Ø Los médicos italianos rechazan el suicidio asistido.
Los médicos italianos rechazan el suicidio asistido
SALVADOR BERNAL - Aceprensa - 28.SEP.2019
A raíz de un caso sonado, el Tribunal Constitucional italiano ha
declarado que la cooperación al suicidio puede ser lícita en determinadas
circunstancias. A la espera de que los jueces publiquen la sentencia,
profesionales de la medicina se han adelantado a advertir que no intervendrán
en una muerte voluntaria.
La oficina de prensa del
Tribunal Constitucional emitió comunicados, en parte ambiguos, sobre la
decisión adoptada ante la cuestión planteada por un juez de Milán que conocía
la querella contra Marco Cappato, exeurodiputado y miembro del Partido Radical,
que ayudó a morir a Fabiano Antoniani, conocido como Dj Fabo, tetrapléjico y
ciego a causa de un accidente de tráfico.
Los médicos, dice su Código Deontológico,
“incluso a petición del paciente, no debemos llevar a cabo ni fomentar actos
destinados a causar la muerte”
Cappato acompañó hasta Suiza a
Antoniani en 2017, donde se puso en manos de una clínica especializada en
eutanasia. Luego se autodenunció a los Carabinieri de Milán… Era una
provocación para intentar conseguir una nueva interpretación del artículo 580
del Código Penal, que tipifica la asistencia al suicidio y castiga esa conducta
con penas graves, que puedan llegar a los doce años de prisión.
o Inacción del Parlamento
Hace un
año la Corte se había dirigido a las cámaras parlamentarias sobre la necesidad
de reformar ese precepto, que podría no ser compatible con el principio general
de la proporcionalidad de las penas, y no tendría en cuenta otros valores, como
la dignidad de la persona y su autodeterminación. Quizá el propósito de fondo
celaba un deseo de ampliar de hecho la interpretación de la vigente ley 219
sobre el fin de la vida.
Ante el
silencio parlamentario –explicable por la crisis política de los últimos
meses–los magistrados han decidido resolver directamente la cuestión. Habrá que
esperar a la publicación de la sentencia, para calibrar exactamente el alcance
de la decisión, que parece facilitar la ayuda al suicidio, cuando existan
causas tasadas. No era ese el planteamiento del Comité Nacional de Bioética,
que publicó en julio unas discutidas “reflexiones bioéticas sobre el suicidio
médicamente asistido”. El presidente del Comité, Lorenzo D’Avack, precisó que
no era una apertura hacia la legalización del suicidio asistido, sino un
instrumento para facilitar el trabajo del legislador.
En la
primera versión del comunicado de la Consulta constitucional, según la
información publicada por el diario Avvenire el
26 de septiembre, se contemplaba la presencia de “una enfermedad irreversible,
fuente de sufrimiento físico y psicológico”; en un segundo comunicado, la
conjunción “y” fue sustituida por “o”.
Ese
requisito debería combinarse con otros criterios, como la evitación de
tratamientos vitales desproporcionados, el reconocimiento de una decisión
previa libre y consciente, el respeto a las reglas del consentimiento
informado, los criterios vigentes sobre cuidados paliativos y sedación
profunda, así como, en fin, la necesidad de contar con el dictamen de la
comisión ética territorialmente competente.
o Responsabilidad de los médicos
Ante la decisión
constitucional, Filippo Anelli, presidente de la Organización Médica Colegial,
eludió la responsabilidad de los facultativos y la trasladó al correspondiente
“funcionario público que representa al Estado”. En esa línea, varios colegios
de médicos, como los de Roma o Novara, han recordado el vigente Código
Deontológico de la profesión que, en su artículo 17 establece que, “incluso a
petición del paciente, no debemos llevar a cabo ni fomentar actos destinados a
causar la muerte”.
“Se debe rechazar la tentación de utilizar la medicina para
apoyar una posible voluntad de morir del paciente” (Papa Francisco)
A esta
reacción se añade la de la Conferencia Episcopal italiana, que ha repetido la
doctrina clásica que considera la cultura de la muerte como una profunda herida
de la libertad humana. El secretario general de la Conferencia, Mons. Stefano
Russo, durante la rueda de prensa tras la sesión de otoño del Consejo
Permanente de los obispos, se permitió expresar su sorpresa ante “un
pronunciamiento tan fuerte sin una aprobación parlamentaria”. Y reiteró el
compromiso de los obispos italianos de estar “atentos y vigilantes para
proteger la vida de las personas, especialmente de aquellas que se encuentran
en situaciones de penuria, dificultad y enfermedad”.
Según
recordó el Papa Francisco en una reciente audiencia a la Federación Italiana
de Colegios de Médicos, Cirujanos y Odontólogos, “se puede y se debe
rechazar la tentación –inducida también por cambios legislativos– de utilizar
la medicina para apoyar una posible voluntad de morir del paciente,
proporcionando ayuda al suicidio o causando directamente su muerte por
eutanasia”.
o Un caso muy distinto
Como
suele suceder en este tipo de campañas, el caso Cappato tuvo más eco en los
medios de comunicación que el de la ejemplar familia Okamoto, conocida por la
muerte de su hijo Ignacio a finales de agosto, después de 31 años de vida en
“estado vegetativo”, tras otro accidente de tráfico en 1988 cuando tenía 21
años. Sus padres subordinaron todo a la atención del hijo. El padre, Héctor,
bautizado aunque no practicante, confesaría con sencillez: “Por los hijos se
hace todo, el amor no es consciente. Me bastaba verlo feliz cada vez que le
lavaba la cabeza para sentirme pagado por todo. Para los padres era el momento
más bello de la jornada. Lo mirábamos a los ojos y advertíamos clarísimamente
que nuestro hijo Ignacio se relajaba y se sentía con toda paz”.
Desde
luego, las reacciones de los médicos a la decisión de la Corte Constitucional
suponen un radical distanciamiento ante los posibles deseos de prácticas
dirigidas a provocar la muerte. Trasladan ese tipo de decisión a la autoridad
administrativa. Alguno, con cierto sentido del humor macabro, lamenta la recuperación
de la figura del “verdugo”, encargado de ejecutar la pena de muerte decidida
por otros. En modo alguno, puede ser tarea del médico.
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Vida Cristiana
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