jueves, 10 de octubre de 2019

Cuatro claves para entender la Amazonia ARIEL LAZARI – Aceprensa - 27.SEP.2019



Cuatro claves para entender la Amazonia


   ARIEL LAZARI – Aceprensa - 27.SEP.2019



Ø Rio de Janeiro. Mucho se ha hablado sobre la Amazonia en las últimas semanas y el tema no


desaparecerá tampoco durante el próximo mes. La mayor selva tropical del mundo enfrenta desde agosto una temporada de incendios y además será el tema de la próxima reunión del Sínodo de los Obispos en Roma (6-27 de octubre). No faltan motivos para que se hable y se escriba sobre ella.





Sin embargo, la selva es un territorio tan vasto (10 veces el tamaño de España) y con tanta gente (25 millones de personas), que resulta difícil conocer bien su realidad y la dimensión de los problemas que afronta. En concreto, conviene conocer cuatro aspectos de la selva que a veces son poco entendidos: sus dimensiones poblacionales, la situación de sus indígenas, el estado del cristianismo en la región y, finalmente, las cuestiones geopolíticas implicadas.

o   1% de indígenas, 80% de población urbana


Gran parte de la Amazonia está en Brasil, pero la selva también abarca territorio de otros ocho países: Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa y Surinam. La biodiversidad en la región es inigualable, de forma que una en cada diez especies conocidas por el hombre vive en la Amazonia.

Además de los animales y plantas abundantes, hay que añadir a los 25 millones de personas que ahí habitan. La mayor parte vive en ciudades grandes como Manaos (Brasil, 1,8 millones de habitantes) o Santa Cruz de la Sierra (Bolivia, 1,5 millones de habitantes). La población de estas ciudades está compuesta de blancos, indígenas y mestizos, que viven completamente integrados en la cultura occidental.

Aunque es común que se imagine a la gente de Amazonia como indígenas en tribus, el 99% de los habitantes de la Amazonia no son indígenas, y el 80% viven en zonas urbanas

En cuanto a los indígenas que viven en tribus, según datos de la Fundación Nacional del Indígena (FUNAI), en la parte brasileña de la selva su número llega tan solo a 306.000. Así, aunque es común que se imagine a la gente de Amazonia como indígenas en tribus, estos representan poco más del 1% de la población total de la región. En realidad, el 99% de los habitantes de la Amazonia no son indígenas, y el 80% viven en zonas urbanas.

o   La situación de los indígenas


Los 306.000 indígenas de la Amazonia brasileña se dividen en cientos de pueblos distintos con sus respectivas lenguas y culturas tradicionales. De ellos, hay 107 pueblos aislados, que nunca han tenido contacto con el mundo exterior.

La vida de los indígenas en tribus sigue los patrones tradicionales que recibieron de sus ancestros: una vida sencilla, autosuficiente, sin relaciones con otras regiones. De hecho, están aislados y les es difícil acceder a servicios básicos como educación para los niños y medicinas para los enfermos.

Estas condiciones llevan a muchos jóvenes indígenas a emigrar a las ciudades. En ellas encuentran trabajo e intentan adaptarse a la cultura urbana. Este fenómeno no agrada a algunos indígenas y a muchas ONG que actúan en la selva amazónica. Para ellos, la emigración significa que no fuimos capaces de preservar la cultura milenaria de esos pueblos. De hecho, una vez que el joven indígena se integra en la vida urbana, ya no quiere volver a la tribu y acaba por olvidarse de las tradiciones que aprendió de sus padres.

Sin embargo, también se oyen voces de indígenas que defienden este cambio cultural. Por ejemplo, la secretaria nacional de la salud indígena de Brasil, Silvia Waiapi, que es de origen indígena, afirmó en una entrevista reciente en un portal de noticias brasileño: “[Yo quiero] que los indígenas sean los autores de su propia historia. Que no dependan de personas u ONG que les digan cuál es la mejor forma de vivir. (…) ¿Por qué estoy condenada a vivir el resto de mi vida pasando frío y hambre en el medio de la jungla por ser indígena? ¿Por ser indígena no tengo yo derecho a estudiar? ¿No tengo yo derecho de desarrollarme?”. Para indígenas como Waiapi, la calidad de vida que la modernidad ofrece es más importante que mantener las tradiciones de su pueblo.

De hecho, no solo indígenas jóvenes buscan refugio en las ciudades, sino también mujeres adultas. Son madres que no están de acuerdo con tradiciones indígenas, según las cuales los niños con discapacidad deben ser sacrificados. Según la ministra de los derechos humanos de Brasil, Damares Alves, de los 305 pueblos indígenas brasileños, todavía hay 40 que obligan a las mujeres a matar a un hijo cuando se descubre que tiene alguna deficiencia –aunque tenga ya 5 o 10 años– y a dejar con vida a uno solo cuando dan a luz gemelos. La única opción que les resta a estas madres es buscar refugio en la cultura urbana.

o   Avance protestante


La Iglesia católica está presente en la Amazonia desde el siglo XVII con sus misioneros, especialmente jesuitas. Esto hizo que el catolicismo se implantase en la mayor parte de la región. De hecho, los mayores centros urbanos amazónicos fueron fundados por estos mismos misioneros, que preferían recoger a los indígenas de sus tribus y llevarlos a vivir en ciudades, según la costumbre europea.

El documento preparatorio del Sínodo de la Amazonia se inclina por preservar el modo de vida tradicional de los indígenas, mientras el gobierno brasileño quiere integrarlos en la cultura occidental

Sin embargo, aún hoy hay pueblos indígenas con religiones tradicionales, que siguen vivas principalmente en tribus de la selva. De otro lado, estas costumbres vienen perdiendo fuerza por acción de misioneros evangélicos. Sus misiones empezaron en las décadas de 1930 y 1940, con académicos protestantes que unieron la investigación científica –a menudo lingüística– con la evangelización de los indígenas. Hoy, de las 340 etnias indígenas de la región, hay presencia misionera evangélica en 182, un poco más de la mitad.

La Iglesia católica conoce esta realidad, y de hecho, el tema está incluido en el instrumentum laboris (documento preparatorio oficial) de la próxima reunión especial del sínodo de los obispos, el Sínodo de la Amazonia. Este sínodo buscará nuevos caminos para la Iglesia en la Amazonia, intentando darle un rostro más amazónico, más local (parte III, capítulo I).

El instrumentum laboris sugiere que los indígenas no abandonen el estilo tradicional de vida en la selva, sino que la Iglesia adapte su predicación a la realidad específica de estos pueblos. Si antes los misioneros reunían a los indígenas en sus centros urbanos, ahora la Iglesia podría adoptar una posición de salida (n. 143), corrigiendo el cambio cultural al que contribuyó en el pasado: “Hoy día la Iglesia tiene la oportunidad histórica de diferenciarse netamente de las nuevas potencias colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con transparencia su rol profético” (n. 7).

Al tema de la emigración y la urbanización se dedican dos capítulos enteros del documento (III y IV de la parte II). Aunque se diga que hace falta crear un diálogo entre cultura moderna y tradiciones indígenas, frases como “urge hacer frente al problema de la migración de jóvenes hacia las ciudades” (n. 129.e.4), la crítica que hace de la cultura moderna, y la valoración del modo de vivir tradicional indígena sugieren que el documento defiende mantener la cultura tradicional indígena y que la Iglesia se adapte para acogerlos mejor.

o   La política indígena de Bolsonaro


El tono de defensa del modo de vida indígena que adopta el instrumentum laboris del Sínodo de la Amazonia es distinto de la tendencia del gobierno del presidente brasileño Jair Bolsonaro, que intenta incluir al indígena en la sociedad brasileña de cultura occidental. De hecho, algunos ministros han dicho que observan atentamente los trabajos del sínodo, para evitar que la oposición política brasileña use el evento para criticar a Bolsonaro.

En diversas oportunidades, el presidente ha declarado que quiere facilitar el acceso del indígena a Internet, a la educación y a la salud. De hecho, llamó a dos mujeres indígenas para ocupar puestos en secretarías de su gobierno, Silvia Waiapi y Sandra Terena. Es la primera vez que unas personas de etnia indígena ocupan cargos de ese nivel en Brasil.

Bolsonaro y movimientos de derecha brasileños creen que a los indígenas se les debe abrir oportunidades de mejorar su calidad de vida. Con ello, se refieren a oportunidades de estudio, de cultivar la tierra para aumentar su poder económico e incluso a ocupar cargos de responsabilidad política. Los gobiernos pasados y los movimientos de izquierda, de otro lado, creen que es más importante mantener al patrimonio cultural de las tradiciones indígenas y garantizar su independencia con demarcación de reservas naturales.

o   Incendios


La falta de tacto al tratar con la prensa –típica de Bolsonaro– hizo que algunos medios de comunicación se apresurasen a culparle por una “crisis” de incendios en Amazonia en agosto de este año. Aunque la repercusión mediática de esta “crisis” fue amplia, datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) señalan que la cantidad de incendios en la Amazonia este año no fue mayor que la media anual desde 1998.

También el observatorio espacial de la NASA afirmó que los incendios no fueron mayores que la media de los últimos quince años. No obstante, 2018 resultó ser uno de los años que menos incendios registraron en los últimos veinte: por eso, el contraste entre 2019 y el año anterior resulta tan llamativo.

De otro lado, la tasa de deforestación de la Amazonia tuvo un aumento significativo este año: el área deforestada entre enero y julio de 2019 fue un 67% mayor que el mismo período de 2018. Datos más recientes señalan que la deforestación en el mes de agosto de 2019 fue un 222% mayor que la del mismo mes del año anterior.

Mientras los incendios pueden estar influidos por las distintas condiciones climáticas de cada año, la deforestación es claramente obra de agricultores que buscan expandir sus tierras de cultivo o de pasto para el ganado. Aun así, datos del INPE señalan que el área aclarada en 2019 sigue en torno a la media de los últimos diez años, y por debajo de la media de los últimos veinte.

Los incendios y la deforestación en la Amazonia este año han aumentado con respecto a 2018, pero no son mayores que la media de los últimos 20 años

El aumento en la tasa de deforestación puede ser resultado de las declaraciones del presidente que, aun sin haber tomado ninguna medida oficial, suele decir que apoya el desarrollo del territorio amazónico y que –en sus palabras– no se puede ser “chiita” en cuestiones ambientales. Bolsonaro parece decir, con ello, que apoya la expansión de las tierras de cultivo y que prioriza el desarrollo económico sobre la preservación del medio natural. Muchos agricultores lo han tomado como una licencia implícita para aumentar la tala.

La Amazonia seguirá apareciendo en las noticias en octubre. El destino de la Iglesia, de los indígenas, de los agricultores y de la selva misma estarán presentes merced a intervenciones en el Sínodo, declaraciones de Bolsonaro y comentarios de líderes internacionales. En medio de tantos acontecimientos, lo importante será que sepamos reconocer la realidad específica de la Amazonia y la dimensión verdadera de sus cuestiones, buscando lo mejor para esta selva y sus habitantes.





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