[Chiesa/Papas/Francisco/ElAhoraDeDiosHomilíaFinalJMJPanamá2019Francisco]
«Todos en la sinagoga
tenían los ojos fijos en él.
Entonces comenzó a
decirles:
Hoy se ha cumplido este
pasaje de la Escritura que acaban de oír»
(Lc 4,20- 21)
v
Cfr. Papa Francisco, Homilía de la JMJ en el
Campo San Juan Pablo II - Panamá
Domingo, 27 de
enero de 2019 – 3º del Tiempo Ordinario
Lucas 1,
1-4; 4, 14-21
«Todos en la sinagoga tenían los
ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido este pasaje
de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,20- 21). Así el evangelio nos presenta
el comienzo de la misión pública de Jesús. Lo hace en la sinagoga que lo vio
crecer, rodeado de conocidos y vecinos y hasta quizá de alguna de sus
“catequistas” de la infancia que le enseñó la ley.
Momento importante en la vida del
Maestro por el cual, el niño que se formó y creció en el seno de esa comunidad,
se ponía de pie, tomaba la palabra para anunciar y poner en acto el sueño de
Dios. Una palabra proclamada hasta entonces solo como promesa de futuro, pero
que en boca de Jesús solo podía decirse en presente, haciéndose realidad: «Hoy
se ha cumplido».
v
Jesús sale a nuestro encuentro para convocarnos
también a tomar parte en su ahora de «llevar la Buena Noticia a los pobres, la
liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia en el Señor» (cf. Lc 4,18-19).
o
No siempre creemos que Dios pueda ser tan
concreto, tan cotidiano, tan cercano y tan real, y menos aún que se haga tan
presente y actúe a través de alguien conocido como puede ser un vecino, un
amigo, un familiar.
§ Un
Dios cercano y cotidiano, un Dios amigo y hermano nos pide aprender de
cercanías, de cotidianeidad y sobre todo de fraternidad.
Queramos vivir el ahora de Dios
Jesús revela el ahora de Dios que
sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de
«llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista
a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el
Señor» (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se
hace rostro, carne, amor de misericordia
que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas
para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo
de Dios que hace justa y oportuna cada situación y cada espacio.
En Jesús se inicia y se hace vida
el futuro prometido. ¿Cuándo? Ahora. Pero no todos los que allí lo escucharon
se sintieron invitados o convocados. No todos los vecinos de Nazaret estaban
preparados para creer en alguien que conocían y habían visto crecer y que los
invitaba a
poner en acto un sueño tan esperado. Es más, decían: “¿Pero
este no es el hijo de José?” (cf. Lc 4,22).
También a nosotros nos puede
pasar lo mismo. No siempre creemos que Dios pueda ser tan concreto, tan
cotidiano, tan cercano y tan real, y menos aún que se haga tan presente y actúe
a través de alguien conocido como puede ser un vecino, un amigo, un familiar.
No siempre creemos que el Señor nos pueda invitar a trabajar y a embarrarnos
las manos junto a Él en su Reino de forma
tan simple pero contundente. Cuesta aceptar que «el amor
divino se haga concreto y casi experimentable en la historia con todas sus
vicisitudes dolorosas y gloriosas» (Benedicto XVI, Audiencia general,
28-IX-2005).
Y no son pocas las veces que
actuamos como los vecinos de Nazaret, que preferimos un Dios a la distancia:
lindo, bueno, generoso, bien dibujadito pero distante y, sobre todo, un Dios
que no incomode, un Dios “domesticado”.
Porque un Dios cercano y
cotidiano, un Dios amigo y hermano nos pide aprender de cercanías, de
cotidianeidad y sobre todo de fraternidad. Él no quiso tener una manifestación
angelical o espectacular, sino quiso regalarnos un rostro hermano y amigo,
concreto, familiar. Dios es real porque el amor es real, Dios es concreto
porque el amor es concreto. Y es
precisamente esta
«concreción del amor
lo que constituye uno de los elementos esenciales de la vida de los cristianos»
(cf. Benedicto XVI, Homilía, 1-III-2006).
Nosotros
también podemos correr los mismos riesgos que los vecinos de Nazaret, cuando en
nuestras comunidades el Evangelio se quiere hacer vida concreta y comenzamos a
decir: “pero estos chicos, ¿no son hijos de María, José, no son hermanos de...
son parientes de...? Estos, ¿no son los jovencitos que nosotros ayudamos a
crecer…? Que se calle la boca, ¿cómo le vamos a creer? Ese de allá, ¿no era el
que siempre rompía los vidrios con su pelota?”. Y lo que nació para ser
profecía y anuncio del Reino de Dios termina domesticado y empobrecido. Querer domesticar la Palabra de Dios es tentación
de todos los días.
E incluso a ustedes, queridos
jóvenes, les puede pasar lo mismo cada vez que piensan que su misión, su
vocación, que hasta su vida es una promesa pero solo para el futuro y nada
tiene que ver con el presente. Como si ser joven fuera sinónimo de sala de
espera de quien aguarda el turno de su hora. Y en el “mientras tanto” de esa
hora, les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y
sin consecuencias, bien armado y garantizado y con todo “bien asegurado”.
No queremos ofrecerles a ustedes
un futuro de laboratorio. Es la “ficción” de alegría, no la alegría del hoy,
del concreto, del amor. Y así con esta ficción de la alegría los “tranquilizamos”,
los
adormecemos para que no hagan ruido, para que no molesten
mucho, para que no se pregunten ni nos pregunten, para que no se cuestionen ni
nos cuestionen; y en ese “mientras tanto” sus sueños pierden vuelo, se vuelven rastreros,
comienzan a dormirse y son “ensoñamientos” pequeños y tristes (cf. Homilía del
Domingo de Ramos, 25-III-2018), tan solo porque consideramos o consideran que
todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y
trabajar el mañana. Y así los seguimos procrastinando… Y ¿saben una cosa?, que
a muchos jóvenes esto les gusta.
Por favor, ayudémosle
a que no les guste, a que se rebelen, a que quieran vivir el ahora de Dios.
v
Los jóvenes no son el futuro, son el presente
o
Tu vida hoy, es hoy. Tu jugarte es hoy. Tu
espacio es hoy. ¿Cómo estás respondiendo a esto?
§ El
Señor y su misión no son un “mientras tanto” en nuestra vida, un algo pasajero,
no son solo una Jornada Mundial de la Juventud, ¡son nuestra vida de hoy y
caminando!
Ahora, porque allí, ahora, donde está tu tesoro está también tu corazón.
Uno de los frutos del pasado
Sínodo fue la riqueza de poder encontrarnos y, sobre todo, escucharnos. La
riqueza de la escucha entre generaciones, la riqueza del intercambio y el valor
de reconocer que nos necesitamos, que tenemos que esforzarnos en propiciar
canales y espacios en los que involucrarse en soñar y trabajar el mañana ya
desde hoy. Pero no aisladamente, sino juntos, creando un espacio en común. Un
espacio que no se regala ni lo ganamos en la lotería, sino un espacio por el
que también ustedes deben pelear. Ustedes jóvenes deben pelear por su espacio
hoy,
porque la vida es hoy. Nadie te puede prometer un día del
mañana. Tu vida hoy, es hoy. Tu jugarte
es hoy. Tu espacio es hoy. ¿Cómo estás respondiendo a esto?
Ustedes, queridos jóvenes, no son
el futuro. Nos gusta decir: “Ustedes son el futuro…”. No, son el presente. No
son el futuro de Dios, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca,
los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de
sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie junto a ellos, tomar la palabra y
poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó.
No mañana, ahora, porque allí, ahora, donde está tu tesoro está también
tu corazón (cf. Mt 6,21); y aquello que los enamore conquistará no solo
vuestra imaginación, sino que lo afectará todo. Será lo que los haga levantarse
por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el
corazón y lo que les haga llenarse de asombro, de alegría y de gratitud. Sientan
que
tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo
(cf. Pedro Arrupe, sj, Nada es más
práctico). Podremos tener todo, pero, queridos jóvenes, si falta la pasión
del amor, faltará todo. ¡La pasión del amor hoy! ¡Dejemos que el Señor nos enamore y nos lleve hasta el mañana!
Para Jesús no hay un “mientras tanto” sino amor de
misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro
tesoro, porque Jesús no es un “mientras tanto” en la vida o una moda pasajera,
es amor de entrega que invita a entregarse.
Es amor concreto, de hoy, cercano, real; es alegría festiva que
nace al optar y participar en la pesca milagrosa de la esperanza y la caridad,
la solidaridad y la fraternidad frente a tanta mirada paralizada y paralizante
por los miedos y la exclusión, la especulación y la manipulación.
Hermanos: El Señor y
su misión no son un “mientras tanto” en nuestra vida, un algo pasajero, no son
solo una Jornada Mundial de la Juventud, ¡son nuestra vida de hoy y caminando!
v
El hágase de María. Se animó a decir “sí” para
participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una misión, se enamoró y
eso lo decidió todo.
o
Que ustedes sientan que tienen una misión, se
dejen enamorar y el Señor decidirá todo.
Todos estos días de forma
especial ha susurrado como música de fondo el hágase de María. Ella no solo
creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios, se animó a
decir “sí” para participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una
misión, se enamoró y eso lo decidió todo. Que ustedes sientan que tienen una
misión, se dejen enamorar y el Señor decidirá
todo.
Y como sucedió en la sinagoga de
Nazaret, el Señor, en medio nuestro, sus amigos y conocidos, vuelve a ponerse
de pie, a tomar el libro y decirnos: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21).
Queridos jóvenes, ¿quieren vivir
la concreción de su amor? Que vuestro “sí” siga siendo la puerta de ingreso
para que el Espíritu Santo nos regale un nuevo Pentecostés, a la Iglesia y al
mundo. Que así sea.
Vida Cristiana
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