Ø Solemnidad de S. Juan Bautista, 24 de junio de 2018. La vocación de Juan el
Bautista: fue
elegido para preparar la
venida de Jesús, el Mesías, Siervo de Dios. La vocación cristiana. Dios llama y
concede la capacidad para cumplir la misión encomendada. El Siervo se sabe
elegido por Dios desde el seno materno.
Juan dirige las personas hacia Jesús. La fe y la vocación de cristianos
afectan a toda nuestra existencia, y no sólo a una parte. Diversos aspectos del
trabajo del hombre que aparece como participación
en la obra creadora de Dios
v Cfr. Solemnidad de San Juan Bautista, 24 de junio
de 2018
En lugar del Domingo 12 del Tiempo Ordinario 2018
Isaías 49, 1-6; Salmo 139 (138)
1-3.13-14.15; Hechos 13, 22-26; Evangelio: Lucas 1, 57-
66.80;
Cfr. Temi di predicazione – Omelie –
Editrice domenicana italiana, 103 nuova serie, Luca de
Santis, o.p., Natività San Giovanni Battista,
pp, 27-31
Isaías 49, 1-6: 1 ¡Oídme, islas, atended,
pueblos lejanos! El Señor me
llamó desde el seno materno, desde
las entrañas de mi madre pronunció mi nombre. 2 . Hizo de mi boca
espada afilada, en la sombra de su mano me encubrió; hizo de mí
una flecha aguzada, en su aljaba me guardó. 3 . Y me dijo: « Tú
eres mi siervo Israel, en quien me glorío. » 4 . Yo me decía: « En balde me he
fatigado, en vano e inútilmente he gastado mi fuerza. Sin embargo, mi juicio
pertenece al Señor, y mi recompensa está en mi Dios » 5 . Ahora dice el Señor, el que me formó desde el
seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob volviese a él, y para
reunirle a Israel, pues soy estimado a los ojos del Señor y mi Dios ha venido a
ser mi fortaleza. 6 . «Muy poco es que seas mi siervo, para restaurar a
las tribus de Jacob, y hacer volver los supervivientes
de Israel. Te he puesto para ser luz de las naciones, para que mi salvación
alcance hasta los extremos de la tierra.»
Salmo 139, 1-3.13-15: 1 Señor
, Tú me examinas y me conoces; 2 Tú sabes cuándo me siento y cuándo me
levanto. Penetras mis pensamientos desde lejos; 3 Camine o descanse, Tú
lo adviertes; te son familiares todas mis sendas. 13 Tú has formado mis entrañas, me has
plasmado en el vientre de mi madre. 14 Te doy gracias porque me has hecho como un
prodigio: tus obras son maravillosas,
bien lo sabe mi alma. 15 No se te ocultaban
mis huesos cuando iba yo siendo hecho en secreto, cuando era formado en lo
profundo de la tierra.
Hechos 13, 22-26: En aquellos días, decía Pablo: 22 Dios
suscitó como rey de Israel a David, de quien precisamente dio este testimonio: He
encontrado a David, el hijo de Jesé, un hombre según mi corazón, que realizará
todo lo que yo quiera. 23 De la descendencia de éste, Dios, según la Promesa , ha suscitado para
Israel un Salvador, Jesús. 24 Juan
predicó como precursor, ante su venida, un bautismo de conversión a todo el
pueblo de Israel. 25 Al final de su
carrera, Juan decía: "Yo no soy el que vosotros os pensáis, sino mirad que
viene detrás de mí aquel a quien no soy digno de desatar las sandalias de los
pies." 26 «Hermanos, hijos de la raza de Abraham, y cuantos entre vosotros
temen a Dios: a vosotros ha sido enviada esta
Palabra de salvación.
Lucas 1, 57-66.80: 57 Se
le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. 58 Oyeron sus
vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se
congratulaban con ella. 59 Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al
niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, 60 pero su madre,
tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.» 61 Le decían: «No hay
nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» 62 Y preguntaban por señas a su
padre cómo quería que se le llamase. 63 El
pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.
64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. 65
Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se
comentaban todas estas cosas; 66 todos los que las oían las grababan en su
corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del
Señor estaba con él. 80 El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en
los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.
LA VOCACIÓN DE JUAN EL BAUTISTA:
ELEGIDO PARA PREPARAR
LA VENIDA DEL MESÍAS
Se prodigó con todas sus fuerzas para preparar a los
hombres de su tiempo para la inminente venida del Mesías. Jesús mismo lo saludó
como el más grande de los profetas. Como el Bautista, cada cristiano debe
sentirse llamado a ayudar a los hombres
a caminar hacia Cristo, Salvador único y universal.
La liturgia de hoy
nos invita a reflexionar sobre la vocación cristiana, como obra de Dios que
comienza incluso antes de que el hombre exista: es un modo de señalar ya sea la
gratuidad de la elección de parte de Dios, ya sea la dedicación total en la respuesta
por parte del hombre. Cuando quien es llamado descubre la invitación de Dios,
no puede reservarse nada para sí: palabras, pensamientos, acciones.
1. La vocación en cada una de las Lecturas: diversos aspectos.
v A. En el Evangelio, Lucas 1, 57-66.80
§ La mano del Señor estaba en Juan el Bautista
·
El evangelista resalta por los comentarios de los vecinos y parientes
(1, 58), que la nueva
vida que había venido a la luz era obra de la
gran misericordia que Dios había manifestado a Isabel, preparando de este modo
la elección del nombre del niño: Juan, en efecto, significa “Dios es
misericordioso”. (cfr. de Santis, p. 28).
·
“El prodigio que acompaña la circuncisión de Juan (vv. 59-66) se suma
al prodigio de su
nacimiento de una mujer estéril y de un
hombre ya anciano (circunstancia que Lucas señala repitiéndola dos veces: 1,
7.18), y, de este modo, se justifica el temor que suscita al hecho y el que se
hablase de ello. Ciertamente la mano del
Señor estaba con él (1,66)” (de Santis, p. 28).
v B. En la primera lectura, Isaías 49, 1-6
- Es el segundo de los Cantos del Siervo
de Dios.
·
Se lee el martes de la Semana
Santa. En el NT se aplica esta figura
del Siervo de Yahvé a
Jesús
de Nazaret, mediador de la salvación para todas las naciones.
§ Dios llama y concede la capacidad para cumplir la misión
encomendada. El Siervo se sabe elegido por Dios
desde el seno materno.
·
La iniciativa es de Dios: el siervo se sabe elegido por Dios desde el
seno materno (v. 1),
como Jeremías (1,5), y le concede los dones
necesarios para que colabore eficazmente en la misión que le ha sido
encomendada (v. 2).
·
“El profeta es consciente de que su misión tiene un inicio que precede
su existencia. El
descubrimiento de la vocación y la adhesión a
un designio que supera la dimensión humana, es el reconocimiento y la acogida
de una invitación por la que el primer sorprendido es quien ha sido llamado,
quien, al medir la propia inadecuación, reconoce la gratuidad de la elección y
aprende que el fundamento de su acción está en Dios que lo ha llamado. Todo esto el profeta lo ha
expresado con una referencia al tiempo antes del nacimiento, cuando - mientras su
cuerpo estaba todavía en formación, escondido en el seno de la madre - Dios ha
pronunciado su nombre, fórmula que puede significar la asignación de un encargo
(v.1)” (de Santis, p. 29).
·
San Agustín, Confesiones X, c. 19: Pídeme
lo que quieras y dame lo que me pides
v C. En la segunda lectura, Hechos 13, 22-26
§ Juan dirige las personas hacia Jesús
·
San Pablo recuerda la afirmación de Juan el Bautista: "Yo no soy
el que vosotros os
pensáis, sino mirad que viene detrás de mí
aquel a quien no soy digno de desatar las sandalias de los pies." Por muy
grande que hubiese sido su fama, está claro el hecho de que su actividad tiene
una función subalterna en relación con Jesús, ya que su cometido era el de
anunciar la inminente venida del Salvador.
v
D. En el
Salmo Responsorial: 138, 1-3.13-15
·
El salmista manifiesta (vv. 1-3) su convicción de que es
conocido por Dios perfectamente:
“sabe cuando se sienta y
cuando se alza, es decir conoce su actividad y su reposo; tiene un conocimiento
que no se limita sólo a lo que se ve exteriormente; en efecto, Dios conoce
también los pensamientos, a los que llega por la capacidad de penetrar también
en lo que no se ve. Y también conoce todos los caminos del salmista, es decir,
sus decisiones y las formas concretas que asumirán. Se trata de un conocimiento
total y profundo, que es una prerrogativa exclusiva de Dios” (De Santis, p.
30).
·
En el versículo 13, el salmista explica el por qué de ese
conocimiento de Dios: “Conoce
tan bien porque el
hombre es criatura suya. Dios lo ha tejido cuando todavía estaba en el seno
materno, creando las entrañas, es decir, según el lenguaje sapiencial, lo que
tiene que ver con los sentimientos que, desde el punto de vista anatómico, no
se ven porque no son directamente accesibles a la mirada. Este conocimiento de
Dios, que escruta todo, no es visto por el salmista como una presencia
entrometida e indiscreta, sino que es percibido como motivo de agradecimiento,
como aparece en el v. 14: “yo te doy gracias por tantas maravillas: prodigio
soy, prodigios son tus obras”.(de Santis, p. 30).
·
Libros poéticos y
sapienciales, Eunsa 2001, salmo 139,
13-18: “Dios interviene asimismo
en la vida entera del
hombre: en concepción (v. 13) y en los bienes que recibe a lo largo de su
existencia. El salmista es bien consciente de ello (v. 14), y lo explica
proclamando de nuevo la omnisciencia divina (vv. 15-16). Las expresiones
poéticas del v. 15 para indicar el origen del hombre en el seno materno – en
secreto, lo profundo de la tierra – asumen la consideración de que el hombre
viene de la tierra y vuelve a la tierra (cfr Gn 2,7). (...)
2. Algunos comentarios
v
Es Cristo que
pasa
§ La vocación divina nos da una misión, enciende una luz que hace
reconocer el sentido de la existencia ... n. 45
La vocación divina
nos da una misión, nos invita a participar en la tarea única de la Iglesia , para ser así
testimonio de Cristo ante nuestros iguales los hombres y llevar todas las cosas
hacia Dios.
La vocación enciende
una luz que nos hace reconocer el sentido de nuestra existencia. Es
convencerse, con el resplandor de la fe, del porqué de nuestra realidad
terrena. Nuestra vida, la presente, la pasada y la que vendrá, cobra un relieve
nuevo, una profundidad que antes no sospechábamos. Todos los sucesos y
acontecimientos ocupan ahora su verdadero sitio: entendemos adónde quiere
conducirnos el Señor, y nos sentimos como arrollados por ese encargo que se nos
confía.
Dios nos saca de las
tinieblas de nuestra ignorancia, de nuestro caminar incierto entre las
incidencias de la historia, y nos llama con voz fuerte, como un día lo hizo con
Pedro y con Andrés: Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum (Mt 4, 19), seguidme y yo os haré
pescadores de hombres, cualquiera que sea el puesto que en el mundo ocupemos.
El que vive de fe
puede encontrar la dificultad y la lucha, el dolor y hasta la amargura, pero
nunca el desánimo ni la angustia porque sabe que su vida sirve, sabe para qué ha
venido a esta tierra. Ego sum lux mundi —exclamó Cristo—; qui
sequitur me non ambulat in tenebris, sed habebit lumen vitæ (Jn 8, 12). Yo soy la luz del mundo;
el que me sigue no camina a oscuras, sino que poseerá la luz de la vida. (...)
§ La fe y la vocación de cristianos afectan a toda nuestra
existencia, y no sólo a una parte. Las realidades que no son ajenas a los
planes divinos n. 46
La fe y la vocación
de cristianos afectan a toda nuestra existencia, y no sólo a una parte. Las
relaciones con Dios son necesariamente relaciones de entrega, y asumen un
sentido de totalidad. La actitud del hombre de fe es mirar la vida, con todas
sus dimensiones, desde una perspectiva nueva: la que nos da Dios.
Vosotros, que
celebráis hoy conmigo esta fiesta de San José, sois todos hombres dedicados al
trabajo en diversas profesiones humanas, formáis diversos hogares, pertenecéis
a tan distintas naciones, razas y lenguas. Os habéis educado en aulas de
centros docentes o en talleres y oficinas, habéis ejercido durante años vuestra
profesión, habéis entablado relaciones profesionales y personales con vuestros
compañeros, habéis participado en la solución de los problemas colectivos de
vuestras empresas y de vuestra sociedad.
Pues bien: os
recuerdo, una vez más, que todo eso no es ajeno a los planes divinos. Vuestra
vocación humana es parte, y parte importante, de vuestra vocación divina. Esta
es la razón por la cual os tenéis que santificar, contribuyendo al mismo tiempo
a la santificación de los demás, de vuestros iguales, precisamente santificando
vuestro trabajo y vuestro ambiente: esa profesión u oficio que llena vuestros
días, que da fisonomía peculiar a vuestra personalidad humana, que es vuestra
manera de estar en el mundo; ese hogar, esa familia vuestra; y esa nación, en
la que habéis nacido y a la que amáis
§ Diversos aspectos del trabajo del hombre, perspectivas que se
alargan para el cristiano n. 47
(...)
Es hora de que los
cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene
ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de
trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del
hombre, de su domino sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la
propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de
recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de
la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.
Para un cristiano, esas perspectivas se alargan y se
amplían. Porque el trabajo aparece como participación en la
obra creadora de Dios, que, al crear al hombre, lo bendijo diciéndole: Procread
y multiplicaos y henchid la tierra y sojuzgadla, y dominad en los peces del
mar, y en las aves del cielo, y en todo animal que se mueve sobre la tierra.
Porque, además, al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad
redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino
medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora.
§ El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a
los demás hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre n. 49
El trabajo
profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para
revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad
que el Espíritu Santo derrama en las almas. (...) Con vuestro trabajo mismo,
con las iniciativas que se promuevan a partir de esa tarea, en vuestras
conversaciones, en vuestro trato, podéis y debéis concretar ese precepto
apostólico.
Si trabajamos con
este espíritu, nuestra vida, en medio de las limitaciones propias de la
condición terrena, será un anticipo de la gloria del cielo, de esa comunidad
con Dios y con los santos, en la que sólo reinará el amor, la entrega, la
fidelidad, la amistad, la alegría. En vuestra ocupación profesional, ordinaria
y corriente, encontraréis la materia —real, consistente, valiosa— para realizar
toda la vida cristiana, para actualizar la gracia que nos viene de Cristo.
En esa tarea
profesional vuestra, hecha cara a Dios, se pondrán en juego la fe, la esperanza
y la caridad. Sus incidencias, las relaciones y problemas que trae consigo
vuestra labor, alimentarán vuestra oración. El esfuerzo para sacar adelante la
propia ocupación ordinaria, será ocasión de vivir esa Cruz que es esencial para
el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad, los fracasos que existen
siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más humildad, más
comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar
gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el servicio de
los demás y de Dios.
2. La vocación de todo cristiano
v Ser testimonio de Cristo
·
El cometido de Juan “era el de orientar los corazones hacia Jesús, el
de «preparar un
pueblo
para Jesucristo», como dice la oración colecta de la Misa de hoy. Así, el
verdadero discípulo que se interesa por el reino de Dios, debe ser capaz de ser
como el índice que apunta hacia su Señor, debe desviar la atención sobre Dios,
debe proclamar no sus tesis sino la voluntad divina, debe alegrarse cuando ve
que los demás no se paran junto a él sino que se dirigen hacia quien él ha
indicado. No en vano el célebre Juan Bautista de Mathias Grünewald, en la
“Crucifixión” del altar de Isenheim (museo de Colmar en la Alsacia alemana) está
pintado con un enorme índice que se dirige al Crucifijo. En esa figura se resume
la historia del Precursor” (Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture Anno C,
Piemme 1999, p 370).
·
El cristiano debe ser siempre precursor de Cristo, señal viva de su
presencia en medio de
los hombres.
·
«Los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente,
piden a los
creyentes
de hoy no sólo « hablar » de Cristo, sino en cierto modo hacérselo « ver ». ¿Y
no es quizá cometido de la
Iglesia reflejar la luz de Cristo en cada época de la
historia y hacer resplandecer también su rostro ante las generaciones del nuevo
milenio?» (Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 16).
·
Un programa de vida cristiana: « El programa ya existe. Es el de
siempre, recogido por el
Evangelio
y la Tradición
viva. Se centra, en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que conocer, amar e
imitar, para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia
hasta su perfeccionamiento en la
Jerusalén celeste. Es un programa que no cambia al variar los
tiempos y las culturas, aunque tiene cuenta del tiempo y de la cultura para un
verdadero diálogo y una comunicación eficaz.»
(Juan Pablo II, Novo millennio ineunte, 29).
3. Juan el Bautista en el Catecismo de la
Iglesia Católica
v
«Vino como testigo para dar
testimonio de la luz»
·
CEC 719: Juan es «más que un profeta» (Lc
7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el
«hablar por
los profetas». Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (Cf
Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la «voz»
del Consolador que llega (Jn 1, 23) (Cf Is 40, 1-3.). Como lo hará el Espíritu
de Verdad, «vino como testigo para dar testimonio de la luz» (Jn 1, 7) (Cf Jn
15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las «indagaciones de
los profetas» y el ansia de los ángeles (Cf 1 P 1, 10-12): «Aquél sobre quien
veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el
Espíritu Santo... Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido
de Dios... He ahí el Cordero de Dios» (Jn 1, 33-36).
Vida Cristiana
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