenzar.
Cfr.
Benedicto XVI: Un año para buscar y encontrar a Cristo – En el rezo del Angelus,
al
Inicio del tiempo ordinario del año litúrgico
Ciclo B, domingo 15 de enero del 2006.
o
Este tiempo nos invita a vivir nuestra vida
ordinaria como un camino de santidad, es decir, de fe y de amistad con Jesús.
§ Debemos
redescubrirlo continuamente como Maestro y Señor, Camino, Verdad, y Vida del hombre.
El domingo pasado, en el que
celebramos el Bautismo del Señor, comenzó el tiempo ordinario del año
litúrgico. La belleza de este tiempo
consiste en el hecho de que nos invita a vivir nuestra vida ordinaria como un
camino de santidad, es decir, de fe y de amistad con Jesús, continuamente
descubierto y redescubierto como Maestro y Señor, Camino, Verdad, y Vida del
hombre. Es lo que nos sugiere el Evangelio de Juan en la liturgia de este
día, al presentarnos el primer encuentro entre Jesús y algunos de los que se
convirtieron en sus apóstoles.
Eran discípulos de Juan Bautista,
y él precisamente les acercó a Jesús, cuando, tras el Bautismo en el Jordán, le
presentó como el «Cordero de Dios» (Juan 1, 36). Dos de sus discípulos,
entonces, siguieron al Mesías, quien les preguntó: «¿Qué buscáis?». Los dos le
preguntaron: «Maestro, ¿dónde vives?». Y Jesús respondió: «Venid y lo veréis»,
es decir, les invitó a seguirle y a pasar un momento con Él. Quedaron tan
impresionados en las pocas horas pasadas con Jesús, que inmediatamente uno de
ellos, Andrés, se fue a ver a su hermano Simón para decirle: «Hemos encontrado
al Mesías». Nos encontramos con dos
palabras particularmente significativas: «buscar», «encontrar».
o
La alegría de buscar y encontrar al Señor.
§ Él
nos sale al paso para darnos su comunión y su plenitud de vida.
Podemos extraer de este pasaje evangélico de hoy estos
dos verbos y sacar una indicación fundamental para el año nuevo, un tiempo en
el que queremos renovar nuestro camino espiritual con Jesús, con la alegría de buscarlo y encontrarlo
incesantemente. La alegría más auténtica, de hecho, está en la relación con Él
al haberlo encontrado, seguido, conocido, amado, gracias a una continua tensión
de la mente y del corazón. Ser discípulo de Cristo: esto le basta al
cristiano. La amistad con el Maestro asegura al alma paz profunda y
serenidad incluso en los momentos oscuros y en las pruebas más difíciles.
Cuando la fe atraviesa noches oscuras, en las que se deja de «oír» y «ver» la
presencia de Dios, la amistad de Jesús garantiza que en realidad no hay nada
que nos pueda separar de su amor (Cf. Romanos 8, 39).
o
Al inicio del nuevo año retomamos este camino de
fe que nunca acaba.
Buscar y encontrar a Cristo,
manantial inagotable de verdad y de vida: la palabra de Dios nos invita a
retomar, al inicio de un nuevo año este camino de fe que nunca acaba. «Maestro, ¿dónde vives?», preguntamos
también nosotros a Cristo y Él nos responde: «Venid y lo veréis». Para el
creyente, se trata siempre de una incesante búsqueda y de un nuevo
descubrimiento, pues Cristo es el mismo
ayer, hoy y siempre, pero nosotros, el mundo, la historia, no somos nunca
los mismos, y Él nos sale al paso para darnos su comunión y su plenitud de vida.
Pidamos a la Virgen María que nos ayude a seguir a Jesús, experimentando cada
día la alegría de penetrar cada vez más en su misterio.
2. Dios tiene un proyecto para todos, llama a todos, todos tenemos una
vocación.
v
Un equívoco: cuando pensamos que la vocación es
exclusivamente la sacerdotal o la religiosa
·
Cuando se habla
de vocación, a veces se suele reducir este hecho - erróneamente – a la vocación
de los
Apóstoles; o se hace
referencia exclusivamente a la vocación del sacerdote, o del religioso/a, o del
misionero/a, etc. Sin embargo, existe una vocación para todos los hombres y mujeres: es común a todos, aunque
muchísimos no lo sepan o encuentren dificultades en descubrirla. Por ello,
vamos a ver algunas pistas que nos da el
Catecismo de la Iglesia Católica sobre el proyecto de Dios para todos los
hombres y mujeres, que tiene connotaciones específicas, dependiendo de las
circunstancias de la vida de cada uno. A través de esas pistas, más fácilmente podamos encontrar nuestro lugar en la vida y, también, ayudar a
otros a encontrarlo.
·
Gianfranco
Ravasi, o.c. p. 154: “En realidad existe una «vocación» que precede y alimenta
esa y todas
las otras vocaciones: es la llamada a la fe en Cristo, raíz y
soporte de toda otra elección de vida espiritual” .
3. Dios siempre tiene la iniciativa gratuita, y a veces se sirve de
intermediarios para comunicar su proyecto.
o
La vocación es llamada gratuita de Dios, que
tiene siempre la iniciativa.
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1998: “(...) La vocación depende enteramente de la
iniciativa
gratuita de Dios, porque sólo
Él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la
inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como las de toda criatura (Cf
1 Corintios 2, 7-9).”
o
A veces, se sirve de intermediarios - es la
mediación - para comunicar ese proyecto.
·
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2578: (...) “El niño Samuel aprendió de su madre
Ana cómo «estar
ante el Señor» (Cf 1 Samuel
1, 9-18) y del sacerdote Elí cómo escuchar su Palabra: «Habla, Señor, que tu
siervo escucha» (Cf 1 Samuel 3, 9-10)
(...) ”.
§ Primera
lectura (de este domingo 2º del tiempo ordinario). Samuel: «Habla, Señor, que
tu siervo escucha». Ana y Elí son los mediadores de los que se sirve el
Señor para que Samuel le reconozca.
·
Samuel vivió
aproximadamente entre los años 1050
a .C. y el 970
a .C., en los reinados de Saúl y David.
Samuel fue hijo de Ana, una
mujer que era estéril hasta que, después de muchas oraciones por parte de
ella, el Señor le curó de la
esterilidad (cfr. 1 Samuel 1). Su madre le consagró al Señor, y Samuel desde
pequeño servía a Yahvé en el templo, a las órdenes del sacerdote Elí (cfr. 1
Samuel 2, 11).
Cierto
día, como relata el párrafo de la primera Lectura, cuando Samuel estaba
acostado, le llamó el Señor. Samuel pensó que le llamaba el sacerdote Elí, y
“corrió donde Elí diciendo: «Aquí estoy porque me has llamado»”.Elí le respondió que no le había llamado y le
ordenó que fuese a acostarse. Esto sucedió por tres veces (1 Samuel 3, 4-9); la
Escritura dice que la tercera vez Elí “comprendió que era el Señor quien
llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien,
responde: «Habla, Señor, que tu siervo te escucha»” (1 Samuel 3,9). Elí, por
tanto, instruyó a Samuel - le ayudó –
para que el joven reconociese la voz del Señor, pues, como dice la misma
Escritura, las tres primeras veces no había reconocido la voz del Señor:
“Samuel todavía no había reconocido al Señor”(1 Samuel 3,7). A partir de
entonces, el Señor indicó a Samuel la misión para la que le había llamado, le
indicó su vocación: fue el primer profeta del que se sirvió el Señor para
instruir a su pueblo, a sus sacerdotes y a sus reyes. La Escritura nos dice,
como acabamos de escuchar en la primera Lectura, que Samuel “crecía, y el Señor
estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse” (v. 19); es decir,
que Samuel fue fiel a su vocación, a la misión que el Señor le había
encomendado.
§ Elí
es modelo del verdadero educador espiritual.
Cfr. Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno B, Piemme 4ª
Edizione
1996, p. 155
·
“Elí es modelo
del verdadero educador espiritual, el cual no se pone como sustituto en el
asunto personal
del joven Samuel sino que lo
sostiene y lo ilumina: «si te llama
alguien, responde: «Habla, Señor, que tu siervo te escucha».
El encuentro con
un guía espiritual es un don extraordinario; el testimonio ofrecido a los demás
es un compromiso fundamental del creyente;
la mediación límpida del hermano es frecuentemente el camino para
descubrir nuestra meta, nuestra vocación. Es sugerente la representación de
Juan el Bautista en la Crucifixión de Grünewald: él tiene un enorme dedo índice
que apunta hacia la cruz de Jesús.
Ciertamente la meta está más allá del dedo, está más allá del maestro,
más allá del hermano que nos guía. En efecto, la confesión de Juan el Bautista
es iluminadora: «Es necesario que Él crezca y yo disminuya». El verdadero
educador debe ser capaz de retirarse, de convertirse hasta en un «inútil», repitiendo al final de
su misión aquella frase áspera pero decisiva de Jesús: «Somos siervos inútiles;
hemos hecho solamente lo que debíamos hacer»”.
§ La
mediación de su madre Ana
·
También se puede
resaltar, en la vocación de Samuel, cómo el Señor se sirve de su madre Ana –
que
implora sin cesar al Señor
que le cure de su esterilidad y le conceda descendencia - para que el joven aprenda cómo estar ante el
Señor. (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, como se acaba de señalar).
§ Evangelio:
los primeros discípulos del Señor. Oyeron las palabras de Juan el Bautista – que
fue el mediador - y siguieron a Jesús. Pedro
es conducido a Jesús por su hermano Andrés, que fue su mediador.
·
Después de
reflexionar sobre la vocación de Samuel, ahora consideramos la vocación de los
primeros
discípulos del Señor Jesús.
Se ha escrito que las palabras más bellas y sugestivas de la Biblia son las que
nos presentan la vocación de hombres concretos; en el Antiguo Testamento
encontramos - junto a la de Samuel -
tantas otras: Abrahán, Moises, David, Isaías, Jeremías, etc.; en el
Nuevo Testamento encontramos también muchas Zaqueo, la Samaritana, Nicodemo ...
pero seguramente las “más importantes” son las de los apóstoles que el Señor escoge directamente, sirviéndose
a veces de la mediación de otros discípulos o apóstoles. En el Evangelio que se
ha leído encontramos también una mediación – la de Juan el Bautista – en la
elección de dos de ellos; a su vez uno
de éstos - Andrés – es el mediador de su hermano Simón a quien el Señor cambia
el nombre por Pedro; en los versículos sucesivos Jesús llama a Felipe y éste
lleva Natanael a Jesús ... (43-51). Los otros tres evangelistas (Mateo, Marcos
y Lucas), también nos hablan del llamamiento por parte de Jesús de los primeros
discípulos, señalando algunos datos diferentes de los que hemos leído hoy.
Vida Cristiana
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