Ø Domingo 18 del Tiempo Ordinario, Ciclo B (2018). La imagen del Pan de vida, en el evangelio de Juan. La Palabra de Dios y el Cuerpo de Jesucristo en la Eucaristía. El alimento que permanece para la vida eterna: Jesús hace presente el verdadero significado de nuestro existir terreno, el sentido de la vida. La aceptación del mensaje de Cristo sin reducciones de comodidad. Más allá de la legítima preocupación por que en este mundo todos dispongamos de los bienes necesarios para vivir dignamente, el Señor pide que no centremos la vida en la consecución de un bien material a costa de perder nuestra dignidad de hijos de Dios, sino que busquemos el sentido de nuestra existencia en Él mismo. La cuarta petición del «Padre nuestro», danos hoy nuestro pan de cada día: «el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía (cf Juan 6, 26-58)».
v
Cfr. Domingo 18 tiempo ordinario, ciclo B, 5 de agosto 2018
Juan 6, 24-35;
Efesios 4, 17-20-24; Éxodo 16, 2-4.12-15
Efesios 4, 17.20-24: 17 Os digo,
pues, esto y os conjuro en el Señor, que no viváis ya como viven los gentiles,
según la
vaciedad
de su mente. 20 . Pero no es éste el Cristo que vosotros
habéis aprendido, 21 si es que habéis oído
hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús 22 a
despojaros, en cuanto a vuestra vida
anterior, del hombre viejo que se corrompe siguiendo la seducción de las
concupiscencias, 23 a renovar el espíritu
de vuestra mente, 24 y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad de la verdad.
Juan 6, 24-35: 24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí,
ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca
de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le
dijeron: « Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí? » 26 Jesús les respondió: « En verdad, en verdad os
digo: vosotros me buscáis, no porque
habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis
saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por
el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del
hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello. 28 Ellos le dijeron: « ¿Qué hemos de hacer para realizar
las obras de Dios? » 29 Jesús les respondió: « La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado. » 30 Ellos entonces le dijeron: « ¿Qué señal haces
para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el
desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer. » 32 Jesús les respondió: « En verdad, en verdad os
digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es
el que baja del cielo y da la vida al mundo.» 34 Entonces le dijeron: « Señor, danos siempre de
ese pan. » 35 Les dijo Jesús: « Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el
que crea en mí, no tendrá nunca sed.
El pan de vida:
es una de las
grandes imágenes del Evangelio de Juan.
Cristo es el “pan”, la comida del alma para
nuestra peregrinación terrena:
con sus Palabras y con su misma Persona
presente en el sacramento de la Eucaristía.
1. El Pan de Vida
Cfr. Evangelio de hoy: Juan 6, 35.
v
El debate de Jesús sobre el Pan de Vida con los
judíos reunidos en la sinagoga de Cafarnaún (cfr. Juan 6, 59).
o
Todo el
interés de ellos se centraba en lo referente al comer y saciarse.
Cfr. Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, La esfera de los
libros, p. 315.
§ “Jesús
les respondió: « En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque
habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis
saciado.” (Juan 6, 26).
Jesús
llama la atención sobre el hecho de que no han entendido la multiplicación de
los panes [1] como
un "signo" – como era en realidad –, sino que todo su interés se
centraba en lo referente al comer y saciarse (cf. Juan 6, 26). Entendían la
salvación desde un punto de vista puramente material, el del bienestar general,
y con ello rebajaban al hombre y, en realidad, excluían a Dios. Pero si veían
el maná sólo desde el punto de vista del saciarse, hay que considerar que éste
no era pan del cielo, sino sólo pan de la tierra. Aunque viniera del
"cielo" era alimento terrenal; más aún, un sucedáneo que se acabaría
en cuanto salieran del desierto y llegaran a tierra habitada.
Pero
el hombre tiene hambre de algo más, necesita algo más. El don que alimente al
hombre en cuanto hombre debe ser superior, estar a otro nivel.
v
«Obrad
no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida
eterna». «La obra de
Dios es que creáis en quien él ha enviado».
Juan 6,27.29.
o
A. Más allá de la legítima preocupación por
disponer de los bienes necesarios para vivir dignamente …
·
Más allá de la legítima preocupación por que en
este mundo todos dispongamos de los bienes necesarios
para vivir dignamente, el Señor pide que no centremos la vida
en la consecución de un bien material a costa de perder nuestra dignidad de
hijos de Dios, sino que busquemos el sentido de nuestra existencia en Él
mismo.
o
B. Jesús, pan de vida, se nos presenta como
único y verdadero significado de la existencia humana.
Cfr. San Juan
Pablo II, Homilía del domingo 18 del tiempo ordinario, Ciclo B, 5 de agosto de 1979.
Santa Misa para
el "Centro Italiano della
Solidarietà", Castelgandolfo.
·
(…) Este es precisamente, según me parece, el
tema central de la liturgia de este domingo, en la que
Jesús, pan de vida, se nos presenta como único y verdadero
significado de la existencia humana. (…)
Esta es, pues, la cuestión esencial: dar un sentido al hombre, a sus
opciones, a su vida, a su historia.
§ Jesús
puede resolver la "cuestión del sentido" de la vida y de la historia
del hombre.
Jesús tiene la respuesta a estos interrogantes nuestros; Él
puede resolver la "cuestión del
sentido" de la vida y de la historia del hombre. Aquí está la lección
fundamental de la liturgia de hoy. A la muchedumbre que le ha seguido,
desgraciadamente sólo por motivos de interés material, al haber sido saciada
gratuitamente con la multiplicación milagrosa de los panes y de los peces,
Jesús dice con seriedad y autoridad: "Procuraos no el alimento perecedero,
sino el alimento que permanece hasta la vida eterna, el que el Hijo del hombre
os da" (Juan 6, 27).
Dios
se ha encarnado para iluminar, más aún, para ser el significado de la vida del
hombre. Es necesario creer esto con profunda y gozosa convicción; es necesario
vivirlo con constancia y coherencia; es necesario anunciar y testimoniar esto,
a pesar de las tribulaciones de los tiempos y de las ideologías adversas, casi
siempre tan insinuantes y perturbadoras.
§ Es
claro que Jesús no elimina la preocupación normal y la búsqueda del alimento
cotidiano y de todo lo que puede hacer que la vida humana progrese más, se
desarrolle más y sea más satisfactoria.
Pero Jesús hace presente que el verdadero significado de nuestro existir
terreno está en la eternidad, y que toda la historia humana con sus dramas y
alegrías debe ser contemplada en perspectiva eterna.
Y,
¿de qué modo es Jesús el significado de la existencia del hombre? El mismo lo
explica con
claridad consoladora:
"Mi Padre os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el
que bajó del
cielo y da la
vida al mundo... Yo soy el pan de vida; el que viene a mí, ya no tendrá más
hambre y el que cree
en mí, jamás
tendrá sed" (Juan 6, 32-35). Jesús habla simbólicamente, evocando
el gran milagro del maná
dado por Dios al
pueblo judío en la travesía del desierto. Es claro que Jesús no elimina la
preocupación
normal y la
búsqueda del alimento cotidiano y de todo lo que puede hacer que la vida humana
progrese más,
se desarrolle más
y sea más satisfactoria. Pero la vida pasa indefectiblemente. Jesús hace
presente que el
verdadero
significado de nuestro existir terreno está en la eternidad, y que toda la
historia humana con sus
dramas y alegrías
debe ser contemplada en perspectiva eterna.
§ Cristo
es el “pan”, la comida del alma para nuestra peregrinación terrena: con sus
Palabras [2]
y con su misma Persona presente en el sacramento de la Eucaristía.
También
nosotros, como el pueblo de Israel, vivimos sobre la tierra la experiencia del
Éxodo; la "tierra prometida" es el cielo. Dios, que no abandonó a su
pueblo en el desierto, tampoco abandona al hombre en su peregrinación terrena.
Le ha dado un "pan" capaz de sustentarlo a lo largo del camino: el
"pan" es Cristo. Él es ante todo la comida del alma con la verdad
revelada y después con su misma Persona presente en el sacramento de la
Eucaristía.
¡El
hombre tiene necesidad de la trascendencia! ¡El hombre tiene necesidad de la
presencia de Dios en su historia cotidiana! ¡Sólo así puede encontrar el
sentido de la vida! Pues bien, Jesús continúa diciendo a todos: "Yo soy el
camino, la verdad y la vida" (Juan 14, 6); "Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de
vida" (Juan 8, 12); "Venid a mí todos los que estáis
fatigados y cargados, que yo os aliviaré" (Mateo 11, 28).
§ Es
necesario el cambio de la mentalidad pagana a la mentalidad de Cristo,
aceptando su mensaje sin reducciones de comodidad, despojándonos del hombre
viejo y revistiéndonos del hombre nuevo (cfr. 2ª lectura de hoy, Efesios
4,17.20-24).
·
La reflexión ahora recae sobre cada uno de
nosotros. En efecto, depende de nosotros captar el significado
que Cristo ha venido a ofrecer a la existencia humana y
"encarnarlo" en nuestra vida. Depende del interés de todos
"encarnar" este significado en la historia humana. ¡Gran
responsabilidad y sublime dignidad! Es necesario, para este fin, un testimonio
coherente y valiente de la propia fe. San Pablo, escribiendo a los Efesios [3],
traza, en este sentido, un programa concreto de vida:
—
es necesario, ante todo, abandonar la mentalidad mundana y pagana: "Os
digo, pues, y testifico en el Señor que no os portéis como se conducen los
gentiles, en la unidad de su mente";
—
después, es necesario cambiar la mentalidad mundana y terrestre en la
mentalidad de Cristo; "Dejando, pues, vuestra antigua conducta, despojaos
del hombre viejo, viciado por las concupiscencias seductoras";
—
finalmente, es necesario aceptar todo el mensaje de Cristo, sin reducciones de
comodidad, y vivir según su ejemplo: 'Renovaos en el espíritu de vuestra mente
y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad
verdaderas" (Efesios 4, 17. 20-24).
Queridísimos,
como veis, se trata de un programa muy comprometido, bajo ciertos aspectos podría
decirse, desde luego, heroico; sin embargo, debemos presentarlo a nosotros y a
los demás en su integridad, contando con la acción de la gracia, que puede dar
a cada uno la generosidad de aceptar la responsabilidad de las propias acciones
en perspectiva eterna y para el bien de la sociedad.
Id,
pues, adelante con confianza y con interés generoso, buscando cada día nuevo
impulso y alegría en la devoción a Jesús Eucarístico y en la confianza en María
Santísima. (…)
Juan 6, 26-27:
Jesús les respondió:
«En verdad, en
verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales,
sino porque
habéis comido de los panes y os habéis saciado.
Obrad, no por el
alimento perecedero,
sino por el
alimento que permanece para la vida eterna,
el que os dará el
Hijo del hombre.
v
Vosotros me buscáis, no por signos que habéis
presenciado, sino porque habéis comido del pan que os di.
Comentario de
San Agustín a Juan 6, 22-29
o
Apenas se busca a Jesús por Jesús.
§ No
se busca a Jesús más que por los beneficios temporales.
·
Jesús les
contestó y les dijo: en verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis, no
por los
signos que habéis
presenciado, sino porque habéis comido del pan que os di (Juan 6,26). Me
buscáis por la carne, no por el espíritu. ¡Cuántos hay que no buscan a Jesús
más que por los beneficios temporales! Tiene uno un negocio, y busca la
mediación de los clérigos; otro es perseguido por alguien más poderoso que él,
y se refugia en la Iglesia. No faltan quienes piden que se les recomiende a una
persona ante la que tiene poco crédito. Unos por unos motivos, otros por otros,
llenan todos los días la Iglesia. Apenas se busca a Jesús por Jesús. Me
buscáis, no por los signos que habéis presenciado, sino porque habéis comido
del pan que os di. Trabajad por el pan que no perece, sino que permanece hasta
la vida eterna. Me buscáis por algo distinto a mí, buscadme por mí mismo.
Ya
insinúa ser él este manjar, como se ve con más claridad en lo que sigue: Que
el hijo del hombre os dará. Pienso que ya estabas esperando comer otra vez
pan, sentarte y saciarte de nuevo. Pero él había hablado de un alimento que no
perece, sino que perdura hasta la vida eterna. Es el mismo lenguaje que había
usado con la mujer samaritana: Si conocieras quien te pide de beber,
seguramente se lo pedirías tú a él, y te daría agua viva. La mujer le dijo:
¿Tú? ¡Pero si no tienes con qué sacar el agua y el pozo es profundo! Jesús
le responde: Si conocieras quien te pide de beber, se lo pedirías tú a él, y te
daría agua que quien la bebe no tendrá ya jamás sed; mientras que el que bebe
de este agua, volverá a tenerla (Juan 4,10). La mujer se alegra y
manifiesta su deseo de recibirla, como si así no tuviese que padecer más la sed
del cuerpo, ella que se cansa con la fatiga de sacarla. Así, entre diálogos, la
lleva a la bebida espiritual. Exactamente lo mismo sucede aquí.
Danos hoy nuestro
pan de cada día.
“El sentido
específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere
al Pan de Vida:
la Palabra de
Dios que se tiene que acoger en la fe,
el Cuerpo de
Cristo recibido en la Eucaristía (cf Juan 6, 26-58)”.
(Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2835)
2. La cuarta petición del «Padre
nuestro»: danos hoy nuestro pan
de cada día.
Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, La esfera de los libros 2007, Cap. 5 La oración
del Señor, pp.
186-193
v
El Señor sabe de nuestras necesidades terrenales
y las tiene en cuenta
La
cuarta petición del Padrenuestro nos parece la más "humana" de todas:
el Señor, que orienta nuestra mirada hacia lo esencial, a lo "único
necesario", sabe también de nuestras necesidades terrenales y las tiene en
cuenta. El, que dice a sus Apóstoles: "No estéis agobiados por la vida
pensando qué vais a comer" (Mateo 6, 25), nos invita no obstante a pedir
nuestra comida y a transmitir a Dios esta preocupación nuestra.
o
El pan es "fruto de la tierra y del trabajo
del hombre", pero la tierra no da fruto si no recibe desde arriba el sol y
la lluvia.
§ Esta
combinación de las fuerzas cósmicas que escapa de nuestras manos se contrapone
a la tentación de nuestro orgullo, de pensar que podemos darnos la vida por
nosotros mismos o sólo con nuestras fuerzas.
El
pan es "fruto de la tierra y del trabajo del hombre", pero la tierra
no da fruto si no recibe desde arriba el sol y la lluvia. Esta combinación de
las fuerzas cósmicas que escapa de nuestras manos se contrapone a la tentación
de nuestro orgullo, de pensar que podemos darnos la vida por nosotros mismos o
sólo con nuestras fuerzas. Este orgullo nos hace violentos y fríos. Termina por
destruir la tierra; no puede ser de otro modo, pues contrasta con la verdad, es
decir, que los seres humanos estamos llamados a superarnos y que sólo
abriéndonos a Dios nos hacemos grandes y libres, llegamos a ser nosotros
mismos. Podemos y debemos pedir. Ya lo sabemos: si los padres terrenales dan
cosas buenas a los hijos cuando las piden, Dios no nos va a negar los bienes
que sólo El puede dar (cf. Lucas 11, 9-13).
v
Los Padres de la Iglesia han interpretado casi
unánimemente la cuarta petición del Padrenuestro como la petición de la
Eucaristía, como aparece en la liturgia de la Misa.
p.
190
o
Esto no
quiere decir que reduzcan el sentido simplemente terrenal de la petición de los
discípulos, es decir, el significado inmediato del texto, sino que piensan en
diversas dimensiones de ese texto.
§ El
texto remite también a los cristianos más allá, al nuevo mundo en el que el
Logos -la palabra eterna de Dios- será nuestro pan, el alimento del banquete de
bodas eterno.
De
hecho, los Padres de la Iglesia han interpretado casi unánimemente la cuarta
petición del Padrenuestro como la petición de la Eucaristía; en este sentido,
la oración del Señor aparece en la liturgia de la santa Misa como si fuera en
cierto modo la bendición de la mesa eucarística. Esto no quiere decir que con
ello se reduzca en la petición de los discípulos el sentido simplemente
terrenal, que antes hemos explicado como el significado inmediato del texto.
Los Padres piensan en las diversas dimensiones de una expresión que parte de la
petición de los pobres del pan para ese día, pero precisamente de ese modo
-mirando al Padre celestial que nos alimenta- recuerda al pueblo de Dios
errante, al que Dios mismo alimentaba. El milagro del maná, a la luz del gran
sermón de Jesús sobre el pan, remitía a los cristianos casi automáticamente más
allá, al nuevo mundo en el que el Logos -la palabra eterna de Dios- será
nuestro pan, el alimento del banquete de bodas eterno.
(…)
v
El gran sermón sobre el pan, en el sexto
capítulo del Evangelio de Juan, revela el amplio espectro del significado de
este tema.
pp.
191-192
o
Inicialmente se describe el hambre de las gentes
que han escuchado a Jesús y a las que no despide sin darles antes de comer,
esto es, sin el "pan necesario" para vivir.
§ Pero
Jesús no permite que todo se quede en esto, no permite que la necesidad del
hombre se reduzca al pan, a las necesidades biológicas y materiales. "No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios" (Mateo 4, 4; Deuteronomio 8, 3).
El Pan de la Palabra de Dios y del Cuerpo
de Cristo recibido en la Eucaristía.
El
gran sermón sobre el pan, en el sexto capítulo del Evangelio de Juan, revela el
amplio espectro del significado de este tema. Inicialmente se describe el
hambre de las gentes que han escuchado a Jesús y a las que no despide sin
darles antes de comer, esto es, sin el "pan necesario" para vivir.
Pero Jesús no permite que todo se quede en esto, no permite que la necesidad
del hombre se reduzca al pan, a las necesidades biológicas y materiales.
"No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios" (Mateo 4, 4; Deuteronomio 8, 3). El pan multiplicado
milagrosamente recuerda de nuevo el milagro del maná en el desierto y,
rebasándolo, señala al mismo tiempo que el verdadero alimento del hombre es el
Logos, la Palabra eterna, el sentido eterno del que provenimos y en espera del
cual vivimos. Si esta primera superación del mero ámbito físico se refiere
inicialmente a lo que también ha descubierto y puede descubrir la gran
filosofía, inmediatamente después llega la siguiente superación: el Logos
eterno se convierte concretamente en pan para el hombre sólo porque El "se
ha hecho carne" y nos habla con palabras humanas.
§ Si
tomamos el mensaje de Jesús en su totalidad, no se puede descartar la dimensión
eucarística de la cuarta petición del Padrenuestro.
p. 192
Si
tomamos el mensaje de Jesús en su totalidad, no se puede descartar la dimensión
eucarística de la cuarta petición del Padrenuestro. La petición del pan de cada
día para todos es fundamental precisamente en su concreción terrenal. Pero nos
ayuda igualmente a superar también el aspecto meramente material y a pedir ya
ahora lo que pertenece al "mañana", el nuevo pan. Y, rogando hoy por las
cosas del "mañana", se nos exhorta a vivir ya ahora del
"mañana", del amor de Dios que nos llama a todos a ser responsables
unos de otros.
Vida Cristiana
[1] Nota de la Redacción de Vida Cristiana: en el Evangelio de la
semana pasada (domingo 17º), vimos el relato del milagro de la multiplicación de los panes. Jesús no
desprecia nuestras necesidades más inmediatas (la comida, la curación de
alguien, u otros dones provenientes de Dios), pero nos invita - como hizo con los judíos ante el don del
maná para alimentarlos en el desierto – a que reconozcamos el gran don de Dios,
que es Él mismo, su mismo Hijo, el verdadero
“Pan de Vida”.
[2] Nota de Redacción: “No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mateo 4,4), Canto antes del Evangelio de este domingo 18.
[3] Segunda Lectura de hoy:
Efesios 4, 17.20-24
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