Ø Domingo 17 del Tiempo Ordinario, Ciclo B (2018). El Pan de Vida: no solamente es el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía sino también la Palabra de Dios. La Iglesia no cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. El milagro de la multiplicación de los panes ha sido visto siempre en la Iglesia como una referencia a la Eucaristía. En el camino de nuestra vida necesitamos a Cristo: el alimento cotidiano del Pan de Vida. Uno de los efectos de la comunión eucarística es hacer de nuestra vida una ofrenda. “Nuestra propia existencia debe convertirse en alabanza de Dios”.
v
Cfr. Domingo 17 del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
29 de julio de
2018.
2 Reyes 4, 42-44; Salmo Responsorial 144,10-11; 15-16; 17-18;
Efesios 4, 1-6;
Evangelio: Juan 6, 1-15
Primera Lectura, 2 Reyes 4, 42-44: 42 Acaeció que
un hombre de Baal Salisa vino
trayendo al hombre de Dios primicias de
pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga. Dijo Eliseo: «Dáselo a la
gente y que coman.» 43 Su servidor respondió: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?» Y él mandó: «Dáselo a la
gente y que coman, porque así dice el
Señor: “Comerán y sobrará”». 44 Se lo dio, comieron y aún sobró, conforme a la palabra del Señor.
Evangelio, Juan 6, 1-15: 1 Después de
esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las
señales que realizaba en los enfermos. 3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía
de sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua,
la fiesta de los judíos. 5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a
Felipe: « ¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos? » 6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo
que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: « Doscientos denarios de
pan no bastan para que cada uno tome un poco. » 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el
hermano de Simón Pedro: 9 « Aquí hay un muchacho
que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» 10 Dijo Jesús: « Haced que se recueste la gente.
» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de
unos 5.000. 11 Tomó
entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que
estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «
Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda. » 13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos
con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían
comido. 14 Al ver
la gente la señal que había realizado, decía: « Este es verdaderamente el
profeta que iba a venir al mundo. » 15 Dándose
cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey,
huyó de nuevo al monte él solo.
El Pan de Vida:
el Cuerpo de Cristo y la
Palabra de Dios
1. Introducción.
El discurso del Señor sobre el Pan de vida.
·
En este domingo y en los cuatro siguientes escucharemos el discurso
del Señor que es conocido
como el
discurso del Pan de vida, del capítulo 6º del Evangelio según san Juan.
·
El Pan de vida es no solamente el Cuerpo de Cristo sino también la
Palabra de Dios. Así habla
del Pan
de vida el Catecismo de la Iglesia Católica:
-
n. 103: “la
Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el
Cuerpo del Señor.
No cesa de presentar a los
fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del
Cuerpo de Cristo (Cf Dei Verbum n. 21) [1]”.
-
n. 2835. (…)
«No sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de
la boca de
Dios» (Deuteronomio 8, 3) (Cf
Mateo 4, 4.), es decir, de su Palabra y de su Espíritu. (…)
2. Hoy
vemos dos textos, primera Lectura y
Evangelio.
v
Se relatan dos ocasiones - del Antiguo y del
Nuevo Testamento – en las que se reparte poca comida para muchas personas.
o
Primera Lectura, del segundo libro de los Reyes
·
En la primera lectura del libro de los Reyes
– que describe un período histórico de unos 4 siglos
–, se nos dice
que el profeta Eliseo (discípulo y
sucesor del profeta Elías, siglo IX a.c. ) recibe la visita de un individuo
agricultor, que viene de Baal-Salisa para ofrecerle las primicias de la cosecha
del año, destinadas a Dios: veinte panes de cebada y grano tierno en espiga.
Así está indicado en el libro del Levítico 23, 17-18.
·
El profeta Eliseo, por otra parte, sabía que
en aquellos tiempos había hambre en el país, como se
Afirma en unos versículos antes de la parte del
libro de los Reyes seleccionada para hoy domingo: «v. 38 Cuando Eliseo se volvió a
Guilgal había hambre en el país. La comunidad de los profetas estaba sentada
ante él y dijo a su criado: «Toma la
olla grande y pon a cocer potaje para los profetas.». Por eso indicó a
la persona que diera esas primicias a la comunidad de profetas que le seguía,
cien hombres.
o
Evangelio (Juan 6, 1-15)
§ El Pan de Vida
·
En el relato del Evangelio de hoy sucede algo
semejante al hecho narrado en el AT: también hay
muy poca comida para muchas personas (cinco panes de
cebada y dos peces que tenía un muchacho - vid. v. 9 - para
cinco mil personas), y también en este caso todos comen y sobra
alimento, porque el Señor hace el milagro de la multiplicación de los panes.
La multiplicación de
los panes: ha sido vista siempre en la Iglesia como una referencia a la
Eucaristía, al alimento que Dios da a los hombres con su Palabra y, sobre todo,
con la Eucaristía.
·
Pero en este caso, teniendo en cuenta lo que
sigue en el evangelio (el discurso del pan de vida,
en la sinagoga de Cafarnaún ), el milagro que hace
Jesús de la multiplicación de los panes, ha sido visto siempre en la Iglesia
como una prefiguración del alimento que
Dios da a los hombres con su Palabra y, sobre todo, con la Eucaristía.
·
Las palabras del versículo 11 que se ha leído
hace un momento: «Jesús tomó los panes y,
después de dar gracias, los repartió a los que
estaban sentados ...», son recordadas en la celebración de la Eucaristía, en
cualquiera de las Plegarias Eucarísticas: «tomó pan en sus santas y venerables
manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te
bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo:» [Plegaria Eucarística
I]; «tomó pan, dándote gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:»
[Plegaria Eucarística II]; «tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y
lo dio a sus discípulos, diciendo:»[Plegaria Eucarística III]; «Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó
pan, te bendijo, lo partió y se lo dio diciendo:» [Plegaria Eucarística IV];
etc.
«Mi carne es verdadera
comida y mi sangre verdadera bebida»
·
No es exagerado, o “ciencia ficción”, pensar
que Jesús con esa multiplicación de los panes
pretende no solamente resolver un problema material
porque tiene compasión de la muchedumbre, el problema del hambre de las
personas que le escuchaban, sino también preparar a sus discípulos, y a la
muchedumbre y a nosotros, para la Eucaristía: nos empuja a todos «a mirar más
lejos» [2].
Efectivamente, poco después, como nos refiere S. Juan algunos versículos más
adelante, el Señor les dirá: «vosotros
me seguís ... porque habéis comido los panes y os habéis saciado ... obrad
no por el alimento que se consume sino por el que perdura hasta la vida
eterna, el que os dará el Hijo del Hombre ....» ( vv. 26-27). Y más adelante... «Porque mi carne es
verdadera comida y mi sangre verdadera bebida» (Juan 6, 55).
·
Tendremos
que poner atención los próximos domingos, cuando se leerán los versículos
siguientes de este capítulo
6º de S. Juan, donde se nos refiere lo que dijo Jesús en la Sinagoga de
Cafarnaún, durante lo que se ha llamado el “discurso del Pan de vida”, la
promesa de la Eucaristía. Jesús prometerá darse El mismo como alimento para
nuestra alma (vv. 26-58).
·
El salmo 22
exclama “los pobres comerán hasta saciarse” (v. 27), y será conveniente que
entendamos, como se ha escrito
[3], que
“la saciedad va más allá del estómago satisfecho”. Se trata de una saciedad
profunda y total que deseamos
implícitamente en la búsqueda de los goces, en la frenesía de la alegría,
en el ansia de poseer, cuando continuamos con el corazón entristecido y con los
deseos que resurgen cuando se ha satisfecho la saciedad física.
3. Pedimos al Señor que nos aumente la fe, que aumente
nuestra capacidad de entenderle: sus palabras, su figura, sus acciones
(milagros en general, o algún milagro concreto), su misión.
·
Es esencial, por tanto, pedirle a él mismo,
que aumente nuestra fe, es decir nuestra capacidad
para entenderle a El mejor. Por ejemplo, qué es lo
que quiere decirnos con los milagros en general, o con algún milagro en
concreto.
A nosotros nos
puede suceder también lo mismo que a los que fueron testigos del milagro de la
multiplicación de los panes: que no entendamos qué es lo que pretende el Señor.
Al final del Evangelio que hemos leído, los que fueron testigos de ese milagro
de la multiplicación de los panes, por una parte decían: «éste es
verdaderamente el Profeta que viene al mundo» (v. 14); pero el evangelista añade que «estaban
dispuestos a llevárselo para hacerle rey»
... y también el evangelista nos dice cuál fue la reacción de Jesús ante
esa decisión o propósito: «se retiró otra vez al monte él solo (v. 15).
Nuevo Testamento, Eunsa 2004, comentario a
Juan 6, 1-15: “La reacción ante el milagro (v. 14) muestra que
los que se beneficiaron de aquel prodigio reconocen a Jesús como el Profeta, el
Mesías prometido en el Antiguo Testamento (cfr Deuteronomio 18.15), pero
piensan en un mesianismo terreno y nacionalista: quieren hacerle rey porque
consideran que el Mesías ha de traerles abundancia de bienes terrenos y
librarlos de la dominación romana.
»El
Señor, que más adelante (6, 26-27) explicará el verdadero sentido de la
multiplicación de los panes y los peces, se limita a huir de aquel lugar para
evitar una proclamación popular ajena a su verdadera misión. En el diálogo con
Pilato (cfr. 18, 36) explicará que su Reino “no es de este mundo”. (…)
“No
acepta la posición de quienes mezclaban las cosas de Dios con actitudes
meramente políticas (cfr. Mt 22,21; Mc 12, 17; Jn 18,36). (…) La perspectiva de su misión es más
profunda. Consiste en la salvación integral por un amor transformante,
pacificador, de perdón y reconciliación” (san Juan Pablo II, Discurso al episcopado latinoamericano,
28-I-1979)”.
·
En los próximos domingos, todo este
razonamiento quedará más claro: «Quien come mi carne y
bebe mi sangre tiene vida eterna» (Juan 6,54). En la
comida eucarística Jesús comunica la propia vida a los hombres: para esto ha
venido a esta tierra, y no con una finalidad política.
o Uno de los efectos de la
comunión eucarística: hacer de nuestra vida una ofrenda.
·
Cuando recibimos a Jesús en el sacramento de
la Eucaristía, él nos va configurando para que
podamos hacer
de nuestra vida una ofrenda. Une su vida a la nuestra para que no nos
encerremos en nosotros mismos, sino que nos abramos totalmente a Dios y al
prójimo [4].
o Por el Bautismo hemos sido
constituidos sacerdotes de nuestra propia existencia.
·
Es Cristo que pasa, 96: “Todos, por el Bautismo, hemos sido
constituidos sacerdotes de
nuestra propia
existencia, para ofrecer víctimas espirituales, que sean agradables a
Dios por Jesucristo, para realizar cada una de nuestras acciones en
espíritu de obediencia a la voluntad de Dios, perpetuando así la misión del
Dios-Hombre”.
Vida Cristiana
[1] Cfr. Constitución dogmática «Dei Verbum» sobre
la Divina Revelación, Concilio Vaticano Segundo, 18 noviembre 1965
[2] Cfr. David Amado
Fernández, Palabra de Dios para el domingo 17 del tiempo ordinario, Magnificat, Julio 2015, n. 140.
[3] Gianfranco Ravasi, Secondo le Scritture anno B, p. 242. que
“la saciedad va más allá del estómago satisfecho”.
[4] Cfr. David Amado Fernández. o.c.; Nota de la Redacción
de Vida Cristiana: Hacer de nuestra
vida una ofrenda es lo que san Pablo pide en su célebre texto de Romanos 12, 1:
"Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que ofrezcáis
vuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro
culto espiritual". Ofrecer los cuerpos “se refiere a la persona entera”
(cfr. Benedicto XVI, Catequesis del 7 de enero de 2009); “Nuestra propia
existencia debe convertirse en alabanza de Dios”; “en los dos primeros versículos el apóstol resume rápidamente
el núcleo esencial de la existencia cristiana” (Cfr. Benedicto XVI, Homilía al
clausurar el Año Paulino, 28 de junio de 2009). Cfr. también I Pedro 2, 4-9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.