Cuatro claves para entender la Amazonia
ARIEL LAZARI – Aceprensa - 27.SEP.2019
Ø Rio de Janeiro. Mucho se ha hablado sobre la Amazonia en las últimas semanas y el tema no
desaparecerá tampoco durante el próximo mes. La mayor selva tropical del mundo enfrenta desde agosto una temporada de incendios y además será el tema de la próxima reunión del Sínodo de los Obispos en Roma (6-27 de octubre). No faltan motivos para que se hable y se escriba sobre ella.
Sin embargo, la selva es un territorio tan vasto (10 veces el
tamaño de España) y con tanta gente (25 millones de personas), que resulta
difícil conocer bien su realidad y la dimensión de los problemas que afronta.
En concreto, conviene conocer cuatro aspectos de la selva que a veces son poco
entendidos: sus dimensiones poblacionales, la situación de sus indígenas, el
estado del cristianismo en la región y, finalmente, las cuestiones geopolíticas
implicadas.
o 1% de indígenas, 80% de población urbana
Gran parte de la Amazonia está en Brasil, pero la selva también
abarca territorio de otros ocho países: Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela,
Ecuador, Guyana, Guyana Francesa y Surinam. La biodiversidad en la región es
inigualable, de forma que una en cada diez especies conocidas por el hombre
vive en la Amazonia.
Además de los animales y plantas abundantes, hay que añadir a
los 25 millones de personas que ahí habitan. La mayor parte vive en ciudades
grandes como Manaos (Brasil, 1,8 millones de habitantes) o Santa Cruz de la
Sierra (Bolivia, 1,5 millones de habitantes). La población de estas ciudades
está compuesta de blancos, indígenas y mestizos, que viven completamente
integrados en la cultura occidental.
Aunque es común que se imagine a la gente
de Amazonia como indígenas en tribus, el 99% de los habitantes de la Amazonia
no son indígenas, y el 80% viven en zonas urbanas
En cuanto a los indígenas que viven en tribus, según datos de la
Fundación Nacional del Indígena (FUNAI), en la parte brasileña de la selva su
número llega tan solo a 306.000. Así, aunque es común que se imagine a la gente
de Amazonia como indígenas en tribus, estos representan poco más del 1% de la
población total de la región. En realidad, el 99% de los habitantes de la
Amazonia no son indígenas, y el 80% viven en zonas urbanas.
o La situación de los indígenas
Los 306.000 indígenas de la Amazonia brasileña se dividen en
cientos de pueblos distintos con sus respectivas lenguas y culturas
tradicionales. De ellos, hay 107 pueblos aislados,
que nunca han tenido contacto con el mundo exterior.
La vida de los indígenas en tribus sigue los patrones
tradicionales que recibieron de sus ancestros: una vida sencilla,
autosuficiente, sin relaciones con otras regiones. De hecho, están aislados y
les es difícil acceder a servicios básicos como educación para los niños y
medicinas para los enfermos.
Estas condiciones llevan a muchos jóvenes indígenas a emigrar a las
ciudades. En ellas encuentran trabajo e intentan adaptarse a la cultura urbana.
Este fenómeno no agrada a algunos indígenas y a muchas ONG que actúan en la
selva amazónica. Para ellos, la emigración significa que no fuimos capaces de
preservar la cultura milenaria de esos pueblos. De hecho, una vez que el joven
indígena se integra en la vida urbana, ya no quiere volver a la tribu y acaba
por olvidarse de las tradiciones que aprendió de sus padres.
Sin embargo, también se oyen voces de indígenas que defienden
este cambio cultural. Por ejemplo, la secretaria nacional de la salud indígena
de Brasil, Silvia Waiapi, que es de origen indígena, afirmó en una entrevista reciente
en un portal de noticias brasileño: “[Yo quiero] que los indígenas sean los
autores de su propia historia. Que no dependan de personas u ONG que les digan
cuál es la mejor forma de vivir. (…) ¿Por qué estoy condenada a vivir el resto
de mi vida pasando frío y hambre en el medio de la jungla por ser indígena?
¿Por ser indígena no tengo yo derecho a estudiar? ¿No tengo yo derecho de
desarrollarme?”. Para indígenas como Waiapi, la calidad de vida que la modernidad
ofrece es más importante que mantener las tradiciones de su pueblo.
De hecho, no solo indígenas jóvenes buscan refugio en las
ciudades, sino también mujeres adultas. Son madres que no están de acuerdo con
tradiciones indígenas, según las cuales los niños con discapacidad deben ser
sacrificados. Según la ministra de los derechos humanos de Brasil, Damares
Alves, de los 305 pueblos indígenas brasileños, todavía hay 40 que obligan a
las mujeres a matar a un hijo cuando se descubre que tiene alguna deficiencia
–aunque tenga ya 5 o 10 años– y a dejar con vida a uno solo cuando dan a luz
gemelos. La única opción que les resta a estas madres es buscar refugio en la
cultura urbana.
o Avance protestante
La Iglesia católica está presente en la Amazonia desde el siglo
XVII con sus misioneros, especialmente jesuitas. Esto hizo que el catolicismo
se implantase en la mayor parte de la región. De hecho, los mayores centros
urbanos amazónicos fueron fundados por estos mismos misioneros, que preferían
recoger a los indígenas de sus tribus y llevarlos a vivir en ciudades, según la
costumbre europea.
El documento preparatorio del Sínodo de la
Amazonia se inclina por preservar el modo de vida tradicional de los indígenas,
mientras el gobierno brasileño quiere integrarlos en la cultura occidental
Sin embargo, aún hoy hay pueblos indígenas con religiones
tradicionales, que siguen vivas principalmente en tribus de la selva. De otro
lado, estas costumbres vienen perdiendo fuerza por acción de misioneros
evangélicos. Sus misiones empezaron en las décadas de 1930 y 1940, con
académicos protestantes que unieron la investigación científica –a menudo
lingüística– con la evangelización de los indígenas. Hoy, de las 340 etnias
indígenas de la región, hay presencia misionera evangélica en 182, un poco más
de la mitad.
La
Iglesia católica conoce esta realidad, y de hecho, el tema está incluido en
el instrumentum laboris (documento
preparatorio oficial) de la próxima reunión especial del sínodo de los obispos,
el Sínodo de la Amazonia. Este sínodo buscará nuevos caminos para la Iglesia en
la Amazonia, intentando darle un rostro
más amazónico, más local (parte III, capítulo I).
El instrumentum laboris sugiere
que los indígenas no abandonen el estilo tradicional de vida en la selva, sino
que la Iglesia adapte su predicación a la realidad específica de estos pueblos.
Si antes los misioneros reunían a los indígenas en sus centros urbanos, ahora
la Iglesia podría adoptar una posición de salida (n. 143), corrigiendo el
cambio cultural al que contribuyó en el pasado: “Hoy día la Iglesia tiene la
oportunidad histórica de diferenciarse netamente de las nuevas potencias
colonizadoras escuchando a los pueblos amazónicos para poder ejercer con
transparencia su rol profético” (n. 7).
Al tema de la emigración y la urbanización se dedican dos
capítulos enteros del documento (III y IV de la parte II). Aunque se diga que
hace falta crear un diálogo entre cultura moderna y tradiciones indígenas,
frases como “urge hacer frente al problema de la migración de jóvenes hacia las
ciudades” (n. 129.e.4), la crítica que hace de la cultura moderna, y la
valoración del modo de vivir tradicional indígena sugieren que el documento
defiende mantener la cultura tradicional indígena y que la Iglesia se adapte
para acogerlos mejor.
o La política indígena de Bolsonaro
El tono
de defensa del modo de vida indígena que adopta el instrumentum laboris del
Sínodo de la Amazonia es distinto de la tendencia del gobierno del presidente
brasileño Jair Bolsonaro, que intenta incluir al indígena en la sociedad
brasileña de cultura occidental. De hecho, algunos ministros han dicho
que observan atentamente los trabajos
del sínodo, para evitar que la oposición política brasileña use el
evento para criticar a Bolsonaro.
En diversas oportunidades, el presidente ha declarado que quiere
facilitar el acceso del indígena a Internet, a la educación y a la salud. De
hecho, llamó a dos mujeres indígenas para ocupar puestos en secretarías de su
gobierno, Silvia Waiapi y Sandra Terena. Es la primera vez que unas personas de
etnia indígena ocupan cargos de ese nivel en Brasil.
Bolsonaro y movimientos de derecha brasileños creen que a los
indígenas se les debe abrir oportunidades de mejorar su calidad de vida. Con
ello, se refieren a oportunidades de estudio, de cultivar la tierra para
aumentar su poder económico e incluso a ocupar cargos de responsabilidad
política. Los gobiernos pasados y los movimientos de izquierda, de otro lado,
creen que es más importante mantener al patrimonio cultural de las tradiciones
indígenas y garantizar su independencia con demarcación de reservas naturales.
o Incendios
La falta de tacto al tratar con la prensa –típica de Bolsonaro–
hizo que algunos medios de comunicación se apresurasen a culparle por una
“crisis” de incendios en Amazonia en agosto de este año. Aunque la repercusión
mediática de esta “crisis” fue amplia, datos del Instituto Nacional de
Investigaciones Espaciales (INPE) señalan que la cantidad de
incendios en la Amazonia este año no fue mayor que la media anual desde 1998.
También el observatorio espacial de la
NASA afirmó que los incendios no fueron mayores que la media de
los últimos quince años. No obstante, 2018 resultó ser uno de los años que menos
incendios registraron en los últimos veinte: por eso, el contraste entre 2019 y
el año anterior resulta tan llamativo.
De otro lado, la tasa de deforestación de la Amazonia tuvo un
aumento significativo este año: el área deforestada entre enero y julio de 2019
fue un 67% mayor que el mismo período de 2018. Datos más recientes señalan
que la deforestación en el mes de agosto de 2019 fue un 222% mayor que la del
mismo mes del año anterior.
Mientras los incendios pueden estar influidos por las distintas
condiciones climáticas de cada año, la deforestación es claramente obra de
agricultores que buscan expandir sus tierras de cultivo o de pasto para el
ganado. Aun así, datos del INPE señalan
que el área aclarada en 2019 sigue en torno a la media de los últimos diez
años, y por debajo de la media de los últimos veinte.
Los incendios y la deforestación en la
Amazonia este año han aumentado con respecto a 2018, pero no son mayores que la
media de los últimos 20 años
El aumento en la tasa de deforestación puede ser resultado de
las declaraciones del presidente que, aun sin haber tomado ninguna medida
oficial, suele decir que apoya el desarrollo del territorio amazónico y que –en
sus palabras– no se puede ser “chiita” en cuestiones ambientales. Bolsonaro
parece decir, con ello, que apoya la expansión de las tierras de cultivo y que
prioriza el desarrollo económico sobre la preservación del medio natural.
Muchos agricultores lo han tomado como una licencia implícita para aumentar la
tala.
La Amazonia seguirá apareciendo en las noticias en octubre. El
destino de la Iglesia, de los indígenas, de los agricultores y de la selva
misma estarán presentes merced a intervenciones en el Sínodo, declaraciones de
Bolsonaro y comentarios de líderes internacionales. En medio de tantos
acontecimientos, lo importante será que sepamos reconocer la realidad
específica de la Amazonia y la dimensión verdadera de sus cuestiones, buscando
lo mejor para esta selva y sus habitantes.
www.parroquiasantamonica.com
Vida Cristiana
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