Ø 26
domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B
(2018). La envidia. «Maestro,
hemos visto a uno que
expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de
impedírselo porque no venía con nosotros». Pero Jesús dijo: Pero Jesús dijo: «No se
lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que
luego sea capaz de hablar mal de mí.
Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» (Evangelio de hoy). La
envidia es un pecado capital: porque genera otros pecados. Nadie tiene el
monopolio de la evangelización. Manifiesta tristeza ante el bien del prójimo.
v Cfr.
Domingo 26 del Tiempo Ordinario, ciclo B
Números 11, 25-29; Salmo
18,8-14; Santiago 5, 1-16; Marcos 9, 38-43.45.47-48;
30 de septiembre de 2018
1ª Lectura del libro de los Números 11,25-29: En aquellos días, el Señor descendió de la nube y habló con Moisés.
Tomó del Espíritu que reposaba sobre Moisés y se lo dio a los setenta ancianos.
Cuando el Espíritu se posó sobre ellos, se pusieron a profetizar. Se habían
quedado en el campamento dos hombres: uno llamado Eldad y otro, Medad. También
sobre ellos se posó el Espíritu, pues aunque no habían ido a la reunión, eran
de los elegidos y ambos comenzaron a profetizar en el campamento. Un muchacho
corrió a contarle a Moisés que Eldad y Medad estaban profetizando en el
campamento. Entonces Josué, hijo de Nun, que desde muy joven era ayudante de
Moisés, le dijo: "Señor mío, prohíbeselo". Pero Moisés le respondió: "¿Crees que voy a ponerme celoso? Ojalá que
todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera sobre todos ellos el
Espíritu del Señor".
Evangelio, Marcos 9,38-43.45.47-48; En aquel tiempo, 38 Juan le dijo: «Maestro, hemos
visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y
tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.» 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que
obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí.40 Pues el que no
está contra nosotros, está por nosotros.» 41 «Todo aquel que os dé de beber un
vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá
su recompensa.» 42 «Y al que escandalice a uno de estos
pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de
molino que mueven los asnos y que le echen al mar. 43 Y si tu mano te es
ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos,
ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. 45Y si tu pie te es ocasión de
pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies,
ser arrojado a la gehenna. 47 Y si tu
ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en
el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.
1. La
envidia
v
a) Antecedentes
Números 11,
1-15
·
El pueblo de Israel se lamenta continuamente ante Moisés, cuando están
atravesando el desierto
camino hacia la tierra prometida, después de
haber dejado Egipto:
1
El pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yahveh, y Yahveh lo oyó.
... 5 ¡Cómo nos acordamos del pescado
que comíamos de balde en Egipto, y de los pepinos, melones, puerros, cebollas y
ajos! 6 En cambio ahora tenemos el alma seca. No hay de nada. Nuestros ojos no
ven más que el maná.»
·
Y Moisés se dirige al Señor, cansado a causa del
trabajo que debe soportar para llevar a cabo la
misión que
Yahveh le había confiado:
10 Moisés oyó llorar al pueblo, cada uno en su
familia, a la puerta de su tienda. Se irritó mucho la ira de Yahveh. A Moisés
le pareció mal, 11y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por
qué no he hallado gracia a tus ojos, para que hayas echado sobre mí la carga de
todo este pueblo? 12 ¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y
lo ha dado a luz, para que me digas: "Llévalo en tu regazo, como lleva la
nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con juramento a sus
padres?" 13 ¿De dónde voy a sacar carne para dársela a todo este pueblo,
que me llora diciendo: Danos carne para comer? 14 No puedo cargar yo solo con
todo este pueblo: es demasiado pesado para mí. 15 Si vas a tratarme así,
mátame, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, para que no vea más mi
desventura.»
·
El Señor responde a Moisés diciéndole que reúna 70 ancianos del pueblo
para que le ayuden
(vv. 16-17; 24-39) e infunde sobre ellos el
espíritu de Moisés; y promete que tendrían
carne en abundancia (vv. 18-23;
31-34). Los ancianos ayudarían a Moisés con su palabra (ayudando al pueblo de
Israel a entender el designio de Dios) y con su ejemplo.
·
Pero resultó que hubo dos hombres que no habían ido a la reunión de
los ancianos, y que
estaban en el campamento, que también
profetizaban, según hemos oído en la primera lectura de hoy.
v
b) La envidia
·
Josué,
como hemos oído, pidió a Moisés que se lo prohibiese a estos dos; y la
respuesta de
Moisés fue muy clara y tajante: "¿Crees que voy a
ponerme celoso? Ojalá que todo el pueblo de Dios fuera profeta y descendiera
sobre todos ellos el Espíritu del Señor".
·
Algo
parecido hemos leído en el Evangelio de hoy:
“En aquel tiempo, 38 Juan le dijo:
«Maestro, hemos visto
a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de
impedírselo porque no venía con nosotros.»”
·
Y
la respuesta de Jesús fue también muy clara:
39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no
hay nadie que obre un
milagro invocando mi nombre y que luego sea
capaz de hablar mal de mí. 40 Pues el que no está contra nosotros, está
por nosotros.»
2. La
envidia en el Catecismo de la Iglesia Católica
v
Es un pecado capital: porque
genera otros pecados
o
En la Iglesia Católica
nadie tiene el monopolio de la evangelización, o de la catequesis, nadie
trabaja en exclusiva.
§ La
envidia manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el
deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida.
·
CEC 1866: Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se
oponen, o también
pueden ser referidos a los pecados capitales que la
experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S.
Gregorio Magno (Mor. 31, 45.). Son llamados capitales porque generan otros
pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la
lujuria, la gula, la pereza. En la Iglesia Católica nadie tiene el monopolio de la
evangelización, o de la catequesis, nadie trabaja en exclusiva.
-
CEC
2539: La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada
ante el bien del
prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en
forma indebida. Cuando desea al prójimo un mal grave es un pecado mortal:
S. Agustín veía en la envidia el «pecado diabólico por
excelencia» (Catech. 4, 8.). «De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la
calumnia, la alegría causada por el mal del prójimo y la tristeza
causada por su prosperidad» (S.
Gregorio Magno, mor. 31, 45.).
v
Amenaza la paz y causa las
guerras
·
CEC
2317: Las injusticias, las desigualdades excesivas de orden económico o social,
la envidia,
la desconfianza y el orgullo, que existen entre los
hombres y las naciones, amenazan sin cesar la paz y causan las guerras. Todo lo
que se hace para superar estos desórdenes contribuye a edificar la paz y evitar
la guerra:
En la medida en que los hombres son
pecadores, les amenaza y les amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de
guerra; en la medida en que, unidos por la caridad, superan el pecado, se
superan también las violencias hasta que se cumpla la palabra: «De sus espadas
forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará ya más la
espada contra otra y no se adiestrarán más para el combate» (Isaías 2, 4) (Conc.
Vaticano II, Const. Gaudium et spes,78).
v
La envidia puede conducir a
las peores fechorías
·
CEC
2538: El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la
envidia.
Cuando el profeta Natán quiso estimular el
arrepentimiento del rey David, le contó la historia del pobre que sólo poseía
una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico que, a pesar de sus
numerosos rebaños, envidiaba al primero y acabó por robarle la cordera (Cf 2 S
12, 1-4.). La envidia puede conducir a las peores fechorías (Cf Génesis 4, 3-7;
1 Reyes 21, 1-29.). La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Cf Sabiduría
2, 24.).
Luchamos entre nosotros, y es la
envidia la que nos arma unos contra otros... Si todos se afanan así por
perturbar el Cuerpo de Cristo, ¿a dónde llegaremos? Estamos debilitando el
Cuerpo de Cristo... Nos declaramos miembros de un mismo organismo y nos
devoramos como lo harían las fieras (S. Juan Crisóstomo, hom. in 2 Cor 28, 3-4.).
v
Representa un rechazo de la
caridad; el bautizado debe luchar contra ella mediante la benevolencia.
·
CEC
2540: La envidia representa una de las formas de la tristeza y, por tanto, un
rechazo de la
caridad; el bautizado debe luchar contra ella
mediante la benevolencia. La envidia procede con frecuencia del orgullo; el
bautizado ha de esforzarse por vivir en la humildad:
¿Querríais ver a Dios glorificado
por vosotros? Pues bien, alegraos del progreso de vuestro hermano y con ello
Dios será glorificado por vosotros. Dios será alabado -se dirá- porque su
siervo ha sabido vencer la envidia poniendo su alegría en los méritos de otros
(S. Juan Crisóstomo, hom. in Rom 7, 3.).
v
Es la tristeza que se
experimenta ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de apropiárselo.
·
CEC
2553: La envidia es la tristeza que se experimenta ante el bien del prójimo y
el deseo
desordenado de apropiárselo. Es un pecado capital.
v
Se combate la envidia
mediante la benevolencia, la humildad y el abandono en la providencia de Dios.
·
CEC
2554: El bautizado combate la envidia mediante la benevolencia, la humildad y
el
abandono en la providencia de Dios.
3. Unidad y diversidad en el edificación
del reino de Dios, en el apostolado
v
Todos tenemos que ocuparnos
del reino de Dios:
Conc. Vat. II Apostolicam
actuositatem (Decreto sobre el apostolado de los laicos), n. 3:
«se impone a todos
los cristianos la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino
de la salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar
de la tierra»
v
De diversos modos:
individualmente o unidos a otros en diversísimas formas
Conc. Vat. II, Decreto sobre el
apostolado de los laicos .... nn. 15 y 16:
«Los seglares pueden ejercer su acción apostólica como
individuos o reunidos en varias comunidades o asociaciones» (n. 15); «Muchas son las formas de apostolado
con que los seglares edifican la
Iglesia y santifican el mundo, animándolo en Cristo» (n. 16).
·
Por
lo tanto, hay muchos modos de trabajar,
diversos ... Lo único que se nos pide a
todos
es que estemos unidos a los Obispos y al Papa. Son los
Obispos en comunión con el Papa y el
mismo Papa quienes garantizan que todos – aún por los caminos más diversos –
hagamos la cosas correctamente. Y es bueno que haya diversidad, y nos alegramos
cuando encontramos muchas personas que – aunque sea de modo diverso – están
trabajando por el Señor.
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